La Agenda Cantonal de Mujeres Desamparadeñas ACAMUDE quiere aportar al impulso de la economía en esta crisis.
Desde 1996 ACAMUDE desarrolla un programa de capacitación técnica con más de 30 carreras, las cuales, están a la disposición en la modalidad virtual.
Un comunicado de ACAMUDE señala: “Esta labor nos mereció el premio Por la igualdad y la equidad de género 2019 otorgado por la Unión Europea. Se nos reconoció por haber logrado graduar a más de 30 mil personas de escasos recursos”.
En este momento ACAMUDE renovó su compromiso y ofrece a la población la posibilidad de capacitarse por 750 colones la hora de clase.
Se ofrece modalidad virtual, y en cuanto se levante la cuarentena para el sector educación, las opciones presencial o dual.
Pará mayor información puede comunicarse mediante el WhatsApp 8918 1798.
“El trabajo doméstico es eso que no se nota a no ser que no se haya hecho.”
Hoy, se conmemora el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, que probablemente pasará muy -convenientemente- inadvertido por la cruzada sanitaria que globalmente se acomete contra la fatídica pandemia.
Los y las trabajadoras del hogar –trabajo doméstico remunerado- son aquellas personas que prestan un servicio remunerado en una residencia u hogar y para el mismo, incluidas tareas domésticas, el cuido de personas y otros cuidados personales.
Este amplio colectivo, mayoritariamente conformado por mujeres, normalmente ha sido confinado a un estado de excepción, marginado de la aplicación efectiva de la legislación laboral, que reconoce el derecho a la jornada de trabajo, vacaciones y descansos remunerados, entre otros, quienes además devengan las peores remuneraciones.
La condición de vulnerabilidad que tanto flagela a este colectivo laboral, es producto de una exclusión y discriminación de carácter histórica, estructural, inherente a este sistema económico y político que ha sido abiertamente desnudado, en tan poco tiempo, por la crisis sanitaria.
Esa condición de vulnerabilidad de las mujeres que realizan esa actividad laboral, se recrudece en épocas de pandemia, como la que actualmente atravesamos, quienes están sufriendo la violencia de un exultante sistema que les está privando de su empleo o sus maltrechos salarios.
Además, así como en estos tiempos de aflicción, aumenta la violencia intrafamiliar, las trabajadoras de servicios domésticos quedan todavía más expuestas al incisivo acoso sexual y laboral.
No se podría dejar pasar esta fecha, sin hacer un reconocimiento a estas humildes trabajadoras, que pese a la importancia de la actividad que realizan, su trabajo se subestima tanto y se paga tan poco, a quienes por su aporte invaluable en esta época tan aciaga, les corresponde un merecido y simbólico aplauso, así como también se ha tributado a otros colectivos que atajan la conjura que se extiende en todo el planeta.
Pero de los aplausos no se vive, ni se come, ni siquiera los artistas que dependen enajenadamente del aplauso frenético de su público.
Las trabajadoras del hogar la están pasando muy mal, de lo peor, por lo que resulta impostergable que el Estado, de una vez por todas, asuma su responsabilidad social y se concreten las siguientes medidas:
1.- Es absolutamente urgente la definición de una política pública integral, que se materialice en medidas de compensación social que proteja los colectivos de personas más vulnerables, que han sido despedidas, dejado de percibir sus salarios, a consecuencia de la suspensión contractual, o que sus remuneraciones se han recortado; todo al amparo de una legislación de emergencia, que le transfiere a la Inspección de Trabajo la ejecución de la guillotina contra los derechos más preciados de la clase trabajadora.
Con la misma urgencia que se aprobó esa legislación de excepción, se debieron aprobar conjuntamente las medidas de mitigación de la situación social de aquellas trabajadoras.
No se puede seguir postergando y dejar para las calendas griegas, el reconocimiento de una prestación extraordinaria o subsidio de desempleo, de carácter temporal, que asegure a estos colectivos satisfacer razonablemente sus principales e inaplazables necesidades y las de sus familiares.
2.- La Inspección de Trabajo, ahora con uniforme de verdugo, dedicada a licenciar la suspensión de los contratos y la reducción de las jornadas de trabajo, con la misma eficacia que está resolviendo estas impropias gestiones patronales, con carácter prioritario, debe enfocarse a atender las consultas y tramitar de manera célere las denuncias que presenten las trabajadoras del servicio doméstico, ya sea por violación de sus derechos laborales, porque su patrono no implementa las medidas de seguridad necesarias para protegerse del riesgo del covit19, o porque estén sufriendo acoso aboral o sexual.
3.- Por último, el Poder Ejecutivo no puede retrasar más la sumisión de la ratificación del Convenio N° 190 de OIT, acerca del acoso y violencia en el mundo del trabajo, que particularmente tutela estos colectivos tan vulnerables.
Los robles de sabana están en flor, en toda su belleza, los
mangos también están en flor y los árboles de mayo, igual que otros en el norte
y en el sur. Para nosotras ver los árboles en flor con sus distintos tonos de
rosa, amarillo, naranja, es un regalo de la naturaleza y es hermoso. Podríamos
disfrutarlos más si no estuviéramos en una situación tan difícil, tan peligrosa
y sobre todo tan incierta. Este documento surge de diversas comunicaciones que hemos
tenido entre las compañeras de la Red de mujeres Rurales desde sus regiones y
la Asociación Tinamaste.
Hemos estado comentando varios materiales sobre la epidemia,
el comportamiento del virus, y por supuesto son solo algunos, porque hay
muchísimos sobre el tema y no podemos ni siquiera tratar de leer lo que sale y
al ritmo que se están produciendo, sobre todo porque tenemos que seguir
trabajando. No cabe duda que la información que tenemos es muy escasa.
Vemos muchas manifestaciones de solidaridad ante el desastre
social y sobre todo de salud, y eso es maravilloso, y mucho se ha planteado que
la pandemia nos debe hacer pensar que tenemos que salvarnos juntos o no nos
salvaremos de esta crisis; ni de las que vienen.
Porque esta descomposición global, es resultado de un
planeta enfermo y una sociedad enferma, todo deteriorado, maltratado. Y porque
vendrán muchas más si no cambiamos.
Queremos plantear una vez más que esta situación no es
resultado solo del virus como tal, ni que se resolverá una vez controlado el
virus. Por eso queremos plantear y denunciar varios asuntos.
La crítica situación sanitaria nos pone enfrente de
manifestaciones diversas, y podemos decir que todas agravan la discriminación
que ya vivimos. Ya las relaciones sociales en esta sociedad nos afectan, pero
se está profundizando el aislamiento y nos saca de la calle, de esa calle que
nos ha costado tanto conquistar con muchos años de lucha y de ruptura del encierro
de las mujeres. Esta situación además pone a las personas en una dependencia aún
mayor de la comunicación electrónica, con el agravante de que no toda la
población tiene acceso, y nosotras en particular no tenemos acceso a las mismas
posibilidades de comunicación.
Algunas de las mujeres en el campo solo recibirán de
información lo que vea en la televisión, en los noticieros que siempre nos han
desinformado, sin acceso a internet, sin señal o sin el equipo necesario para
poder comunicarnos, mientras que otros sectores de la población podrán buscar
diversas fuentes de información, con las más variadas opciones tecnológicas. No
es cierto que tengamos las mismas posibilidades.
Eso también nos pone en mayor desventaja ante la situación
actual. Pero se nos presentan también otras muchas manifestaciones que
evidencian que no todas y todos lo estamos viviendo de la misma manera. Suena
fácil decir que no salgamos de casa. ¿será que no pueden pensar en cómo vivimos
la mayoría de la población que vivimos con lo que nos ganamos al día.
Muchas de las mujeres de campo (y de barrios urbanos
populares también) complementan sus ingresos con el trabajo doméstico en otras
casas de otras familias. Aquí se presentan pocas opciones para aislarse y no
entrar en contacto con otras personas, como pueden hacerlo familias de capas
medias profesionales y por supuesto sectores dominantes. Las mujeres trabajadoras
domésticas si no vamos a trabajar no tenemos ingresos para la alimentación de
las familias y si vamos, debemos tomar autobuses, entrar en contacto con otras
personas en diversos espacios, en fin, las posibilidades de contagio son mucho mayores.
Y ni qué decir de las que trabajamos en reciclajes, donde nos llegan las
basuras de otros lados. Hemos tenido que ser firmes en decir que no nos envíen
desechos de hospitales.
Muchas mujeres en las comunidades rurales nos movemos a los
centros de población a vender productos de los patios o parcelas, o productos
procesados. El sistema capitalista neoliberal nos ha querido desaparecer como
mujeres campesinas e indígenas, como familias y pueblos indígenas y campesinos,
pero aún no lo lograba totalmente. La economía local se ha resistido a
desaparecer y mucho de esto está en manos de las mujeres. Hoy denunciamos que
bajo la excusa de la protección sanitaria, la policía persigue a las mujeres que
requieren vender sus productos para poder llevar comida a sus familias. todas
nosotras estamos paradas, vendemos cúrcuma, huevos, cacao, hacemos cajetas de
leche y confites de cacao, vinagre casero y otras cosas, o le ayudamos a vender
a otras mujeres y eso ya no lo podemos hacer. Pero no está prohibida la venta
de alimentos en los supermercados, por supuesto. ¿Serán motivos sanitarios o
será otra manifestación de discriminación de clase? Mientras en los espacios de
las grandes discusiones se reconoce cada vez con más frecuencia que la
producción local es la que nos puede salvar. Europa amanece con el gran dilema,
cierra las fronteras y deja los miles de productos que alimentan a la población
sin entrar o se verán obligados a dejar entrar los miles de vehículos
terrestres, marítimos o aéreos con los alimentos. Pero el estado costarricense
todavía no se entera que debe fortalecerse la producción y el mercado de
productos nacionales y dejar de perseguir a las mujeres que con sus productos
somos parte de la cadena de los mercados locales. Las grandes empresas que han
venido acaparando la tierra, la producción y mercado, con el apoyo estatal,
están aprovechando la crisis para intensificar la persecución contra nuestras ya
reducidas economías para terminar de matarnos.
¿Será que con estos alimentos se provocará el contagio?
¿Será que se puede escoger entre no hacer las ventas o morirse de hambre? La
solidaridad se debe practicar con el consumo de productos locales, no con la
persecución.
Y también en las zonas rurales nos meten miedo sobre el
consumo de nuestros alimentos.
Tenemos gallinas, y con la alerta sanitaria nos dicen que
nos puede dar alguna enfermedad mortal, pero las cadenas comerciales si están
haciendo billetes. Meterle miedo a la gente da buenos resultados a los grandes
negocios y se trae abajo nuestra economía campesina y nuestras formas de
sobrevivir. Están utilizando el coronavirus para legitimar la persecución social.
Y mientras el miedo por el coronavirus crece en el grueso de
la población, las familias en zonas transfronterizas ven profundizarse las
discriminaciones por su condición de pueblos transfronterizos. Estas fronteras
establecidas sobre los pueblos que desde mucho antes se ubicaron en esas zonas.
Por ejemplo, muchas familias ngäbes obtienen su sustento del trabajo que
realizan a este lado de la frontera, pero duermen al otro lado de la frontera,
o a la inversa, muchas mujeres tienen su casa a este lado y cuidan familiares
al otro lado de la frontera. Hoy amanecieron con que no pueden pasar la
frontera, y no pueden asistir a sus trabajos, y con ello no tendrán el jornal y
con qué alimentar a sus familias. ¿Será el coronavirus es la amenaza mayor? ¿O
la imposibilidad de comer? Por otra parte, las mujeres de los territorios
indígenas, donde el Estado no ha procedido a dar ni un solo paso real para la
defensa de los territorios y la protección de las poblaciones violentadas por
los finqueros usurpadores, viven una amenaza inmediata a sus vidas, no por el
virus, sino por los finqueros y matones pagados por los finqueros. A un año del
asesinato de Sergio Rojas y a menos de un mes del asesinato de Yehry Rivera,
ambos dirigentes indígenas en defensa de los territorios, la impunidad campea,
los intereses de los finqueros racistas, usurpadores, ocupantes ilegales, se
han impuesto con la protección del Estado costarricense. ¿Y la seguridad de las
comunidades indígenas? ¿Y la aplicación de la ley y de las medidas cautelares
de protección a las comunidades indígenas dónde queda? En estos momentos los
finqueros se sienten seguros, confiados y están en total impunidad.
Eso les permite seguir quemando casas, cosechas, entrar en
espacios privados y robar objetos, amenazar de muerte y violación a las
mujeres. Se prevé que el encierro en las casas va a provocar más violencia en
las familias y como mujeres debemos acompañarnos para que eso no suceda, pero
¿quién nos va a proteger de la violencia de los finqueros en los territorios
indígenas? Todas estas manifestaciones
de la crisis de salud son resultado del mismo sistema en que vivimos. Por
décadas el Estado neoliberal nos ha impuesto el monocultivo y la producción industrial
como única forma de producción, diciendo que era progreso, que nos traía empleo
y mejores condiciones de vida y con ello destruyeron la biodiversidad, nos
llenaron de contaminación, con envenenaron el agua, nos quitaron la tierra, nos
dieron trabajos mal pagados y en malas condiciones y nos enfermaron. Pero nos
dijeron que eso era más limpio.
Hoy sabemos que el desequilibrio ambiental, la cría
industrial de animales confinados y la destrucción de la Naturaleza, permiten
la transmisión global de las enfermedades; la pérdida de la biodiversidad ha
anulado barreras planetarias para responder ante virus y bacterias.
Además, sabemos que la producción industrial de alimentos
nos ha quitado los alimentos saludables y diversos y todo ello se sostiene con
la concentración de la tierra y otros bienes como agua y semillas. Nos plantean
el aislamiento y las medidas de limpieza como las únicas vías para salir de la
crisis del coronavirus, pero no dicen que solo es posible si tengo agua limpia,
si tengo acceso a los productos de limpieza y sobre todo si podemos mantener
altas las defensas del cuerpo y eso solo es posible si tenemos una dieta
adecuada, diversa y suficiente.
Desde la Red hemos manifestado muchas veces la necesidad de
cambiar estas relaciones de concentración económica, de concentración de la
tierra. La diversidad de alimentos saludables y su producción solo puede estar
en manos de la producción campesina. Se siguen gastando grandes cantidades de
recursos públicos en prevención, contención y tratamiento, pero no se menciona
ni una sola medida para cambiar las causas de tanto desastre.
Las mujeres del campo en el mundo hemos demostrado que desde otra lógica podemos producir los alimentos para nuestras familias y comunidades y comercializar en el espacio local para alimentar al mundo, que podemos producir manteniendo equilibrio con la naturaleza, siendo parte de ella y no explotándola. Ante la crisis de salud, de alimentación y de ambiente, solo hay una salida, distribución de la tierra, no acaparamiento de semillas, producción sin agrotóxicos, diversidad en la producción. Solo promoviendo la producción campesina, facilitando los mercados y las cadenas de distribución para poder comercializar nuestros productos, con la participación de las mujeres en la toma de decisiones y control de los bienes en las comunidades podremos construir otras formas de producir, otra forma de ser y otra forma de estar en el planeta.
RED DE MUJERES RURALES DE COSTA RICA ASOCIACION TINAMASTE 20 de marzo de 2020
Aun tratándose de un tema de marketing
publicitario, la campaña es un error.
Recientemente, una publicación de la Asociación Costarricense de Juezas de Costa Rica en su página de facebook nos sorprende anunciando —como evento a ‘celebrarse’ (sic) en el marco del ‘Día Internacional de la Mujer’ (sic) y en las instalaciones del Colegio de Abogadas y Abogados de Costa Rica— un taller de automaquillaje. Días después, ante las críticas surgidas por la inconveniencia del tipo de actividad en una fecha que pretende conmemorar las luchas históricas que han dado nuestras ancestras para disminuir la violencia estructural y las brechas de género que nos siguen agobiando, se efectúa una nueva publicación aludiéndose a otro taller, esta vez “de manicure” y a un cine foro sobre la telenovela “Corazón Salvaje”.
Además, en algunos
de los comentarios en dichas publicaciones se pretende aleccionarnos al
decirnos que: (i) las mujeres debemos ser sororas, sin criticarnos entre
nosotras y respetando todos los gustos; (ii) la feminidad no excluye las
luchas políticas y (iii) debemos preocuparnos por el autocuidado, pues
solo así podremos desempeñar nuestras funciones sociales.
Por ello, quisiera
dirigirme a quienes tomaron aquellas decisiones dentro de la Asociación
Costarricense de Juezas de Costa Rica —organización a la que, de entrada, debo
agradecer muchas de las luchas que han emprendido y reconocer la valía que
representa estructurar un colectivo con tal propósito— pues, por el alto simbolismo
que encierra el que aquellas manifestaciones surjan de un colectivo que agrupa
a juezas de la República (de esta Segunda República en proceso de deterioro
constante), es necesario abordar con mayor detalle, aun cuando, finalmente, el
mensaje definitivo que pretenda darse sea exactamente el contrario. Es decir, esas
publicaciones solo puedo entenderlas como parte de un “marketing” de publicidad
inversa (basada en la psicología conductista, de cuestionables raíces
epistemológicas) y no seriamente. Sin embargo, ni aun así me parece correcto el
proceder de la citada Asociación, pues no todas las personas destinatarias
de los primeros textos verán los sucesivos mensajes aclaratorios (de haberlos)
y, en definitiva, se termina reforzando el contenido que debe combatirse sobre
todo cuando el público destinatario no tiene toda la información para tomar
posición.
Origen del Día Internacional de las Mujeres. El 8 de marzo fue el día institucionalizado en 1975 por las Naciones Unidas para con-memorar (es decir, para que todas y todos hagamos memoria) la lucha (siempre inconclusa) por los derechos de las mujeres, la cual tuvo varios eventos históricos desencadenantes sucedidos en ese mes: por una parte, el que durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas de Copenhague, en 1910, se proclamó esta fecha, a propuesta de Clara Zetkin, para luchar por el sufragio de las mujeres del mundo, por lo que luego se fueron dando mítines en varias partes de Europa.
En ese contexto, el 25 de marzo de 1911 casi 130 mujeres trabajadoras de la industria textil, la mayoría inmigrantes, entre 14 y 23 años de edad, murieron en un incendio dentro de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York mientras reclamaban mejores condiciones laborales. Finalmente, en el período entreguerras, el 08 de marzo de 1917, las mujeres trabajadoras de la industria textil de San Petesburgo (Petrogrado) organizaron una huelga obrera que se unió al movimiento popular y acabó con la monarquía rusa.
En suma, se trata de
una fecha para actualizar (i) una lucha-política iniciada para lograr
derechos laborales y por el sufragio, pero que se ha trasladado a otras áreas
al tener una matriz común (patriarcado) y (ii) una
lucha-política-de-clase, que ha implicado evolucionar hacia la noción de
“intersectorialidad” (hay condicionantes de etnia, de clase, de género, de
orientación sexual, de religión, etc. que están relacionados). Por ende, es
absolutamente impropio que se pretenda trastocar su significado, ya sea
asumiéndolo como ‘celebración’ (cuando las brechas de género siguen creciendo y
la violencia estructural contra las mujeres no se detiene, sino que aflora de
nuevas maneras); partiendo de una noción universal y abstracta de “mujer”, en
singular, pues estamos atravesadas por diversas ubicaciones y circunstancias y,
peor aún, se trivialice con frivolidades que remarcan los estereotipos de
género (regalos de electrodomésticos, flores y demás) que son los que han
posibilitado que se perpetúe la desigualdad.
Autocuidado,
‘feminidad’ y patrones de belleza. Es cierto que el autocuidado es esencial en la vida humana moderna,
sobre todo en la de las mujeres, quienes, producto de los patrones
socio-culturales imperantes, terminamos asumiendo múltiples jornadas en donde
nos dedicamos a la preservación de la naturaleza y de otros y otras, muchas
veces a costa de nuestro propio bien-estar.
Como parte del
concepto y de la libertad inherente al ser humano, una de las miles formas
que este puede asumir sea el de comportarse conforme a los patrones de belleza
del occidente actual. Pero considerar que el autocuidado se limita a maquillaje
y manicure no es sino una forma simplificada de ver el mundo, pues implica
desconocer la complejidad de manifestaciones en que se desarrollan las vidas de
las mujeres, según la sociedad y el estrato social, étnico o de otras variables
en que se ubiquen. Nótese que, al lado de aquellas, la citada Asociación no
programa (ni difunde, con igual intensidad, de ser solo un movimiento
publicitario) otras ‘formas de cuidado’ sino que apuesta por un solo modelo,
pese a que, hoy por hoy, para una buena parte de mujeres en el mundo, el
autocuidado consiste en preservar su vida en medio de conflictos bélicos o de
la violencia intrafamiliar; en tener acceso a pan, agua o medicinas para
mantenerse con vida o en poder efectuar labores como ir a la escuela o conducir
un vehículo sin perder la vida en el intento. Además, asociar ‘maquillaje’ y
‘uñas’ a la ‘feminidad’ (y asumir esta como sinónimo de “mujer”) es desconocer
los aportes del feminismo sobre lo que tal concepto encierra.
Sororidad y
ausencia de crítica. La
sororidad (neologismo derivado del latín ‘soror’, hermana) es un término
eminentemente feminista que alude a la solidaridad de mujeres en la lucha
contra la desigualdad de género y la violencia estructural.
No implica, como
puede creerse, eliminar la crítica sobre nuestros actos y omisiones, sobre todo
cuando de unos y otros pueden surgir consecuencias impensables, como el creer
que las juezas de un país, ya sea en forma real o a través de campañas
publicitarias de cuestionables resultados, frivolizan las luchas históricas de
sus ancestras y pares y contribuyen a perpetuar los estereotipos de género. La
sororidad implica educarnos y luchar juntas para destruir el patriarcado, no
para preservarlo y uno de los mecanismos que usa el patriarcado es la
publicidad ligera.
Por ello, el que un
grupo de mujeres con poder (porque quienes hemos tenido acceso a saberes
tenemos alguna cuota de poder) y que, además, deben resolver conflictos en los
que, en gran parte, están involucradas las vidas de mujeres de todos los
sectores sociales, pretenda (ya sea porque la campaña sea real o porque use la
publicidad inversa) no solo desconocer el significado histórico de la fecha, sino
justificar aquel despropósito aludiendo a temas de autocuidado, pluralismo y tratando
de desmovilizar la crítica en nombre de la sororidad, no es sino un error que
debe ser reconocido y enmendado a la mayor brevedad. Yo, que no integro esa Asociación
pero sí soy jueza, así lo añoro. Los temas serios se tratan con seriedad. La
lucha contra la desigualdad no es un tema publicitario ni de pose o marketing.
“El opresor no sería tan fuerte
si no tuviera cómplices entre los propios
oprimidos”
Intervención Performance: »Un violador en tu camino» San José Costa Rica #SurcosDigital #ParaLaDemocraciaParticipativa #Feminismo #NiUnaMenos #LasTesis #NiUnaMenosCR
Las organizaciones de mujeres ante la situación nacional
Foro de Mujeres del Instituto Nacional de las Mujeres
ANTE LA SITUACIÓN NACIONAL
El Foro de Mujeres del INAMU, integrado por alrededor de 36 organizaciones de mujeres y mixtas, ante la situación nacional desatada en el marco de la discusión del Expediente 20.850, relativo a la Reforma Fiscal
Manifiesta:
1. La necesidad de que los representantes políticos en la Asamblea Legislativa y el Poder Ejecutivo, tengan la voluntad política de aprobar legislación y mecanismos que permitan sacar al país del déficit fiscal en que se encuentra por manejos económicos inadecuados de gobiernos anteriores, de manera que se detengan sus efectos nefastos en la calidad de vida de las grandes mayorías de la población costarricense.
2. La responsabilidad ética y política que les corresponde a dichos representantes de diseñar y aprobar una reforma fiscal que promueva la justicia tributaria que se ha venido deteriorando en el país, permitiendo que sectores económicos y empresariales con grandes ingresos, evadan y eludan sus responsabilidades fiscales.
3. La urgencia de aprobar una reforma fiscal que impida que el costo de la crisis fiscal recaiga sobre los sectores más vulnerables económicamente, en donde se encuentran quienes tienen los más bajos ingresos de nuestro país y especialmente las familias en pobreza y pobreza extrema.
4. La consternación por el aumento de impuestos a la canasta básica y la disminución de recursos con el consecuente debilitamiento de programas sociales de bienestar, lo cual provoca un impacto negativo en la vida de las grandes mayorías de mujeres costarricenses.
5. La indignación ante la persistencia de propuestas basadas en impuestos regresivos, que no solo son injustos por afectar a las personas más necesitadas, sino que se convierten en un caldo de cultivo para el aumento de la violencia en contra de las mujeres, puesto que a nosotras la sociedad nos ha asignado un papel central para garantizar la salud, educación y el acceso a la alimentación y a todos los extremos de una vida digna.
6. Una preocupación especial porque este proyecto profundice la situación tan grave que ya enfrentan las mujeres trabajadoras, especialmente las campesinas y productoras rurales, las mujeres indígenas y las pescadoras.
Condena:
1. El uso de la violencia por parte de las fuerzas policiales para limitar el ejercicio del derecho a la protesta, dado que la policía debe dar el ejemplo en el respeto a la ciudadanía.
2. Los actos de vandalismo que han puesto en riesgo la vida de las personas y las familias, llevando al lamentable fallecimiento de una persona joven en Limón, poniendo de manifiesto la realidad de esta provincia.
Demanda:
1. A las diputadas y diputados, retirar el Expediente 20.850 de la corriente legislativa, como una muestra de buena voluntad para que se abran espacios de diálogo y negociación.
2. Al Poder Ejecutivo, abrir una mesa de diálogo y negociación en la que participen los diversos actores sociales y económicos. Entre ellos las y los trabajadores de los distintos sectores de la economía, las y los pequeños y medianos empresarios, las y los empleados públicos y privados, en sus distintas expresiones.
Respalda y acompaña la actitud honesta y de gran autonomía y compromiso puesta en evidencia por Patricia Mora, Presidenta Ejecutiva del INAMU y Ministra de la Condición de la Mujer ante el Expediente 20.850. Su llamado vehemente a la tradición costarricense del diálogo transparente debe ser oído por el Poder Ejecutivo y Legislativo.
Para salir de esta crisis nuestro país requiere de personas capaces de deponer sus intereses personales en beneficio de los intereses de las grandes mayorías.
Dado en San José, Costa Rica el 15 de setiembre de 2018.
Agenda de Mujeres de Upala
Agenda Regional de Mujeres del Norte
Agenda de Mujeres de Alajuela
Agenda de Mujeres de Guanacaste
Alianza de Mujeres Costarricenses
Agenda de Mujeres Desamparadeñas
Foro Autónomo de Mujeres
Asociación de Trabajadoras Domésticas
Asociación de Mujeres Afro del Caribe
Asociación de Mujeres en Cooperación para el Desarrollo
Red de Mujeres Rurales de Costa Rica
Asociación para el Liderazgo y el Ascenso Social de la Mujer ALAS
Centro de Investigaciones en Estudios de la Mujer – UCR
Centro Feminista de Investigación y Acción – CEFÉMINA
Mujer No Estás Sola
Red Feminista contra la Violencia hacia las mujeres
Asociación de Mujeres de La Montaña de Coyolito
Cooperativa Autogestionaria de Mujeres de Manzanillo
Federación de Mujeres del Golfo de Nicoya
Asociación de Mujeres de Costa de Pájaros, Golfo de Nicoya
Colectiva por el Derecho a Decidir
Compartido en redes digitales por Xinia Astorga, maestra de preescolar e integrante de ANDE.