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Etiqueta: geopolítica

¿Qué pasa hoy en Cuba? En Alternativas

Panel especializado analiza la coyuntura cubana

El programa Alternativas dedicará su transmisión del 21 de noviembre de 2025, a partir de las 6:00 p.m. (hora de Costa Rica, -6 UTC), a un tema de relevancia regional: la situación actual de Cuba, desde perspectivas políticas, geopolíticas, comunicacionales y diplomáticas.

El espacio contará con un panel de especialistas con amplia experiencia en análisis internacional, comunicación social y relaciones exteriores, quienes compartirán interpretaciones y claves para comprender el momento que vive la isla.

Panel invitado

Martín Chinchilla Castro
Periodista y comunicador social. Conferencista. Expresidente del Colegio de Periodistas de Costa Rica.

Rafael Ángel Ugalde Quirós
Licenciado en Derecho y notario público. Comunicólogo y periodista (UCR).
Con 45 años de experiencia profesional.
Analista de la Red Mundial Antimperialista. Estudia Filosofía, Música y Geopolítica del Petróleo.

Alejandro Arguedas Sibaja
Comunicólogo, periodista y productor audiovisual.
Miembro de la Comisión Política del Partido Vanguardia Popular y del Movimiento de Solidaridad de Amor por Cuba.

Eric Valdés Martínez
Licenciado en Derecho y Máster en Relaciones Internacionales.
Más de 50 años en el servicio exterior de la República de Cuba, cumpliendo misiones en diversos países. Jefe de Misión de Cuba en Costa Rica.

Transmisión en vivo

El programa podrá seguirse en las plataformas habituales de Alternativas:
Facebook Live, YouTube y Spotify.

Emisoras amigas

  • Guanacaste 106.1 FM

  • Radio Soberanía

  • Radio Revolución

  • 506 Ondas Alajuela Radio

  • 97.3 FM Voces Libertarias

Los aportes (no deseados) del camarada Trump al mundo y al continente

Miguel Sobrado

Entró al gobierno de los EEUU como un toro a la plaza, disparando aranceles para todo lado y demandando territorios ajenos como Groenlandia y el canal de Panamá, actuando con prepotencia, como si fuera el Rey del planeta y el mundo continuara siendo unipolar.

Emprendió un conflicto con China y los BRICS, al mismo tiempo que amenazó a Europa, Canadá, Japón, Corea, gran parte de Asia y toda América Latina con aranceles y sanciones. Desplazó una flota al Caribe contra Venezuela y apoyó militarmente a Israel en el genocidio a cielo abierto, sin tapujos, de Gaza proponiendo hacer un resort vacacional en su territorio ante la opinión pública mundial.
Lo único que tiene algún sentido positivo han sido sus intentos de parar el conflicto en Ucrania, buscando separar a Rusia de China.

En América Latina, las amenazas si bien han logrado doblegar los espinazos de Milei de Argentina, Novoa de Ecuador, Peña de Paraguay y Mulino de Panamá, ha creado una reacción de México, Colombia, Brasil, Chile y Uruguay contra la pretensión de intervenir militarmente en el Caribe, que le han obligado a repensar esta acción.

En los Estados Unidos la persecución y encarcelamiento de migrantes ha creado procesos de pánico y reacciones de organización política que están cambiando el panorama, tanto en los procesos electorales de las alcaldías, como en la conciencia e identidad de estos. Muchos grupos especialmente latinoamericanos, que venían asimilando la cultura norteamericana, en el sentido más amplio incluyendo los prejuicios raciales que valoraba negativamente su identidad, recibieron un shock al ser perseguidos por el color de piel o su idioma por la policía de migración (ICE). En otros casos, el clima creado por el gobierno de Trump que identifica migrante con delincuente, ha provocado incluso asesinatos como el de la guatemalteca María Florinda Ríos de 32 años y madre de 4 niños, que tenía un año de haber llegado en búsqueda del sueño americano, en el condado de Bone en el Estado de Indianápolis, cuando llegó a hacer la limpieza en una casa y el dueño le disparó desde el otro lado de la puerta antes de que tocara.

Tan grave ha sido el atropello racista contra los latinos, que los indígenas norteamericanos se han movilizado en solidaridad, bajo el lema de que nadie es extraño en tierra robada.

Trump no solo ha irrumpido con torpeza en un mundo multipolar donde ha cambiado la correlación de fuerzas, que él todavía no reconoce, y sigue actuando como Emperador, aunque empieza a sentir el resquebrajamiento. Los valores de democracia y derechos humanos que eran parte importante del estandarte ideológico norteamericano han perdido legitimidad frente al genocidio y limpieza étnica descarada en Gaza, provocando protestas multitudinarias en todo el mundo.

En estas nuevas condiciones las cosas han empezado a dar vueltas. Las transacciones financieras internacionales, ya no depende solo del sistema Swift, manejado por los Estados Unidos y que le permitía establecer sanciones, sino de los sistemas de intercambio de los BRICS.

Tampoco puede EEUU enviar armamento a Taiwán que es parte de la China, sin que Rusia o China alimenten con misiles a Venezuela en su patio trasero.

El modelo de desarrollo con bienestar que configuraba el sueño americano ha cedido espacio en el mundo por la debilidades internas en el crecimiento de la pobreza y la falta de oportunidades, a China, Japón y los países nórdicos.

Al interior del país las cosas para Trump han empezado a resquebrajarse con los resultados electorales en las alcaldías más importantes del país.

Estamos en el declive de una potencia. Como todo declive, es un período de peligros, pero al mismo tiempo de cambios profundos y esperanzas.

En nuestra América las convulsiones serán muy fuertes porque el reordenamiento va a afectar profundas estructuras de poder clientelista internas que han permitido la incubación del narco tráfico.

Como se pueden apreciar los efectos de las políticas de Trump que pretendían combatir la izquierda han hecho todo lo contrario, tanto en Latinoamérica donde ha despertado el sentimiento nacionalista y patriótico como en el mundo donde ha despertado protestas organizadas progresistas sin precedentes.

Charla: La guerra proxy en Ucrania de la geopolítica unipolar

Por Miguel Alvarado

El 11 de noviembre del 2025, en el marco de las actividades del 25 Aniversario de la Cátedra José Martí de la Universidad de Costa Rica, en la Sede del Pacífico, se llevó a cabo la charla: “La guerra proxy en Ucrania de la geopolítica unipolar”. En la exposición participaron el Dr. Serguey Krutko, en representación de la comunidad rusa en Costa Rica, el Ing. José Luis Callaci y el máster Miguel Alvarado, profesionales egresados de la ex Unión Soviética. La actividad contó con una valiosa asistencia de estudiantes y docentes de la Sede del Pacífico, quienes acogieron con gran interés la temática expuesta, interviniendo con acotaciones y preguntas que enriquecieron los contenidos de la plática.

Entre los asuntos que se abordaron en la exposición se encuentran los orígenes y las premisas históricas que influyeron en el contexto actual del conflicto en Ucrania. Se hizo énfasis en las consecuencias devastadoras que tuvo para Ucrania el golpe de Estado del 2014 (conocido como el Euromaidán, patrocinado por los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN), golpe de Estado que derrocó el gobierno legítimamente electo e instaló un régimen que, en contubernio con grupos ultranacionalistas de inclinación nazi, implementó una persecución social, cultural, idiomática, religiosa contra la población de origen ruso en todo el país.

Además, se argumentó con profundidad por qué es un error considerar la confrontación bélica únicamente entre Ucrania y la Federación Rusa. En este sentido, se presentó una narración secuencial de los hechos que explicaban cómo el Occidente colectivo planificó y organizó con años de anticipación la estrategia de guerra híbrida (sanciones, rusofobia, fake news, etcétera) contra la Federación de Rusia. Igualmente se señaló la participación directa del Occidente colectivo en la preparación y abastecimiento militar del ejército ucraniano para reprimir y aniquilar a la población rusoparlante, en particular en la región del Donbás. Se subrayó los esfuerzos reiterados de la Federación de Rusia en resolver el conflicto por la vía pacífica y diplomática. También se destacó su afán para llegar a los acuerdos de Minsk I y II, que lamentablemente, ni el gobierno de Ucrania ni los países de la OTAN, estaban interesados en cumplirlos. En la exposición se examinaron tanto el contexto de violencia ejercido por las políticas rusofóbicas de la junta de Kiev, contra la población civil de las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, como la necesidad de la Federación de Rusia de reconocer a estas repúblicas para salvaguardar la vida de sus poblaciones y la obligada intervención de la Operación Especial Militar. Ante la sistemática agresión ucraniana contra las poblaciones de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, la ciudadanía de estas cuatro regiones, en referéndum y acorde al derecho internacional, votó por adherirse a la Federación de Rusia.

A la prolongación del conflicto se suma la negativa de la junta de Kiev a aceptar los derechos y la soberanía de estas poblaciones y la independencia de sus respectivos territorios. Asimismo, se puso en evidencia cómo la hostilidad se ha visto avivada por líderes europeos que, con sed de guerra, atizan y elevan cada vez más la escalada militar. En cambio, la actitud y el compromiso de la Federación de Rusia han sido establecer el diálogo y encontrar una solución pacífica al conflicto que garantice una resolución verdadera y permanente.

Al final de la exposición, se reflexionó sobre cómo el conflicto en Ucrania está entrelazado con la actual coyuntura geopolítica, que transita de un mundo unipolar a uno multipolar. En fin, la guerra proxy en Ucrania (una guerra por encargo de los países belicistas de la OTAN), es la expresión de la civilización occidental en decadencia, de su economía en crisis y sus aspiraciones de una política de guerra, con la cual, pretende conservar el viejo orden internacional del saqueo colonial e imperialista (cada vez más obsoleto). Por el contrario, el mundo multipolar, conformado por un conjunto de países emergentes, tiene como punto de partida el respeto a la soberanía e independencia de los pueblos.

Europa hace navegar sus renovadas carabelas hasta América

Rafael A. Ugalde Quirós
Periodista, abogado y notario por la U.C.R.

Cuando dentro de dos años, la anfitriona Bruselas, pronuncie la clásica «Soyez les bienvenus chers délégués« en la V Cumbre de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC – UE), la bienvenida a lo mejor ya haya diferenciado el significado profundo en todos los idiomas entre “sumisión” y “colaboración” y así, entonces, los liderazgos de la región corran mejor suerte.

La extensa resolución final de la IV Cumbre regional y el viejo continente reflejó, por un lado, una visión de sociedad propia y tradicional de quienes defienden el llamado “capitalismo bueno”, gracias a “izquierdas democráticas” “socialismo de consensos”, “frentismos populares”, “coaliciones democráticas” etc., de marcado acervo socialdemócrata y reformista, con un excelente discurso disfrazado de “progresismo” conforme ordena el último grito de moda.

Las discusiones, por otra parte, presentes dentro de la IV Cumbre en Santa Marta, nos dejó la evidencia de una concepción diametralmente opuesta a la anterior, que cree superable el concepto tradicional de democracia como sinónimo de llamar solo a votar en ciertas fechas, encaminada a transformar el modelo con la incorporación activamente de la población en la defensa de las soberanías nacionales y la construcción del sistema de producción y sus relaciones para que, cualquier desarrollo alcanzado, se considere bien de toda la colectividad, por encima de cualquier oferta y demanda.

Se diferencian además de la primera tesis en que establecen con notoria claridad cómo el reformismo resultó en las últimas décadas un aliado incondicional de la Europa profundamente fragmentada y las plutocracias regionales decrépitas, incapaces de levantar proyectos independientes y soberanos, en relación con Estados Unidos y el viejo continente.

Se parecen, pero son como el aceite y el vinagre. Para los primeros es cuestión de “ajustar” y “focalizar” los problemas lógicos derivados de las bondades del ese capitalismo, para que nada o muy pocas alteraciones del sistema haya, al mejor estilo de Max Webber; para los segundos, en cambio, la democracia es más que elecciones cada cierto tiempo, porque creen que cualquier transformación política y económica corre a cargo de las mayorías y son, en última instancia los trabajadores quienes revolucionan toda realidad social.

Así, en Santa Marta estuvieron además sumamente activos un tercer grupo que por ningún motivo se debe perder de vista en los años venideros. Fueron quienes rechazaron a Nuestra América como zona de paz, aplaudieron las exclusiones de naciones en razón del color de la piel, gobierno, asuntos de género, despolitización de los derechos humanos, creen sin tapujos que la plaga del narcotráfico y el terrorismo basta combatirlo a bombazos y aplicación de la pena de muerte generalizada. Son los países cuyos delegados están matriculados con la nueva versión del nazifascismo-sionismo. Son, en síntesis, quienes toda su existencia depende de las órdenes dadas desde Estados Unidos y esperan que la UE tenga éxitos conjuntamente en la nueva aventura de recolonización.

Por último, no hay que perder de vista que en Santa Marta hubo una numerosa delegación de segundo nivel de Europa Comunitaria – pues de peso solo estuvo el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y los primeros ministros de Portugal, Luis Montenegro – que dio cátedra sobre cómo funcionan las nuevas leyes de los imperios.

Foto presidencia de la república de Colombia.

Un grupo de segundones de la UE que conocía el oficio al dedillo y se llevó en banda a quien pestañó.

La declaración final incluyó varios párrafos con términos cómo “colaboración”, “multilateralismo”, “democracia”, “elecciones creíbles”, obviamente como una concesión de la región para que Europa Occidental conserve el monopolio de decir qué comicios son válidos y qué gobierno deben reconocerse en sus antiguas colonias.

Esta versión sesgada a favor de los intereses de las naciones integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) produjo un intenso debate al interior del encuentro, confirmaron a la prensa local varios diplomáticos acreditados durante el encuentro.

Aunque los europeos lograron imponer contra todos los pronósticos sus intereses, junto a los de Estados Unidos -que no necesitó estar presente, pues tuvo excelentes peones –, la guerra de la OTAN en Ucrania contra la Federación de Rusia produjo el mayor cisma dentro de la cita, que se prolongó más allá del conclave.

El canciller nicaragüense, Denis Moncada Colindres, al terminó de la cita, contó que Nicaragua se apartó de la llamada “Declaración de Santa Marta” por un asunto de principios. “La posición del Gobierno de Nicaragua es clara: No aceptamos y debe ser excluido, eliminado el párrafo que hace referencia a Ucrania”, expresó. De esa manera, precisó a la prensa, hubo consenso para que se aprobara la Declaración de la Cumbre, de lo contrario el pronunciamiento final no sería aprobado. Se refería a que los acuerdos de la CELAC se adoptan por consenso entre sus miembros; cuando hay un desacuerdo se permite acompañar la declaración final con el documento en el cual el país deja constando sus diferencias.

La declaración final, fue suscrita por 58 de los 60 países participantes en la cumbre. Nicaragua y Venezuela se “disociaron” del conjunto del documento, por lo tanto, se promulgaron tres documentos, que ponen en evidencia que el “trato igualitario” tan invocado durante este importante encuentro estuvo lejos de la realidad diplomática.

Para la Europa civilizatoria esta cumbre en tierras latinoamericanas y caribeñas significaba una especie de “luz al final del túnel”, pues es la oportunidad de relanzar más de 500 años de vinculación con la región, dado el complicado tablero geopolítico y el innegable error de cálculo cometido por sus lideres, en relación con el conflicto en Ucrania.

Los principales voceros de la UE reconocen que su economía pasa por problemas para competir con China, sus arsenales de armas están casi vacíos, porque no paró en abastecer a Ucrania, en tanto se obligó a subir de 2 % a 5% el presupuesto para la compra de armamento procedente de Estados Unidos. Y Europa occidental vive de los réditos producidos por los despojos llevados a cabo en América, Asia y África, por eso se acostumbró a transformar materias primas que ahora se les dificulta su obtención.

Por eso, pensando en materias primas, no dudó en escalar un conflicto armado entre Rusia y Ucrania – dos países entre familiarizados y fuera de la OTAN, pensando que con 12 mil sanciones a Moscú pondría de rodilla a Putin y quedaría libre así el acceso a la codiciada zona de Eurasia, rica en enormes cantidades de gas, petróleo, cobalto, oro, uranio, hierro, tierras raras, maderas, precisamente materias requeridas por la plutocracia occidental para sus cadenas de suministros.

No hubo ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, los europeos no se llevaron de América Latina y el Caribe la totalidad de muchas de esas materias primas requeridas ahora con urgencia para enfrentar el paso arrollador del dragón chino por el mundo.

Se trata, pues, una vez puesta en contexto la terminología diplomática de la Carta de Santa Marta, de un “multilateralismo” encaminado a entregar las materias primas de la región no solo a los Estados Unidos, sino además a los europeos que, como bloque, ambos defenderán esta parte del mundo como su área exclusiva de dominio contra el surgimiento de nuevos frentes económicos, políticos y de desarrollo socioeconómico en el cambiante tablero geopolítico.

Naciones como Costa Rica, Panamá, El Salvador y Trinidad y Tobago, aunque refrendaron la declaración final de esta Cumbre, presentaron objeciones concretas a los párrafos 10, 18 y 47 de la Carta de Santa Marta relacionados con la cooperación en acción climática y protección del medio ambiente (Párrafo 10), el compromiso con la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo (Párrafo 18), y la cooperación en gestión migratoria (Párrafo 47).

Según reveló el vicecanciller colombiano, Mauricio Jaramillo, una vez terminada la cita de Santa Marta, esta estuvo marcada por profundas diferencias y desacuerdos.

Con antelación a esta IV Cumbre CELAC-UE había fracasado el X encuentro denominado de las Américas con la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela por órdenes expresas de Estados Unidos y decisión de la Organización de Estados Americanos.

Jaramillo seguidamente amplió detalles revelando que la declaración conjunta de todos los miembros fue resultado de una negociación muy difícil entre 60 delegaciones.

Agregó que, Nicaragua optó por no respaldar el documento completo, mientras agradeció el gesto diplomático de Venezuela de retirarse de la declaración final y evitar así dar al traste con la cumbre, por mantenerse la visión sobre la guerra ucraniana.

Sin embargo, pese al innegable boicot contra esta cumbre por parte de Estados Unidos, en complicidad abierta con los altos cargos de la UE, el presidente colombiano “salvó” a su manera este difícil encuentro en puntos específicos, como el bloqueo comercial y económico contra Cuba y la situación de Palestina, aunque no logró un pronunciamiento concreto a favor de la necesidad de reconocer un Estado palestino con todas las garantías dadas por el Derecho Internacional.

Bruno Rodríguez Parrilla, ministro cubano de Relaciones Exteriores, destacó en la red X el llamado de la Carta de Santa Marta contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos a Cuba desde hace 61 años. Asimismo, subrayó la oposición regional a leyes y reglamentos con efectos extraterritoriales, a que hace referencia la declaración CELAC-UE.

No obstante, había lamentado que el texto final del importante encuentro careciese de una denuncia contundente por el actual despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, que pone en peligro “la paz, estabilidad y seguridad regional, aun cuando fue un tema ampliamente discutido durante los debates de la IV Cumbre Celac-UEE”, reveló.

El destructor norteamericano Gerald Ford con misiles nucleares y modernos bombarderos apunta hacia la población venezolana. (F. tomada de Instagram).

La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, en una reacción recogidas por diferentes agencias de noticias dijo que, si se hubiera mencionado directamente la militarización del Caribe por Estados Unidos en el documento final de Santa Marta, no se habrían “logrado las firmas de algunos países”. “Así funciona la diplomacia”, añadió.

La funcionaria tiene cerca de seis meses de estar en el ojo de la tormenta porque insiste en que la UE se apropie de más de $ 300 mil millones de activos rusos confiados a bancos europeos para financiar la guerra ucraniana.

Asimismo, en declaraciones recogidas por la cadena de noticias CNN Kallas resaltó los buenos acuerdos alcanzados en Colombia y sostuvo que vamos a seguir siendo un socio comercial “predecible” y “confiable”, concluyó.

¿Qué les parece si hablamos de recolonización? ¡El que quiera entender que entienda!

Chile y la OTAN: ¿Estamos más cerca de involucrarnos en un conflicto internacional?

Por Félix Madariaga
Periodista

Como suele ocurrir en los informativos de televisión y radio, primero nos inundan con noticias sobre delincuencia e inseguridad, luego con deportes, y al final, muy al final y entre temas varios, se cuelan algunas informaciones que apenas alcanzan unos segundos de pantalla. Se mencionan casi de pasada, como si bastara titularlas para cumplir con la transparencia informativa. Pero detrás de esas notas breves, a menudo, se esconden decisiones trascendentales que afectan el rumbo del país.

Eso pasó con la noticia de que Chile suscribió un nuevo convenio con Alemania, que nos acerca aún más a la OTAN, sí, esto fue el 29 de julio

Lo primero que uno se pregunta es si la mayoría de los chilenos sabe realmente lo que es la OTAN, o si están al tanto de que esa alianza militar está involucrada directamente en una guerra, apoyando abiertamente a Ucrania.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte, creada en 1949, nació con el argumento de detener la expansión de la URSS. Hoy, más de siete décadas después, su enemigo declarado es la Federación Rusa. En ese contexto, cualquier acercamiento o colaboración con la OTAN no es un acto neutro: significa posicionarse en un mapa geopolítico que está en plena confrontación.

Durante el gobierno de Ricardo Lagos, en el año 2000, Chile firmó su primer acuerdo con la OTAN, que lo situó en el Nivel 1, un nivel inferior, que permitía el intercambio básico de datos militares. Lo que hoy se está firmando es distinto: Chile avanza al Nivel 2, lo que implica compatibilidad técnica, logística y doctrinaria con los estándares de la alianza, además de complicidad. En palabras simples, significa que el país adapta parte de su estructura militar a los parámetros de la OTAN.

El nuevo acuerdo fue firmado por la ministra de Defensa Adriana Delpiano y la embajadora de Alemania en Chile, Susanne Fries-Gaier. Según información encontrada en la página web del Ministerio de Defensa, el objetivo es facilitar el intercambio de material militar. Pero, ¿qué tipo de armamento puede ofrecer Chile a la OTAN? ¿de qué manera nos beneficia integrarnos a una red militar liderada por potencias que hoy están directamente involucradas en conflictos armados?

Y no es un detalle menor que sea precisamente Alemania quien aparece como interlocutor. Un país que, tras la Segunda Guerra Mundial, fue desmilitarizado y obligado a mantener límites estrictos en su desarrollo bélico, producto de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el nazismo. Hoy, sin embargo, Alemania busca reposicionarse como potencia militar dentro de Europa, impulsada por el conflicto en Ucrania y su estrecha relación con Washington.

Frente a estos hechos, se solicitó más información oficial al Ministerio de Defensa de Chile, a través de su Oficina de Partes el pasado 3 de octubre. Además, contactamos por WhatsApp y correo electrónico a la ministra Delpiano, sin obtener respuesta. Del mismo modo, enviamos una consulta a la Embajada de Alemania en Chile, que tampoco respondió. Este silencio institucional no solo nos llama la atención: aumenta la desconfianza y el malestar ante decisiones que se toman sin rendición de cuentas al país.

No se trata de tecnicismos militares. Se trata de política exterior, de soberanía y de la posición que Chile adopta en sus relaciones bilaterales y multilaterales.
¿Queremos que Chile se acerque a alianzas militares que promueven guerras y bloqueos económicos? ¿Queremos condicionar nuestras relaciones comerciales y diplomáticas con países que no son del agrado de la OTAN?

Chile ha tenido históricamente una vocación de neutralidad activa, de diálogo y de respeto al derecho internacional. Esa tradición, que nos dio reconocimiento en tiempos difíciles, hoy parece ser reemplazada por una política exterior complaciente con los intereses de las potencias occidentales.

Debemos mantener independencia y prudencia. Este tipo de convenios no fortalecen nuestra defensa, sino que nos subordinan a intereses ajenos. Si de verdad se trata solo de un acuerdo “logístico”, ¿por qué tanto hermetismo? ¿Por qué la falta de transparencia?

Más temprano que tarde, firmar este tipo de compromisos puede implicar comprometer algo más que la logística: puede comprometer la soberanía.

Ministra de Defensa, Señora Adriana Delpiano, el país merece una respuesta clara.
¿Cuál es el verdadero objetivo de este convenio con Alemania?
¿Es este el camino que Chile quiere seguir?

Fuentes:

https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/5381758/chile-firma-acuerdo-alemania-facilitara-acceso-catalogo-equipamiento-material-otan

https://www.defensa.cl/indexc3d9.html?p=6108

https://www.defensa.com/chile/chile-alemania-sellan-acuerdo-tecnico-militar-para-fortalecer

https://ucvradio.cl/news/nivel-2-en-la-otan-chile-asciende-en-sistema-de-catalogacion-para-intercambio-militar/

Pronunciamiento: “Nos unimos en defensa de la soberanía, la seguridad y la paz duradera en nuestra región”

Nosotros, los parlamentarios y dirigentes políticos abajo firmantes de toda América Latina y el Caribe, nos unimos en defensa de la soberanía, la seguridad y la paz duradera en nuestra región frente a la inminente amenaza de intervención armada en Venezuela.

Nuestro continente logró un triunfo histórico cuando la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) declaró a la región como una «Zona de Paz», hace una década. Esta declaración representó la voluntad colectiva de nuestros pueblos: resolver nuestras diferencias a través del diálogo y la cooperación, y no a través de la violencia y la intervención.

Hoy, ese triunfo está bajo amenaza.
La administración Trump está intensificando una peligrosa escalada militar frente a las costas de Venezuela, desplegando fuerzas navales en el Caribe en preparación para una posible intervención armada.

El pretexto es conocido. El presidente Trump justifica la intervención de los Estados Unidos en Venezuela como un medio para combatir los «cárteles», celebrando los ataques letales contra pescadores acusados de transportar drogas. Ya hemos vivido esta catástrofe. En Colombia, en México y en toda nuestra región, la primera «guerra contra las drogas» de los Estados Unidos solo trajo consigo derramamiento de sangre, despojo y desestabilización.

Ahora, la administración Trump planea liderar una nueva «guerra contra las drogas».
Esa guerra parece empezar con un cambio de régimen en Venezuela, pero sabemos que no terminará ahí. Estados Unidos ya está amenazando con ataques ilegales con drones en suelo mexicano en nombre de su «seguridad nacional». Si no defendemos la paz ahora, corremos el riesgo de una nueva ola de intervenciones armadas en toda la región, lo que desencadenaría una crisis humanitaria de proporciones inimaginables en todos nuestros países.

Ya vivimos esta pesadilla antes.
Las intervenciones militares de Estados Unidos en el siglo XX resultaron en dictaduras, desapariciones y décadas de trauma a nuestras naciones. Conocemos el terrible costo de permitir que potencias extranjeras hagan la guerra en nuestro continente. No podemos permitir, ni permitiremos, que la historia se repita.

Solo la unidad de todas las fuerzas políticas organizadas de América Latina y el Caribe es lo suficientemente poderosa como para evitar esta catástrofe. A pesar de nuestros diferentes contextos políticos, compartimos una causa común: la soberanía de nuestras naciones y la seguridad de nuestros pueblos. Debemos permanecer unidos ahora.

Es nuestra responsabilidad defender la Zona de Paz. El futuro de nuestro continente depende de nuestra unidad en este momento.

Firmantes

Larga lista de firmantes de toda América Latina y el Caribe, entre ellos representantes de Bolivia, México, Colombia, Brasil, Argentina, Perú, Cuba, Ecuador, Costa Rica y otros países.

Puede ver la lista completa en este enlace:

https://surcosdigital.com/wp-content/uploads/2025/10/Zona-Paz4.jpg

La geopolítica del lenguaje neocolonialista y neoimperialista

Vladimir de la Cruz

¿De qué hablamos cuando hablamos de “América”?

Con más frecuencia hoy se divulga el concepto de geopolítica para tratar de entender el enmarañado mundo de las relaciones internacionales, y el papel que en ellas juegan los grandes países, las grandes potencias como también se les reconoce, los países que desempeñan un papel hegemónico en grandes regiones y con proyección mundial, los países que subordinan a otros países o someten regiones a su influencia y a sus decisiones políticas, económicas, militares y culturales, entre otras.

La geopolítica tiene que ver con la geografía en cuanto a espacio y en cuanto a ordenamiento político. La geografía como ciencia define territorios más allá de lo que en esos territorios existe como regiones políticas delimitadas. Así, por ejemplo, América Central como región geográfica es la extensión que se concentra entre la cuenca del Río Atrato, en Colombia, y el Istmo de Tehuantepec, en México, mientras que si se dice Centroamérica, responde este concepto a los países de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Hoy se ha extendido, la región de Centroamérica, por razones políticas y económicas a Belice, a Panamá, y para algunos efectos a República Dominicana.

Geopolítica también se refiere a la constitución de bloques de países que actúan conjuntamente para atender situaciones políticas, económicas o militares. Geopolítica, igualmente atiende las regiones en conflictos bélicos particulares, donde se encuentran países o regiones en disputas militares políticas y territoriales, y detrás de ellos otros países apoyándolos en sus disputas procurando el triunfo de ellos y el control que puedan generar de los territorios, con sus riquezas naturales, que se encuentran sometidos a esos enfrentamientos.

La geopolítica atiende no solo el espacio geográfico territorial, sino también el espacio de aguas territoriales que les pertenecen a los países o regiones así definidas, a sus espacios aéreos, que también se someten a control, con todo el impacto diplomático que ello contiene, como su repercusión a organismos multilaterales.

Desde hace algunos años se distingue la geografía política y geopolítica, entendiendo la geografía política como parte de la geografía humana mientras la geopolítica como la proyección o expansión internacional de un país en sus áreas periféricas, que impone a la vez el control o el proteccionismo de carácter comercial, la competencia sobre recursos naturales

Detrás de estos conceptos también está la geoestrategia, el control monopólico que se trata de tener sobre rutas comerciales, de transporte y de mercados de materias primas, especialmente estratégicas, minerales o alimentarias como control de mercados de mano de obra barata, para las inversiones extranjeras que se colocan en esos países sometidos a las áreas de influencia geopolíticas.

De manera muy simple se podría decir que la geopolítica es todo aquello que altera el desenvolvimiento pacífico de las relaciones internacionales.

Desde el ascenso a la Presidencia de los Estados Unidos, de Donald Trump, como presidente de ese gran país, se ha impuesto un modelo geopolítico internacional, donde Washington trata de liderar a la fuerza las relaciones internacionales, que como país, Estados Unidos contribuyó a construir.

Así, Trump ha violentado los Tratados Internacionales especialmente comerciales, violándolos unilateralmente, imponiendo en ellos tratamientos que chocan con los intereses regulados en esos tratados, de los países a los cuales trata de imponérseles, de manera ventajosa para los Estadios Unidos, afectando los intereses comerciales y económicos de sus socios comerciales.

Las reglas de carácter arancelario que ha impuesto, de elevar sustantivamente los aranceles a los productos de esos tratados, considerando que Estados Unidos tienen una balanza de pagos desfavorable en esos Tratados ha alterado las relaciones políticas, comerciales y diplomáticas con países como México y Canadá, que forman parte de un Tratado regional, países que ha reaccionado fuertemente contra Trump y sus políticas. Igualmente ha sido con la República Popular China, solo que China ha actuado con la fuerza que también tiene comercialmente para neutralizar bastante las agresivas políticas que Trump quiso imponerles. China ha ido más allá. Ha declarado, desafiando a los Estados Unidos, que a partir del 2026, las actividades comerciales con China, y los inversionistas que quieran allí establecerse, no serán sometidos a aranceles que perjudiquen sus actividades.

Con países como los de Centroamérica, sencillamente Trump se ha impuesto sin fuerte reacción de sus aliados, por la debilidad de las economías como por la debilidad política de sus gobiernos, haciendo excepción en el caso latinoamericano de Brasil y México.

En el lenguaje político del presidente Trump ha ido más lejos comprometiendo su política exterior: ha considerado que Canadá debe integrarse como parte de la Unión Americana, situación que enfrentó al primer ministro canadiense defendiendo su Soberanía e integridad territorial.

El actual presidente de los Estados Unidos ha amenazado con la necesidad de que Groenlandia pase a ser un Estado de la Unión Americana, enfrentando con ello al Reino de Dinamarca, habida cuenta que Groenlandia es un territorio autónomo de ese Reino, desde 1979 y parte de Dinamarca desde 1953.

Estados Unidos en 1946 habían intentado comprar Groenlandia. En 1951 se autorizó que la OTAN pusiera bases militares en ese territorio, en el contexto de la Guerra Fría que acaba de surgir. Igualmente, el ejército estadounidense podía usar y moverse libremente entre estas áreas de defensa, sin infringir la soberanía danesa en Groenlandia. Estados Unidos expandió considerablemente la Base militar Aérea de Thule entre 1951 y 1953 como parte de una estrategia de defensa unificada de la OTAN.

El gobierno de Estados Unidos intentó construir una red subterránea de sitios secretos para el lanzamiento de misiles nucleares en la capa de hielo de Groenlandia, lo que se conoció como “Proyecto Iceworm”. Esto es parte de lo que hoy Trump quiere desarrollar para ejercer n mayor control no solo del territorio groenlandés, sino también de las rutas comerciales navieras que bordean la parte norte de Groenlandia y del Círculo Polar Ártico, en esa parte del mundo, con influencia de China.

El interés de Trump, desde el 2019, es la gran región territorial que constituye Groenlandia, sus llamadas tierras raras, y riquezas naturales que son muy ricas, entre otras de aluminio, plomo, zinc, hierro, uranio níquel, platino, tungsteno, titanio, cobre, rubíes y otras piedras preciosas, y su poca o escasa población, de tradición Inuit. La Unión Europea no ha reaccionado en defensa o solidaridad con el Reino de Dinamarca frente a esta amenaza de apropiación que valora hacerla incluso militarmente.

Con México Trump impuso un conflicto al llamar al histórico Golfo de México como Golfo de América. El Golfo de México hoy lo comparten Cuba, México y los Estados Unidos, en sus regiones de Cuba, la Artemisa Pinar del Río, de los Estados Unidos, Alabama Florida Luisiana Misisipi Texas, y de México, Campeche Tabasco Tamaulipas, Veracruz y Yucatán, siendo el litoral de México en el Golfo de México de 3.294 kilómetros y el de Estados Unidos es de 2.626 kilómetros.

Desde el 20 de enero del 2025 Trump impuso con la Orden Ejecutiva 14172 que todas las agencias federales de los Estados Unidos llamen al golfo de México como Golfo de América.

Igualmente, Trump siguiendo la tradición que han mantenido de definir a América con su propio territorio y constitución de los Estados Unidos, considerando incluso, como se enseña la geografía en ese país, que Estados Unidos es Norte América y el resto, a partir del o Río Grande Bravo, frontera colindante, de poco más de 3000 kilómetros, con México, es Sur América, se empeña hoy en enfatizar en ese sentimiento de América y Americanos solo para identificar al territorio de Estados Unidos y sus habitantes, como una nueva modalidad de ubicarse en el mundo actual, en su papel hegemónico y geopolítico dominante que trata de implantar a la fuerza.

La América, considerada como un continente, así se llama desde la dominación conquistadora y colonizadora principalmente española y portuguesa. Su nombre se debe a Américo Vespucio, comerciante, cosmógrafo, explorador y gran navegante que en sus dos viajes a la región “descubierta” por Cristóbal Colón, que dio inicio a esa conquista y colonización, tuvo la visión de entender y divulgar que estaban frente a nuevas tierras, que empezaron a conocerse como las Tierras de Americus.

Colón, por su parte, en su intento de llegar a la India por la ruta occidental, y no por el mediterráneo y rutas terrestres tradicionales en aquella época, pensó que había llegado a las Indias Occidentales, como se llamó originalmente toda la región. Colón falleció en 1506 sin tener idea del nuevo continente. Incluso tuvo el título de Gobernador General del Virreinato de Indias, desde el 17 de abril de 1492 hasta el 10 de marzo de 1496, extendido luego desde el 30 de agosto de 1498 hasta el 23 de agosto de 1500.

El concepto “americano” que hoy Trump quiere impulsar, en su objetivo geopolítico de dominación hegemónica, no tiene asidero histórico. Veamos.

Geográficamente el continente americano se divide en varias regiones, América del Norte, América Central y América del Sur.

La América del Norte comprende a Canadá, Estados Unidos y México, a Groenlandia y el Archipiélago Ártico Canadiense, hasta el Istmo de Tehuantepec en México.

La América Central Ístmica: comprende la región entre el Istmo de Tehuantepec en México, y la cuenca del río Atrato en Colombia, con los países Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

La América del Sur se extiende desde la cuenca del Río Atrato en Colombia hasta el extremo sur del continente, con los restantes países, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia, Paraguay, Brasil Uruguay y las tres Guayanas británica, francesa y holandesa: Guyana, Surinam y la Guayana Francesa.

A la parte continental del territorio americano se considera también la parte insular o de las Antillas, que comprende a los siguientes países Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tobago, Bahamas, Barbados, el Estado de Puerto Rico, y una serie de pequeñas islas, consideradas las Antillas Menores, dependencia ellas de otros países, tres territorios de ultramar de Inglaterra, cuatro departamentos y colectividades ultramarinos de Francia, tres territorios autónomos de la Países Bajos.

Así, la América tiene sus especificidades para sus respectivas denominaciones. Si decimos “americanos” hablamos de toda la América, si decimos “norteamericanos” nos referimos a los de la América del Norte, los “centroamericanos” referidos a la parte política de la actual Centro América y “sur americanos” a los que habitan la América del Sur. Los referidos a la América Insular se les denomina “caribeños” ya que estas islas se ubican en el Mar Caribe, que comprende la parte tropical del Océano Atlántico hasta las costas de la América Central.

Si se trata la América por la presencia europea que la conquistó, colonizó y dominó por 300 años tenemos también regiones: Hispanoamérica, la que dominó España; Luso América, la que dominó Portugal; Anglo América, la que dominó Inglaterra o Gran Bretaña, la Franco América, dominada por Francia, denominaciones que también se traducen al idioma de los conquistadores y colonizadores dominantes; Ibero América cuando se unen España y Portugal como países dominantes; Latino América cuando se agrega Francia junto a España y Portugal; Anglo América a las regiones bajo la influencia Inglesa, así como también se usa la América Neerlandesa, por la influencia Holandesa.

Estas diferencias se han llevado a polémicas internacionales que tienen que ver con las Academias de los Idiomas o Lenguas, para precisar la definición den los gentilicios y formas de llamar a los habitantes de las distintas regiones, incluso considerando un nombre como sustantivo o como adjetivo.

Así la Real Academia de la Lengua Española recomienda no usar el término “americano” o “América” para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos. En este sentido se debe usar “estadounidense”, que frente a la arremetida lingüística geopolítica de Trump es como deberíamos enfatizar quienes nos oponemos a esa agresión geopolítica.

Fue usual que en las guerras de independencia de la América Española se usara el concepto “americano” para distinguirse de los “españoles”.

No se debe usar el concepto suramericano para distinguir a los habitantes de toda la América de habla hispana, incluyendo a los mexicanos, y por extensión a los de habla francesa, portuguesa, u holandesa.

El uso de América para referirse a los Estados Unidos, y de americanos para sus habitantes, es lo que se impuso en la tradición inglesa y en la tradición anglosajona, así avalado por el Oxford Dictionary.

Políticamente nos corresponde llamar la atención, en este momento de la Historia que vivimos, llamar en nuestros escritos y habla, a los habitantes de los Estados Unidos, “estadounidenses”. Es la forma más precisa de combatir el trumpismo galopante como nueva forma ideológica de dominación, que afecta usos, tradiciones y conceptos históricos de nuestras comunidades identitarias.

El continente América seguirá siendo la Casa Común de todos los que lo habitamos. Las particularidades identitarias serán válidas para las regiones. Pero, la particularidad de los estadounidenses no debe extenderse de manera equivocada como americanos solo para ellos.

La Organización de los Estados Americanos, OEA, que nos reúne a todos los del continente, se define a sí misma como la organización de todos los Estados americanos, en inglés “The Organization of American States”, y en español, “la Organización de los Estados Americanos”.

Cuando Colón llegó a América desconocía su existencia como continente, y como tierras pobladas y organizadas social y políticamente. Como las tierras americanas no eran dependientes de los reinos europeos, con la orden de apropiarse de las tierras que no pertenecieran a otros reinos europeos, se las apropio en nombre de los Reyes Católicos de España, dando origen a esa idea del descubrimiento de nuevas tierras, y de lo que llegó a constituirse como el imperio colonial español.

El territorio estaba ampliamente poblado. Todo el continente se dice entre 90 y 110 millones de habitantes, Centroamérica de entre 5 y 7 millones, Costa Rica, entre 500.000 y un millón de habitantes. No se podía descubrir lo que estaba ampliamente poblado, y que en su interior había grandes imperios y sociedades muy desarrolladas.

Todos estos habitantes americanos con sus organizaciones sociales y políticas debidamente funcionando, con sus sistemas políticos reconocidos y legitimados en su existencia, que fueron violentados en todo su ordenamiento para imponerles el modelo de organización política, económica, religiosa, social, jurídica e ideológica de España, Portugal, Francia e Inglaterra, según se fueron estableciendo como modelos de organización política y de vida social.

La llegada de los españoles durante 400 años dominó el recuerdo y la celebración de aquel encuentro de culturas. El primer centenario, el segundo centenario y el tercer centenario de esa llegada o presencia no se celebró. El cuarto centenario, 1892, cuando la América, casi toda, ya era independiente se celebró mundialmente con la Exposición Mundial de Barcelona desde 1888, de donde surgió también el concepto de España como la Madre Patria de todo el continente, y se inauguró el Monumento a Colón, época en que se aumentaron los estudios sobre América.

En Washington se había producido la I Conferencia Panamericana, enrre1889 y 1890, y en Madrid la Exposición Histórico-Americana y la Exposición Histórico-Europea, que se celebraron entre el 12 de septiembre y el 31 de diciembre de 1892.

Con la celebración del V Centenario de la llegada de los españoles, en 1992, se replanteó la forma de su celebración y se produjo la idea del Encuentro de Culturas frente a la idea del Descubrimiento. El 12 de octubre asociado a la llegada de Colón al continente se cambió en ese sentido en su celebración.

Parte de ese cambio fue declarar en algunos países el Día de los Pueblos Indígenas, como así se le ha llamado en Estados Unidos, desde 1968, hasta el jueves 9 de octubre del 2025 cuando el Presidente Trump, en esa arremetida que tiene contra los valores que no comparte y que quiere destruir ideológica y geopolíticamente, proclamó que este día en los Estados Unidos debía llamarse el Día de Cristóbal Colón, agregando que amaba a los italianos, y proclamando el día feriado en honor al Gran Almirante y navegante, borrando de esa manera la proclamación que había hecho el Presidente Biden, en 2021, de declarar ese día como el Día de los Pueblos Indígenas, que honraba la historia de los nativos y pueblos autóctonos americanos, evocando también las matanzas y extinción que significó la conquista de América desde la llegada de Colón.

Trump así se ha puesto a exaltar ese genocidio conquistador colonialista, que lo identifica con el apoyo que hoy le da, con su gobierno, a las guerras colonialistas, expansivas y genocidas que se siguen dando en el mundo actual.

Estamos frente a constantes neologismos políticos, hegemónicos e ideológicos que procuran justificar la nueva dominación geopolítica que se impulsa bajo el gobierno de Donald Trump, en los Estados Unidos.

Compartido con SURCOS por el autor.

Conversatorio abordará la herencia cultural y el sistema político de China

La Universidad Internacional de las Américas (UIA) realizará el conversatorio “China: herencia cultural y sistema político”, con la participación de la Embajada de la República Popular China en Costa Rica, el lunes 27 de octubre de 2025, a las 6:15 p. m., en el Auditorio Miguel Marín.

El espacio busca ofrecer una mirada profunda sobre la visión cultural, económica y política de China, su papel en el nuevo orden mundial y su creciente influencia en América Latina.

Participación destacada

El conversatorio contará con la participación de:

  • Xu Tiefei, subjefe de misión de la Embajada de la República Popular China en Costa Rica.
  • Mauricio Ramírez Núñez, académico y analista geopolítico, quien subraya la relevancia de comprender el rol de China en la transformación del escenario global.

En palabras del académico Mauricio Ramírez Núñez:

“China no sólo está transformando su propio destino, está redefiniendo el mundo. ¿Y qué papel juega hoy en la economía global, en la política internacional y en América Latina dentro de este nuevo orden que emerge?”.

El encuentro se plantea como un espacio abierto al diálogo y la reflexión sobre los cambios geopolíticos, económicos y culturales que marcan el siglo XXI, así como las implicaciones de estas transformaciones para las relaciones internacionales y la cooperación entre regiones.

“Les invito este lunes a un conversatorio donde estaremos compartiendo junto al subjefe de misión de la Embajada China en Costa Rica para conversar ampliamente sobre todos estos temas. Venir, reflexionar y descubrir cómo se mueve el poder real en el siglo XXI. ¡Nos vemos allá!”, agregó Ramírez Núñez.

Ver el video

La invitación completa puede verse en el siguiente video:

La llamada entre Putin y Trump: ¿un giro inesperado del eje Washington–Moscú?

Mauricio Ramírez

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

La conversación telefónica de más de dos horas entre Donald Trump y Vladímir Putin, realizada este 16 de octubre, ha generado inquietud en el bloque occidental. La sola posibilidad de un acercamiento entre ambos líderes reconfigura el tablero estratégico global y amenaza con debilitar aún más la posición de una Europa políticamente fragmentada, desgastada por la guerra en Ucrania y por sus propias crisis internas.

En los círculos euroatlánticos, la llamada ha sido interpretada como una señal de alarma. Los demócratas estadounidenses, férreos opositores de Trump, temen que un eventual entendimiento entre Washington y Moscú pueda erosionar la narrativa y la estrategia que durante casi tres años ha sostenido el involucramiento occidental en Ucrania. Europa, por su parte, observa con creciente preocupación cómo se desmorona la posibilidad de justificar ante su opinión pública una guerra que ya no parece sostenible ni política ni económicamente.

Aunque Trump es un actor imprevisible, con sus típicos cambios de postura que desconcierta incluso a sus aliados, el hecho concreto de que ambas partes acordaran una reunión presencial en Budapest es significativo. Podría representar el inicio de un proceso hacia la desescalada del conflicto ucraniano o, incluso, la antesala de una capitulación parcial de Kiev. Si esto se confirma, sería un golpe devastador para el proyecto geopolítico de una Europa que apostó por la derrota total de Rusia como medio para reafirmar su autonomía estratégica y sostener su modelo liberal de seguridad, cimentado en la OTAN y en la fe casi dogmática en el libre mercado como garantía de estabilidad.

La pregunta que ahora flota en las capitales europeas es inevitable: ¿cómo explicar a sus ciudadanos el fracaso de una guerra que absorbió ingentes recursos, debilitó sus economías y reveló la falta de liderazgo continental? En un contexto de creciente descontento social, crisis energética y erosión del Estado de bienestar, la derrota ucraniana podría acelerar el desgaste político de varios gobiernos europeos y precipitar el ascenso de fuerzas euroescépticas o nacionalistas. Estaríamos hablando entonces no solo de una derrota ucraniana, sino del colapso político del proyecto europeo; una crisis profunda de la idea misma de una Unión Europea sólida y cohesionada capaz de actuar como bloque coherente en el tablero global.

En este marco, el movimiento de Trump tiene una lectura interna ineludible. Si sus círculos más próximos actúan con visión estratégica, un acercamiento con Putin no es un gesto diplomático aislado, sino que se insertaría en la lógica de contención de la creciente fractura interna estadounidense. En un país cada vez más polarizado, donde las tensiones institucionales rozan el punto de ruptura, mantener un canal con Moscú puede ser interpretado como un movimiento de autodefensa estratégica: asegurar que, si el sistema entra en turbulencia, existan actores externos dispuestos a contener el colapso y estabilizar el equilibrio global. Aquí la pregunta sería: ¿estaría Putin dispuesto a tender un salvavidas a Estados Unidos para evitar su caída definitiva?

Putin, pese al prolongado deterioro de las relaciones con Washington y a las sanciones occidentales, siempre se ha mostrado dispuesto al diálogo en un marco de respeto mutuo. Esto sugiere que Moscú percibe en un eventual retorno de Trump una oportunidad para negociar desde una posición de fuerza relativa y consolidar el tránsito hacia un mundo multipolar.

De forma paradójica, el liderazgo de Occidente podría terminar dependiendo, en parte, de la voluntad de aquellos actores que, por distintas razones, se han situado fuera del consenso liberal. Rusia y China, como antagonistas directos de ese orden, pero también países soberanistas como la Hungría de Orbán, la Italia de Meloni o la Turquía de Erdoğan, encarnan corrientes políticas que buscan revalorizar la soberanía nacional frente al globalismo económico y al intervencionismo institucional característico del sistema liberal. Desde esta perspectiva, no resulta impensable que un eje soberanista más pragmático que ideológico, realmente multipolar, en el que converjan Washington bajo el liderazgo de Trump, Moscú, Budapest, Roma, Ankara e incluso Pekín, termine configurándose como un canal alternativo de estabilidad internacional ante una eventual crisis interna de los Estados Unidos.

Así, la llamada entre Trump y Putin, más que un episodio diplomático aislado, podría marcar el inicio de un nuevo realineamiento geopolítico. No necesariamente un pacto formal, sino una convergencia circunstancial basada en la comprensión de que el orden liberal occidental atraviesa su momento más vulnerable en décadas y que un cambio drástico en el sistema internacional es irreversible.

Entre el Nobel, ruinas y semillas: la vida en tiempos convulsos

JoseSo – José Solano-Saborío

1973…. Hace 52 años se vio el máximo cinismo de la comisión noruega que otorga ese “premio”, Henry Kissinger, en el mismo año en el que planeó el Golpe contra Allende y ordenó su asesinato y el de miles de chilenos… ganó en ese año el “Nobel de la Paz”.

Le Duc Tho, contraparte vietnamita de la guerra que usaron de excusa, por lo menos tuvo la hidalguía de rechazar el premio conjunto con el que pretendieron disimular…. El Premio Nobel de la Guerra dado al asesino Kissinger… ¿O será más bien el Nobel al Poder?

El ciudadano común —ese que madruga, que sueña con un mejor futuro para sus hijos, que carga con esperanzas rotas y aun así insiste en levantarse— vive hoy bajo un cielo cargado de tormentas. Las guerras, sean en el Báltico o en el Medio Oriente nos recuerdan que la humanidad sigue atrapada en la vieja lógica de la pólvora. La amenaza de invasión gringa a Venezuela, con otras potencias jugando a la geopolítica en el Caribe, convierte a nuestra Latinoamérica en tablero de ajedrez de intereses ajenos, aunque seguimos siendo “un pueblo sin piernas, pero que camina…”, como nos dijo Residente.

La Paradoja de gente que ve esperanza falsa en Trump que se auto postula como pacificador global y hasta como Nobel de la Paz, militariza ciudades enteras y oprime a las minorías en su propio país. La paradoja es brutal: quien predica paz afuera, siembra miedo adentro.

En el sur, los jubilados argentinos se han convertido en símbolo de dignidad. Con pancartas y bastones, enfrentan la política económica ultra libertaria de Milei, que los condena a la precariedad mientras desprecia el legado cultural de figuras como Charly García y olvida las lecciones que dejó la dictadura de Videla. La represión contra ancianos que apenas reclaman lo mínimo es un eco doloroso de los años más oscuros de la historia argentina.

Ah… y Centroamérica, mientras, retrocede en sus avances democráticos. Gobiernos que concentran poder, voces críticas silenciadas, instituciones debilitadas: la región parece caminar en reversa hacia un déjà vu de caudillos y dictadores.

Acá, en Costa Rica, la democracia más estable de la región, el hartazgo del tico con partidos desgastados abre espacio a los cantos de sirena del populismo y la autocracia. El desencanto se convierte en terreno fértil para discursos que prometen soluciones fáciles, pero que esconden riesgos profundos para su Estado Social de Derecho.

Todo esto no son hechos fortuito ni espontáneos. Son síntomas de una humanidad que va, inexorablemente, hacia un cambio de era: la consolidación de nuevas élites globales, armadas con sus IA que disputan el poder con métodos cada vez más virulentos, mientras la gente común se siente atrapada en un tablero donde nunca mueve las piezas.

Sin embargo, incluso en medio de la tormenta, hay semillas de esperanza. La nueva generación —esa que marcha por el clima o se lanza en botes a enfrentar un genocidio en un mar de incertidumbre, que defiende la diversidad, que exige transparencia y que parece no teme cuestionar a los poderosos— tiene la oportunidad de superar nuestros errores. Nuestra tarea es no dejarles un terreno arrasado, sino al menos un espacio donde puedan construir.

Quizá nuestra generación retrocedió más su humanismo de lo que avanzó en tecnología. Pero si ellos logran dar un paso más allá, si se atreven a soñar donde nosotros nos resignamos, entonces habrá valido la pena resistir. Porque la historia no se mide solo en derrotas: también en la capacidad de cada generación de recomenzar la esperanza.

Yo, por el momento, con más pasado que futuro, solo quiero dar mis últimas luchas, por mi hija y los hijos de todos…