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Etiqueta: emancipación

¿Por qué nacimos en Costa Rica y no en Ghana, África?

Bernardo Archer Moore

Esa es la primera pregunta que todo afro-costarricense debería hacerse.

Recordemos, que durante el período de la trata transatlántica de esclavos (1517-1857), más de 12 millones de africanos fueron traídos por la fuerza a las Américas y Europa, incluyendo a nuestros propios antepasados, donde los afortunados sobrevivientes  lograron su emancipación a través de muchos sacrificios, luchas, la unidad, solidaridad y  sobre todo empatía entre ellos.

Tras la emancipación, hubo casi un siglo de servidumbre, que también fue superado mediante esfuerzos colectivos dentro de las comunidades.

Sin duda, esto fue posible dentro de un modelo económico global diferente al actual Nuevo Orden Mundial de economías globalizadas, donde el supra citado desplazamiento histórico representa un obstáculo mucho mayor para el progreso y el desarrollo que nunca antes.

Sin embargo, han surgido durante los últimos años  acusaciones de usurpación de la Zona Maritima Terrestre (ZMT) y del  Patrimonio Natural del Estado (PNE) contra los afro-descendientes en la costa caribeña, lo que inevitablemente trae a memoria  uno de los capítulos más vergonzosos de la historia costarricense: El haber sometido  a los «negros» a una vida de esclavitud y servidumbre durante la era de la trata de esclavos.

Es relevante destacar que nuestra presencia en las zonas costeras del Caribe no fue una elección de nuestros antepasados, sino una imposición de las autoridades gobernantes de la época.

Desde esa perspectiva, considero que tales acusaciones son absurdas y carentes de sentido, elaboradas para encubrir la perpetuación del abuso por parte de los líderes gubernamentales. Es evidente que en la actualidad, buscan condenar una vez más a las generaciones presentes y futuras de los descendientes de africanos desplazados de su tierra natal hace más de 400 años, a la pobreza y la ruina, repitiendo así la injusticia cometida con sus antepasados.

¡Esto es injusto!

En medio de la escena surrealista, ¿dónde quedó la razón? Segunda parte

Segunda parte

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

No tenemos fundamento alguno para pensar que en nuestro (¿de verdad es nuestro?) mundo se haya instalado el reino de la razón, y mucho menos en estos inicios de la tercera década del siglo XXI, con independencia de que, a lo mejor el tan mencionado reino al parecer definitivo, sobre todo a conveniencia de determinados actores sociales interesados, no pasó de ser una entelequia o un mito más de esos que son tan propios del despliegue de la existencia de nuestra especie, el que en este caso ha venido siendo proclamado desde los tiempos de la filosofía de la Ilustración francesa y alemana del siglo XVIII, cuando el filósofo de Königsberg, Inmanuel Kant (1724-1804), proclamó la llegada a la madurez del ser humano y su emancipación, la que hoy aparece sumida en una profunda crisis (Gilberto Lopes, dixit) al no poder responder a los grandes desafíos de nuestro tiempo.

El sonido de las armas, las operaciones efectivas de combate, la destrucción y la muerte violenta, además de la sistemática y dosificada mentira, con su indisimulada limpieza étnica contra una población rusófona en el Dombass ucraniano, las que dan lugar a la censura y las acusaciones recíprocas que, en ciertos momentos, originan una especie de oscurecimiento de la razón, de la capacidad misma de razonar como especie e incluso siquiera como individuos. De manera interesada, digna del lenguaje orwelliano, tal como sucedió con algunos personajes en aquella Animal Farm (George Orwell REBELIÓN EN LA GRANJA 1944), donde de repente los cerdos “revolucionarios” descubrieron y decidieron que había unos animales más iguales que otros, se mantiene ahora un calculado silencio sobre aquellos conflictos armados en los que los muertos no arrojan réditos importantes a los interesados, a lo mejor ni siquiera son dignos de ser considerados como seres humanos: Es por eso que los muertos de Ucrania son más iguales que los de Yemen o Somalia, no importa si para muchas gentes que se apresuran a emitir juicios de valor sin fundamento, y en medio de un océano de ignorancia, acerca de estos hechos de los que no tenemos certidumbre, que por lo general tampoco saben donde están ubicadas geográficamente esas naciones o esas gentes que perecen o hacen morir a otros bajo el fuego “enemigo” o “amigo”, como también en tanto un resultado de la mentira sistemática, la que viene a ser una especie de segunda muerte de las víctimas ante la imposibilidad de establecer la extensión real única (Georges Gurvitch,dixit), dicho de otra manera lo que de verdad ocurrió o está ocurriendo, algo que ya sabemos nunca podrá ser alcanzado ni siquiera cuando concluyan las operaciones efectivas de combate.

Se pretende que aceptemos una sola versión acerca de la naturaleza de un conflicto bélico fabricado por los medios occidentales y hecho a la medida de los intereses de Washington y la Casa Blanca, cuyos consejeros militares y algunos think thank, cercanos a esos centros de poder, apostaron hace tiempo a que la construcción sólida de un edificio de la seguridad europea los haría perder influencia en esa parte del mundo. A medida que vemos la guerra económica contra Rusia, esa que pagaremos todos nosotros, la escena se va tornando cada vez más surrealista, dado que la emocionalidad y la propaganda occidental han ocupado el lugar, al parecer preponderante, que debió haberle correspondido a la razón, a la paz, y a un sentido cabal de humanidad solidaria.

En esta escena surrealista del nuevo siglo, donde los componentes de ella, en especial los individuos y algunos colectivos, dan lugar una combinación de disparatadas acciones, y supuestos que carecen de todo fundamento racional, el que además ni siquiera les interesa o les resulta irrelevante, tal como en aquella obra cinematográfica de Buñuel y Dalí, intitulada “L´Âge d`or” exhibida en una pequeña sala, el estudio 28 de París, en sólo cinco funciones, durante noviembre y diciembre de 1930, además de prohibida en la Francia de las libertades(no me hagan reír) a lo largo de cincuenta años, después de haber sido atacada la exhibición y los espectadores a golpes de garrote, por parte de grupos de choque nacionalistas y ultraconservadores de la derecha católica francesa, proclive al fascismo y formados por esas gentes misóginas y antijudías que dicen defender la familia y la tradición, como parte de esa tendencia que se manifestó, en toda su crudeza, durante el régimen de Vichy, que fue colaboracionista y cómplice con los crímenes y la ocupación nazifascista de Francia, por parte de la Alemania nazi, durante la Segunda Guerra Mundial. No había entonces lugar para la razón, esa tendencia se ha mantenido y sigue creciendo, buena parte de la prensa francesa de entonces se unió al coro reaccionario, y a las demandas de censura o prohibición hacia las expresiones estéticas del naciente surrealismo, el que por muy diversas razones mantiene su vigencia.

Los autores del guión del intrincado y desafiante film “L`Age d`or”, cuando el cine sonoro empezaba a desplazar al mudo, son descritos por René Micha en los siguientes términos: “Il se trouve de surcroît que le filme est l`oeuvre de deux hommes qui ne se rencontrent que par miracle. Le seul réel qu `il acceptent en commun c`est le réel absolu, la poésie. Mais Dali ne songe qu`a «systématiser la confusion » et à contribuer au discrédit total du monde de la réalité», tandis que Buñuel fait profession de réalisme…;il ajoutera toutefois que le surréalisme lui a fait voir autrement la réalité…·( HOMMAGE À ANDRÉ BRETON La nouvelle Revue Française Nº 72 1er avril 1967).

Esa expresión estética y apasionada que busca percibir la realidad a través del amor y la poesía, más allá de la hipócrita institucionalidad burguesa, eclesial y militar se torna escandalosa y demasiado rebelde, incluso entre quienes la enfrentan desde el campo marxista de la llamada lucha de clases, en el que algunos de sus representantes se ha apresurado a condenar a uno de los bandos en esta nueva guerra, fabricada para el beneficio de los especuladores financieros y los fabricantes de armas, esos que ya están obteniendo cuantiosas ganancias, en medio de las cada vez más difusas fronteras entre lo real y lo irreal.