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Etiqueta: armonía

Occidente vs Oriente: la pugna entre el orden Terrenal y el Celestial

“Hay civilizaciones que, en su afán de grandeza, terminan negando su propia sabiduría”.

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

En el devenir de la historia, las civilizaciones han forjado su identidad a través de sus distintas interpretaciones del cosmos y su relación con la Tierra. En el contexto actual, se destaca una dicotomía fundamental entre la visión occidental modernista, que se alejó del cielo para conquistar la tierra, y la perspectiva tradicional Oriental, que ha buscado replicar la armonía celestial en su realidad terrenal.

La narrativa occidental, marcada por el ansia de conquista, poder y dominio, se apartó del cielo como si este fuese un mero espectador ajeno y sin importancia en el escenario de la existencia humana. La controversial frase sobre la muerte de Dios que expresó Nietzsche a finales del siglo XIX fue una metáfora para tratar de explicar los cambios más significativos en la cosmovisión y valores de la sociedad occidental. Para este filósofo, la muerte de Dios representaba la crisis de las antiguas creencias religiosas, morales y metafísicas que habían sido fundamentales en la estructura y conformación de la civilización occidental.

Nietzsche sostuvo que la creencia en un ser supremo y en principios morales absolutos perdían su influencia en la vida de las personas de manera rápida. La secularización y el avance de la ciencia habían socavado las bases de la religión y toda metafísica conocida hasta el momento, dejando un vacío moral, filosófico y antropológico, el cual fue el principal caldo de cultivo del nihilismo, o lo que es igual, la pérdida de valor de todos los valores y pilares base de Occidente.

El Renacimiento, si bien fue un renacer cultural y artístico, también estuvo marcado por la destrucción de la cosmovisión tradicional. La ciencia se erigió como un bastión, desafiando las creencias arraigadas y generando un distanciamiento significativo de la espiritualidad. El mito del progreso, alimentado por la Europa renacentista y sus ideólogos, justificó las acciones expansionistas y colonizadoras de ésta sobre el resto del planeta. La visión de una civilización avanzada, destinada a liderar el mundo hacia una era de prosperidad, permitió la explotación de otras culturas en pos de este supuesto destino inexorable. En el caso de la filosofía oriental, el progreso ha sido abordado no como una conquista del hombre sobre la naturaleza, sino como una construcción armoniosa y colaborativa, con ritmo propio que tiene sus altos y bajos. Esto marca otra diferencia fundamental entre la visión lineal occidental y una basada en ciclos, propia de todas las filosofías tradicionales.

Comparando estos cambios con filosofías tradicionales orientales arraigadas en la armonía celestial, se revela un contraste fundamental. Mientras Occidente se sumía en un materialismo e individualismo absoluto, y desafiaba sus propias raíces metafísicas, en Oriente países como China han mantenido de alguna manera una conexión intrínseca entre el Cielo y la Tierra. El Renacimiento europeo consolidó la visión occidental enfocada en el hombre y su capacidad de conquistar y comprender el mundo, la perspectiva Oriental resuena con una comprensión más holística del ser humano y el cosmos. En el trasfondo de las divergentes perspectivas entre Occidente y Oriente, el Renacimiento emergió como un hito trascendental que marcó un quiebre con la tradición metafísica occidental. Este periodo cúspide, con la consolidación del humanismo, llevó a la reducción de todo a proporciones humanas, sumergiéndose en un materialismo absoluto, como afirmó en su momento el pensador francés René Guenón.

Esta desconexión con la propia tradición filosófica y espiritual por parte de Occidente ha profundizado prácticas en la política internacional relacionadas con el hegemonismo, la competencia desmedida, el unilateralismo, la imposición de ideologías y grandes esfuerzos por borrar la memoria histórica y cultural de los pueblos que se encuentran bajo su influencia, justificando aquella barbarie en nombre del progreso y el tan anhelado desarrollo. La política de bloques, las sanciones económicas y el revanchismo son testigos de esta desconexión con el orden celestial-espiritual, negando la posibilidad a la búsqueda de un bienestar común más allá del material e individual.

En contraste, la filosofía china, por ejemplo, arraigada en su propia tradición milenaria, ha trazado un camino que busca replicar la armonía del Cielo en la Tierra. Desde esta perspectiva, todo en la Tierra se rige por el orden celestial, estableciendo una conexión innegable entre el macrocosmos y el microcosmos, cuya racionalidad no niega la existencia de un plano superior del cual emana el orden universal que debe tratar de replicarse en la Tierra. El concepto tradicional de Tianxia es el mejor ejemplo de ello, con cerca de cuatro mil años de existencia, esta mirada implica una comprensión integral de literalmente «todo bajo el cielo», donde la cooperación, las ganancias compartidas y el multilateralismo son los pilares fundamentales para mantener el orden y la estabilidad del sistema internacional.

La tradición oriental aboga por respetar la diversidad cultural, reconociendo el valor intrínseco de cada proceso histórico y la identidad de cada pueblo. Contrario a imponer su voluntad por la fuerza, en el caso de la filosofía china, se propone trabajar en armonía para alcanzar beneficios compartidos. En este enfoque, la ley y el diálogo se erigen como herramientas fundamentales para resolver diferencias, dando paso a una construcción conjunta de la armonía de ese «todo bajo el cielo».

La dicotomía entre las perspectivas de Occidente y Oriente refleja no solo diferentes modos de entender la relación entre el Cielo y la Tierra en su comprensión del mundo y la política internacional, sino también distintas filosofías de vida. Mientras una se sumerge en el materialismo acérrimo, la competencia sin fin y el afán de poder, la otra abraza la cooperación y la construcción de un orden armonioso en el marco del respeto mutuo. Esta visión oriental subraya la importancia de la cooperación y el multilateralismo, ya que la búsqueda de armonía implica reconocer y respetar la interdependencia de todas las cosas. En contraste con la mentalidad occidental, que a menudo ha priorizado el individualismo y la competencia, la filosofía china aboga por trabajar en conjunto para el beneficio mutuo, reconociendo que la prosperidad de una parte está inextricablemente ligada a la prosperidad del todo y, además, es parte de la armonía celestial.

Una civilización que no reconoce ningún principio rector superior o demiurgo más que el de su propia razón, y que se fundamenta en la negación de los principios tradicionales comunes a toda cultura humana, se encuentra inherentemente limitada en su capacidad para establecer entendimientos significativos con otras culturas. Al negar la existencia de principios compartidos o superiores, esta civilización se adentra en un aislamiento conceptual que dificulta la comunicación efectiva y la comprensión mutua. La ausencia de un terreno común de valores o referencias deja a esta civilización sin los fundamentos necesarios para construir puentes de entendimiento, ya que su estructura misma se erige sobre la negación de principios que podrían servir como puntos de convergencia cultural.

Esta diferencia trasciende ampliamente la antigua dicotomía de la Guerra Fría entre izquierda y derecha, ya que el retorno a la tradición para reflexionar sobre la política actual y respetar el camino singular de cada pueblo rompe con el esquema modernista que ha prevalecido en ambas narrativas. En lugar de enmarcar las discrepancias políticas dentro de una lucha ideológica binaria, esta perspectiva pone de relieve la importancia de reconocer las diversidades culturales y las trayectorias histórico-espirituales únicas de cada sociedad. Al retornar a la tradición, se abraza un enfoque más holístico que valora la riqueza de las experiencias pasadas y reconoce que el futuro político de una nación no puede ni debe ser uniforme o impuesto desde fuera. Este rechazo a dichas visiones modernistas establece las bases para un diálogo intercultural más enriquecedor y una comprensión más profunda entre las civilizaciones.

En el caso de la política exterior de China, ésta se encuentra arraigada en una comprensión profunda de la interconexión entre el planeta, la humanidad y la naturaleza, destaca por su visión amplia y sostenible del futuro. En contraposición al individualismo egoísta que prevalece en algunas narrativas occidentales, la perspectiva china abraza la idea de un futuro compartido de la humanidad en el que todos participen y se beneficien. Con una conciencia clara de la delicada relación entre la humanidad y su entorno, la política china aboga por una cooperación que trascienda fronteras y promueva un desarrollo en armonía con la naturaleza. Este enfoque refleja una comprensión madura de la responsabilidad colectiva hacia el planeta y resalta los peligros inherentes al simple deseo de ganar a expensas de la misma naturaleza que sustenta la vida de todos.

Al considerar estas perspectivas, se revela una dicotomía filosófica, espiritual y geopolítica necesaria para reflexionar sobre la historia y las interacciones globales de nuestros días. La ideología moderna del progreso, donde «triunfan los más aptos» en detrimento de la naturaleza y gran parte de la humanidad, así como la historia de la conquista y colonización occidental, contrasta con la idea oriental de construir una armonía que abrace a toda la comunidad humana, sin distinción de ningún tipo. En un mundo cada vez más interconectado, la meditación sobre estas filosofías opuestas ofrece una oportunidad para explorar caminos hacia una coexistencia más equitativa y respetuosa entre los diversos actores y civilizaciones que en su conjunto dan forma a la comunidad internacional.

Tianxia: Un concepto chino para la gobernanza global

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

En la antigua China, el concepto de «Tianxia» (天下) desempeñaba un papel central en la concepción de la gobernanza y las relaciones internacionales. Literalmente traducido como «todo bajo el cielo», el término Tianxia representa una visión de un mundo unificado y armonioso, donde todas las naciones y culturas coexisten en equilibrio y prosperidad. La idea de Tianxia se basa en la creencia de que existe un orden cósmico en el universo y que los gobernantes tienen la responsabilidad de gobernar con sabiduría y benevolencia para mantener este orden. Según esta filosofía, el emperador chino era el gobernante supremo, a quien se le atribuía el Mandato del Cielo, y su misión era garantizar la paz y la prosperidad tanto dentro de las fronteras chinas como en las relaciones con otros estados.

Dicho concepto fue creado durante la Dinastía Zhou hace cuatro mil años, el filósofo chino Zhao Tingyang afirma que la política cuenta con dos puntos de partida para la formación de sus genes; las polis griegas que dieron lugar a la política estatal y el sistema Tianxia, que dio lugar a la idea de una política mundial. En el contexto de Tianxia, la armonía y la estabilidad se lograban a través del establecimiento de una red de relaciones mutuamente beneficiosas y respetuosas entre las naciones. En lugar de buscar la dominación o la conquista, la idea era que los gobernantes debían fomentar la cooperación, el comercio y la diplomacia para mantener el equilibrio en el mundo bajo aquella vieja enseñanza del maestro Confucio de que la virtud perdura y la fuerza es pasajera. En la práctica, esto significaba que China buscaba establecer alianzas y relaciones comerciales con estados vecinos y lejanos, basadas en principios de reciprocidad y beneficio mutuo. Los intercambios culturales, comerciales y tecnológicos eran valorados y se promovía la coexistencia pacífica de diversas culturas y sistemas políticos ya que el orden terrenal debe replicar el orden del cielo, el cual es armonioso y no excluye a nadie.

El concepto de Tianxia no se limitaba únicamente a la gobernanza china, sino que también abarcaba la interacción con los estados extranjeros. Los misioneros, diplomáticos y comerciantes chinos eran enviados a otros países como representantes de la civilización china, así como para establecer relaciones amistosas y de cooperación. Este enfoque pacífico y respetuoso hacia las relaciones internacionales se diferenciaba de la visión occidental de conquista y dominación. Desde esta perspectiva filosófica, el dominio por la fuerza de las armas y la conquista violenta no es política sino mero dominio. Para el pensamiento político tradicional chino la verdadera política es hacer de la colaboración universal y de la vida común un arte. A medida que el mundo moderno ha evolucionado y las estructuras de poder y gobernanza han cambiado, el concepto de Tianxia ha adquirido nuevas interpretaciones y significados. En el siglo XXI, algunos académicos chinos han propuesto una visión de Tianxia como un modelo de gobernanza global inclusivo, basado en la cooperación y el respeto mutuo entre las naciones.

Esta visión contemporánea de Tianxia destaca la importancia de la colaboración global para abordar los desafíos comunes, como el cambio climático, la pobreza, los conflictos y las desigualdades. En lugar de un sistema de dominación unipolar o bipolar, se aboga por una comunidad global interconectada (multipolar) donde todas las naciones tengan voz y participen en la toma de decisiones. Este enfoque de Tianxia implica una comprensión más profunda de las interdependencias y la necesidad de buscar soluciones colectivas a los problemas globales. En lugar de imponer un sistema de valores o ideologías particulares, se busca fomentar el diálogo y el entendimiento entre diferentes culturas y perspectivas para encontrar soluciones inclusivas y sostenibles.

En un mundo cada vez más interdependiente, el concepto de Tianxia nos invita a reflexionar sobre la importancia de superar las barreras y divisiones para construir una comunidad de futuro compartido, como lo ha llamado el presidente Xi Jinping. La interdependencia económica, la migración, las amenazas transnacionales y los desafíos medioambientales requieren una respuesta conjunta y coordinada. La visión de Tianxia como un modelo de gobernanza global busca promover la equidad, la justicia y la cooperación entre todas las naciones, independientemente de su tamaño o poder económico. Se trata de una forma de pensar en la que los intereses nacionales se entrelazan con los intereses globales, reconociendo que solo a través de la colaboración y el respeto mutuo podremos abordar los problemas y aprovechar las oportunidades del siglo XXI.

Además, el concepto de Tianxia también nos recuerda la importancia de la responsabilidad individual y colectiva en la construcción de un mundo mejor. Cada uno de nosotros, como ciudadanos del mundo (entendiendo este término no desde una perspectiva globalista occidental), tiene un papel que desempeñar en la promoción de la armonía, la justicia y la sostenibilidad. Desde nuestras acciones cotidianas hasta nuestro compromiso con las políticas y la participación ciudadana, podemos contribuir a la construcción de un orden mundial más justo y equitativo.

Sin embargo, también es importante reconocer que la implementación práctica de la visión de Tianxia presenta desafíos y obstáculos significativos. Las diferencias culturales, políticas y económicas pueden dificultar la construcción de consensos y la promoción de la cooperación global. Además, el equilibrio entre la soberanía nacional y la cooperación internacional plantea interrogantes sobre cómo encontrar un terreno común sin socavar la diversidad y la identidad cultural de las naciones, tal como lo hemos presenciado bajo el modelo de globalización neoliberal impuesto por occidente. A pesar de estos desafíos, el concepto de Tianxia nos invita a reflexionar sobre el tipo de mundo en el que queremos vivir y el papel que desempeñamos en su construcción. Promover un enfoque de gobernanza global inclusivo y basado en la cooperación y el respeto mutuo es fundamental para abordar los desafíos globales y crear un futuro sostenible.

En última instancia, el concepto de Tianxia nos recuerda que estamos interconectados y que nuestras acciones individuales y colectivas tienen un impacto en el mundo en el que vivimos. Al adoptar una visión más amplia y abrazar los valores de equidad, justicia y respeto mutuo, podemos trabajar juntos para construir un orden mundial más armonioso y próspero, donde todas las naciones y culturas puedan coexistir en paz y colaboración.

Defensores de los Saqueadores

Macv Chávez

“Me gustaría soñar con que el pueblo ha aprendido de esta «pandemia» y decir que no volveremos a lo mismo, porque el pueblo se levantará con su acción para ser un mundo mejor. Me gustaría soñar con esta utopía, pero todavía tengo que estar despierto para comer.” – 2020.

Siempre me había preguntado la razón por la cual la policía y demás autoridades del gobierno municipal, regional y nacional golpean desenfrenadamente a los que les dan de comer: al pueblo, cosa que no comprendía por más que le daba vueltas y vueltas, por más que me decían que era porque están obligados a seguir órdenes de sus superiores, entre otras cosas; pero hoy, pude verlo con mayor claridad, cuando en la calle Bolognesi oí un grito desesperado, el que me llevó a dejar el almuerzo para darme media vuelta y contemplar a un señor que se ponía al frente de un carro municipal o policial, abrazando al vehículo para que sienta su dolor, su impotencia, porque los otros no lo sentía, porque penosamente este grupo que andaba en el carro, según mi mala visión, desde policías municipales hasta los de verdad, estaban avanzando con mercadería robada, sí, robada, robada por estas dizque “autoridades”, porque eso de decomisar a la gente que se busca la vida diaria y honradamente no es más que un robo a mano armada de leyes y normas que solo sirven para la opresión y represión del pueblo, tal y como lo hacen las autoridades de gobierno, a las que suelen defender muchos policías y demás sujetos del orden cuando existen luchas por injusticias sociales, donde se oprime al pobre solo por tener el poder, ese poder que el pueblo deposita en ellos para que los representes, no para que le hurten ni los aplasten y menos humillen como muchas veces suelen hacerlo.

Es evidente que tenemos serios problemas sociales, para lo que se requiere la representación de toda esta gente en el poder o gobierno; pero, penosamente, por otra parte, también tenemos serios problemas con las autoridades, porque llevamos siendo conducidos por la sobrevivencia, razón por la cual esta gente del poder en mayoría termina siendo indiscutiblemente ladrona, delincuente, miserable, corrupta, motivo por el cual como sociedades no podemos progresar como corresponde, al punto de vemos forzados -en mayoría- a buscarnos la vida como sea, y esta es una muestra clara e indiscutible de cómo estamos como país, porque hoy por hoy bordeamos un poco más allá del 90% de desempleo, esa que conocemos como la informalidad, donde la mayoría sale a buscarse el día a día, de formas distintas, algunos honradamente porque saben el valor de la vida, del amor propio y el respeto al otro, y otros simplemente van de sabios y grandes en la vida aprovechándose de los más débiles, que en sí yo no lo llamaría débiles, porque en una sociedad tan miserable y corrupta como la que nos encontramos hay que ser bien valiente para vivir honestamente, con honor, don dignidad, sin abusar ni estafar de nadie, cosa que no sucede con muchas autoridades o trabajadores del estado que se prestan o vendan los ojos antes cientos de miles de injusticias sociales que se cometen a diario, simplemente porque tienen su sueldo asegurado, ese sueldo que sale del pueblo, aunque muchos de ellos no paguen sus impuestos directamente, pero son los grandes consumidores de las grandes empresas a las que hacen pagar impuestos aparentemente, pero que en el fondo es el pueblo el que lo paga, porque finalmente la mayoría de productos de estas grandes empresas las consume el pueblo, una cosa curiosa y valiosa de reconocer.

Es un hecho indiscutible que tenemos que entender: el pago de los impuestos es de vital importante para el desarrollo de la sociedad, tan igual como también es imprescindible disminuir enormemente la corrupción, porque eso de desaparecerla en nuestras sociedades paupérrimas es una utopía, simplemente porque el ser humano todavía no ha aprendido a ser persona, y por eso muchas veces contemplamos injusticias sociales como normales o con reacciones de momento, solo para sobrevivir o ayudar a sobrevivir al prójimo, sin lograr ver más allá, en el tiempo, y por eso no dejaremos de seguir contemplando las mismas injusticias sociales constantemente, en la vida diaria, simplemente porque no hacemos o luchamos para cambiarlas de raíz, y la fuente de eso están en las leyes y normas que nos rigen como sociedades, pero también en la formación humana de cada persona; aunque a estas alturas de la vida solo dan ganas de decir suciedades en vez de sociedades y animales domésticos en vez de personas, simplemente porque para haber evolucionado tanto en el conocimiento y los derechos del hombre todavía seguimos siendo un asco de humanidad, y no hablo en absoluto, sino en mayoría, esa mayoría que es la que impone el sistema de vida, sino no tendríamos la miserable realidad que vemos a diario, pues la realidad sería otra si tan solo aprendiéramos sobre la dignidad del ser humano más allá de nosotros mismos, más allá de andar buscando una vida digna en una sociedad tan miserable.

Por otro lado, es evidente que existen muchas personas que estamos cargados de este asco a la sociedad, donde algunos cuantos buscan accionar de alguna forma para mejorarla y otras simplemente se han aislado y limitado a buscar su vida digna para no contaminarse con tanta basura; pero, siento confesar que estas acciones solo son consuelos de momento, mismas acciones revolucionarias hormonales, como el 14N vivido el año pasado, como la que hoy pude contemplar cuando la gente se metió a defender al señor hasta recuperar su mercadería, la cual es una muy valiosa acción, pero también limitada, sin un ideal en sí, porque el carro no solo tenía mercadería de ese señor, sino también de otra u otras personas, porque creo que habían algunos productos más que fueron “decomisados”, vamos, robados, sí, literalmente robados, porque lo “decomisado” ya no es devuelto a su dueño, porque muchas veces se lo reparten entre ellos; cosa que me conduce a preguntar: ¿Las otras personas no tenían la misma necesidad? ¿Ellos no sufrieron el robo solo porque no lucharon a morir como lo hizo el señor al ponerse al frente del carro? Esto es algo que me retuvo en la contemplación, porque mis ganas de subirme al carro y sacarme la M con esos malnacidos de policías o policías municipales era grande, infinita, porque no dejaban de golpear a la gente que quería recuperar lo del señor. Pero, la violencia no se soluciona con violencia, quizás sirva temporalmente para librar a alguien, pero no sirve para acabar realmente con el problema, pensé en ese momento, y simplemente me limité a pensar y reflexionar sobre este hecho que me produce impotencia, una importancia cargada de rabia, cólera, ira, porque no podemos seguir jugando en esta vida al superviviente (al que vive bajo el sudor del otro solo porque tiene poder) y al sobreviviente (al que lucha día a día para salir adelante a pesar de las adversidades de la vida y de forma honrada), porque esas son formas inhumanas de vivir, porque finalmente todos deberíamos tener la libertad de poder trabajar dignamente, para vivir de la misma manera. Por ende, debemos tener conciencia de la realidad para no llegar a niveles de opresión ni miseria, a niveles inferiores a la dignidad del hombre.

Si bien es cierto que la informalidad podría perjudicar de alguna forma a los negocios formales, también es cierto que esa informalidad muchas veces permite que mucha gente pueda atender sus necesidades básicas, por ende, la solución no está en robarles sus productos, ni abusar del poder para formalizarlos, sino buscar formas que permitan convivir a ambos dignamente, porque finalmente en realidades tan atropelladas como la nuestra ambos contribuyen a mantener la economía del país, porque si estos señores no consumieran nada, muchas empresas no tendrían las ganancias que tienen, porque la economía se mueve en todos los niveles sociales, siendo la masa la que más consume, por ser mayoría, y por lo tanto la que más impuestos aporta al estado, indirectamente, porque finalmente el impuesto viene incluido en cada compra que realizamos, no se desprende de las ganancias que tiene el empresario; por ende, creo que es tiempo de que el pueblo aprenda a tener el poder, pero para eso es indispensable tener consciencia, y para ello necesitamos formarnos como personas, en igualdad con el otro, sin distinción de títulos ni clases sociales, sino en unión del derecho y del deber, conociendo nuestros derechos civiles, reformando la educación básica para elevar el nivel de la superior y salir de tanta mediocridad, porque si seguimos estando aislados, seguiremos siendo los oprimidos u opresores de la corrupción, de la miseria.

Finalmente, por momentos pienso que la solución ante tanta miseria humana está en la anarquía, pero en una sociedad tan mediocre como la nuestra vivir en anarquía es imposible, porque eso no sería para vivir en armonía, sino en el caos, donde afloraría de peor forma la miseria humana que llevamos cargando en nosotros solo por el instinto de supervivencia y sobrevivencia, ese que se pervierte constantemente gracias a las constantes praxis sociales, esa que busca justificar la miseria con un “así es la sociedad”, “así es la moda”, “así son las cosas y yo no puedo hacer nada para que cambie”, “tengo que adecuarme a ella”, dichos que no hacen más que mostrar nuestra resignación ante la falta de evolución del ser, ante la propia incapacidad de pensar por nosotros mismos, por reconocernos como seres humanos, como animales racionales, trascendentales, logrando hacer aflorar en el día a día la miseria, esa que nos domina desde el poder político hasta las calles, simplemente porque no nos dedicamos todos a combatirla con un ideal en conjunto, con identidad nacional o humana, tomando el poder para ejercer prácticas de convivencia acordes a la dignidad del ser, sin injusticias sociales, y todo gracias a que seguimos desunidos, aislados, desnutridos del ser, mirando la realidad desde la comodidad de nuestras vidas, desde la paz de nuestros hogares, o simplemente desde el drama de nuestra existencia, buscando disfrutarla con cosas banales o efímeras solo para decir que hemos disfrutado de la vida, sin importarnos los otros, sin ir más allá de los nuestros o de los que son como uno, simplemente porque finalmente el mundo es así durante cientos o miles de años, algo que me parece el pensamiento más fracasado para haber evolucionado tanto en conocimiento en los últimos dos mil años, para haber avanzado tanto en tecnología en los últimos doscientos años, sin llegar a comprender ¿para qué carajos nos sirve tanta evolución del pensamientos si vamos a seguir girando en la misma miseria de siempre, en la del superviviente y sobreviviente, es decir, la del opresor y oprimido?

Arequipa, 19 de mayo de 2021 a las 20:25 horas