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El menosprecio a la cultura

Alberto Salom Echeverría

“La cultura es un componente decisivo para la consolidación

de una sociedad tolerante y capaz de vivir en armonía”.

Dr. Ramón Rivas.

“Quiero escribir para aquéllos que quieren tener una relación

viva con su cultura. Muchas veces el conocimiento se ha visto

encorsetado por fórmulas y barreras, y se ha alejado de su labor más útil,

que es enriquecer nuestras vidas y ayudar a conocernos mejor”.

“Parafraseo al escritor Dietrich Schwanitz.”

En el tercer gobierno del Benemérito José Figueres Ferrer (1970-1974), merced al protagonismo, entre otros, de un gran hombre de las letras Patrias y de la cultura nacional, Alberto Cañas Escalante, se fundó el Ministerio de Cultura Juventud y Deportes. Además, Alberto Cañas se convertiría en el primer ministro de esta nueva cartera. Aquel fue un enorme estímulo para impulsar verdaderas políticas públicas nacionales de cultura. De esta manera, se llenó un gran vacío, porque, aunque Costa Rica ya por entonces se caracterizaba por tener un importante bagaje cultural, con la creación del Ministerio de Cultura se produjo un salto cualitativo, haciendo que la obra cultural no fuera solamente la ocurrencia de algunas personas, sino que se creó el marco apropiado para un desarrollo institucional que involucrara a todo el Estado.

No obstante, los muchos éxitos plasmados desde entonces, como son: la fundación del Archivo Nacional, de la Compañía Nacional de Teatro, de la Compañía Nacional de Danza, la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional, el enorme realce que adquirió la política de premios nacionales, todavía la cultura sigue viéndose como un “adendum”, una coletilla en el entramado institucional del país.

Ese punto alto que se alcanzó con la creación del Ministerio de Cultura, pese a sus hazañas, se fue desmoronando de a poco, por esa manía de la élite política de ver la realidad en parcelas: por aquí Hacienda, reputada por ser lo más importante, por aquello de que ciertamente ‘no se puede hacer chocolate sin cacao’ (aunque es muy frecuente que, habiendo cacao no aparezca el chocolate por ningún resquicio de la Costa Rica); por allá, ahora parece que muy allá, educación que aunque le ha dado tanto brillo a este país, resulta que alguien apagó la luz del cuarto, hará un cuarto de siglo y algunos no se habían dado ni cuenta de que eso hubiera ocurrido; por acullá seguridad pública, que don Pepe en alguna ocasión llamó Ministerio de Inseguridad Pública, delante del propio ministro que, algunos decían que le serruchaba el piso (de ese cuarto), y, después de eso se nos fue metiendo como por la cocina de la desvencijada casa, algo que estaba cantado con suficiente antelación que ocurriría, porque andaba rondando por todo el vecindario, el narco con tráfico incluido para que no lo pudieran parar que, creó enseguida y sin dilación una cadena de distribución de la droga a granel dentro del país, mientras se organizó debidamente para encadenarse con la sarta de delincuentes, asesinos de toda laya, que tenían muy claro el destino final del gran negocio, el norte-norte, adonde los esperaba y los espera todavía, la gran mafia de todas las mafias de la droga, parcialmente protegida por parte del Ministerio de Injusticia del ‘más allá’, porque desde ahí, hace mucho, haciendo alarde justamente de la injusticia consumada se logró que, las miradas y el dedo acusador estratégicamente apunten al sur, donde ‘la maligna’ se produce y de donde sale en tropel, pero para que se consuma en abundancia en la ‘Tierra del más allá’ y ‘allende los mares’, porque en toda esa extensión es donde está el gran negocio. ¿Habrá por ventura una visión parcelada más fragmentaria de la realidad?

Imaginemos ahora ¿en qué sitio está alojada la cultura dentro de esta imaginación elitista, e inclusive en cuál recóndito lugar del cerebro del pueblo se encuentra, puesto que la ideología popular está permeada como por ‘arte de birlibirloque’ por la dominación que las mismas élites ejercen sobre las masas? Vistas las cosas así, la cultura nacional, en lugar de ser entendida como una expresión de nuestra existencia, de la convivencia de las clases, segmentos y capas que interactúan y conforman el gran todo social, es concebida como algo residual y prescindible.

Esta visión del mundo en parcelas fragmentadas que es parte de la ideología dominante nos ha ocasionado un enorme daño, y lo sigue causando. Nuestra identidad está desintegrada por lo que no hemos podido hasta ahora diseñar una estrategia de desarrollo comprensiva de la realidad.

En este contexto, el presidente Chaves, ha querido sacar ventaja casualmente de la pobre visión dominante que él comparte, de esa realidad fragmentada y fragmentaria, en la que la concepción de cultura es menospreciada y relegada, por lo que termina de sellar una propuesta de desarrollo decadente destinada al fracaso. Ante la necesidad de recaudar recursos por todas partes, se ha sacado de la manga un argumento típicamente economicista como es que: “Hay programas que el año pasado dejaron un montón de plata sin usar.” Y agregó: “…Costa Rica debe continuar por la senda de la disciplina fiscal, a la vez que no se justifica presupuestar dinero que no se utiliza.” (Cfr. Arrieta, Esteban. “Rodrigo Chaves sobre recorte de 4.000 millones (de colones) en Cultura…” La República.net, martes 16 de mayo, 2023).

Si bien es justo tener una visión de disciplina fiscal y eficiencia en la ejecución de los recursos públicos, en primer lugar, esa disciplina fiscal debe aplicarse a todos los sectores por igual. En segundo lugar, como dicen los abogados, ‘nadie puede pretender sacar provecho de su propio dolo’. Han sido sus propios funcionarios, comenzando por la ministra Nayuribe Guadamuz, quienes siguiendo errores que vienen del pasado, administran los recursos con ligereza y falta de voluntad para ejecutarlos. En la jerga popular se dice, es el ‘perro mordiéndose la cola’. Se le quitan los recursos porque los ejecutan mal, pero la mala ejecución proviene a la vez de funcionarios que carecen de una visión integral e integradora del papel que debe jugar la cultura en el desarrollo de una sociedad y en el bienestar y buen vivir de las personas. Más grave aún es que el presidente adolece de esa misma carencia, por lo tanto, es inútil pensar que la presidencia de la República pueda ser el promotor de un cambio en la visión y concepción de la cultura. Más bien parece ser el que promueve el empobrecimiento cultural.

¿Cómo acometer desde esa postura, el rescate y la plena integración de la cultura de los pueblos originarios en el conjunto de la sociedad costarricense? ¿Cómo desde esa perspectiva se podrá acometer una tarea que es compleja como la de enfrentar el racismo que padece una buena parte de la sociedad, suficiente como para decir que en realidad lo padece la sociedad? ¿Cómo enfrentar la desigualdad de géneros, que constantemente se manifiesta en distintas facetas de la cotidianidad, y el machismo, y la violencia contra la mujer? ¿De qué manera se puede realzar el papel de las regiones de la periferia tan disminuidas frente a la preeminente acción cultural de las poblaciones de la región central del país? Valga decir, ¿cómo llevar adelante un proceso de descentralización y de integración de las regiones, para que se valoren en toda su dimensión como parte de un todo social? ¿Y en qué forma, sin una visión humanista de la cultura se podrá enfrentar la odiosa e ilegal discriminación de las minorías por razones de orientación sexual? ¿Cómo dar más relevancia a las personas con discapacidad ante las innegables barreras arquitectónicas, los prejuicios que les impiden integrarse a los mercados laborales y hasta a la misma educación? ¿Será posible en estas pobres visiones impulsar un plan humanitario que permita integrar a las poblaciones migrantes? Finalmente ¿Cómo lograr la dignificación de los artistas?

Todas estas son tareas propias de un verdadero Ministerio de Cultura en el país, donde la cultura sea considerada tal como lo pregona el Dr. Ramón Rivas, especialista en antropología cultural y ex ministro de Cultura del Salvador, como: “…la fuerza viva, creativa y colectiva del país; [que] aporta sentido y contenido a las prácticas sociales y a las obras materiales y simbólicas que se construyen, y ofrece un amplio abanico de posibilidades y capacidades para impulsar la transformación integral de la sociedad. Esta política del Gobierno busca, entre otras cosas, que la población asuma la cultura como un derecho, como un factor inherente y un pilar fundamental del buen vivir”. -Y, luego continúa diciendo el Dr. Rivas- “Nos referimos a algo más amplio: a la cultura como acción viva y participativa; a la construcción de valores en contraposición de los antivalores que tanto daño hacen al buen vivir. La cultura es un componente decisivo para la consolidación de una sociedad tolerante y capaz de convivir en armonía.” (Cfr. Rivas, Ramón. “La Cultura Factor Determinante del Desarrollo Humano.” Revista Entorno, abril, 2015, número 58. San Salvador, El Salvador.)

Esta visión de la cultura y las tareas señaladas para un Ministerio de Cultura contrasta abismalmente tanto con la teoría como con las prácticas principalmente del gobierno actual. Por lo consiguiente estamos todos impelidos no solo a defender el Ministerio de Cultura tal cual es hoy, sino a emprender una lucha en todos los sectores de la sociedad, una gran batalla cultural, que nos permita un rediseño de las políticas públicas del sector, para generar nuevas políticas públicas y prácticas sociales que posibiliten un segundo salto de calidad en la cultura nacional, acorde con las tareas del desarrollo integral y sostenible que nuestro país requiere.

UCR: Familias costarricenses adaptan dinámicas y establecen prioridades frente a la pandemia

Investigación de la UCR realiza la primera exploración nacional en torno a procesos educativos y convivencia cotidiana en el contexto del COVID-19

La investigación evidencia que las labores de cuido y el involucramiento parental educativo pedagógico son asumidas mayoritariamente por mujeres. Imagen con fines ilustrativos. Foto: Anel Kenjekeeva.

De manera inesperada, la mesa de comedor de los hogares costarricenses dejó de ser un espacio exclusivo de alimentación para albergar actividades laborales, tareas escolares y otras dinámicas de convivencia. La llegada del COVID-19 trasladó la vida diaria de todos los miembros de las familias a un mismo tiempo y espacio.

El contexto impuesto por la emergencia sanitaria motivó al Dr. Mariano Rosabal Coto y a la Dra. Mónica Salazar Villanea del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) a adaptar un estudio sobre involucramiento parental educativo para analizar el tema en el marco de esta nueva realidad.

El estudio forma parte de un proyecto de investigación más amplio denominado “Las relaciones primarias familiares intergeneracionales pueden contribuir al desarrollo educativo de niños y niñas” en el que también participan la Dra. Ana María Carmiol, el Dr. Javier Tapia Balladares y la Dra. Tamara Fuster.

Según el Dr. Rosabal, las interacciones que desarrollan las madres, padres y personas cuidadoras con los niños y niñas gestan ambientes emocionales que impactan de forma directa en sus diversos procesos de aprendizaje, así como en su desarrollo cognitivo y académico.

Las medidas de confinamiento, decretadas en marzo anterior por el Ministerio de Salud, trasladaron a los hogares el cuido de los menores a tiempo completo y la continuidad de las actividades académicas, mientras los adultos responsables lidiaban también con adaptaciones laborales y la protección familiar frente a la emergencia sanitaria.

El cambio descrito en las dinámicas cotidianas generó tensiones al interior de las familias costarricenses y dio lugar a una realidad a la cual logró acercarse el IIP mediante una encuesta digital, aplicada en el mes de abril, tras las primeras tres semanas de confinamiento en Costa Rica.

“Sabemos que en este contexto particular de pandemia hay zozobra, estrés y frustración en los padres y madres. Hay una sobrecarga emocional que necesariamente influye en el acompañamiento que dan a los niños y niñas”, explicó el investigador.

La consulta, divulgada por medio de las redes sociales del propio Instituto y de algunos de sus investigadores, obtuvo respuestas completas de 867 personas, de las cuales el 87,7 % fueron mujeres, en su mayoría costarricenses, de zona urbana y con estudios universitarios completos.

Rosabal afirma que si bien los datos del estudio no son representativos para todo el país, se convierten en una primera exploración nacional en el contexto del COVID-19 que aporta insumos relevantes para investigaciones posteriores en torno al proceso educativo y las dinámicas familiares.

Según la Dra. Salazar, los resultados de la investigación evidencian que las labores de cuido y el involucramiento parental educativo pedagógico son asumidas mayoritariamente por mujeres, quienes ante el incremento de las demandas en el contexto de la pandemia asumieron “una especie de triple jornada”.

“Tienen el trabajo de la casa, el trabajo de afuera, el cuido y ahora la labor pedagógica que ya no es solamente involucrarse en las tareas, sino que ahora es tener una escuela en casa. Todo esto hace que la demanda suba, pero no necesariamente los recursos que tenían para enfrentarla”, mencionó la experta.

Investigadores destacaron que tanto las personas consultadas como las acciones del Ministerio de Educación Pública (MEP) reconocen que también hay aprendizajes en las tareas de la vida cotidiana. Imagen con fines ilustrativos. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

Las personas que respondieron la encuesta aceptaron que no podían cubrir el trabajo de enseñanza como lo hacen los docentes al tiempo que atienden sus propias obligaciones laborales y las responsabilidades de la casa en medio de la cotidianidad impuesta por el COVID-19.

El contexto obligó a las familias a priorizar las situaciones a su alrededor y colocaron en el primer lugar de importancia el hecho de mantener la salud, seguido por sostener lazos afectivos; mientras que se relegó a un tercer lugar el cumplir las tareas y rutinas.

La encuesta reconoció como principal preocupación de las familias mantener la salud y los ingresos, así como la calidad de la relación en sus lazos afectivos y las condiciones de salud del entorno inmediato, y situaron como última de sus inquietudes el posible atraso o pérdida de continuidad en el ámbito escolar de sus hijos e hijas.

“En una pandemia lo que tenemos que hacer es sobrevivir. Existe la necesidad de priorizar para que la dinámica sea sostenible en el tiempo y, por lo tanto, hay tareas que no se van a cumplir. Tenemos que ajustar las expectativas y flexibilizar, esto también permitirá reconocer lo que está haciendo bien el sistema familiar”, señaló Salazar.

La investigadora destacó que tanto la opinión de las personas consultadas como las acciones incorporadas durante los meses posteriores por parte del Ministerio de Educación Pública (MEP) reconocen que, más allá del avance curricular, también existen aprendizajes en las tareas de la vida cotidiana.

“En este momento, no se trata tanto de avanzar en las materias como de lograr aprender de esta experiencia de vivir en una pandemia y este es un aprendizaje en términos de cuido, de la salud, de la familia, de la casa y de la propia comunidad”, manifestó la experta.

La medición del IIP determinó también que la mayoría de las personas consultadas ha promovido o permitido que sus hijos o hijas conozcan sobre las implicaciones del COVID-19 en la salud, la economía y la sociedad, decisión que según el Dr. Rosabal les permite crear expectativas realistas.

Lejos de que los niños y niñas observen noticieros o consuman contenidos sin supervisión, se recomienda que las personas adultas a su cargo sean las responsables de mediar la información que reciben para garantizar que se maneje un vocabulario y complejidad acorde a sus capacidades.

“Si no hablamos con ellos van a pasar 3 semanas y no van a entender por qué no van a escuela o no ven a los amiguitos o a los abuelos y tampoco van a interiorizar la responsabilidad que tienen de su autocuidado y el cuidado de la familia, así que la información no los daña, sino que los instrumenta”, explicó Rosabal.

Los resultados de esta consulta serán publicados próximamente en un artículo académico, pero ya han sido socializados en espacios abiertos al público y diálogos con el MEP, como parte de una retribución a las personas que aportaron sus experiencias al proceso de investigación.

Los investigadores planean que, superada la pandemia, puedan recolectar datos de manera presencial sobre el involucramiento parental educativo y, de esta forma, ampliar la comprensión del tema en el contexto costarricense, donde resaltan particularidades como la convivencia intergeneracional en un mismo entorno familiar.

 

Andrea Méndez Montero
Periodista, Oficina de Divulgación e Información

Estudio de la UCR sobre identidad adolescente recibe Premio Nacional de Investigación Cultural

El Dr. Javier Tapia Balladares recibió el galardón por la obra literaria que recopila más de 15 años de investigación y cuyos resultados podrían nutrir el desarrollo de políticas públicas en el país

El director del Instituto de Investigaciones Psicológicas, Dr. Javier Tapia Balladares, se ha especializado en el desarrollo personal, el desempeño cognitivo y la socialización de las poblaciones jóvenes en el país durante más de 20 años. Foto: Karla Richmond.

La etapa adolescente es fundamental al construir la identidad personal. La forma en que los adolescentes se relacionan con su entorno, sus experiencias personales y sus procesos de diálogo, además de la sensación de incertidumbre ante el futuro, interactúan constantemente durante esta etapa del desarrollo.

Lo anterior quedó demostrado por el trabajo del Doctor Javier Tapia Balladares, actual director del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) que fue galardonado con el Premio Nacional Luis Ferrero Acosta de Investigación Cultural 2019.

Este reconocimiento, que entrega el Gobierno de la República por medio del Ministerio de Cultura, reconoció el valor de la obra de Tapia que recopila más de 15 años de investigación en torno a la construcción identitaria de la población joven en Costa Rica.

Tras acercarse a la temática en su tesis de doctorado y por medio de 20 publicaciones académicas, el catedrático e investigador de la UCR ha estudiado la forma en que la religión y los diversos vínculos personales influyen pero no terminan el desarrollo psicológico de las personas jóvenes.

El libro premiado, “Biopoética de la adolescencia. Identidades, creencias, vínculos”, brinda conclusiones que pueden ayudar a entender los aspectos que impactan en diferente forma y medida el desarrollo de estos procesos individuales de la población en estudio.

De acuerdo con el investigador premiado, entender este fenómeno sociocultural podría enriquecer el trabajo en las diversas instancias y personas vinculadas a la atención de los adolescentes.

“Un ejemplo es el sistema educativo, donde en muchas ocasiones nos preocupamos más por el desempeño cognoscitivo de los jóvenes y dejamos de lado cómo los vínculos socioafectivos primarios inciden directamente sobre el rendimiento académico”, afirmó el catedrático.

Entender las características de la identidad de los jóvenes contribuye a la convivencia y a construir una sociedad más inclusiva para todos los sectores de la población, de acuerdo con el investigador.

Identidad adolescente: Un proceso continuo y cambiante

De acuerdo con la investigación, los adolescentes no forman por completo su identidad a partir de los esquemas morales-religiosos y las costumbres familiares, sino que interactúan con estos entornos de diferente manera y se apropian de algunos de estos elementos.

El análisis determinar que el desarrollo de la identidad individual es un proceso permanente y cambiante que está influenciado por los contextos socioculturales de cada individuo, quienes además, se adaptan de forma distinta a la evolución de su entorno social.

La evolución permanente de esta campo de análisis, evidenciado por el trabajo de Tapia, motivó en el IIP el desarrollo otras investigaciones que desde la psicología del desarrollo, que convierten a esta unidad académica en un espacio pionero en el país en el abordaje de esta temáticas.

Para el director del instituto, este premio reconoce el trabajo que realiza la UCR en el campo socio científico, el cual, puede resultar clave como sustento para entender la cultura nacional y favorecer la convivencia social.

“El reconocimiento confirma el aporte de los estudios académicos para el país, por eso el campo socio científico debe ser fortalecido y dotado de recursos para dar continuidad al trabajo que realiza”, aseguró el investigador.

Tapia enfatizó los aportes que ofrece la generación de conocimiento desde estos estudios para el fortalecer el sistema educativo y el trabajo de las instituciones del país, así como dar fundamento a la creación de políticas públicas.

Jose Adelio Murillo Montero

Asistente de Prensa Oficina de Divulgación e Información

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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