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Etiqueta: filósofo

Pitágoras y la vida después de la muerte

Pitágoras (570 a. C. – 490 a. C.) fue un filósofo y matemático griego que contribuyó al avance de la geometría y la aritmética.

Como principio de sus creencias, pocos saben que Pitágoras defendía la inmortalidad del alma

Juan Jaramillo Antillón

Casi hiciste flaquear mi fe, al sostener las ideas de Pitágoras.

(William Shakespeare, El mercader de Venecia)

Todos conocemos a Pitágoras (2.500 años de antigüedad), desde nuestros tiempos de colegio, cuando teníamos que estudiar el teorema de Pitágoras o teorema de la hipotenusa, que establece que el cuadrado de la hipotenusa de un triángulo rectángulo es igual a la suma de los cuadrados de los otros dos lados.

Como principio de sus creencias, como veremos, por otro lado, pocos saben que él defendía la inmortalidad del alma, algo que sostienen las religiones. Ahora algunos médicos vienen especulando sobre las experiencias que han tenido algunos de sus pacientes con paros cardíacos y muerte cerebral, cuando se recuperan y cuentan cosas fantásticas vistas en ese periodo, por lo que esos médicos creen que existe un alma o una conciencia superior y que las personas no mueren (¿totalmente?) al final de sus vidas. Algo afirmado también por los pitagóricos.

Pitágoras (570 a. C. – 490 a. C.) fue un filósofo y matemático griego que contribuyó al avance de la geometría y la aritmética, nacido en la isla de Samos (griega en esos tiempos). Además, tenía amplios conocimientos en música y decía que existía armonía musical y armonía de los números (armonía de las esferas), también opinaba sobre medicina, cosmología, política y religión. Entre sus maestros se citan a Anaximandro, alumno del primer filósofo conocido, llamado Tales de Mileto.

El padre de Pitágoras era un mercader rico que lo llevaba a todos sus viajes, y él mismo posteriormente seguiría viajando regularmente por su cuenta. En todo caso, se dice que conoció Siria, Egipto y Babilonia antiguas, asimilando los conocimientos en diversos campos. Recordemos que los sacerdotes egipcios, que manejaban ese país, tenían una religión politeísta y la creencia en la vida después de la muerte. De ahí sus prácticas funerarias para asegurar la supervivencia de los cuerpos y las almas tras la muerte, al principio solo sus faraones y la nobleza, luego de todos. Por ello la construcción de sus tumbas, con ofrendas, objetos funerarios para preservar los cuerpos y los espíritus de los muertos.

Estos ritos y creencias deben haber impresionado mucho a Pitágoras, para fundar luego él mismo una religión llena de misterios órficos, junto con sus alumnos como sacerdotes, cuando se fue a vivir a Crotona, al sur de Italia, donde incluso se casó y tuvo un hijo y una hija.

En la ciudad de Crotona, fundó una escuela filosófica religiosa y una confraternidad hermética regida por costumbres esotéricas, donde sus alumnos lo admiraban casi como un ser sobrenatural. Era una sociedad religiosa donde el secreto imperaba. Sobre él se tejieron toda clase de leyendas relativas a que poseía poderes sobrenaturales, y cuando hablaba a sus alumnos, los impresionaba señalando que él recordaba todas las vidas anteriores que había tenido. No dejó al parecer ningún escrito y como su palabra era infalible no admitía discusión alguna sobre sus enseñanzas u ordenanzas. Se conoce en parte porque Platón lo admiraba y aceptó muchas de sus ideas.

Por ejemplo, pensaba al igual que Pitágoras que todos los fenómenos producidos en la naturaleza pueden expresarse en términos de ecuaciones matemáticas. Y que algo superior forma parte de nosotros mismos y que no tiene materia, es atemporal e imperecedero, llamado “alma”.

Aristóteles, que tenía una gran biblioteca y compraba pergaminos antiguos, al parecer había obtenido varios de los pitagóricos. Lo había estudiado y hacía referencia a Pitágoras, a pesar de que estaba en desacuerdo con muchos de los puntos de vista de los pitagóricos. Decía que la doctrina básica de ese grupo era que las cosas son números, la primera propiedad de un número es la de ser impar o par, suponiendo que el número impar determina el límite o el carácter finito de una cosa, y el par es responsable del carácter ilimitado o infinito de una cosa. Posiblemente se originó debido al descubrimiento que hizo Pitágoras de las subdivisiones integrales o racionales de una cuerda produciendo intervalos musicales. De acuerdo con Aristóteles “las cosas” (números) eran en primer lugar objetos sensibles, materiales. Pitágoras introdujo la idea del cuadrado y del cubo.

Los pitagóricos consideraban que la filosofía era el camino para la purificación espiritual y opinaban que la realidad, en su percepción más profunda, es de tipo matemático, en la naturaleza “las cosas son números”.

En el campo de la astronomía, Pitágoras había señalado que la Tierra estaba en el centro del universo y que el fuego era el elemento más importante como principio vivificador del universo. Él al universo lo llamó “cosmos” y tuvo la genial idea de expresar en términos matemáticos el conjunto de todo el universo.

Los pitagóricos decían que la tierra era esférica, posiblemente basados en las sombras circulares de la Luna durante los eclipses lunares, y que tardaba 24 horas en girar alrededor de un centro fijo. Se le atribuye la invención del término “filosofía”, ya que intentó conciliar las matemáticas con la filosofía.

Los pitagóricos extendieron sus influencias al campo médico. Por ejemplo, se acepta actualmente que el “juramento hipocrático”, que hacen los médicos, no es de Hipócrates, sino probablemente de un grupo religioso pitagórico; sus costumbres y sus prácticas y de hecho algunas partes de los “versos de oro” y de otros poemas, atribuidos a Pitágoras o a sus alumnos, se asemejan a diversos puntos de este juramento. Pitágoras era vegetariano y obligaba a sus alumnos a no comer carne de animales sacrificados, a no matar a ninguno y menos a una persona.

Su grupo en la ciudad de Crotona luego extendió su campo al político, llegando a gobernar la ciudad. Sin embargo, al tiempo y debido a la rigidez impuesta en las costumbres, el pueblo se cansó de ser gobernado por la sociedad pitagórica, amén de que algunos políticos importantes, entre ellos Cilón, un noble de Crotona, estimularon a la población a una rebelión, y entonces el grupo pitagórico y hasta el mismo Pitágoras fueron atacados y expulsados, teniendo Pitágoras y sus adeptos que huir a diferentes ciudades de Italia y Grecia.

Por falta de documentos para poder determinar con exactitud el pensamiento de Pitágoras, no hay un acuerdo en cuanto a lo que él predicaba en relación con el destino del alma de cada persona, después de la muerte. Lo más aceptado es que él señalaba que “el alma” era inmortal. Otros afirman que su pensamiento era cercano a la metempsicosis (en griego significa “traspaso del alma” o más bien del espíritu, ya que es este el que pasa a los cuerpos), o a la reencarnación, según la cual las almas al morir un ser humano reencarnan en otro ser o trasmigran en otros animales.

Platón gran admirador de Pitágoras, creía en la reencarnación y en la metempsicosis y lo expone en su teoría de la reminiscencia. La metempsicosis está basada en la idea existente en la antigua Grecia de que el ser humano está formado por un cuerpo, un espíritu y un alma y que se trasmiten ciertos elementos psíquicos del cuerpo de un recién muerto al encarnar en un feto. Para Pitágoras, el alma puede alcanzar la unión con la divinidad.

Se dice que, a pesar de sus creencias, fue el primer pensador griego en proporcionar una explicación no mística o religiosa de las cosas. Tenía la idea de un principio físico o natural como sostén o composición de todas las cosas de la vida, y señalaba algo muy importante sobre ayudar a personas necesitadas: “Ayuda a tus semejantes a levantar una carga, pero no te consideres obligado a llevarla”.

Bibliografía

Magee, Bryan (1999). Historia de la Filosofía. Barcelona: Art Blume, S. L.
Fernández de la Fuente, David (2020). Vida de Pitágoras. Argonaúticas órficas. Himnos Órficos. Madrid: Ediciones Atalanta.
Laercio, Diógenes (2020). Vida de los filósofos más ilustres. Barcelona: Ediciones Omega, S. A.
Porfirio (1980). Vida de Pitágoras. Madrid: Editorial Gredos.
Schrodinger, Erwin (1996). Nature and the Greeks. Cambridge: Cambridge University Press.

Fuente: https://www.meer.com/es/82307-pitagoras-y-la-vida-despues-de-la-muerte

John Dewey: el primer pedagogo moderno

Jonh Dewey, considerado el más grande educador de los Estados Unidos.

Vida, obra y legado del filósofo estadounidense más importante de la primera mitad del siglo XX

Juan Jaramillo Antillón

Nació en Burlington, Vermont, Estados Unidos, en 1859 y falleció a los 92 años en Nueva York en 1952. Provenía de una familia de comerciantes, desde niño se dedicó solo a los estudios. Se graduó en educación en la Universidad de Vermont y continuó su formación en filosofía en la Universidad John Hopkins. Se considera que fue, aparte de un gran pedagogo, un eminente filósofo y psicólogo, sin dejar atrás sus aportes a la democracia.

Es considerado el más grande educador de los Estados Unidos, e incluso el filósofo más importante de esa nación en la primera mitad del siglo XX. Lo interesante es que no se destacó de joven en los estudios y dos veces se le negó una beca para estudiar filosofía; sin embargo, llegó a ser, aparte de un gran psicólogo y filósofo norteamericano, el primer pedagogo moderno. Lo cual, como todo en la vida, lo logró a base de esfuerzo, estudio y perseverancia.

Escribió varios tratados sobre educación, democracia, filosofía, ética, etc. Se adhirió profesionalmente a una corriente filosófica del “pragmatismo”, que busca las consecuencias prácticas del pensamiento en su eficacia y valor, como una tesis de su trabajo en la vida. Pero, antes que él, Charles Peirce, famoso filósofo de la Universidad de Harvard e introductor del pragmatismo, decía que el hombre es una parte interesada que se vale del conocimiento como un instrumento, probablemente el más importante de todos para sobrevivir. Dewey opinaba que Peirce, ese gran filosofo, había presentado el pragmatismo como una teoría del significado y posteriormente William James lo hace como una teoría de la verdad, sosteniendo que una afirmación o una teoría son ciertas cuando responden de forma adecuada a lo que se espera de ellas, al mismo tiempo que se adecuan a los hechos conocidos. Dewey se encaminó por esta segunda.

John Dewey es considerado además el “filósofo de la educación”, con lo señalado se entiende eso. Para él, la filosofía es una reflexión cuyo contenido verdadero y último tiene que ver con educar a las personas. Aparte de filósofo, tenía gran fe en la ciencia. Creía que los grandes avances en la adquisición del saber sucedieron especialmente en este campo. La ciencia es más fiable que otras disciplinas y sin duda la más práctica, ya que gracias a ella se vive en una sociedad mucho más avanzada. Él la consideraba muy importante porque la ciencia es una modalidad del conocimiento enormemente crítica y metódica, basada en un esquema lógico, de manera que puede aplicarse sin problemas a cualquier otro campo del saber.

Dewey fue uno de los primeros en apoyar el método científico. Decía que el primer paso en una investigación consiste en formular un problema, presentándolo lo más claro posible, luego en buscar una solución, y si se encuentra tratar de probarla desde un punto de vista experimental. Si los resultados la refutan, volver atrás a buscar otra, pero si la experimentación la corrobora, el problema se habrá resuelto.

Publicó dos libros sobre eso: Lógica, teoría de la investigación y Reconstrucción en filosofía, que fueron muy populares. Por lo anterior, se considera fundamental su participación en el campo educativo en Estados Unidos para modificar los antiguos métodos de enseñanza. Y lo principal fue que él defendió un sistema educativo basado en la resolución de problemas prácticos, esto es, una enseñanza práctica, ya que esta fomenta el desarrollo imaginativo del alumno tanto en el plano teórico tradicional como en el práctico. Es bien sabido que, en el campo de la medicina, la educación está basada sobre todo en la enseñanza práctica, algo fundamental en cirugía y enfermería.

Dewey por supuesto aceptaba lo anterior, pero decía que el aprender-haciendo también era indispensable para lograr destreza y experiencia en otras áreas, como la educación y en cualquier profesión. Señalaba que en su tiempo, en muchos lugares, la educación se concebía como la imposición, mediante una severa disciplina, de una serie de conocimientos teóricos al alumno. Nota del Autor: En la actualidad más de un educador piensan igual.

Pero John Dewey vio que el tiempo le ha dado la razón y en muchos colegios y escuelas universitarias de gran categoría se propuso lo que él señalaba que era: encauzar la predisposición y capacidades naturales de cada alumno con el objeto de desarrollarlas al máximo y alcanzar resultados extraordinarios. Por eso se le ha catalogado como el primer gran pedagogo moderno.

En el libro Escuela y Sociedad señala como fundamental para la enseñanza, por ejemplo, el papel del profesor como guía y compañero, y no imponiéndose sino convenciendo; que el sistema escolar gire alrededor del estudiante y no al revés, y, además, la convicción de que todo proceso educativo debe basarse en los propios intereses del estudiante.

Se señala en sus libros que el aprendizaje tradicional se basa en la imposición de una serie de contenidos al alumno, el cual tiene un papel puramente pasivo, como mero receptor, cuando en realidad debería ser el verdadero artesano de su conocimiento. Para Dewey, la educación del carácter de los niños se basa en la adquisición de “hábitos”. El fin de la educación es mejorar la sociedad, por lo tanto, adquirir buenos hábitos es mejorar la sociedad. La educación es una construcción social, por lo que el currículum debe reflejar una parte de la comunidad y de la sociedad donde se educa al niño.

Dewey señaló que el individuo es un producto de la sociedad en la misma medida que la sociedad es un producto del individuo. Con eso él dejaba ver la enorme importancia que tiene lo aprendido, o sea, la herencia social sobre los niños y jóvenes, aparte de la herencia biológica. Ellos están expuestos a costumbres, convencionalismos, lenguajes, ideas y tradiciones existentes; listos para abalanzarse sobre el niño recién nacido, a fin de moldearlo de acuerdo con la imagen del pueblo y sus costumbres, en el medio del cual vive. De ahí la importancia de una buena educación para corregir las fallas que haya tenido en el proceso educativo en el hogar y su contexto.

John Dewey sostenía que la democracia, más que una organización política, es una forma de vida. En el orden político esta es sólo un medio para que mediante el sufragio universal se escoja a los gobernantes, pero también conlleva gran responsabilidad ante los electores por tratar de resolver en la mejor forma los problemas existentes en un país. Por otro lado, es democrática una sociedad que no sólo tiene elecciones políticas, sino que permite a todos, dentro de lo posible, participar en iguales condiciones en lo que la sociedad tiene de bueno, por ejemplo, dar servicios de educación y de salud para todos.

Para él, el fundamento de la democracia es la fe en la capacidad de los seres humanos que conforman una sociedad democrática para colaborar en resolver los problemas que se presentan y mostrar solidaridad, ofreciendo la contribución de que es capaz para mejorar.

El pensamiento es fundamentalmente una herramienta que permite actuar sobre la realidad que rodea a una persona, a la vez que se nutre de ella. Por eso, el conocimiento es el resultado de las experiencias con el mundo.

Bibliografía

Dewey, John. (1952). Democracy and education: An introduction to the philosophy of education. New York, Editorial Macmillan.
Durant, Will. (1986). “John Dewey”. Historia de la filosofía (pp. 575-586). México, D. F., Editorial Diana.
Magge, Bryan. (1999). “John Dewey”. Historia de la filosofía (pp. 190-191). Barcelona, Editorial Blume.
Salvater, Fernando. (2008). John Dewey, el pensador de la educación. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, S. A.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Fuente: https://www.meer.com/es/79888-john-dewey-el-primer-pedagogo-moderno

Bertrand Russell. Matemático, filósofo, visionario, escritor y Premio Nobel de Literatura

El filósofo británico Bertrand Russell.

Juan Jaramillo Antillón

Nació en Gales, Inglaterra, en 1872 y falleció en 1970 en Gales. Provenía de una familia de la nobleza británica, su abuelo Lord John Russell había sido un primer ministro liberal de Gran Bretaña. Su padre era el vizconde de Amberley, un aristócrata británico que era un libre pensador. Él tenía el título de conde y no lo usó, lo mismo el de Lord. Quedó huérfano a la edad de 4 años y quienes lo educaron fueron sus abuelos.

Se casó cuatro veces y tuvo tres hijos, no creía en la fidelidad del matrimonio. En el campo religioso, de niño y joven su abuela paterna tuvo una gran influencia en él y lo instruyó sobre la Biblia. Años después, ya hacia afirmación publica de no ser religioso y señalaba: «La religión se basa primeramente en el miedo. Es en parte el terror hacia lo desconocido y el anhelo de sentir que se tiene un hermano mayor que siempre lo protege a uno y está ahí si lo necesitas». Russell considera que hay argumentos lógicos para afirmar la no existencia de Dios. Años después se calificó como un agnóstico, porque no creía que existiera un argumento concluyente con el cual uno demuestre que no existe un Dios.

Fue un pacifista declarado contra la guerra; se opuso públicamente a la Primera Guerra Mundial por lo que fue destituido de su puesto de profesor en la Universidad de Cambridge y hasta sufrió prisión por esa causa. De hecho, lo calificaron como traidor al país que lo había visto nacer y alimentaba.

Aceptó la necesidad de una Segunda Guerra Mundial debido al peligro de Hitler y sus ideas. Criticó a los Estados Unidos por la guerra con Vietnam. Era un detractor de la propiedad privada ya que decía que el origen de ésta estaba en la violencia, el robo por el capitalismo y cómo el Estado protegía a la propiedad privada.

Consideraba al Estado otro mal y creyó durante un tiempo que la cura era él comunismo. Afirmaba que: «La libertad es el bien supremo, pues sin ella la personalidad es imposible. Solo por la discusión libre podemos abrirnos camino a través de errores y perjuicios, hacia la perspectiva total que es la verdad». Sin embargo, luego de haber ponderado el socialismo marxista de la Unión Soviética, establecido por Lenin, cuando visitó Rusia se desilusionó del comunismo personalmente al ver el totalitarismo de Stalin y darse cuenta de que jamás ahí se podría tener una democracia. Pensaba que la misión de los intelectuales era la difusión de una cultura que habituara a los hombres a la revisión de sus propias ideas y a la mutua colaboración.

Después de su viaje a Rusia y luego a la India, pasó en 1921 a vivir y a enseñar un año a China y de ahí que yo lo califique de «visionario» pues él se dio cuenta de que la lentitud y calma del pueblo chino para realizar sus labores sí tenía mucho valor, y ponderaba el respeto y obediencia a los mayores y el colaborar con sus gobernantes. Todo eso, decía, se debía a que China poseía una cultura muy antigua y quizás más profunda que en Occidente. Y señaló lo siguiente:

Me he convencido de que la raza blanca no es tan importante como pensaba que era. Si Europa y América se matan en una guerra, ello no significaría la destrucción de la especie humana y ni siquiera el fin de la civilización. Quedará todavía considerable número de chinos, y en muchos aspectos China es el mayor país que yo he visto. No es sólo el mayor numérica y culturalmente, sino el mayor intelectualmente. No conozco otra civilización donde haya tal apertura de mente, de tal realismo, tal disponibilidad a enfrentarse a los hechos cual son, en vez de tratar de distorsionarlos según su patrón particular.

Todo lo relatado antes sucedió antes de la guerra civil en 1927 entre los nacionalistas chinos de Chiang Kai-Shek y los comunistas de Mao Zedong. O sea, antes de que los comunistas llegaran al poder en 1948.

Ahora entiende uno por qué al morir Mao, su sucesor Deng Xi Ping no solo realizó cambios al comunismo con una apertura al capitalismo con empresas privadas y a los mercados mundiales, sino que restauró las enseñanzas del maestro Confucio, quien había enseñado sobre el respeto a la familia, la obediencia patriarcal y el respeto y colaboración del pueblo para el gobernador o gobierno de turno. Por eso su gran laboriosidad, su dedicación y la falta de huelgas tan frecuentes en Occidente; de ahí que su industria y comercio floreció tan rápido, como ninguna nación lo ha hecho, ni siquiera los Estados Unidos.

Fue un declarado defensor del desarme nuclear. Terminó siendo una especie de socialista-liberal, aunque se reía cuando se lo decían. Autor de numerosas obras filosóficas y sobre matemáticas. Fue coautor de una gran obra: Principia Mathematica junto a G. Moore, A. Whitehead y L. Wittgenstein. Sus trabajos tuvieron una influencia importante en matemáticas, lógica, teoría de conjuntos, ciencia del conocimiento y hasta en inteligencia artificial. Ahí llegaba a la conclusión de que la aritmética y posiblemente las matemáticas en su totalidad derivan de los principios fundamentales de la lógica. Él decía:

Las matemáticas si se les contempla debidamente poseen no solo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como la de la escultura… es sublimemente pura y capaz de una perfección adusta, como solo el mayor arte puede mostrar.

Se señala que este libro constituye la mayor contribución al desarrollo de la lógica, después de las enseñanzas de Aristóteles en este campo.

Era ahijado del famoso escritor John Stuart Mill quien decía: «Por encima de uno mismo, por encima de su propio cuerpo y de su mente, reina el individuo», y sus escritos influyeron mucho en su manera de pensar.

Apoyó la idea de una filosofía científica y propuso aplicar el análisis lógico a problemas como el de mente-cuerpo o a la existencia del mundo físico: «La meta de la filosofía debería ser igualar la perfección de las matemáticas, confinándose a afirmaciones similarmente exactas y similarmente verdaderas antes de toda experiencia. Las proposiciones filosóficas han de ser a priori».

En 1950 le dieron el Premio Nobel de Literatura por sus innumerables escritos donde defendía los ideales humanitarios y la libertad de pensamiento y de acción.

Notas

Durant, W. (1978). Bertrand Russell. The Story of Philosophy. Nueva York: Ed. Simon and Schuster.
Grattan-Guiness. (2000). The Search for mathematical Root. Reino Unido: Princenton University Press.
Magee, B. (1995). Bertrand Russell. Historia de la Filosofía. Barcelona: Ed. Blume. Russell, B. (2017). Viaje a la revolución práctica y teoría del Bolchevismo. Barcelona: Editorial Ariel. Wikipedia. (2023). Bertrand Russell. Internet. Vía Google.

Publicado en https://www.meer.com/es/76954-bertrand-russell y compartido con SURCOS por el autor.

Murió Enrique Dussel, filósofo de la liberación

Álvaro Fernández-González

Muy triste. Su luz brilla en nuestros espíritus.

Dussel pasó por Costa Rica la primera vez en 1973, el año del golpe contra Allende (mismo en que a él le pusieron una bomba en su casa en Mendoza).

Yo tenía 18 años y hacía mi primer año de universidad: imaginen el impacto de conocer a Dussel con todo su brío y profundidad cuando en Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica discutíamos si había una filosofía latinoamericana (el famoso debate iniciado en 1969 entre Augusto Salazar Bondy y Leopoldo Zea).

La mejor respuesta al debate de entonces ha sido su obra gigante, que seguirá creciendo en el diálogo intercultural planetario que sustenta, abierta y apasionadamente colectivo como ese tercer volumen de la “Política de la liberación. Crítica creadora” publicado hace un año.

https://www.jornada.com.mx/noticia/2023/11/05/politica/muere-el-filosofo-enrique-dussel-6681

https://elpais.com/mexico/2023-11-06/muere-enrique-dussel-fundador-de-la-filosofia-de-la-liberacion-a-los-89-anos.html

Deseo compartirles (como recomienda Fred Herrera Bermúdez) este libro, esencial en el pensamiento de Enrique y creo yo para toda persona preocupada por la liberación en el Planeta. ¡Así se le ha reconocido!

Tiene una apasionante historia de las civilizaciones desde el punto de vista ético, señalado el camino hacia el futuro. Todavía nos queda un largo trecho y muchísimos desafíos, pero la clave para mí (como propone Dussel) es saber escuchar y dialogar desde el lugar de —y con— las y los excluidos.

https://drive.google.com/file/d/17KrcXdzxTDwQJMiQAfDMItcw5gNpSXvQ/view

https://vm.tiktok.com/ZMjWGq5ap/

Arthur Schopenhauer – Una concepción del mundo pesimista, pero que no deja de ser real

Retrato de Arthur Schopenhauer de 1815 alrededor de sus veintiocho años por Ludwig Sigismund Ruhl.

Juan Jaramillo Antillón

Resumir adecuadamente el pensamiento de un filósofo es tremendamente difícil de lograr. Depende de lo que uno ha encontrado y considerado importante de sus biógrafos. Por esa razón pueden existir omisiones o fallas, sobre todo, cuando se trata de uno tan complicado como Schopenhauer. Sin embargo, aunque la concepción que tiene del hombre y del mundo es muy pesimista, vale la pena leerlo, pues no deja en muchos aspectos de ser real.

Schopenhauer nació en 1788, en Dánzig —en ese entonces de Polonia, luego de Prusia (Alemania)—, en una rica familia de comerciantes. Su padre lo metió en negocios y lo hizo viajar por tal razón por Francia y Austria; lo sorprendió la suciedad, el desorden, el desempleo y la pobreza del pueblo, el abandono de los cultivos de los campos por sus moradores, producto del paso y destrucción de los ejércitos napoleónicos, al principio triunfadores, luego vencidos, así como de la coalición de ejércitos europeos que los derrotaron y consumieron todas las reservas alimenticias de los pueblos, nuevamente destruyendo todo a su paso. Ese ejemplo lo entristeció, por esa razón prefirió dedicarse al estudio de la naturaleza del ser humano. Primero estudió medicina, luego filología e historia y, finalmente, filosofía. Falleció en 1860.

Su madre era una escritora de éxito con la que no se llevaba bien. Ella tenía reuniones literarias con personas prestigiadas y lo invitaba, pero él no aceptaba pues era un misántropo que no se llevaba bien con la gente. Su padre temeroso que Dánzig pudiera ser anexado a Prusia y perdiera su capital, al parecer se suicidó. Hay, además, el dato que su abuela materna se había suicidado. Todo lo señalado anteriormente pudo influir mucho en el pesimismo que mostraba este filósofo durante su vida, agregado a que su madre al morir su esposo se dedicó al amor libre, por lo que él decidió no continuar viviendo con ella y se fue a vivir a una pensión con una habitación y dos cuartos por sus últimos 30 años, gracias a un dinero heredado.

No tenía familia, ni hijos ni amigos y vivía muy solo, todo ello lo condicionó a su pesimismo permanente, se hizo sombrío y suspicaz; eso sí, escribía con gran honestidad, yendo al grano en sus textos. Una vez que estudió al filósofo Emanuel Kant y sus postulados, se convenció de que la filosofía por fin había hecho avances importantes, ya que él dividía la realidad entre aquello que es susceptible de experimentarse y lo que pertenece inaccesible al conocimiento humano. Pero difería de Kant en varias cosas, por ejemplo, para Kant la base de la ética es la razón, para Schopenhauer la compasión, ya que él consideraba que, es la única y verdadera esencia de la ética y del amor entre los seres humanos. Además, para él solamente hay tres formas a priori, el espacio, el tiempo y la causalidad.

Sus estudios lo convirtieron en un crítico de la sociedad, para él, «la vida es un constante proceso de agonía», lo cual lo convertía en el máximo representante del pesimismo filosófico. Señalaba, además, que «la característica principal de todas las cosas, incluidos los seres humanos es la voluntad, la cual es ciega, irracional, absurda y una fuente de inmensos sufrimientos en el mundo».

Aunque fue alumno de Fichte en Berlín, terminó siendo enemigo de él y, sobre todo, de Hegel. Al parecer se debió a que, para él, la filosofía debe partir no de principios abstractos como pretendían ellos, sino de la experiencia en todo el amplio sentido del término. Por eso fundó un sistema filosófico sobre estudios científicos e históricos, con el fin de tener un conocimiento preciso del tema que trataba. La ciencia es la puerta de entrada a todo conocimiento, aun teniendo en cuenta que tan solo puede abordar los objetos del mudo empírico.

Su obra más importante es el libro El mundo como voluntad y como representación. Ahí trato de enseñar que el mundo es, por un lado, representación, ya que se trata de un mundo aparente o fenoménico constituido por representaciones intuitivas concretas y, por otro lado, en cambio, es voluntad, por cuanto se trata de un mundo real. Concebía la vida como una navegación entre el dolor y el tedio, entre el deseo y su cumplimiento efímero. La vida es una ilusión que acaba en desilusión, un engaño que acaba en desengaño, una admiración que acaba en decepción. La filosofía de él parte del pensamiento de que, «el ser es voluntad y quiere ser siempre voluntad». El aceptaba el señalamiento de Aristóteles, al que admiraba, respecto a que la voluntad es una determinación de vivir, una resolución de obtener lo máximo de la vida. Insistía en cuanto a la voluntad de reproducirse. Señaló que la reproducción es el propósito último de cada organismo, su instinto más fuerte, pues solo así puede la muerte ser conquistada. Y para asegurar eta conquista de la muerte, la voluntad de reproducirse se halla colocada casi por entero más allá del control del conocimiento o de la reflexión.

Cabe señalar que Schopenhauer se contradice en este punto, pues nunca se casó o tuvo hijos. Decía que el amor es un engaño practicado por la naturaleza, el matrimonio es el quebranto del amor y ha de ser decepcionante. Solo un filósofo podría ser feliz en el matrimonio, pero los filósofos no se casan.

Para Schopenhauer el conocimiento más elevado era «la moral»; consiste en un saber más elevado que el que proporciona el intelecto y la razón, y su principio está en la piedad, es decir, en el reconocimiento intuitivo de la unidad de todos los seres, donde la piedad debe poseer el poder de eliminar del ánimo del hombre la maldad, que es lo que hace enemigos a los hombres entre sí. Señalaba que cuando algo es verdad se deberá aceptar, pues esta tarde o temprano sale a la luz.

Para ser feliz hay que ser tan ignorante como la juventud. La alegría y la vivacidad de la juventud en parte se deben al hecho de que cuando subimos la colina de la vida, no es visible la muerte; está en la falda, al otro lado hacia el final de la vida. A la postre nos encontramos con la muerte. Apenas la experiencia empieza a coordinarse formando sabiduría, desmerecen el cerebro y el cuerpo. «Todo dura solo un momento, y se precipita y si la muerte tarda es porque está jugando con nosotros, como un gato juega con un ratón indefenso».

Sobre el dinero decía:

Se reprocha a la gente por desear el dinero sobre todas las cosas y por amarlo más que cualquier otra; pero es natural e incluso inevitable que la gente ame aquello que, como un Proteo incansable, está siempre dispuesto a convertirse en cualquier objeto que los caprichosos deseos o los múltiples anhelos le fijen.

No obstante, una vida dedicada a la adquisición de la riqueza es inútil, a menos que sepamos como convertirla en alegría, y esto es un arte que requiere cultura y sabiduría.

Si quieres que todo se te someta, sujétate tú a la razón. La mayor de todas las maravillas no es el conquistador del mundo, sino el dominador de sí mismo”.

Fue un filósofo que se declaró ateo debido a que, para él, la idea de un Dios con forma de persona no es más que una manifestación de antropomorfismo, debido a que toda nuestra concepción acerca de la naturaleza se establece a partir de un modelo humano.

Afirmaba que, si uno se fija en el reino animal y el de los seres humanos, en ambos se manifiesta la violencia como una necesidad desde la aparición de la vida en la Tierra. La mayoría de las criaturas en todo nivel sobreviven cazando y devorando a otros animales… Si nos vamos al mundo del hombre, la violencia y la injusticia forman parte del pan de cada día, al extremo de que la vida de toda persona se convierte en una tragedia sin sentido, cuyo final inevitable es la muerte.

Él estaba muy influenciado por la filosofía y las religiones orientales, especialmente el taoísmo y el budismo ya que en estos la realidad, la vida de la mayoría de los seres humanos transcurre esclavizada por los deseos de todo tipo como: dinero, comida, bebida, sexo, el saber, el poder, etc., tan pronto se satisface de uno, otro toma su protagonismo. Su filosofía sirvió como un puente entre la filosofía europea con la filosofía oriental. Los filósofos hindúes eran más profundos que los pensadores de Europa, porque su interpretación del mundo era interna e intuitiva; no externa e intelectual; el intelecto lo divide todo, la intuición lo une todo. Los hindúes vieron que el «yo» es una ilusión, que el individuo es meramente fenoménico y que la única realidad es el «uno infinito» que nos hace ver que todos somos miembros de un organismo, que todos somos pequeñas corrientes de un océano de voluntad.

De acuerdo con eso, el ser humano vive en un estado de insatisfacción permanente que, como decía Buda, el vivir se convierte en una inagotable fuente de sufrimientos. Cuando se le señalaba que eso no era así para todas las personas, el afirmaba que por lo menos sí lo era para una gran mayoría, pues la vida solo les depara injusticias, tristezas o temor; aún los ricos que tienen más ansían más y sufren por eso.

Sin embargo, esa manera de ver el mundo es muy pesimista y a la pregunta si hay alguna manera de escapar a esto, respondía. Sí, yo creo que, aquellos que hacen arte, así como quienes componen música, poseías, dramas, pintan y hacen esculturas escapan, gracias al esfuerzo de su creación, a la miseria de la vida. Como eso también valdría para los buenos religiosos, los místicos, los profetas, los filósofos, los científicos, los médicos y otros más que crean o hacen el bien. La respuesta de Schopenhauer señala que es cierto, el ser humano, en esos casos, se encuentra en una dimensión más allá del mundo empírico, donde no existen las nociones de espacio, tiempo, ni tan siquiera de nosotros mismos ni de nuestras limitaciones físicas.

Causa profunda tristeza lo misógino que era, decía que la veneración por las mujeres es producto del cristianismo y del sentimentalismo germánico, los asiáticos reconocen sin más la inferioridad de la mujer.

Cuando las leyes dieron a las mujeres iguales derechos que a los hombres, las deberían haber dotado por un igual de intelectos masculinos.

Cuanto menos tengamos que ver con las mujeres tanto mejor. No son ni siquiera un mal necesario.

Es posible que esta sea una respuesta amarga a que nunca tuvo una relación sentimental con una mujer y tampoco un hogar. Hay que acordarse de que nunca quiso asistir a las sesiones culturas de mujeres que organizaba su madre. Nunca tuvo un trabajo estable. En el fondo de la infelicidad de este filósofo estaba su rechazo a una vida normal, a las mujeres, el matrimonio y los niños.

Una de las cosas que llaman la atención es la enorme influencia que ejerció en el siglo en diferentes figuras de la historia como es el caso del musico Richard Wagner, que hizo la ópera Tristán e Isolda basado en sus escritos. Sigmund Freud reconoció que el análisis de la represión, uno de los pilares del psicoanálisis, también lo tomó de sus libros. Una serie de novelistas señalan que él ejerció gran influencia en ellos, tal es el caso de los rusos: Tolstoi, Turgenev; los franceses: Zola, Proust y Maupassant; el alemán Thomas Mann e incluso el argentino Borges, quienes se inspiraron en algunos de sus postulados. Nietzsche reconoció que se hizo filósofo tras leer sus obras, también el matemático y filósofo Wittgenstein. Posiblemente sus estudios que hacían una profunda introspección en la naturaleza del ser humano y su bella y exquisita prosa influyeron en ello.

Notas

Brethier, E. (1988). Schopenhauer. Historia de la filosofía. Vol. II. Madrid, España: Editorial Tecno, S. A. XI; 400-406.
Durant, W. (1986). Schopenhauer. Historia de la Filosofía. México, D. F. México: Editorial Diana. 7; 343-394.
Geymonat, L. (1985). Schopenhauer. Historia de la filosofía y de la ciencia. Tomo III. Barcelona, España: Editorial Crítica. 5; 94-100.
Magee, B. (1999). Schopenhauer. El encuentro de la filosofía occidental con la oriental. Historia de la Filosofía. Barcelona, España: Ed. Arte. Blume, S. L. 138-145.

Immanuel Kant. El gran filósofo que era también científico

Johann Gottlieb Becker; Immanuel Kant, Schiller-Nationalmuseum, Alemania, 1768 (detalle).

El gran filósofo que era también científico

JUAN JARAMILLO ANTILLÓN

Debo señalar que he tenido temor de escribir sobre esta gran figura, ya que no sé si seré lo bastante claro para señalar sus ideas al lector usual, y me temo que los filósofos expertos considerarán muy deficiente este pequeño ensayo, pues él escribió tanto y sobre tantas cosas que, al leerlas, queda uno completamente abrumado al igual que cuando uno lee a Aristóteles. Kant es uno de los pensadores más influyentes de la filosofía universal y fue precursor del idealismo alemán en su tiempo.

Nació en 1724 en Königsberg, Prusia, ciudad de la que nunca salió, (murió ahí en 1804). Creció en un hogar muy religioso donde la Biblia era interpretada literalmente, recibiendo por eso una educación muy rígida y estricta. Estudió en su ciudad la primaria y secundaria, y, a los 16 años ingresó a la Universidad de Königsberg a estudiar filosofía, ciencias y matemáticas, siendo con los años nombrado profesor de filosofía, metafísica y hasta antropología, cátedras que ejerció durante 40 años.

Ahora que el mundo está en vilo por la invasión de Ucrania por Rusia y que puede dar lugar a una catástrofe militar universal, Kant consideraba la necesidad de que el mundo tome una serie de medidas para lograr una «paz perpetua» que pusiera fin a las guerras y creándose así una paz duradera mediante la creación de repúblicas constitucionales, donde los gobiernos deben proteger los derechos y libertades de pueblo.

Las tres grandes obras que escribió están relacionadas con tres preguntas filosóficas:

  • ¿Qué puedo conocer? en Crítica de la razón pura, ahí trata sobre la razón.
  • ¿Qué debo hacer? en Crítica de la razón práctica, habla de la ética.
  • ¿Qué puedo esperar? en Crítica del juicio, habla sobre teleología.

A Kant le interesaba conocer al hombre, algo que en su tiempo lo había iniciado Sócrates en la antigua Grecia.

Es considerado como el pensador que logró hacer ver que el racionalismo y el empirismo juntos eran la causa del entendimiento humano. Él decía, nuestra experiencia es en parte determinada por nuestro aparato sensorial y solo por esta nos podemos imaginar la existencia específica de algo. Sin embargo, además, la razón nos hace reflexionar sobre lo que vemos y nos proporciona ideas sobre la verdadera realidad. Algo que es aceptado actualmente.

La originalidad y profundidad de su pensamiento hace que muchos lo consideren difícil de entender, sobre todo en su tiempo y, por eso, escribió a continuación de la Crítica de la razón pura, los Prolegómenos, un pequeño librito para darse a entender mejor.

Me deslumbran muchos de sus pensamientos, incluso científicos, otros los considero difíciles de entender como su metafísica y otros conceptos, pero en todo caso, era una de esas mentes privilegiadas que se dan muy de poco, hasta antropólogo era. Formuló la hipótesis correcta de que el sistema solar se formó de una gran nebulosa y que el universo estaba compuesto de galaxias (acumulo de estrellas), algo aceptado actualmente. La NASA el 21 de octubre del 2022 señaló que, con el nuevo telescopio llamado James Webb, ha captado a 6500 años luz de distancia de la Tierra nubes de gas y polvo, sitio donde se forman nuevas estrellas.

Es considerado el más grande filósofo de su tiempo y de hecho para muchos uno de los más grandes de todos los tiempos. Pero, además, hay que agregar que, era un físico teórico, ya que opinaba sobre la física de Newton y los conceptos de Descartes en ciencias. Sí, para Newton, la física era no solo independiente de cualquier metafísica, sino idónea en sí misma para ofrecer el único punto de partida verdaderamente sólido desde dónde alcanzar una concepción racional de Dios y del universo. Para Kant, la ciencia de la naturaleza no necesita de la metafísica, ni la metafísica tiene que apoyarse en modo alguno en la ciencia. La física o la cosmología deben ser tratadas de manera exclusivamente naturalista sin referencia alguna a realidades que no pertenezcan al mundo de la naturaleza. Con lo anterior corregía adecuadamente nada menos que a Newton. El señalaba eso, porque consideraba que, la metafísica y la religión deben construirse sobre bases diferentes a las de la ciencia ya que no deben interferir con el conocimiento exacto de la naturaleza.

Lo anterior es un reconocimiento explícito y filosóficamente consciente de la absoluta autonomía de la investigación científica, como en su momento lo señalara Galileo. Para él, a la filosofía le quedará una nueva tarea; no ya la de ofrecer las bases últimas a la ciencia ni de recabar de la ciencia alguna sugerencia metafísica, sino la de reflexionar con el máximo rigor crítico sobre el trabajo científico, con el fin de hacer al hombre cada vez más consciente de los métodos concretos con los que actúa la investigación racional. Se dice, que con los años él renunció a su metafísica.

Es interesante conocer su pensamiento con relación a cómo aprendemos. Decía: todo lo que vemos, oímos, tocamos, en fin, todo lo que pasa a través de los sentidos al cerebro se traducirá en experiencia, mientras que lo que no pasa por este tamiz no se llegará a aprender. Para él, en su tiempo, hace dos siglos, y pese a lo manifestado en contra por diversos filósofos, en especial John Locke, estaba muy claro que el hombre para entender las cosas no solo cuenta con los sentidos. Los sentidos, decía, son válidos para comprender ciertas cosas, pero no lo son en cambio para otras, debido a su propia naturaleza, que impone toda una serie de limitaciones. Por ejemplo, el concepto del tiempo no es objetivo sino subjetivo, es propio de la mente y al igual que el espacio, sin ambos como conocimientos a priori, no podríamos comprender el sitio que ocupan las cosas en el medio o la naturaleza. Y son meras formas de intuición. Kant sostiene que la razón pura forma ideas que no pueden probar su realidad, pero tiene sus usos prácticos.

Todo lo que conocemos, objetos y seres, se encuentra sujeto a las dimensiones de espacio y tiempo, y sin ellas es imposible concebir el conocimiento. Como no era fácil entenderlo para ejemplificar eso señalaba que no es posible imaginar un efecto sin una causa que lo produzca y le dé sentido. Todo objeto que conocemos existe como tal en unas dimensiones específicas de espacio y tiempo, formas sin las cuales no podríamos percibir o aprehender nada. Y como aun así podría considerarse muy compleja esa idea para aclararla decía que lo que se expresa en nuestra consciencia es el producto de nuestro aparato sensible que viene modificado por la naturaleza de los sentidos con los que percibimos el mundo exterior. No podemos obtener imágenes visuales sin los ojos, ni oír los ruidos o la música sin los oídos, de igual manera que no puede haber ideas o pensamientos sin cerebro.

Por supuesto, en su tiempo no se conocía que en el cerebro existían áreas visuales y auditivas donde los rayos de luz y los sonidos se vuelven comprensibles. Aunque eso fue un descubrimiento muy posterior, sin embargo, no estaba tan alejado de la realidad, ya que Kant señalaba que estas dimensiones del espacio y del tiempo forman parte indisoluble del proceso del conocimiento del ser humano, es decir, existen en su interior, pero en ningún modo se constituyen en entidades independientes y ajenas al objeto percibido.

Entre sus consideraciones estaba que «una cosa determinada es válida» o una razón es válida siempre, no solo cuando interese; no tiene sentido afirmar que una cosa es buena para alguien y mala para otra persona que se encuentra en las «mismas circunstancias». Así como el mundo empírico se gobierna por leyes de validez universal, lo mismo ocurre con el universo moral, cuyas leyes deben ser aplicables en cualquier contexto. De acuerdo con eso, la moral se fundamenta en la razón, al igual que la ciencia.

Cuando le preguntaron, ¿usted cree en Dios? señaló, sí, sin embargo, no es posible probar la existencia (conocer) de algo que no se puede comprender a través de los sentidos. Pero, así como no se puede demostrar la existencia de Dios, tampoco podemos negarla. Para él, la razón humana es incapaz de sacar una conclusión sobre el problema de la existencia de Dios y por eso insistía en que, no puede afirmarla ni refutarla.

Sobre la moral señalaba que, el sujeto racional se autoimpone una ley moral a priori que debe cumplir y que se deriva de la buena voluntad, a la que llamó imperativo categórico.

Cuando le preguntaron ¿qué es tener dignidad?, respondió: tener dignidad es el derecho del ser humano a ser siempre tratado como fin y no como medio.

Notas

García Morentes, M. (1975). La filosofía de Kant. Madrid, España: Ed. Espasa-Calpe.
Geymonat, L. (1985). Vida y obra de Kant. Historia de la Filosofía y de la Ciencia. Barcelona, España: Editorial Crítica. Vol. II; Cap. 16: 304-337.
Goldman, L. (1974). Introducción a la filosofía de Kant. Buenos Aires, Argentina: Ed. Amorrortu.
Kant, E. (1975). Crítica de la razón pura. Traducción de E. Miñana y M. García Morentes. Madrid, España: Espasa-Calpe.
Kant, E. (1977). Fundamentación de la metafísica de las costumbres. 5ª ed. Traducción De M. García Morentes. Madrid, España: Espasa-Calpe.
Kant, E. (1989). Principios metafísicos de la ciencia de la naturaleza. Madrid, España: Alianza Editorial S. A. Madrid.

Publicado en https://www.meer.com/

Compartido con SURCOS por el autor.

Ortega: 65 Años más de Vida

José Ortega y Gasset es uno de esos seres humanos que indudablemente ha alcanzado la inmortalidad del alma, porque a pesar que su cuerpo ha dejado de existir hace 65 años, sus ideas continúan con el accionar de su existencia, porque es uno de esos seres que ha logrado trascender por sus ideas, y que nacen de una profunda reflexión de su accionar humano.

Para hablar de Ortega tenemos que tener en claro que toda su obra está orientada al yo social, por eso acuña ese «yo soy yo y mi circunstancia y si no a salvo a ella, no me salvo yo» que puso siempre en práctica, frase tan celebrada en su vida, porque no solo buscó comprender a la España o Europa de su época, sino también al personaje principal que la habita – ese que al mismo tiempo habita todo el mundo- «el hombre y su gente», porque el hombre es un personaje que va siempre ligado a los otros (la gente), debido a que su naturaleza proviene de dos seres que forman parte de la gente, la masa, el pueblo. Por eso, podemos contemplar en la vida de Ortega su preocupación por la sociedad, esa misma que espera libre, dueña de sí misma, y no presa de una dictadura ni de una mediocridad que lo aleja de su ser trascendental; logrando desarrollar de esa manera un pensamiento racional vitalista, desde donde empieza a meditar y plasmar cada una de sus preocupaciones y contemplaciones humanas, aquellas que nos conducen al encuentro con nosotros mismos, dentro de sí y en medio de la sociedad a la que pertenecemos.

Para hablar del pensamiento orteguiano primero debemos desnudarnos el alma, despojarnos de todas las cosas que nos rodean el cuerpo y la mente para ser libre, deshaciéndonos de todo prejuicio y soberbia del conocimiento, así como de todo tecnicismo, porque -como él mismo lo manifestaba – «la claridad es la cortesía del filósofo», por eso necesitamos ser sencillos y humildes para poder comprender lo que este gran filósofo nos quiso enseñar a través de sus reflexiones humanas, esas que en resumen nos deberían enseñar ir a la acción, al cambio del mundo, formando personas con criterio, personas que no trasgreden el bien común ni el propio, porque no irán contra los otros ni en perjuicio de sí mismos, debido a que sabrán aplicar perfectamente la frase que podría resumir toda su preocupación filosófica, con la que pudo haber logrado la rebelión de las masas, porque solo basta aprender y comprender que «cuando enseñes, enseña a dudar hasta lo que enseñes» para evitar los dioses y dictadores, y para centrarnos en nuestro ser que siempre va a estar ligado a una sociedad: la humanidad, sin ser más ni menos que otro.

Pucallpa, 18 de octubre de 2020 a las 11:36 horas

UNA conversatorio: “Constantino Láscaris, pensamiento, vida y obra”

UNA conversatorio Constantino Lascaris

Como parte de la inauguración del nuevo edificio del Centro de Estudios Generales, efectuado este martes 22 de agosto de 2017 en la Universidad Nacional, se llevó a cabo un conversatorio titulado: “Constantino Láscaris, pensamiento, vida y obra”, el cual trató sobre la herencia académica y filosófica de Constantino Láscaris Comnemo, quién fue un precursor de los estudios filosóficos en Costa Rica.

Se contó con la presencia del Dr. Francisco Antonio Pacheco y Dr. Rafael Ángel Herra; Msc. Juan Lobo, Dr. Carlos Molina profesores contemporáneos del Dr. Constantino Lascaris y filósofos, discípulos del pensamiento de Láscaris.

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Ambos ponentes versaron sobre anécdotas protagonizadas por Láscaris a la hora de su arribo a Costa Rica desde España, país donde se especializó en filosofía. Comentaron añoranzas del académico durante su vida en nuestro país, donde vivió y desarrolló, así como su experiencia profesional huyendo de régimen de Francisco Franco en su país de origen-España.

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Comentaron y defendieron posiciones diversas aprendidas en clases y conferencias de Láscaris, a quien consideran padre de la filosofía costarricense y además un benemérito de la academia filosófica nacional, quien jugó un papel preponderante en la docencia superior nacional, gracias a su inmensa capacidad de producción intelectual.

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Finalmente, el Dr. Alberto Salom Echeverría, Rector de la UNA; cerró el conversatorio con un comentario sucinto, pero muy valioso en reconocimientos para Láscaris, su obra, pensamiento y aporte a la educación y la cultura costarricense, a quien le agradeció por medio de su hija, Ana Láscaris, quien estuvo presente en la actividad.

Es menester mencionar que la biblioteca del Centro de Estudios Generales de la UNA, fue hace algunos años bautizada en su nombre a manera de reconocimiento al Dr. Láscaris por su invaluable herencia.

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Por:

Rolando Ramírez Segura

Relaciones Internacionales–UNA

Efraín Cavallini Acuña-Rectoría

Fotografía: Eliecer Berrocal Sánchez-

Ofic. Relaciones Públicas UNA

 

Enviado por Msc. Efraín Cavallini Acuña, Asesor Comunicación, Rectoría UNA.

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