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Etiqueta: contrarreforma neoliberal

Costa Rica al borde del autoritarismo

Adriano Corrales Arias

A mediados del siglo XX la sociedad costarricense, luego de atravesar una sangrienta guerra civil (1948), resolvió los conflictos acumulados de la crisis general del capitalismo durante la primera mitad de ese siglo, con una concertación nacional, misma que permitió la erección de un Estado Social de Derecho con la legislación social más avanzada de Centroamérica y, por qué no, del continente americano.

No todos estuvieron de acuerdo con aquel pacto social inédito –la oligarquía, los sindicatos, la burguesía nacional, el partido comunista, la iglesia católica, sectores medios emergentes, se habían sentado a la mesa– representado por la asamblea constituyente de 1949 que consiguió redactar una Constitución Política visionaria, amplia y robusta, la cual tuteló las grandes reformas y nacionalizaciones –previa abolición del ejército– de los años cincuenta y sesenta en salud, seguridad social, educación, vivienda, banca para el desarrollo, soberanía alimentaria, electricidad y telecomunicaciones, etc., que posicionaron al país en la vanguardia latinoamericana y consiguieron sustraerlo de la vorágine centroamericana con sus largas y cruentas guerras civiles; más bien nuestro estado colaboró en la pacificación de la región.

La democracia costarricense, entonces, se fortaleció con una institucionalidad maciza expandida por todo el territorio nacional, lo cual permitió un desarrollo sin parangón en nuestra historia, pero, sobre todo, una relativa paz social y un mejoramiento y ascenso de los sectores populares que, por vez primera, tenían acceso a buenos servicios en cuanto a salud, educación en sus tres niveles, vivienda, banca, agricultura, comercio e infraestructura pública, entre otros. De tal manera se conformó una gruesa clase media, se erradicó la pobreza extrema y se redujo la brecha social.

Claro que esa “revolución” democrática tuvo desviaciones, excesos y visos de corrupción por depredadores que se fueron enriqueciendo a la sombra del naciente estado blindados por un sistema electoral bipartidista. Lo anterior se agudizó con el inicio de la contrarreforma neoliberal de los años ochenta, en específico durante el gobierno de Luis Alberto Monge (1982-1986) y sus tristemente célebres planes de ajuste estructural (PAES) impuestos por el FMI y la banca internacional. Cuando se les agotó el bipartidismo –previo asalto de los partidos socialdemócrata y socialcristiano para tornarlos en maquinarias electoreras de insignia neoliberal con el objetivo de esquilmar el erario público y desmantelar –léase privatizar– el Estado Social de Derecho–, fundaron otro partido y, finalmente, como resultado de sus rencillas internas –lucha entre mafias para hacerse con el mayor trozo del pastel privatizador– acabaron trayendo a un desempleado para que les hiciera –con el descaro y el cinismo del perfecto desconocido que nunca vivió en el país– la tarea sucia de dar la estocada final a sesenta años de democracia social, pervertida, dicho está, por la avaricia de los de siempre enquistados en el aparato estatal y los nuevos ricos dispuestos a todo.

Hoy el país se debate ante la disyuntiva de salvar y fortalecer lo que resta del Estado Social de Derecho o permitir el ingreso de un autoritarismo tipo Bukele, Milei o Trump, representado por los agentes de una nueva forma de entender la política: mentir, confundir e intimidar, mientras se aplica la vieja consigna del laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar), cuyo objetivo es desmantelar las instituciones estratégicas –salud, educación, banca, telecomunicaciones, recursos ecológicos, infraestructura, etc.– para, finalmente, privatizarlas, mejor dicho, venderlas al mejor postor (¿ellos mismos?). Lo peor es que, con el bombardeo de la “prensa canalla” por más de cuarenta años, el empobrecimiento de la educación, la precarización laboral y el aumento galopante del desempleo y la pobreza debido a la ausencia del estado (en especial en las regiones periféricas –costas y fronteras– donde pululan el narcotráfico y ciertas formas asociadas a la legitimación de capitales) miles de costarricenses empobrecidos, agobiados y cansados de las falsas promesas y de la corrupción estatal, apoyan y aplauden la segunda opción. He allí la bomba de tiempo que nos mantiene en vilo.

Las preguntas obligadas son las siguientes: ¿tendrá nuestro país aún las reservas políticas, morales y espirituales para enfrentar la contrarreforma neoliberal liderada hoy por populistas de derecha sin escrúpulos y sin patria? ¿Podrá constituirse una verdadera alternativa a la propuesta neoliberal de acabar con un Estado Social de Derecho, exitoso –a pesar de la sangría causada por las cúpulas del bipartidismos empresarial– mismo que costó sangre, sudor y lágrimas, además del esfuerzo individual y mancomunado de cientos de compatriotas? Escuchemos las respuestas.

Las disculpas de Óscar Arias

Adriano Corrales Arias

Adriano Corrales Arias

He leído en un par de periódicos y en las redes sociales que don Óscar Arias Sánchez ofreció disculpas al movimiento gay-lésbico por la persecución montada a un congreso de lesbianas que iba a celebrarse en nuestro país hace treinta y cuatro años. Me parece oportuno, necesario y sano, aunque lo hiciera presionado por el actual inquilino en Zapote, quien lo llamó “hipócrita” en el marco de la guerra sucia que mantienen las élites económicas del país por nimiedades como las cuotas de poder y las porciones de la posible venta de activos de algunas instituciones estatales.

Sería oportuno y grandioso que el señor Arias Sánchez también ofreciera disculpas al país entero por el daño económico, social, político y moral, causado a nuestro pueblo labriego y sencillo durante los últimos cuarenta años. Enumero algunas de las acciones –y omisiones–que deterioraron ostensiblemente la vida democrática del país, así como el galopante desmantelamiento del Estado Social de Derecho en una auténtica contrarreforma neoliberal iniciada a principios de los años ochenta del siglo pasado. Ustedes pueden agregar más:

  1. El asalto al partido Liberación Nacional para desideologizarlo convirtiéndolo –en un dos por tres– de agrupación socialdemócrata, en consorcio neoliberal.
  2. El “golpe de estado técnico” (bazoocazo constitucionallo llamó su correligionario del PLN y también expresidente, Luis Alberto Monge Álvarez, cuyo gobierno –paradójicamente– fuese el iniciador de la contrarreforma con los tristemente célebres PAES), para reelegirse a contrapelo de la Constitución la cual, todavía, en su artículo 132, lo prohíbe, a pesar del giro lingüístico de la Sala Constitucional.
  3. El desvergonzado e inolvidable “memorándum del miedo” escrito por su vicepresidente y uno de sus primos, a la sazón diputado, y aplicado al pie de la letra para causar temor y terror en la población y así lograr la aprobación del TLC/USA-Centroamérica/Dominicana.
  4. Por el fraude mediático y por mentir públicamente para imponer el anterior tratado, que de libre no tenía nada. (Muchos ciudadanos esperan aún el prometido mercedes benz, sutoyota o su motocicleta). Contrario a lo pregonado en campaña, el tratado ha impactado de forma negativa en la capacidad productiva del país y ha deteriorado las instituciones del Estado y nuestra soberanía, entre otras graves problemáticas.
  5. Nunca respondió a las “acusaciones de nepotismo, uso indebido de fondos para beneficiar a una cofradía política cercana con dineros provenientes del Banco Centroamericano de Integración Económica y la imposición de su sucesora y diputados de la República (…)”, según nos lo refiriera el periodista Eduardo Muñoz (Semanario Universidad, Sección Opinión, 12/02(2019).
  6. Haber expresado abiertamente, en septiembre del 2005, que era creyente de la “tiranía en democracia” con “un mandato claro” para gobernar. Es decir, se trataba de otorgarle poderes cuasi dictatoriales al Presidente. Supongo que, entre otras cosas, a eso se refiere el actual ocupante de la casa principal de Zapote cuando equipara la democracia criolla con “la tiranía perfecta”, acusación y emulación rayanas en la psicopatía.
  7. Propiciar la creación del PAC y apoyar sus dos nefastas administraciones, lo que dio pábulo a la unidad de las cúpulas oligárquicas en un tremebundo Frankenstein político conocido como PLUSCPAC. La “agarrada de chancho” de dichas administraciones –qué duda cabe– abrieron el portillo a la desastrosa administración actual.
  8. Pero, sobre todo, por servir de antecedente propiciatorio al actual desgobierno –el peor de la historia republicana costarricense– con un advenedizo en la silla de Zapote cuyo ego desmedido –con nula experiencia política y administrativa, sin partido ni equipo de gobierno– solamente se ocupa en provocar resquemor, animadversión, revanchismo y mayor fanatismo en las masas intoxicadas, debido a sus falacias, equívocos, acusaciones, tergiversaciones, desconocimientos, falencias operativas y ataques ad hominem, tanto al ordenamiento jurídico del país, como –lo que parece ser su ominosa estrategia– al Estado Social de Derecho.

Tiene la palabra don Óscar.

Crema de rosas

Adriano Corrales Arias

Adriano Corrales Arias*

Luego de la victoria electoral del actual presidente, sus fanáticos, en redes sociales y otros medios, recetaban, a diestra y siniestra, la ya célebre crema de rosas que despacha masivamente nuestra querida Caja del Seguro Social (CCSS). La simbología de esta “receta” no sólo es grotesca, refiere a un fanatismo exacerbado, al irrespeto con los “perdedores” y, sobre todo, a la ausencia de seso a falta de argumentos, como veremos.

Algunos estudiosos indican que los pueblos guerreros precolombinos del área mesoamericana, especialmente los dominantes, como los aztecas, cuando tomaban rehenes en sus guerras floridas –que eran las más de las veces– los sodomizaban como símbolo de victoria, pero, a su vez, cual ejemplar humillación, para que se apercibieran realmente vencidos, derrotados, dominados. De igual modo, los fans chavistas, al recetar la popular cremita, intentaban sodomizarnos simbólicamente.

A dos años de gobierno, y ya develado el misterio de lo que realmente significaba “comerse la bronca” (perpetrar lo que no consiguieron los anteriores presidentes de la contrarreforma neoliberal: desmontar el Estado Social de Derecho), consigna electoral del macho que ostenta la silla presidencial, muchos fans chavistas han abierto los ojos. Sin embargo, la mayoría sigue aferrada a la cremita de rosas. Es decir, ante la apabullante cantidad de actos de corrupción y ante la incapacidad e impericia de un gobierno que lo único que propone es favorecer a sus financistas de campaña y “dejar hacer, dejar pasar” para desestructurar instituciones y privatizar, los seguidores del cada vez más autoritario presidente continúan con la misma cantaleta.

La mayoría de esos fans consideran el torneo electoral cual torneo de fútbol o cualquier otro deporte desconociendo el significado de la institucionalidad costarricense –el Estado Social de Derecho– dividida en tres poderes para evitar el autoritarismo presidencialista, parlamentario o judicial, y ante las crecientes críticas a una gestión mediocre, ineficiente y en contra de los sectores más desfavorecidos, continúan esgrimiendo la vieja receta con su cremita. A falta de argumentos para defender a un presidente ególatra cada vez más imperativo y antidemocrático, al punto de proponer una Constituyente para acabar de una vez con todas con el ordenamiento jurídico que aún nos sostiene como pálida democracia, el fanatismo chavense sigue apostando por la alicaída y estropeada crema.

Desconocen estos fanáticos, o no quieren aceptar – el engaño ha sido tan brutal que no se permiten aceptarlo–, que en realidad la estrategia de “presidente” y su desprestigiado gabinete, con los funcionarios de entes autónomos y troles a bordo, está en contra de ellos mismos, pues casi todos pertenecen a los sectores populares o a capas medias amenazadas por las políticas neoliberales absolutistas: quiebra de instituciones y activos para privatizarlos tales como la CCSS, el Banco de Costa Rica, Acueductos y Alcantarillados (AyA), Instituto Costarricense de Electricidad (ICE), Ministerio de Educación Pública (MEP) Ministerio de Salud, universidades públicas, y un largo etcétera. Dicho de otro modo, desmantelamiento del estado que nos permitió, bien que mal, cierta estabilidad social y un desarrollo sostenido hasta el inicio de la contrarreforma neoliberal en los años ochenta del siglo pasado.

El actual gobierno viene a “comerse la bronca”, es decir, a rematar un proceso de contrarreforma y de zapa institucional orquestado desde el poder por el PLUSCPAC y sus adláteres, tales como liberticidas y fundamentalistas tipo Guevara o el Fabricismo, más otras franquicias electorales acuerpadas por la prensa canalla y los operadores mediáticos de los grandes empresarios y transnacionales que se frotan las manos ante tal desbarajuste: en río revuelto ganancia de pescadores. Todo ello sin oposición política, con un movimiento social inexistente y con el aplauso de los fans cremosos intoxicados por el discurso único de la contrarreforma y los aullidos hiperbólicos y falaces de su líder. Tigre suelto contra burro amarrado.

El problema que enfrentará esa masa de fans chavistas es que, cuando despierten –si acaso alcanzan a despertar– de la orgía neoliberal, tendrán que acudir –qué duda cabe– a la harto manoseada cremita de rosas. Para entonces habrán de comprarla en el mercado que “produce libertad”, porque la Caja Costarricense de Seguro Social ya estará privatizada. Lo peor: a precios exorbitantes puesto que la demanda será altísima y la farmacéutica monopólica no tendrá compasión en cuanto los precios.

*Escritor

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (III)

Adriano Corrales Arias*

En su LIII aniversario, la emergencia nacional provocada por la pandemia del Covid-19 trajo a flote la crisis que arrastraba el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), acumulada en los últimos treinta años y acelerada en los últimos diez. Merced a la contrarreforma neoliberal iniciada en los años ochenta del siglo pasado con los tristemente célebres Planes de Ajuste Estructural (PAEs), dicho ministerio fue despojado de algunas de las funciones estratégicas para las que originalmente fue creado. Por eso carga con serias limitaciones para responder a una realidad cambiante y también en crisis, la cual se expresa en una sociedad trastocada por el cambio global y por una creciente y profunda desigualdad estructural.

Frente a ese aniversario y ante el opaco bicentenario de la “república”, muchas personas pensamos que bien valdría la pena realizar un balance colectivo del ministerio y de las políticas culturales en Costa Rica para repensar lo que se había hecho y dejado de hacer, pero, fundamentalmente, sobre el rol que debería jugar el MCJ en el futuro cercano, sin olvidar que, al menos simbólicamente, también es el ministerio de la juventud. Con acendrada ingenuidad, esperamos a que el mismo ministerio, en las últimas dos administraciones, se abocara a ello con la presencia organizada de los sectores involucrados en el quehacer cultural y artístico del país. Con Godot, continuamos esperando.

Es importante recordar que el 5 de julio de 1971, mediante la Ley No. 4788, se crea el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes, de modo tal que la cartera involucraba también a la Juventud y al Deporte. (El pequeño ministerio se había incubado en la otrora Dirección de Artes y Letras del Ministerio de Educación, cuyo gran impulsor, entre otros, fuera el artista y arquitecto Rafael Ángel “Felo” García). En los años setenta y parte de los ochenta, funcionó el Movimiento Nacional de Juventudes (MNJ) un vigoroso proyecto con casas de la juventud por todo el país. Más tarde se eliminó al “movi” (así lo llamábamos) porque coadyudaba a generar dirigentes juveniles conscientes y críticos (¡con instructores israelíes!), muchos de los cuales pasaban a las organizaciones políticas de izquierda. Pero, además era el ente rector del deporte; luego se creó el ICODER quitándole esa papa caliente al ministerio, cuyo quehacer en esa rama era casi decorativo.

La creación del MCJ obedeció al objetivo estratégico del proyecto original promovido por los llamados “hombres de letras” del Partido Liberación Nacional, jefeados por don Alberto “Beto” Cañas Escalante, en un contexto marcado por la guerra fría y por las consecuencias de la guerra civil con sus persecuciones y su anticomunismo. Como en tantas otras acciones socialdemócratas y socialcristianas, el MCJD funcionó para institucionalizar conflictos y sectores “en pugna”. El Ministerio nace sin saldar la eterna disputa entre “Cultura” y/o “Bellas Artes”, es decir, entre la visión “bellaletrista y bellartística” y el concepto antropológico en el cual la cultura se entiende de manera más amplia e integral. Era una concepción difusionista: fortalecer las bellas artes, llevar la cultura a quienes no la “tenían”, ir a las comunidades con un proyecto de extensión jerárquico y patriarcal. Para ello había que crear conjuntos artísticos (OSN, CNT, CND, TNT…), museos, bibliotecas, entre otros entes; más tarde, cuando el concepto antropológico se fue imponiendo, se crearon direcciones regionales y casas de la cultura con un nuevo discurso acerca de cierta “regionalización” ante el pudor de una conciencia vallecentrista asumida a medias. Eso hizo aguas muy pronto y el ministerio no se reactualizó, sino que, al contrario, se recortó.

Ya entrado el nuevo milenio, el MCJ se fue adaptando a la contrarreforma y extendiéndose más al espectáculo (FIA, FNA, Feria del Libro, Festival de Cine, etc.) y apoyando las incipientes industrias culturales. La actividad cultural pasaba de ser prioridad del estado (benefactor) a dejarse en manos de la iniciativa privada que, de todas maneras (rezaba el slogan) “produce libertad”. En los últimos años se le dio prioridad a los “pequeños productores de cultura” (artesanos y emprendimientos “artísticos”) e incluso los grandes proyectos de masas tipo FIA o FNA hicieron aguas, ya por la desidia, ya por la impericia de los tres últimos (des)gobiernos. Es claro que el ministerio transitaba a la deriva dependiendo de las administraciones o de las “personalidades” de sus ministros o ministras, así como de sus efímeros equipos de trabajo.

Ante la crisis prolongada y con la emergencia de la pandemia, algunos “artistas” pegaron el grito al cielo (yo me preguntaba: ¿por qué no lo hicieron antes?, ¿por que hasta los tiempos del Covid 19?), amenazando incluso con acusaciones y anatemas, a la vez que lanzaban un estentóreo SOS. Muchos de ellos comparaban al ministerio con una suerte de CNP, ICT, INVU o IMAS, sin comprender la naturaleza del mismo ni la amplitud del concepto cultura constreñido, según sus visiones, a la “actividad artística”. Otros, como quien esto escribe, pensamos que ya era demasiado tarde para pataleos puesto que hacía algunos años le habían dado el tiro de gracia. La contrarreforma neoliberal lo precarizó, los tres últimos gobiernos lo desmantelaron. Sin embargo, “del ahogado el sombrero”, pensaba; algo se podría rescatar. Se precisaba, eso sí, de una reforma total del estado que lo revitalizara y colocara a la altura de los tiempos. En otras palabras, se trataba de preservar y fortalecer el Estado Social de Derecho que la contrarreforma neoliberal había venido debilitando y que ahora intenta rematar sin oposición y con miles aplaudiendo. La pregunta todavía se impone: ¿será posible?

Para entonces un reconocido cantautor ponía en una de las redes sociales: “Muchos de los que reclaman ahora parece que han estado muy cómodos durante tantos años de silencio”. La frase contiene una vigencia estremecedora y se extiende a lo largo y ancho del tejido social desestructurado y herido por la contrarreforma y por una élite que maneja, con ácida lucidez e impune soltura, los hilos del poder y de los negocios al amparo de un estado secuestrado por su avaricia sin fin. La discusión, quiero decir, la lucha, es mucho más amplia y álgida de lo que parece. Pero pocas personas lo entienden. Y a muy pocas les interesa.

*Escritor

¿POR QUÉ DESTRUCTORES Y MALANDRINES? (I)

Adriano Corrales Arias*

Adriano Corrales Arias

Circula la noticia de que la Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica (OSNCR) dejará de existir por falta de recursos financieros. Lo mismo sucede con el Ministerio de Cultura y Juventud, el cual, de seguro, será clausurado. Es la crónica de una muerte largamente anunciada, como trataré de evidenciar en este y dos artículos más. Lo cierto es que la contrarreforma neoliberal, iniciada hace más de cuarenta años, cuya ruta es la desestructuración del Estado Social de Derecho, está culminando su arremetida ingresando por las áreas más sensibles del alma patria: la cultura y la educación. Para ello ha diseñado gobiernos como el actual, plagados de incompetencia, ignorancia, charlatanería y un odio esquizofrénico hacia lo público. Es la cultura de la cancelación y de las anti humanidades.

La OSNCR fue fundada el 31 de diciembre de 1940 gracias a los oficios de la entonces primera dama de la República, Ivonne Clays Spoelders, los hermanos Reyes Calderón, el músico uruguayo Hugo Mariani y el violinista Alfredo Serrano. En ese año, bajo la batuta del mismo maestro uruguayo Mariani y con cuarenta músicos, la así bautizada “Orquesta Nacional” realizó su primer concierto en el Teatro Nacional. En 1942 el presidente de la República, Rafael Ángel Calderón Guardia, le otorga una subvención mensual a la agrupación, así como el rango de Orquesta Sinfónica Nacional de Costa Rica, luego de agudas carencias financieras en los primeros años de su existencia.

En 1970, con la creación del Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) durante la tercera administración del presidente José Figueres Ferrer, maduran las condiciones para que la entidad adquiera el perfil y el rango artístico de auténtica orquesta sinfónica profesional, mediante la reforma y reorganización impulsadas por don Alberto Cañas, primer ministro de Cultura, apoyado por su viceministro Guido Sáenz. Actualmente es considerada una de las mejores orquestas de Latinoamérica; en noviembre del 2017 fue galardonada con el Grammy Latino en la categoría de “Mejor álbum de música clásica” por su disco Música de Compositores Costarricenses Volumen 2. Sus álbumes Bossa Nova Sinfónico y Música de Compositores Costarricenses Volumen I también fueron nominados al Grammy Latino en los años 2013 y 2014.

La orquesta está integrada por setenta y dos músicos profesionales, 87 % de los cuales son costarricenses, la mayoría como estudiantes de su Programa Juvenil. Ha efectuado giras nacionales e internacionales por Asia, Europa, Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. La agrupación realiza cerca de ochenta conciertos al año, cuenta con once producciones discográficas y es una de las instituciones culturales más prolíficas del país. En el año 2022 más de veintisiete mil personas asistieron a las presentaciones que ofreció en diversos escenarios costarricenses. Recientemente se ha presentado con el conocido cantante italiano Andrea Bocelli, el violonchelista Gary Hoffmann, el violinista Philippe Quint y la flautista Jasmine Choi, así como con los directores Shlomo Mintz, Giancarlo Guerrero, James Judd, Mark Laycok y José Serebrier, entre otros.

He allí la institución que el actual gobierno, recipiente, resultado y disparador de las políticas neoliberales de los últimos cuarenta años, desea clausurar alegando la cacareada y falaz crisis fiscal. Pero no es sólo la OSNCR lo que desean clausurar (¿y privatizar?). También se cerraría el Sistema Nacional de Educación Musical (SINEM) creado en el 2007 y ratificado mediante decreto en el 2010 con el afán de estimular el desarrollo humano a través de la música. Es un órgano de desconcentración mínima del MCJ, con personería jurídica instrumental, encargado de promover la creación y el desarrollo de escuelas de música, programas orquestales y programas especiales de promoción de la música. Al día de hoy cuenta con veinte escuelas distribuidas en el territorio nacional con los siguientes programas especiales: Atención de Primera Infancia, Música con Accesibilidad para Todos – para personas con necesidades educativas especiales – y Programas de Atención Prioritaria, ubicados en diversos puntos del país.

Como se ve, la contrarreforma es una auténtica contrarrevolución cultural. Desea cerrar las instituciones artísticas y culturales existentes con el ánimo de hacer tabula rasa sociocultural y educativa para continuar martillando con el discurso único del mercado total, léase totalitario. La voracidad de un pequeño grupo no repara en la salud emocional y espiritual de una población que, hasta hace poco, se ufanaba de presentar como la “más feliz del mundo”. Ni se diga de la salud física porque lo mismo sucede en el mundo productivo y laboral. He allí el verdadero significado de la malhadada y grotesca frase “comerse la bronca”. La meta es convertir a Costa Rica en el país desigual y pobre de la primera mitad del siglo XX, pero ahora con una población cinco veces mayor.

*Escritor

CONTRARREFORMA FEMINISTA

Oscar Madrigal

Vivimos momentos históricos de retroceso en varios campos, entre ellos los sociales. La contrarreforma neoliberal pasa de lo económico a lo social y a los derechos humanos, retroceso más acentuado en unos países que en otros. En Costa Rica lo sentimos en la administración fenecida de Alvarado contra los derechos laborales y los intentos por desfinanciar la CCSS, para citar dos ejemplos. Pero continuará.

En EEUU se filtró el borrador de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que muestra una mayoría de 5 jueces, ultraconservadores, 3 de ellos nombrados por Trump, están a favor de revocar el derecho al aborto. Si el borrador se hiciera realidad cada uno de los Estados que conformar los EEUU tendrían libertad para decidir sobre los derechos reproductivos de las mujeres.

De esta forma se pondría fin a un derecho adquirido por las mujeres hace casi 50 años. La reacción del movimiento feminista ha sido enérgica contra la noticia ya que, según ellas, se obliga a las mujeres tener hijos contra su voluntad y bajo cualquier circunstancia, incluso es casos de incesto, violación o peligro para la vida de la madre. Sin embargo, según parece, la votación ya fue realizada en el mes de febrero pasado. Esto significaría la desaparición inmediata del derecho en 23 de los 50 estados.

Se recuerda que la eliminación de un derecho (asunto que ha sido históricamente casi único) se da en el país más rico del mundo pero con la mayor tasa de mortalidad materna del planeta según la OMS, sin acceso gratuito a la atención médica, que no tiene permisos por maternidad y no subvencionada las guarderías.

Lo que la gente se pregunta es ¿qué sigue? ¿La eliminación del matrimonio igualitario, la eliminación del estudio de género en las escuelas y colegios, el dominio de la cultura por lo religioso?

Es claro que todo avance en los derechos de las personas históricamente más desprotegidas, segregadas o discriminadas, como el caso de las mujeres y trabajadores, produce una reacción de las fuerzas más retrográdas y conservadoras. Los avances en los derechos humanos siempre están sometidos a los vaivenes de la política. Por eso es indispensable estar al lado de las fuerzas que aseguran ese progreso.

El movimiento feminista y, en general, el movimiento popular debe poner las barbas en remojo, cuando se avecina un nuevo gobierno de un Presidente que precisamente no se ha caracterizado por ser un gran defensor de los derechos de las mujeres y de las trabajadoras y trabajadores.

Los perdedores, los ganadores y la izquierda

Oscar Madrigal

La sorpresa no es que Figueres haya perdido. Lo sorprendente es que no haya sido barrido electoralmente. Prácticamente en todas las elecciones de América Latina la corrupción ha sido el tema definitorio y Figueres reunía todos los componentes de la corrupción: había recibido comisiones de Alcatel y representaba al Partido, que casi por definición, es la corrupción personificada. Al final de la campaña logró aglutinar a algunos sectores políticos y sociales que vieron en Chaves un contrincante aún peor. Liberación Nacional perdió no solo por representar la corrupción sino porque durante los últimos años ha cogobernado con el PAC; de su cosecha fueron las leyes más negativas contra el movimiento social y avaló con entusiasmo la contrarreforma neoliberal. Así que pagó su apego a un neoliberalismo viejo y hasta superado. El futuro de este partido es un cambio no solo de líderes sino de mensaje o seguirá el camino del PUSC.

El otro gran perdedor de esta campaña electoral es la prensa. Trataron por todos los medios de impedir que Chaves ganara y fracasaron. La prensa escrita y televisiva -habrá que estudiarlo mejor- han perdido legitimidad y credulidad. El resultado puede indicar que ya el pueblo no les cree o no son ya los grandes determinantes de lo que llaman la “opinión pública”. Los directores de esos medios deberían presentar las renuncias irrevocables a sus puestos, tal y como ellos exigen de los políticos. Las redes sociales pasaron a jugar un papel más importante, aunque los mensajes fueron igual de manipulados y mentirosos.

Los movimientos sociales fueron presa de su falta de estructuración nacional y de unidad popular por lo que no lograron reaccionar a tiempo ante las propuestas regresivas de Chaves en el campo ambiental, de mujeres o social. La enseñanza podría ser la indispensable coordinación y unidad de ellas para ejercer una influencia importante en los asuntos de Estado.

Rodrigo Chaves venció siendo el abanderado de muy diversos sectores sociales, desde un sector importante de la burguesía, de las clases medias altas, pero lo que definió su triunfo fue el apoyo de los grupos sociales más pobres de las costas y la zona norte. En el centro del país prácticamente empató y definió con los grupos más empobrecidos, los olvidados de siempre. Chaves logró personificar el combate a la corrupción y las argollas políticas; ofreció eliminar las pensiones de lujo, eliminar monopolios como los del arroz y las medicinas, reducir la evasión fiscal y cambiar el acuerdo con el FMI. Ya veremos.

¿Y el Frente Amplio que es la izquierda de este país? Creo que se le abren grandes posibilidades de desarrollo y crecimiento con vistas a convertirse en una alternativa real de gobierno en las próximas elecciones. Su postura parlamentaria debe ser de oposición RADICAL, sin que eso signifique dejar de ser una fuerza propositiva, entendiendo por radical hacer propuestas que ataquen los problemas desde la raíz.

Se dice que nos espera la calle. Es posible. Pero ello será positivo si la calle se une con una propuesta, un programa alternativo que logre emocionar y motivar a los amplios sectores productivos y sociales del pais. De lo contrario seguiremos golpeando la cabeza contra una pared o dando vuelta en un mismo círculo.

La cultura costarricense desde el Estado

Adriano Corrales Arias*

CULTURA es uno de los términos que más acepciones tiene. Es un concepto polisémico y dinámico. Sus abordajes han sido diversos y complementarios a través de la historia, por esa razón debería considerársele desde la interdisciplinariedad, para así lograr una integralidad semántica.

En general, podría definírsele como “el conjunto de conocimientos y rasgos característicos que distinguen a una sociedad, una determinada época o un grupo social”. En todo caso, cuando hablamos de cultura, nos referimos a creencias, normas, valores, lenguaje, símbolos, tecnología, patrimonio, identidad. En otras palabras, hablamos de la actividad humana en su conjunto y de sus relaciones con la naturaleza y el cosmos, sobre todo de la producción simbólica a través del tiempo en espacios geográficos y socioeconómicos diferenciados.

En nuestro país la visión estatal de la cultura ha sido excluyente y elitista. Desde el “Olimpo” de los liberales, hasta el nacimiento del Ministerio de Cultura (PLN), se le concibe como la promoción de las “Bellas Artes”, las cuales deberían extenderse al pueblo para “culturalizarlo”, “cultivarlo”. Los liberales la concebían mancomunada con el sistema educativo, cual actividad “civilizatoria” que pretendía homogenizar su visión de mundo, es decir, privilegiaban su intención ideológica.

El dispositivo creado por el PLN en los años setenta del siglo pasado, ha sido vallecentrista y eurocéntrico, léase, colonial, salvo esfuerzos aislados y fallidos de regionalización con débiles discursos antropológicos sobre las culturas populares o “vivas”. Esa visón paternalista todavía subsiste. De allí la gran confusión en muchos artistas, quienes confunden el amplio concepto etnográfico con el de “arte” o “gestión cultural”. Por ello, se habla de un “sector cultura” difuso y asimétrico, el cual no sabemos si se define por su producción, su gremialismo o su filiación con el estado y su políticas, mejor dicho, la ausencia de ellas.

El neoliberalismo que lidera la contrarreforma con el afán del desmantelamiento del Estado Social de Derecho, erigido desde los años cuarenta del siglo pasado, le ha entregado esas tareas a las industrias culturales. Los últimos gobiernos del PLUSPAC así lo han venido haciendo y, el Ministerio de Cultura y Juventud (vaya híbrido), a pesar de su ingente labor en sus instituciones adscritas y en el apoyo a algunos productores artísticos, ha devenido en un cascarón desfinanciado y en una suerte de gran agencia de producción festivalera.

Las declaraciones de un candidato ultra conservador y de su escudera (diputada electa) han puesto el dedo en la llaga al gritar a los cuatro vientos, sin inmutarse, lo que otros quieren pero callan desde hace rato: cancelar el MCJ por ineficiente y burocrático (tiene menos del 1% del presupuesto nacional). Es decir, privatizar sus órganos desconcentrados y asignarle a las industrias culturales el resto. De allí a un Hollywood o Disney ticos no estaríamos tan lejos. Quizás ello quiso decir la señora escudera del enviado de los organismos financieros internacionales, quien bien podría convertirse en presidente de esta res ya no tan pública.

El día en que la CULTURA se convierta en el centro de una propuesta política al interior de un robusto proyecto país, tal y como corresponde, estaríamos hablando de inclusión, equidad, justicia social, defensa de los patrimonios tangibles e intangibles, de soberanía tecnológica y alimentaria y de las diversas identidades y expresiones simbólicas de quienes ocupamos este pequeño y bendito territorio. Es decir, estaríamos ante una auténtica acción sociocultural, corazón de toda actividad política.

Sin embargo, por ahora, sepamos que la CULTURA, desde la contrarreforma neoliberal, está clausurada. Aunque sigue viva y resistiendo en nuestras comunidades, en nuestros quehaceres, en nuestros sueños, en nuestras memorias.

*Escritor.

Elecciones: la verdad efectiva de la cosa

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (21)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El principal protagonista de estas elecciones generales en Costa Rica, realizadas el pasado domingo 6 de febrero recién pasado, ha sido el abstencionismo que alcanzó el 40% de las personas habilitadas para emitir su voto, habiendo llegado a ser la mitad de los presuntos electores en las tres provincias costeras. Un gran sector de la población se muestra asqueado, desconfiado y no acepta más la “leyenda dorada” de la fiesta electoral, tanto como del inexistente ejercicio democrático con reglas claras y parejas que no aparece por ninguna parte, aunque algunos alucinados juran estarlo viendo in situ. El abandono en que los políticos y los burócratas del poder central tienen a los habitantes de las costas del Pacífico y del Caribe es de tal magnitud, que los afectados no han encontrado otra manera de manifestarse que no sea la del acto decente y racional de no votar, al menos ellos no pueden negar lo que están viviendo y sufriendo en la cotidianidad de sus precarias existencias.

Los problemas de legitimidad que se derivan de este hecho son de una inmensa magnitud, a pesar de la manipulación descarada de los medios de comunicación social para hacernos creer que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Lo importante, por lo tanto, no son las cifras de quienes votaron manipulados por los medios de comunicación social, la propaganda (mala palabra en la lengua inglesa), el juego de la estafa ejecutada ante los ojos de todos por un puñado de banqueros que financian las encuestas y luego a partir de los “resultados” de ellas deciden a quienes financian y a quienes no, mediante la compra de bonos de la llamada deuda política. Esos astutos banqueros que están haciendo clavos de oro, cada vez que hay una convocatoria electoral, son los árbitros e incluso los amos de la llamada “democracia costarricense” ¿de qué o de cuál legitimidad de los poderes públicos estamos hablando entonces? Es preciso que alguna vez, por lo menos, abramos los ojos y miremos de frente a la realidad, a lo que en efecto está ocurriendo y no sigamos hablando sólo de lo que nos han hecho imaginar y repetimos como loros.

Por otra parte, hay una serie de actores políticos del llamado universo “progre”, incluida la llamada izquierda light, esa que ni aun siéndolo, deja de asustar a la ultraderecha totalitaria y mentirosa, la que ni por ese hecho comprobado deja de asustarnos también, un día sí y otro no, con los viejos fantasmas del “comunismo” y el “populismo”, que sin embargo omiten el debate sobre los problemas de fondo que nos afectan a todos, haciendo un gran ruido sobre ciertos escándalos, relativos a la vida privada de algunos candidatos presidenciales, dentro del mejor estilo del puritanismo anglosajón, pero en medio de la católica y pecadora Costa Rica: es así como logran hacer pasar a un segundo plano la gravedad de la profunda contrarreforma neoliberal, ejecutada por los dos gobiernos del PAC, con la activa complicidad y apoyo parlamentario del PLN, el PUSC, los pseudocristianos del RN y la NR de Fabricio Alvarado, así como el sistemático saqueo de los fondos públicos con las trochas, las cochinillas e innumerables affaires delictivos, la descarada evasión y la elusión fiscales ejecutada y promovida por el capital financiero con el decisivo concurso de los grandes medios de comunicación social (La Nación, canal 7 y similares), lo que ha derivado en la consiguiente especulación con los intereses de los bonos de la deuda interna emitidos por los sucesivos gobiernos para cubrir el faltante provocado por estos grandes saqueadores, la quiebra del IVM y los otros fondos de pensiones provocada por los malos administradores de la CCSS que buscan su privatización, la implacable regla fiscal que amarra al sector público y desfinancia los programas sociales destinados a las poblaciones más vulnerables, la criminalización de la protesta social, promovida por la fracción liberacionista, con Carlos Ricardo Benavides a la cabeza y aprobada por el resto de la coalición que nos ha venido desgobernando desde abril de 2018, la ansiada liquidación(ojalá a precio de remate) de las instituciones públicas más importantes, promovida abiertamente por la ultraderecha de Elías Feinzag, disfrazada de liberal progresista, pero en realidad ultraconservadora, y para rematar el pastel la ley de empleo público, ya avalada por la Sala Cuarta, con la que se le pone fin a la Costa Rica del pacto social de 1949, con su estado social de derecho y sus garantías sociales, hoy vilipendiadas a título de “privilegios”. Se acabó la Segunda República, ahora empieza el despliegue total de la dictadura neoliberal en democracia, tan cara a los hermanos Arias Sánchez.

En 2018 como ahora se lanzaron cortinas de humo, a partir de ciertas agendas light, fue así como muchos se olvidaron las luchas de la clase trabajadora, al menos ahora el nefasto PAC por fin fue castigado por el electorado y mandado al   basurero de la historia, en medio de los hipócritas lamentos de su fundador. Sus cómplices continúan allí, vivitos y coleando como las olominas, y no hay duda de que están en las filas de los dos candidatos presidenciales que se enfrentarán en el ballotage del domingo 3 de abril entrante. ¿Cuál será la agenda durante los próximos cuatro años del Frente Amplio y sus seis diputados electos, un sector político que dice haberse corrido hacia el centro, al parecer para captar los restos “progres” del PAC? ¿Es que acaso se terminó la lucha de clases en Costa Rica? Sólo la lucha callejera nos lo dirá, aunque la clase dominante dice en sordina que son ellos los que van ganando.

COSTA RICA 2021: LA COMMEDIA È FINITA

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (17).

Tercera época.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El telón de la obra teatral que ha venido siendo representada durante los últimos ocho años en la escena política del pequeño país centroamericano que somos ha caído por fin: entre la penumbra reinante empezamos a distinguir ¿quién es quién dentro del juego político? Ya no se trata de seguir a los protagonistas por lo que dicen, o acostumbran a decir con suma ligereza, sino de establecer un inventario cabal de lo que han venido haciendo.

Los “progres” del PAC, esos maestros del fingimiento, no sólo nos han traicionado, ejecutando con saña la más agresiva contrarreforma neoliberal que acabó con nuestro estado social de derecho, y el pacto social establecido en la constitución de 1949, sino que terminaron por confundir a un gran sector de la población, que ante su postura mimética llegó a pensar que ellos son “comunistas”, “socialistas” o algo así, resultando muy difícil sacarles de la cabeza a muchas gentes semejante equívoco, por lo que no se han dado cuenta de que este gobierno representa a lo más rancio de la ultraderecha neoliberal. Contando con la ayuda y decidida participación de los restos ya descompuestos del otrora PLN socialdemócrata (en el buen sentido del término), de los del PUSC del tránsfuga Rodolfo Piza Rocafort, quien en esta campaña electoral se nos presenta con otro rostro, del también “progre” FA que se adhirió a la coalición gobernante desde el primer momento, en abril de 2018, de cuyo gabinete formó parte su presidenta durante casi tres años, sin deslindarse de manera clara y transparente del neoliberalismo (neoconservador y mercantilista, más bien) reinante, mientras sus líderes más conocidos dicen ubicarse hacia el centro, un gran sector de la población lo sigue y seguirá viendo como los temibles “comunistas”, “ socialistas” o “castrochavistas”, y aunque esas percepciones carezcan de todo asidero en la realidad, son válidas en las cabezas de quienes terminaron pensando de esa manera. Dado lo anterior, es que podemos comprender porque un gran sector de la población rural involucrado en la protesta social de agosto-octubre de 2020, en las filas del Movimiento Rescate Nacional, encabezado por Célimo Guido y Óscar Campos, decía que estaba luchando contra un gobierno “comunista”, a pesar de que la policía que los reprimía brutalmente sigue siendo entrenada por los Carabineros de Chile y la sanguinaria Policía Nacional de Colombia, consumadas expresiones de la política represiva de la ultraderecha en esta parte del mundo. Carlos Alvarado se negó a dialogar con quienes protestaban en las calles, y con la complicidad del FA formó unas “mesas de diálogo” (de un monólogo del régimen, en realidad) en las que terminaron dándole atolillo con el dedo a los participantes.

Una vez terminada la representación teatral, no podemos ponernos a reír, la comedia resultó ser una tragedia en la que los patos a sacrificar resultamos ser nosotros: lo peor de todo, es que nos quedamos sin herramientas políticas para enfrentar la catástrofe que se nos viene encima, tendremos que empezar de cero como en el viejo mito de Sísifo para llevar la roca hasta la cima de la montaña, pero metidos en un gigantesco mar de confusiones, donde a semejanza de Odiseo de Itaca tendremos que poner oídos sordos a los cantos de sirena, esos del régimen imperante que se tornarán más abundantes, cuando más profunda y evidente se nos haga la catástrofe, corremos el riesgo de encallar en las rocas.