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Etiqueta: cine

UCR: CINE UNIVERSITARIO PRESENTA “ROMPOPE Y GALLETAS”: UN NUEVO CICLO DE CINE AL AIRE LIBRE EN LA UNIVERSIDAD DE COSTA RICA

Sumérgete en películas con mensajes esperanzadores propios de esta época del año.

Rompope y Galletas, es el nombre para este nuevo ciclo de proyecciones al aire libre, que Cine Universitario estará realizando este mes de diciembre en diferentes localidades de la Universidad de Costa Rica.

Desde 2014, en la plaza 24 de abril, con el fin de llevar el séptimo arte a otros espacios y diversas poblaciones, Cine Universitario comenzó y ha ido consolidando temporadas de Cine al Aire Libre en los meses de diciembre, febrero y marzo. Con el tiempo, a cada película proyectada asisten entre 120 y 150 personas espectadoras.

Una de las particularidades del cine al aire libre, es que se ofrece un refrigerio gratuito, que en esta temporada decembrina será rompope y galletas, de ahí el nombre de este ciclo de cine. Además; después de finalizadas las películas, se abren espacios de conversación para que el público espectador, pueda expresar sus impresiones acerca del filme.

Cine Universitario también cuenta con dos espacios complementarios, que son abiertos al público a lo largo de todo el año. Uno de ellos es el Cine Presencial en el Auditorio de Derecho todos los jueves, donde cada mes hay un ciclo temático y en algunas sesiones se organizan conversatorios con personas especialistas. Y el otro es el que nace a raíz de la pandemia en 2020, Cine por Zoom, donde todos los viernes se transmiten películas de manera virtual, esta iniciativa fue gestionada por uno de los colaboradores de Cine UCR, el estudiante de computación Christian Torres, quien hasta la fecha se encarga de las transmisiones por Zoom.

El cine al aire libre que normalmente se realiza en espacios como plazas, parques, campos, tiene sus inicios en 1907 con el Sun Pictures in Broome, en Australia y en 1916 se consolida en Alemania, pasando por la etapa de apogeo del autocine en Estados Unidos, hasta llegar a ser en la actualidad una actividad clásica para realizarse en las tardes y noches cálidas del verano. Después del confinamiento producto del COVID-19, adquirió un valor más significativo en cuanto a la recuperación de espacios públicos de forma más consciente.

En el caso de este proyecto de enfoque cultural, impulsado por la Universidad de Costa Rica, desde Cine Universitario se busca llevar el séptimo arte de forma accesible a las diferentes regiones del país. Por lo que todos los años cine al aire libre se traslada de manera presencial a diferentes partes de Costa Rica, en los últimos años se ha visitado Garabito, Liberia, Santa Cruz, Alajuela, Limón, en busca de acercar a la población a estos espacios llenos de cultura que promuevan la reflexión crítica de diversos temas.

En esta línea, Christian Torres, enfatiza que la importancia y la principal diferencia del cine al aire libre al cine convencional es que “se lleva el cine a la gente en lugares accesibles para que tenga las ganas de ir (…) Es importante porque actualmente se ha reducido el presupuesto destinado al sector cultura y desde la UCR como institución autónoma, desde distintos proyectos se busca el acercamiento a las comunidades”.

Por otra parte, el cine virtual resulta accesible para aquellas personas que por algún motivo no pueden movilizarse o que se encuentran fuera del país, lo que también genera un mayor alcance del proyecto.

Samantha Carrillo Arroyo coordinadora de Cine Universitario, comenta que “algo fundamental del proyecto, es que busca democratizar el cine, llevar propuestas de películas con gran calidad estética, narrativa y originalidad que no todo el mundo tiene la posibilidad de acceder, además de proponer películas que por medio del disfrute también permitan la reflexión y crítica del mundo en que vivimos”.

Otra característica de Cine Universitario, es que aunque el público principal al que van dirigidas las funciones son estudiantes universitarios de todas las carreras, se abre también al público en general, para que puedan disfrutar de una actividad creativa y de manera gratuita.

LA CARTELERA

El ciclo de “Rompope y Galletas” que se realiza siempre en diciembre, tiene como objetivo compartir películas con mensajes esperanzadores o que tengan que ver con la unión familiar, “entendiendo familia como algo más allá de lazos de sangre, me refiero a la red de personas que consideramos nuestra familia”, señala Samantha Carrillo. “No solemos proyectar películas que popularmente se encasillan con la típica historia de navidad, ya que estas siempre están disponibles en la televisión y otros tipos de cine, entonces buscamos dar una propuesta diferente pero que rescata los valores típicos de esta época del año”, añadió Carrillo.

En este 2023, Cine Universitario en conjunto a la Feria de las Artes y el Planetario de San José tiene planificado proyectar 3 funciones del ciclo de Cine al Aire Libre “Rompope y Galletas”. Cada función empieza a las 6:30 p.m. en las siguientes fechas:

Viernes 08 de diciembre, Parqueo de la Facultad de Educación:

El Gran Pez (Big Fish). 2003. EE. UU. Drama/Fantástico. Director: Tim Burton.

Sábado 09 de diciembre, Parqueo de la Facultad de Educación:

Isla de Perros. 2018. EE. UU. Animación-aventura. Director: Wes Anderson

Jueves 14 de diciembre, en el patio del Planetario de San José:

Sergio & Serguéi. 2017. Cuba. Ficción. Director: Ernesto Daranas

Alisson Chévez Avilés (Asistente Unidad de Comunicación), UCR

Los Asesinos de la Luna  206 m / 2023 / USA

Director Martin Scorsese

Una metáfora de un pérfido engaño

Por Daniel Lara

Asistí con buenos amigos a ver esta última obra del gran Martin Scorsese. En compañía, ya sea cercana o anónima, el buen cine debe ser disfrutado en una sala de cine, el cine como espacio público, el cine hecho para la gran pantalla. El cine que antaño reunía comunidades, vecinos, a pocas cuadras, tiempos en donde cada barrio tenía su sala de cine. Disfrutado como quien va a misa, sin interrupciones, sin celular, ladridos de perro ni otras distracciones. Streaming, teletrabajo, ubereats, farmacia en moto y cuanta maña para tenernos atrapados en casa, sin compartir, sin vernos las caras, perdiendo de a poco lo gregario que nos permitió llegar a ser humanos. El mismo Scorsese, adalid y defensor del arte cinematográfico, le agradecerá a usted el respeto por su trabajo, hecho con maestría técnica para cine y no para su aparato de TV.  No es lo mismo, ni técnicamente desde el aspecto de la imagen y del formato, ni del recato y concentración necesarias para lograr imbuirse en la historia, en el cuento, en la narrativa audiovisual.

Tal vez sea uno de sus últimos trabajos dada la avanzada edad (82) de este creador neoyorquino hijo y fruto de la migración italiana. Ojalá qué no, pero tal vez cierre el telón como Kurosawa con sus Sueños. No todos los maestros inician bien y terminan bien. Scorsese hace cine, arte, no vulgar entretenimiento pueril para pasar el rato. Su propuesta es para sentir, pensar y empatar con la suerte de otros. Estamos ante una joya cinematográfica, una adaptación virtuosa del texto homónimo ideado por David Grann, un mamotreto de 975 páginas.

La historia da cuenta del oprobio sufrido por el pueblo Osage, personas originarias de Norteamérica radicadas en Oklahoma y trasladadas por la presencia del conquistador y colonizador blanco. Habitaron Kansas, Arkansas y Misuri. Hoy están reducidos al condado Osage en Oklahoma. Como si no bastara su desdicha, su nuevo lugar de residencia vomita petróleo y como es común a otros pueblos del mundo, la fuente de energía fósil redunda en mayor desgracia. La Virgencita de los Ángeles nos proteja de mantenernos lejos del infortunio de la fortuna negra que siembra destrucción no solo medioambiental sino también humana gracias a la avidez de los beneficiados.

Basada en hechos reales acontecidos hace exactamente un siglo, en los glamorosos veintes, glamorosos para unos y trágicos para otros, como siempre, a cien años de distancia la suerte es la misma.

Tres horas y media le lleva al director desenvolver el guion escrito por Eric Roth, un metraje que usted pensará que lo llevará a dormirse, pero no, la maestría del realizador, las magníficas actuaciones del veterano Robert De Niro, de un maduro Leonardo DiCaprio, la sorprendente Lily Gladstone – actúa con sus ojos, su mirada nos habla – y la virtuosidad del montaje y del manejo de cámara logran que el tiempo vuele. Combinación de planos cenitales, generales, de suelo y primerísimos planos con virtuosidad nos regalan un acercamiento palpitante al lugar de los acontecimientos. Por eso es solo posible en el espacio mágico y sagrado de la sala de cine. Para eso trabaja Scorsese, para hacer cine, para atraparnos, como cautiva la mirada de la persona amada que vemos.

Los nativos Osage nadan en petróleo y su riqueza es atractiva para todo tipo de estafadores, desde el banquero. El fotógrafo, el médico, el sepulturero, hasta las petroleras, pasando por toda una suerte de aventureros y asesinos dispuestos a esquilmar a sus legítimos dueños. Los Osage tienen fortuna, pero su administración por ley blanca no les pertenece y los blancos cobran el peaje. Pedían permiso, no siempre concedido, para gastar su propio dinero. Tienen, pero no tienen.

Scorsese no sigue a pie juntillas el relato de David Grann en cuanto a la centralidad de un thriller policiaco que investiga una serie de crímenes y muertes misteriosas por enfermedades también muy sospechosas de los afortunados/infortunados indígenas osage.  Estamos en el momento de la inauguración de Edgar Hoover como director del FBI, antes del macartismo y la cacería de brujas que llegó hasta el mismo Hollywood. Para David Grann el centro está en Tom White – Jesse Plemons – como investigador en jefe destacado en la reserva Osage para esclarecer los terribles asesinatos. El maestro octogenario que hace cine desde chico prefiere que observemos la historia desde las relaciones de una pareja – DiCaprio y Gladstone – mediada por la perfidia de Robert De Niro.

El personaje encarnado por el actorazo que dió vida a Taxi Driver y El IrlandésRobert de Niro – William Hale, es el tío rico y ruin de Ernest Burkhart – Leonardo Dicaprio, el chiquillo enamorado que se ahogó en el Titanic. Tío y sobrino convienen en engañar a Mollie Burkhart – Lily Gladstone – una india osage podrida en plata.  Ernest tiene hijos con Mollie y bien sabe que muriendo Mollie y sus hijos el heredero de la fortuna pasará a sus manos y a las de su hipócrita tío. El tío King Hale –De Niro– simula ser amigo y benefactor de los osage pero en el fondo es un maldito depredador de sus riquezas, miente, engaña y asesina. En la comunidad sobran los matrimonios de interés y rapiña de blancos con indias con tal de quedarse con sus fortunas. Los indios varones corren igual suerte gracias al alcohol que le dispensan los vampiros blancos. No escatima Scorsese en dejar santo sin cabeza en su crítica del latrocinio contra los osage, católicos, masones, judíos y probos jueces y médicos son parte de la orquesta de depredadores de los osage. Lo que prima además del petróleo es la hipocresía, es la ruindad de los blancos que alguna vez llegaron desde Europa para con los dueños originarios de esas tierras.

Martin Scorsese a lo largo de su filmografía nos ha deparado toda una suerte de personajes antihéroes norteamericanos: gansters, depravados, mentirosos, asesinos. Gans of New York, El Irlandés, El lobo de Wall Street y ahora prosigue con Los Asesinos de la luna nos desnudan la genealogía oculta del ADN del sueño americano, de sus valores/antivalores. La rapiña, la avidez, el despojo por parte de particulares, empresas y gobiernos. Por algo los grandes estudios no lo han querido y buena parte de sus obras han sido un fiasco de taquilla, más ahora que despotrica contra las cochinadas de Marvel y el cine prostituido de entretenimiento banal.

El matrimonio forzado, falso y perverso que propone Ernest a la bella y rica Mollie no es más que el ardid para despojarla de sus bienes.  Scorsese logra dibujar una inteligente metáfora con la suerte que corrieron los osage y el falso amor de la pareja estelar protagonizada por Gladstone y DiCaprio.  La suerte de los nativos de todas esas tierras del norte del continente, ayer asesinados por el General Custer, en la historia de marras por William Hale y su sobrino y, aun hoy en los reclusorios reservas penetrados por droga y alcohol nos recuerda cómo se construyen algunos de los grandes y poderosos países del mundo. Una metáfora construida entre la historia privada de una pareja y la historia pública del despojo del pueblo Osage. Una suerte maldita y una metáfora triste como la que sufren los palestinos en Gaza y Cisjordania, con sus tierras arrebatadas y sus vidas segadas. En el mundo sobran los asesinos de muchas lunas, lunas eclipsadas por la ignominia y la sed de quienes se sitúan como superiores por algo que llaman raza, religión y cuanto pretexto vil con tal de perpetuarse sobre la vida de los otros.

Al final los miserables del tío y su sobrino llegan a los estrados judiciales y son condenados pero su prisión duró poco y terminaron sus días en libertad. El castigo no alcanzó a desmontar el sistema que permitió reducir las tierras de los osage y en la actualidad no alcanzan los 5 mil individuos. El cierre no lo cuento aquí, pero Scorsese hace acopio de la ironía más fina e inesperada para decirnos de la mofa y espectáculo que significó la reprimenda oficial contra los abusadores de los osage.

Cine para reflexionar, para desarrollar empatía por los otros, para crecer, para abonar algo mejor a esta humanidad, con textos, con sonido, con imágenes, con amor de un artista como Martin Scorsese, de unos buenos actores, técnicos y gracias a una Sala de cine como las de ayer. Para un cinéfilo el Cine Magaly es un templo.

TOSHKUA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En lengua Pesh, hablada por las comunidades indígenas de Honduras, el sentido de esta palabra es devastador y absoluto para una región cuyas rupturas a todo nivel son continuas.

Significa “desaparecer” y en la realidad centroamericana actual adquiere una connotación aún más pertinente. Con ese nombre, ese significado, el Director Ludovik Bonleux realizó un documental de 80 minutos (2022) en el que cruza dos historias: la búsqueda incesante de Marco Antonio, el hijo de Doña Mary. Ella es una de las madres de la Caravana de familiares de migrantes centroamericanos desparecidos, que con más de 15 años de accionar, buscan a sus hijos e hijas en su tránsito por México, un territorio que al decir de Oscar Martínez, lo caminan y resisten los “migrantes que no importan” y el viaje de Francisco hacia el centro de la Mosquitia hondureña, motivado por la ida de sus hijos hacia Estados Unidos y también por la amenaza del extractivismo neoliberal que ha dispuesto arrasarlo todo, desde los lugares naturales sagrados para las comunidades originarias, hasta los cuerpos de los desahuciados.

En un momento del documental se observa una de las madres sostener un cartel con la pregunta ¿ Dónde están?. Las cifras no valen de mucho si de lo que hablamos es de personas con historias truncadas, biografías que un día desaparecieron sin dejar rastro y fueron disueltas (literalmente) por el poder de los Estados involucrados y la acción de actores de la industria migratoria, que ven en sus cuerpos una forma de obtener ganancias, como el narcotráfico y la venta de armas.

Algunas estimaciones, creo bastante conservadoras, hablan de 7.000 personas migrantes centroamericanas desparecidas al año. El número es conservador porque en la clandestinidad de las estrategias de movilidad, son mucho más las personas que salen un día sí y otro también a buscar “la vida en otra parte” como ha dicho con tino el filósofo costarricense Alexander Jiménez.

Al mismo tiempo que son escritas estas notas, se conoce del lucrativo negocio que significa para grupos criminales, el cruce irregular por fronteras al norte de la región, que producen ganancias de más 12.000 millones de dólares al año.

Quien no paga, no existe.

Quien no paga, desaparece.

Fuimos invitados a un Foro sobre este documental, organizado en el marco del Festival de Cine Colombia Migrante, desarrollado en San José, Costa Rica, en los primeros días de octubre. Su objetivo principal es visibilizar, difundir, apoyar y construir un espacio de memoria desde producciones cinematográficas y audiovisuales, que narran la complejidad de los fenómenos de la migración de las y los colombianos(as) al interior de su territorio y al exterior.

En la actividad y a la pregunta sobre la gestión gubernamental de los recientes procesos migratorios experimentados por Costa Rica, mi respuesta fue poco alentadora. No sólo los enfoques prevalecientes siguen abordando el tema desde la seguridad y la criminalización, sino que también las actitudes de quiénes toman decisiones al más alto nivel, están llenas de prejuicios y percepciones discriminatorias.

Convendría tratar de incidir en esos niveles de toma de decisiones, para buscar su mejor comprensión sobre el tema y el cambio en el paradigma de la gestión migratoria, hacia un definitivo reconocimiento de los derechos humanos de personas en contextos de movilidad.

Cine y psicoanálisis, este jueves 10 de agosto

Este jueves 10 de agosto, a las 7:00 p.m. en nuestra sede de ACIEP, Cine y Psicoanálisis en nuestro ciclo XXVII titulado «Puentes en el aire» se estará prologando y proyectando, de manera presencial, Ciudadano X (EEUU,1995); escrita y dirigida por Chris Gerolmo.

El prólogo estará a cargo de Nora Borenstein.

Comentarios por Alfred Kaufmann.

Textos seleccionados por Lucía Molina y Kira Schroeder.

Coordinación: Mario Schumacher.

Actividad presencial y abierta a todo público.

Mi sobrina, Barbie y Gabo

Marcos Chinchilla Montes

Debo de reconocer que luego de la alharaca de vestimentas rosa relacionadas con el lanzamiento de la película Barbie, tanto en Costa Rica como a nivel internacional, no tenía la menor expectativa sobre los alcances de la misma.

La primera advertencia vino de parte de una de mis sobrinas, quién haciendo un resumen de la misma, trajo a colación los conceptos de machismo, patriarcado y misoginia; todo un logro comprensivo para una chica de quince años, formada toda su vida en centros educativos de naturaleza católica, y para rematar, viviendo en una sociedad que privilegia valores conservadores que cosifican y discriminan a la mujer.

El empujón definitivo para verla lo encontré en un video que me llegó por Whatsapp, en el cual una mujer del movimiento profamilia atacaba la película, y aducía que la misma procuraba destruir los valores de la familia tradicional.

Barbie plantea una ficción temporal y espacial que se enfrenta de manera violenta en varios planos con la realidad en la que nos desenvolvemos. En primera instancia, encontramos una sociedad material, perfectamente organizada alrededor de la protagonista, y en la cual dominan las mujeres hermosas y estilizadas, con una organización social superficial, inamovible, repetible todos los días.

En contraposición a ese escenario, el acercamiento de Ken a la sociedad humana, le hace copiar y disfrutar de los “mejores valores” del patriarcado, para imponerlos en Barbieland, mediante un supuesto proceso democrático (dicho sea de paso, manipulado) que terminaría beneficiando a los machos.

Barbie, la película, coquetea con algunas explicaciones y posibles soluciones al nefasto patriarcado, incluso hace una velada crítica a la sociedad capitalista norteamericana. Aunque, es insuficiente en explicaciones (léase a Simone de Beauvoir, Rita Segato o Judith Butler) hay que reconocer que para ser una comedia de cuño hollywoodense, se toma algunas libertades políticas de mal gusto para algunos de los sectores más conservadores: la mujer dueña de su cuerpo, de sus afectos, de sus proyectos personales, de su capacidad organizativa.

Barbie, la película, habría sido imposible en nuestras sociedades hace unos 15 o 20 años, lo que hace alusión a los limitados, pero decididos avances que el movimiento femenino ha venido alcanzado, pero que en cualquier momento pueden ser cercenados como de hecho ya ocurre en El Salvador, Estados Unidos de América o Polonia.

Tengo la sospecha que a diferencia del capítulo titulado “Lisa contra la Baby Malibú” (Los Simpson, 1994, quinta temporada), en el cual solo una niña aprovechaba el trabajo crítico de Lisa, esta producción cinematográfica influirá de manera positiva en millones de mujeres y varones, deconstruyendo así prácticas nocivas para el desarrollo de la humanidad. Sobre el particular, en 1992 Gabriel García Márquez externó una idea que tiene plena vigencia: “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo (…) Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano (…) Pero, aunque solo fuera por eso, la inversión de poderes es de vida o muerte”.

Al final de la comedia, en esas reservas que permite la ficción, me encantó que Barbie, la muñeca, se convirtiera en una humana imperfecta, y que, de paso, se decantara por ser una chancletuda; el pensamiento crítico en plena construcción, tan necesario en una sociedad en que se exaltan la discriminación, el odio, la exclusión social, el individualismo, y el nefasto neo fascismo que ya toca a nuestras puertas.

OPPENHEIMER

Daniel Lara

Quien esté libre de pecado alguno que lance la primera piedra.
Siempre será más fácil juzgar que la disposición de comprender.
Yo soy si tu eres.

El 20 de julio se estrenó a nivel mundial la última película de Christopher Nolan. En Costa Rica se exhibe en el Cine Magaly y desde semanas atrás se había creado una gran expectativa sobre este primer acercamiento biográfico, por parte del guionista, productor y director inglés-norteamericano sobre Robert Oppenheimer, físico cocreador de la primera bomba atómica. Trinity, así fue bautizada la criatura atómica, el primer engendro de muerte de dimensiones apocalípticas que abriría la carrera armamentística que ha puesto al mundo entero en vilo desde entonces. Las fechas coinciden en el mes de julio, tanto del estreno de la obra de Nolan como de la primera explosión de prueba, un día 16 de julio de 1945 en Nuevo México, en el suroeste de los EEUU.

Pocos días después, el 6 y 9 de agosto de 1945, se bombardearían, con hermanas de Trinity, las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en Japón, en el Imperio del Sol Naciente, causando la muerte de cerca de un cuarto de millón de personas, civiles, niños, ancianos, gente común como usted y yo. Ha sido hasta la fecha la única vez que se ha utilizado el arma atómica. Un acto de terrorismo de estado injustificado desde todo punto de vista, tanto moral como militar. Recién la Alemania nazi había sido vencida y Japón se encontraba en los estertores de su derrota. Harry Truman, a la fecha presidente de los EEUU, fue el responsable superior político que dio luz verde a la detonación genocida. Hasta el presente los anglosajones americanos se han negado a pedir disculpas al pueblo japonés por el error y el horror cometido. Más bien los mismos genocidas de antaño ahora empujan a Japón hacia una confrontación con China, copatrocinada por la OTAN. Algo lejos está el Atlántico Norte de Japón, pero así son los intereses estúpidos de la geopolítica unipolar. Nuevamente y setenta y ocho años después Hiroshima se blande la posibilidad del uso del arma nuclear. Sí, nuclear y de hidrógeno para peores. De suceder ya no habrá ningún Nolan, ningún actor ni nadie en el planeta que pueda reflexionar sobre lo que hicimos. De momento nos ofrecen el edulcorado Barbie como si no pasara nada y todo fuera banalidad rosa.

Como antecedentes a los dos hongos atómicos asesinos sobre Japón, se había producido el bombardeo de la ciudad alemana de Dresde, también injustificado e innecesario desde el estricto juicio militar. Dresde ardió los días 13 y 15 de febrero del mismo año cuando la derrota de Hitler era inminente. Ingleses y norteamericanos descargaron miles de toneladas de bombas sobre una ciudad que no tenía ninguna importancia estratégica matando a más de 40 mil civiles desarmados. Churchill, el viejo gordo, borracho y fumador empedernido, había provocado en 1943 la hambruna en India, a la sazón colonia del Imperio del wiski, borrando de la faz de la tierra a más de dos millones de sus habitantes. Los nazis fueron unos asesinos despiadados, los japoneses también hicieron horrores en China, en Corea y en países cercanos. Los anglosajones de ambos lados del Atlántico los emularon, solamente que la historia la escribieron ellos como ganadores y la manipulación les lavo un poco la cara.

Nolan nos ha traído esta joya fílmica y tiene a su haber una saga de más de quince producciones. Dunkerque, es por su género, la más cercana y las anteriores cintas se enfilan en rasgos que tocan la distopía y las valoraciones de orden moral. Oppenheimer es su primer trabajo que se acerca a lo que se da en llamar un biopic, algo así como una cartografía de un personaje de la historia. Impresiona la habilidad narrativa y el sostenimiento dramático que logra mantener viva la atención a lo largo de los 180 minutos de metraje, acompañada de un elenco de lujo además de la propia excelente actuación de Cillian Murphy. Acompañan al irlandés de 47 años, músico también, actores como Kenneth Branagh, Emily Blunt, Rami Malek, Robert Downey Jr., Matt Demon, Gary Oldman, en fin gente probada y laureada por sus trabajos anteriores. Nolan se ha lucido en el tratamiento de la historia basada en la investigación sobre Oppenheimer, “American Prometheus”, una biografía de Oppenheimer escrita por Kai Bird y Martin J. Sherwin. Christopher Nolan echa mano, como en anteriores trabajos, a una narración no lineal, los flashbacks y el intercalado en blanco y negro suman para darle mayor verosimilitud y cercanía a la historia que nos vende con summa maestría.

Oppenheimer fue un ffísico teórico norteamericano, hijo de migrantes judíos alemanes adinerados, que tuvo en suerte una materia gris privilegiada logrando estudiar en las mejores universidades de su país y de Europa. Se codeó con los mejores físicos de su época, Einstein, Heisenberg, Bohr, Lawrence, Fermi y otros destacados académicos e investigadores. Además de la física teórica mantuvo intereses diversos en literatura, arte, política y se defendía como políglota. Le acompañó un espíritu abierto a los diversos saberes y la mecánica cuántica – estar y no estar en más de un lugar a la vez – parecía que también le animaba en sus disquisiciones morales y juicios éticos. Enamorado de dos mujeres a la vez, algo ególatra pero también empático, determinado y obstinado en su trabajo, pero débil en su propia defensa cuando le acusaron falsamente. Patriota norteamericano convencido, al calor de la Segunda Guerra Mundial, preocupado por el adelanto nazi en la investigación física que posibilitaría a Hitler poseer primero el arma atómica. Pero también algo iluso y cándido como Alfred Nobel con su dinamita. Ambos creyeron que el poder de sus invenciones conllevaría a la contención de la paz y al no uso de tan mortíferas posibilidades de exterminio. Erró Oppenheimer, luego de la fisión atómica nos sobrevino la fusión, algo así como sentar un cilindro de gas en el fogón de la abuela. Para matar la creatividad y la imaginación parecieran infinitas. Hoy día el mundo alberga una cifra de 12,700 ojivas nucleares, sucedáneas de Trinity, suficientes para quemar por completo el mundo entero varias veces. No es tema baladí, importa, y mucho.

Activista pacifista luego del horror de Hiroshima y Nagasaki, fue perseguido, acusado y humillado por personajes siniestros como Edgar Hoover, director del FBI y del Senador MacCarthy, incendiarios anticomunistas de la Guerra Fría que pusieron a muchos como Charles Chaplin contra la espada y la pared o haciendo maletas al exilio vergonzoso.

La historia de Oppenheimer bajo la lupa de Christopher Nolan tiene la virtud de llamarnos a la reflexión, no solo sobre la guerra, las armas atómicas y la destrucción masiva del mono sapiens. Es un campanazo brutal sobre el cómo proceder en la vida, ya sea como físico, como político o como el más simple y común de los habitantes pensantes de esta Tierra adolorida.

¿Quién no ha tomado una decisión en la vida que no haya comprometido la paz, la integridad, la tranquilidad, la salud, la buena estima de otra u otras personas? ¿Quién no se ha equivocado nunca con sus juicios creyéndose impoluto o al menos actuando de buena fe?

Max Weber, un brillante sociólogo y pensador, nos ofreció en su trabajo El científico y el político una aguda reflexión sobre los linderos y coincidencias de las acciones y omisiones del quehacer de las personas que se dedican a la ciencia y a la política. Ambos tienen una cuota de responsabilidad sobre lo que hacen por las consecuencias de sus descubrimientos y acciones que modifican para bien o para mal la vida de sus pares. Hoy el debate se centra sobre los peligros de la inteligencia artificial, de igual manera tenemos la papa caliente de las modificaciones e intromisiones genéticas, la misilística nuclear augura el Armagedón, el desarrollo científico técnico inundó el mundo de basura y ha destruido de manera irreparable la biodiversidad, ha provocado el cambio climático y como nunca antes esta fase histórica, bautizada como el Antropoceno, nos pone al borde de la desaparición como especie, llevándonos entre las patas todas las otras formas de vida. ¿Y el político? El político no se queda atrás. Truman, ejemplo, recreado por Nolan e interpretado por Gary Oldman es uno de los tantos miserables que han segado la vida de millones inocentes. En la Casa Blanca, en la escena en la que recibe en su despacho a Oppenheimer, Harry saca su pañuelo para que se enjugue las lágrimas el llorón del físico, se ufana el Presi de haber tomado la decisión de asesinar a un cuarto de millón de almas. Cuántos políticos no han conducido a sus pueblos y a otros pueblos allende sus fronteras a las hambrunas, a la miseria, a la inequidad y a la muerte en nombre del poder que ostentan. ¿Dónde queda la responsabilidad de sus acciones? ¿Quiénes pagan los platos rotos? ¿Basta el juicio histórico? ¿Hemos aprendido la lección?

Soy la muerte, el destructor de mundos… así se reconoce el propio Robert Oppenheimer y así deberíamos asumir la responsabilidad sobre nuestros actos, a la escala que sea, privada o pública, por cuanto seres sociales, los otros también nos deben importar. Hace pocos días nos dejó un brillante pensador, Franz Hinkelammert, alemán asentado en Costa Rica desde los años setenta, y entre sus advertencias teológicas, filosóficas y éticas nos resumía el asunto en: yo soy si tu eres.

Las reacciones en cadena de los balances entre partículas atómicas tienen su corolario en las relaciones entre las distintas personas que habitamos el planeta tierra, todo se conecta, todo tiene consecuencias y nadie queda indemne.

Robert Oppenheimer y su tortura por lo que hizo tiene dentro del mismo episodio histórico otra alma atormentada. Claude Eatherly, el piloto del bombardero Boing B-29 bautizado como Enola Gay, con su acción Claude abrió el vientre de donde saltó la bomba que cocinó a miles de japoneses. La cadena de relaciones vincula a Oppenheimer con Eatherly.

El piloto y su asalto ético provocó que le confinaran como loco, lo trataron tan mal como hicieran con el físico de la película de Nolan. Bien merece otra película este otro antihéroe que supo recibir la solidaridad epistolar del filósofo Gunther Anders. Precisamente G. Anders es de los primeros en reflexionar sobre el giro histórico que representa para la humanidad el tener la capacidad técnica de terminar con la vida y el planeta Tierra por completo. Luego del 16 de julio de 1945 la política y su extensión la guerra nos conmina a reflexionar y actuar. De ahí las responsabilidades de nuestros actos sobre la vida de los otros.

Oppenheimer, Eatherly, Snowden, y pilotos de los drones actuales pueden sufrir por sus actos mientras otros reciben medallas y suben al altar del patrioterismo.

Einstein, el genio de la relatividad advirtió a Oppenheimer: primero te utilizan y luego te desechan.

Los ciento ochenta minutos valen mucho la pena, tal vez a usted le haga tan bien como a mí. Puede sugerirle a su vecino que no saque la basura el día que no pasa el camión de la municipalidad. Sus actos tienen consecuencias. No se la pierda.

Invitación a unirse a la campaña para financiar Altamar, documental sobre la pesca semi-industrial de Costa Rica

Campaña para financiar el largometraje documental dirigido por Ernesto Jara Vargas y coproducido por Producciones La Pecera de Costa Rica y Galaxia 311 de Colombia. Altamar propone un viaje inmersivo en el mundo de la pesca semi-industrial de Costa Rica, que hasta este momento nunca había sido retratada con tanta cercanía.

MCJ cancela contrato de producción del Costa Rica Festival Internacional de Cine

Profesionales del sector cinematográfico, audiovisual, comunicación y producción artística denuncian sobre la afectación que les provocó la inesperada cancelación del contrato para producir el 11º Costa Rica Festival Internacional de Cine, festival que se ha convertido en un referente centroamericano y una importante vitrina para cineastas de la región.

De manera sorpresiva y poco usual el Departamento de Asesoría Legal del Ministerio de Cultura y Juventud canceló el pasado 28 de abril el contrato de la Licitación 2022LN-000001-0013700001 para la producción del 11 CRFIC; dicha cancelación se efectuó un mes después de firmarse el contrato con el proveedor.

La adjudicación del proveedor se efectúa el 2 de marzo del 2023 y se firmó contrato el 29 de marzo por las partes involucradas (Proveeduría del Ministerio de Cultura, Director del Centro de Cine y el Proveedor). A partir de la firma oficial, más de 60 profesionales de distintas ramas involucrados en la producción del Festival iniciaron sus labores para cumplir a cabalidad con los acuerdos del contrato y los tiempos establecidos, que ya venían dilatándose por atrasos administrativos del propio MCJ. Tras un mes de trabajo, se da la cancelación del mismo, sin remuneración alguna y sin notificación oficial.

El Departamento de Asesoría Legal del Ministerio de Cultura y Juventud canceló el contrato mediante una sumatoria de errores administrativos. Los cuestionamientos ante el manejo del proceso son evidentes, en SICOP el refrendo del contrato aparecía como “Aprobado” pero en adjuntos se especificaba como “Rechazado”. El oficio dictamina que “el Cartel dispuso acciones contrarias al ordenamiento jurídico vigente”, esto a pesar de que se sometió a múltiples análisis y procedimientos técnicos y legales, e incluso el cartel fue publicado por el MCJ desde noviembre del 2022.

A esto se suma la inacción por parte de la Ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz Rosales, y el Viceministro Administrativo Luis Alexander Castro Mena que, teniendo la autoridad para intervenir y/o solucionar el proceso, no lo hicieron.

«Esta decisión irregular sobre el CRFIC deja a muchas personas del equipo de producción directamente afectadas, pero también vulnera el alcance y continuidad del proyecto del festival en sí mismo. Precisamente en un contexto de gran incertidumbre sobre la sostenibilidad en el tiempo de los programas e instituciones del Ministerio de Cultura. La lógica administrativa del ‘dejar de hacer y dejar pasar’ podría terminar eventualmente justificando aún más recortes en el sector», resaltó Antonio Jara, programador del Equipo de Producción.

Todo esto, en medio de una coyuntura compleja para el sector cultural y de múltiples cuestionamientos al Ministerio de Cultura y Juventud por los recientes despidos de cuatro de sus jerarcas y la propuesta de un recorte de 4 mil millones de colones, el cual se traduciría en un posible cierre técnico de la cartera de cultura.

Además de la afectación a los 64 profesionales, es preocupante el futuro del Costa Rica Festival Internacional de Cine, evento que tiene carácter de interés público y cuya proyección involucra la participación de múltiples instancias internacionales que creen, impulsan y respaldan el CRFIC, algunas se desempeñan como coproductoras y otras como patrocinadores de tan prestigioso festival. No se ha brindado una explicación oficial de los

hechos ocurridos a los aliados estratégicos del festival; además de los ya mencionados figuran instituciones públicas y privadas, artistas, cineastas, jurados nacionales e internacionales, entre muchos otros.

El Equipo de Producción CRFIC 2023 a quien le respalda un contrato firmado, denuncia el inadecuado proceder del Ministerio de Cultura y Juventud y lo califica como irregular, oculto y falto de transparencia. Se solicitó el expediente completo y certificado del caso, pero MCJ respondió derivando a revisar información en SICOP, pese a que existe un derecho constitucional de acceso a dicho expediente certificado.

Se manifiesta la incapacidad del Ministerio de Cultura y Juventud de ejecutar sus programas y proyectos de relevancia cultural, como lo es el Costa Rica Festival Internacional de Cine. Se omite tomar decisiones cuyo fin conlleva a cancelar la realización de proyectos de gran envergadura y aporte al país, habiendo un evidente interés de desmantelar las instituciones sin asumir las consecuencias políticas. Se hace un llamado a posicionarse de forma solidaria por el sostén de la inversión pública en cultura como una contribución importante a la identidad de un país y a su bienestar económico.

Equipo de Producción CRFIC 2023

San José, 18 de mayo de 2023

BEAU tiene miedo

Daniel Lara

No solo Beau tiene miedo, la sociedad estadounidense cruje entre el miedo y el odio. El mundo entero es una olla de grillos exaltados de miedo, odio, incomunicación, guerra, drogas, destrucción del hábitat y otra miríada de males. ¿Cómo no vamos a experimentar miedo todos los días ante un medio tan hostil? ¿Alguien puede sentirse exento de amenaza? ¿Qué provoca vivir con miedo? ¿Se beneficia alguien de los miedos de los otros?

Como si no fuera suficiente el miedo generado por los noticieros televisos de muchas partes del mundo, incluyendo los de la arcadia terrenal costarricense, este cinéfilo se contuvo por tres horas entre la pantalla y sus divertículos inflamados.  No es un cine que me atraiga y este comentario surge de la sorpresa que me provocó. Clasificada por la crítica como otra producción más de terror, género que al parecer motiva las dos anteriores obras de Aster, esta vez, con el pobre Beau, destila un surrealismo hiperbólico.

El miedo y su utilización es cosa tan vieja como nuestra presencia en la Tierra. Vivir con miedo nos aísla, nos encierra, entorpece la empatía y el buen juicio, no nos permite como individuos o como sociedad encontrar salida a los problemas. El miedo es el neurotóxico del animal ponzoñoso que nos devora sin que nos permita ninguna defensa. Lo utilizan los particulares en sus relaciones personales, los delincuentes, los políticos, las empresas y los estados.

Bien sabemos que el recurso del miedo es un instrumento de la biopolítica y que su uso faculta la entronización de prácticas económicas de extracción de riquezas mientras los despojados sudan de pavor. El cine como herramienta cultural de masas coadyuva en el estado de ánimo social necesario para que algunos se aprovechen y las mayorías tornen en esclavos sin cadenas. La necropolítica en el cine devino en negocio y en artimaña de dominio.

Estados Unidos y su cine tiemblan siempre de miedo, ya sea con los comunistas, los terremotos, los incendios en las torres, las plagas, los extraterrestres, los terroristas, los sicópatas, los carteles de la droga, los fantasmas. El miedo es una constante y el miedo deja réditos de taquilla y políticos también. Pero sí ésta fue la intención de Aster el tiro le salió por la culata, al menos esa es mi lectura.

Desconozco la intención última de Aster con esta obra, pero más allá de la exploración de las relaciones conflictivas entre padres e hijos – en este particular caso la tragedia afectiva entre una madre y su hijo (el laureado Joaquín Phoenix protagoniza magistralmente al hijo de una madre entre comillas) la tragicomedia rebasa lo íntimo y trasciende a lo social.

La historia: un hombre de mediana edad bajo tratamiento psiquiátrico emprende un viaje para reunirse con su madre y en el interin le suceden una serie de acontecimientos traumáticos – como sí ya no tuviera suficiente con la ansiedad que le genera el encuentro materno y los fantasmas horribles de su infancia y posteriores etapas de su vida – que, queriéndolo o no, nos revelan aspectos de la sociedad de las hamburguesas, de las balas y los miedos. Su viaje es a la vez un viaje por los intersticios sociales de una república que es cada vez menos pública y más mercancía.

Ese recorrido del protagonista por los escenarios de una sociedad también enferma causó mi sorpresa. Del terror estúpido a la reflexión sociológica no se pasa indiferente. Intencionadamente, o por mera serendipia, el guion de Aster revela los aspectos más reveladores de una sociedad putrefacta por el miedo, el odio, las armas utilizadas por doquier y en manos de cualquier fulano, las drogas – las lícitas y las que todavía no lo son – la violencia indiscriminada, la suciedad de las calles ocultas de las grandes ciudades, las gentes pobres ayunas de todo, la hipocresía sostenida  de un mundo feliz de cosas, el militarismo intervencionista urbi et orbi, la depresión de no solo de Beau sino de cientos de miles de personas, la estafa de psiquiatras y farmacéuticas, y la despampanante desigualdad social. El terror es reconocer la realidad de esa mítica tierra de oportunidades.

Beau vive en un barrio de mierda, en un edificio espantoso rodeado de todas las violencias imaginables, en contraste su madre ostenta una mansión que se la desearía la señora de la constructora Solís. En medio, la clase media, ese colchón que se desinfla cada vez más y que igualmente sufre de miedos, a los otros y a perder los chunches que atiborran su vida. Todos, en todos los estratos socioeconómicos, experimentan miedo, a la soledad, a la falta de comunicación asertiva con su prole, con sus vecinos, con sus propios fantasmas.

El estilo narrativo recurre a la estrategia surrealista y la misma rima muy bien con el surrealismo de la primera potencia mundial y su desgracia, la esquizofrenia de imaginar un un mundo ideal y la realidad de un basurero humano. Beau es muchas cosas a la vez y la suerte de su comprensión como espectador– tanto la del personaje como la de la sociedad en la que le toca mal vivir- pasa por abstraerse del ruido provocado por imágenes y situaciones atropelladas e inesperadas.

El cierre entre el mal o el bien, entre la madre y el hijo, entre los estadounidenses y su patria, no está claro, cada quien leerá con sus prenociones y prejuicios un desenlace a su gusto o capacidad de análisis. Joaquín Phoenix, el Jocker, el actor reconocido, vuelve a demostrar sus capacidades.

Guion, producción y dirección: Ari Aster

2023 / 179 minutos

Sala Magaly

CLOSE

Daniel Lara

Existe una amplia variedad de géneros y temáticas dentro del vasto mundo del cine, los hay de mero entretenimiento, en su mayoría de pésima calidad formal y muy escasa esencia constructiva, lastimosamente es el más extendido en las salas de cine y en las versiones actuales de streaming. A veces tenemos la suerte de encontrar verdaderas joyas que recrean algún pasaje histórico con rigor, sobre la vida de gentes, ya sean notables, desdichados o de viles seres humanos. Pero pocas veces asistimos a historias de ficción que logran recrear con suma maestría los más profundos intersticios del alma humana y de sus relaciones con otros seres humanos.

CLOSE es una obra de arte, muy fina y cuidadosa en el tratamiento de los sentimientos que se destilan en su metraje. Versa sobre los afectos, el amor, la amistad, los prejuicios sociales y la responsabilidad de nuestros actos cuando afectan a los otros, a los amigos, al ser amado, a nuestros hijos o progenitores. La ruptura de los vínculos que amalgaman corazones y sus efectos sobre el alma, la culpa, el remordimiento y su superación no siempre fácil. Un film centrado en lo humano, alejado del mundo artificioso de las cosas, las cosas que nos dominan y parece que cobran vida propia. Aquí lo propio es la existencia de lo que nos distingue como personas que sienten, aman y sufren. Nada de extraterrestres y robots que tanto dinero atraen en las taquillas.

Leo y Remi, los protagonistas de CLOSE, son dos niños que comulgan sueños, juegos, travesuras y que habitan en algún lugar de la campiña belga contemporánea. Sus familias respectivas son testigos del amor infantil que se prodigan ambos chicos, a veces duermen juntos en casa de uno o de otro. La transparencia de su afecto y complicidad está magistralmente captada por la cámara en sus miradas. CLOSE es una bella y trágica historia construida con las miradas de los protagonistas. Los primerísimos planos permiten, gracias a las miradas, adentrarnos en la profundidad de los sentimientos que se destilan; es imposible para el espectador, al menos sí le asisten mínimos de sensibilidad, no lograr empatía con el drama que está en juego. Nuestros ojos y nuestras miradas logran decir muchas veces lo que la palabra ausente, contenida o gritada no logra. El alma tiene su ventana en los ojos y la palabra la ratifica. Ambos recursos, el ojo y los labios, nos permiten comunicarnos y cuando no nos vemos y no nos hablamos perdemos humanidad, humanidad de la buena, de la que construye y nos religa en comunidad.

Los niños Leo y Remi terminan su escuela primaria y entran juntos desde el primer día a una secundaria en donde no conocen a nadie y también desde los primeros días son sacrificados en el altar de la heteronormatividad. Son los otros niños y niñas los juzgadores de su entrañable amistad. Calificados de homosexuales por su cercanía amorosa límpida y transparente sufren el acoso despiadado de sus otros coetáneos. Leo impactado por la discriminación ad portas recula de su relación con Remi y hace esfuerzos impostados por parecerse a los otros chicos “iguales”. Ahí empieza el drama, el dolor de la separación, la falta de comunicación entre ellos y la profunda depresión de Remi que lo lleva al suicidio. El suicidio como paliativo del dolor ante la perdida del otro amado. Las miradas toman otro color, son esquivas y la palabra queda muda. Un nudo en la garganta y un silencio sepulcral en la sala. Fue imposible para mí contener el que mis ojos parecieran tubos de agua rotos.

El afecto y el amor entre los contrayentes, sean niños o no lo sean, no conocen de planes preconcebidos, no distingue edades ni colores de piel, sexos o géneros. Simplemente se da o no se da el encuentro. Pero cuando se rompen los vínculos sufre los que se van y los que se quedan. Y siempre habrá otros que juzguen y condenen a los implicados amorosamente, tal vez por su misma incapacidad de darse y fluir libremente. Atados a la norma social, al dictado religioso, de clase social u otros malditos e inútiles diques que nos descalifican como animales supuestamente superiores. Vivir sin dar amor es estar muertos, zombies entre cosas. Así son condenados los niños Leo y Remi y así pareciera el derrotero de nuestro desgraciado mundo que se debate entre guerras, desigualdades y destrucción del ser que más deberíamos amar: la Tierra.

La fotografía, el manejo de cámara, la edición y las actuaciones son soberbias. Gracias a la Sala Magaly y a su bien atinada curaduría tenemos el privilegio de ver obras como CLOSE y recientemente el ESPIRITU DE LAS ISLAS que también comparte el tema de la separación de dos amigos adultos. En ambas la palabra mutilada conlleva a la tragedia. Ninguna reconocida por la banalidad frecuente de Hollywood.

CLOSE (2022)

Bélgica

Dirección y guion de Lukas Dhont