¿Gas? Gastada y retrógrada es la propuesta de explotar gas en Costa Rica, cuando podríamos ser potencia mundial migrando a energía eólica y solar para evitar una crisis climática catastrófica
Bloqueverde- Oilwatch
Para evitar una crisis climática catastrófica, es indispensable reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta en un 45% para 2030, según el Informe sobre la Brecha de Emisiones del PNUMA, entonces es el gas natural un mejor combustible fósil para reducir emisiones, la respuesta es no, necesariamente. Las más recientes iniciativas de medición científica, ya han dejado claro que las emisiones de metano de las operaciones de petróleo y gas son mucho más elevadas de lo que se estimaba, se calcula que es 84 veces más potente que el dióxido de carbono medido durante un período de 20 años, así que cualquier fuga o emisión de metano es de altísimo potencial contaminante.
Aparte de la necesidad global de reducir el consumo energético de alguna manera, resulta lógico pensar en el potencial que tiene Costa Rica para transicionar a energías eólica y solar sin pasar por explotación de gas, que tardaría no menos de 10 años de inversión para lograrse explotar, es decir que cuando el mundo debería estar llegando a la energía solar o bien otras renovables, Costa Rica estaría apenas iniciando la explotación de gas sin que ese fuese el objetivo final requerido, teniendo todo el potencial para liderar esta transición.
Mark Radka, jefe de la Subdivisión de Energía y Clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) indica que la mayoría de los países tienen potencial solar, eólico o ambos, particularmente en lugares donde los recursos de energía renovable (sol y viento) son abundantes, tal es el caso de Costa Rica. Además, subraya que es importante tener en cuenta que estamos en las primeras etapas de una transición energética que es diferente a cualquier otra que el mundo haya intentado en términos de velocidad y complejidad (…) Teniendo esto en cuenta, debemos movernos rápido.”
Pero en Costa Rica, una vez más, algunos se aprestan a desempolvar expedientes que lo único que comprueban es que no hay información concluyente sobre la posibilidad de explotación de gas en Costa Rica, ni de reservas comprobadas de hidrocarburos en nuestro territorio. Según los datos científicos existentes, queda claro que los “números alegres” de supuestos beneficios y yacimientos de gas en Costa Rica, no son más que el resultado de propaganda sin ninguna evidencia científica verificable.
Por otro lado, si existieran nuevos datos, el Estado no tiene la capacidad para verificar o fiscalizarlos ante la inexistencia de la Dirección General de Hidrocarburos (DGH) cerrada hace más de dos décadas, así que el debilitamiento de RECOPE y la ausencia de un equipo de profesionales dentro de la estructura estatal que pueda al menos evaluar una actividad tan compleja como esta se suma a un contexto que requiere herramientas con las que no se cuentan. Ahora bien, según la Ley de Hidrocarburos (Art. 3) la DGH tiene las funciones de fiscalizar las actividades desarrolladas por los contratistas, de analizar la concurrencia de causales de nulidad o de caducidad de los contratos, y de elevar su recomendación al Poder Ejecutivo. Cabe preguntarse: ¿ya se presupuestó lo que implica gestionar esta instancia para cumplir con lo que dicta la ley? ¿cuáles personas profesionales especializadas en hidrocarburos van a conformarla?
Resulta inquietante, por decir menos, que el gobierno replique lo que diga la UCCAEP como su mayor fuente de información, al mejor estilo de la gente que se informa solo por TikTok sin buscar mayor verificación ni profundización de la información. Abogar por la explotación de gas desde el Poder Ejecutivo a través del ministro de Obras Públicas y Transportes, más parece ser parte de una campaña electoral para el próximo candidato presidencial del partido oficialista, que un ejercicio a la altura de las exigencias que implica ser ministro, sin duda el foco en este momento debería estar temas de primera necesidad como una estrategia clara para el mantenimiento de la red vial en los siguientes meses lluviosos, por mencionar un ejemplo.
Lo más reciente y falto de cualquier respaldo o fundamentación, es que el presidente afirme que la explotación de gas “puede abrir la posibilidad de pagar la deuda externa, mejorar las carreteras o asegure la prosperidad del país llegando a ser como Singapur”, inevitable asociar estas declaraciones con las que hiciera Oscar Arias en la demagoga campaña a favor del TLC, afirmando que quienes iban en bicicleta a trabajar a las fábricas, luego de aprobarse el TLC irían en motocicleta BMW, cosa que no ocurrió claro está, lo que sí sucedió en los últimos 20 años es que llegamos a estar dentro de los 10 países más desiguales de América Latina, y ese indicador continúa creciendo.
Volviendo al tema del gas y siguiendo con ejemplos de demagogia, supeditar soluciones de infraestructura vial o aún más descabellado, pago de deuda externa, a la posibilidad de extraer gas en Costa Rica, es como apostar a no hacer nada durante el periodo que le toca gobernar, porque si acaso fuera posible la explotación de gas, implicaría un proceso de al menos diez años para empezar a ver resultados con una inversión estatal que pagaría toda la población nacional, porque ninguna empresa aceptaría el riesgo total de explorar en Costa Rica, sin ninguna certeza de que se encuentre el gas natural en las cantidades que se proyecten ¿será que la intención también es no hacer nada en concreto más que campaña política?
A lo hechos nos remitimos, en 1997 una empresa de garaje o fantasma, que tan siquiera tiene un sitio web, llamada Mkj Xploration Inc, especuló con la concesión de hidrocarburos para cederla a Harken Energy Corp que como pueden comprobar, lo que primero que pueden aparecer en un búsqueda en internet sobre esta corporación es el escándalo “que involucró acusaciones de uso de información privilegiada por parte de George W. Bush en 1990”. En el 2000 se le otorgó concesión a la otra pequeña compañía Mallon Oil que fue un perfecto fracaso. La historia de esas aventuras fue de demandas en tribunales y que todas las instancias del Estado entre SETENA, MINAE, tribunales y gobiernos de turno fueron unánimes en rechazar la actividad extractiva de gas por sus impactos socioambientales e implicar más costos que beneficios.
La fórmula es clara, desde el Gobierno primero se juega con montos hechos con base en una “valoración potencial” de hace más de tres décadas, que se usaban como publicidad para atraer compañías, que como hemos visto en la historia ninguna empresa seria se los creyó. Son de carácter especulativo parten de un hipotético “valor comercial” no con base en datos certeros de reservas científicamente comprobadas, desde donde el presidente da declaraciones públicas disparatadas afirmando que podemos llegar a parecernos a Singapur, solo por explotar gas, país que goza noveno puesto global en el Índice de Desarrollo Humano (2022) y que lo ha logrado por una fuerte inversión social en vivienda, salud y educación, que fue puesta en práctica desde el inicio del programa de transformación económica en los años 60 y 90, ósea han tardado 60 años en llegar allí, pero sería bueno considerar que hoy se enfrentan a una creciente desigualdad a una falta de empresas locales fuertes que puedan dar un mayor impulso al crecimiento.
Por otro lado, el segundo paso propagandístico fue afirmar que un “país amigo”, no indicó cuál, va a determinar el valor exacto de las reservas de gas natural y que no utilizarán métodos intrusivos. Si llegaran a saber si hay, cuánto hay, faltaría también calcular cuánto va costar extraer, refinar o industrializar, transportar y cuáles serían los impactos socioambientales y quiénes se verían involucrados para analizar estos estudios, considerar cuál es la zona que será destruida y es decir una estimación real y objetiva de la relación costo/beneficio, todo esto partiendo que pueda haber gas en cantidades “rentables” y que en todo este proceso exista una inclusión de la sociedad y sus diversos sectores para valorar esta posibilidad, de manera que el tema sea manejado como “adultos maduros” y no como “chiquillos caprichosos”, como dijo el mismo presidente.
Otro aspecto indispensable para que esta discusión se dé con seriedad, es considerar que para atraer compañías habría que subir la ganancia de las empresas que hoy se llevarían ya una regalía del 85%, esto según Ley de hidrocarburos de Costa Rica, es decir hay que regalar, quizás pagar y lidiar con la contaminación para hacer atractiva la actividad, como si no bastara lo entreguista que es ya la ley de hidrocarburos, pues el contratista venderá al Estado a un precio que, a la fecha de la compra, no podrá ser mayor de los precios existentes en el mercado internacional para los crudos equivalentes (art.36). Esto quiere decir que Costa Rica comprará el barril (gas) a precio de mercado, por tanto, la actividad no generará la prometida riqueza, porque el petróleo resultaría ser de la empresa pagando una regalía – no mayor de 15%- en dinero o especie (petróleo) y el impuesto sobre la renta. En el contrato firmado a favor de MKJ-XPLORATION en 1999 establecía solamente reinvertir “un 5% de sus utilidades netas en el desarrollo de programas sociales y ambientales”. En la industria petrolera, las compañías generalmente no reportan ganancias.
Finalmente, no tenemos ecosistemas como Noruega, somos el trópico, por eso viene turismo extranjero a disfrutar nuestra belleza verde, playas y cultura, reconocidas internacionalmente, nadie hace turismo para ver cómo se extrae petróleo en Noruega.
Todos los días sentimos como el planeta se calienta, ahora un verano es más caliente que el siguiente, los datos sobre cambio climático empeoran cada día más. El país estuvo dando pasos en la dirección de enfriar el planeta: año con año pasábamos sin usar petróleo para producir electricidad o tratar de electrificar y fortalecer el transporte público, pero todas esas propuestas se van a ver debilitadas con esas decisiones.
En vez de compararnos con las cosas buenas de Europa, ponen de ejemplo a Noruega y no a la vecina Groenlandia donde se calcula que hay millones de barriles de petróleo y aun así definió prohibir su explotación a inicios de esta década poniendo fin a “convertirse” en Noruega. También lo hizo su otro país vecino, Dinamarca en 2020 acordando eliminar la explotación de hidrocarburos en el Mar del Norte para 2050 y esto a pesar de que es uno de los mayores productores de petróleo del continente. También en 2017, el Parlamento de Francia aprobó una ley para prohibir la producción de petróleo y gas en todos sus territorios y en España aprobaron en mayo de 2021 una ley climática que pondrá fin a la producción de combustibles fósiles en todo su territorio y ese mismo año, la República de Irlanda introdujo una legislación para prohibir las licencias para nuevas exploraciones de petróleo y gas.
Pero no hay que ir tan lejos, en nuestro vecindario Belice aprobó en 2018 una ley con el objetivo de poner fin a la exploración y extracción de petróleo en todas sus aguas para proteger sus frágiles arrecifes de coral. Este es el mismo coral que destruirían en nuestro Caribe para extraer hidrocarburos, en ambos sitios es su principal atractivo turístico. Pareciera que es más rentable politiquear con la fantasía de explotar el gas y el petróleo que hacerlo y que sea un fracaso total, dado que perdería su función hechizante de promesa propagandística de un prometedor y solvente futuro, que finalmente nunca llegará por esa vía.
Señor Presidente deje de afirmar que son ideologías cuando tenemos datos, deje de llamarnos grupos extremistas de izquierda a quienes estudiamos y tomamos en serio las alertas científicas sobre el cambio climático y la crisis ecológica que vivimos y ante su pregunta ¿vamos a dejar desperdiciados los recursos que Dios nos dio? le sugerimos que respete la creencias religiosas y no utilice la fe y cultura cristiana generalizada en Costa Rica, para desviar la atención sobre el debate técnico y de sobrevivencia del planeta mismo, justamente lo que resulta necesario en este momento es proteger y no desperdiciar, ni tiempo ni recursos.
El incremento de la temperatura de la superficie del mar es una de las grandes amenazas que enfrentan los corales.
FAICO y ACMC realizarán conversatorio “Perspectivas futuras de las Áreas Marinas Protegidas oceánicas en Costa Rica: uniendo voces por el océano”
San José, 7 de junio 2022. A pesar de los múltiples llamados y de las advertencias sobre el impacto que tienen las emisiones de gases de efecto invernadero sobre el planeta, el panorama continúa siendo crítico, según se advierte en el más reciente informe sobre el cambio climático, dado a conocer por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Dentro de las afectaciones, que más preocupan a los expertos están: una mayor acidificación y el constante derretimiento del hielo marino y de los glaciares, lo que implica que el mar seguirá subiendo y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas, tal y como se observa en la actualidad.
A pesar de este panorama tan crítico, todavía tenemos una oportunidad para disminuir las consecuencias del cambio climático, pero para lograrlo se requiere sumar esfuerzos y desarrollar acciones que tengan un impacto directo, tal es el caso de la reciente ampliación de las áreas marinas protegidas alrededor de la Isla del Coco, lo que permitió a Costa Rica convertirse en una de las primeras naciones en lograr proteger el 30% de su superficie terrestre y marina, meta que espera lograrse a nivel global en el año 2030.
En el marco del Día Mundial de los Océanos que se conmemora este 8 de junio, FAICO, Amigos Isla del Coco en conjunto con el Área de Conservación Marino Coco (ACMC), hacen un llamado a la acción para poner freno al deterioro en la salud de nuestros mares. Ambas organizaciones replican el llamado de las Naciones Unidas (ONU), que pide UNIR LAS VOCES POR LOS OCÉANOS.
Para Alejandra Villalobos, directora Ejecutiva de FAICO, las acciones y medidas deben implementarse a corto plazo ya que según indica, “los océanos son la principal fuente de vida, que además estabiliza el clima y acumula carbono, actuando como un gigantesco sumidero de gases de efecto invernadero. Los aportes de los océanos son innumerables, recordemos que además albergan una cantidad inimaginable de biodiversidad y apoyan directamente al bienestar humano”.
Por su parte, Gina Cuza, directora del Área de Conservación Marina Coco (ACMC) hace un llamado para desarrollar acciones de mayor impacto y resiliencia “nuestros océanos son los pulmones del planeta, una fuente importante de alimentos, salud, recreación y una parte fundamental para el equilibrio de todas las formas de vida de la biosfera. Lamentablemente, el ser humano ha generado acciones que conllevan a la degradación de los ecosistemas marinos y de no generar un cambio esta afectación puede ser irreversible”, alertó Cuza.
Celebración Día del Océano
En este contexto, El Área de Conservación Marina Coco y FAICO, Amigos Isla del Coco, organizaron un conversatorio virtual denominado “Perspectivas Futuras de las Áreas Marinas Protegidas Oceánicas en Costa Rica: Uniendo Voces por el Océano”.
El objetivo de esta actividad es hacer conciencia y educar sobre el rol fundamental de las áreas marinas protegidas, en la sostenibilidad de nuestro océano. Además, durante el encuentro se pondrá énfasis en los esfuerzos realizados por Costa Rica en temas de conservación marina y en los retos y acciones que aún nos quedan pendientes.
La actividad será abierta al público y se realizará:
Dia: 9 de junio
Hora: 3pm
Se transmitirá por el Facebook del Parque Nacional Isla del Coco.
Compartimos las declaraciones de Alejandra Villalobos, directora ejecutiva de FAICO y Gina Cuza, directora del Área de Conservación Marino Coco (ACMC).
Hace más de un siglo que nuestra casa común, la Tierra, comenzó de manera progresiva a sobrecalentarse y consiguientemente a cambiar su clima. Como es bien sabido el hecho no es nuevo; nuestro planeta ha tenido a lo largo de su historia tras millones de años de evolución, varios ciclos de calentamiento y enfriamiento. En los últimos 650.000 años se han producido siete ciclos de avances y retrocesos glaciales. La última glaciación o “era del hielo” se dio hace 11.700 años. La ciencia ha estudiado estos ciclos y ahora se sabe que la mayoría de ellos han ocurrido debido a pequeñas variaciones en la órbita de la tierra alrededor de nuestro astro solar. Estas variaciones explican la cantidad de energía solar que penetra en la Tierra.
Sin embargo, es bien conocido también por los científicos con apoyo de muchos instrumentos tecnológicos cada vez más sofisticados que, desde el siglo XIX, la producción de dióxido de carbono y otros gases, se convirtió en el factor clave del calentamiento global que experimenta el planeta. A esos gases se les conoce como “gases de efecto invernadero”, ya que afectan la transferencia de energía infrarroja a través de la atmósfera. La energía infrarroja, en breve, es un filtro que excluye o filtra los rayos ultravioleta provenientes del sol. Los rayos ultravioleta a su vez, aparte de producir enfermedades de la piel como el cáncer, cataratas prematuras y hasta ceguera en los humanos, así como otras enfermedades en esta especie y en los demás animales y plantas, lo peor es que sobrecalienta la atmósfera terrestre.
Los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos que se creó en 1988 han producido seis informes evaluativos integrales acerca del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas posibles repercusiones y estrategias de respuesta. (Cfr. archive.ippc.ch 2022) Al tenor de todo lo anterior es que el grupo Intergubernamental de expertos ha afirmado que: “… el actual calentamiento está ocurriendo unas diez veces más rápido que la tasa promedio de calentamiento que se dio tras las épocas glaciales. Tras la última Edad de Hielo -afirman- el dióxido de carbono producido por la actividad humana está aumentando a una velocidad más de 250 veces mayor que el proveniente de fuentes naturales.” (Cfr. Vostok ice core data; NOAA Manual Loa CO2 record. Y Gaffney, O; Steffen, W. 2017 “The Anthropocene equation” The Anthropocene Review. Vol.4, Issue 1, April 2017, pgs.53-61). Asertos como los anteriores nos permiten concluir que el actual ciclo de calentamiento global deriva principalmente de la intervención del ser humano de la época industrial sobre su entorno y, más concretamente, de las empresas productoras de combustibles fósiles. Según el Instituto Mundial de Investigación sobre el Clima, ya en el 2019, las mayores empresas de carbón, petróleo y gas, que extraen, refinan y comercializan estos productos, son responsables del 82% de las emisiones de todo el CO2 derivado de estos combustibles en el mundo. Asimismo, producen el 62% del total de las emisiones de “gases efecto invernadero” que, impulsan el calentamiento de la atmósfera y los cambios en el clima del único Planeta que habitamos.
Además, he obtenido la información de que las veinte principales empresas que producen combustibles fósiles lanzaron a la atmósfera 480 millones de toneladas de dióxido de carbono y metano (GT CO2 e) entre los años de 1965 y 2017, eso representa un volumen equivalente al 35% de las emisiones mundiales de combustibles fósiles en ese período que fueron del orden de 1.35 billones de toneladas de CO2 e. Corresponde que nos preguntemos ahora ¿Quién es el máximo responsable de contaminar la atmósfera terrestre y por lo tanto de enfermar al Planeta? Las seis principales empresas de esta naturaleza, para que todos sepamos son: Saudi Aranco (de Arabia Saudita), Chevron (de USA), Gazpron (de Rusia), Exxon Mobil (de USA), BP (del Reino Unido) y la Royal Dutch Shell de Holanda. Todas estas empresas, durante años se han beneficiado de subsidios estatales a granel, lo que constituye de hecho un incentivo para la producción de los combustibles fósiles; además se les ha otorgado preferencias reglamentarias entre otras (observen el descaro), “controles de contaminación laxos, términos de arrendamiento favorables para extraer recursos en tierras públicas y otros costos financiados por los contribuyentes al fisco, incluidos los de protección militar para que realicen las rutas marítimas en la comercialización del producto (es decir por todos los ciudadanos de esos países que pagan impuestos). ¿No es este acaso, como dice el economista Nicholas Stern, el mayor fracaso de la economía de mercado a lo largo de toda la historia? En efecto, leemos del economista (parafraseo): se privatizan los beneficios del gigantesco negocio de los hidrocarburos contaminantes, pero se externalizan los costos y daños. ¡Qué belleza! Como decimos en Costa Rica: ¡Así quien no! El negocio (¡el pésimo negocio!), lo terminan costeando quienes no causaron el daño ambiental, los ciudadanos de a pie, las personas dedicadas a la agricultura y, caigamos de espalda, los niños del mañana. Como dice mi nieto Marcelo de dos años y once meses copiando a su padre ¡Así de fácil! (Cfr. quien lo desee puede consultar más refiriéndose a: openglobalrights.org/fossil-fuel-producers-and-climate-responsabilities-and opportunities/?lang=spanish#:~:TEXT=algunos%20delos%principales20contribuyentes…)
Me siento en el deber ante mis congéneres, ante mí mismo de martillar una y otra vez, sobre datos verídicos y confiables que, nos permiten medir a dónde estamos y por dónde vamos en el calentamiento global de nuestra “Casa Común”. Trato de actualizarme en la información existente, sencillamente porque he decidido, humildemente lo expreso, dedicar esta última fase de mi vida que, espero sea larga y productiva, a trabajar muy duro en mi propio conocimiento de la cuestión y en la conciencia de todas las personas con las que me relaciono sobre el riesgo que corre la vida, nuestra vida y la de nuestros descendientes, la de los demás animales y plantas ante esta enfermedad que padece el Planeta. Así la llamo, nuestra Tierra está enferma, seriamente enferma. Me adhiero a semejante diagnóstico nada halagüeño que proviene de los científicos especialistas. Quien desee volver su mirada hacia un costado, una vez que conozca los datos sobre el tema, como queriendo soslayar la cuestión, no hace más que sumarse a los más imprudentes de la especie humana que, atizan con su actividad productiva de hidrocarburos principalmente, provocando la carbonización de la atmósfera y con ello, el calentamiento global del Planeta. Así de sencillo.
Antes de proseguir debo transmitir una idea: aquí estamos, conviviendo en nuestra única residencia común y tenemos derecho a aspirar a una vida digna. Eso quiere decir que tenemos que usar los recursos de que disponemos para procurarnos una existencia decorosa para todas las personas, corrigiendo las inequidades. De acuerdo con eso. Pero, debemos partir de varias premisas que quiero compartir una y otra vez con mis congéneres. Veamos.
La primera es “una premisa humanista” y de “una nueva filosofía de vivir”: “Una Nueva Cultura”. Consiste en lo siguiente: no tenemos derecho a continuar viviendo arraigados en la creencia que ha prevalecido en la cultura del “industrialismo” de que somos los dueños de la Naturaleza y por lo consiguiente, podemos disponer de ella como nos venga en gana. No señores, así no es. Tras habernos sentido los dueños, hemos abusado de nuestro hogar común, ora depredando los bosques, ora contaminándolo todo con los hidrocarburos, y un largo etcétera. Nos hemos ganado el “mote” de la especie más depredadora sobre el Planeta. En realidad, somos hijos de la Tierra y no sus dueños como arrogantemente nos hemos creído. Todos los seres humanos somos hijos de la “Madre Tierra”. Lo expresado implica que, para poder afirmar que nos respetamos a nosotros mismos y a todos los seres humanos, hay que amar y respetar la Naturaleza, con independencia de las creencias religiosas de cada persona y cultura. Respeto a sí mismo, lo conceptúo enlazado con el respeto al otro, a la otra, así como a la Naturaleza.
Una segunda premisa, es la premisa de “La Nueva Economía”. Al respecto expreso que la producción ha de ser sostenible y sustentable en el largo plazo, en lugar de consumir los recursos que pertenecen a las generaciones futuras. En sencillo sostenible quiere decir que no nos es dable acabar con los recursos que nos sean vitales, hay que invertir con vistas al corto, mediano y largo plazo; tampoco se puede afectar el ambiente y nuestro entorno por extraerlos y producirlos en aras del desarrollo común. Debemos apuntar en todo momento a una economía “ambientalmente sostenible”. Sustentable, también en forma sucinta, implica que, los recursos que produzcamos deben satisfacer y ser útiles a todos los habitantes de una región o país, propiciando desarrollo digno a toda la ciudadanía y a sus hijos y no solo a una parte minoritaria de la sociedad, como ocurre con harta frecuencia.
La tercera premisa que propongo es la de “Una Nueva Política”: De ella derivo algunos principios: El primero de estos estriba en que el ser humano debe estar dispuesto a “rendir cuentas” a los demás acerca de su quehacer. Libertad para cada persona sí, pero sin afectar la libertad de los demás y sujeta a la obligación moral de “rendir cuentas”. Quiero citar a Benito Juárez prócer de Los Estados Unidos Mexicanos y presidente de esa gran nación, quien en 1867 dijo: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.” O también, como dijera el filósofo Jean Paul Sartre: “Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”. También creo que, entre más alta sea la responsabilidad de cada ciudadano o ciudadana en su respectiva sociedad, mayor será la obligación de “rendir cuentas” de sus actos conforme a las premisas anteriores. El segundo principio de “La Nueva Política”, en mi valoración es complementario del anterior y están inextricablemente ligados entre sí; cada persona debe observar siempre un accionar “transparente” dentro de su núcleo familiar, su comunidad de vivencia y aprendizaje, su sociedad, así como en el ámbito internacional. El tercero de los principios de “La Nueva Política” tiene como núcleo central el imperativo de la sociedad en su conjunto, de cada comunidad y del individuo, de proceder de manera “solidaria” y “desprendida” con los demás seres vivientes (flora y fauna); en especial con los más desvalidos y sufrientes de entre nosotros. Empero, hemos de procurar siempre actuar de modo tal que no auspiciemos dependencias en las personas que nos proponemos ayudar. Solidaridad no significa entonces generar dependencias. Por el contrario, debemos crear las condiciones para que cada persona pueda llegar a desenvolverse de manera cooperativa pero autónoma en lo económico y, por añadidura, con solvencia en lo social, cultural e intelectual.
Todo lo anterior es un “deber ser”, un propósito, un norte. Con esas premisas y principios y abierto siempre a escuchar y compaginar mis ideas con las de todas y todos ustedes, vuelvo a retomar la idea central: un desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza, su ambiente, es el camino para salvar la vida toda hoy amenazada por el flagelo del calentamiento global. Lo propuesto debe servirnos para cambiar el estilo de vida consumista, destructivo e individualista. Habremos de buscar un nuevo “modelo de civilización”, con sociedades más frugales, en las que nos eduquemos todas las personas, como un imperativo ciudadano en la búsqueda permanente de una convivencia pacífica y cooperativa. Con la educación de todas las personas en el centro, hemos de procurar que la solución a los ineludibles conflictos nunca de lugar a las formas violentas, sino a métodos alternativos de solucionarlos, donde prive el diálogo y no la insensatez. Salvar la vida en el Planeta es la prioridad y es ya, de lo contrario podemos llegar a encontrarnos en una situación de “no retorno”. No tenemos tiempo que perder.
Mauricio Gutiérrez. Foro Confluencia Solidaria / Escuela de Química UCR
La descarbonización de las actividades humanas
La lucha contra el cambio climático causado por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero (CO2, metano, etc.) es uno de los principales retos de la sociedad humana contemporánea. La principal fuente antropogénica de gases de efecto invernadero es el CO2 que se emite del uso de combustibles fósiles (gas natural, derivados del petróleo y carbón mineral) en diversas actividades humanas, como el transporte, procesos industriales, calefacción, generación de electricidad, etc. Por lo tanto, para evitar los peores efectos del cambio climático (que ya está ocurriendo) es necesario reemplazar, en todas estas actividades humanas, los combustibles fósiles por alternativas que no resulten en emisiones netas de gases de efecto invernadero. A esto se le conoce como descarbonización.
Hidrógeno gris vs. hidrógeno verde
El hidrógeno (H2) es un gas que se puede usar como combustible. La ventaja con respecto a los combustibles fósiles es que el producto de su combustión no es CO2, sino agua. El hidrógeno no solo es un gran combustible, sino que también es esencial en varios procesos industriales de importancia global, notablemente la producción de amoniaco, materia prima de los fertilizantes sintéticos y otros materiales.
¿De dónde sacamos el hidrógeno? Por ser tan reactivo, la concentración de hidrógeno en la atmósfera es bajísima, por lo que es necesario sintetizarlo de alguna forma. Actualmente, la mayoría del hidrógeno (alrededor del 95%) se produce a partir de combustibles fósiles, en particular gas natural (metano) por medio de un proceso llamado reformado con vapor, en el que se mezcla el gas con vapor de agua a altas temperaturas [1]. Esta es la opción más barata, pero tiene una huella de carbono alta, puesto que no solo se produce hidrógeno, sino también CO2. Al hidrógeno producido a partir de fuentes fósiles se le conoce como hidrógeno gris. En este caso el “gris” tiene una connotación de sucio o contaminante.
Otra alternativa (actualmente más cara) para producir hidrógeno es a partir de la llamada electrólisis del agua. En este proceso se usa electricidad para separar el agua en sus dos componentes: oxígeno e hidrógeno [2]. La clave es que si la electricidad que se aplica al agua proviene de fuentes con una baja huella de carbono (energía solar, eólica, etc.), entonces habremos logrado reducir drásticamente la huella de carbono de la producción de hidrógeno. A esto se le conoce como hidrógeno verde. En este caso el “verde” tiene una connotación de limpio y ecológico.
De esta forma, los colores se usan como indicadores cualitativos de la huella de carbono asociada a la producción del hidrógeno. En un extremo del espectro está el hidrógeno gris, con la huella de carbono más alta, mientras que en el extremo opuesto está el hidrógeno verde. En el medio hay otros colores, como el azul, que denota un hidrógeno con una huella de carbono intermedia, en el que se utiliza el proceso de reformado con vapor, pero luego el CO2 resultante se atrapa y se almacena para que no salga a la atmosfera. Para una explicación más completa de los diferentes “colores” del hidrógeno, se puede revisar [3].
Hacia la economía del hidrógeno
La visión que tienen en mente varios grupos importantes a nivel mundial es que en una sociedad futura descarbonizada el hidrógeno verde tomará el papel que tienen actualmente los combustibles fósiles. Se usará este hidrógeno con baja huella de carbono en el transporte, procesos industriales, calefacción, almacenamiento de energía, etc. A esto se le conoce como la economía del hidrógeno [4]. También se podría usar otra sustancia derivada del hidrógeno que sea más fácilmente transportable. Por ejemplo, también se ha estado hablando de una posible economía del amoniaco [5]. Lo importante es que el material que se utilice para almacenar y transportar la energía tenga una huella de carbono baja.
Si en la sociedad actual los países “bendecidos” con yacimientos de combustibles fósiles gozan de enormes privilegios, en el futuro serán los países “bendecidos” con amplias fuentes de energía renovable barata los privilegiados. Bajo esta visión, en la futura economía del hidrógeno verde, un país como Costa Rica podría aprovechar su constante sol, generosos vientos, poderosos ríos y fuerte calor subterráneo para convertirse en una potencia exportadora de la nueva gran commodity: el hidrógeno verde. Países como Chile, con gran potencial solar y eólico, incluso ya han desarrollado estrategias nacionales para convertirse en futuras potencias exportadoras de hidrógeno verde [6]. En Costa Rica, recientemente una empresa internacional anunció su interés de instalar una planta de hidrógeno verde y ya firmó una carta de entendimiento con el ICE [7, 8].
¿Quiénes están promoviendo el hidrógeno verde y por qué?
La visión de la economía del hidrógeno verde se está discutiendo cada vez más en diversos sectores internacionales, incluidos gobiernos, agencias supranacionales, empresas privadas y think-tanks. Está siendo promovida apasionadamente de forma abierta y a veces encubierta por grandes compañías (particularmente petroleras) y organizaciones internacionales afines a los intereses de estas compañías como el World Economic Forum (WEF). Basta con hacer una búsqueda rápida en Google con las palabras clave “green hydrogen world economic forum” para ver las numerosas publicaciones que esta organización ha hecho con respecto a este tema solo en el último año. Las grandes compañías petroleras finalmente han reconocido abiertamente (aunque lo sabían desde un principio) que el cambio climático es un problema grave para la humanidad. También reconocen que los gobiernos del mundo se están moviendo (lentamente, pero a fin de cuentas moviendo) hacia la descarbonización. Lo que las grandes compañías quieren es lograr mantener, en el futuro descarbonizado, el poder económico que actualmente gozan. Para esto es necesario que la transformación energética no sea demasiado rápida (para que les dé tiempo de adaptarse sin sufrir muchas pérdidas) y, sobre todo, que no sea demasiado revolucionaria, en el sentido de que no se alteren las relaciones de poder actualmente existentes en el mercado. En particular, las grandes compañías no quieren perder sus millonarios activos de capital y pretenden reconvertir toda la infraestructura usada para el almacenamiento y transporte de petróleo para ser usada con hidrógeno. Para esto, están promoviendo una transición primero a hidrógeno azul (para que no sea demasiado rápida) y eventualmente a hidrógeno verde, siempre con la mira en utilizar la infraestructura existente [9].
Todo esto no quiere decir que el hidrógeno verde sea malo, irremediablemente perpetuador de las relaciones actuales de poder o que no sea una idea que Costa Rica deba considerar. Sin embargo, sí es crucial entender quienes lo están promoviendo y cuáles son sus intereses. La pregunta que debemos tratar de responder como sociedad es si, en este contexto, los intereses del pueblo de Costa Rica y, en general, los pueblos del Sur Global tienen espacio en esta visión de la economía del hidrógeno. La respuesta no es obvia a priori. Yo personalmente no tengo una respuesta final, pero sí algunas consideraciones.
¿Tiene sentido producir hidrógeno verde a gran escala en Costa Rica?
El hidrógeno verde que se produciría en Costa Rica podría consumirse en el mercado nacional o podría exportarse. A nivel nacional la prioridad es descarbonizar el transporte. Como bien lo ha apuntado el Plan Nacional de Descarbonización [10] y otros reportes, el sector transporte es el que produce mayores emisiones en Costa Rica. Por lo tanto, es imperativo sustituir los combustibles fósiles en este sector.
Resulta útil clasificar el transporte en dos grandes grupos: terrestre y de otro tipo (marítimo, aéreo). Para el transporte terrestre, ya ha sido ampliamente documentado que el hidrógeno (incluso el verde) está lejos de ser la mejor opción [11]. Es más efectivo electrificar el transporte; es decir, usar la electricidad para movilizar el vehículo directamente (en el caso de un tren eléctrico, por ejemplo) o para cargar una batería que luego va a ser usada para proveer la electricidad para movilizar el vehículo (en el caso de buses, carros, motos eléctricas, por ejemplo). Resulta sumamente ineficiente utilizar esta electricidad para generar hidrógeno, almacenarlo, transportarlo y luego quemarlo en un vehículo en vez de usar la electricidad directamente para impulsar el vehículo. En el pasado algunas personas en el país han sugerido producir hidrógeno verde para descarbonizar la flotilla vehicular. Esto sería extremadamente ineficiente e innecesariamente costoso.
Por otro lado, a diferencia del transporte terrestre, el transporte marítimo y aéreo, es sumamente difícil de electrificar. Se pueden electrificar pequeñas embarcaciones y aeronaves usando las mismas baterías que usaría un carro eléctrico [12]. Sin embargo, no es viable electrificar grandes buques transoceánicos o grandes jets porque las baterías necesarias serían prohibitivamente grandes [13]. Lo mismo ocurre con vehículos pesados para transporte terrestre, como algunos camiones. En este caso sí tiene sentido considerar el hidrógeno verde como una opción. También tiene sentido considerar el hidrógeno verde como sustituto de combustibles fósiles en procesos industriales. El papel de este tipo de industria en la economía costarricense es muy pequeño, por lo que este sería hidrógeno que probablemente se exportaría. Sin embargo, también es posible que el acceso a hidrógeno verde barato sirva para impulsar este tipo de industria en el país. En todo caso, lo cierto es que en un mundo post-fósil probablemente habrá mucha demanda internacional por hidrógeno verde para ser exportado desde un país con amplias fuentes de energía renovable como Costa Rica.
El siguiente paso sería cuantificar de forma precisa y completa cuál será el impacto ecológico y social de los posibles grandes proyectos de producción de hidrógeno verde. Incluso el hidrógeno verde tiene una huella de carbono y una huella material asociadas. Es imprescindible responder: ¿Cuál será la huella de carbono de los materiales necesarios para producir los equipos? Por ahora, en términos de electricidad, Costa Rica se encuentra en una posición privilegiada dado que la demanda eléctrica es considerablemente inferior a la capacidad de generación. En este escenario es fácil imaginar esta capacidad extra siendo aprovechada para producir hidrógeno verde. Pero cuando la demanda alcance la capacidad instalada, ¿se aumentará la capacidad instalada? ¿Cuáles serán las fuentes de electricidad para producir el hidrógeno? ¿Serán sobre todo fuentes hídricas? Está bien documentado que la hidroelectricidad no es limpia en un sentido amplio, aunque sea renovable y su huella de carbono no sea tan alta como otras fuentes [14, 15]. ¿Será energía solar y eólica? ¿Serán plantas del ICE o plantas privadas? También está bien documentado que la generación privada le ha costado caro al ICE y al pueblo de Costa Rica [16]. ¿Dónde se construirán los proyectos de producción de hidrógeno verde? ¿Tomará la batuta el ICE, RECOPE y otras instituciones públicas o serán iniciativas de empresas transnacionales o quizás sociedades público-privada? Todas estas son preguntas cruciales que deben ser exploradas de forma seria, transparente y democrática.
También es importante considerar que existen otras opciones para producir combustibles para transporte marítimo y aéreo y para la industria pesada. Una alternativa muy interesante son los biocombustibles; es decir, combustibles derivados de sistemas biológicos, en particular plantas. Dependiendo de la región geográfica los biocombustibles pueden tener más sentido que el hidrógeno verde. Por ejemplo, si quisiéramos sustituir el diesel usado en los grandes buques transoceánicos, en los países nórdicos, con poco sol, pero bastante viento y buen recurso hídrico, tiene más sentido producir hidrógeno verde que producir biodiesel a partir de palma aceitera (que ni siquiera crece a esas latitudes). Por otro lado, en un país tropical como Costa Rica, con mucho sol todo el año, puede tener más sentido producir biodiesel a partir de palma aceitera u otro cultivo. Resulta interesante que desde los grandes centros de poder mundial se esté hablando tanto de hidrógeno verde y no tanto de biocombustibles, pero un país tropical como Brasil ha implementado durante décadas programas de biocombustibles muy exitosos que le ha permitido lograr un nivel considerable de descarbonización y un alto grado de soberanía energética [17].
Por otro lado, está bien documentado que los biocombustibles pueden tener un impacto social y ecológico considerablemente negativo [18] y es necesario, en el caso particular de Costa Rica, cuantificarlo y contrastarlo con el impacto del hidrógeno verde. También se requiere de ciencia: investigación en cultivos más eficientes para producir biocombustibles y en otros procesos para generar biomateriales. En última instancia, la pregunta de si los biocombustibles son una mejor opción que el hidrógeno verde no ha sido respondida de forma contundente a nivel global y dependerá de las condiciones de cada región en particular. Esta es una pregunta de carácter empírico que solo una evaluación basada en la evidencia científica puede responder.
El calentamiento global como un problema mayoritariamente político-económico y la necesidad de nuevas formas de organización social
Finalmente, en contraste con la forma como usualmente se presenta en buena parte de los medios de comunicación y campañas políticas, el cambio climático es un problema primordialmente de carácter político-económico y no técnico. Si bien el abordaje técnico es imprescindible y se necesita mucha investigación científica, desarrollo tecnológico y construcción de infraestructura para lograr una descarbonización completa, el aspecto político-económico tiene un peso mayor [19].
El grueso del calentamiento global está siendo causado por el consumo excesivo en los países del Norte Global (así como las élites económicas en otras partes del mundo) [20]. Estas emisiones están íntimamente ligadas al extractivismo y a relaciones comerciales de carácter neocolonial, puesto que los niveles altísimos de consumo se sostienen por una transferencia de recursos a muy bajo precio del Sur Global al Norte Global, así como una mano de obra sumamente barata en los países del Sur Global enfocada en producir bienes consumidos sobre todo en el Norte Global. Es decir, el calentamiento global es una criatura de las relaciones de poder capitalistas a escala planetaria [21] y es crucial politizar la descarbonización [22].
Esto, en cierto modo, es una buena noticia, porque significa que en vez de estar desconectadas o, aún peor, ser contradictorias, la lucha contra el cambio climático y la lucha contra la desigualdad y por la construcción de relaciones más equitativas entre los pueblos están completamente alineadas. Por lo tanto, el abordaje técnico tiene necesariamente que ir de la mano con el abordaje político-económico.
Para lograr esto, se necesitan tomar varias medidas. En primer lugar, es imprescindible reducir los niveles de consumo ecológicamente insostenibles, particularmente en los países del Norte Global [23]. Será mucho más fácil descarbonizar una economía más reducida que una economía en perpetuo crecimiento innecesario. Discuto tres ejemplos para ilustrar cómo un abordaje meramente técnico es insuficiente si no se complementa con un abordaje político-económico que promueva la reducción en el consumo:
En el sector transporte: es necesario implementar medidas que desincentiven el transporte privado motorizado (carros) y más bien incentiven el transporte colectivo (trenes, buses) y no motorizado (bicicletas). Esto hará que lograr una electrificación (y por lo tanto descarbonización) sea mucho más fácil y barato. Además, la huella de carbono y huella material de un esquema basado en transporte colectivo serán menores que las de uno basado en transporte privado, aunque ambos sean totalmente electrificados, porque la producción de carros y baterías requiere de energía y materiales [24]. De este modo, el abordaje técnico (electrificación) se complementaría con el abordaje político-económico-social (promoción del transporte colectivo)
En el sector agrícola: se necesita promover el uso de fertilizantes orgánicos producidos a partir de compost como sustituto de fertilizantes sintéticos. Como se mencionó en una de las secciones anteriores, uno de los usos industriales más importantes del hidrógeno es en la síntesis de amoniaco, que a su vez se usa para producir fertilizantes sintéticos. La huella de carbono de estos fertilizantes es enorme. Entonces, si bien el abordaje técnico es crucial (usar hidrógeno verde en vez de gris en la síntesis del amoniaco), es igual o incluso más importante un abordaje más holístico y cuestionar la necesidad de producir la enorme cantidad de fertilizante sintético que se produce actualmente. Está bien documentado que una agricultura basada en fertilizantes orgánicos a partir de compost, aunque de rendimientos ligeramente menores, es totalmente viable y más sostenible en el largo plazo [25]. Este abordaje beneficiaría particularmente a un país como Costa Rica que importa la totalidad de sus fertilizantes, lo que lo deja a merced de eventos a nivel internacional fuera de su control [26].
Aunque este ejemplo no aplica a Costa Rica, es pertinente para muchos países con inviernos fríos. En el sector vivienda: es necesario promover la construcción de edificios de apartamentos (en los que el calor escapa más lentamente) en vez de casas individuales (en las que el calor escapa más rápidamente). De nuevo, el abordaje técnico (uso de hidrógeno u otro combustible con baja huella de carbono para calefacción o uso de bombas de calor) necesariamente tiene que complementarse con un abordaje más holístico que permita una reducción en el consumo mediante un cambio en ciertas prácticas sociales.
Por lo tanto, se necesita un compromiso por parte de los gobiernos, sobre todo los de los países del Norte Global, donde el consumo es particularmente alto, de promover prácticas que reduzcan drásticamente el consumo material y energético. Un primer paso, insuficiente pero necesario, sería implementar impuestos altamente progresivos, como un impuesto a la riqueza, para reducir el poder adquisitivo de los grupos más ricos de la sociedad, quienes tienen niveles de consumo y huellas de carbono ecológicamente insostenibles [27]. Esto no solo hará la parte técnica de la descarbonización más fácil, sino que también ayudará a crear sociedades más justas, al reducir la concentración de poder económico y político.
Por otra parte, para países del Sur Global como Costa Rica, vale la pena preguntarse por qué, en última instancia, se querría exportar hidrógeno verde. La respuesta parece ser porque en general no tenemos mucho dinero y necesitamos dólares para importar bienes que no producimos acá. Eso está bien, pero entonces en paralelo se debería implementar un programa ambicioso de sustitución de importaciones, para lograr producir localmente muchos de los bienes que importamos, especialmente los de importancia estratégica, como alimentos, productos médicos como vacunas, etc. [28]. Es decir, debemos construir lo que generalmente se conoce como soberanía alimentaria y tecnológica. Además, la dinámica actual a nivel global es que los países pobres tienden a exportar productos de bajo valor añadido (como materias primas), así como productos y servicios no esenciales (café, turismo, etc.) a bajo precio, muchas veces con un alto costo ambiental, y tienden a importar productos de alto valor añadido a un mayor precio (vacunas, productos electrónicos, etc.). Esta dinámica asimétrica perpetúa una dependencia terrible y es precisamente lo que permite la extracción multi-billonaria de recursos del Sur Global por parte del Norte Global y su consumo ecológicamente insostenible [29]. Claramente, como sociedad global debemos acabar con esta dinámica. Si en el futuro el hidrógeno verde tomara el papel que tiene actualmente el petróleo, ¿se habrá acabado con esta dinámica o se mantendrá, pero con otro producto?
Para poder garantizar prosperidad sostenible para sus poblaciones, Costa Rica y los países del Sur Global tienen que construir economías descarbonizadas, pero también resilientes. Tienen que construir soberanías o agencias alimentarias, energéticas, tecnológicas y monetarias [30]; es decir, construir la capacidad de producir alimentos (incluidos sus insumos como fertilizantes) [31], energía, tecnologías cruciales (como vacunas) localmente, así como disminuir y eventualmente eliminar las deudas pública y privada en monedas extranjeras [32]. Esto dotaría al país de una enorme resiliencia y protegería a la población de los efectos perjudiciales del aumento en los precios internacionales de productos esenciales que importamos, como está ocurriendo actualmente [33]. Además, tienen que librarse de la dinámica de exportación de materias primas a bajo precio e importación de productos de alto valor añadido a alto precio, así como formar alianzas Sur-Sur que les permitan avanzar estos proyectos [34]. La pregunta que nos toca responder es si es posible encajar la promesa del hidrógeno verde dentro de esta visión de un mundo más equitativo, próspero, sostenible y resiliente.
La electrólisis del agua a pequeña escala es un experimento lo suficientemente sencillo como para hacerlo en la casa y se realiza en los cursos introductorios de Química.
[19] No pretendo tampoco subvalorar la importancia del aspecto técnico en la lucha contra el cambio climático. De hecho, en dos ocasiones he impartido un curso en la Escuela de Química enfocado en la Química de la Descarbonización, en el que precisamente nos enfocamos en toda la investigación científica y tecnológica asociada a la descarbonización: nuevos materiales para celdas solares, nuevos diseños para baterías, nuevos procesos para producción de biocombustibles, transmisión de electricidad eficiente, energía nuclear segura, hidrógeno verde, descarbonización de procesos químicos como producción de amoniaco, cemento, asfalto y acero, etc.
[24] La huella material y la huella de carbono asociadas a la minería de los componentes necesarios para producir vehículos eléctricos (litio, cobalto, etc.) aún no ha sido cuantificada de forma completa y exacta. Sería ingenuo pensar que sustituir todos los vehículos privados de combustión por vehículos eléctricos de baterías sin promover la colectivización del transporte es ecológicamente sostenible.
[26] De hecho, en los últimos meses el precio de los fertilizantes sintéticos ha aumentado considerablemente por el aumento del precio internacional del gas natural (necesario para producir hidrógeno gris). Esto ha impactado negativamente a pequeños agricultores, que han visto los precios de los fertilizantes sintéticos duplicarse y hasta triplicarse. Un programa nacional de agroecología evitaría este tipo de eventos inflacionarios perjudiciales para los agricultores y en última instancia toda la sociedad, al dotar al país de mayor resiliencia.
SOLICITUD A LAS Y LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA DE COSTA RICA, PARA QUE FIRMEN SU COMPROMISO DE ADOPTAR ACCIONES CONCRETAS PARA LA MITIGACIÓN Y ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO EN CASO DE LLEGAR A SER ELEGIDOS COMO PRESIDENTES.
Las agrupaciones: Proyecto de Gobernanza sobre Cambio Climático de CR, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Red de Juventudes y Cambio Climático de Costa Rica, Fundación para el Desarrollo del Capital Ambiental, Asociación Regional por la Transformación Social y Ecológica ARTES-Justeco, Fridays for Future Costa Rica, miembros del Foro de Gobernanza y Derechos Climáticos y la agrupación de sociedad civil Madre Tierra, hacen un respetuoso llamado a estampar su firma, para contar con su compromiso de adoptar acciones concretas para la mitigación y adaptación al cambio climático, en caso de llegar a ser elegidos como presidentes de la República de Costa Rica.
Estas organizaciones tienen como objetivo principal, luchar por el desarrollo humano sostenible y sustentable con el ambiente y la Naturaleza, conscientes, de que las acciones del ser humano tienen un impacto importante sobre la vida en la tierra.
En una investigación, sobre los nueve sistemas o procesos fundamentales para evitar un cambio ambiental inaceptable en la Tierra, (Rockström et al. 2013), sus autores encontraron, que ya tres de estos sistemas han transgredido el “espacio de operación seguro”, en otras palabras, el límite planetario seguro para la vida como la conocemos. Estos tres sistemas o procesos son: el cambio climático, la tasa de pérdida de biodiversidad y la interferencia con el ciclo de nitrógeno, este último tiene que ver con la producción primaria realizada por las plantas y su respectiva descomposición.
En su Sexto Informe de Evaluación sobre el Cambio Climático y sus Bases Físicas- Científicas, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (ONU) identifica, sin lugar a dudas, a las actividades humanas, y particularmente a las que emiten gases de efecto invernadero, en especial el dióxido de carbono (CO2), como las principales responsables del cambio climático (IPCC 2021).
El informe es contundente al indicar que el cambio climático es generalizado, rápido e intenso y enfatiza que el momento de actuar es ahora. Las consecuencias del cambio climático van mucho más allá del calentamiento global de 1,5° C a 2° C proyectados para las próximas décadas. El cambio climático traerá alteraciones en el ciclo del agua, los patrones de lluvia y eventos climáticos extremos como huracanes y tormentas, afectando poblaciones humanas, cultivos y animales de producción.
Habrá un aumento en el nivel del mar, lo que generará inundaciones más frecuentes en zonas costeras, con el consecuente desplazamiento de muchas personas que habitan en estas áreas. En el océano ya se están dando alteraciones en el nivel de acidez del agua y la concentración de oxígeno, lo que afecta la vida marina de la cual dependen muchos seres humanos. Asimismo, se amplificará el deshielo del permafrost y la pérdida de la capa de nieve estacional y el derretimiento de los glaciares.
Todos estos cambios tendrán efectos negativos directos en los seres humanos, afectando sus modos de vida y la economía en general, desplazando personas, aumentando la migración sin planificación y acrecentando los niveles de pobreza. Se suma a estos la afectación al resto de vida en la tierra, como la extinción de especies y la consecuente pérdida de biodiversidad y la disminución de la resiliencia de los ecosistemas en general.
Las consecuencias de ignorar esta situación y no tomar acciones urgentes y contundentes podrían ser devastadoras. El Informe indica que la intensidad de estos cambios y sus consecuencias dependen de nuestras acciones inmediatas.
Como seres humanos, somos la única especie que tiene la capacidad de cambiar su ambiente. Tenemos el compromiso social y moral de tomar acciones urgentes para procurar disminuir los efectos del cambio climático.
Preocupados por esta alarmante situación las organizaciones arriba consignadas, proponen una serie de acciones concretas para la mitigación y adaptación al cambio climático, que el candidato o candidata que asuma la Presidencia de la República (2022-2026) puede impulsar mediante políticas y proyectos dentro de su plan de gobierno:
Alcanzar la Carbono neutralidad (cero emisiones netas de CO2) para el año 2050 siguiendo el Plan de Descarbonización 2018-2050.
Limitar la emisión de otros gases efecto invernadero, principalmente el metano.
Disminuir la pérdida de biodiversidad.
Garantizar la protección de los bosques y procurar el aumento de la cobertura forestal, especialmente con proyectos que beneficien a las personas que conservan estos bosques fortaleciendo programas como el Pago por Servicios Ambientales.
Disminuir el uso de pesticidas en la agricultura.
Promover el desarrollo y uso de tecnologías que reduzcan o eliminen la emisión de gases de efecto invernadero.
Promover la electrificación del transporte público y privado y trabajar para que el transporte público sea eficiente y moderno.
Dado que muchos efectos del cambio climático han empezado ya y se acrecentarán en los próximos años, es importante prever y planear acciones de mitigación, en especial para los sectores de la población más vulnerables.
Fortalecer un sistema de medición de los resultados de las acciones tomadas para disminuir los efectos del cambio climático.
Garantizar que los ministerios y otras entidades públicas y privadas adopten el Plan de Descarbonización y lo usen como guía para su planificación estratégica.
En mi calidad de candidato (a) a la Presidencia de la República de Costa Rica, para las próximas elecciones a celebrarse en el mes de febrero de 2022,
Yo,cédularepresentantedel partidome comprometo a incorporar a mi plan de gobierno 2022-2026, las acciones citadas en esta carta abierta e impulsar políticas públicas, programas, proyectos y estrategias prospectivas, que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático, disminuir los factores que lo causan y facilitar la adaptación de los costarricenses a los efectos de este reto mundial.