Skip to main content

Son zorros del mismo piñal

Carlos Campos Rojas

Los diputados que integran la actual Asamblea Legislativa ya no sorprenden a nadie. El nivel de irresponsabilidad con que actúan, llevan la institución a estados de desprestigio sin precedentes. Sin decoro, sin vergüenza, sin dignidad, sin capacidad de argumentar, presumiéndose semidioses alejados de la ciudadanía que con esperanza los eligió, legislando para quienes los adulan y les hacen creer que estarán eternamente en el puesto, inmunes e impunes.

La pequeña fracción de legisladores decentes, no tiene ni voz ni poder, pero al igual que todos los demás, hacen grandes esfuerzos por mantenerse aislados de la ciudadanía que los eligió.

Pero no están solos, a lo largo de la institucionalidad, se manifiestan los actos más inmorales e indecorosos a los que una sociedad se condena cuando el pueblo abandona su responsabilidad constitucional, escudándose en argumentos cobardes y de confort, para justificar el miedo que lo domina.

La mafia política está a sus anchas, se expresa con desparpajo; presume de no tener contendientes. Desde sus madrigueras, sus cipayos salen a hacerse de la institucionalidad y a destruir nuestras raíces, imponiendo cual facción totalitaria lo que para ellos y ellas debe ser nuestro país, confiados en que el autoritarismo, la corrupción y la impunidad en que se han movido, ya ancló definitivamente sus purulentas raíces en esta Costa Rica.

La crisis nacional trata de esconderse tras la emergencia nacional. Varias cosas desaparecieron de la mirada pública, entre ellas el narcotráfico. De seguro con la denominada pandemia, están en teletrabajo o en alguna burbuja social. Siempre he dicho que para que exista un narcotraficante se requiere el concurso de tres actores: un político que les abra las puertas del país de par en par, un juez que no los meta a la cárcel y un banquero que les guarde el dinero, sin uno de esos actores no hay narcotraficante que sobreviva.

Los autodenominados y beligerantes discursos “progres”, ahora guardan silencio cómplice ante las decisiones políticas que arrastran el país a una regresión social y política de inicios del siglo pasado. La voz oficial de la ética encontró un buen salario para callarse de una vez por todas. Todos ellos, dibujados por la denuncia social que escribía Santos Discépolo y que cantaba Gardel en 1928, “…la honradez la venden al contado y a la moral la dan por moneditas”.

Lo que no logra esconderse, es la irresponsabilidad del comportamiento legislativo que, a lo largo de los últimos cuarenta años, atendiendo los intereses de la mafia política, han usado la autoridad delegada del pueblo, apropiándose de un poder que nadie les dio, para –entre muchas cosas- nombrar una y otra vez un magistrado sumamente cuestionado, garante de los atropellos más inmorales, poniendo en entredicho la aplicación de la justicia.

Se les ocurrió, en un acto espurio, intentar impedir que se publique el nombre de los grandes contribuyentes que son evasores y elusores. Tratando de esconder que en el 2018 el Movimiento de Ciudadanía que Construye Territorios Seguros, de manera innovadora e imprevista, puso al descubierto los grandes empresarios que desde hacía diez años no pagaban un cinco al país. Ahí se demostró, que existe una fuerza que no se había considerado como tal, la ciudadanía, El Soberano, el que nace con la modificación constitucional del Art. 9 y que un magistrado –de esos que les interesa elegir a los diputados- aseveró en una charla universitaria, que “había que cortarle las alas”.

Una Defensora de los Habitantes que hasta sus colaboradores más cercanos le exigen que renuncie, por el irresponsable manejo del caso de la UPAD, que pretendía la apropiación indebida de nuestros datos sensibles.

Más aún, ser complacientes de que una minoría de hijos de papi, enquistados en palacio, amamantados en el capricho y la malacrianza, escudados en sus preferencias sexuales, desprestigien la decencia y la respetabilidad que existe en la población sexualmente diversa.

La policía, educada militarmente por colombianos y chilenos, saca su casta y su valentía cuando tiene que enfrentar a las personas ciudadanas que defienden lo que justamente les pertenece. Pero son inútiles al defender nuestras fronteras, nuestro oro, nuestra paz.

Fueron muy valientes para encerrar en flagrancia a Andrea Díaz, campeona nacional de surf, empresaria de Playa Tamarindo, pero un estropajo al impedir cualquier fiesta en lujosos condominios.

Andrea es criminalizada, por una caprichosa orden superior. Se atrevió a hacer uso del derecho humano esencial, el ejercicio de sus derechos políticos. Hacía valer el derecho a trabajar y producir en su propio negocio, impedido por los desaciertos y la negación absoluta de quienes asumieron el gobierno, que reciben el salario diariamente –pagados con nuestro esfuerzo y nuestra pobreza- y que se resisten a buscar soluciones sustentadas en el diálogo y la construcción de consensos, en esta emergencia nacional, que tiene hincada, con la rodilla en el cuello, la economía.

El feminismo tico ya institucionalizado, guarda silencio en estas circunstancias, pareciera que el patriarcado le fuera inherente, así lo denuncian ya muchas mujeres.

El país va arrastrado por los que ya casi dejan sus puestos y manifestaron que Costa Rica es una finca, a llegar humillados y de la mano del miedo, ante el FMI. A regalar las joyas de la abuela. Poco les importa entregarnos al mejor postor. Ellos se irán del país, a reunirse con los que ya se fueron.

Según ellos nos tienen rodeados, que ya lograron su victoria absoluta. Se asumen de la misma jauría, como zorros del mismo piñal. Se equivocan de medio a medio.

No conocen este pueblo, que de donde nadie sabe, saca en su momento lo mejor de sí para ser ejemplo mundial, lo hemos demostrado a lo largo de nuestra historia y lo haremos de nuevo.

Ser persona ciudadana no es igual que ser pueblo, lo primero exige responsabilidad y el deber; lo segundo es ser masa.

Este país tiene la reserva moral para levantarse y tomar el camino correcto. No será la primera vez que lo hagamos. Lo haremos bien. Tampoco necesitamos de muchos, sino de las personas ciudadanas suficientes, llenas de dignidad, de vergüenza, de coraje, sabiduría y conocimiento. Las mujeres jugarán el papel más importante al frente de esta tarea, exigiendo a todos a ponerse en pie.

Nos protege el mandato constitucional de asumirnos El Soberano y ejercer el Poder que nos corresponde y nos pertenece, para establecer sin miedo, desde los disensos, los consensos del nuevo pacto social.

27 de junio de 2020

ciudadanía, Territorios Seguros