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Etiqueta: Festival Internacional de Poesía de Medellín

Defender lo obvio

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Esa mañana de julio llegamos a ese centro educativo infantil en las inmediaciones del centro de Medellín. Podrían estar fácilmente 300 niños y niñas, con sus ojos y y corazones dispuestos para escuchar, sentir, asombrarse.

Los asombrados, estoy seguro de eso, fuimos nosotros: Felipe, Ana Sofía, Tor y yo. Tres colombianos y este centroamericano al que la poesía lo ha convertido en un ciudadano privilegiado del mundo.

Privilegio sí, porque me ha permitido conocer países, culturas, afectos, otros afectos que son distintos a los afectos de la academia, de la cual también soy absolutamente consciente de lo que me ha entregado en mis más de 30 años de ejercicio en la región centroamericana.

Privilegio y sentido. Esa mañana fuimos juglares tras la flauta mágica de Felipe, que se encargó de “hipnotizar” la euforia infantil y disponerla para el gozo de la palabra. Me recordó tanto a mi querido director del Conservatorio Castella, Don Arnoldo Herrera González, quien tenía el maravilloso don de poner a cantar a todo un teatro repleto de niños, niñas y jóvenes a dos voces; “en el lejano bosque”, cantaba la primera voz; “ya canta el cucú”, contestaba la segunda.

Y empezaba la magia.

Luego vendría Ana Sofía Buriticá, poeta y gestora cultural colombiana, con su taller “La vida secreta de las palabras: un acercamiento al Collage Poesía” en el que hizo emerger el hierro liberado, el fuego del color, la intensidad de la creación.

Pensábamos que íbamos a entregar poesía, pero los niños y niñas nos la dieron a viva voz. Leyeron y se maravillaron con sus textos. Nosotros también.

Esa mañana en el Instituto Educativo Jesús María Bravo se confirmó el compromiso del Festival Internacional de Poesía de Medellín con la niñez colombiana. Este Centro Educativo forma parte del brazo formativo del Festival denominado Proyecto Gulliver, cuyo objetivo es impulsar “procesos pedagógicos dirigidos a niños, niñas y adolescentes, víctimas de los conflictos, para contribuir en mejorar el nivel de desarrollo cognitivo para el uso creativo del lenguaje, en beneficio de las habilidades para la vida, de la cualificación en las competencias ciudadanas y artísticas, y en el ejercicio pleno de sus derechos. Los beneficiarios están en situación de riesgo y vulnerabilidad social, están escolarizados en las instituciones educativas oficiales de la ciudad de Medellín, y en albergues o lugares de acogida” (tomado de https://www.festivaldepoesiademedellin.org/es/Escuela/Proyecto_Gulliver/Presentacion/).

En las últimas semanas hemos sido alertados por los intentos de recorte financiero hacia el Festival, provenientes de autoridades políticas locales. Al decir esto, no puede uno dejar de recordar esa mañana, el potencial liberador de la poesía y el aporte a la construcción de mejores experiencias ciudadanas.

Salir a defender lo obvio, decía el maestro Bertolt Brecht, es un imperativo en estos tiempos. Yo activo mi razón política para esa defensa. Porque en el arte, la política también convierte toda lucha en algo personal.

Una odiosa narrativa

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Dimensionar lo que implica para una población estar sumergida en una guerra que busca su exterminio, no solo es necesario, sino ético y moral.

Por eso cualquier discurso que busque descalificar ese hecho significa que es antiético, pero ante todo inmoral.

El querido amigo guatemalteco gestor cultural, director del hermoso Festival de Poesía de Quetzaltenango en Guatemala, ha contado varias veces lo que significó para él estar en el Festival Internacional de Poesía de Medellín y salir ante una multitud a hacer su presentación solicitando disculpas por Guatemala, porque ese mismo día había sido asesinado en aquel país el cantautor argentino Facundo Cabral.

Lo he recordado estos días. Mucho. He iniciado mis lecturas en este hermoso festival en Medellín, sintiendo rabia y disculpándome por el presidente de mi país, del cual he dicho que no me representa ni me siento reflejado en sus acciones.

Cuando una investidura es usada para burlarse de la forma vulgar y altanera mediante la cual este sujeto llamado presidente lo hizo del pueblo palestino y sus niños, no puede uno más que llenarse de rabia y de indignación.

En la apertura de este hermoso y entrañable festival al que fui invitado, el poeta palestino Murad Sudani, presidente de la Unión de Poetas Palestinos se refirió al horror y la muerte de más de 660 días contra su pueblo, pero particularmente contra sus niños.

Esto es sin lugar a dudas algo que este personaje presidencial nunca logrará dimensionar porque su odiosa narrativa y corta percepción y empatía por los otros, no se lo permite.

Mientras pueda señalarlo en este lugar donde estoy, la indignación me llevará a sentir rabia y pedir perdón y denunciar estas odiosas palabras de parte de un presidente que, vuelvo a señalarlo, no me representa.

Arte y ciencia social: herramientas para la vida y la transformación

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Los primeros resultados de una rápida búsqueda en cualquier explorador de internet a la palabra Manrique, Colombia, devuelven cierta narrativa sobre violencia y peligrosidad. Se trata de un gran conglomerado poblacional, la comuna número 3, ubicada al noroeste de Medellín, capital de Antioquia, con una historia ciertamente compleja, pero no la única que atraviesa sus espacios sociales.

Hace algunos años como parte de un proyecto sobre trata de personas y derechos humanos que nos juntaba a personas investigadoras de Colombia, España y Costa Rica, fuimos a dar a Manrique, donde conocimos a un cura revolucionario, organizador incansable de acciones encaminadas a arrebatarle al niño, niña y joven de esta comuna, al riesgo social.

Una tarde, conversando en su comuna, me confesó que una de las estrategias para trabajar con estas poblaciones era alentar su cercanía con el arte como vehículo de transformación. Que tenía que ser contextualizada esa relación. Y cómo no advertir que justamente en Manrique se teje una de las conexiones populares de largo aliento con el tango como expresión cultural.

Durante esos días en la comuna, pude observar el trabajo de academias enteras de niños y niñas practicando tango por las calles. A todas horas y en todos los espacios, este territorio con una rica historia gardeliana, permite a sus niños y niñas expresar y recrear sentido de la vida.

Recordé justamente una de las formas mediante las cuales Medellín encontró para contender la violencia a nivel político, pero sobre todo sociocultural: disputar los espacios públicos a los actores involucrados y crear uno de los festivales de poesía más emblemáticos a nivel mundial, como es el Festival Internacional de Poesía de Medellín, que este año cumple 31 años ininterrumpidos de llevar la palabra a las comunas y zonas más complejas de esta capital antioqueña.

Como un brazo artístico y amoroso, este festival desarrolla el Proyecto Gulliver, consistente en impulsar la creación poética y literaria en los niños y niñas de las distintas comunidades en riesgo. En ambos casos, la poesía y el tango, no resultan solamente expresiones estéticas y de representación de la vida, sino herramientas comprometidas para la transformación social.

Hará quizá hace dos años fui invitado a participar en un encuentro literario en el municipio de Quezaltepeque, en El Salvador. También las narrativas sobre las violencias en ese país son recurrentes y provienen casi siempre de interlocutores con poca capacidad analítica para sopesar las razones históricas y estructurales de los procesos de exclusión social y desigualdad en aquel país.

En el marco de esa actividad fuimos invitados a leer a una escuela de un sector rural del municipio. Al llegar, nos recibieron cerca de 300 niños y niñas que prepararon un escenario con nuestras fotografías, buscaron nuestros trabajos poéticos en internet para leerlos en la actividad y hurgaron en nuestras biografías para conocernos mejor.

Esa mañana comprendí el profundo vínculo entre el arte como vehículo social y las formas diversas para reconocer la realidad para transformarla, como es el caso de las diversas disciplinas que conforman el vasto campo de las Ciencias Sociales.

En una nota sobre la proclamación del Día Mundial del Arte, que se celebra todos los 15 de abril, la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia, el Arte y la Cultura (UNESCO) indicaba: “El arte nutre la creatividad, la innovación y la diversidad cultural de todos los pueblos del mundo, y desempeña un rol importante en el intercambio de conocimientos y en el fomento del interés y el dialogo. Estas son cualidades que el arte siempre ha tenido y tendrá, si continuamos apoyando entornos donde se promuevan y protejan los artistas y la libertad artística. De esta manera, al fomentar el desarrollo del arte también se fomentan los medios a través de los cuales poder lograr un mundo libre y pacífico” (es.unesco.org).

Ciertamente experimentamos un entorno plagado de incertidumbre, de hegemonías duras en lo económico y excluyentes en lo social. A estas durezas solo se les resiste desde otras posibilidades expresivas, que contienen en sus cimientos una política de los cambios y las transformaciones.

Vincular el arte como herramienta y la ciencia social como expresión ontológica y epistemológica de vida y de transformación, debe ser un objetivo común para quienes aspiramos a un mundo un poco mejor al que ya existe. En ese camino andamos.

Arabella Salaverry en el 30 Festival Internacional de Poesía de Medellín

El pasado 29 de agosto la poeta Arabella Salaverry fue invitada para participar del Festival Internacional de Poesía de Medellín 2020.

Para más información, puede acceder en las siguientes redes sociales del Festival. También adjuntamos el comunicado de prensa del evento.

Facebook: @festivalpoesiamed

Youtube: www.youtube.com/revistaprometeo

Twitter: @poesiamedellin

Instagram: @festivalpoesiamedellin