Skip to main content

Etiqueta: Asambleas Provinciales

Los procesos electorales para cada partido y candidato no son simples, son complejos

Vladimir de la Cruz

En Estados Unidos, en la lucha electoral y los procesos electorales, juegan dos escenarios, el de la elección popular, orientado a sacar la mayor cantidad de votos posibles, y el de ganar los miembros del Colegio Electoral, que tiene que ver con quien gana la mayoría de los votos en cada Estado, de los 50 Estados que conforman la Unión Americana. No necesariamente el que tiene más votos nacionales gana si no tiene la mayoría de los miembros del Colegio Electoral, como sucedió con Al Gore contra Bush y con Hillary Clinton contra Trump. Por ello el esfuerzo de Donald Trump de eliminar, anular y cuestionar votos de Estados donde había perdido mayoritariamente que le daban más miembros del Colegio Electoral a Joe Biden.

En esos Estados hay diferencias de población, unos tienen más que otros, y eso les posibilita más miembros del Colegio Electoral a quienes los ganen electoralmente.

Es un sistema electoral perverso, pero es el que gobierna la forma de elegir en Estados Unidos, porque en la práctica hay 50 elecciones diferentes, que tienen también sistemas diferentes de conteo de votos y de porcentuales para definir ganador. En Estados Unidos ni siquiera hay un Tribunal o Consejo Electoral Nacional que tenga a cargo todo el sistema de votación, desde que arranca hasta que termina, y sea éste el que declare sobre los resultados al ganador. Aquí el asunto puede llevarse hasta la Corte Suprema de los Estados y de la Corte Suprema de los Estados Unidos, la Corte Federal.

En nuestros países, por el sistema presidencialista que tenemos, se resuelva más fácilmente el resultado electoral. El que tiene la mayoría nacional gana. Solo que esa mayoría nacional tiene distintos porcentajes para ganarse. En unos países se exige más del 50% de la votación y en otros, como en Costa Rica, más del 40%. Si ese resultado no se obtiene, entonces, pasan a una segunda vuelta electoral, aquellos dos partidos políticos, o candidatos, que hayan sacado más votos o los porcentajes más altos de votación, sean menores al 40% o al 50% de los votos que se exigen para declarar ganador.

En todos los países la segunda vuelta se gana con la simple mayoría, y es natural que así sea, porque de lo contrario se podría entrar en una espiral votaciones de nunca acabar.

Este sistema electoral gringo se me parece mucho a la situación que se presenta al interior de los partidos políticos nuestros, y el papel que en ellos tienen sus líderes, especialmente, los que aspiran a ganar puestos electorales, tal como ahora existen las tendencias para que los puestos electorales los elijan las Asambleas Provinciales, en el caso de los puestos a candidatos a Diputados, y a Presidente cuando son de designación de la Asamblea Nacional del Partido. En el caso de los candidatos que se definen por elecciones internas, por mecanismo de convenciones abiertas o cerradas, el que impone el triunfo es quien gana la convención, que queda solamente para ser ratificado su resultado por la Asamblea Nacional, como se establece en la legislación nacional.

Veamos la situación en el país. Partidos políticos como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y Acción Ciudadana, resuelven sus candidaturas presidenciales con Convenciones abiertas o cerradas. Ahí lo que tenemos es número de candidatos que estén dispuestos a mantenerse como candidatos aun cuando les exigen, partidariamente, cifras elevadas de inscripción, justificadas en los gastos que exige la Convención y los preparatorios de la campaña electoral.

Pero, en materia de diputados lo que se evidencia es una lucha a muerte por encabezar los primeros puestos que son los posibles elegibles para todos los partidos. Y aquí viene lo interesante, lo que se me asemeja al Consejo Electoral gringo en los partidos políticos costarricenses.

La elección que se viene haciendo, a propuesta de las Asambleas Provinciales de cada partido, implica hacer siete asambleas provinciales, a razón de una por cada Provincia. Allí se definen las candidaturas. Quien haga las primeras impone sus candidatos. No vaya a suceder como en la última campaña electoral que la Unidad Social Cristiana dejó de último lugar la Asamblea de San José, cuando ya tenían las seis provincias resueltas, y tenían por Ley que respetar la alternabilidad horizontal de que al menos en tres provincias encabezaran la lista de diputados mujeres. San José se definió por una candidatura masculina y el Tribunal Supremo de Elecciones les obligó a invertir el orden de candidatos para asegurar ese orden legal.

Actualmente el partido Unidad Social Cristiana quiere imponer con una disposición de la Asamblea Nacional cuáles provincias irán encabezadas por mujeres y cuales por hombres. Si esto lo acuerdan ya, antes que se realicen las asambleas provinciales, pueden imponerlo. Pero, si las Asambleas Provinciales empiezan a ser convocadas por sus propios miembros para decidir esas candidaturas la Asamblea Nacional no puede hacer nada.

Los aspirantes a candidatos a diputados, mujeres u hombres, de la Unidad Social Cristiana, para el 2022, ya deberían estarse moviendo en la convocatoria de esas Asambleas con la intención de ir definiendo y declarando sus candidatos provinciales.

¿Cómo ganar una Asamblea Provincial? No es fácil. Hay que ganar primero, al menos, la mayoría de Asambleas Cantonales, que son las que nombran, cada una, los cinco delegados de representación ante la provincial, porque de esa manera se tiene la mayoría de votos, sin importar que tan grande y qué tan populoso sea un cantón, y por ello sin importar el número de distritos de cada cantón. Lo que hay que asegurar es que los cinco delegados que se nombran por cantón apoyen a un candidato, que se mueve en esa dirección de obtener su apoyo.

Veamos algunos ejemplos. San José tiene 20 cantones, Alajuela 16, Cartago 8, Heredia 10, Guanacaste 11, Puntarenas 11 y Limón 6. Así el candidato que tenga ganados 11 cantones de San José, 9 de Alajuela, 5 de Cartago, 6 de Heredia, 6 de Puntarenas y 4 de Limón se impone como el que controla la mayoría de los delegados de cada Provincia, y de hecho controla la Asamblea Nacional cuando no tiene otros componentes sociales que la integren.

Dentro de esta lógica, entonces hay que actuar con bisturí político. ¿Cuáles cantones interesa ganar o ejercer control sobre sus delegados cantonales a la Asamblea Nacional? Aquellos en los cuales sea más fácil ejercer ese control. Esos son aquellos cantones que tienen menos distritos administrativos, que teóricamente se representan en esas Asambleas Cantonales con cinco delegados por distrito.

En Costa Rica hay siete Provincias, 82 Cantones y 488 Distritos. Estos Distritos se distribuyen así, por Provincia: 123 San José, 116 Alajuela, 51 Cartago, 47 Heredia, 61 Guanacaste, 60 Puntarenas y 30 Limón. A la vez este número de Distritos se distribuye muy desigualmente en cada Cantón y Provincia, tanto en tamaño geográfico, población y distancia para visitarlos e ir a hacer el trabajo político.

Así por ejemplo, en la Provincia de San José, el Cantón Central de San José tiene 11 Distritos, Escazú tiene 3, Desamparados 13, Puriscal 9, Tarrazú 3, Aserrí 6, Mora 7, Guadalupe 7, Santa Ana 6, Alajuelita 5, Vázquez de Coronado 4, Acosta 5, Tibás 5, Moravia 3, Montes de Oca, 4, Turrubares 5, Dota 3, Curridabat 4, Pérez Zeledón 12 y León Cortés 5.

De esta manera, en esta Provincia, con 20 cantones, el que domine con la totalidad de sus delegados a la Asamblea Provincial, los 12 cantones con 5 o menos Distritos de hecho domina la Asamblea Provincial. Hay cantones muy difíciles de hacer en su Asamblea Cantonal por la lejanía de sus distritos, como es el de Pérez Zeledón. Así se trabaja, en análisis de la situación, con cada Provincia, Cantón y Distrito por quienes están interesados en ser electos, en cargos elegibles o posibles de ser electos por cada partido político.

Así es como debe estar funcionando la arquitectura y la ingeniería del mapa electoral interno, del diseño de la campaña, en su táctica y estrategia, y la lógica de cada candidato que quiera ocupar el primer puesto de diputado por cada uno de estos partidos en estos días que vienen. Aun así no es simple. Es un proceso complejo que obliga a que los candidatos realicen visitas a todos los distritos, a todos los cantones, y a todas las provincias, amarrar sus simpatizantes, leales y dispuestos a trabajar por ellos. Asegurar, sobre todas las cosas que los delegados asistan a la Asamblea Cantonal y la Provincial, incluso asegurándoles viáticos de transporte y hasta de hotel si es necesario.

Entonces, la clave es tener la mayoría de delegados de los distritos de cada cantón bajo control de sus delegados, y la mayoría de los delegados cantonales a la asamblea provincial respectiva. Con esto hasta candidato presidencia puede imponerse.

Cuando veo tantos candidatos a diputados, muy sentaditos en San José, me parece que algunos están jugando a la gallinita ciega, o a darle a la piñata. Ni qué decir de la cantidad de candidatos a Presidente de la República, que tienen que estar en todo el escenario, aquí y ahora, no a la distancia ni en la lejanía. En política la gente, las personas, y los miembros de los partidos se van definiendo y adquiriendo compromisos, lealtades e identificación con aquellas personas, candidatos, que les visitan, que los atienden, que les hablan directamente, que los abrazan y apapachan, y les producen confianza. Así es la política, por más redes sociales y mecanismo virtuales que haya y se usen, así como por las encuestas que se produzcan, para cada instante que se evalúe. En esta materia hay que recordar que una encuesta mata a otra encuesta.

En materia de candidaturas a diputados cualquier persona puede serlo por cualquier Provincia, aunque no viva en ella, porque los diputados son electos “por la Nación”, en representación de todo el electorado del país.

En materia de candidaturas a la Presidencia cualquiera también puede serlo. Tan solo se necesita que tenga 30 años cumplidos. Ni siquiera se exige un examen de comprensión de lectura, ni de escritura, ni de entendimiento de lo que se lee, ni examen de capacidad de memoria…

Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana ante el arranque de las elecciones

Vladimir de la Cruz

Los partidos Unidad Social Cristiana y Liberación Nacional han tomado la iniciativa de la carrera electoral. El primero con su convocatoria a la Asamblea Nacional para tratar de definir la forma cómo han de escoger sus candidatos, principalmente diputadiles, si por decisión de las Asambleas Provinciales, como lo han venido haciendo o si por la Asamblea Nacional, o en convención. Además, para tratar de definir una estrategia ante una eventual coalición. Al menos en este sentido la Asamblea deberá autorizar al Comité Político, o a su Comité Ejecutivo, para que indague lo que corresponda y realice las reuniones pertinentes. Este camino tiene dificultades por el interés de un diputado, de Pedro Muñoz, de ser el candidato oficial de ese Partido, lo que es ponerle trabas a la eventual coalición. Si de eso se tratara, a mi parecer, el mejor candidato, de los que suenan hoy, para esa posible coalición podría ser Mario Redondo, ex diputado, ex Presidente de la Asamblea Legislativa y actual Alcalde de Cartago, donde está realizando una buena labor.

Suenan en la Unidad Social Cristiana otros dos precandidatos, a mi modo de ver más débiles que Pedro Muñoz. No sé porque aún no se ha hecho público que la Unidad Social Cristiana exija de inscripción de candidaturas, como ha hecho Liberación Nacional, un monto, para asegurar cualquier proceso interno que tengan que realizar para resolver esta candidatura oficial.

Al contrario, en Liberación Nacional hay muchos precandidatos, lo que es bastante normal en este partido. Algunos son distractores de los principales. Otros lo son porque lanzando su nombre se ubican en posiciones de esperar posibles nombramientos en posiciones de elección de las papeletas de diputados, o en puestos de ministros o de juntas directivas de las instituciones del Estado, en caso de que llegaren a ganar las elecciones del 2022. Cínica y desvergonzadamente participan de esa manera sabiendo que es una forma de medir y asentar cuotas de poder interno, lo que al final tienen que alinear con el candidato que en Liberación Nacional gane la Convención que ya está convocada.

Su papel real en esta disputa se verá cuando tengan que pagar la cuota de participación de 25 millones de colones. Por ahora lo que hay a la vista es parte del elenco de viejos liberacionistas, de viejos militantes. Todos ellos tienen más de 25 años de militancia y pertenencia a ese partido, algunos tienen más años.

Allí, ni en la Unidad Social Cristiana, hay caras nuevas, aunque haya precandidatos nuevos. Eso no es malo para el PLN, ni para el PUSC, porque apunta a la experiencia partidaria que es importante, al compromiso político con esos partidos o con sus idearios programáticos. En el caso de Liberación Nacional la mayoría apuesta a la experiencia política de haber desempeñado puestos públicos y de elección popular.

Esa cantidad de precandidatos, en el caso de Liberación Nacional le da un aire de partido democrático, por el número de aspirantes a la candidatura, pero también demuestra la falta de los grandes líderes que carece, que desde hace mucho tiempo no tiene, y de la debilidad orgánica que padece. Esta falta de liderazgo nacional, político, de peso, es más fuerte aún en la Unidad Social Cristiana.

La cantidad de precandidatos, en Liberación Nacional, muestra la ausencia y carencia de una Dirección Política Nacional que antes sí tenía Liberación Nacional, igual que el PUSC que la tenía, y ahora ni se siente, y refleja el archipiélago de grupos que hoy conforma a Liberación Nacional, así como la orfandad que muestra la Unidad Social Cristiana que busca desesperadamente la posibilidad de una coalición, casi como la única alternativa de su mejor participación, lo que se ha acentuado con las presencias provincialistas y cantonalistas, en ambos partidos, que han ido acaparando sus espacios políticos internos matando a esos Partidos. Lo cierto es que en el caso de Liberación Nacional la totalidad de precandidatos no llegará a la Convención.

Liberación Nacional hace mucho tiempo perdió sus grandes líderes partidarios. Igual le sucedió a la Unidad Social Cristiana. Su mejor líder nacional, de las últimas dos campañas, Rodolfo Piza, ni se le oye respirar como posible precandidato presidencial, más se oye su nombre para encabezar la Provincia de San José como diputado.

Como partidos ninguno de los dos se siente, no tienen presencia nacional, no participan de la discusión de los grandes temas nacionales. Sus Comités Políticos Nacionales han sido relegados, desde hace mucho, por las Fracciones legislativas Parlamentarias, como ha sucedido con casi todos los partidos que tienen diputados., que es como si la cola de perro moviera al perro y no su cabeza. Son partidos descabezados, para no decir descerebrados.

Los miembros de los Comités Políticos, de estos partidos, son bastante ignorados, desconocidos. El caso más patético es de Liberación Nacional, que, como partido político, borró su Historia política, su peso e importancia en la Historia Nacional. Lo más importante, es que borró su aporte al desarrollo del Estado Social de Derecho, renunció a esa Historia, renunció a las clases medias que siempre representó, así como a otros sectores sociales que organizaba.

Cuando los nuevos aspirantes a puestos de elección popular, dentro de Liberación Nacional, especialmente, a partir de las elecciones del 2010, empezaron a “matar” la imagen y la memoria de sus grandes dirigentes y Expresidentes de la República, como líderes naturales de ese Partido se pegaron ellos mismos un tiro, se auto inmolaron.

Los partidos políticos como tales deben tener líderes con los cuales la gente y los miembros de esos partidos se identifiquen, se enamoren, confíen en ellos y depositen sus sueños y esperanzas en ellos. Hoy Liberación y la Unidad Social Cristiana, como partidos no los tienen. En el caso de la Unidad Social Cristiana como un Quijote ha salido, en esta dirección, con buen tino, dando orientaciones políticas nacionales y partidarias del qué hacer, el ex Presidente Miguel Ángel Rodríguez, quien es quizá la figura más destacada, importante, clara y emblemática, sin que esté aspirando a nada político electoral, más que su partido tenga un papel decoroso en el escenario nacional, y en el plano interno hoy de este partido.

Muchos de los candidatos presidenciales últimos han sido de “ocasión”, ad hoc, para la campaña. Algunos actuando como floreros de mesa, como centros de mesa y hasta como los muertos de la vela.

Hoy se necesitan candidatos que produzcan visión de futuro, confianza de estadistas, líderes que alrededor suyo unifiquen fuertemente al Partido, a sus bases, a sus electores, a sus diversos grupos. Dentro de lo que se exhibe de precandidatos hay quienes pueden dar esta sensación.

Si como resultado de las Convenciones de los partidos se impone un candidato sin unificar al resto, Liberación y la Unidad Social Cristiana pueden cantar “viajera”. Más Liberación Nacional que sortearía una tercera derrota electoral continua.

La Historia electoral del país ha mostrado desde 1953 que un mismo Partido político solo dos veces gobierna consecutivamente. Así ha sido con Liberación Nacional, con la Unidad Social Cristiana y ahora con Acción Ciudadana. El pueblo electoral no ha dado confianza, hasta hoy, de tres gobiernos seguidos para estos partidos políticos. Esto vale para Acción Ciudadana mientras no se produzcan las elecciones del 2022, que es su prueba, de posibilitad de reelección consecutiva.

La Historia electoral ha mostrado la fortaleza de los partidos que han gobernado y pierden gobierno y lo vuelven a recuperar, lo que ha sucedido especialmente para Liberación Nacional, más que para la Unidad Social Cristiana.

Lo que no se ha dado en el país es que Liberación Nacional pierda tres campañas electorales seguidas. Ese es su gran reto. Si eso sucede empezará a debilitarse de tal forma que llegará a ser un partido que no definirá procesos electorales, como le ha sucedido a la Unidad Social Cristiana, y reduzca su tamaño, sus electores, sus áreas de influencia, pierda su rastro histórico, y desaparezca como la gran fuerza política y electoral que fue.

Que no existan nuevos personajes políticos en el interior de Liberación Nacional no es un problema de renovación política de dirigentes para un Partido que tiene casi 70 años de existencia. Este año los cumple. La renovación de Liberación Nacional solo puede descansar si de nuevo levantan banderas de carácter social, defienden las clases medias y populares, rescatan los niveles de vida, de salarios, de pensiones, y de poder adquisitivo de las grandes mayorías. Lo que ya se ha hecho, en el campo económico, para los grandes ricos, con el apoyo de Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana es más que suficiente. Ahora urge gobernar, con acciones eficaces y reales, para las grandes mayorías, urge una política progresista social. ¿Están los precandidatos de Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana con esta agenda? ¿Están en capacidad de impulsar una agenda progresista social? Ese es su dilema como partidos y el de sus precandidatos.

En el caso de la Unidad Social Cristiana han renunciado a las banderas de la Reforma Social y del Gobierno del Gran Reformador Social de Costa Rica, el Dr. Calderón Guardia que no temió aliarse a los comunistas en 1943, en medio de la crisis nacional que tenía el país. Los actuales socialcristianos que impulsan la coalición de “centro derecha”, para el 2022, si vivieran aquellos años probablemente se hubieran aliado emocionalmente a Hitler, a Mussolini y a los dictadores que imperaban en la América y en Centroamérica. No lo hacen a Trump porque en este m omento no significa nada político para ellos, en el escenario nacional norteamericano ni internacional.

Esto es lo que vamos viendo en este arranque de año hacia los procesos internos electorales de los grandes partidos políticos del país.