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Etiqueta: democracia

Al juez Fernando Cruz Castro

Walter Antillón, abogado

Con ocasión de la puesta de su retrato en el Salón de Presidentes de la Corte Suprema de Justicia, el magistrado Fernando Cruz nos dejó un discurso pletórico de vivencias, de recuerdos y de agudas observaciones, expuesto con palabras admirables, llenas de la discreción, la sabiduría y la modestia que son el saldo de su vida, consagrada al estudio y al trabajo de operador de la Justicia a nivel supremo. Él termina evocando al escritor ruso Antón Chéjov, para decirnos que repasando su vida, no visualiza haber alcanzado en ella «victorias notables».

He decidido escribir estas líneas porque discrepo del sentir de don Fernando en relación con este punto; y porque además estimo que se trata de una cuestión crucial en los tiempos que corren, que no debe pasar en silencio. El discurso de don Fernando está dirigido a todos los funcionarios judiciales del País, y muy probablemente lo leerán también los ciudadanos conscientes. Por ello es imperativo que todos ellos sepan, y que quede constando para la posteridad, que el magistrado Fernando Cruz ha cosechado en su vida claras y notables victorias en el campo de la justicia, la institucionalidad y la democracia; no sólo mediante sus conocimientos jurídicos y su cultura humanista, vertidos en sentencias destinadas a perdurar en los anales de la jurisprudencia, sino también con decisiones que revelan su rectitud y su coraje frente a las presiones y amenazas de las poderosas fuerzas políticas que gravitan ominosamente sobre la institución judicial. Los jueces, fiscales y defensores a lo largo y ancho de nuestro territorio, y especialmente los que inician la carrera, deben estar enterados de esas victorias que, no siendo espectaculares (como los logros deportivos), tienen un significado trascendente en los destinos de nuestro pueblo. Quiero recordar algunos casos:

1.- Durante los años 2007 y 2008 fueron aprobados el TLC y sus leyes complementarias. Para lograrlo, se empeñaron a fondo el presidente Oscar Arias, su gabinete y sus diputados, así como gran parte del empresariado nacional, la prensa unánime (excepto el Semanario Universidad), la Embajada y el propio Gobierno de los Estados Unidos; y no escatimaron los medios (recordar el infame panfleto de Casas y Sánchez). La Sala Constitucional se plegó paladinamente a los deseos y a los planes oficiales, haciendo la vista gorda frente a las numerosas y graves inconstitucionalidades de aquellos instrumentos, a excepción de los magistrados Gilbert Armijo y Fernando Cruz, que salvaron los votos cuantas veces comprobaron sus inconsistencias.

Los magistrados, en Costa Rica, han sido frecuentemente calculadores y complacientes con el poder, porque solían ‘deberle el puesto’ a los dirigentes políticos y porque, al depender su permanencia de la decisión de los diputados, sienten que su posición institucional es endeble. Por eso es para mí una gran victoria que dos de ellos, frente a la enorme presión de los medios, de las cúpulas políticas y del propio Imperio Estadounidense, hayan decidido cumplir con su sagrado deber: aplicar libre e imparcialmente la Constitución. También fue una gran victoria de estos dos ciudadanos contra sus propios temores: el temor a ser despedidos, a ser marginados, a ser desprestigiados; el mero temor de enfrentarse día con día, permanentemente, a la mayoría interna y extrainstitucional. El ejemplo de ellos dos para los jueces que inician labores es claro: la misión más esencial del juez es el control jurídico del poder, y debe cumplirla con total independencia e imparcialidad, sean cuales fueren los intereses y las influencias en juego.

2.- Naturalmente, aquella digna actitud de los minoritarios Cruz y Armijo tenía que recibir un castigo ejemplar, de modo que, transcurrido un tiempo, vino la alevosa reacción de los politicastros, en la forma de varios intentos por expulsarlos de la Sala Constitucional; para sentar un precedente, pero también para reemplazarlos por personas complacientes, ‘amigables con el clima de negocios’, como dijo un diputado de ingrata recordación. Hace muchos años que don Gilbert Armijo dejó el cargo: cumplió con dignidad, pero ser mártir no es obligatorio. Don Fernando Cruz, pudiendo haberse jubilado, se quedó, soportando por mucho tiempo, con buen ánimo, el ostracismo interno, el aislamiento y los intentos de ninguneo de parte de algunos parvenus politiqueramente «correctos». Y esa ha sido también una gran victoria que debemos atribuirle: un triunfo de su firme conciencia civil sobre la mezquindad de sus enemigos, pero también sobre sí mismo: sobre sus legítimos deseos de disfrutar de un merecido descanso, de la privacidad de la vida en familia, del ocio creador. Poniendo aparte arrogancias y vanidades, él ha tenido claro que su presencia en la Sala es vital en los tiempos que corren, porque es el testimonio cotidiano, austero, del buen juzgar, en contraste con la frivolidad y la anárquica dispersión de las comisiones en que se ha sumido la mayoría, en daño de la salud institucional y de sus auténticas funciones.

Confío en que la posteridad le hará justicia, que nuestro pueblo le hará justicia. Porque, a pesar de los nubarrones que se acumulan amenazadoramente en el horizonte, tenemos que seguir luchando para que otro mundo sea posible.

Naranjo, enero de 2025.

Carnet 785

2025, hacia un nuevo orden global y sus eventuales implicaciones regionales (I)

Caryl Alonso Jiménez

¿Escenarios de crisis o nuevas oportunidades…?

Caryl Alonso Jiménez

Todos los indicios al parecer apuntan a un nuevo orden global que, según analistas nacionales e internacionales, tiene diversas implicaciones en las dinámicas mundiales. Por un lado la recomposición geopolítica que abre un nuevo periodo de tensiones Este/Oeste, la crisis de oriente próximo y China. Prioridades económicas hacia la reversión de la globalización en la deslocalización de las tecnológicas de Asia; y finalmente el tema migración.

En esta región los alineamientos geopolíticos vinculados a China alimentarán tensiones que derivarán en escenarios que tienen implicación como el canal de Panamá, y seguramente en colisiones a lo que hoy entendemos por democracia.

Excepto por alineamientos y/o contención migratoria, en la región no hay industria ni tecnológicas y tampoco en el corto plazo, no habrá beneficios de la deslocalización de empresas tecnológicas para competir en mercados globales.

El modelo económico en la región, principalmente en Guatemala el sector primario no tiene perspectiva de cambio en el corto plazo. Excepto los intentos de transformación industrial en Costa Rica en desarrollo farmacéutico y productos tecnológicos que aún son débiles y, Panamá con la modernización de un nuevo modelo de país Offshore financiero (servicios), que sacrifica políticas territoriales. El resto en van en esa línea.

Cualquier análisis económico financiero de país pasa por la estabilidad macroeconómica. Los casos de Guatemala, El Salvador y Honduras, depende de las remesas anuales que, en el 2024, con casos como México superaron los US$ 60 mil millones anuales, Guatemala alcanzó US$ 21 mil millones y la tendencias del crecimiento de remesas fueron la línea de crecimiento en Honduras y El Salvador.

La economía regional aporta al comercio mundial menos del 2% anual. El crecimiento sigue siendo débil en promedio por abajo del 3% anual del PIB. La riqueza no se expande (equidad) y la lógica matemática de la explotación de excedentes permanece inalterable.

Sin embargo, los anuncios intensifican alarmas hacia expulsiones masivas de migrantes que de concretarse tendría serias crisis en todos los campos de la vida nacional, donde su incorporación a la vida productiva tendría altos impactos.

¿Hasta dónde las agendas institucionales están construyendo la infraestructura pública necesaria para respuestas humanitarias? Al parecer los sistemas institucionales no tienen respuestas inmediatas excepto medidas de traslado a sus comunidades sin ninguna previsión de sobrevivencia o sistemas de asistencia y acompañamiento local.

Como región no existe una plataforma de integración real, ni el Parlamento Centroamericano y tampoco las tentativas de SICA son opción, se agotaron. Queda un último eslabón: el sistema multilateral financiero de BCIE, que podría articular un Programa Regional en línea a crear el fondo de inversión y desarrollo para despegar. En tres temas centrales públicos: educación, salud e infraestructura. Sumado a un programa de precipitación de fondos de inversión territorial para recuperar infraestructura local y territorial. Pero no se tienen políticas para la reinserción de migrantes, excepto servicios administrativos aun sin la efectividad real, que debe someterse a un escrutinio de calidad.

Es importante tener en cuenta que la incorporación del sector económico en esta nueva etapa será imprescindible. Está claro, guste o no, solo el mercado genera riqueza, y si esta llega en intervención en áreas productivas territoriales tendrá mayor impacto.

La agenda comienza por ordenar el nivel de respuesta con sentido estructural y la articulación con entidades públicas para programas con sentido humano. En educación abrir espacios para la inserción acelerada en programas que certifiquen capacidades. Igualmente programas de formación en capacidades técnicas para disponer de recursos calificados y disposición de fondos para proyectos productivos. Generar mercado puede alentar redes de consumo local y extender confianza, Pero actuar, ese es el punto.

Lo que no cabe duda es que los temas globales tienen aterrizajes locales, y el tema de las migraciones en breve tiempo obligará a acciones estatales que determinará el cálculo de percepciones de optimismo o pesimismo del ciudadano, y eso tendrá costos.

No es fácil, y los simplismos frente a las crisis no se resuelven con esperanzas dominicales, ni retoricas populistas; sino, con respuestas precisas, concretas y efectividad institucional privada y pública.

Por la brevedad del espacio no se abordan propuestas, será en las siguientes entregas. Por ahora posicionar en el imaginario del ciudadano el acompañamiento institucional con capacidad de respuestas, comenzando por servicios de atención. Y comienza en los consulados en USA, que juegan roles importantes que quedarán bajo el escrutinio del migrante, que a partir de ahora tendrá otra valoración el verdadero sentido de nación.

En 45 años los migrantes enviaron más de US$ 2 billones de dólares en remesas, ¿Son suficientes para respuestas del Estado y mercado…? O, ¿Cuánto más hará falta…? Es ahora cuando se retratará el liderazgo institucional, y allí estará la estatura del Estado… Entonces, ¿lo medimos…?

El chavismo tico: síntoma de una democracia en agonía

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Desde hace ya mucho tiempo los partidos políticos en Costa Rica, y no exagero si nos referimos a occidente en general, enfrentan una profunda crisis de identidad o decadencia extendida. Representan a minorías económicas o culturales, pero han dejado de ser vehículos de representación para las grandes mayorías. Estas mayorías, que soportan las desigualdades y exclusiones de un modelo económico intacto desde hace décadas, han sido abandonadas por la clase política tradicional. En este vacío de representatividad, surgió el chavismo tico, no como un proyecto ideológico sólido, sino como un síntoma de una democracia que agoniza.

El reciente Informe del Estado de la Nación 2024 arroja luz sobre esta problemática. Según el informe, la democratización, lejos de ser un escudo, no logró evitar el colapso de los partidos políticos. La crisis de representación y el desalineamiento político de la ciudadanía son síntomas claros de un sistema político desconectado de las necesidades del pueblo y con una entropía institucional que le impide adaptarse para responder con certeza a las nuevas demandas ciudadanas. Este desalineamiento, reflejado en una ciudadanía que ya no se identifica con las ofertas partidarias tradicionales, evidencia la profundidad de la desconexión entre los partidos y las mayorías.

Cuando los partidos se enfocan únicamente en defender intereses específicos, del tipo que sean, se convierten en partidos minoritarios. Olvidan que, en una democracia real, aunque las minorías deben ser protegidas, reconocidas y respetadas, el objetivo final siempre debe ser el bienestar de las mayorías. Sin embargo, Occidente en los últimos años ha invertido esta lógica, misma en la que Costa Rica ha caído al seguir los pasos de forma acrítica de quienes ha considerado históricamente como el ejemplo a seguir. En lugar de demos-cratos, el poder del pueblo, estamos viviendo una democracia capturada por pequeñas élites o grupos que se desconectan de las necesidades colectivas.

No en vano, en las últimas elecciones llevadas a cabo en Estados Unidos de América, el senador Bernie Sanders al referirse a la derrota de los demócratas dijo que “no debería ser una gran sorpresa que un partido demócrata que ha abandonado a la gente de la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora le ha abandonado”. Saquemos conclusiones nada más sobre la situación histórica de algunos partidos en Costa Rica, que en algún momento sí representaron no solo a la clase trabajadora, sino a la mayoría de la sociedad, y que hoy ésta le da la espalda.

El Informe del Estado de la Nación 2024 también señala que esta crisis de representación es una amenaza para nuestra ya débil estabilidad democrática. Las grandes mayorías, excluidas y desilusionadas, se convierten en terreno fértil para proyectos políticos que se alimentan de su frustración, llenando los oídos del pueblo con discursos de odio y promesas vacías que solo hacen crecer la espiral de desesperanza y violencia social. El chavismo tico es un ejemplo de cómo el descontento puede ser canalizado a través de liderazgos que explotan los sentimientos de abandono y desconfianza hacia el sistema. No se trata de una fuerza política que ofrece soluciones reales o de largo plazo, sino de un fenómeno que se alimenta del resentimiento acumulado contra una clase política cooptada por minorías de todo tipo, incapaz de responder a las necesidades básicas de la población.

La falta de representatividad no solo alimenta proyectos populistas, sino que también erosiona la esencia misma de la democracia. Cuando las mayorías sienten que el sistema no les responde, la legitimidad de las instituciones se derrumba como un castillo de naipes. En este contexto, el crecimiento del chavismo tico no es una anomalía; es una consecuencia lógica de un sistema político que ha fallado. La infiltración de este movimiento en diversos campos de la sociedad, desde la prensa hasta las instituciones públicas, es predecible y responde a su naturaleza: un proyecto político que, al nutrirse del descontento popular, busca inevitablemente el control total de los aspectos fundamentales de la vida nacional. Este afán hegemónico no solo intensifica la crisis democrática, sino que amenaza con perpetuar un ciclo donde la representatividad real sigue siendo la gran ausente. En otras palabras, no resuelve nada, solo agrava la crisis.

Reinventar la representación

El desafío que enfrentan los partidos políticos costarricenses es colosal. Según el Estado de la Nación, su desconexión con las mayorías no es un fenómeno reciente, sino el resultado de décadas de desalineamiento político y exclusión. Si Costa Rica quiere evitar caer en una espiral de polarización y populismo destructivo como hemos visto en otros países, sus partidos deben abandonar la complacencia y reconstruir los puentes con las mayorías y sus necesidades, además de hacer una limpia interna a nivel de estructuras. No hay de otra. De lo contrario, serán también responsables de lo que venga. Todo esto implica reconocer las falencias del modelo económico actual con el cual todos quienes han gobernado han colaborado, hacer una mea culpa, y abandonar el discurso elitista que desprecia las preocupaciones de la población común.

Costa Rica enfrenta una prueba crucial en las próximas elecciones de 2026. El colapso de los partidos políticos, reflejado en el informe, es una advertencia de todo lo que está en juego. O los partidos retoman su papel como representantes del demos, del pueblo, o seguirán allanando el camino para que liderazgos como el chavismo tico se consoliden, poniendo en peligro el equilibrio político y social que tanto costó construir. El tiempo para corregir el rumbo se agota. Reconstruir la confianza de las mayorías no es solo una cuestión de sobrevivencia política u oportunismo electoral, sino un imperativo para salvar la democracia tica, o lo que dejen de ella.

La postguerra civil del 48 no fue un lecho de rosas

Por Juan Félix Montero Aguilar*

Dice Adriano Corrales Arias en su artículo “Costa Rica al borde del autoritarismo” publicado en la revista SURCOS que Costa Rica, después de la Guerra Civil del 48 “resolvió los conflictos acumulados de la crisis general del capitalismo durante la primera mitad de ese siglo, con una concertación nacional”.

Agrega Corrales Arias que “aquel pacto social inédito –la oligarquía, los sindicatos, la burguesía nacional, el partido comunista, la iglesia católica, sectores medios emergentes, se habían sentado a la mesa– representado por la Asamblea constituyente de 1949 que consiguió redactar una Constitución Política visionaria, amplia y robusta, la cual tuteló las grandes reformas y nacionalizaciones”.

Yo por lo menos tenía o tengo conocimiento de otra Costa Rica no tan idílica después de los hechos bélicos de 1948 del siglo pasado.

No voy a referirme a acontecimientos harto conocidos como los mártires del Codo del Diablo, el encarcelamiento de los principales dirigentes del PVP (Luis Carballo, Carlos Luis Fallas, Arnoldo Ferreto, etc.), la persecución de la labor de excombatientes, el exilio de Carmen Lyra y Manuel Mora.

Me referiré solamente a un episodio que tiene que ver con las afirmaciones de Adriano sobre la Asamblea Nacional Constituyente aprobada en noviembre de 1949.

Agradezco al historiador Gerardo Contreras, mi coterráneo de Alajuela y Turrialba, quien hace años con mucha paciencia me explicó estos acontecimientos.

Lo cierto del caso es que a esa constituyente no les fue permitido participar a los partidos que salieron derrotados en la guerra civil, así como tampoco a los sindicatos de la CTCR que fueron puestos fuera de ley.

Sin embargo, pese a todos los obstáculos, dicha constitución pudo llevar su sello gracias a terceros que fueron constituyentes, uno de ellos Celso Gamboa Rodríguez (Partido Constitucional), a quienes los dirigentes del Partido Comunista en la clandestinidad recurrieron para que en ella quedaran plasmadas las garantías sociales y el Código de Trabajo entre otras.

No fue sin embargo posible evitar que en dicha Constitución se incorporara el párrafo ll del artículo 98, mediante el cual mantuvieron fuera de ley, sin poder participar en elecciones a los militantes y simpatizantes del Partido Vanguardia Popular durante veintisiete años.

Después del 48 se abrió uno de los capítulos más oscuros de la historia patria, donde fueron conculcadas libertades individuales y colectivas y las organizaciones sociales y los partidos de izquierda se enfrentaron a un reto: luchar por recuperar la democracia.

Ni siquiera en procesos tan cruentos como lo fueron las guerras civiles de El Salvador, Guatemala o Nicaragua, la oposición beligerante fue sometida a tanta discriminación y represión como lo fue el partido comunista y los movimientos sociales que participaron en la lucha armada en Costa Rica.

Durante los años setenta del siglo pasado, el Partido Vanguardia Popular desplegó una intensa campaña dirigida a los sectores democráticos del país en la cual se recogieron miles de firmas y gestiones a nivel parlamentario lo que permitió recuperar la democracia en Costa Rica, entendida esta como el derecho de todos los ciudadanos a elegir y ser electos en los poderes del Estado.

*Juan Félix Montero Aguilar es profesor pensionado.

Tocar fondo

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Una publicación de un querido amigo guatemalteco hacía la comparación del comportamiento del entorno en las finales de fútbol tanto en su país como en Costa Rica. Se refería a las celebraciones que sin violencia se desarrollaron en el estadio Mario Camposeco, sede del equipo Xelajú, flamante campeón con su sétima copa obtenida.

Mientras tanto, colocaba una imagen de los bochornosos actos ocurridos a gran escala en la final del fútbol costarricense recientemente desarrollada.

En respuesta a su post, algunos comentarios se apresuraron a recordar cuánto sentimiento de superioridad hemos mostrado los costarricenses a lo largo de la historia, tal vez por el desarrollo institucional que fuera fortaleza durante décadas, tal vez por la ausencia de ejército, tal vez por la construcción idílica y fantasiosa del eje democracia-paz-estabilidad.

Quisiera detenerme en el segundo de los enunciados.

Hasta hace poco, la narrativa de paz como emblema se sostenía. Y era sostenida e impulsada por los grupos hegemónicos a quienes les interesaba diseminar esa noción fantasiosa de la horizontalidad en las relaciones sociales, la ausencia de conflictos bélicos a la usanza centroamericana, la posibilidad de los pactos sociales y las transiciones políticas sin mucho desorden y con un alto control social.

Esta narrativa era diseminada sin problemas por los diferentes estratos y grupos sociales. Había un proyecto en el que La paz narrativa y La Paz en la práctica eran valores universales en una sociedad como la costarricense.

Esto ha cambiado porque las reglas del juego sociopolítico han cambiado. A los grupos hegemónicos no les interesa ya sostener esa premisa tan identitaria de un proyecto que fue asumido por el colectivo de una forma pasivo-agresiva.

Los intereses de esos grupos no están en el país. Y sus interlocutores ya no son los voceros de los partidos políticos.

Más de 112 grupos criminales operan en Costa Rica y son ellos los que controlan los territorios, las agencias individuales, las microeconomías familiares de quienes han sido excluidos por un sistema económico y político que por más de 40 años ha avasallado al ser humano y su esencia.

Las reglas del juego democrático son otras. Otra la interfaz que dibuja un escenario quebrantado, vulnerable, a punto de tocar fondo si no es que ya.

Quiero hacer aquí una precisión y una disculpa conceptual. Durante muchos años en mi ejercicio sociológico utilicé la expresión “Costa Rica se está centroamericanizando” para hacer referencia al aumento de la violencia y la desigualdad, dos ideas precursoras con las que alguna vez se construyó eso que llamábamos los académicos “la excepcionalidad costarricense”.

Es decir, en ausencia de violencia y siendo uno de los países con menos desigualdad a nivel regional, podríamos ver por encima de los hombros a nuestros vecinos. Y si, con tono de superioridad, racismo y burla.

Qué daño nos hizo la idea de la excepcionalidad. Porque si para afuera lo éramos, hacia adentro el germen de la violencia y la ruptura de la convivencia y la igualdad imaginada, empezaba a cristalizar un nuevo proyecto social basado en la competencia, el individualismo y la construcción de un enemigo social interno, que ha erosionado nuestras formas más básicas de coexistencia comunitaria.

Acabamos de pasar una semana de terror en esta materia. El bochorno sin comparación vivido en el Estadio Alejandro Morera Soto debe ser leído en una clave más amplia. Si la base material está quebrada, la dimensión sociocultural está aniquilada. Ya no sabemos cómo divertirnos ni a nivel subjetivo ni colectivo. No sabemos respetarnos. No sabemos convivir.

Si para pasarla bien debemos acudir a la violencia contra el otro; si para divertirnos debemos asistir a la muerte de dos caballos en un desfile de caballistas, es porque inexorablemente hemos tocado fondo.

Trato de encontrar una fecha significativa en la cual podamos colocar un diálogo nacional para revertir esto.

Se me ocurre 2025: el primer cuarto de siglo de una época absolutamente disruptiva. Aprovechar este momento porque del fondo no salimos si no apalabramos en la enfermedad social, económica y cultural en la que nos hemos convertido.

A propósito del tope, perdimos los estribos

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

                Perder los estribos es un dicho de sabiduría popular que hace alusión al montador de caballo quien, por exceso de confianza o descuido, en una estampida de la bestia pierde los estribos al no tener bien puestos y afianzados los pies dentro de los mismos. Por lo general, al perder el estribo, el montador se cae del caballo. El golpe puede ser mortal dependiendo de la velocidad y la altura de la bestia; un caballo pura sangre, del que ostentan sus dueños, por lo general, reúne ambas condiciones.

                Don Ernesto era un hacendado con porte de gamonal, y sí que lo era. De tez blanca, casi rojiza, de robusta caballera, de mirada altiva y palabra cortante. Su hacienda parecía no tener límites. Cuando salía de su hacienda montaba un caballo blanco que lucía unos aperos finos y sofisticados. La montura de color café con incrustaciones metálicas doradas, trabajadas artesanalmente, hacían resaltar las pecheras de color cobrizo, adornadas con medallones de cuero con muy finos trazos de talabartería. Luciendo una camisa blanca y un sombrero negro de lona, era motivo de admiración y hasta de envidia para los otros gamonales del pueblo. No daba muestras de simpatía alguna. Cero saludos para los transeúntes. Erguido, sobre los lomos de aquel animal pura sangre, no alcanzaba sino a auscultar con su mirada interior el fuego de la pasión de saberse dueño de tanta grandeza; una estela de narcisismo, casi enfermizo, le poseía y le conducía, inevitablemente, por los caminos de una arrogancia sin límites. Las calles se hacían pequeñas. Y el pueblo era insuficiente para dar cabida a tan distinguida presencia. Todo parecía opacarse cuando aquel hombre en su caballo aparecía en escena. Sin duda, había fuerza y vitalidad en aquella gallarda personalidad, que se incrementaba en cada paso que daba el caballo. Parecía como si ambos, el hombre y la bestia, se fusionaban para mostrar que la grandeza no es solo propiedad de los dioses y, mucho menos, de las diosas.

                Tiempo después, don Ernesto, montando un modesto caballo, llegaba hasta el comisariato de uno de sus viejos empleados de la hacienda a pedirle que le vendiera la comida. Se acabó la hacienda, el ganado y los caballos pura sangre. Ahora, se limitaba a comprar algunos cerdos para llevarlos a vender a La Villa. Don Ernesto perdió los estribos, y el golpe, aunque no fue mortal sí lo condujo a vivir modesta y hasta precariamente.

                Durante décadas, los costarricenses celebramos y hasta ostentamos de un país que lucía logros importantes en progreso social, paz y democracia que lo distinguía y diferenciaba de las naciones hermanas de Centroamérica, y hasta de algunas de las más avanzadas del continente. Era justo reconocer y destacar esos avances y logros, pero no sobreestimarlos y exhibirlos con ostentación y narcisismo. Sin embargo, algunos con porte de gamonal y otros haciendo barra desde la gradería, parecían rondar los límites del éxtasis, al celebrar con efusión y algarabía la excepcionalidad del país. Y para cerrar con broche de oro, más tarde los analistas internacionales nos asignaban los primeros lugares en el índice de los países más felice del mundo.

                Hoy, la bestia desbocada, ofuscada y a rienda suelta no alcanza a encontrar la ruta. Los caballistas que se mostraban como maestros de la equitación, no han dado la talla. Han venido cayendo en picada, en cada intento. Algunas de sus acciones y políticas, especialmente las que han contribuido a profundizar la desigualdad y precariedad social, la polarización, la violencia y la inseguridad, han dado al traste con su liderazgo, así como con las instancias político-partidistas que los han llevado al poder. Es más que evidente este comportamiento creciente y acumulativo, con cada nuevo proyecto político la situación empeora. El país, al igual que don Ernesto, perdió los estribos.

Efectivamente, al perder los estribos, da tumbos y sin ruta continúa sufriendo males endémicos para los cuales solo se ensayan medicinas paliativas. Lo peor de todo, es que se continúa celebrando, y hasta con arrogancia, que somos un país pujante en lo económico, sin deparar en que se trata de un crecimiento económico concentrado y excluyente. Y como no hay peor ciego que el que no quiere ver, testarudamente marchamos hacia el precipicio, pensando que se va hacia la cima del mundo. Perdimos la ruta que nos marcaron los forjadores de la Gran Reforma Social de los años 1940 y de la Segunda República de los años 1950, ambas resultado de una convergencia entre movimiento popular por la justicia social y lideres políticos con visión de Estado Social de Derecho, desde diversos frentes ideológico-políticos. Además, con muy buena disposición para el diálogo y la concertación democrática.

                Sí, las evidencias son abundantes de que perdimos los estribos, tanto en aspectos fundamentales como educación, salud, seguridad, derechos laborales, ambientales, ecológicos y culturales, como en una gestión democrática dialogal y participativa. Hay que abocarse con urgencia a recuperarlos, socar las riendas y volver a la ruta adecuada: la de la Costa Rica que supo apostar con sabiduría por educación y salud universales de calidad, derechos laborales para el trabajo digno y decente y una economía socialmente solidaria, equitativa y ambiental y ecológicamente sostenible.

                Las propuestas para retomar los estribos y conducir al país por una ruta segura hacia la prosperidad social y económica en democracia tienen que superar el discurso político populista, que se ha dedicado a ofrecer paraísos y buscar chivos expiatorios, creando falsos enemigos del pueblo y propiciando la polarización y la violencia social.

Reiteramos en la necesidad de un acuerdo pluripartidista para encausar una próxima contienda electoral que sea ejemplo de la buena política, es decir, la que da prioridad al análisis y debate sobre las propuestas concretas, dejando de lado los ataques personales y las descalificaciones. De continuar con la politiquería barata del populismo no vamos a recuperar los estribos y la caída puede ser mortal.

José Picado Lagos, hombre de esperanzas. In Memoriam

José Picado Lagos,
hombre de esperanzas por utópicas que fueran o parecieran ser, luchador por
la Libertad, por la Democracia, por la causa del Socialismo
In Memoriam

Vladimir de la Cruz

(Palabras leídas el 25 de diciembre del 2024, en el Cementerio de Villa Colón, en el acto funerario de su despedida)

Conocí a José Picado Lagos en el segundo lustro de la década de 1960, en las luchas juveniles y estudiantiles de la Universidad de Costa Rica. Hizo los Estudios Generales en 1967, al mismo tiempo que yo, cuando la Universidad de Costa Rica se revolucionó estudiando el siglo XIX, lo que obligaba a estudiar, entre otras cosas, las repercusiones de la Revolución Francesa, en las revoluciones europeas de 1820, 1830, 1848, el socialismo, el anarquismo y comunismo, lo que nos permitió a los miembros del Frente de Acción Universitaria, al que y pertenecía, realizar una gran labor de agitación política e ideológica.

En las luchas de aquellos años de juventud José militó en la Juventud Universitaria Revolucionaria Demócrata Cristiana, JURDEC, el primer esfuerzo organizativo socialcristiano que se impulsaba en el país y en la Universidad de Costa Rica, al amparo e impulso del gran filósofo Luis Barahona Jiménez, quien había estimulado y hecho nacer esas corrientes en el país.

Desde entonces, hasta su muerte, me ligó con José una gran amistad, afecto, cariño de amigos y de familia, porque me integré y formé parte de su querida familia. Yo militaba en la Juventud Socialista Costarricense y en el Frente de Acción Universitaria, FAU, que eran las organización juvenil y estudiantil comunistas, y el FAU el principal motor de las luchas universitarias que dábamos en aquellos años desde 1966, cuando también José tocaba las puertas de la Universidad para estudiar Derecho.

En el año 1969, bajo nuestro impulso, del Frente de Acción Universitaria y de otros grupos estudiantiles, especialmente de la izquierda cristiana, como la Juventud Universitaria Cristiana, Cristianos por el Socialismo, y otros, como el sector de izquierda de la Juventud Liberacionista de esos días, el Congreso de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, impulsó la lucha contra el Contrato del país con la Alumniun Company of America, ALCOA, lucha que culminó en las grandes movilizaciones estudiantiles, universitarias y populares de marzo abril de 1970.

En esa generación de universitarios de 1970 brotaron otros grupos de izquierda y de combatientes sociales.

En la lucha contra la ALCOA se distinguió José en las barricadas de esos combates. Hay una foto que lo recordará siempre. Se ve al joven José, en la avenida, al frente de la Asamblea Legislativa, en posición inclinada de combate frente a un oficial de la policía de entonces, foto que se hizo icónica. Pero, hay otro pasaje de José cuando, en esas mismas luchas, uno de esos días de combate patriótico, el Coronel “Chino” Umaña, que comandaba los destacamentos de policía para la represión estudiantil que estábamos en la Asamblea, agitando su bastón policial trataba de movilizar a sus policías, que estaban unos metros detrás suyo, que no actuaban, que estaban en cierta forma paralizados por la tensión callejera que había. Era un momento, de tal tensión, que si los estudiantes hubiéramos corrido contra los policías ellos hubieran salido en desbandada. El Coronel Umaña, era alto, fornido, de buena preparación física, tomó la iniciativa y empezó a correr hacia los estudiantes, blandiendo su bastón en mano, sin que se movieran sus policías, gritaba llamándolos, cuando José salió hacia su enfrentamiento. Le lanzó un palo o una barra metálica que le dio en su pierna y le hizo caer, lo que provocó de inmediato la reacción de la policía. En ese momento, en aquel día del 24 de abril se convirtió en el escenario de una lucha patriótica fuerte, tensa, dura que produjo ese día alrededor de 300 detenidos, cuando se había aprobado el contrato por parte de la Asamblea Legislativa.

Ese año de 1970, en los Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica alrededor de esta lucha se habían impulsado organizaciones estudiantiles de izquierda nuevas, a la par del Frente de Acción Universitaria, el Movimiento Acción Revolucionaria Socialista, MARS, el Frente Estudiantil del Pueblo, que también jugaron su papel en esas jornadas patrióticas. Luego se desarrolló el Movimiento 24 de Abril. También José participó de la coalición de la izquierda estudiantil, Unidad Estudiantil de la Izquierda, UNEI, en la Universidad de Costa Rica a inicios de la década de 1970. José ya empezaba a militar en la izquierda comunista.

En aquellos días, importantes para el país, se había dado la lucha contra el segundo párrafo del Artículo 98 de la Constitución Política, que se aplicaba para prohibir la participación de los comunistas y de la izquierda en procesos electorales. En el año de 1969, año preelectoral había sido prohibido el Partido Bloque de Obreros, Campesinos e Intelectuales.

Por gestiones que se le solicitaron a Manuel Mora del gobierno de José Joaquín Trejos Fernández, y de empresarios vinculados a Liberación Nacional, para realizar ventas de café y caña de azúcar a los países socialistas, se facilitó la participación del Partido Acción Socialista, PASO, que postuló en la fórmula a la presidencia a Lisímaco Leiva Cubillo, al profesor comunista universitario Víctor Manuel Arroyo Soto y a la escritora y revolucionaria Luisa González Gutiérrez, que llevó a la Asamblea Legislativa, como diputados electos, de este partido a Manuel Mora Valverde y a Marcial Aguiluz Orellana, iniciándose una nueva época política y electoral en Costa Rica.

José Picado, muy joven, se integró de inmediato al trabajo legislativo como asesor en las oficinas de Manuel y de Marcial, con quienes desarrolló una intensa amistad y de profunda confianza política, y con Marcial, además, de enseñanza militar.

Sus estudios en la Universidad, en el área del Derecho, los fue cambiando por una intensa vida militante que puso al servicio del Partido Vanguardia Popular, de sus organizaciones sindicales y campesinas. Así llegó a ocupar altos puestos en estas organizaciones, especialmente en la Federación Nacional Campesina, FENAC y la Confederación General de Trabajadores, CGT, en la Confederación de Trabajadores de Costa Rica, CTCR, en el intento de una central unitaria de trabajadores, la Confederación Unitaria de Trabajadores, CUT. También representó a Confederación Auténtica de Trabajadores Democrática, como delegado en la Asamblea de Trabajadores del Banco Popular. Estuvo, igualmente ligado a las luchas del Sindicato de Educadores Costarricenses, como su Asesor Legal, cuando era dirigido por Carlos Vargas y José Joaquín Meléndez.

En estas organizaciones desempeñó e impulsó importantes luchas agrarias, de precaristas, tomas tierras, ganándose un reconocido papel de dirigente popular, y de las luchas campesinas, que también lo llevó a la Asamblea del Banco Popular, en representación de organizaciones populares. Las luchas agrarias de Costa Rica en mucho, en esos años, llevan la impronta de José Picado, como conductor principal, que lo hizo desplazarse por todo el territorio nacional, en el sur, en el norte en Caribe, en el valle de la Estrella, en Guanacaste, en el Pacífico sur, Golfito y muchos otros lugares. De igual manera representó a estas organizaciones en eventos internacionales, como el Congreso de la Confederación General de Il Labore, CGIL, en Italia.

En la década de 1970, cuando el Partido Vanguardia Popular impulsó en 1973, la Comisión de Seguridad, allí poco a poco empezó José a participar de su preparación político militar que lo llevó a integrarse en la lucha militar revolucionaria que se estaba llevando a cabo en Centroamérica, especialmente en la lucha contra la dictadura somocista.

Al calor de la lucha antisomocista en la década de 1970, se integró a la Brigada internacionalista del Partido Vanguardia Popular, “Carlos Luis Fallas”, que empezó a organizarse desde 1973, como parte de la preparación combativa militar que desarrollaba Vanguardia Popular, que partió a combatir a tierras nicaragüenses, bajo su dirección combativa, como el Comandante Inti, y bajo la dirección político militar de Manuel Mora Salas, como Jefe de la Comisión Militar y de Seguridad del Partido Vanguardia Popular, el mejor cuadro militar de la izquierda centroamericana de aquellos años. Junto a ellos hubo otros compañeros en este campo militar de alto nivel profesional y formación en la conducción.

En 1973 con Harold y Alejandro Martínez, Ernesto Cardenal, Sergio Ramírez Mercado, Raúl Cordón, Carlos Coronel, los hermanos Armando y el Negro Chamorro y Edén Pastora reviven el Frente Revolucionario Sandino,

Ya estaba casado con Florita, su fiel y abnegada compañera, ya tenía su primer hijo, Inti. Luego llegarían María y Ernesto, nacido al calor de estas luchas, de lejanías y cercanías de José con su familia, por sus obligaciones internacionalistas.

La experiencia de las luchas campesinas le había servido para reclutar campesinos, importantes para ese tipo de luchas guerrilleras. Cuando el Partido Socialista Costarricense y el Movimiento Revolucionario el Pueblo, en esos mismos años, se sumaron a esa lucha, constituyeron las Brigadas internacionalistas Mora y Cañas, donde también José formó parte de ellas, de sus direcciones políticas revolucionarias.

José era en la década del 70 un revolucionario de tiempo completo, comprometido totalmente en la lucha por la causa del socialismo y de la revolución centroamericana, que estaba a la orden del día. Estaba dedicado totalmente a las tareas políticas y organizativas que se le encomendaban.

Fue un colaborador clandestino del ataque al Cuartel de San Carlos, primera acción de gran envergadura del FSLN el 13 de octubre de 1977. En este ataque dirigido por Plutarco Hernández y José Valdivia, José fue quien les proveyó de los cohetes rockets que se usaron en esa acción. También fue colaborador estratégico de la ofensiva final del FMLN, en 1979. En el curso de la guerra sandinista le tocó apoyar la tendencia tercerista del Frente Sandinista de Liberación nacional, junto con Adolfo García Barberena, militante vanguardista, caído en combate.

El triunfo de la Revolución Sandinista, en 1979, le llevó a desarrollar actividades importantes dentro de la Revolución en esos primeros años, 1979-1986, en las que la Brigada Calufa, la Mora y Cañas, la Juan Santamaría, tuvieron a cargo la formación militar de los primeros cuadros del ejército sandinista, y del manejo de algunas empresas, como Procampo, encargada de impulsar la reforma agraria del Frente Sandinista, desarrollada por el gobierno sandinista, la cual José tuvo a su cargo.

Del mismo modo, le tocó enfrentar, desde el territorio nicaragüense, a los grupos contra revolucionarios que actuaban desde los territorios de Costa Rica y Honduras, que lo mantuvieron en el combate activo hasta 1986. También estuvo combatiendo bajo las banderas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador y Guatemala.

Como combatiente en Nicaragua fue el único Comandante Guerrillero costarricense que fue condecorado por el gobierno sandinista de aquellos años.

De Nicaragua quedó enamorado de su geografía, sus paisajes, sus islas, de su Solentiname, región en la que como un sueño utópico añoraba vivir, o tener un lugar para ir a disfrutar, descansar leer. Sus vínculos con los poetas Cardenal, Cuadra y otros le eran como un imán.

Regresado a Costa Rica, después de esos años gloriosos del internacionalismo revolucionario costarricense, se volvió a integrar a las luchas sociales y campesinas, hasta que lo abatió la división del Partido Vanguardia Popular, inclinándose él por el grupo que lideraba Manuel Mora Valverde.

En Vanguardia Popular formó parte, hasta la división del Partido, de la Comisión de Seguridad. Para ello, y para la lucha militar guerrillera en que participó, fue preparado en el país y en el extranjero.

La división de toda la izquierda nacional en esa década de 1980 y la desaparición orgánica de los partidos Socialista Costarricense y del Movimiento Revolucionario del Pueblo, hizo surgir otras alternativas político electorales en la década del 90 que involucraron a José en nuevas militancias, el Partido del Progreso, los intentos que todavía había de mantener el partido Pueblo Unido. Así llegó al Partido Fuerza Democrática en 1997, que en la campaña electoral de 1998 eligió a José Manuel Núñez González, a Célimo Guido y a José Merino como diputados, donde de nuevo se integró como asesor parlamentario de esta fracción de diputados.

En los años siguientes mantuvo su vínculo con las organizaciones sociales, sindicales y campesinas de lucha.

Tomó su tiempo para escribir, donde destacó como magnífico narrador. Publicó cuatro libros de su vida personal y familiar, de narraciones y cuentos, y testimoniales. Sus libros fueron “El oído mágico y otros cuentos”, “Los años del verde olivo”, “Los amigos venían del sur”, sobre las experiencias y testimonios de las luchas guerrilleras, que logró un Premio Nacional, un libro que es testimonial pero también de carácter histórico. Otro sobre sus experiencias en las luchas agrarias, “La Precaria”. Uno más, sobre la experiencia de la lucha revolucionaria en El Salvador, que no lo pudo terminar dejándolo bastante avanzado.

Los que tuvimos la dicha de conocerlo y tratarlo sabemos de su trayectoria política, organizativa, revolucionaria, partidaria, sindicalista y campesina, en las cuales tiene su lugar y reconocimiento, que habrá que destacar de manera especial en su momento.

José, en general era de buen trato, de gran imaginación y palabra. Buen conversador y ameno. Le gustaba hacer bromas. En la guerrilla tenía una “ternura guerrillera” con sus compañeros.

Era buen lector de lo que le apasionaba. De profunda intuición. Cálido y humano por su trato y por la confianza que generaba. Era un buen ser humano, era una buena persona.

Algunos lo recordarán como “Picadito”. Era de fuerte de carácter, confiable y leal. Sabía ser amigo. Poseía un espíritu combativo contagioso. Fue un hombre valiente, recto y fiel a sus ideales.

En lo familiar fue muy querido por sus tíos, hermanos, sus sobrinos y cuñados. Muy dedicado a su familia, al final de sus días muy dedicado y entusiasta con sus nietos.

De José recordaremos siempre, porque así lo dejó escrito con su presencia, su legado político, su compromiso y ejemplo revolucionario, su sacrificio de vida en la causa de la revolución en la que creyó y participó. Creyó en la Revolución Socialista hasta el final de sus días.

José fue un hombre revolucionario de tiempo completo, comprometido de corazón y alma con todas las causas justas, populares, revolucionarias y socialistas, en cualquier lugar del mundo que así se desarrollaran y así lo considerara.

Fue defensor y amante de la justicia social, la democracia, la igualdad.

Era un auténtico contestatario político.

Sobre todo, fue un hombre de esperanzas por utópicas que fueran o parecieran ser. Fue un luchador por la Libertad, por la Democracia, por la causa del Socialismo.

El reto del Jaguar contra los Presidentes de la Asamblea y de la Corte

Vladimir de la Cruz

Vivimos inevitablemente la sociedad de la información y del conocimiento en la cual, por todo lado, nos llegan datos procesados, mensajes de todo tipo, puntos de vista sobre temas diversos, referencias de la actualidad inmediata que vivimos. El conocimiento y la información que nos llega es mezclada. Hay que saberla distinguir para valorar lo que nos interesa y lo que hay que dejar de lado o desechar, porque no tenemos todo el tiempo del mundo para entretenernos con esos mensajes informativos.

Esa información, la generalizada del Facebook, del WhatsApp, del Instagram, del TikTok, y de otras redes digitales similares, se vuelve adictiva por lo atractiva que es y por la simpleza de contenido que trasmite.

Lamentablemente, este mundo informático y digital ha ido creando una población analfabeta, que cada vez escribe y lee menos, que reduce las palabras a signos y garabatos, de ignorantes, sin cultura alguna, ni general, ni histórica y mucho menos política. De continuar en ese camino, el peligro es que avancemos hacia una población de analfabetos por desuso, es decir, de personas que aprendieron a leer y escribir que por no practicar la lectura y la escritura se les olvida cómo hacerlo. El analfabetismo y al analfabetismo por desuso, ha aumentado.

Los analfabetas y analfabetas por desuso son más fácilmente influidos y dirigidos también, por demagogos, por demagogos populistas, quienes apelan ante ellos con prejuicios, con emociones, con miedos, sembrando esperanzas, identificándose con sus frustraciones sociales, económicas y políticas, buscando ganar su apoyo, el apoyo popular, usando recursos de oratoria desinformada, con datos errados y engaños, halagando al pueblo, al bajo pueblo, al populacho con actitudes populistas que los identifican simbióticamente.

El proceso educativo nacional, hace bastantes años empezó a aceptar prácticas que se orientaban en esas direcciones, cuando ante la lectura completa de libros y textos, introdujeron y aceptaron las prácticas de lecturas de resúmenes de libros, prácticas que llegaron a las universidades, con igual daño formativo. Hay gente que se queja de leer más de 3 minutos, menos de una página.

La información como tal, como concepto latino que es, procede del verbo latino “informare”, que significa “dar forma a la mente”. De allí instruir, disciplinar, enseñar.

De modo, que quien no lee y no escribe, o no practica la lectura y la escritura, posee menos palabras, no desarrolla su mente. Con ello disminuye su capacidad de entendimiento y comprensión de textos, libros o discursos, se aumenta su ignorancia, es decir, la ausencia completa del conocimiento y, por ello, el desconocimiento de la realidad concreta, específica. En la escuela nos enseñaban a usar el diccionario, obligado como texto escolar. Hoy los niños y jóvenes estudiantes no lo tienen a mano.

En esa época, no hace mucho, aunque pareciera una eternidad, por la descerebración que se ha producido nacionalmente, sin estas redes informativas y de comunicaciones interpersonales, existía una cultura nacional, una educación nacional, relaciones familiares más estrechas y formales, más respeto, cultivo de valores personales, familiares, sociales, cívicos. Había tiempo y disciplina de lectura.

Las personas, los niños y estudiantes, los jóvenes como los adultos y personas mayores rendían culto y respeto a las tradiciones históricas nacionales. Aun sin mucha información histórica, las fechas patrias y las efemérides nacionales tenían peso, se respetaban, su cultivaban en su enseñanza básica. Hoy, esto se va diluyendo cada vez más, y más rápidamente. No interesan estas identificaciones con el país, con la Nación, con la Patria, con su Cultura, su Historia, con su Patrimonio.

Hoy se orienta hacia un cosmopolitismo vacío, hacia la creencia de que formamos parte de una misma comunidad universal sin pertenecer en la realidad a ninguna, porque se tiende a borrar esas identidades particulares. Se impulsa una globalización por encima de las diferencias nacionales, culturales, geográficas o políticas, donde los hombres universales se venden como los modelos.

Con fuerza se venden y promocionan de la misma manera los que han servido a organismos o instituciones mundiales, o internacionales. Por ello, no son casuales los personajes al estilo de héroes de ficción como Rodrigo Chaves, quien así se presenta ante una población de analfabetas, de analfabetas por desuso, y de analfabetas políticos que se identifican con el soldado universal, arropado de presidente, capaz de resolver los problemas de la población, y de saldar las cuentas con quienes por años han engañado a ese pueblo ignorante, como él lo ha dicho, por medio de sus dictadores y tiranos que usufructuando el poder solo para ellos, sus partidos y sus camarillas han gobernado, y que “no le dejan gobernar”.

El demagogo populista siembra el engaño, confunde para vender un producto o ganar un favor. Estos demagogos no se mueven en la sociedad de la información o del conocimiento. Afirman deliberadamente con sus actos, con sus acciones, con sus discursos, la sociedad de la ignorancia desde los medios de comunicación masiva, de sus redes sociales, de las redes que pagan troles, donde la condición de ignorante la presentan como virtuosa, donde los ignorantes se sienten sabios o identificados con la sabiduría del demagogo populista, sabiduría que asumen como propia, lo que los envalentona de modo agresivo.

Los demagogos populistas procuran provocar animosidad, fuertes sentimientos identitarios, reacciones fuertes, guerreristas, confrontativas. Viven azuzando, irritando, hostigando, aguijoneando para confrontar, para embestir, para luchar, para atacar. Viven ladrando, mejor dicho, gruñendo como jaguares.

Hace una semana el animal de Zapote, el Jaguar, gruñó fuerte. Al menos así lo hizo en un spot, un corto televisivo y en redes digitales, que trasmitieron muchas veces por todos los sistemas de comunicación que manejan en la Guarida de Zapote.

El Jaguar se abalanzó directo al pecho, y a las yugulares, de los Presidentes de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de Justicia, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre. Se lanzó violentamente, tratando de sorprenderlos, para depredarlos, para cazarlos, para eliminarlos como las figuras más importantes de los Poderes Públicos, que el Jaguar no controla y domina, para evitar que figuras como ellos, representantes y defensores de la Democracia, nazcan, se reproduzcan y aumenten, y pueda evitarse el descarrilamiento de la Democracia que se impulsa desde la Guarida de Zapote.

El ataque fue directo: “Los invito, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre, sin asesores, en cadena nacional en Facebook o donde ustedes quieran, donde nos sentemos a conversar sobre el desempeño de cada uno de los tres poderes que presidimos”.

El ataque fue el resumen apretado de una nota que les dirigió el pasado 12 de diciembre. En ella afirmó que “la democracia no es silencio, es la claridad con que exponen, se analizan y se discuten los problemas y los medios para resolverlos”. Frase contundente que es válida para quienes también critican al Presidente, sus actos y acciones u omisiones de gestión gubernativa.

Agregó el Inquilino de Zapote que “el silencio constituye, muchas veces, complicidad con lo que está mal en nuestra patria”. Por eso nadie, ninguna persona sensata, se puede callar frente a la mala, casi nula, conducción del país.

Recordó que el miércoles 11, en su montada conferencia de prensa, “los invitó a debatir en vivo, pública y transparentemente, sobre los desafíos y cambios que debemos llevar a cabo en los poderes de la república, por los que tanto clama el pueblo”.

El pueblo no clama. El que ha estado exigiendo, clamando, gritando desbocadamente contra los poderes públicos, como la Asamblea Legislativa, sus integrantes, sus diputados y, contra la Corte Suprema de Justicia, su Sala Constitucional, la Fiscalía General de la República y sus integrantes, los magistrados o funcionarios, es el Presidente Chaves.

Para el presidente que acepten la invitación al debate es “un sublime ejercicio democrático”. Pero, él no acepta debates con los periodistas independientes, no pagados por casa presidencial, o que no tienen el guion de las preguntas obligadas que hay que hacerle, para las cuales están preparadas las respuestas y hasta los funcionarios listos a contestar.

Propuso que el debate se hiciera en la Casa Presidencial, que llamó “la casa de todos los costarricenses”, o estar dispuesto a desplazarse a cualquier otro lugar en la fecha y hora que a los Presidentes del Poder Legislativo y del Poder Judicial lo prefieran.

¿Cuáles son los “desafíos y cambios” que el presidente quiere discutir de los otros poderes? No los señaló, ni siquiera hizo una caricatura de ellos. Así no se puede ir a un debate, donde no están bien definidos los temas y las reglas del debate.

En esas condiciones el encuentro va a estar montado, para la casa presidencial, solo para servirle a él y para atacar, como lo ha venido haciendo constantemente, a los Poderes Públicos, dañar su imagen, disminuir y falsear la confianza pública ciudadana que deben tener y se les debe rendir. Para atacar especialmente a los Presidentes de la Asamblea y de la Corte y desprestigiarlos.

La carta enviada, y el spot que la promueve, son una falta de respeto a los Poderes Judicial y Legislativo. Se pasa de la raya del respeto institucional que se debe tener de la independencia y autonomía de los Poderes Públicos.

El presidente no ha entendido, en casi tres años de morar en Zapote, que los Poderes Públicos en Costa Rica tienen 200 años de existencia. No ha entendido que esos Poderes Públicos tienen funciones propias, específicas, exclusivas e indelegables. Uno, para ejecutar las leyes y acciones de gobierno que derivan de ellas, otro para aplicar las leyes y desarrollar y asegurar la justicia y, el otro, para hacer las leyes, con una función adicional propia, indelegable y exclusiva, la de ejercer control político sobre el quehacer de todos los funcionarios públicos, incluido el Presidente y su administración o gestión de gobierno. No ha entendido que la Asamblea Legislativa y el Ejecutivo son los únicos Poderes Públicos de carácter político, que podrían reunirse a discutir sobre temas políticos y electorales, como el presidente provoca. El presidente no ha entendido que el Poder Judicial, por su naturaleza no puede participar de debates políticos, donde puedan estarse mezclando, como lo pretende el presidente, temas también electorales. De la Independencia institucional que los poderes tienen, el que más independiente debe ser es el Judicial, por la imparcialidad que institucional, constitucional y jurídica tiene para poder mantener y asegurar la confianza e integridad de la función judicial encomendada ante la sociedad y la ciudadanía.

El Presidente ha venido enfatizando hacia el público analfabeto políticamente, que le sigue fanática y ciegamente, que esos poderes no le dejan gobernar; que hay que reformarlos o controlarlos con una mayoría de diputados afines a él, como está llamando a los ciudadanos a organizarse y a votar en las próximas elecciones de esa manera, contra todos los demás partidos políticos y a votar por los diputados de los llamados partidos jaguares, que llevarán ese emblema electoral, no importando el nombre que tengan.

Es el presidente quien ha venido minando las estructuras institucionales de control que públicamente existen, porque desea gobernar sin controles, entre otras cosas porque es una manera fácil de gastar dineros públicos con empresas o “socios”, o amigos empresarios del gobernante… porque lo que hay en el Gobierno, como él dijo de los otros gobiernos anteriores, es un grupo de amigos, de todo tipo de actividades empresariales, productivas, financieras y que produzcan riqueza, gobernando por medio de él.

Al presidente Chaves le urge y le es necesario despedazar, desprestigiar y hacerle perder credibilidad y confianza, ante el pueblo costarricense, a la Corte Suprema de Justicia y a la Asamblea Legislativa. Desea y trabaja para quedar como el único Poder Público válido y legitimado.

La forma en que el presidente del Ejecutivo Nacional se ha referido a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y de la Asamblea Legislativa es burlona, irrespetuosa, agresiva, baja pisos, intimidante. Nunca se había visto algo así en el país ni en la historia republicana que hemos vivido.

La carta, a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y de la Asamblea Legislativa, les fue enviada al momento en que la Asamblea Legislativa entró en receso parlamentario hasta el 6 de enero próximo.

El Presidente Rodrigo Arias Sánchez no tiene por qué responderle esa nota antes del 6 de enero. Si lo hace, ese día, será como un regalito del Día de Reyes para el inquilino de Zapote.

No están obligados los ciudadanos presidentes de estos Poderes Públicos, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre, de aceptar el show político que, publicitariamente, quieren montar en Zapote para iniciar el año electoral del presidente Rodrigo Chaves Robles.

En ese tablao zapoteño, a lo flamenco, lo que se quiere hacer sonar es el zapateado de las botas presidenciales, que se pondrá ese día el Jaguar, donde lo que se pretende, como en los tablaos originales españoles, es que los participantes del espectáculo muestren atención y disfruten el show, en este caso del “bailongo” a la tica.

Para este espectáculo presidencial, no se han mostrado más que a dos “bailaores”, a Rodrigo Arias y a Orlando Aguirre, sin anunciar el repertorio de músicos, canciones y coreografías que Chaves tiene montadas para el jueves 9 de enero a las 2 p.m, día del baile llamado “Debate”, cuando quiere lanzarse el presidente a la arena electoral del 2025, preparando el ambiente electoral para su candidatura a diputado en las elecciones del 2026.

Bien harían los presidentes, de la Asamblea y de la Corte, de no aceptar el baile que les proponen en ese local, del Cabaret presidencial que quieren hacer funcionar ese día.

Casi se le ocurre al Jaguar, en lugar del tablao presidencial que les propone, haberlos llevado al Tablado de Zapote, a pocos metros de la guarida del jaguar, a tratarlos como toros de lidia, ya debidamente preparados para el sacrificio y muerte, como llevan a esos toros a esas plazas de toreo, a esas arenas de combate… donde está todo amañado contra los toros… como está ese debate estructurado contra los presidentes de la Corte y de la Asamblea.

Lo correcto en este momento, antes del show cabaretesco que se quiere montar, es que el Presidente Chaves se ubique correctamente en la historia republicana costarricense, en la historia de independencia y respeto que históricamente han tenido los Poderes Públicos.

El año 2025 es muy peligroso para el país, para la Patria, para Costa Rica, para su institucionalidad. Chaves procurará descarrilar el proceso histórico de la mejor manera que pueda. Para Chaves será el año en que tratará de montar su candidatura a diputado, o de sus candidatos a diputados y a presidente, a base de dinamitar todo lo que se le oponga política e institucionalmente.

La tensión política nacional será llevada al máximo posible, como nunca se ha visto, para tratar de provocar con ello la fórmula salvadora del autoritarismo militarista que se quiere instaurar en Costa Rica.

El Presidente se meterá en la campaña electoral, sabiendo que no puede hacerlo, pero sabiendo también que no hay condiciones políticas ni legales que lo puedan llevar a las sanciones máximas si se mete en la política electoral, ni que le puedan evitar su beligerancia política como lo está haciendo. Tiene el panorama despejado. Le falta iniciarlo con el show del reto al debate que ha propuesto.

A favor del presidente está que los partidos tradicionales, los que están en la Asamblea Legislativa y los que están por inscribirse para las elecciones del 2026, no tienen músculos desarrollados ni fuertes. Los partidos políticos parecieran tener una distrofia muscular, que es la enfermedad que progresivamente les ha creado debilidad y pérdida de la masa cerebral y muscular política, junto a sus militantes, partidarios y simpatizantes, que se han contagiado, cuando no se han ido a buscar otros partidos más sanos… aunque sean de populistas demagógicos, o a refugiarse irresponsablemente en el abstencionismo, como sucedió en la segunda vuelta electoral del 2022.

Costa Rica al borde del autoritarismo

Adriano Corrales Arias

A mediados del siglo XX la sociedad costarricense, luego de atravesar una sangrienta guerra civil (1948), resolvió los conflictos acumulados de la crisis general del capitalismo durante la primera mitad de ese siglo, con una concertación nacional, misma que permitió la erección de un Estado Social de Derecho con la legislación social más avanzada de Centroamérica y, por qué no, del continente americano.

No todos estuvieron de acuerdo con aquel pacto social inédito –la oligarquía, los sindicatos, la burguesía nacional, el partido comunista, la iglesia católica, sectores medios emergentes, se habían sentado a la mesa– representado por la asamblea constituyente de 1949 que consiguió redactar una Constitución Política visionaria, amplia y robusta, la cual tuteló las grandes reformas y nacionalizaciones –previa abolición del ejército– de los años cincuenta y sesenta en salud, seguridad social, educación, vivienda, banca para el desarrollo, soberanía alimentaria, electricidad y telecomunicaciones, etc., que posicionaron al país en la vanguardia latinoamericana y consiguieron sustraerlo de la vorágine centroamericana con sus largas y cruentas guerras civiles; más bien nuestro estado colaboró en la pacificación de la región.

La democracia costarricense, entonces, se fortaleció con una institucionalidad maciza expandida por todo el territorio nacional, lo cual permitió un desarrollo sin parangón en nuestra historia, pero, sobre todo, una relativa paz social y un mejoramiento y ascenso de los sectores populares que, por vez primera, tenían acceso a buenos servicios en cuanto a salud, educación en sus tres niveles, vivienda, banca, agricultura, comercio e infraestructura pública, entre otros. De tal manera se conformó una gruesa clase media, se erradicó la pobreza extrema y se redujo la brecha social.

Claro que esa “revolución” democrática tuvo desviaciones, excesos y visos de corrupción por depredadores que se fueron enriqueciendo a la sombra del naciente estado blindados por un sistema electoral bipartidista. Lo anterior se agudizó con el inicio de la contrarreforma neoliberal de los años ochenta, en específico durante el gobierno de Luis Alberto Monge (1982-1986) y sus tristemente célebres planes de ajuste estructural (PAES) impuestos por el FMI y la banca internacional. Cuando se les agotó el bipartidismo –previo asalto de los partidos socialdemócrata y socialcristiano para tornarlos en maquinarias electoreras de insignia neoliberal con el objetivo de esquilmar el erario público y desmantelar –léase privatizar– el Estado Social de Derecho–, fundaron otro partido y, finalmente, como resultado de sus rencillas internas –lucha entre mafias para hacerse con el mayor trozo del pastel privatizador– acabaron trayendo a un desempleado para que les hiciera –con el descaro y el cinismo del perfecto desconocido que nunca vivió en el país– la tarea sucia de dar la estocada final a sesenta años de democracia social, pervertida, dicho está, por la avaricia de los de siempre enquistados en el aparato estatal y los nuevos ricos dispuestos a todo.

Hoy el país se debate ante la disyuntiva de salvar y fortalecer lo que resta del Estado Social de Derecho o permitir el ingreso de un autoritarismo tipo Bukele, Milei o Trump, representado por los agentes de una nueva forma de entender la política: mentir, confundir e intimidar, mientras se aplica la vieja consigna del laissez faire, laissez passer (dejar hacer, dejar pasar), cuyo objetivo es desmantelar las instituciones estratégicas –salud, educación, banca, telecomunicaciones, recursos ecológicos, infraestructura, etc.– para, finalmente, privatizarlas, mejor dicho, venderlas al mejor postor (¿ellos mismos?). Lo peor es que, con el bombardeo de la “prensa canalla” por más de cuarenta años, el empobrecimiento de la educación, la precarización laboral y el aumento galopante del desempleo y la pobreza debido a la ausencia del estado (en especial en las regiones periféricas –costas y fronteras– donde pululan el narcotráfico y ciertas formas asociadas a la legitimación de capitales) miles de costarricenses empobrecidos, agobiados y cansados de las falsas promesas y de la corrupción estatal, apoyan y aplauden la segunda opción. He allí la bomba de tiempo que nos mantiene en vilo.

Las preguntas obligadas son las siguientes: ¿tendrá nuestro país aún las reservas políticas, morales y espirituales para enfrentar la contrarreforma neoliberal liderada hoy por populistas de derecha sin escrúpulos y sin patria? ¿Podrá constituirse una verdadera alternativa a la propuesta neoliberal de acabar con un Estado Social de Derecho, exitoso –a pesar de la sangría causada por las cúpulas del bipartidismos empresarial– mismo que costó sangre, sudor y lágrimas, además del esfuerzo individual y mancomunado de cientos de compatriotas? Escuchemos las respuestas.