900, 500.000, 10.000: 5 minutos antes de la cuenta atrás
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Probablemente usted leerá esta columna horas antes o después del cambio de año. Una transición simbólica que al menos en mi caso implica considerar lo andado y plantearme nuevas expectativas ante lo que está por venir.
Estará por pasar o habrá pasado ya la declaratoria de cierre de año y la apertura de otro que comienza, todo en el marco de la solemnidad, la simbología o el silencio del momento. A cada quien su conteo. A cada quien su historia. La que importa.
Al cierre de las reflexiones que he compartido en este espacio en 2023 no puedo dejar de lado el rigor de las cifras, el valor del dato, pese a que por años es el enfoque cualitativo el que he preferido impulsar para mis estudios y escritos.
Terminamos este año 2023 con tres cifras que, pese a su aparente desconexión, revelan en su base la desigualdad y la inequidad existente en nuestras sociedades.
La primera cifra es de carácter doméstico. Al iniciar este año, en Costa Rica tuvimos uno de los meses de enero más violentos que se recuerden en la historia reciente con 73 homicidios solo en ese mes. Ese hecho hizo que las proyecciones y las prospectivas indicaran un número aterrador al finalizar el 2023: se decía que la cifra de homicidios podría alcanzar la devastadora cantidad de 900.
Y los cálculos no fallaron.
En lo que me senté a escribir este texto ya el conteo frenético llevaba 903 personas asesinadas en la Costa Rica excepcional y pacífica. Una estadística que quedará para siempre reflejada en la historia, como la más vergonzosa constatación de que el contrato social costarricense ha llegado a su término.
Pasada la pólvora y la borrachera de fin y principio de año y de cara a los comicios municipales, allí donde se teje territorialmente la red de la violencia homicida, el país debería entrar en un diálogo profundo y serio para detener este problema, que ya debería considerarse como el principal tema de salud pública a nivel nacional.
El segundo dato es realmente preocupante. Este año vio el aumento exponencial de personas migrantes por el mítico y peligroso paso del Tapón del Darién, un sitio inexpugnable, peligroso y riesgoso por el que han pasado cerca de 500.000 personas solo en 2023. Ni por asomo, parecido a la ya preocupante cantidad de 150.000 en 2022. El aumento de redes de tráfico de personas y la comercialización de este paso, ha provocado una severa coyuntura migratoria que está lejos de acabarse.
El tercer número es demoledor. Debe considerarse la última de las megacaravanas que hace unos días salió del sur de México con destino a la frontera norte. Formada por cerca de 10.000 personas, la colectividad migrante ha puesto a correr a las autoridades mexicanas y estadounidenses, para tratar de resolver con más seguridad y clausura de fronteras, una problemática a todas luces estructural.
Cabría aquí la sugerencia (respetuosa dirían algunos) de pensar en estos datos mientras hace su conteo para el cierre del año o su lista de metas para el 2024. No se puede estar completo en un mundo, en una sociedad que genera estos números.
Incluya estos datos en sus pensamientos.