Nuestro contrato social está amenazado
Guillermo E. Zúñiga Chaves
Introducción
El año que estamos empezando nos trae enormes retos que debemos enfrentar, junto a grandes oportunidades que se pueden concretar. Cualquier esfuerzo que realicemos para construir acuerdos sociales y políticos que permitan defender, y, sobre todo, mejorar nuestro Contrato Social y nuestra Democracia, debe ser apoyado. Muchas iniciativas se impulsan con esas intenciones. Mi esperanza es que todos estos esfuerzos, poco a poco, vayan convergiendo en un movimiento nacional.
Lo que a continuación presento son las palabras que pronuncié el 5 de marzo de 2024, en la convocatoria del Foro Nacional de Alto Nivel, organizado por el CONARE, la Asamblea de Trabajadores del Banco Popular y la Mesa Nacional de Diálogo Social y Productivo. Siento que lo dicho en aquel momento es totalmente válido el día de hoy.
Para efectos de presentación en el Periódico SURCOS he editado mi propuesta original. Pero en lo fundamental se mantiene lo dicho.
Democracia en peligro
Si la democracia no llena las expectativas de los habitantes, estamos en problemas. Una democracia que no es capaz de garantizar el desarrollo pleno de sus habitantes es una democracia que está seriamente amenazada. Aparece el malestar social. Difícilmente la población esté dispuesta a defender un régimen que no le cumpla sus ilusiones, no le llene sus necesidades y más bien le provoque angustias todos los días.
En esas condiciones la tentación por probar otras formas de organización social es enorme, utilizando para ello cualquier tipo de salida, incluso, caminos que hoy nos resultan peligrosamente insospechados. Quienes así piensan, lo hacen con la más buena voluntad, sin valorar los peligros que están incubando. Costa Rica no está vacunada contra esto.
Este señalamiento que hago sobre la amenaza a nuestra vida en democracia se explica en lo fundamental porque nuestro Contrato Social se está agotando. Se observa de muchas maneras: pobreza, mala utilización de los recursos, necesidades de vivienda insatisfechas, debilidades en la educación, dificultad para tener acceso a los servicios de salud, la inseguridad ciudadana, corrupción, reglas pocos claras para la actividad productiva, desacople entre la economía de la exportación y el mercado interno, la transformación de la pirámide poblacional, la tensión que se vive entre los Poderes del Estado, irrespeto a la institucionalidad, el incremento de la drogadicción, la frustración con que viven grandes sectores de la población, el trasiego de drogas, por citar algunas manifestaciones. Todos los que estamos acá, conocemos de estos y muchos problemas más.
Estos aspectos señalados no son más que manifestaciones de algo más profundo. Me atrevo a decir que nuestro modelo de producción y las formas de distribución se están quedando cortas. Porque no se puede pensar en un Contrato Social que no involucre esos dos elementos de la tijera: producción y distribución. Porque ningún Acuerdo Nacional se sustenta únicamente en buenas intenciones y generosas voluntades, sino que necesita una base productiva robusta y exitosa, que genere la suficiente riqueza para financiar la iniciativa que se acuerde. La solución que se encuentre a esta encrucijada marcará el desarrollo nacional para los próximos decenios. Así de apremiante veo la situación.
Dificultades en el exterior
A las dificultades nacionales hay que sumarle las transformaciones tecnológicas que aceleradamente se están viviendo en el mundo, que pueden pasar facturas a nuestra actividad productiva si no las atendemos con inteligencia. La amenaza del cambio climático es una realidad. Hay que sumarle también los conflictos políticos que se viven como la guerra de Rusia con Ucrania, el conflicto Israelí – Palestino, las tensiones económicas entre los Estados Unidos y China y los impactos que tienen todas estas coyunturas políticas en los circuitos comerciales y financieros del mundo, que sin duda nos afectan.
No puedo dejar pasar esta ocasión sin compartir con ustedes una afirmación hecha por Nouriel Roubini en su libro Megamenazas, donde explica que ante el incremento acelerado del endeudamiento global tanto público como privado, y a la luz de las políticas económicas que están siguiendo las economías desarrolladas, se está gestando lo que él llama “la madre de todas las crisis de deuda”, donde lo que vivimos en el 2008 y 2009 será poco frente a lo que se nos puede venir encima. “Según datos del Instituto de Finanzas Internacionales, a finales de 2021, la deuda mundial -soberana y privada- sobrepasaba el 350% del PIB mundial: lleva décadas incrementándose a gran velocidad (del 220% del PIB en 1999) …”[1]
De manera que a lo interno tenemos dificultades estructurales que se nos han venido acumulando, y al mismo tiempo en el plano internacional la situación es muy compleja y con grandes amenazas.
La urgencia del diálogo
Es por lo que esta convocatoria al Diálogo Nacional no puede ser desatendida. Las contradicciones que se están acumulando se van a resolver de alguna forma: ya sea que se atiendan y se enfrenten por partes; ya sea que cerremos los ojos frente a la situación, no formulemos propuestas ante estos retos, y dejemos que las tensiones y las fuerzas que se expresan a través de esas tensiones sentencien la situación de alguna forma.
Mal haríamos si no reconocemos esta realidad; pretender esconderla nos llevaría a calentar permanentes conflictos sociales. Las sociedades tienen los mecanismos para ajustar sus procesos. La ventaja de construir el Diálogo Nacional es que nos permite, de manera ordenada, civilizada, racional, participativa y democrática, reconocer los puntos más álgidos que se deben atender, reconocer las diferencias que los distintos grupos representados tienen, y hacer un esfuerzo por construir acuerdos razonables y posibles para solucionar esta situación. No podemos seguir tirando la pelota para adelante. Se acabó el tiempo. Las propuestas deben ser imaginativas, pero al mismo tiempo realistas.
Entendiendo que hay en este momento problemas apremiantes que están afectando la economía nacional y a las personas; estas necesidades no deben desatenderse. Estoy convencido de que estos temas aparecerán permanentemente en las mesas de trabajo. Pero también debo señalar, como sugerencia respetuosa, que los esfuerzos no deben agotarse en la atención de estos problemas inmediatos, sino que también deben incluir el análisis de las grandes transformaciones que hacia adelante debemos impulsar como país, que nos permita enfrentar las crisis y aprovechar las oportunidades que tenemos al frente. Hay que encender las luces largas para imaginar la sociedad del futuro.
Sumar y sumar
Un reconocimiento especial a las organizaciones que hoy se encuentran aquí reunidas lanzando esta iniciativa. No van a faltar las voces que traten de bajarle el perfil al esfuerzo que hoy arranca. Hay que seguir adelante con los propósitos que nos han convocado. Y hay que hacer un llamado, por el contrario, para que aquellas organizaciones y personas que hoy ven con alguna duda este esfuerzo, más bien se sumen cuanto antes. Porque hoy estamos empezando con los grupos y personas aquí presentes; mi esperanza es que en unos meses se hayan sumado muchos más actores. Este país es nuestro y merece cualquier esfuerzo para enderezarlo.
La iniciativa que vamos a desarrollar es de tal naturaleza que va a requerir el concurso de muchas voluntades. Esto será posible en el tanto reconozcamos que, en la diversidad de pensamientos, que sin duda aquí están representados, siempre podremos encontrar acuerdos razonables por el bien del país, por la defensa de nuestra democracia, por la defensa de nuestra institucionalidad y por la defensa de nuestro derecho a una vida digna.
No se vaya a creer que aquí todos estamos de acuerdo en todos los temas; muy por el contrario, en esta sala, así como en la sociedad, hay intereses contrapuestos, algunos más cercanos que otros. Eso no tiene que asustarnos; es precisamente lo que fundamenta la voluntad de encontrarnos. Lo que es valioso de esta iniciativa es que, en medio de esas discrepancias y contradicciones, organizaciones y ciudadanos aceptemos que el ejercicio de encontrarnos para buscar acuerdos es la vía para buscar las salidas frente a las amenazas de nuestro acuerdo nacional.
Hoy nos convoca un compromiso con este país. Será un ejercicio de verdadera tolerancia. Sugerir a la sociedad rutas de mejora siempre será una tarea noble.
Por último…
El domingo 15 de diciembre del año pasado, en la Plaza de la Democracia se llevó a cabo un festival durante todo el día. A mediados de la tarde, cuando representantes de los grupos organizadores hicieron uso de la palabra, de una u otra forma, todos insistieron en que ese festival era un acto para llamar la atención sobre la urgencia de organizarnos para defender la democracia costarricense.
Me conmovió recordar que, siendo joven, había desfilado por las calles de San José, cerca de esta plaza, por otras razones, como nuestra oposición al contrato con la ALCOA, o expresando rechazo a la intervención norteamericana en Vietnam, o cosas por el estilo. Nunca imaginé que ahora, con más años, tendría que regresar a un encuentro público para defender nuestra democracia. ¡Quién lo hubiera pensado!
Es urgente hacer a un lado las diferencias. Construir acuerdos. Y así consolidar un movimiento nacional en defensa de nuestra democracia.
[1] Roubini, Nouriel; Megamenazas; Ediciones Deusto, Barcelona; 1ª edición, enero 2023; pág. 21
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