Las disculpas de Óscar Arias

Adriano Corrales Arias

Adriano Corrales Arias

He leído en un par de periódicos y en las redes sociales que don Óscar Arias Sánchez ofreció disculpas al movimiento gay-lésbico por la persecución montada a un congreso de lesbianas que iba a celebrarse en nuestro país hace treinta y cuatro años. Me parece oportuno, necesario y sano, aunque lo hiciera presionado por el actual inquilino en Zapote, quien lo llamó “hipócrita” en el marco de la guerra sucia que mantienen las élites económicas del país por nimiedades como las cuotas de poder y las porciones de la posible venta de activos de algunas instituciones estatales.

Sería oportuno y grandioso que el señor Arias Sánchez también ofreciera disculpas al país entero por el daño económico, social, político y moral, causado a nuestro pueblo labriego y sencillo durante los últimos cuarenta años. Enumero algunas de las acciones –y omisiones–que deterioraron ostensiblemente la vida democrática del país, así como el galopante desmantelamiento del Estado Social de Derecho en una auténtica contrarreforma neoliberal iniciada a principios de los años ochenta del siglo pasado. Ustedes pueden agregar más:

  1. El asalto al partido Liberación Nacional para desideologizarlo convirtiéndolo –en un dos por tres– de agrupación socialdemócrata, en consorcio neoliberal.
  2. El “golpe de estado técnico” (bazoocazo constitucionallo llamó su correligionario del PLN y también expresidente, Luis Alberto Monge Álvarez, cuyo gobierno –paradójicamente– fuese el iniciador de la contrarreforma con los tristemente célebres PAES), para reelegirse a contrapelo de la Constitución la cual, todavía, en su artículo 132, lo prohíbe, a pesar del giro lingüístico de la Sala Constitucional.
  3. El desvergonzado e inolvidable “memorándum del miedo” escrito por su vicepresidente y uno de sus primos, a la sazón diputado, y aplicado al pie de la letra para causar temor y terror en la población y así lograr la aprobación del TLC/USA-Centroamérica/Dominicana.
  4. Por el fraude mediático y por mentir públicamente para imponer el anterior tratado, que de libre no tenía nada. (Muchos ciudadanos esperan aún el prometido mercedes benz, sutoyota o su motocicleta). Contrario a lo pregonado en campaña, el tratado ha impactado de forma negativa en la capacidad productiva del país y ha deteriorado las instituciones del Estado y nuestra soberanía, entre otras graves problemáticas.
  5. Nunca respondió a las “acusaciones de nepotismo, uso indebido de fondos para beneficiar a una cofradía política cercana con dineros provenientes del Banco Centroamericano de Integración Económica y la imposición de su sucesora y diputados de la República (…)”, según nos lo refiriera el periodista Eduardo Muñoz (Semanario Universidad, Sección Opinión, 12/02(2019).
  6. Haber expresado abiertamente, en septiembre del 2005, que era creyente de la “tiranía en democracia” con “un mandato claro” para gobernar. Es decir, se trataba de otorgarle poderes cuasi dictatoriales al Presidente. Supongo que, entre otras cosas, a eso se refiere el actual ocupante de la casa principal de Zapote cuando equipara la democracia criolla con “la tiranía perfecta”, acusación y emulación rayanas en la psicopatía.
  7. Propiciar la creación del PAC y apoyar sus dos nefastas administraciones, lo que dio pábulo a la unidad de las cúpulas oligárquicas en un tremebundo Frankenstein político conocido como PLUSCPAC. La “agarrada de chancho” de dichas administraciones –qué duda cabe– abrieron el portillo a la desastrosa administración actual.
  8. Pero, sobre todo, por servir de antecedente propiciatorio al actual desgobierno –el peor de la historia republicana costarricense– con un advenedizo en la silla de Zapote cuyo ego desmedido –con nula experiencia política y administrativa, sin partido ni equipo de gobierno– solamente se ocupa en provocar resquemor, animadversión, revanchismo y mayor fanatismo en las masas intoxicadas, debido a sus falacias, equívocos, acusaciones, tergiversaciones, desconocimientos, falencias operativas y ataques ad hominem, tanto al ordenamiento jurídico del país, como –lo que parece ser su ominosa estrategia– al Estado Social de Derecho.

Tiene la palabra don Óscar.