¿Qué está matando a las abejas?

Natalia López Espinoza*

Apis mellífera con polen en patas traseras.

Millones de abejas fueron encontradas muertas en una localidad de la provincia de Puntarenas en Costa Rica a causa del uso del insecticida Fipronil sobre campos de cultivo, según confirmaron autoridades sanitarias. La noticia consternó a la población costarricense que reclama se decrete la prohibición total del plaguicida. La muerte de abejas en Costa Rica no es un hecho aislado, las poblaciones de abejas vienen en descenso en todo el globo, pero ¿qué las está matando?

Muerte Lenta

A las abejas las mata la agricultura del monocultivo con sus herbicidas, plaguicidas e insecticidas, como el Glifosato, los Neonicotinoides, el Clorpirifos, el Malathion o el Spinosad – la lista es interminable – pero no las mata uno de ellos, sino, la combinación de todos. Las mata lentamente. El cóctel suprime su sistema inmune, aumentando la incidencia de un patógeno que causa una infección en el intestino medio de la abeja y que a su vez provoca su desnutrición y muerte prematura. Esta combinación de biocidas alteran también su sistema nervioso central, causándoles desorientación, trastornos en la comunicación, en su sistema de navegación, en sus procesos de aprendizaje y memoria olfativa. Enfermas algunas y débiles otras, las abejas quedan imposibilitadas de encontrar su alimento o de volver a la colmena, presa de plagas y enfermedades. Las mata pues la agricultura del monocultivo con sus flores de néctares de muerte.

Lobbies Agrarios

A las abejas las mata el negocio que supone la industria de los agroquímicos para unas pocos multinacionales, las mata la corrupción de los gobernantes condescendientes con esta industria y la indiferencia de usuarios y productores para quienes los biocidas no suponen un riesgo, ni suponen nada.

Hectáreas de bosque deforestadas para siembra de monocultivo de piña.

Deforestación

Las mata la agricultura del monocultivo porque deforesta. Se tira abajo vastas extensiones de bosque, destruyendo la biodiversidad y hábitats de un conglomerado de seres vivos u organismos que cumplen determinados servicios ecosistémicos para la continuidad de la vida. Esta agricultura acaba con flora, fauna, microfauna e insectos benéficos que controlan plagas y politizan. El impacto de la agricultura del monocultivo sobre la Biodiversidad es simplemente devastador. Esta generó casi el 70 % de la deforestación en América Latina entre el periodo 2000-2010.

Cambio Climático

Y también el Cambio Climático, con sus lluvias un año sí y otro año también y con sus heladas, vientos y sequías inopinados. Con los veranos que no llegan y los inviernos que se quedan más de la cuenta, que afectan los ciclos florales, la fenología de la flor y el pecoreo de las abejas. Las está acabando el Cambio Climático que provocamos con nuestras industrias dependientes del petróleo, nuestros modos de consumo, de movilizarnos, con la creciente urbanización y la vida moderna. Cambio Climático que acarreamos con nuestra ganadería intensiva y los sistemas agroalimentarios basados en la agricultura del monocultivo. Vivimos la peor crisis climática y medio ambiental de la historia a la que los científicos han llamado la Sexta Gran Extinción. Una crisis que está afectando a 1´000,000 de especies sobre el planeta, entre ellas abejas y otros polinizadores.

Panorama América Latina

Según los resultados de una investigación realizada por la Sociedad Latinoamericana de Investigación en Abejas, Solatina, solo en un año, del 2016 al 2017, se perdieron 56,1% de colmenas de abejas melíferas en Chile y un 12,6% en Ecuador y Perú. Mientras que Brasil perdió el 41% de colmenas de abejas nativas sin aguijón. Véase la gráfica.

Costa Rica

Considerada la nación con mayor consumo de agroquímicos del mundo según el World Resource Institute de los EE.UU., Costa Rica posee la lista de agroquímicos aprobados más larga del mundo y donde se utiliza un promedio de 18 kilogramos de agroquímicos por hectárea por año según el Instituto Regional de estudios en Sustancias Tóxicas de Costa Rica.

Los plaguicidas Imidacloprid y Thiamethoxam, de uso prohibido en la Unión Europea, son actualmente utilizados en el país en los monocultivos de arroz, banano, café, calabacín caña de azúcar, chile dulce, cítricos, melón, naranja, papa, papaya, pepino, piña, plátanos, salvia, sandía, tomate, verbena, yuca, chayote y piña. Y en otros monocultivos como pasto kikuyo, pasto peludo, algodón, rosa y ornamentales. En estos cultivos no solo se utilizan neonicotinoides en detrimento de abejas y polinizadores, sino también, otros plaguicidas que vienen socavando comunidades bióticas en el país, considerado una de las 25 naciones más biodiversas del planeta.

El uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes de síntesis química erosiona suelos, contamina ríos y aguas subterráneas y destruye ecosistemas en bosques, humedales y lagunas. Como el cultivo de piña que en 15 años se llevó 5,566 hectáreas de bosque primario y secundario; contaminó con Bromacil y Diazinon manantiales y acueductos; y condenó a la población costarricense al abastecimiento de agua en camiones cisternas. Dé un paseo por Milano, El Cairo, La Francia y Luisiana de Siquirres en la provincia de Limón o vaya más al norte a Veracruz, en Pital de San Carlos, en la provincia de Alajuela. A este desastre ambiental se suma el daño social y económico: explotación laboral, la exposición a enfermedades crónicas y degenerativas producidas por agroquímicos potencialmente cancerígenos y la reducción de la fronteras agrícolas de pequeña escala, que se sabe decanta en migración forzada, pobreza y extinción de variedades vegetales, atentando esta última a la Seguridad y Soberanía Alimentaria.

Cultivo intercalado de cacao, maderables y frutales manejo ancestral indígena Bribri.

Salvaguardar la Biodiversidad

Los indígenas y campesinos ecológicos en todo el mundo están salvando a las abejas con sus prácticas culturales y sus sistemas agroalimentarios limpios y sanos, pero salvar a las abejas de la extinción pasa por frenar la pérdida de Biodiversidad y cambiar aquellas actividades humanas que son las causantes de este desequilibrio. Hace falta una acción coordinada entre líderes indígenas, campesinos, sociedad civil, empresa privada, Estados y gobernantes. No es posible que campesinos ecológicos de Guatemala estén rescatando a las abejas de la extinción y que por el otro lado, el Estado, a través de varios gobiernos, continúe respaldando un programa para la erradicación de la mosca del mediterráneo. Programa que desde hace más de diez años viene asperjando Spinosad, un producto altamente tóxico para abejas, polinizadores y humanos.

Vivimos una crisis de Biodiversidad en la que todos tenemos parte, ya sea por acción u omisión, hemos alterado violentamente el equilibrio natural del planeta. Llamar a la acción a las autoridades para frenar este desastre es una vía, pero existe otra y es la que nos toca como usuarios, como individuos conscientes. Debemos partir del hecho que somos parte de un todo más grande e interconectado y que lo que le pasa a las abejas nos pasa a nosotros, porque somos parte de esa gran comunidad biótica que viene siendo destruida por el interés mercantil y donde tarde o temprano seremos afectados.

Familias de productores ofertan sus productos en mercados orgánicos en Costa Rica.

Compra Consciente

Con nuestra decisión de compra podemos revertir poco a poco los sistemas agrícolas que están acabando con la biodiversidad y nuestro ecosistema. Plantéese – en la medida de los posible- comprar alimentos producidos bajo métodos de producción buenos, que en vez de destruir conserven la biodiversidad. Pregúntese si será mejor comer bananos desmineralizados con residuos de plaguicidas, con todo el mal que provoca su monocultivo, o bananos limpios y nutritivos; ¿Que el precio es muy alto? promovamos la creación de mercados para la comercialización de productos agroecológicos y la producción agroecológica a fin de impulsar la oferta y reducir los altos precios con que hoy se ofrecen estos productos. Y tomemos los espacios públicos para cultivar alimentos, promoviendo la creación de huertos urbanos, como la experiencia Argentina en el sur de América. Y pensemos juntos, como sociedad civil, en la posibilidad de que se declare de interés público la agricultura ecológica.

En Costa Rica los monocultivos vienen causando graves daños en lo social, económico y ambiental. Esto obliga a buscar soluciones integrales, como la alternancia a sistemas de producción agroecológicos que permiten la conservación de los recursos naturales; tener mayores e igual rendimiento que los cultivos convencionales; prescindir del uso de insumos tóxicos derivados del petróleo; producir más variedades por hectárea sin arruinar ecosistemas; preservar minerales y nutrientes presentes en los alimentos y por si fuera poco, mantener la belleza paisajística, sostener la cultura alimentaria de los pueblos, promover el empleo en zonas rurales y ser resilientes a los efectos del cambio climático.

Las abejas son el tensiómetro vivo de esta crisis y su desaparición paulatina debe llamarnos a la acción. La agricultura del monocultivo no debe continuar a expensas de los bosques, la salud de los ecosistemas o los bienes comunes. La vida es lo que nos sostiene en la tierra y las actividades económicas extractivistas, como la agricultura del monocultivo, nos está sustrayendo la vida a cambio de más y más dinero, dinero que no servirá de nada cuando se hayan terminado de esquilmar los últimos recursos de la tierra y con ellos a nosotros mismos.

*Natalia López Espinoza, Periodista Independiente Especializada en Agroecología y Biodiversidad

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