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Etiqueta: COP26

Webinar: Valoraciones Regionales Preliminares sobre la COP26

El equipo de Costa Rica del Foro Centroamérica Vulnerable Unida por la Vida (FCV-UV) comparte el link del Webinar: Valoraciones Regionales Preliminares sobre la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP26, donde se analizaron perspectivas desde la sociedad civil centroamericana sobre los resultados de la COP26.

En el webinar se abordó el desarrollo de la COP26 inequidad, gastos y participación, así como los resultados de la COP 26, el Pacto Climático de Glasgow y el reglamento del artículo 6 del Acuerdo de París, las pérdidas y daños de la COP26, cambios en la narrativa Latinoamericana.

Además, se abordó las adaptaciones al proceso de discusión de la COP26, el Foro Internacionales de Pueblos Indígenas sobre cambio climático, entre otros.

El espacio contó con la participación de:

  • Jean Baptiste Boudot
  • Alejandro Alemán 
  • Bernis Cunnigham
  • Andrea Padilla
  • Johnson Cerda

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se celebró entre el 31 de octubre y el 12 de noviembre de 2021 en la ciudad de Glasgow, Escocia.

Puede observar el webinar en el siguiente enlace:  https://www.facebook.com/CentroamericaVulnerable/videos/1239175043271551

 

Información compartida a SURCOS por el Foro Centroamérica Vulnerable Unida por la Vida.

Aclaración de la Coordinadora de Lucha Sur Sur respecto a declaraciones del presidente de Costa Rica en la COP 26 sobre pueblos originarios

4 de Noviembre del 2021.

Sobre las declaraciones del Presidente de la República de Costa Rica Carlos Alvarado en el foro «Bosques y Uso del Suelo» que se realizó el lunes 1 de noviembre en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26 – Escocia), y en las que dijo «los mayores guardianes del bosque y la tierra son los Pueblos Indígenas» y además resaltó el Programa de Servicios Ambientales (PSA) como un mecanismo para la conservación de bosques; consideramos importante aclarar ante la opinión pública:

  1. El Estado de Costa Rica no ha sido capaz, ni ha tenido la voluntad política para garantizar la vida e integridad personal de los Pueblos Originarios; prueba de ello, son los asesinatos por razones políticas de Sergio Rojas Ortiz, Uniwak del Pueblo Bribri de Salitre el 18 de marzo de 2019 y de Jerhy Rivera del Pueblo Brörán de Térraba el 24 de febrero de 2020, dos asesinatos en menos de un año; hermanos que fueron asesinados defendiendo sus territorios y Pueblos.

Además, según el Informe de agresiones y violaciones a los Derechos Humanos contra los pueblos originarios en la Zona Sur de Costa Rica, Enero – Diciembre 2020 elaborado por la Coordinadora de Lucha Sur Sur, en ese año fueron amenazadas de muerte 14 personas líderes y lideresas de los Pueblos Originarios de la Zona Sur del país, así como 2 defensores de los derechos humanos de estos Pueblos.

También, este Informe da cuenta de 86 incidentes de seguridad contra estos Pueblos durante el 2020, que se expresan en 27 tipos de agresiones, de las cuáles el principal actor en agredir y atentar contra los derechos humanos de los Pueblos Originarios es la Fuerza Pública.

  1. TODAS las agresiones y violaciones se mantienen hasta el día de hoy en la impunidad.
  2. En los territorios de los Pueblos Originarios de la zona sur, se mantiene una ocupación ilegal de un 40% de esos territorios por parte de personas no indígenas, ocupación que en algunos Territorios alcanza hasta un 75%.
  3. El Estado de Costa Rica no ha cumplido con sus obligaciones de entregar la totalidad de los Territorios a estos Pueblos y esta deuda histórica no ha sido saldada por el actual gobierno.

En este sentido, debemos resaltar que el Plan de Recuperación de Territorios Indígenas (PRTI); iniciativa Estatal que inició en el 2017, hasta el momento no ha logrado devolver ni un solo terreno a estos Pueblos; las únicas fincas que esta Administración dice que «devolvió», es el caso de 2 terrenos ubicados en el Territorio Bribri de Salitre, terrenos que ya habían sido recuperados por el Pueblo Bribri de Salitre y que además contrario a lo que este Pueblo solicitaba, los terrenos fueron entregados a la Asociación de Desarrollo Indígena, organización considerada como Estatal por el Concejo Ditsö Iriria Ajkönuk Wakpa, organización propia y autogobierno de este Pueblo Originario.

La Administración de Carlos Alvarado, a través del Instituto de Desarrollo Rural (INDER), entidad encargada del PRTI, anunció el año anterior que dicho plan tendría un atraso mínimo de 3 años.

  1. El Estado de Costa Rica no ha sido capaz de devolver los terrenos priorizados por las organizaciones propias de varios Pueblos Originarios de la zona sur; en Salitre se priorizaron 8 terrenos desde el 2014, en Cabagra 13 desde el 2016 y en Térraba 17 desde el 2019.
  2. Durante el 2020 y 2021 se han dado 4 resoluciones judiciales en las que se ordenaba el desalojo de personas del Pueblo Cabécar de China Kichá (3 resoluciones) y del Pueblo Naso Brörán de Térraba (1 resolución); fallos que fueron apelados en tiempo y forma; pero que 3 de ellos todavía representan un peligro y una amenaza de desalojo judicial para estos Pueblos.
  3. Sobre el Programa de Servicios Ambientales, omite decir el Presidente Carlos Alvarado, que los mismos son gestionados y administrados por las Asociaciones de Desarrollo Indígenas, estructura que para las organizaciones propias de los Pueblos Originarios que participan en la Coordinadora de Lucha Sur Sur, son consideradas como instancias institucionales o estatales y además impuestas; tampoco señala Alvarado los muchos casos en los que se encuentra denunciadas y en procesos judiciales, algunas de estas ADI, no todas, por el manejo irregular de los fondos provenientes de PSA y la poca participación real de las comunidades y propietarias/os de estos bosques, en las decisiones y beneficios económicos.

Desde los territorios en resistencia compartimos un par de mensajes al respecto y le recordamos al Estado de Costa Rica su obligación de garantizar la vida e integridad personal y territorial de los Pueblos Originarios.

“Que seamos los guardianes de los bosques nos ha costado dos asesinatos de defensores de nuestros derechos como Pueblos Originarios, muchas personas más no podemos ni siquiera dormir tranquilas con nuestras familias por las amenazas de los terratenientes; somos guardianes, pero tenemos a los poderes del Estado en contra de nuestros derechos.”

“No se vale que el mundo escuche estas mentiras del Presidente Carlos Alvarado, ya que nuestras luchas son muy desiguales y nosotras como mujeres indígenas sufrimos toda clase de atropellos por seguir acompañando y conservando a nuestra madre tierra para evitar que las empresas transnacionales con sus proyectos extractivos la sigan matando.”

“Nuestra lucha continuará por defender nuestras tierras que son un todo: Bosques, Agua, Aire, Espiritualidad, Cultura y Autonomía; aunque nos tengan amenazadas y aunque el Presidente Alvarado mienta en los foros internacionales”.

Recuperadora de Crun Shurin del pueblo Naso-Brörán.

«Nosotros no somos guardianes de nuestras tierras, nosotros somos parte de la tierra y la cuidamos de forma innata, natural. Ella nos cuida y nosotros la cuidamos, para nosotros el bosque es un ser vivo como cualquier otro elemento que compone esta tierra. Debemos vivir en un equilibrio que es parte de nuestra esencia como pueblos originarios, no necesitamos dinero para cuidar nuestros bosques y tierras, porque a la hora de que se ofrece dinero por cuidar nuestros bosques y tierra, se pierde el sentido de vivir en equilibrio y se cuida solo por dinero. Nuestra cosmogonía dice como debemos vivir con nuestro bosque y tierra, el hacerlo pagado distorsiona esa forma de hacerlo.”

«El Presidente dice que reconoce que cuidamos los bosques, no deberían haber muertos por defender la tierra, ni siquiera deberíamos estar en esta lucha».

Lesner, recuperador Bribri del clan Tuádiwak del pueblo Bribri de Salitre.

 

Publicación en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/111882987093775/posts/402145984734139/

La dimensión desconocida del “Cambio Climático”: Ecofascismo

Luis Andrés Sanabria Zaniboni

Hay armas que son simplemente pensamientos.
Los prejuicios pueden matar y la sospecha puede destruir.
Rod Serling

Una vez más, potencias mundiales, multimillonarios, transnacionales, organizaciones internacionales y países se unen en “coro” para combatir el Cambio Climático en la COP26, sin embargo, cuando vemos las portadas de los periódicos y los “post” en redes sociales, surge un momento de incredulidad. Cómo si aquello que observamos fuera sólo una deformación de la realidad. Valdría la pena aprovechar ese segundo y preguntarnos ¿Qué tensiones han conformado ese contexto que vemos?

Cuando hablamos de Cambio Climático, aparentemente asistimos a un consenso común de emergencia mundial, de preocupaciones y acciones compartidas. Sesión tras sesión pareciera que los consensos se construyen en torno a la protección del planeta. Sin embargo, si abrimos la mirada más allá del evento en cuestión, nos damos cuenta que no hablan de lo mismo, y que los desacuerdos son la ley en torno a la búsqueda de acciones para afrontar la crisis climática.

Pero se preguntarán ¿Qué hay detrás de toda esa infraestructura técnico-social que se despliega en favor del ambiente? Cómo todo espacio de disputa, diversos sectores procuran imponer una narrativa que asegure su posicionamiento, y les permita conservar y reproducir las relaciones que favorecen su dominio. En este caso, el capitalismo no es inocente en la construcción de esto.

En los últimos 30 años, asistimos a un reposicionamiento de las fuerzas extractivas en nuestras sociedades, si por un lado creció una mayor conciencia ciudadana y científica de los límites que rodean a nuestro planeta, por otro lado los sectores dominantes “hicieron su tarea”. Desarrollaron una nueva narrativa que les acompañó, una en la cual el mercado y el crecimiento económico eran imprescindibles para el sostenimiento del planeta.

Resultó que en estas tres décadas, la expansión económica y el consumo de mercancías en todos los niveles de la producción no paró, no resultaba ser un proceso a intervenir, todo lo contrario, era la señal precisa que necesitaban todas las sociedades. Es decir alcanzar un estado de “desarrollo” tal que les permitiera generar la riqueza para obtener mediante la “sofisticación” social esa “conciencia ambiental”. La pobreza fue el primer eslabón de la narrativa, el mercado tenía la ingente tarea de reducir la pobreza y salvar al planeta, es decir culpar al pobre por la contaminación.

Es así como estas fuerzas dominantes, lograron lo impensable, alejar la mirada de las relaciones económico-sociales que les permite acumular y reproducir su riqueza, es decir aquellas relaciones que promueven un consumo desmedido de las sociedades ricas, y derivan en la explotación de los bienes naturales y del trabajo de los seres humanos (abaratamiento por medio de la desregulación ambiental y erosión de los derechos).

Precisamente muchos sectores corrieron a proteger y justificar estas relaciones de explotación como el motor para el cambio social. Y como respuesta surgió la responsabilidad social corporativa, aquellas relaciones en las cuales el mundo corporativo devolvía a la sociedad el fruto de sus preocupaciones, a través del involucramiento “comunitario” y “pagando” por su contaminación.

Llegados a esto, podemos decir que aquel desarrollo sostenible, es meramente una opción financiera mediante la cual “Quien contamina paga”, y que reduce toda la crisis climática a la “compensación”, logrando impedir cualquier asignación de responsabilidad o freno a eso que le llaman crecimiento económico.

Esta idea de “pagar” por la contaminación nos empujó a una etapa de mercantilización de la naturaleza que extendió la frontera extractiva a través del capital natural y las “soluciones basadas en la naturaleza”, es decir sobre los bosques, manglares, mares, entre otros territorios que mantenían fuerzas de resistencia al capital, pero hoy les amenaza la financiarización, una fuerza que rodea y ahoga, que despoja, privatiza y concentra.

Y llegó la Revolución 4.0, la solución tecnológica como elemento clave para la “revolución” de la conciencia humana. Con un despliegue de optimismo desmedido, impulsado por el desarrollo tecnológico en todas las áreas del conocimiento, comprometido con el desarrollo de instrumentos e infraestructura para las interconexiones y cumplimiento de las tareas, ha conllevado a un reimpulso de los extractivismos de todo tipo desde fósil hasta agronegocio, pero está vez el precio se justifica por el compromiso por un “futuro ambiental”.

Tal vez el punto más crítico que evidencia la total desconexión de esta época, es que durante estos últimos treinta años, asistimos a una realidad donde la defensa del ambiente se volvió una de las actividades más peligrosas. Con el paso de los años se evidencia que las comunidades que se resisten al despojo de sus territorios son las “trabas” a la inversión, y los nuevos “ecoterroristas” que azotan los planes de desarrollo.

Hoy en la COP26, asistimos a un teatro que invisibiliza la estrecha relación entre el crecimiento económico y degradación ambiental. Una narrativa que logró impedir poner en cuestión el modo de producción que domina nuestras sociedades, que lo “absolvió” y lo convirtió en solución. Una vez más es importante cuestionar las formas y modos en que nos presentan las “soluciones”. ¿Quiénes son los responsables? ¿Quiénes toman las decisiones? ¿Quiénes están padeciendo las consecuencias?

Cuando vemos de nuevo las notas de prensa o redes sociales, nos damos cuenta que ahí arriba se construye una sociedad pequeña, privilegiada y privatizada para aquellas personas que pueden “pagar” el privilegio de “compensar” su huella ecológica. Para el resto de las personas que vivimos fuera de la frontera de esa minúscula sociedad padecemos el apetito de los extractivismos desatados por esta “revolución” del capitalismo verde.