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Etiqueta: doctrina social de la Iglesia

Mensaje de la Arquidiócesis de San José al XVIII Congreso Nacional Arrocero

XVIII Congreso Nacional Arrocero, 2025

Pbro. Luis Alejandro Rojas A.
Arquidiócesis de San José
18 de agosto de 2025

Estimados miembros de la Corporación Arrocera Nacional e invitados especiales:

Con motivo del Décimo octavo Congreso Nacional Arrocero, 2025, el señor arzobispo de San José, Mons. José Rafael Quirós, agradece la atenta invitación para compartir este momento de encuentro anual de productores arroceros y de agroindustriales. En esta ocasión no podrá acompañarlos físicamente. No obstante, se une a este acto con su oración, rogando a Dios, Creador de todas las cosas, que, a semejanza de la parábola del Sembrador, la buena semilla caiga en tierra fértil y produzca el ciento por uno.

De gran interés para la Iglesia, serán las deliberaciones y acuerdos de todos ustedes, ya que el sector arrocero soporta un “temporal”, con abundante lluvia y rayería, que pone en alto riesgo la soberanía y seguridad alimentaria de nuestra población, con la llamada “Ruta del arroz”.

Rumbo que está conduciendo por senderos oscuros a los productores costarricenses del grano y abriendo brechas injustas entre productores nacionales e importadores. Para los neófitos en este asunto, la matemática se nos complica, al constatar que el erario requiere de captar el dinero necesario para invertir en educación, salud, vivienda popular, obra pública, seguridad ciudadana y más, y curiosamente los aranceles a la importación del arroz de cualquier origen se redujeron al 4 % para el arroz blanqueado y al 3,5 % para el arroz en bruto.

Entonces, ¿quién o quiénes se dejaron casi ₡27.000 millones al 2024, que habrían tenido que pagar al Estado si no se hubieran disminuido los aranceles en los decretos que dieron comienzo a la “Ruta del Arroz”?

Nuestra “matemática” es de acumulación, que acentúa el egoísmo; la “matemática” de Dios es la lógica del amor. En palabras del querido y recordado Papa Francisco, de feliz memoria; “la matemática de Dios es extraña: ¡se multiplica solamente si se divide!» 1 Es decir, en la lógica divina el compartir vence el egoísmo y acrecienta el bien común.

Se necesita volver al equilibrio entre producción nacional del grano en beneficio de nuestros arroceros y las importaciones para compensar los faltantes del arroz necesario, en aras de la seguridad alimentaria. Sumado a la urgencia de contar con políticas públicas en defensa del productor nacional y para el fortalecimiento del sector agroalimentario.

El pasado 2 de agosto, con motivo de la Celebración en honor a nuestra Patrona Nacional la Virgen de los Ángeles, el señor arzobispo de San José, en su homilía dijo: “Que nuestros agricultores tengan certeza que venderán sus cosechas, porque los costarricenses preferimos lo que se produce en nuestra tierra”.

En el pensamiento y en el corazón de Mons. José Rafael Quirós, procedente de una familia de agricultores de la Zona Norte de Cartago, también estaba el clamor de los paperos y cebolleros de nuestro país.

Por eso, no es justo que se siga inundando el mercado agroalimentario con productos de baja calidad y sin controles fitosanitarios, tal como lo ha denunciado la Corporación Hortícola Nacional y otras organizaciones de agricultores. Tampoco, es justa la voracidad de algunas cadenas de supermercados que compran al agricultor con precios ruinosos y venden desde la codicia del mayor beneficio en prejuicio de los consumidores.

Al respecto, la Encíclica Laudato Sí, manifiesta: “el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión social” (# 109).

Los criterios de una economía de mercado en la que se beneficia a unos pocos excluyendo otros, se encuentra distantes del espíritu evangélico del bien común, la solidaridad, la justicia social y el amor fraterno.

En palabras del mencionado Papa Francisco: “la realidad es superior a la idea”. No matemos actividades agrícolas exitosas como la siembra del arroz, papa, cebolla y otros productos, donde somos competitivos por área de siembra y producción. Sin ser experto en economía agraria, pero sí un cura observador en mis labores pastorales en Cipreses de Oreamuno hace varios años, el problema principal sigue siendo el mercado.

Mi experiencia frustrante, al sembrar con un grupo de feligreses en una asociación de agricultores que nació en la Casa Cural un día, fue arrancar la cosecha de zanahorias y por precio de mercado no retornó ni el costo de inversión.

Es una grosería que algunos políticos de turno pretendan enseñar a nuestros agricultores a sembrar. Ahí no está el problema. Mejor que los políticos serios resuelvan la injusticia social para los pequeños y medianos productores agrícolas que son víctima del mercado y las escasas políticas públicas para el sector agroalimentario. Solo un favor basta, que no estimulen las importaciones masivas de lo que producimos bajando aranceles aduaneros, y que tengamos dignidad como costarricenses al oponernos al ingreso de algunos productos agrícolas sin los respectivos controles fitosanitarios. Asimismo, que el consumidor obtenga un mayor beneficio en calidad y precio.

Particularmente, después de leer el Proyecto de Ley 24.211, denominado: Ley para la creación del Fondo de Competitividad y Auxilio arrocero (FONARROZ), considero que las señoras y señores diputados tienen un excelente texto legislativo para ofrecer medios y recursos mínimos que resguarden la seguridad alimentaria de la población costarricense “mediante el fomento de la actividad arrocera y la protección de las hectáreas de cultivo necesarias, priorizando a los productores de arroz micro, pequeños, medianos y grandes, para disponer de una base de producción de grano nacional y la capacidad de escalamiento, que garantice la disponibilidad del grano ante cualquier contingencia internacional”. Tal como reza el artículo # 2, respecto al objetivo de la ley propuesta.

Estamos en una encrucijada para los arroceros, paperos y cebolleros, o desaparecen como la mayoría de los frijoleros o los rescatamos de la presente situación injusta.

Al salvar a nuestros agricultores y sus familias, también redimimos el alma del costarricense que está apegada al campo y le da identidad cultural al tico. Los arquetipos de nuestra tierra en el inconsciente colectivo nos hacen vibrar cuando escuchamos: “Y cuando caen los fuertes aguaceros es como si yo fuera la semilla me huele a tierra fértil el sendero llenando de ilusión mi alma sencilla”.

Queridos arroceros y agricultores todos, que no desfallezca la esperanza de un mañana mejor. Gracias por la noble misión de labrar la tierra para depositar la semilla por el fruto de mañana. Y así, procurar que no falte el alimento de cada día en la mesa de la familia costarricense. Recuerden lo que dice el Salmo 126, 5-6: “los que sembraban con lágrimas recogen entre cantares”.

Finalmente, felicitaciones por el décimo octavo Congreso Nacional Arrocero, 2025. Que la fraternidad, la esperanza y la alegría, en búsqueda del bien común se manifieste en estos días para el fortalecimiento de la Corporación Arrocera Nacional y del sector agroalimentario. ¡Qué Dios el Creador de todas las cosas les ayude!

1 Papa Francisco, Mensaje a los pobres, refugiados y detenidos. Visita pastoral a la diócesis de Bolonia, el 1 de octubre de 2017.

Arnoldo Mora: «La elección del PAPA León XIV fue una escogencia con enorme madurez y sentido del poder»

El filósofo Arnoldo Mora explicó las razones estratégicas y simbólicas detrás de la elección del PAPA León XIV, destacando su conexión con América y su capacidad para enfrentar los desafíos actuales de la Iglesia católica.

«La escogencia de este PAPA queda absolutamente perfecta, es una escogencia que los cardenales hicieron con una enorme madurez y un gran sentido del poder», afirmó Mora al analizar la rápida designación del nuevo pontífice.

Según el filósofo, la elección de un PAPA americano responde a la realidad demográfica del catolicismo global. «De los cuatro países donde hay más catolicismo, tres viven en América: Brasil que tiene 220 millones de habitantes, México que tiene 115, 120 millones de habitantes, son los dos países que tienen más católicos en el mundo. El tercero es Filipinas con más de 80 millones y el cuarto los Estados Unidos que tienen más de 53 millones de católicos», explicó.

Mora destacó que la Iglesia estadounidense es «muy poderosa, no sólo económicamente sino políticamente». Mencionó que «la universidad Georgetown donde se forman todos los cuadros de la diplomacia y los cuadros políticos de los Estados Unidos es de los jesuitas». Además, señaló que «las grandes diócesis Boston, Chicago, Nueva York son extremadamente poderosas, financian el Vaticano».

El nuevo pontífice representa una conexión entre las dos partes del continente americano. «Nacido en el norte, pero desarrolló toda su pastoral, su actividad sacerdotal en el Perú, tanto que a la hora de saludar por primera vez como Papa al público lo hace citando en castellano y no en inglés», señaló Mora.

El filósofo explicó que otra razón para esta elección responde a dinámicas internas de la Iglesia. «Hay muchas tendencias, energías extra que tienden a la división. El gran peligro de la Iglesia, que históricamente siempre ha sido así, son las fuerzas centrífugas”, afirmó, añadiendo que se necesitaba «un hombre que mire hacia adentro, que concilie porque Francisco suscitó multitud de anticuerpos de los sectores más conservadores».

Mora resaltó la experiencia administrativa del nuevo PAPA. «Fue un dirigente de altísimo nivel de un dicasterio -el equivalente a un ministerio- de los obispos. A él le tocaba escoger quiénes iban a ser obispos en el mundo y hay más de 5600 obispos en todo el mundo», explicó. Esta posición «le permitió conocer a la jerarquía en todos los continentes, en el mundo entero mejor que nadie».

El filósofo subrayó la formación del nuevo pontífice como «el primer PAPA que es graduado en matemáticas, además graduado en filosofía, graduado en teología, doctor en derecho canónico», aunque advirtió que «nunca va a ser Francisco porque Francisco tenía un carisma».

Según Mora, la elección del nombre León XIV revela «una vuelta a lo tradicional». Explicó que «León XIII fue el gran creador del papado de la iglesia moderna» que abrió la institución «al mundo moderno» y publicó «la carta pastoral más importante, la Rerum Novarum, donde pone las bases de la doctrina social de la iglesia».

El filósofo concluyó que esta elección papal ocurre en un momento histórico comparable al que vivió San Agustín, “en cuyo honor se fundó a mediados del siglo XIII la orden del nuevo PAPA”. Arnoldo Mora detalló: «A él le tocó vivir el fin del imperio romano, uno de los acontecimientos históricos más importantes y ahora estamos viviendo el fin del imperio norteamericano, el fin de la hegemonía de occidente, el lanzamiento de una nueva época», finalizó Mora.

Nota del editor: Un detalle destacado por el experto Arnoldo Mora es que la palabra PAPA debe escribirse con mayúsculas, pues son las siglas de Petri Apostoli Potestamen Accipiens (que en español significa El que sucede al apóstol Pedro o Sucesor de Pedro).

Francisco: el Papa de los trabajadores, los migrantes y los marginados

Frank Ulloa Royo

Frank Ulloa | Foto: Gerardo Iglesias | Rel UITA

El Papa Francisco ha sido una de las figuras más influyentes en la defensa de los derechos humanos, especialmente en lo que respecta a los trabajadores y migrantes. Su visión se ha centrado en la justicia social y en la dignidad del trabajo, llamando a la Iglesia a ser un refugio para los más vulnerables. Sin embargo, dentro de la misma institución eclesiástica, sus ideas sobre el trabajo y los derechos laborales no siempre han sido plenamente acogidas.

En Costa Rica, la Iglesia ha promovido el solidarismo a través de instituciones como la escuela Juan XXIII, lo que ha generado tensiones con los sindicatos tradicionales. A pesar de que el Catecismo de la Iglesia Católica enfatiza la importancia de la justicia social y la dignidad del trabajo, la falta de una postura clara en favor de los sindicatos y los derechos laborales podría interpretarse como un pecado de omisión. Francisco ha insistido en que la Iglesia no puede permanecer en silencio ante la explotación y el sufrimiento humano.

En su mensaje a la Conferencia Internacional del Trabajo en 2021, el Papa afirmó: «Busquemos soluciones que nos ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo fundado en condiciones laborales decentes y dignas, que provenga de una negociación colectiva, y que promueva el bien común, una base que hará del trabajo un componente esencial de nuestro cuidado de la sociedad y de la creación.»

Asimismo, en un Encuentro Internacional de Organizaciones Sindicales, instó a los dirigentes gremiales a actuar con solidaridad y justicia, diciendo: «Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados.»

El contexto actual refuerza la relevancia de su mensaje. La crisis migratoria en América Latina y el Caribe ha sido un tema central en su discurso, instando a la Iglesia a trabajar activamente en la protección de los derechos de los migrantes. En Costa Rica, la Conferencia Episcopal ha abordado la problemática migratoria, destacando la necesidad de una respuesta humanitaria y pastoral ante el creciente flujo de personas en tránsito.

La deuda social de la Iglesia con los sindicatos y los trabajadores sigue siendo un tema de debate. Francisco ha dejado en evidencia la necesidad de una mayor coherencia entre la doctrina social de la Iglesia y su acción concreta. En este contexto, su mensaje sigue siendo un llamado urgente a la justicia, la solidaridad y la acción colectiva.

Una Iglesia encerrada en sus templos o en salida hacia los marginados

El legado del Papa Francisco trasciende su tiempo en la Iglesia y se convierte en un desafío para las nuevas generaciones de católicos. Su indignación ante una Iglesia encerrada en sus templos, alejada de los más necesitados, fue una constante en su pontificado. Francisco no solo predicó la necesidad de salir a las periferias, sino que exigió una acción concreta, una Iglesia que no se limite a la comodidad de sus estructuras, sino que se ensucie las manos en el servicio a los marginados.

«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (Evangelii Gaudium, 2013). Con estas palabras, dejó claro que la misión de la Iglesia no es la autoconservación, sino la entrega total a quienes sufren.

Su fallecimiento marca el fin de un papado que sacudió las estructuras tradicionales y desafió a los fieles a vivir el Evangelio con autenticidad. La crisis migratoria, la explotación laboral y la indiferencia ante el sufrimiento humano fueron temas que abordó con firmeza, instando a la Iglesia a no permanecer en silencio. En Costa Rica y en el mundo, su mensaje sigue resonando como un llamado urgente a la acción.

Ahora, la responsabilidad recae en la nueva generación de católicos. ¿Responderán al desafío de Francisco? ¿Serán capaces de construir una Iglesia que no solo hable de justicia, sino que la practique? Su legado no es solo un recuerdo, sino una tarea pendiente. La Iglesia debe decidir si sigue encerrada en sus templos o si finalmente sale a buscar al necesitado, como él lo pidió.