El Observatorio de Bienes Comunes de la Universidad de Costa Rica (OBC-UCR) alerta sobre las repercusiones culturales y arqueológicas que tendría el megaproyecto aeroportuario previsto para la zona sur del país. La investigación —que analiza el caso desde la perspectiva de los bienes comunes culturales— advierte que el énfasis en la “monumentalidad” como criterio de valor patrimonial deja fuera paisajes, toponimias, senderos y microcontextos arqueológicos capaces de narrar la historia ancestral del territorio.
Entre los principales hallazgos se señala que:
El área donde se proyecta la terminal concentra rastros “silenciosos” —fragmentos cerámicos, fogones, terrazas agrícolas, rutas antiguas— cuya ausencia de estructuras imponentes no disminuye su relevancia histórica.
Argumentar que “ya no existe el pueblo” para legitimar la intervención desconoce que la memoria permanece en la tierra, en los nombres y en los usos del espacio.
Diversos marcos jurídicos internacionales (Convenio 169 de la OIT, Declaración ONU sobre Pueblos Indígenas, Convención del Patrimonio Mundial) obligan a proteger la memoria colectiva más allá de lo visible.
Especialistas proponen diez criterios para reconocer territorios como bienes comunes culturales: vínculo espiritual con el paisaje, persistencia de toponimias, rastros arqueológicos no monumentales, relaciones eco-históricas, rutas ancestrales, memoria colectiva, potencial científico, representación de procesos silenciados, participación local y principio precautorio.
La investigación concluye que construir un aeropuerto sobre un territorio sin monumentos aparentes, pero cargado de significados, equivale a “borrar parte de la historia en silencio” y recrudece la tensión entre lógica de mercado y responsabilidad ética con la memoria colectiva.
Iniciativa de la Sede del Caribe comparte conocimientos sobre arqueología marina en Cahuita
La Sede del Caribe y el Centro Comunitario de Buceo trabajan en conjunto para rescatar la historia de las comunidades costeras del Caribe, por medio del estudio de los objetos que se encuentran bajo las aguas (foto cortesía Julio Vargas).
Existe una enorme herencia cultural en las costas del mar costarricense que pertenece a las poblaciones cercanas y es un deber rescatar ese conocimiento, estudiarlo,divulgarloy conservarlo para que las generaciones actuales y futuras puedan conocer su pasado y escribir un mejor futuro.
El proyecto El mar y sus beneficios, inscrito en el Departamento de Acción Social de la Sede del Caribe de la UCR, formó parte de la organización de un curso introductorio con certificación internacional sobre arqueología marina, al que se inscribieron 25 personas en Cahuitay que precisamente tiene como objetivo descubrir nuevos rastros de la historia del Caribe costarricense.
Esta actividad contó con la participación del arqueólogoAndreas Blochcomo instructor principal,quien impartió el nivel introductorio sobre arqueología marítima de la Sociedad de Arqueología Náutica (NAS, por sus siglas en inglés) durante los días 30 de noviembre y 1 de diciembre en el Salón Comunal de Cahuita.
Durante dos días se desarrollaron diferentes dinámicas dentro del curso sobre arqueología marina, que incluyeron el análisis de objetos sumergidos (foto cortesía Julio Vargas).
En esta actividad se abordaron temas como la historia de laarqueologíasubacuática, conceptos básicosde esta disciplina, ética y técnicas de inventario, entre otras variables más.
El proyecto El mar y sus beneficios es coordinado por la M.Sc. Marianita Harvey Chavarría, investigadora, profesora y coordinadora de Acción Social de la Sede del Caribe, y cuenta con la colaboración de la Dra. María Suárez Toro, especialista en buceo arqueológico e historia afrocaribeña y quien forma parte del Centro Comunitario de Buceo (CCB), en Cahuita, una de las organizaciones que apoyan esta propuesta.
Según comentó Suárez, es la cuarta vez que se ofrece estecurso en el paísy ya cuentan con28personasgraduadas, y agregó que la arqueología es el estudio de las sociedades antiguas pormedio desus rasgos materiales, comopor ejemplo:instrumentos de trabajoopara producir alimentos,elementos de convivencia o dedicados a la espiritualidad, etc., en este caso en Limón, se trata de analizar la evolución del desarrollo de las comunidades del Caribe mediante el estudio de objetos materiales.
El acercamiento de los habitantes de las comunidades costeras del Caribe con su historia les abre una nueva perspectiva sobre los orígenes de la región (foto cortesía Julio Vargas).
“En este curso participaron 25 personas y al final se graduaron 19, quienes completaron los dos días en los que se abordaron los fundamentos teóricos y la historia de la arqueología náutica,sobre técnicas para analizar naufragios,cómomedir un sitio arqueológico, reconocer qué tipo de naufragio pudo haber sido y aprender a mapear un sitio arqueológico. Queremos que la población capacitada aprenda y pueda empelarse como asistentes de arqueólogos profesionales cuando vengan a hacer estudios más profundos”, describió Suárez.
El arqueólogo costarricense, Lic. Arturo Hernández, impartió una charla dentro del curso sobre la historia de la arqueología subacuática y sus aportes para lograr conocer la historia precolombina de Costa Rica, además recalcó la importancia de poder conocerlas técnicascon las que secaracterizanlos objetos arqueológicos que se encuentran, sinllegar atocarlos, yelaborar unreportepara que sea presentado ante lasautoridades competentes.
“La idea es que de estos cursos surjanasistentes técnicos altamente capacitados, pero también comprometidos con la protección, el conocimientoy la divulgación delpatrimonio cultural. La arqueología estudia los objetos que ha dejado la historia antigua, por lo menos 100 años para atrás y fuemuy interesante ver lapasiónque mostraron todos los participantes del curso”, detalló Suárez.
La experta afirmó que cada vez se identifican más con las historias y los acontecimientos que no han sido expuestos al público y analizados más a fondo, pues se trata de un conocimiento que debe pasar a formar parte de la historia de los pueblos caribeños y del acervo cultural de las comunidades, “en ese sentido, el avance que hemos logrado con estos cursos y talleres ha sido tremendo y nos sentimos muy orgullosos de que gracias a laarqueologíamarina lascomunidadespueden aprenderla historia de sus raíces”, finalizó Suárez.
La Dra. María Suárez Toro (de pie, al centro) colabora con el proyecto El Mar y sus beneficios de la Sede del Caribe de la UCR desde hace tres años (foto cortesía Julio Vargas).
Sede del Caribe imparte taller sobre buceo a comunidades con la colaboración de estudiantes de la Universidad del Este de Carolina, EE. UU.
Otto Salas Murillo,
Periodista Oficina de Divulgación e Información, UCR
Jóvenes limonenses quienes residen en comunidades del Caribe sur participan activamente en los talleres sobre arqueología subacuática y buceo tradicional incluidos en este proyecto (foto Anel Kenjekeeva).
Sucesos del pasado que marcaron el desarrollo del Caribe costarricense y que en muchos casos se trata de información desconocida, tienen sus eslabones sumergidos en las costas y para poder conocer y entender qué fue lo que aconteció hay que sumergirse en el agua, seguir las pistas, recuperar los vestigios y analizarlos.
El proyecto denominado El mar y sus beneficios, coordinado por la M.Sc. Marianita Harvey Chavarría, en colaboración con la M.Sc. María Suárez Toro, tiene precisamente como objetivos rastrear la historia del Caribe sur mediante la arqueología subacuática, impartir talleres de buceo a las y los miembros de las comunidades cercanas, y ayudar a que se conozcan aspectos desconocidos del pasado local; dicho proyecto está inscrito en el Departamento de Acción Social en la Sede del Caribe y se desarrolla principalmente en Puerto Vargas, en Cahuita.
Antes de iniciar el rastreo en las aguas de Puerto Vargas, los participantes trazan un mapa del área que se va a analizar con puntos definidos para la orientación (foto Anel Kenjekeeva).
“Instruimos a niños, jóvenes y adultos de las comunidades de Cahuita, Puerto Viejo y Manzanillo sobre buceo tradicional, en diversos niveles, y también les brindamos capacitación en buceo arqueológico, esto porque tenemos en nuestras costas barcos hundidos que datan de muchos años atrás en los que al parecer venían esclavos; de esta forma podemos recuperar parte de nuestra historia que aún no ha sido contada y que no se ha podido palpar, pero que podemos ir armando mediante los objetos o artefactos que podemos encontrar en el mar”, explicó Marianita Harvey, quien además es profesora y directora de Acción Social en la Sede del Caribe.
Restos de una edificación tipo muelle se puede observar en la playa de Puerto Vargas, Cahuita, la cual se supone sirvió en algún momento para el transporte de cargamentos de madera (foto Anel Kenjekeeva).
Dentro de esta iniciativa también se realizan campamentos infantiles en donde se ofrecen talleres a niñas yniños sobre temas como las riquezas naturales que alberga el mar Caribe y la problemática que existe entrono al pez León; “es una serie de acciones en las que logramos interactuar con las y los miembros de las comunidades, buscamos todos juntos artefactos hundidos en el mar para identificar de qué fechas datan e ir hilvanando la historia de la población afrodescenciente del Caribe costarricense, darla a conocer y aprender más sobre nuestra cultura para fortalecerla”, indicó Marianita Harvey.
Artefactos de hierro con apariencia de haber permanecido bajo el mar mucho tiempo han sido recuperados en las múltiples tareas de búsqueda que se llevan a cabo gracias a este proyecto (foto Anel Kenjekeeva).
Buceo arqueológico
Piezas que formaban parte de algún tipo de edificación ofrecen pistas a las y los investigadores quienes participan en la iniciativa El mar y sus beneficios (foto Anel Kenjekeeva).
Al trabajo de instrucción sobre buceo arqueológico se suman estudiantes provenientes de la Universidad del Este de Carolina (ECU), EE. UU., quienes participan en los talleres teóricos y prácticos, y colaboran en la recuperación y análisis de los objetos hundidos en las costas caribeñas; como complemento del equipo de trabajo que pertenece a este proyecto se une también el Centro Comunitario de Buceo Embajadores y Embajadoras del Mar del Caribe Sur, el cual es dirigido por María Suárez.
José Saballo López, guardaparque del Parque Nacional Cahuita, es uno de los asiduos participantes de los cursos sobre buceo tradicional y arqueología subacuática (foto Anel Kenjekeeva).
“Se ha encontrado un ancla de seis metros de altura, 16 cañones y cientos de ladrillos a los que hay que hacerles estudios para saber de qué país provienen; al respecto, hemos hallado una historia documental en el Archivo de Costa Rica sobre unos galeones que vinieron a algún lugar del Caribe sur en el año 1710 con 650 africanos para ser esclavizados, pero todos descendieron de las naves libres porque los marineros los soltaron”, mencionó María Suárez.
“¿Dónde podemos estudiar esta historia si no es en el mar y respaldarla con documentos históricos?”, preguntó Suárez, al tiempo que afirmó que “al consultarle a los habitantes de Cahuita sobre esto nos responden que eran barcos piratas; la historia oral tiene un conocimiento empírico importante que se asienta en realidades y sabemos que esta zona por excelencia fue escondite de los piratas, así que pueden haber barcos piratas hundidos acá y también conocemos personas de estas comunidades quienes son descendientes de piratas”, aseveró María Suárez.
Parte del equipo de investigadores e instructores que colaboran con el proyecto, en orden usual: Ian Harrison y Anna D´Jernes de la ECU; Alexander Koblensky, instructor de buceo; Giovanni Sandoval, instructor del Centro Comunitario de Buceo; Jason Raupp de la ECU; y María Suárez Toro (foto Anel Kenjekeeva).
Una meta adicional que pretende cumplir el proyecto El mar y sus beneficios es poder contribuir a la conformación de una normativa que proteja el patrimonio arqueológico subacuático que existe en las costas del Caribe.
“Mucha gente en las comunidades no conocen la historia que hay acá, pues el área marina esconde muchos capítulos nuevos. En las expediciones que se hacen se procura que participan personas de las localidades cercanas para que se involucren en esta obtención del conocimiento, además la forma en que se logra es bastante llamativa y muy bonita de hacer: buceando”, concluyó José Francisco Saballo López, quien es guardaparque del Parque Nacional Cahuita y quien ha estado presente en los cursos que se imparten dentro del proyecto.
Estudiantes del curso Práctica de Investigación en Arqueología de la UCR trabajaron en el lugar
Estudiantes del curso Práctica de Arqueología realizan trabajo de campo en el sitio arqueológico Nuevo Corinto (foto Laura Rodríguez).
Katzy O`neal Coto
Sobre la ruta 32, San José-Limón, a menos de un kilómetro del cruce de Río Frío, se esconde un lugar de gran interés para los arqueólogos que continúan planteando nuevas preguntas y respuestas sobre la forma de vida de nuestros antepasados. El sitio denominado Nuevo Corinto está ubicado entre los ríos Chirripó y Corinto, y fue habitado entre el 1.500 a.n.e. y 1.400 n.e.
Este sitio ha servido de laboratorio para el curso de Práctica de Investigación en Arqueología, en el cual las y los estudiantes de Antropología de la UCR, con la guía de sus profesoras, han ido descubriendo las estructuras que allí existieron y comprendiendo mejor las actividades que pudieron desarrollar sus habitantes.
En la siguiente galería mostramos el trabajo realizado por un grupo de estudiantes, asistentes y tesiarios bajo la dirección de las docentes e investigadoras Dra. Silvia Salgado González y M.Sc. Ana Cristina Aguilar Vega. Las imágenes corresponden al jueves 5 de febrero de 2015, al finalizar una jornada de trabajo de 5 semanas en el sitio.
Las piedras del río Chirripó fueron materiales utilizados por los antepasados de esta zona para la construcción de muros, montículos y tumbas (foto Laura Rodríguez).
Con ayuda de un drone, el estudiante de Antropología y Geografía Roger Mesen Delgado, captura imágenes de las excavaciones para crear un modelo tridimensional (foto Laura Rodríguez).
Ignacio Díaz Castro realiza su tesis en el montículo 11 donde busca revelar la temporalidad, el diseño constructivo y la funcionalidad de esta estructura dentro del complejo (foto Laura Rodríguez).
Los estudiantes Mariana Madrigal Morales y Roger Mesén Delgado, junto con la arquitecta Kendra Gamboa Segura se encargan de exponer un muro para observar el modo constructivo, los materiales utilizados, así como la forma y altura del muro (foto Laura Rodríguez).
Las estudiantes examinan cada cubeta de tierra que se extrae en la excavación de un conjunto funerario pues allí se encuentran materiales como fragmentos y figuras cerámicas (foto Laura Rodríguez).
Pequeñas figuras de animales con forma de mono y jaguar fueron halladas en uno de los montículos que pudo ser un conjunto funerario (foto Laura Rodríguez).
Posterior a las excavaciones, los estudiantes del curso Práctica de Arqueología procesan el material cerámico y lítico (piedra) que se halló en el sitio. Por primera vez realizan sus labores en el nuevo edificio de la Facultad de Ciencias Sociales (foto Anel Kenjekeeva).
Fragmentos cerámicos como este tipo de soportes de vasijas permiten a los antropólogos obtener información sobre el origen de los materiales, así como la temporalidad y funcionalidad del sitio arqueológico (foto Anel Kenjekeeva).