Nuevo informe del #IPCC sobre 1,5°C muestra grandes diferencias entre el calentamiento a 1,5°C y a 2°C. El mundo tiene que actuar AHORA para evitar el #cambioclimático
“Estamos en estado de emergencia climática. El informe del @IPCC sobre 1,5°C ilustra descarnadamente la diferencia entre el calentamiento a 1,5°C y a 2°C; para muchos en todo el mundo esta diferencia es de vida o muerte. Es vital mantener el aumento de la temperatura bien por debajo de 1,5°C, pero la evidencia presentada por el IPCC muestra que la ventana de oportunidad para hacerlo es pequeña y sigue achicándose. Hay activistas movilizados en todo el mundo exigiendo que se ponga punto final a los combustibles fósiles, las energías sucias y las tecnologías peligrosas. Queremos que la transición a un sistema energético limpio beneficie a los pueblos, no a las corporaciones”.
“Sólo un cambio radical de sistema ofrece una trayectoria esperanzadora que nos libere del derrotismo. Sólo transformando radicalmente nuestros sistemas energéticos, alimentarios y económicos podremos evitar una catástrofe climática y que el calentamiento exceda 1,5°C”.
IPCC señala en su reciente informe que se necesitan cambios de gran alcance
Experto salvadoreño en Cambio Climático visita Costa Rica
FECON, 9-10- 2018. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) emitió el pasado 8 de octubre su último informe en el cual asegura que “Para limitar el calentamiento global a 1,5 °C se necesitarían cambios de gran alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad”.
El informe especial del IPCC sobre el calentamiento global se respalda en más de 6000 referencias de investigaciones de 133 autores y científicos de 40 países distintos, asegura que el planeta ya está sufriendo consecuencias de un calentamiento de 1°C. Entre estas: condiciones meteorológicas más extremas, crecientes niveles del mar y un menguante hielo marino en el Ártico.
Entre las alarmas que lanza este informe destaca que los arrecifes de coral disminuirían entre un 70% y un 90% con un calentamiento global de 1,5°C, mientras que prácticamente todos ellos (> 99%) desaparecerían con uno de 2°C.
En el informe se señala que para limitar el calentamiento global a 1,5°C se necesitarían transiciones «rápidas y de gran alcance» en la tierra, la energía, la industria, los edificios, el transporte y las ciudades. Sería necesario que las emisiones netas globales de dióxido de carbono (CO2) de origen humano disminuyeran en 2030 alrededor de un 45% respecto de los niveles de 2010.
Al mismo tiempo el Dr. Ricardo Navarro, experto en ciencias climáticas, visita el país y dará una conferencia abierta este jueves 11 de octubre, a las 4:30 PM en la casa Claretiana de Ejercicios Espirituales, en San Francisco de Guadalupe. Desde la Federación Costarricense para la Conservación de la Naturaleza invitamos a este espacio.
Contacto:
Mariana Porras, Coecoceiba Amigos de la Tierra, teléfono: 83022360
Los humanos han ignorado las lecciones del pasado y desde hace unos 11 000 años han destruido la diversidad de las especies, así como también han contribuido a deteriorar la tierra, el mar y el aire
El sapo dorado (Incilius periglenes), icono de Monteverde, fue avistado por última vez en 1989.
La ecologista Martha Crump, quien registró los rituales de apareamiento del sapo dorado en 1987, narra lo siguiente en su libro En busca de la rana dorada (2000): “Estoy inmersa en la fría niebla de este asombroso bosque de Costa Rica, porque como bióloga investigo fenómenos nuevos y apasionantes. Esta es mi búsqueda personal de la rana dorada, o como Jay Savage lo expresara: ‘la búsqueda de la verdad mística y la belleza de la naturaleza’”. El sapo dorado, icono de Monteverde, fue avistado por última vez en 1989 y es parte de la extensa lista de los animales extintos.
Se calcula que en el planeta habita cerca de un millón de millones de especies diferentes, de las cuales el 99,9995 % son bacterias y arqueas (sin núcleo) que escapan a la vista. El restante 0,0005 % son eucariotas (con núcleo), de los que 30 millones son insectos, arácnidos, moluscos, crustáceos y otros invertebrados; 85 000 son mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces; 300 000 son plantas, y 700 000 son hongos, protozoarios y cromistas.
Sin embargo, las especies no son eternas y están destinadas a la extinción, algunas más temprano que otras.Todo depende de su adaptabilidad y de la contingencia de los eventos. Se ha estimado que cerca del 99,9 % de las especies multicelulares, que alguna vez habitaron la tierra, se extinguieron. Es probable que para el año 2100, la mitad de las plantas y vertebrados que existen habrá desaparecido. “La extinción es la regla, la supervivencia es la excepción” (Carl Sagan, 1934 – 1996).
Desde la perspectiva geológica, se han registrado cinco extinciones masivas de los organismos multicelulares, todas causadas por catástrofes naturales. La primera ocurrió hace unos 444 millones de años durante la transición del Ordovícico al Silúrico, cuando cerca del 86 % de las especies (todas marinas) fueron borradas de la faz de la tierra.
La segunda sucedió unos 375 millones de años atrás durante el Devónico tardío, con el 75 % de las especies desaparecidas. La tercera y más severa de todas transcurrió al final del Pérmico, hace unos 251 millones de años, con la eliminación del 96 % de las especies. Se estima que toda la vida multicelular que existe desciende de ese 4 % que sobrevivió.
La cuarta extinción mató al 80 % de las especies al final del Triásico, unos 200 millones de años atrás. Por último, hace 66 millones de años, al término del Cretáceo, cerca del 76 % de las especies murieron, entre ellas los famosos dinosaurios, las amonitas, muchas plantas y grandes reptiles voladores como los pterosaurios.
Todo apunta a una sexta extinción masiva, esta vez causada por una especie de mamífero bípedo, desnudo y de cabeza grande, cuya siniestra actividad es modificar al medio ambiente: el Homo sapiens. Este sexto período se inició al final del Pleistoceno, hace unos 100 mil años, cuando los humanos empezaron a migrar de África hacia otros continentes.
Durante esa época se presentaron varias glaciaciones, interrumpidas por períodos en los que el hielo se retiraba. Aunque es posible que el cambio climático pusiera estrés a la flora y a la fauna de entonces, el consenso es que la principal causa del cambio del paisaje en los continentes y de la extinción de muchos animales y plantas fue la acción de los advenedizos humanos; todo producto de las cacerías y destrucción de la floresta mediante las quemas y talas.
Por ejemplo, la desaparición del 71 % de las especies de los vertebrados de Oceanía coincide con la llegada de los humanos a Nueva Zelanda, Australia y Nueva Guinea hace unos 60 000 años. Entre los animales extintos está la megafauna, que incluía marsupiales gigantes como canguros y diprotodontes, aves como el pichón gigante y reptiles como enormes cocodrilos y lagartijas.
Del mismo modo, el arribo de humanos al continente americano, 15 000 años atrás, coincide con la desaparición del 78 % de la megafauna, por ejemplo, camellos, caballos, renos, bisontes, perezosos gigantes, osos, felinos y mamuts, entre otros. Algo similar ocurrió en Madagascar hace 1 600 años, cuando la megafauna fue eliminada de esa isla a partir de la venida de los primeros humanos desde Indonesia.
Desde la perspectiva geológica, se han registrado cinco extinciones masivas de organismos multicelulares causadas por catástrofes naturales. Todo apunta a una sexta extinción masiva, esta vez causada por la especie humana (infografía: Edgardo Moreno y Rafael Espinoza).
La “edad de los humanos”
Las extinciones antropogénicas; es decir, mediadas por los humanos, se aceleraron hace unos 11 000 años, con la aparición de asentamientos en las diferentes regiones. Estos han ido en aumento hasta crear las metrópolis del presente.
De acuerdo con Paul Crutzen, Premio Nobel de Química 1995, a esta nueva época se le debe conocer como el “Antropoceno”; es decir, la ‘edad de los humanos’. Si bien la extinción masiva no es única del actual período, sí lo es la forma en que ella ocurre. Los científicos la han delimitado de acuerdo con cuatro características interdependientes.
La primera de ellas es la homogeneización de la flora y la fauna a nivel global. Nunca antes la Tierra había experimentado el intercambio masivo de especies entre diferentes latitudes ni la dispersión rápida de organismos exóticos de un lugar a otro. Esto ha llevado a confrontaciones ecológicas y a que se propaguen enfermedades, tal y como ha ocurrido con los cerdos ferales en varias islas, incluyendo la del Coco.
En segundo lugar, los humanos son los principales predadores de la tierra y del mar. Ninguna otra especie puede reclamar tal distinción. La humanidad usa cerca del 35 % de la producción neta del planeta para sus propios fines. A esto hay que añadir el consumo desmesurado de combustibles fósiles, lo cual constituye una minería irrestricta de la biosfera del pasado.
El tercer rasgo alude al poderío que tienen los humanos para redirigir la evolución mediante varios procedimientos ingeniosos y algunos perversos. Los más obvios son la domesticación de las plantas y los animales, la erosión y modificación de grandes territorios silvestres para la agricultura, la ganadería, el urbanismo y la explotación indiscriminada de los océanos, todo para alimentar a la gran masa humana.
La última y más severa acción es la “tecnósfera”, término acuñado por Peter Haff para describir un sistema global tecnosocial que consume gran cantidad de energía. Este sistema está compuesto por las sociedades humanas, todos sus artefactos y sus sistemas tecnológicos, así como por los procedimientos y vínculos necesarios para que funcione.
La tecnósfera se reproduce y se eleva por encima de la humanidad y no puede ser eliminada sin causar enormes estragos a su creador. Ella domina y mata a diferentes especies de manera directa o indirecta, incluyendo a la misma que la creó: el Homo sapiens. Solo basta recordar la hecatombe de Hiroshima y los accidentes en Chernóbil y Fukushima; eso sin tomar en cuenta la contaminación y el calentamiento global antropogénico que se incrementó exponencialmente desde la revolución industrial.
Aunque la historia es a veces ingrata, ella ayuda a comprender el presente y a anunciar el futuro. Los humanos han ignorado las lecciones del pasado y han desplazado, aniquilado y diezmado la diversidad de las especies.También han contribuido a deteriorar la tierra, el mar y el aire.
Es evidente que se han convertido en los depredadores supremos, incluso de sí mismos, y, por tanto, seguros candidatos para la extinción prematura en un universo que, después de todo, es indiferente al destino de los humanos.
Edgardo Moreno Robles
Catedrático de la Facultad de Microbiología e investigador del Instituto Clodomiro Picado (ICP)
Sede de Occidente de la UCR registra 58 proyectos de Acción Social
Trabajo de la Etapa Básica de Artes Plásticas (ED-71) con niñas y niños ramonenses. – foto cortesía del proyecto.
Hace 50 años, San Ramón se convirtió en el segundo hogar de la Universidad de Costa Rica (UCR). Junto con las carreras y las aulas, nació un espacio para el desarrollo de la acción social en la región de Occidente, que a la fecha cuenta con 58 proyectos activos y miles de personas participantes.
La acción social en la Sede de Occidente abarca amplias temáticas y poblaciones. Así como hay proyectos relacionados con temas como música, baile y educación, también se trabaja sobre salud psicológica, alfabetización tecnológica, cambio climático y recurso hídrico. La participación es extensiva para niños, niñas, adolescentes, adultos mayores, centros educativos y organizaciones sociales.
Además, conviven proyectos con una larga trayectoria e iniciativas recientes y novedosas. El Conservatorio de Música de la Sede de Occidente (ED-577) y el Centro Infantil Laboratorio Ermelinda Mora (ED-70) tienen 30 años de existir, mientras que los proyectos Estimulación Sensorial por medio del Masaje Infantil (ED-3335) y la Consultoría Filosófica Costarricense (ED-3347) comenzaron a trabajar en 2018.
Kattia Guevara Rojas es la coordinadora de Acción Social de la Sede de Occidente desde hace solo dos meses. Sin embargo, ha estado vinculada a este campo por medio de la música durante muchos años y ahora tiene la tarea de utilizar su experiencia para potenciar un trabajo extensivo y en armonía con las comunidades.
“Para mí la acción social es todo ese trabajo de vinculación de la universidad en todos sus quehaceres hacia la comunidad. Es todo el trabajo que se refleja, que se vislumbra en la comunidad. Es un trabajo de muchísima responsabilidad de la Universidad de Costa Rica, pues se trata de la visión que tienen las comunidades acerca de lo que nosotros hacemos en la universidad”, comentó Guevara.
Los proyectos tienen incidencia en Palmares, Naranjo, Grecia, Sarchí, San José, Golfito, Los Chiles, Upala, San Vito, entre otras zonas. Además, el gran énfasis artístico de su labor permite que visiten muchas comunidades a través de recitales o conciertos; y, mediante la realización de actividades como el Festival Artístico Internacional del Recinto de Grecia (EC-452), se proyectan internacionalmente.
Marlene Alfaro Alfaro, coordinadora de la Sección de Extensión Docente, resalta la disposición de la Sede a compartir saberes y encontrar soluciones conjuntas, no a dar asistencia. Se trata de dar herramientas y recursos que permitan a las personas participantes desarrollar sus habilidades, conocimientos y competencias.
“La acción social me apasiona, creo que es la parte más humana de la UCR porque permite crecer, abrirse; no solamente en la parte del desarrollo académico y docente, sino que le permite al docente, al funcionario universitario, trabajar con la comunidad. Y eso es muy gratificante, muy hermoso. Se aprende mucho, trabajar con la comunidad te enseña, alegra la vida”, agregó.
Angélica Castro Camacho
Unidad de Comunicación Vicerrectoría de Acción Social
La contaminación se enreda en sus raíces, el cambio climático los golpea y acciones humanas amenazan su supervivencia, aunque nos protegen de los huracanes y son la cuna de muchas especies animales
Los manglares y otros ecosistemas marítimos son amortiguadores naturales de fenómenos, como inundaciones y fuertes oleajes. – foto Cristian Araya Badilla.
Si no conoce un manglar, es posible que la palabra lo remita a un espacio húmedo y con zancudos, rodeado de lodo y con algunos árboles colgantes. Pero lo cierto es que estos ecosistemas son protectores de vida: bajo sus aguas guardan múltiples funciones que benefician al ser humano y, además, cientos de especies de animales hacen de los bosques de manglar su hogar.
Sin embargo, estos bosques salados, aliados estratégicos contra los efectos del cambio climático, padecen las consecuencias de las acciones humanas insostenibles con el medio ambiente, lo cual afecta la economía de las comunidades aledañas.
Los manglares, que son reconocidos como humedales, entretejen múltiples funciones naturales: son el hábitat de cientos de especies vegetales y la cuna de animales de importancia comercial, como peces, cangrejos y moluscos.
“Estos ecosistemas le proveen alimento y refugio a una gran cantidad de especies que llegan a desovar; ahí tienen su nicho y cuando están en etapa adulta migran hacia mar abierto. Además, sus raíces atrapan sedimentos que vienen de los ríos y evitan que lleguen al mar y afecten a otros ecosistemas, como arrecifes de coral”, explicó Margarita Silva Benavides, especialista en ecología de manglares de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Además, la contribución de los bosques de manglar en el almacenamiento de carbono en sus plantas y suelo es mayor que la de un bosque tropical, según expertos. Esta captura es conocida como «carbono azul».
“Uno de los puntos importantes de la discusión que tuvimos en La Haya fue esa capacidad que tienen los ecosistemas de humedales y manglares de desempeñar funciones como la fijación de gases de efecto invernadero, la protección de las zonas costeras, la contribución en la formación del suelo y la prevención de la erosión”, explicó Bernardo Aguilar González, director de la Fundación Neotrópica, al hacer referencia al fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el caso de Costa Rica contra Nicaragua.
Si se pudiera comparar a los manglares o humedales con algún objeto, este sería un escudo; puesto que, por sus características y su composición, cumplen un papel primordial al proteger las costas de la erosión y al absorber la lluvia. Igualmente, son una barrera efectiva contra fuertes vientos provenientes de tormentas y huracanes.
Así lo refuerza el más reciente informe del Estado de la Nación al indicar que ecosistemas como los manglares, los bosques y los ríos absorbieron gran parte de la carga de la precipitación durante el huracán Otto, que afectó al territorio nacional a finales de noviembre de 2016 con serias consecuencias.
“Los humedales, por ejemplo, retuvieron los excesos de precipitación y escorrentía, y cumplieron una función al retener sedimentos”, explica el informe.
A pesar de esto, gran parte de la población ignora los beneficios que los diversos ecosistemas incluidos en los humedales, como los manglares, cumplen en condiciones adversas como los huracanes. Mientras tanto, la contaminación y las drásticas transformaciones humanas imperan en los manglares del país.
¿Qué importancia tienen los manglares? Desde atrapar contaminantes hasta generar beneficios económicos para las comunidades cercanas. – diseño Rafael Espinoza.
¿Cómo han sufrido los manglares?
Y es que los manglares ven llegar de todo a sus terrenos: plaguicidas, productos farmacéuticos y detergentes, por nombrar solo algunas de las sustancias que contaminan sus raíces diariamente. Además de la contaminación, el cambio del uso de la tierra y la presión de proyectos inmobiliarios amenazan la supervivencia de estos ecosistemas.
En Costa Rica, según el XXI Informe del Estado de la Nación, desde inicios de los años noventa la cobertura nacional de bosques de manglares ha disminuido: en 1992 se contabilizaban 51 350 hectáreas y para el año del estudio la cobertura correspondía a un 0.7 %, es decir, 37 420 hectáreas; esto representa una reducción de 13 930 hectáreas.
A partir de este año, el Sinac cuenta con un dron fotogramétrico “con una precisión que cubre los requerimientos del Instituto Geográfico Nacional para clasificar manglares. A partir de este 2018 estamos con la planificación de sobrevuelos sobre los manglares, comenzamos por la costa del Pacífico”, explicó Jacklyn Rivera, coordinadora del Programa Nacional de Humedales de esa institución. Por otro lado, la expansión de cultivos y otras actividades, como las salineras, han provocado que estos ecosistemas desaparezcan. De acuerdo con el Informe del Estado de la Nación 2017, los cambios en el uso del suelo y la invasión de zonas protegidas por el crecimiento de cultivos se relaciona de manera directa con la pérdida de manglares.
En el 2017, el Proyecto Humedales del Sinac encontró que en el Humedal Nacional Térraba-Sierpe, en la provincia de Puntarenas, se había desaguado 1310 hectáreas para dedicarlas a la ganadería y, posteriormente, a la producción de arroz y palma africana, entre el 2008 y el 2016.
“El tema de la contaminación lo abordamos por medio de los programas de control y protección que tienen las áreas de conservación y las denuncias. Hay un fuerte impacto por parte de la actividad agropecuaria y es ahí donde se nos sale de las manos. El Sinac aprovecha los espacios de coordinación con el Ministerio de Agricultura y Ganadería, pero sigue siendo una debilidad en la parte de vinculación de la agenda agro y la agenda ambiental”, explicó Rivera.
Los humedales representan un 7 % del territorio nacional. Asimismo, se estima que el 0.8 % del país es zona clasificada como manglar. El aporte que estas áreas generan, por medio del almacenamiento de carbono y del valor económico que representan, pone la lupa de las comunidades costeras y cercanas a los humedales en la protección de estos ecosistemas.
Este artículo pertenece al suplemento C+T, que es publicado mensualmente en el formato impreso del Semanario Universidad. Puede encontrarlo el primer miércoles de cada mes. (Diseño: Rafael Espinoza).
Comunidades en acción
El sustento de decenas de familias que habitan en lugares aledaños depende de los manglares que reposan en los principales humedales del país.
Los servicios ambientales que estas áreas ofrecen permiten a los habitantes de las zonas cercanas realizar actividades de subsistencia, como el ecoturismo, la pesca y la extracción de pianguas y otros moluscos para su comercio.
“Aquí en Costa Rica hay muchas localidades costeras que trabajan en pro de los manglares, como en el Golfo Dulce, en el Golfo de Nicoya o en el Pacífico Central, donde hay grupos organizados de las propias comunidades que aprovechan el manglar de una manera sostenible, en el sentido de que están sometidos a un plan de manejo y permisos respectivos”, explicó Silva.
De esto es ejemplo la Asociación de Pescadores y Piangüeros del Golfo Dulce (Asopez), quienes trabajan en la recolección de semillas y posterior plantación de mangle, en viveros cercanos a Playa Colibrí en el sector de Osa.
“También trabajamos en un vivero de ostras y en la parte de turismo. En el mangle hacemos un turismo educativo y en junio hacemos un festival en el que realizamos charlas para enseñarle a comunidad la importancia del mangle y cómo protegerlo”, explicó Gisela Víquez, secretaria general de Asopez.
Por otro lado, actores como la Fundación Neotrópica buscan combinar la responsabilidad social corporativa con acciones que generen beneficios para los manglares y las comunidades aledañas; entre estas se encuentran: reforestar los bosques de manglar, educar a la población y realizar capacitaciones sobre actividades productivas sostenibles por medio de programas como Carbono Azul Comunitario.
Desde el 2017, los humedales del país cuentan con la Política Nacional de Humedales, que señala acciones encaminadas a la conservación y el aprovechamiento responsable de estos ecosistemas, y con un marco de acción del 2017 al 2030 que incluye manglares y pantanos, entre otros.
“Se están ejecutando los planes de gestión local de los sitios Ramsar, básicamente son un instrumento que permite implementar las acciones de los planes generales de manejo de las áreas protegidas que coinciden con estos sitios”, explicó Rivera.
El secuestro de carbono es una de las alternativas utilizadas para reducir el CO2 de la atmósfera
La rehabilitación de suelos degradados o terrenos sobreexplotados para la agricultura es una de las metas en la mira de expertos en cambio climático. Foto: archivo ODI, UCR.
El dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efecto invernadero y ha llegado a alcanzar niveles récord de concentración en la atmósfera. Por eso, luchar contra el cambio climático significa también buscar la manera de reducir este gas por medio de diversas acciones, como el secuestro de carbono.
Además de la reducción de las emisiones del CO2, otra de las alternativas que se estudia y se está poniendo en práctica a nivel mundial es remover el dióxido de carbono de la atmósfera y almacenarlo en reservas terrestres, es decir, en el suelo.
Las prácticas agrícolas que se han mantenido a lo largo de los años y la expansión urbana han dado como resultado la pérdida de carbono en la tierra. Por esto, a nivel global se ha investigado acerca del secuestro de carbono, que consiste en el almacenamiento de este elemento químico en la biomasa del suelo.
“Se refiere a cómo usted toma el dióxido de carbono de la atmósfera, lo convierte en materia orgánica a través de la acción de las plantas y lo deja retenido en el suelo; pero ahí aparece la principal confusión, y es que la gente asume que ya porque se tiene materia orgánica en el suelo, ya secuestró el carbono, eso no es así”, explicó la Dra. Cristina Chinchilla Soto, investigadora del Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
“El secuestro se refiere a la permanencia (del carbono) en el suelo”, añadió Chinchilla.
El Dr. Rattan Lal, director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (CMASC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Ohio, Estados Unidos, brindó la charla »»Secuestro de carbono y cambio climático»» en las instalaciones de la UCR. – foto Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
Carbono, agricultura y cambio climático
La rehabilitación de suelos degradados o utilizados como terrenos para cultivos, y su utilización de una manera más adecuada, que contribuya al almacenamiento de carbono, es una de las principales metas que los expertos de todo el mundo se han planteado en los últimos años.
Los niveles adecuados de carbono en el suelo colaboran además a que este se convierta en un terreno fértil y con mayor resiliencia ecológica tras perturbaciones, previene la erosión e incrementa la biodiversidad.
“También aumenta la ecoeficiencia de los fertilizantes, del agua, de la irrigación de la variedad en los cultivos, de los nutrientes. Todos ellos dependen de la calidad y salud del suelo”, explicó el Dr. Rattan Lal, director del Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (CMASC, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Ohio, Estados Unidos, en una charla brindada en la UCR.
Así, las actividades agrícolas pueden contribuir a la mitigación del cambio climático mediante prácticas adecuadas de cultivo y tratamiento de la tierra; de igual forma, de alternativas como el secuestro de carbono atmosférico en la forma de carbono orgánico en el suelo. Para esto, los agricultores deben buscar la manera de aportar, de forma continua, más materia orgánica al suelo.
La investigadora del Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA), Cristina Chinchilla Soto, trabaja en el tema de secuestro de carbono en el país y el efecto de la mínima labranza sobre la estabilidad de este elemento en cultivos de arroz. – foto Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.
“Por ejemplo, usted tiene un suelo muy mecanizado, donde pasa la labranza cada tres meses y el terreno queda desnudo, eso es un suelo que no tiene estructura y la materia orgánica encima probablemente se va a descomponer muy rápido, pero un suelo bien estructurado y tratado va a tener agregados y allí quedan sustancias de la materia orgánica, por lo que queda más protegido”, mencionó Chinchilla.
Para ambos expertos, cuidar del suelo y rehabilitar sus niveles de degradación no solo tiene que ver con la mitigación de efectos del cambio climático, sino también con la seguridad alimentaria y la biodiversidad, así como la seguridad en el acceso al agua y la energía; y que, como una especie de espiral, el fin mayor es la armonía mundial.
Por eso, según Lal, debe existir legislación en relación con la salud del suelo, del agua, del aire y humana, que sean implementadas de manera conjunta. “Usted no puede separarlas”, dijo el experto.
“No podemos permitirnos dejar el suelo fuera de los objetivos de mitigación del cambio climático, el suelo debería ser central”, reafirmó.
“Si me preguntan qué sugeriría para mitigar el calentamiento global y acabar con el hambre, la única respuesta racional sería cambiar la forma en que tratamos nuestros suelos para producir, transportar, procesar y consumir nuestra comida”, dijo el Dr. Rattan Lal.
CICA trabaja contra el cambio climático
El Centro de Investigación en Contaminación Ambiental (CICA) de la UCR, trabaja actualmente en un proyecto en la zona el cantón de Parrita, Puntarenas, que pretende evaluar el efecto de la mínima labranza sobre la estabilidad del carbono y secuestro de este elemento químico en cultivos de arroz.
“Es un proyecto nuevo financiado por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en el cultivo de arroz, que tiene que ver con el efecto de la mínima labranza sobre el carbono del suelo”, explicó Chinchilla.
La investigadora, experta en ecología y cambio climático, realizó una pasantía en el Centro de Manejo y Secuestro de Carbono (Carbon Management and Sequestration Center) de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, gracias a la beca Norman E. Barloug para Ciencia y Tecnología Agrícolas, otorgada por el Departamento de Agricultura de ese país.
Ahí, el mentor de Chinchilla fue el científico Rattan Lal, quien visitó recientemente la Universidad de Costa Rica, donde brindó la charla »Secuestro de carbono y cambio climático» y además visitó el proyecto que Chinchilla trabaja en Parrita.
Otra derrota para los intereses que quieren amarrarnos a la contaminación y agravar el cambio climático con el extractivismo petrolero.
La Sala de forma unánime declaró sin lugar una acción de inconstitucionalidad presentada contra los Decretos Ejecutivos números 36693-MINAET, 38537-MINAE y 40038 que se emitieron en la pasada y actual administración para establecer una moratoria para la exploración y explotación de petróleo hasta la celebración del bicentenario de la Declaración de Independencia de Costa Rica en 2021.
La sentencia 2018-3850 del 7-3-2018 resolvió los alegatos legales del Colegio de Geólogos de Costa Rica, aduciendo lesiones a la jerarquía normativa y a su derecho al trabajo. La sala volvió a legitimar las moratorias amparados en las potestades del Poder Ejecutivo y compromisos internacionales contra el cambio climático.
Esta moratoria es un logro de 20 años de movilización ecologista y comunitaria (Semanario Universidad, 15-4-2015). En la década de los noventas se aprobó una Ley de Hidrocarburos, aún vigente, de estilo colonial que regala nuestro petróleo a las trasnacionales a cambio de comprárselos a precio de mercado internacional, para que se realizaran dos licitaciones que entregaron tierras del Caribe en 1997 a la empresa Harken y de la zona norte, en el 2000, a la Mallon Oil ambas concesiones representaban el 30% del territorio nacional.
Sin embargo, después de una histórica campaña de resistencia ante las concesiones del Caribe, a la empresa Harken se le rechazó su Estudio de Impacto Ambiental necesario para iniciar su actividad (Ver más en Revista La Bici 1 y La Bici 2: http://www.grupoadela.org/labici). La decisión fue histórica pues por primera estableció límites ambientales para este tipo de mega-inversiones y se demostró técnicamente los que eran mayores los costos que los beneficios. La concesión en la zona norte se detuvo durante varios años por recursos legales y finalmente nunca se concretó con la firma de un contrato (ver más en: http://bit.ly/1ul5Utl ).
Como respuesta a esta oposición legal y técnica a estas dos licitaciones el presidente Abel Pacheco (2002-2006) declaró una moratoria petrolera que fue apoyada contradictoriamente al final del Gobierno de Arias al negarse a firmar el contrato con la Mallon Oil pero firmando un acuerdo con China. Harken también amenazó con demandar al país, pero no tuvo suerte en sus intenciones. Finalmente, el anterior gobierno adoptó el decreto ampliado hasta 2021 por la actual administración.
La sociedad costarricense llegó a un importante consenso de que nuestro desarrollo no debe basarse en la industria extractiva. Esta decisión nace de la certeza de que nuestros bosques, humedales, mares, nuestra gente y la democracia vale más que el oro o el petróleo.
La sentencia de la Sala nos deja una moratoria petrolera más resistente a los vientos del fundamentalismo neoliberal. Esta moratoria nos consolidaría como el primer país libre de industrias extractivas transitando hacia una sociedad pospetrolera y más armoniosa con el ambiente.
(*)Profesor y coordinador del Programa Kioscos Socioambientales UCR.
Hoy jueves 23 de noviembre se llevará a cabo una reunión, convocada esta misma semana por el MINAE, en la cual el sector ecologista y de conservación de la biodiversidad deberá elegir a quienes le representarán en el Consejo Consultivo Ciudadano de Cambio Climático, conocido como “5C”, que fue creado mediante el decreto ejecutivo N°40615. Este Consejo, según el decreto, será una instancia de auditoría ciudadana a cargo de analizar, discutir y apoyar el trabajo de los diferentes ministerios, en cumplimiento de la Ley número 9405 que refrenda el Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
“La convocatoria se realizó con muy poco tiempo y hubo poca difusión” declaró Mariana Porras de COECOCEIBA-Amigos de la Tierra Costa Rica. “Esto, no permite que las organizaciones podamos discutir cómo puede darse nuestra participación y quienes podrán representarnos a nuestras organizaciones y al trabajo que realizamos sobre todo a aquellas que trabajamos y construimos junto a muchas organizaciones comunitarias que no cumplen con requisitos formales para participar en esta instancia como lo es, estar registradas ante el Registro de Asociaciones, pero que aportan día a día al cuidado de sus territorios y en la lucha contra las causas que provocan el cambio climático” añadió Porras.
La convocatoria a esta elección no solo es tardía sino que contrasta con lo establecido en el decreto de conformación del Consejo: mientras en el decreto se presentan los requisitos, la carta solo invita a participar generando gran confusión. “No entendemos por qué la convocatoria se hace con tan poca antelación y además dejando por fuera a importantes organizaciones ecologistas del país ya que creemos que todas tienen algo que aportar sobre esta crisis climática, especialmente las que vienen de comunidades afectadas por esta crisis ambiental y cuyas voces al parecer no serán escuchadas” terminó Porras.
Creemos que la convocatoria a esta reunión debe ser cancelada y en su lugar, el MINAE como autoridad, debe convocar a una nueva reunión con tiempo suficiente para que las organizaciones puedan prepararse. Esta convocatoria debe ser amplia. Así, el gobierno de la acción ciudadana podrá hacer honor a uno de los pilares por los cuales fue electo y hacer del Derecho Humano a la participación ciudadana un derecho y no un slogan.
Además, sobre el tema de cambio climático y las causas que lo provocan nos preocupa:
En esta comisión se dedicará a monitorear la ejecución del Acuerdo de París acordado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que creemos que pudo ser mucho más ambicioso. Este acuerdo permite a los gobiernos elegir sus propias metas y no existe un mecanismo global para garantizar que todos esos acuerdos voluntarios contribuirán a una reducción global de gases de efecto invernadero que sea suficiente para lograr la meta oficial de no sobrepasar los 2°C de calentamiento. Por el momento, incluso en caso de que se cumplieran las promesas realizadas (y aquí el “en caso de” es una condicionante muy importante), probablemente conducirán a un calentamiento desastroso de 2,7 a 3,5°C.
Además, a pesar del mensaje positivo en gran parte de los medios, el Acuerdo de París no contribuye a la justicia climática: es un acuerdo débil que permite a los países ricos eludir sus obligaciones de implementar una cuota justa de reducción de emisiones y de proporcionar financiamiento para la transformación energética y la adaptación a los países en desarrollo, sobre la base de su responsabilidad histórica. Más aún, prácticamente no hay cifras o metas claras en el texto para garantizar una acción ambiciosa frente al cambio climático.
La importancia de la Equidad y las ‘Responsabilidades Comunes pero Diferenciadas’ (un elemento histórico de enorme importancia) fue socavada. En términos generales, el Acuerdo de París no da respuesta a las demandas populares que exigen una transformación sistémica de nuestras sociedades, nuestras economías y nuestro mundo.
En la COP23 que se celebró hace unos días, terminó con metas también poco ambiciosas, se esperaba que avanzara en la financiación climática y el apoyo a las personas que ya habían sido afectadas por el cambio climático en el sur global (pérdidas y daños) como un legado único de la presidencia del pequeño estado insular de Fiji. Pero se progresó muy poco en estos temas. Después de 6 años de estancamiento (desde la COP17) la negociación de nuevos mecanismos de mercado progresó rápidamente durante la COP e incluye elementos alarmantes como el traspaso de una gran cantidad de créditos del Protocolo de Kyoto, reglas de compensación del MDL, bosques tropicales / REDD + entre otros.
Las organizaciones ecologistas, seguiremos aportando y denunciando las causas que provocan el cambio climático y las soluciones al mismo. Algunas como el manejo comunitario del bosque y la agroecología ya existen en nuestro país y son fortalecidas día a día por muchas comunidades y organizaciones. Creemos además que es necesario un cambio importante en el patrón de producción y dejar el consumismo.
Es de trascendental importancia incluir a las comunidades campesinas y Pueblos Indígenas para construir una visión crítica común para que sean los propios actores quienes tomen las decisiones sobre lo que puede o no pasar en su territorio. Es necesario apoyar propuestas para la defensa y la recuperación de los bienes comunes, y esto implica el respeto de los derechos de las comunidades campesinas e Indígenas así como el reconocimiento del papel fundamental que desempeñan en la toma de decisiones relativas a sus bienes naturales.
Para mayor información: Mariana Porras, COECOCEIBA – Amigos de la Tierra al teléfono: 8302236 y al correo mariana@coecoceiba.org
*Imagen con fines ilustrativos tomada de cienciados.com
El Plan Nacional de Desarrollo 2015-2018 indica la urgencia de “fortalecer la respuesta ante los desastres de todas las instituciones”, bajo este reto, la Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional (UNA) y el Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM), unen esfuerzos para trabajar en conjunto con las municipalidades del país, con el objetivo de fortalecer las capacidades locales en la planificación y preparación para la atención de las adversidades del clima, definir políticas públicas, tomar decisiones y gestionar programas y proyectos climáticos donde se integren acciones de mitigación, adaptación y desarrollo.
El próximo 24 de noviembre a partir de las 8 a.m. en el auditorio del IFAM, los alcaldes municipales participarán en el foro: Red colaborativa de municipales del cambio climático, donde entre otros temas, investigadoras de la UNA presentarán resultados de una encuesta realizada a las municipalidades del país, donde se revelan datos sobre:
¿Cuánto se preocupan las municipalidades por temas como la escasez de agua, las enfermedades, migraciones o daños en infraestructura?
¿Dónde deben poner las autoridades mayor atención?
¿Cuáles acciones desarrollan las municipalidades para enfrentar el cambio climático?
Conozca además algunos de los resultados de experiencias locales de cambio climático: proyectos, planes de adaptación, y medidas prioritarias de adaptación y mitigación.
El rol de los gobiernos locales, la importancia de las redes de colaboración en América Latina y en Costa Rica, y la evolución de la política pública de los gobiernos locales en el tema de cambio climático, son parte del contenido que se desarrollará durante el foro.
Además, los alcaldes participantes firmarán una declaración para ser parte de la “Red de gobiernos locales de Costa Rica ante el cambio climático”, con el fin de fortalecer la institucionalidad y el diálogo municipal en la atención reducción de riesgo y adaptación al cambio climático, facilitando el intercambio de información, experiencias, tecnologías y movilidad de recursos financieros para acciones climáticas locales.
*** Para mayor información comuníquese con Vanessa Valerio (8338-4319) o con Sonia Arguedas (8820-7034) académicas de la Escuela de Ciencias Ambientales de la UNA o con la oficina de Comunicación de la UNA (2277-3066).
*Imagen con fines ilustrativos tomada de cienciados.com
Invito a leer, este informe, publicado la semana pasada (ver link abajo).
Al ser el documento más reciente, con una descripción acerca del cambio climático (i.e., calentamiento global antropogénico), contiene lo fundamental y lo más actualizado, y no sólo para Estados Unidos.
El texto está bien escrito y, aunque es un bloque de casi 500 páginas con muchos tecnicismos, al final está bien dosificado. Trump ni nadie lo impidió ni lo hizo editar, como quizás algunos pudiesen haberlo querido. Es posible que la presión por avanzar se está haciendo elevada internamente, gracias a la participación de muchos especialistas renombrados, todos del gobierno.
Se espera otro informe que será de más detalle en el ámbito del país, acerca de los impactos, y que saldría en 2018, cuando ya estará el IPCC-AR6 en proceso.
Ahora bien, desde mi perspectiva el enfoque de promedios y la baja resolución de los downscalings (aunque la mejoren un poco), es el enemigo principal de estos documentos, pues las proyecciones gruesas (hechas aquí y usadas por otros) terminan convirtiéndose en especulaciones y generalizaciones bastante groseras, que no ayudan y más bien le quitan el valor y el rigor a los esfuerzos científicos y políticos.
A pesar de que creo que el informe está bien hecho, creo que no dice, en la práctica, muchas cosas que uno pudiera decir y que se consideran nuevas, pertinentes y oportunas frente a lo que ya se ha venido insistiendo (e.g. el capítulo de modelos y de su incertidumbre, y el de los posible cambios abruptos por retroalimentación de las causas y consecuencias, lo cual no es considerado en la modelación y que se podrían destacar como que tienen énfasis diferentes).
En general, el informe ratifica lo que ya se sabe, pero quizás, como resumen que es y por las referencias que trae, puede ser muy útil.
Sin embargo, no se habla una palabra de la adaptación/gestión del riesgo, aunque ese no era su objetivo, pero uno siente que le hace falta, pues no es difícil concluir, con todo lo que se explica y ya se ha explicado antes, que se está muy lejos de poder neutralizar el problema con la simple reducción de las emisiones de gases, vapores y partículas a efecto de invernadero. Aparte de que aunque hubiese un consenso total sobre este detalle, su factibilidad, en la práctica, es mínima y esto se puede afirmar sin darle muchas vueltas al tema, a los datos y a los hechos, incluso independiente de lo que haga o diga Trump…