Ir al contenido principal

Etiqueta: BRICS

El camarada Trump: gran gestor de la unidad latinoamericana

Miguel Sobrado

Hace 4 años fundé, con algunos amigos latinoamericanos, el canal Prisma Latinoamerica procurando recuperar los ideales de autonomía, soberanía y cooperación y unidad latinoamericana herencia del siglo pasado, fue una quijotada, como me dijo un amigo, de la cual no me arrepiento. Pueden verse los productos en YouTube y en la página propia www.prismalat.com , pero, aunque difundimos los videos en México, Colombia y tradujimos al portugués algunas publicaciones no tuvimos más que algunos miles de likes. Agotamos en este esfuerzo nuestros escasos recursos frente a una gran indiferencia de masas desesperadas interesadas ante todo en migrar hacia el sueño americano. Hemos sobrevivido por tenacidad y convicción de lo justo de nuestras metas mientras la realidad mundial da vuelcos inesperados.

Nuestro planteamiento retoma la historia de subordinación a la potencia del norte y la forma en que eso ha condicionado nuestra historia. Y la oportunidad que los cambios geopolíticos que se están dando en el planeta, abren para para nuestra región. En el sentido que la doctrina de Monroe “América para los norteamericanos” propiciando golpes de estado sanciones e invasiones, no podría mantenerse en las nuevas condiciones sin generar desequilibrios en la seguridad continental. Esperábamos que las nuevas condiciones promovieran una revisión de la política de EEUU hacia América Latina haciéndola, por su propia seguridad, más dialógica ante las demandas de soberanía y unidad de los gobiernos de la región.

Sabíamos que esto no sería fácil por la inercia mental neocolonial y los intereses económicos en juego, pero éramos conscientes de que los cambios, a pesar de las turbulencias encontrarían condiciones por el clima multipolar para darse. Era un planteamiento de reivindicación de la necesidad de autonomía latinoamericana que podría ser de interés continental si encontraba eco en los EEUU. Cosa difícil por la visión discriminatoria prevaleciente tanto en el partido demócrata donde era suavizada con las reivindicaciones “woke”, pero que, en su práctica, prevalecía la subordinación no siempre suave a las políticas de sanciones. Aunque sabíamos que los republicanos por su visión ideológica racista y hegemónica no considerarían con facilidad este cambio, no teníamos una idea de que el presidente Trump una vez instalado en el gobierno, actuaría como emperador del mundo. Reclamando de entrada a Groenlandia y el canal de Panamá al mismo tiempo que iniciara una persecución feroz de los migrantes latinos con redadas callejeras y deportaciones masivas, encadenados como si fueran delincuentes, que cambiaría el panorama, tanto internamente creando miedo y terror entre los migrantes, como movilizando en acciones de repulsa y de solidaridad a los gobiernos del continente.

En pocos meses con sus acciones violentas y cargadas de prejuicio, cambio en gran medida el panorama político entre parte de la comunidad latina asentada en los Estados Unidos, que habían incluso contribuido a su triunfo electoral.

Se hizo evidente que no bastaba hablar inglés para ser aceptado en ese país, que su acento, nombre, apellido y color de piel lo delataban y devaluaban frente a la persecución desatada por el prejuicio y racismo. El ser un buen “pocho” no era suficiente. De tal forma se vieron estimulados a organizarse y salir a protestar en las calles de varios estados de la Unión.

En los estados y gobiernos latinoamericanos, fuera de Argentina que aplaude todo lo que Trump y Netanyahu hacen, la reacción ha sido primero de incredulidad, pero posteriormente de integración alrededor de la CELAC y de aproximación al bloque de los BRICS.

De tal forma que la unidad alrededor de los intereses de soberanía y cultura, que nosotros promovimos con humildad con nuestros recursos escasos, pero sin eco significativo hace cuatro años se ha logrado en pocos meses con el realismo brutal del presidente Trump, que arrojó por la borda los trapos que cubrían púdicamente el racismo latente en los anglosajones. El golpe arancelario a Brasil del 50% que se inicia el 01 de agosto, el mayor de todo el mundo, para tratar de doblegar a nuestros países y golpear lo que considera la ficha más débil de los BRICS, interfiriendo en las resoluciones de la justicia brasileña, ha colmado el vaso y activado el gigante dormido.

Para no hablar de la subida de aranceles del 10 al 15% a Costa Rica después de haber rechazado nuestro gobierno la tecnología de china. Se reafirma el dicho que el diablo le paga a sus servidores llevándoselos al infierno.

Muchas gracias presidente Trump por despertar nuestra América y sacarla del letargo y la impotencia, tal vez ahora entendamos que no tenemos por qué correr miles de kilómetros detrás de sueños quiméricos, que nuestros países son ricos y que salirnos de la órbita neocolonial y abrirnos al mundo multipolar naciente.

La búsqueda de nuevos mercados y alianzas por parte de los gobiernos latinoamericanos ayudará también a reorientar, por razones de seguridad y economía, la política norteamericana hacia el mundo y la región.

Compartido con SURCOS por el autor y publicado también en redes y en La Nación.

BRICS: bloqueo, ya no más

Martín Rodríguez Espinoza

La entrega del primer lote de vehículos todoterreno UAZ ensamblados en la fábrica en Cuba no es solo una simple noticia industrial, comercial, es un símbolo de lo que Cuba puede lograr cuando se abren puertas a la cooperación y al desarrollo soberano.

A pesar del criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos, Cuba demuestra que tiene la capacidad técnica, humana y estratégica para impulsar su industria, generar empleo y fortalecer su economía.

Solo podemos imaginarnos lo que podría lograr la Revolución Cubana si pudiera comerciar libremente con el mundo, si no se le impidiera acceder a tecnología, créditos, insumos y mercados. Con su altísimo nivel de educación, su capacidad organizativa y su potencial científico-técnico, Cuba podría ser un ejemplo aún más potente de desarrollo digno, justo y soberano de los pueblos del mundo.

Por eso es que EEUU le tiene tanto miedo a Cuba, a su pueblo, a su Revolución, por el gran ejemplo que da desde 1959 y el que puede seguir dando con libertad e independencia, sin criminales bloqueos, a eso le tienen miedo EEUU y los serviles criminales gobernantes de la corrupta derecha latinoamericana y mundial, incluida la de Costa Rica.

El ensamblaje de vehículos con tecnología rusa es una muestra de las alianzas que el bloqueo no ha logrado impedir, de la fuerza e importancia de los BRICS.

Hay que seguir exigiendo el fin de esa política inhumana y criminal de bloqueos comerciales, económicos y financieros.

¡Cuba tiene derecho a vivir y desarrollarse en paz, sin sanciones, sin bloqueos, sin amenazas!

27 de julio de 2025

BRICS avanza hacia un nuevo orden mundial más justo

Martín Rodríguez Espinoza

Continuamos con el tema de BRICS, a un avance que realicé hace unos días. Hoy, con el agregado de que Donald Trump y su verborrea, típica de los neoliberales prepotentes y soberbios, dando por muerto a un bloque que, al contrario de su deseo, se fortalece con nuevos países miembros, que aumenta no solo en cantidad de países miembros, si no en lo que económicamente representan, más del 50% de la economía mundial, lo que contradice lo vociferado por Trump.

El fortalecimiento del mecanismo BRICS y su expansión hacia una mayor representatividad global marcan un hito esperanzador para el Sur Global y para el conjunto de la humanidad. Nos encontramos ante una transformación profunda del sistema internacional, donde la cooperación sur-sur, basada en el respeto mutuo, la soberanía y la equidad, comienza a ocupar un lugar protagónico frente a décadas de dominación del imperialismo, el capitalismo y sus instituciones excluyentes.

La reciente incorporación de Indonesia al BRICS, y la creciente articulación de economías emergentes en torno a una agenda común de desarrollo inclusivo, simbolizan el viraje de una lógica de subordinación a una de emancipación y construcción alternativa. El BRICS no es solo una suma de grandes economías del Sur; es, cada vez más, un proyecto geopolítico, económico y civilizatorio que impulsa el progreso compartido y promueve un nuevo multilateralismo más representativo y justo.

En un mundo atravesado por la desigualdad, los conflictos y el unilateralismo, el BRICS aparece como una plataforma de equilibrio, en la que las prioridades de los pueblos, como la inversión en infraestructura, la transferencia tecnológica, la seguridad alimentaria, se colocan en el centro del debate. A diferencia de los modelos de desarrollo impuestos por los organismos financieros tradicionales, el BRICS ofrece una alternativa basada en la cooperación, el diálogo en pie de igualdad y la búsqueda de soluciones comunes a problemas globales.

Lo que hoy se vislumbra es la reconfiguración del mapa del poder mundial, donde ya no son unos pocos quienes dictan las reglas (EEUU y Europa), sino que emergen con fuerza nuevas voces, nuevas alianzas y nuevas visiones de futuro. Que los BRICS representen ya más del 50% del crecimiento económico global y alrededor del 30% del PIB mundial es una señal del desplazamiento estructural en curso. Pero más allá de las cifras, lo esencial es el mensaje político y ético, uno que la humanidad ha soñado por décadas, otro mundo no solo es necesario, sino que empieza a ser posible.

El compromiso de los BRICS con el verdadero multilateralismo, con el fortalecimiento del sistema de Naciones Unidas, abre una ventana a una gobernanza internacional más justa, donde las necesidades de los pueblos no sean postergadas por intereses corporativos o hegemónicos.

Desde esta perspectiva, el avance del BRICS no debe ser visto solo como una estrategia geopolítica, sino como un impulso histórico que puede inaugurar una nueva era de cooperación internacional solidaria. Para los pueblos, y para la humanidad en su conjunto, este es un paso en la dirección correcta, hacia un mundo más equitativo, más plural y más comprometido con el bienestar colectivo.

Contrario a la forma de actual de los EEUU, no es un sometimiento a la voluntad del «amo» imperialista, de hacer lo que ordene, o temer a criminales sanciones económicas, comerciales y financieras.

El desafío ahora es profundizar esa vía, garantizar que los avances lleguen a las bases sociales y que los principios de inclusión y soberanía se mantengan firmes. En medio de tantas crisis globales, el BRICS representa una semilla de esperanza, un camino alternativo al dominio unilateral y una oportunidad para reimaginar el futuro desde el Sur, con dignidad, con justicia y con humanidad.

La incorporación de Cuba al BRICS, con estatus de país socio desde enero de 2025 junto a Bolivia y otros, representa un paso estratégico de gran importancia. No solo fortalece la representatividad del Sur Global, sino que también ofrece una vía crucial para que Cuba supere décadas de bloqueo económico, rompiendo con el dominio del dólar y accediendo a vías de financiación e inversión verdaderamente equitativas.

Este ingreso habilita a la isla a integrarse en proyectos multilaterales reales, desde infraestructura hasta energía renovable y tecnología, asociándose con potencias como China, Rusia y Brasil en condiciones de igualdad. En promedio, BRICS ya canaliza esfuerzos hacia el desarrollo del Sur Global, y con Cuba de la mano, amplifica su impacto en la integración regional del Caribe y América Latina.

Para Cuba, podríamos pensar, significa diversificar su economía más allá del turismo y la agricultura, abriendo paso a cooperación en minería de minerales críticos, biotecnología y salud pública, sectores en los que es potencia. Además, puede posicionarse como «puente» entre América Latina y Eurasia, tal como lo promueve la diplomacia rusa, favoreciendo mayor conectividad comercial y cultural.

En un mundo cada vez más fragmentado, la voz de Cuba en el BRICS enriquece aún más la narrativa multilateral. Su adhesión refuerza la apuesta por un sistema global más justo y con herramientas alternativas de cooperación, donde las sanciones y bloqueos no determinen el destino de los pueblos. Este avance envía un mensaje claro, el Sur Global no solo habla, sino que actúa, propone y construye desde su propia historia, prioridades e intereses comunes.

Este movimiento debería celebrarse como una señal de esperanza tangible, un bloque reforzado por la inclusión de Cuba, que aspira a consolidar una gobernanza global más plural, democrática y solidaria.

¿Dónde está Chile? BRICS, Brasil y la estrategia fallida de Boric

Por Félix Madariaga

Mientras se desarrolla una nueva cumbre de los Países BRICS — el bloque formado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, junto a nuevos miembros como Egipto, Irán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos —asistimos a un cambio geopolítico de gran envergadura: el mundo ya no gira exclusivamente en torno al eje Washington-Bruselas y América Latina vuelve a tener voz propia, esta vez con el protagonismo de Brasil y de su presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha insistido en la necesidad de construir un orden multipolar, menos dependiente del dólar y más justo para los países del Sur Global.

En este contexto, la pregunta obvia que muchos nos hacemos es: ¿dónde está Chile?, ¿cuál será su posición?

Una oportunidad perdida

En tanto muchos países latinoamericanos se acercan o, al menos, observan con interés el desarrollo del bloque BRICS+, Chile se mantiene tímidamente al margen. No hay señales claras de interés o acercamiento, ningún gesto hacia esta nueva arquitectura económica alternativa. Al contrario, la política exterior del gobierno de Gabriel Boric ha dado muestras de una incomodidad abierta con ciertos actores del BRICS, particularmente con Rusia, pero también con China – nuestro principal socio comercial, con un intercambio superior a los 65.000 millones de dólares anuales.

Esta distancia no es neutra ni accidental. El propio presidente Boric ha insistido, en más de una ocasión, en condenar sin matices la política exterior de la Federación Rusa, alineándose con el discurso de la OTAN y de los países del G7. En foros multilaterales, ha optado por repetir la narrativa occidental sin aportar una mirada crítica o latinoamericana al conflicto. Esta posición lo ha ido distanciando no solo de Rusia, sino también de aliados como Lula, quien ha permanentemente abogado por una salida negociada a la guerra en Ucrania, sin dobles estándares.

El discurso de Trump y el bloque anti-BRICS

En paralelo, voces como las de Donald Trump —y sectores conservadores de EE.UU.— insisten en atacar al BRICS como una amenaza directa al dominio económico norteamericano. Temen que la desdolarización y el fortalecimiento del comercio en monedas locales reduzcan la influencia de Washington. En esa lógica, cualquier acercamiento latinoamericano a los BRICS es visto como traición o peligro, y no muchos se atreverían a hacer enojar al gran hermano del norte.

Chile, al no tomar una postura clara y soberana, termina orbitando en torno a ese discurso anti-BRICS. Una estrategia miope que no solo aleja al país de nuevas oportunidades de inversión e intercambio comercial, sino que también reduce su margen de autonomía política.

¿Por qué para Chile es importante el BRICS?

El bloque BRICS representa más del 40% de la población mundial y un porcentaje creciente del PIB global. En un escenario internacional donde los países del Sur buscan mayor soberanía energética, alimentaria y tecnológica, el BRICS se consolida como una plataforma de colaboración Sur-Sur con enormes beneficios.

Algunos datos duros para entender su importancia: en 2024, los países BRICS superaron por primera vez al G7 en participación del PIB global en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA): 32.1% frente al 29.9% del G7, según datos del FMI; China representa el 18.6% del PIB global (PPA), seguida por India (7.4%) y Brasil (2.3%). Estos tres países, junto con Rusia y Sudáfrica, lideran el crecimiento económico del Sur Global y en términos de comercio, los BRICS controlan más del 30% de las exportaciones de productos agrícolas, más del 40% del petróleo mundial (con la incorporación de nuevos miembros) y gran parte de los minerales estratégicos como el litio, cobre, coltán y tierras raras.

Brasil y Lula: liderazgo desde el Sur

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha devuelto a Brasil su peso diplomático y económico global. Bajo su liderazgo, el país ha promovido el fortalecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) —el “banco de los BRICS”— que ya ha financiado proyectos por más de 32.000 millones de dólares en infraestructura, energía y tecnología en países del Sur. Brasil también ha impulsado el comercio en monedas locales (particularmente yuan, rupia y real) como medida para reducir la dependencia del dólar, un paso clave para blindar a las economías emergentes frente a crisis externas y sanciones unilaterales.

¿Por qué Chile no forma parte de ese esfuerzo? ¿Por qué seguimos atados a los dictados del Departamento de Estado norteamericano mientras el mundo avanza hacia una reconfiguración multipolar? Aliarse con los BRICS no significa romper con Occidente, sí implica diversificar las alianzas estratégicas, pensar desde América Latina, desde nuestras necesidades y nuestras prioridades.

Conclusión

La política exterior de Gabriel Boric muestra una profunda contradicción: se proclama progresista, pero actúa subordinada a los intereses de la potencia hegemónica, adoptando una postura rígida y hostil hacia la Federación Rusa, incluso en foros donde la mayoría de los países latinoamericanos apuestan por la neutralidad y el diálogo. Mientras tanto, Lula, desde Brasil, lidera una visión alternativa para América Latina y el mundo. Chile no puede seguir perdiendo el tren de la historia. Aliarse con los BRICS es apostar por la soberanía, el desarrollo autónomo y la dignidad regional. La pregunta ya no es si debemos unirnos, sino cuándo despertaremos, esperando que ese tren no se haya alejado definitivamente para nosotros.

Fuentes:

https://prensa.presidencia.cl/comunicado.aspx?id=301015

https://radio.uchile.cl/2025/06/20/chile-los-brics-y-la-autonomia-estrategica/

https://www.infobae.com/america/america-latina/2025/07/07/la-oportunidad-de-lula-da-silva-en-la-cumbre-de-los-brics-naufrago-entre-criticas-externas-y-disenso-interno/

https://www.dw.com/es/arranca-la-cumbre-de-los-brics-en-brasil/a-73177492

https://www.france24.com/es/programas/econom%C3%ADa/20250708-economia-trump-aranceles-brics-tension

https://www1.folha.uol.com.br/internacional/es/mundo/2025/07/gobierno-de-lula-considera-que-amenazas-de-trump-refuerzan-posicion-del-brics-contra-tarifas.shtml

Lula: reconstruyendo la voz de Latinoamérica

Por Félix Madariaga
Periodista

En los últimos meses, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha adoptado un discurso cada vez más distante de Estados Unidos, particularmente como respuesta a los aranceles impuestos por la administración de Donald Trump. Frente al anuncio de aranceles universales de entre un 10% y 20% (incluyendo un 10% adicional para Brasil), Lula declaró: “Responderemos a todo intento de imponer un proteccionismo que no cabe más en este mundo” y anunció que Brasil adoptará “todas las medidas posibles” en defensa de sus trabajadores y empresas.

Posteriormente, durante la Cumbre de la CELAC en Tegucigalpa (abril 2025), Lula instó a los países de América Latina y el Caribe a unirse “para enfrentar aranceles arbitrarios” y recuperar el espíritu de integración regional a través de un mecanismo común. También subrayó que Brasil buscará negociar primero con el objetivo de priorizar el diálogo, pero reiteró que respondería con reciprocidad si no se alcanzaban acuerdos, esperamos justos y ecuánimes.

Apoyos regionales y marco institucional

En Tegucigalpa, líderes como la presidenta de México Claudia Sheinbaum y el presidente de Colombia Gustavo Petro, respaldaron públicamente la propuesta de Lula. De hecho, Sheinbaum propuso una “Cumbre por el Bienestar Económico Regional” y llamó a reforzar el comercio intrarregional. Todos coincidieron en la urgencia de fortalecer la integración como respuesta estratégica al proteccionismo global y a las decisiones unilaterales de Estados Unidos que podrían desestabilizar la economía y la política internacional.

Además, Lula presentó la idea de colaborar en una candidatura conjunta latinoamericana para la Secretaría General de la ONU, usando la diplomacia multilateral como palanca para elevar la influencia regional conjunta.

La agenda BRICS: invitación a Chile

En paralelo, Lula extendió también una invitación directa al presidente de Chile Gabriel Boric para participar en la próxima cumbre BRICS+, que se celebrará en Brasil el 6 y 7 de julio de 2025. Este llamado viene acompañado de la intención de que Chile, bajo el liderazgo de Boric, se incorpore oficialmente al bloque, lo que implicaría un desafío a la hegemonía norteamericana.

Los BRICS están compuestos actualmente por once países: sus 5 miembros originales – Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica – y seis 9 miembros admitidos en 2024-2025: Egipto, Etiopía, Indonesia, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.

Boric ha aceptado asistir como invitado, lo que generó una inmediata respuesta negativa, tanto en la oposición como en algunas fuerzas oficialistas. A pesar de que los BRICS son un foro de carácter económico, la crítica a la participación de Chile en la reunión se centró en razones políticas, como la participación de Rusia e Irán en el encuentro. Sin embargo, lo más probable es que a la base de tanta reticencia se encuentre el temor de hacer enojar a nuestro gran hermano del norte.

¿Qué podría haber de malo en tratar de integrar una organización que busca reducir la dependencia del dólar estadounidense y promover un orden mundial multipolar? Para nosotros claramente nada, considerando que hoy los países de los BRICS representan a unos 3.300 millones de personas, más del 40% de la población mundial y que juntas, las economías alcanzan aproximadamente el 37% del producto interior bruto mundial y que ahí participa uno de nuestros principales socios comerciales como los es China.

En los últimos años los BRICS han ampliados sus esfuerzos de cooperación en áreas como la seguridad, el desarrollo económico, los intercambios culturales hasta proyectos humanitarios, gracias también a la creación del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) como alternativa al Banco Mundial.

Como señalaba en su columna en El Mostrador Álvaro Ramis, Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, “La pertenencia a los BRICS no debe ser interpretada como una renuncia a nuestras alianzas tradicionales, sino como una expansión necesaria de nuestros horizontes estratégicos. Es el paso lógico para una nación que aspira a ser un actor relevante en la construcción de un mundo más equitativo y próspero. Es imperativo que abracemos esta oportunidad con visión y determinación” y frente a las dudas por la participación de Chile en un foro en que hay una diversidad de regímenes políticos, afirma que “nuestra Constitución, al igual que la brasileña, establece la defensa de la paz y la solución pacífica de conflictos como principios rectores de nuestra política exterior. Al promover la cooperación económica y la búsqueda de un orden multipolar, estamos contribuyendo a un ambiente internacional menos propenso a conflictos, lo que, indirectamente, redunda en beneficios para la situación de los derechos humanos a nivel mundial”.

Creemos que ese debería ser el camino que debemos recorrer. Por qué cerrarnos una puerta que podría abrirnos nuevos espacios para fortalecer la voz del Sur Global, por qué cerrarnos una puerta que podría permitirnos un crecimiento más equilibrado y justo, menos dependiente de un socio, tantas veces caprichoso.

El ascenso del proteccionismo estadounidense, bajo el argumento de “hacer a América grande otra vez”, ha derivado en medidas arancelarias que amenazan las cadenas de valor globales. La reacción de gobiernos como el de Lula muestra que el unilateralismo de Washington puede ser percibido como una amenaza a la paz económica global: “La historia nos enseña que las guerras comerciales no tienen ganadores”

Estas políticas son vistas también como un vestigio de una mentalidad bélica —“un país promotor de la guerra mundial” en términos simbólicos—, donde la imposición comercial refleja un retorno a disputas de poder no solo económicas, sino geopolíticas. Frente a ello, la respuesta latinoamericana se enmarca en una estrategia de defensa colectiva, reafirmación soberana y construcción de espacios de diálogo multilateral, justamente para resguardar la estabilidad y autonomía regional. Por eso esperamos que Chile aproveche esta oportunidad, y no cierre sus puertas antes presiones y opiniones que parecen no tener en cuenta los desafíos globales que estamos enfrentando.

Fuentes:

https://es.weforum.org/stories/2024/11/que-son-y-para-que-sirven-los-brics-esto-es-lo-que-hay-que-saber-sobre-el-bloque-internacional/

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2025/06/20/por-que-la-plena-integracion-a-los-brics-constituye-un-camino-fundamental-para-el-futuro-de-chile/

https://www.dw.com/es/lula-retoma-la-batuta-de-la-integraci%C3%B3n-sudamericana/a-65746035

https://www.elpais.cr/2025/04/22/presidentes-de-brasil-y-chile-reafirman-compromiso-con-multilateralismo-y-su-rechazo-a-una-guerra-comercial/

https://www.emol.com/noticias/Economia/2025/05/16/1166543/chile-brics-cancilleria.html

https://www.prensa-latina.cu/2025/04/09/chile-expresa-compromiso-con-la-integracion-en-cita-de-celac/

La guerra ruso-ucraniana en el contexto mundial

Alberto Salom Echeverría

(Parte IV)

Introducción

Este ensayo pretende ser conclusivo de una serie que está compuesta de cuatro capítulos.

Se aspira que, el mismo sirva como estudio de caso que, como lo dice su título nos proporcione las circunstancias y características principales de la Guerra ruso-ucraniana, dentro del actual contexto mundial.

No he pretendido que éste escrito sea un trabajo exhaustivo por limitaciones comprensibles de espacio. Pero, sí aspiro haber incursionado y aportado en la caracterización de una guerra, en pleno siglo XXI, cuando el mundo globalizado parece estar dejando atrás el contexto de la unipolaridad, una sola potencia militar y económica, los Estados Unidos que, se convirtió en hegemónica, después del derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), oficialmente disuelta en diciembre de 1991. Un poco antes de este acontecimiento, al final de la década ochenta-noventa, en todos aquellos países que, conformaron junto a la URSS el “bloque del Este”, más conocido como “Los países del Socialismo Real”, fue disuelto el sistema político socialista, experimentando cambios políticos, económicos y sociales profundos. En algunos casos como en Rumanía y luego en la URSS, el proceso fue inestable y violento, si bien no por largo tiempo.

Afirmo que el (des)orden unipolar liderado por los Estados Unidos, en efecto, comenzó a languidecer, pero no desapareció del todo; como puede constatarse hoy, al revisar el apoyo copioso en armamento bélico que le ha otorgado la potencia estadounidense a Ucrania e igualmente, al verificar el asesoramiento en lineamientos estratégicos en el manejo de la guerra, así como en el ataque más reciente que perpetró los EE. UU contra Irán, en apoyo a Israel, bombardeando tres regiones en las que supuestamente se encuentran alojadas las bases nucleares de Irán.

Sin embargo, el debilitamiento relativo de los Estados Unidos a partir del año 1991 y hasta la segunda década del siglo actual, se debió a una serie de factores que pasamos a enumerar:

  1. La proliferación de otros polos de poder. 1.1. Uno de los más importantes está constituido por los países que forman la Unión Europea y, especialmente la OTAN, por ser un pacto de defensa militar múltiple de los países que la conforman. Se puede argumentar que este bloque al ser un aliado de los Estados Unidos no lo debilitan, todo lo contrario. No obstante, la realidad es que en muchas ocasiones los europeos mantienen ahora serias discrepancias con los EE. UU, como ha ocurrido en la guerra de Ucrania- Rusia, a partir del momento en que Trump asumió el poder, pues, sobre todo al inicio de su gobierno comenzó apuntalando a Rusia y forzando a Ucrania a pactar un acuerdo de paz, considerado por este país como desfavorable a sus intereses. Otra gran discrepancia entre la UE-OTAN y los intereses estadounidenses se presenta en el conflicto del Medio Oriente, ya que los países europeos apoyan a los palestinos desde el punto de vista político, abogando por un cese inmediato de la invasión de Israel, brindando ayuda humanitaria frente a lo que consideran un genocidio de parte de Israel contra los habitantes de la franja de Gaza, especialmente por las muertes ocasionadas a niños, jóvenes, ancianos, personas discapacitadas y mujeres. En contraposición, los Estados Unidos continúan proporcionando armamento estratégico y fortaleciendo el arsenal militar de Israel, tanto en la franja de Gaza, como en la reciente invasión y bombardeo por parte de Israel en contra de Irán. En breve, los Estados Unidos han perdido la preponderancia que ejercían sobre los países de la UE-OTAN. 1.2. Además, han surgido una serie de actores regionales que ejercen una importante influencia sobre un conjunto de países en estas regiones. Es el caso de Turquía, Pakistán, la misma Irán, Arabia Saudita y otras potencias del sudeste asiático.

  2. Está claro que la cohesión alcanzada por los países que constituyen los BRICS, (Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica), aunque subsisten contradicciones entre ellos, ha permitido que se configure otro polo de poder en el Globo. Tanto que otros países se les han comenzado a unir. Hurgando en ChatGPT, encontramos los siguientes relatos: “China se convirtió en la segunda economía mundial, con ambiciones globales (iniciativa de la Franja y la Ruta, expansión militar en el mar de China Meridional). India aumentó su peso económico, demográfico y estratégico. Rusia desafió el orden occidental en Ucrania (2014). -Y termina diciendo- Aunque el bloque del BRICS no actúa de forma plenamente coordinada, representa un contrapeso significativo al poder occidental.” (Cfr. “ChatGPT “Fin del Unipolarismo absoluto”, 2025. Las negritas vienen en el texto).


Entre los factores internos de poder de los EE. UU, se señala que tanto la guerra de Afganistán como la de Irak, por su duración, desgastaron el poder de la que era entonces la potencia hegemónica. Del mismo modo la crisis inmobiliaria y financiera del 2008 erosionó su autoridad moral y política. Finalmente, el aislacionismo relativo de la administración Trump (2017-2021) redujo la presencia e influencia de Estados Unidos en varias regiones. (Cfr. Ibidem).

Así las cosas, el (des)orden unipolar, con una potencia hegemónica, ha venido cediendo terreno a la multipolaridad, con varios focos de poder que compiten o colaboran sin que se haya decantado una hegemonía clara. Otros analistas piensan más bien en el resurgimiento de un mundo nuevamente bipolar, bajo la hegemonía de los EE. UU por una parte y China por otra. (Ibid.)

Estalla la Guerra ruso-ucraniana

Antecedentes: En febrero de 1990, se inicia la redacción del tratado de reunificación de Alemania (Occidental y Oriental). Todavía estaba en pie la URSS, bajo el liderazgo de Mijaíl Gorbachov, último de los presidentes de la Unión soviética, quien accedió a que se produjera tal reunificación, a cambio de que se respetara “milimétricamente” la frontera que hasta ese entonces mantenía la URSS. En tal virtud, tanto el secretario de Estado del presidente Bush (padre), James Baker, como un poco después Helmut Kohl, quien fuera a la sazón canciller de Alemania Federal (occidental), visitaron al presidente de la URSS Gorbachov y a Eduard Shevardnadze, quien fungía en ese momento como ministro de Asuntos Exteriores Soviético. Ambos líderes occidentales, garantizaron respetar los intereses de Moscú, en el sentido de que la OTAN no avanzaría ni un milímetro al este. Inclusive el secretario de Estado de EE. UU, le envía una carta a Gorbachov, que decía lo siguiente: “Entendemos la necesidad de conceder garantías a Europa del Este. Si tenemos presencia en una Alemania que es parte de la OTAN, no habrá extensión de la jurisdicción de la OTAN (…) ni una pulgada hacia el Este.” (Cfr. Carta de Baker a Gorbachov, 9 de febrero de 1990).

En tal sentido queda claro que, tanto Bielorussia como Ucrania, que en ese momento formaban parte de la URSS, eran la frontera o “línea roja” que separaba la OTAN de Rusia. Ucrania entonces, por su posición estratégica, se convirtió en un alto punto de tensión entre la OTAN, con los Estados Unidos a la cabeza y Rusia. Tal tensión se trasladó de inmediato al interior de la misma Ucrania; como un auténtico juego de ajedrez, las fichas se comenzaron a mover entre las potencias en este escenario.

La cuerda se tensa aún más a la altura del año 1999, año en el que la OTAN incorpora a su seno a Hungría, Polonia y República Checa. La contraposición de intereses entre las potencias hizo que casi se llegara a romper el equilibrio inestable entre la Europa occidental y los intereses de la misma Rusia. Por ende, entre más pujaban los políticos en Ucrania afines a la OTAN presionando por su ingreso a esta alianza político militar, más bullía el fuego al interior de la Rus de Kiev (como también se conocía antiguamente a Ucrania); de esta manera se atizó la llama de la enconada rivalidad entre los políticos prooccidentales y los prorrusos.

La estrategia de expansión hacia el este por parte de la OTAN

La estrategia de la OTAN fue irse expandiendo paulatinamente, pero sin pausa, hacia el Este. Veamos algunos hechos relevantes que determinaron el curso de la OTAN en su expansión hacia el Este:

En el propio año de 1991, cuando se disuelve la URSS y Ucrania se acababa de convertir en una República independiente, empiezan las primeras relaciones con la OTAN. En 1994 se firmó un programa conocido como “Partnership for Peace” (Asociación o socios por la Paz), entre el gobierno de Ucrania, controlado por los prooccidentales y la OTAN. En el año de 1997, la OTAN le concede a Ucrania una “Carta de Asociación Distintiva” y al mismo tiempo se constituye una comisión OTAN-Ucrania, en un claro esfuerzo por parte de la OTAN de ganar a este estratégico país como aliado.

En el año de 1999 se produce la primera gran expansión de la OTAN hacia el Este, cuando se unen a la Alianza, Polonia, Chequia y Hungría. Entre los años 2002 y 2004. El gobierno de Ucrania declara en medio de grandes contradicciones en su interior, que quiere ingresar a la OTAN. Justamente en 2004, se produce la segunda gran expansión de la OTAN hacia el Este: entran a la alianza: Estonia, Letonia Lituania (todas estas formaron parte del territorio de la URSS), Bulgaria, Rumanía y Eslovaquia. La intranquilidad política de Rusia es mayúscula, ya que ahora la OTAN ha logrado acercar su frontera a Rusia, en clara violación a los acuerdos a que habían llegado Gorbachov con James Baker por un lado y entre Gorbachov con Helmut Kohl por el otro. En el 2008, en la cumbre de Bucarest, Los Estados Unidos apoyan el ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN, la cual fue objetada y detenida por Alemania y Francia, en vista de la respuesta hostil del gobierno ruso. Tampoco se les ofreció un Plan de Acción para la Adhesión (MAP), que es un paso formal previo al ingreso. En el año 2010, gana la elección presidencial Viktor Yanukóvich y se instala un gobierno opuesto a occidente y afín a Rusia, el cual declara la Neutralidad militar de Ucrania, quedando congelada, por tanto, la posibilidad del ingreso de Ucrania en la OTAN. En el año 2014, dada la orientación prorrusa del gobierno de Yanukóvich, estallan una serie de conflictos principalmente en Kiev, en la plaza Maidán o Plaza de la Independencia (“Maidán Nezalezhnosti”), que involucraron a civiles tanto pro, como antigubernamentales. “Fuerzas especiales Berkut” del gobierno reprimen a los disidentes, lo que provoca un desgaste del gobierno y su caída, tras la renuncia de Yanukovich, quien huye a Rusia.

Casi simultáneamente, desde el 2014 o un poco antes, se producen otros conflictos en la estratégica península de Crimea y en gran parte de la frontera al sureste de Ucrania en la llamada región del Donbás, limítrofe con Rusia. Rusia a consecuencia de la represión del gobierno de Ucrania contra los separatistas prorrusos, invade Crimea y después, en el 2022 invade Luhansk y Donetsk, además organizó referéndums, que fueron ganados por las fuerzas pro-orientales. En cambio, tales referéndums no fueron reconocidos por el gobierno de Ucrania que hasta el momento continúa reclamando la posesión de todos estos territorios. Sin embargo, el control político militar sigue bajo el control de Rusia, y la guerra continúa con grandes pérdidas materiales y humanas por ambas partes. En el año 2023-2024, Ucrania no ingresa todavía en la OTAN, pues de acuerdo con la doctrina de la OTAN, no se puede admitir países que se encuentren en medio de conflictos armados no resueltos. (Cfr. Investigación fundamentalmente sustentada en consultas a ChatGPT, “Línea de Tiempo: Ucrania, OTAN y la Expansión hacia el Este”: 2025).

Conclusión

Como espero haber demostrado en este ensayo, la guerra ruso-ucraniana no tiene como únicos protagonistas a estos dos contendores. Rusia y Ucrania son con creces los que están poniendo la gran mayoría de los combatientes, y desde luego, los heridos y muertos en la contienda, pero hay otros intereses involucrados en el conflicto.

Sin embargo, en el caso de Ucrania, los recursos pecuniarios y de otra índole, las mortíferas armas, y otros recursos provienen de la OTAN, como lo expresa de forma contundente ChatGPT. Principalmente tales recursos han sido aportados por Los Estados Unidos y por países de la Unión Europea (UE).

De acuerdo con los datos que ha proporcionado esta misma fuente, entre el 2022 y el 2025, los EE. UU son el mayor proveedor, que ha aportado entre $120.000 y 183.000 millones de dólares en ayuda total; $60.000 millones de estos, corresponden a ayuda militar directa. Los tipos de ayuda son: armas estratégicas como misiles HIMARS, drones, sistemas antiaéreos Patriot, munición de artillería y otros. También se han aportado recursos destinados a formación y entrenamiento de soldados ucranianos, así como apoyo presupuestario directo al gobierno ucraniano.

Otros aportes provienen de la Unión Europea, por un monto estimado entre $120 mil millones y $158 mil millones de dólares. Específicamente Alemania se calcula que ha otorgado entre $20-30 mil millones; Reino Unido entre $10-15 mil millones. Otros países que han contribuido son Japón, Canadá, Australia, Corea del Sur, Noruega, Suecia y Finlandia, por un monto calculado entre $5 y 10 mil millones de dólares. (Cfr. Para mayor abundamiento puede consultarse, ChatGPT. “¿Quién Financia la Guerra en Ucrania”? 2025).

En el caso de Rusia, ChatGPT advierte que, Rusia no recibe ayuda militar directa al estilo de Ucrania; pero cuenta con apoyo estratégico, financiero, tecnológico y armamentístico, de varios países en forma directa e indirecta.

Los principales aportes a Rusia provienen de China, en tecnología, microchips, drones y comercio energético. Otros socios de los que ha recibido ayuda son Irán, que ha aportado drones Kamikaze y presumiblemente misiles. Corea del Norte ha contribuido con artillería, misiles balísticos, cohetes y tropas que han combatido en zonas del este en territorio ruso, muy cerca de Ucrania. Lo cual revela que ya Ucrania ha incursionado circunstancialmente en Rusia. Bielorrusia ha dado ayuda con logística militar y apoyo político y territorial. Además, han dado aportes otros países como India y Turquía mediante comercio, triangulación y evasión de sanciones. Finalmente, indica ChatGPT que, lo que Rusia no tiene es una coalición militar organizada como sí la tiene Ucrania, que recibe apoyo de la OTAN y de la UE. Tampoco recibe Rusia ayuda financiera masiva internacional, como sí ocurre con Ucrania -señala la fuente indicada- “…que recibe decenas de miles de millones de dólares al año…” Asimismo, Rusia no recibe participación directa de tropas extranjeras aliadas -afirma también la fuente-. Ahora se sabe que sí ha habido tropas de Corea del Norte, como dejé indicado supra. (Cfr. ChatGPT “Lo que Rusia no tiene”. 2025). No obstante, la misma fuente acepta que: “Sí, hay informes creíbles de que tropas norcoreanas han estado combatiendo junto a tropas rusas, principalmente en la región rusa de Kursk, cerca del frente con Ucrania.” (Ibidem.)

Por todo lo expresado y la información aportada, estamos en capacidad de afirmar que esta guerra sí tiene un componente ideológico, aunque es muy diferente a las guerras del siglo XX, en las cuales se debatía entre comunismo, guerras de liberación frente al capitalismo. En el conflicto que analizamos se entrelazan -afirma ChatGPT-, asuntos de naturaleza geopolítica, histórica, cultural, estratégica e ideológica. Aunque, un poco después se agrega que el conflicto bélico que se despliega principalmente en territorio ucraniano carece, en sentido estricto, de un cariz ideológico, como los conflictos acaecidos durante la guerra fría. (Ibid. “¿Cuál es el tinte ideológico del conflicto?”).

Por otra parte, las dos potencias que en el mundo de la “Guerra fría” se enfrentaban, si bien no en forma directa desde el punto de vista militar, ya no tienen la hegemonía que ostentaron durante el mundo de la bipolaridad. Y en cuanto al real o supuesto mundo “Unipolar”, con Estados Unidos como protagonista, cuya supremacía económica y militar era indiscutible, ya ha perdido la centralidad que antes tuvo. Hoy, hay claras tendencias hacia la “Multipolaridad”, como se ha venido insistiendo en este ensayo. La guerra ruso-ucraniana, está inserta en este contexto.

La unipolaridad y la multipolaridad

Alberto Salom Echeverría
(La Guerra ruso-ucraniana)

“…El desorden está incluido en el concepto de orden” Roberto Cox.

El mundo unipolar

Cabe preguntarse si el mundo unipolar ha sido una realidad o, fue una fantasía del que fuera probablemente el mayor de sus pregoneros ideológicos, Francis Fukuyama.

Fukuyama obtuvo una formación sólida en algunas de las principales universidades de los Estados Unidos. Se graduó primero en filosofía política en la Universidad de Cornell en 1974. El posgrado lo hizo en la Universidad de Yale, donde se graduó en literatura comparada. Sus estudios en Ciencias Políticas los realizó en la Universidad de Harvard, donde contó con la decisiva influencia de Samuel Huntington y Harvey Mansfield. Antes de eso, viajó a París, y allí pasó seis meses al amparo de teóricos como Jacques Derrida y Roland Barthes.

Al inicio estableció con ambos pensadores una buena relación, sin embargo, pronto se apartó de cualquier influencia de Derrida, por un lado porque, aunque este último no fue un intelectual orgánico, como llamó el teórico marxista Antonio Gramsci, a los intelectuales que a la vez se comprometían con la causa proletaria militando en partidos políticos, sí es cierto que, la producción teórica de Derrida ha sido empleada por el “progresismo político”; ya que, fue utilizada para criticar las estructuras de poder, las jerarquías de género y apoyar el feminismo. Además, en la década de los ochenta, Derrida desarrolla temas como los de la responsabilidad hacia “los otros”, sustentado en la ciencia política, en la religión y la ética. Fukuyama, sin citar explícitamente a Derrida, en sus textos va haciendo un contrapunto con las principales ideas de Derrida, particularmente en su obra principal “El Fin de la Historia y el último Hombre”, publicada en 1992.

Los estudiosos tampoco reconocen una influencia directa de Barthes sobre Francis Fukuyama, aunque sí ven una relación indirecta entre ambos. Fukuyama terminaría de hecho, enfrentado tanto a Derrida como a Barthes. En cuanto a Roland Barthes porque éste, por oposición a Fukuyama, estuvo asociado al estructuralismo y luego al posestructuralismo. Analizó el lenguaje descifrando los significados o meta mensajes contenidos en los textos o discursos; o sea analizó las construcciones culturales que producen significados. Por contraposición, Fukuyama vuelve sobre la narrativa histórica, basado en una teleología del progreso hacia la democracia liberal.

El Fin de la Historia

El fin de la historia proclamado por Fukuyama, supuso que, al derrumbarse la Unión Soviética como sistema sociopolítico y económico, y con ella el resto de los países del “socialismo real” de la Europa Oriental, culminaba lo que denominó “la evolución ideológica” de la humanidad. Ssegún su razonamiento, de esa manera terminarían las guerras y las revoluciones ideológicas. Desde su óptica ello iba a ocurrir debido a que cesaba el enfrentamiento entre los dos sistemas contrapuestos; para Fukuyama el comunismo había muerto y, lo que él denominó el liberalismo democrático junto al capitalismo, habían triunfado. Esta teorética la desarrolló en la obra que ha quedado citada supra, titulada “El Fin de la Historia y el último hombre” aparecida en1992.

Para que haya “historia”, -nos dijo el autor- deben existir opuestos irreconciliables y competitivos y el socialismo como había existido, acababa de sucumbir. Fukuyama argumentó también que a la par de este imaginado finiquito de las guerras y los enfrentamientos ideológicos capitalismo-socialismo, culminaría también la “Guerra Fría” entre las potencias. Toda esta elucubración condujo a pensar que, a partir de allí, solamente existiría una potencia hegemónica: los Estados Unidos, con su poderío económico y militar, todo lo que seguía sería un crecimiento económico incesante de los países y a largo plazo se vencería el subdesarrollo y la pobreza. El mundo se había hecho Unipolar, de acuerdo con los postulados del autor.

Dentro de semejante tesitura, “El último hombre” de Fukuyama, era un ser que solamente existía para saciar sus apetitos materiales y necesidades económicas, en lugar de propiciar “conflictos ideológicos e ideales trascendentales”. Era cuestión de tiempo, razonaba el autor, para que en las sociedades imperara “la paz”, sobre la base del desarrollo científico y médico. Una sociedad -dijo también, contradictoriamente- “bastante aburrida”. (Cfr. Ibidem).

Se dibuja en el Horizonte la “Multipolaridad”

Los errores cometidos por Francis Fukuyama en su modelo del mundo unipolar están a la vista. No obstante, es posible rescatar de su análisis que los Estados Unidos han jugado un papel hegemónico decisivo, durante las últimas tres décadas y media desde el derrumbamiento de la Unión Soviética y sus aliados, entre 1989 y 1990. Pero, el mundo ha estado muy, pero muy lejos de haberse convertido en esa especie de “edén paradisíaco capitalista” con el que quizás, soñó Fukuyama.

En primer lugar, porque no se ha producido, ni parece que se va a producir, ni en el corto ni en el mediano plazo, ese crecimiento incesante que prefiguró Fukuyama, en el “nuevo (des)orden internacional”. Más bien el mundo ha recorrido desde entonces un camino de incertidumbre y caos, en el cual, inclusive los Estados Unidos se vieron sumergidos en una honda crisis de su formación social, como la acaecida en el 2008, que arrastró con ella a todo el orbe capitalista de occidente, tanto de los países europeos como con mayor estremecimiento revolcó a los subdesarrollados. La desigualdad entre unos y otros se ha agigantado sin cesar y, tampoco hay visos de que ese curso hacia el ensanchamiento de la brecha entre los países desarrollados y los subdesarrollados vaya a disminuir. Todo lo contrario. Mientras tanto, la inestabilidad del nuevo desorden mundial parece ser la tónica y, no únicamente en el aspecto económico como podría haberse esperado. Las potencias capitalistas más desarrolladas parecen estar siguiendo más bien el curso de crisis cíclicas como las pregonadas por Marx y los pensadores marxistas del siglo XX y XXI.

Además, las guerras que hipotéticamente debieron haber disminuido, más bien aumentaron cuantitativa y cualitativamente tomando en cuenta las insurgencias. Algunos ejemplos de conflictos que están en curso son: Ucrania-Rusia, el lado ucraniano cuenta desde el inicio con el apoyo de EE. UU y más recientemente de los países desarrollados de Europa y Rusia ha recibido apoyo de Corea del Norte y políticamente de China; otro es el conflicto en el medio Oriente, primero entre Israel y Hamás; actualmente Israel ataca sin cesar tanto a los militares palestinos como especialmente a la población civil, en una arremetida genocida, ocasionando la muerte ya de más de 50.000 niños. Cito además, conflictos en África tales como las guerras de Somalia, Sudán, Nigeria y Burkina Faso entre los principales. En Asia, los más importantes por su potencial conflictivo son los de Afganistán, Yemen, Siria, Myanmar y, el más reciente y potencialmente más explosivo de todos, el ataque de Israel a Irán que, no obstante, los acuerdos de cese al fuego, todavía es prematuro asegurar un finiquito definitivo de este conflicto. Sobre todo, por la abierta intervención de los EE. UU que bombardeó varias regiones que albergan proyectos de desarrollo nuclear de Irán. Tenemos por otro lado el conflicto del Estado Mexicano contra el narcotráfico, que ya ha causado numerosas víctimas. Por otro lado, la información señala otros conflictos más localizados como: el conflicto territorial entre Armenia y Azerbaiyán, en el Alto Karabaj; el de la región de Sahel, entre grupos armados y fuerzas gubernamentales de varios países africanos; también se informa del conflicto entre pastores y agricultores en Nigeria. Se informa de que estos enfrentamientos armados se han extendido ocasionando tensiones en otras regiones de África.

La carrera armamentista se ha espoleado, no obstante que el conflicto ideológico entre los EE. UU y la URSS desapareció desde 1989-1990.

Otra fuente de inestabilidad tiene que ver con el cambio climático y el calentamiento global que, a pesar de los acuerdos en las cumbres sobre el clima, en lugar de haber mermado el problema del calentamiento, todas sus causas y síntomas han arreciado. Lo mismo que el desarrollo tecnológico el cual, en lugar de haber contribuido a la democratización del globo, ha introducido una fuente más de inestabilidad y complejidad, porque ha espoleado las hondas diferencias entre las potencias capitalistas y el resto de los países. Otra fuente de complejidad e inestabilidad es acarreada por las numerosas migraciones de poblaciones en casi todos los continentes.

Como puede apreciarse, lo que podemos llamar una nueva transición hacia una reconfiguración del “Sistema Mundo” para emplear la expresión de Immanuel Wallerstein (2010), que podría encaminarse del (des)orden de la unipolaridad, con hegemonía de los Estados Unidos hacia una “Multipolaridad”. Esta nueva configuración mundial, carecería de un solo centro de poder, pues el mundo cuenta ya con la emergencia de una nueva potencia, política, militar y económica como China, la misma Rusia desde el punto de vista militar, la Unión Europea con todo y sus contradicciones internas y, muy connotadamente, la aparición de una nueva alianza de naciones conocida con las siglas de BRICS, Brasil, Rusia, China y Sudáfrica, a las cuales ya se han sumado otras más. Además, hay que tomar en cuenta el surgimiento de nuevos centros de poder privados, algunos con potencial militar que ya han participado en guerras y, hasta ONG´s, tanto las dedicadas a la cooperación como a la lucha contra el calentamiento global que, trascienden los estados-nación, y se mueven con gran agilidad y capacidad de acción.

De configurarse este nuevo (des)orden mundial, con varios centros de poder, lo que podría dar lugar a llamarlo un “Mundo Multipolar”, debe entenderse que impera por lo pronto una gran entropía que podemos asimilar a un gran desorden e incertidumbre en el mundo; o sea más que el mal llamado “Orden Mundial” que imperó durante la bipolaridad EE. UU – URSS, lo que estamos viviendo es un mundo del caos y la complejidad, en el cual la tendencia a la inestabilidad y reconfiguración de alianzas entre países y entre éstos y poderosas organizaciones privadas está a la orden del día.

En este contexto, han surgido varios de los conflictos armados contemporáneos que, generan un alto potencial de “Entropía” o, de desorden y caos. Analizaremos por fin, como un vivo ejemplo en el próximo artículo, la Guerra entre Ucrania y Rusia.

¿Reordenamiento o repartición?

Por Arnoldo Mora

Comenzaré por explicar los términos del título que encabezan estas líneas. Es ya un lugar común afirmar que el mundo va hacia un nuevo orden político. Dichas así las cosas, me parecen inaceptables. Lo que yo cuestiono es el término “orden”, como si hubiese habido alguna vez en la historia de la humanidad un verdadero y auténtico “orden”, cuando en la realidad siempre ha imperado el desorden de una u otra manera, provocado por un sector para beneficio propio, sea este un grupo de individuos, sea una región geográfica entera. Por eso el término más adecuado es el de “reordenamiento”, pues ordenar equivale a poner orden ciertamente, pero obedeciendo a un mandato las más de las veces de carácter despótico y a costa de un doloroso derramamiento de sangre. Po desgracia, así se ha escrito la historia real. Por eso lo que ahora corresponde es reconocer que se está implantando un nuevo reacomodo de las fuerzas imperiales, pues buscan establecer una nueva partición del mundo, desde el punto de vista geográfico en vista a la apropiación de las riquezas. Ambas expresiones, “reordenamiento” y “repartición”, tienen como prefijo la sílaba “re”, que puede significar tanto repetición como énfasis. Estructuralmente no denotan nada nuevo, por desgracia, al menos en las intenciones de algunos de los dirigentes sobre todo provenientes del mundo político-cultural de Occidente.

Aclarado lo anterior, debemos ahora ahondar en el tema. Lo que hoy se da en el mundo es el reconocimiento por parte de los Estados Unidos, potencia dominante en el mundo occidental, de que su poder hegemónico universal ha terminado; quien primero tomó conciencia de esa realidad fue el presidente Obama; sus sucesores intentaron con inhumano furor mantener el status quo. Pero ha sido en vano todo intento por mantener una hegemonía que no se da ni en el ámbito comercial, donde China impera, ni en el campo militar, donde Putin ha demostrado estar ganando la guerra. Los Estados Unidos están endeudados como ningún país en la historia de la humanidad lo ha estado; 36 billones de dólares no se pueden pagar nunca; es imposible sostener 800 bases militares dispersas en todos los rincones del planeta. Por eso Trump ha encargado a su superministro Elon Musk aplicar recortes draconianos en el aparato burocrático federal en todos los ámbitos, incluidos el Pentágono y los servicios de inteligencia y espionaje como la CIA, ambos hasta ahora intocables, pero especialmente en el ámbito social, obligando al resto del mundo, especialmente a sus vecinos México y Canadá y a sus aliados de la Unión Europea y, por supuesto, a sus rivales comerciales como China, mediante la imposición de aranceles, a pagar su deuda incluso a costa de un precio muy elevado políticamente. Pero lo más grave es que lo hace pisoteando la legalidad por la que se regía el comercio mundial y las relaciones diplomáticas, políticas y militares, con lo que la confianza de las naciones amigas se ha hecho añicos en estos pocos meses del retorno de Trump a la Casa Blanca. Por su parte, Putin ha demostrado no estar dispuesto a doblegarse ante las exigencias imperiales de Trump; tampoco China cederá en su política de acrecentar cualitativa y cuantitativamente sus relaciones comerciales con el mundo, basado en una política respetuosa del derecho internacional y del crecimiento exponencial de las tecnologías de punta; los gobiernos musulmanes, inclinándose ante la voluntad ampliamente mayoritaria de su población, dan muestras cada vez más contundentes de tomar distancia de la política prosionista de Washington; los países periféricos marchan hacia una consolidación del BRICS, lo cual y de consonancia con la naturaleza de estas alianzas, se abren posibilidades de alianzas políticas que no excluyen alianzas militares . Resultado: el Tío Sam está más aislado que nunca.

Dado todo lo anterior, resulta claro que hay indicios de que se están creando las condiciones para forjar un nuevo reordenamiento del mundo multipolar, compuesto por regiones que rebasan la jurisdiccionalidad de las naciones-Estado; en otras palabras, la concepción misma de democracia surgida de las revoluciones norteamericana y francesa de la segunda mitad del siglo XVIII ha periclitado, lo mismo que la hegemonía plena de una nación-imperio proveniente de Occidente. Pero esto, no se dará mecánicamente sino dialécticamente, como todo en la historia, en donde la dinámica de los grandes procesos se rige por la ley de la física newtoniana, según el cual a toda acción se da una reacción en sentido contrario directamente proporcional. El imperio norteamericano no parece estar dispuesto a ceder en sus intenciones de apropiarse del mundo entero. Pero ha cambiado de estrategia; ya sus círculos más lúcidos no pretenden hacerlo mediante una guerra total, que significaría la desaparición de la humanidad, incluso de ellos mismos, sino mediante la conquista de regiones hasta ahora inexplotadas, como son los dos polos: El Ártico y la Atlántida; de ahí su decisión de anexionarse Canadá y Groenlandia, para luego disputarle a Rusia la posesión total del Ártico y todas sus inexplotadas riquezas. Otro tanto se da con las Islas Malvinas en el Atlántico Sur, que la OTÁN está convirtiendo en una base nuclear con el fin de dominar militarmente la Atlántida. La pérdida del control de muchas regiones de África y el Medio Oriente, especialmente de la estratégica Península Arábiga, hace aún más apremiante para las potencias occidentales lograr la apropiación de los dos polos. Específicamente, para los Estados Unidos el dominio total del Continente, inspirados en la doctrina Monroe es vital. Los Estados Unidos no pueden reconocer la independencia de Nuestra América porque la consideran su patio trasero, no sólo por razones geopolíticas sino también por razones económicas; los datos son contundentes: Wall Street controla el 80% de las “commodities”, 31% de las cuales provienen de América Latina; en consecuencia, la pérdida de Nuestra América significaría, ni más ni menos, que el derrumbe total del imperio yanqui.

Esa es la razón por la cual todo Occidente lucha, ya que carecen de las materias primas indispensables para su desarrollo científico-tecnológico, base de su crecimiento económico, su poder político y su irradiación y prestigio culturales. Los datos hablan por sí mismos. Esas materias primas están en Rusia (gas natural y petróleo, riquezas inexplotadas en Siberia y el Polo Norte), en el Medio Oriente (petróleo), en África y en Nuestra América, por no hablar de China que posee la casi totalidad de las tierras raras, y Bolivia que posee el 67% del litio. Eso es lo que está en juego detrás de todas las bravatas e intrigas del escenario político mundial. Una “repartición” de esas riquezas sería el primer paso para un nuevo “reordenamiento” mundial; su control mediante su apropiación por parte de las grandes trasnacionales, es el objetivo final de ese supuesto “nuevo orden mundial”. Pero eso no será posible mientras Rusia se imponga militarmente, China comercialmente y los países del BRICS crezcan en número y solidez política y económica. Esa es la encrucijada a que se enfrenta una humanidad angustiada ante la amenaza de un fin apocalíptico inminente si las potencias dotadas de armas nucleares desataran una guerra mundial, o la destrucción ecológica sigue sin que la detengamos a tiempo.

Trump, crisis hegemónica y multipolaridad

Mauricio Ramírez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La política internacional está atravesando una transformación sin precedentes: la transición hacia un mundo multipolar. Durante varias décadas, el sistema internacional ha girado en torno a una hegemonía occidental que imponía su versión del multilateralismo, un orden basado en reglas, pero en realidad diseñado para perpetuar su supremacía en todos los campos.

Sin embargo, ese modelo muestra signos irreversibles de desgaste, erosionado por el renacer de varias potencias, la reconfiguración de alianzas estratégicas y la creciente resistencia de diversos actores a la imposición de un orden unilateral global. En esta transición llena de turbulencias, Europa reacciona como bloque frente a EE. UU. y su guerra arancelaria, Asia responde de manera coordinada, África desempeña un papel distinto al de décadas pasadas y los BRICS emergen como el verdadero motor de un multilateralismo real, no subordinado a un solo poder. Es así como se está configurando una estructura más realista donde las posibilidades de romper la vieja hegemonía son más tangibles que nunca.

Bajo las administraciones demócratas globalistas y liberales, EE. UU. proyectaba su influencia bajo la fachada del consenso, la defensa de la democracia y la promoción de los derechos humanos, asegurando que las instituciones internacionales sirvieran a sus intereses sin aparentar imposición directa. Este fue el soft power que muchos hoy añoran, demostrando una alarmante falta de imaginación y profundidad analítica, como si la única alternativa a la prepotencia de Trump fuera el retorno a una hegemonía disfrazada de benevolencia.

Sin embargo, con Donald Trump en la Casa Blanca, las reglas del juego cambiaron, evidenciando la crisis a la que ese modelo ha llevado a su propio país. Consciente de esta realidad, la política de «América Primero» no solo profundizó el aislamiento de EE. UU., sino que también desaceleró el dinamismo económico global, al priorizar una agenda proteccionista con una política arancelaria nunca vista en la historia reciente, y enfocarse en resolver los problemas internos, antes que en sostener el clásico liderazgo internacional de Washington.

El historiador francés Emmanuel Todd describe a EE. UU. en su último libro titulado La Derrota de Occidente, como un “Estado posimperial”, es decir, una potencia que aún se aferra a su antigua gloria, pero que ya no puede ni va a poder sostener por mucho tiempo más su dominio. La crisis que enfrenta EE. UU. no es solo externa, sino también interna, afirma Todd. Mientras intenta proyectar poder a nivel global imponiendo aranceles a todos, el país se desgarra desde adentro con una fractura política y social irreconciliable. Los valores de los dos bandos políticos son diametralmente opuestos, hasta el punto de que ya no hay un espacio de consenso nacional y el mismo Trump coquetea con la idea de un tercer mandato.

La paradoja de Trump es que, a pesar de su retórica nacionalista, su política ha contribuido involuntariamente a abrir espacios para que otros países y regiones, incluida América Latina, busquen nuevas alianzas fuera de la órbita de Washington. Aunque Trump promovió una agenda de «América Primero» con la intención de reforzar la hegemonía estadounidense y reducir la dependencia de otros países, sus políticas proteccionistas, su distanciamiento de aliados tradicionales y su enfoque transaccional en la diplomacia están debilitando la influencia de ese país y fomentando un mundo más multipolar. En lugar de consolidar su liderazgo como antes, su postura impulsa a muchas naciones a diversificar sus relaciones internacionales, fortaleciendo bloques como los BRICS y acercándose a potencias emergentes como China, India y Rusia.

Ante esta transformación, el liberalismo globalista occidental se ha quedado atrapado en su propio laberinto conceptual. En lugar de ver la multipolaridad como una oportunidad para corregir las fallas del viejo orden, la interpretan como una amenaza o incluso como el preludio de una nueva forma de autoritarismo. Nada más alejado de la realidad. Su ceguera epistemológica les impide ver más allá de sus propios dogmas, llevándolos a aferrarse a un EE. UU. en decadencia, que, incluso bajo administraciones demócratas, libraba guerras y derrocaba gobiernos legítimos en nombre de la libertad. Prefieren la ilusión de un orden hegemónico disfrazado de benevolencia, aun cuando ello signifique perpetuar su propia subordinación, en lugar de adaptarse a una nueva realidad donde el poder ya no tiene un solo centro.

Esta actitud no solo es un error estratégico, sino también una manifestación explícita de lo que en psicoanálisis se conoce como un complejo de Edipo no resuelto o una identificación con el agresor. Durante décadas, el mundo ha sido condicionado a depender de EE. UU. y Europa occidental como las únicas fuentes de legitimidad y orden. Ahora, ante su declive, muchos reaccionan con miedo, rechazando alternativas y aferrándose a un sistema que los ha mantenido subordinados.

¿De verdad creen que hemos llegado al “fin de la historia” y que cualquier otro orden mundial sería peor que este? ¿No se supone que somos optimistas y que creemos en la posibilidad de un futuro mejor? La ironía es evidente: quienes se autoproclaman defensores del progreso y la innovación son los mismos que hoy temen el cambio y se resisten a imaginar un mundo donde no solo uno mande.

El mundo multipolar no será un proceso ordenado ni libre de turbulencias. La transición conlleva costos, especialmente para aquellos países más dependientes de la esfera occidental. Sin embargo, esta reconfiguración es inevitable y necesaria. El monopolio del poder global por parte de EE.UU. no solo ha sido injusto, sino que también ha limitado el desarrollo de otras naciones. En este nuevo escenario, los países que se adapten y busquen diversificar sus relaciones internacionales tendrán mejores oportunidades de crecimiento. América Latina, por ejemplo, puede fortalecer sus lazos con Asia, África y los BRICS.

Si lo analizamos a fondo, Trump no está haciendo nada que EE. UU. no haya hecho siempre; la diferencia es que, al no poder imponer su voluntad mediante el soft power porque ya hay otros países que defienden sus intereses de manera soberana, ahora recurre a la vía dura: proteccionismo, sanciones y confrontación directa. Su objetivo sigue siendo el mismo de siempre: mantener su dominio y dictar las reglas del juego. Lo que Washington se niega a aceptar es que ya no es el imperio que alguna vez fue y que el mundo ha cambiado de manera irreversible.

Paradójicamente, la postura de Trump nos ofrece una oportunidad. Al despojar a EE. UU. de su máscara de hegemonía benevolente, nos obliga a reconocer la realidad y a pensar con mayor astucia en una nueva arquitectura de las relaciones internacionales. En lugar de lamentar el colapso del viejo orden, es momento de diseñar uno nuevo, basado en el equilibrio de poder y la cooperación sin imposiciones.

La multipolaridad no es una amenaza, sino una realidad que ofrece nuevas posibilidades. El problema es que aquellos que han sido moldeados por la hegemonía estadounidense aún no logran imaginar un mundo donde EE. UU. no sea el centro. Pero ese mundo ya está aquí, y lo único que queda por decidir es quién sabrá aprovecharlo y quién seguirá atrapado en una nostalgia imperial anacrónica.

Frente a esta realidad, la comunidad internacional debe abandonar la reacción superficial y apostar por una comprensión estratégica de estos cambios. En lugar de lamentar el fin de una globalización idealizada, es necesario replantear los términos de la integración económica, fortalecer mecanismos de cooperación autónomos y diversificar las relaciones comerciales. Solo así los Estados podrán navegar en este nuevo escenario con mayor independencia, sin quedar atrapados en las tensiones de una potencia que lucha por redefinir su rol en el mundo.

¿Tiene Venezuela posibilidades de ingresar a los BRICS+?

Mg. José A. Amesty Rivera

Acaba de concluir la 16 Asamblea de los Brics+, celebrada en la ciudad de, Kazán-Rusia, durante los días 22 al 24 de octubre de 2024. Esta ha tenido una repercusión histórica —pre-durante y post-a la celebración de la misma. Esta generó expectativas en torno a la entrada de nuevos participantes en la misma. En esta, a su vez, hubo sorpresas; una de ellas fue el veto por parte de Brasil a Venezuela, para su no ingreso a los Brics+. Asimismo, «fue seguida con cautivadora atención por toda la Mayoría Global y con perplejidad por gran parte del decadente orden occidental».

Atendiendo a la pregunta del título del presente artículo, veremos que Venezuela tiene muchas posibilidades-caminos para ingresar al organismo integrador, aún y a pesar del veto de Brasil.

Antes veamos algunos elementos importantes:

  1. La primera Cumbre del BRIC se celebró en Ekaterimburgo en 2009, donde los líderes electos de los primeros cuatro países (Brasil, Rusia, India y China) anunciaron oficialmente su adhesión al bloque económico del BRIC. Luego, en diciembre de 2010, Sudáfrica fue invitada al bloque, dando como resultado el surgimiento del BRICS.
  2. Los primeros objetivos de esta etapa fueron:

– Fortalecer su posición en el mundo a través de una cooperación activa entre sí, por medio de las principales potencias con economías emergentes.

– Crear las condiciones para una cooperación efectiva y un fortalecimiento significativo del potencial económico y tecnológico de los países participantes.

  1. Más adelante, en el año 2015, los BRICS se reunieron en la ciudad de Ufa-Rusia, lanzando el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de la institución. Comprometiéndose con los siguientes principios:

– Promover un desarrollo para todos

– Ser transparente y democrático

– Establecer estándares fuertes y asegurar su cumplimiento

– Promover el desarrollo sustentable.

  1. El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), comenzó a funcionar, realmente, en julio de 2014, y los miembros fundadores de los BRICS, aportaron 100.000 millones de dólares como capital autorizado del banco. Cada miembro fundador del BRICS, posee una participación igualitaria en el NDB y contribuye con una parte igualitaria a los activos del banco. Otros países se han convertido en miembros del NDB desde su creación.
  2. Junto con el NDB, los BRICS pusieron en marcha el Acuerdo de Reserva de Contingencia (CRA), cuyo objetivo es proporcionar moneda líquida a los países que atraviesan dificultades económicas. A diferencia del NDB, el CRA no está sujeto a una estipulación de contribución igualitaria, y China aportó el 41 por ciento de los activos iniciales del acuerdo.
  3. Ahora, ante lo expuesto, se pretende mostrar que los BRICS+, desde sus inicios, tienen una estructura, que luego con los años se ha venido fortaleciendo y evolucionando, como los veremos adelante.

A su vez, los BRICS, entre los objetivos señalados en el documento oficial de la asociación «Estrategias BRICS», se encuentran los siguientes:

  • Buscar un crecimiento económico inclusivo para erradicar la pobreza, abordar el desempleo y promover la inclusión social (objetivo clave de BRICS).
  • Consolidar los esfuerzos para garantizar un crecimiento de mayor calidad mediante el fomento del desarrollo económico innovador basado en tecnologías avanzadas y el desarrollo de habilidades con el fin de construir una economía del conocimiento.
  • Esforzarse por una mayor interacción y cooperación con los países que no pertenecen a BRICS, así como con las organizaciones y foros internacionales. Los miembros del BRICS trabajarán con la comunidad empresarial de sus países para implementar la Estrategia. La meta de BRICS es fomentar una cooperación más estrecha entre los círculos empresariales de los países del BRICS.

También entre los objetivos y metas del BRICS, está el desarrollo de cálculos en monedas nacionales para acelerar el crecimiento económico. Esta debe ser una de las áreas de cooperación para lograr conjuntamente el crecimiento económico.

Estos objetivos establecidos por los BRICS, darán un nuevo impulso a la cooperación económica global. Por ejemplo, el comercio y las inversiones de BRICS, con los países de bajos ingresos, han servido como el principal sistema de apoyo después de la crisis financiera mundial.

  1. Igualmente, en el documento oficial, ya citado y titulado «Estrategias BRICS», se especifica las siguientes funciones:
  1. Cambio Económico de BRICS, así como otras plataformas acordadMejorar el acceso a los mercados y facilitar las interconexiones de los mercados.
  2. Promover el comercio y la inversión mutuos y crear un entorno empresarial favorable para los inversores y empresarios en todos los países BRICS.
  3. Ampliar y diversificar la cooperación comercial y de inversión que contribuya a la creación de valor añadido entre los países del BRICS.
  4. Fortalecer la coordinación de las políticas macroeconómicas y aumentar la resiliencia ante las crisis económicas externas.
  5. Facilitar el intercambio de información a través de la Secretaría Virtual de BRICS y la Plataforma de Intercas.

8) Y finalmente, los países BRICS, reúnen características que se consideran claves para el potencial de crecimiento económico, como son la gran extensión territorial, la riqueza en recursos naturales y población absoluta, lo que puede traducirse en mayores oportunidades y competitividad.

– A estos factores de crecimiento se suman otros rasgos característicos de las economías emergentes:

+ Ingreso per cápita menor al promedio.

+ Potencial de crecimiento rápido.

+ Volatilidad de sus mercados.

Reiteramos que, ante lo expuesto anteriormente, los BRICS+ tienen una estructura administrativa, objetivos, metas, principios, funciones y características, que revelan que Venezuela sí cumple con los requisitos para poder ingresar a al organismo multipolar.

Además, según el escritor Luis Britto García señala que, «como alternativa, el Brics+ propone una divisa con respaldo de 40% en oro y recursos naturales, y un 60% en una canasta de monedas de los miembros, llamada 5-R por su composición en reales, rupias, rublos, renminbis y rands. Venezuela, el país con la primera reserva de oro de América Latina, y segunda de América a pesar del latrocinio efectuado por el Bank of England, podría contribuir a ese respaldo, que a su vez implicaría la desdolarización global, la dilución del efecto de las medidas coercitivas unilaterales y el fin del mundo unipolar.

Finalmente, para aclarar la posibilidad o los caminos que tiene Venezuela para ser parte de los BRICS+, en el ámbito práctico de las diferentes formas en las que el BRICS ha buscado ampliar su membresía, evaluando así, cuáles han sido los criterios y condiciones que se han aplicado hasta el momento en el proceso de admisión de nuevos miembros, que es el principal aporte de este artículo, los vemos:

  1. Los BRICS han incorporado miembros en tres lugares institucionales diferentes:

– a) Los miembros que componen el acrónimo inicial.

– b) Los BRICS plus.

– c) El Nuevo Banco de Desarrollo NBD.

En cada uno de los casos, los procedimientos seguidos no fueron similares, pero, sí, fueron experiencias que informaron e incidieron en la manera en que se dieron las posteriores negociaciones y deliberaciones, en relación con quiénes incorporar, dónde hacerlo y en qué momento.

Pero haciendo un resumen de la historia de estos tres lugares diferentes y sus procedimientos, para asociarse a los BRICS+, por parte de los países fundadores, serían los siguientes:

  1. Todos los países han entrado, con el auspicio de uno de los países miembros, siendo casi siempre el miembro fundador proveniente de la región correspondiente el que asume este papel.
  2. El tener vinculaciones económicas de importancia con varios de los miembros fundadores.
  3. Siempre se ha procurado, durante el proceso de incorporación, el mantener una representación equitativa de todas las regiones, a las que pertenecen los países fundadores.
  4. Otra posibilidad es hacerse socio del Nuevo Banco de Desarrollo NBD, cumpliendo todos los requisitos necesarios, y de allí ser potencial asociado a los BRICS+.

Es evidente, que Venezuela reúne casi la totalidad de las características y/o es poseedor de condiciones para ser miembro de los BRICS+; además de todos los rasgos, símbolos, lenguaje corporal y actitudes de parte de los miembros de los BRICS+ en Kazán-Rusia, hacia Venezuela que fueron igualmente obvios.

30 de octubre, 2024