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Etiqueta: geopolítica

Llamado urgente por la Paz a los presidentes y presidentas del continente

Delegaciones de nueve países, movimientos sociales y organizaciones reunidas en el II Encuentro Regional en Medellín, Colombia, exigen a los gobiernos de América Latina y el Caribe romper alianzas con la OTAN, frenar la militarización y defender la soberanía de una región declarada Zona de Paz.

Carta a los presidentes y presidentas de Nuestra América

Señores y señoras, presidentes y presidentas de los Estados de América Latina y el Caribe:

Reciban un saludo en nombre de las delegaciones académicas, organizaciones sociales, movimientos comunitarios, guardias territoriales, defensores y defensoras de derechos humanos, colectivos de comunicación, movimientos sociales cooperativos, artísticos, culturales, instituciones educativas y liderazgos populares de más de ocho países que participamos en el II Encuentro Regional “Geopolítica y Militarización en Nuestra América”, celebrado en Medellín, Colombia.

Nos dirigimos a ustedes con sentido de responsabilidad histórica y con convicción democrática, conscientes de que las decisiones tomadas por los gobiernos impactan directamente la vida, la paz y la autonomía de los pueblos.

I. Nuestra América, Zona de Paz: coherencia entre la palabra y la acción

Desde el año 2014, la CELAC declaró a América Latina y el Caribe como “Zona de Paz”, compromiso que fue ampliamente acogido por nuestros gobiernos y respaldado por los pueblos del continente.

Sin embargo, en los últimos años observamos con profunda preocupación una creciente tendencia de algunos gobiernos latinoamericanos a vincularse con bloques militares globales y regionales, como la OTAN, así como a adoptar enfoques de seguridad que reproducen lógicas de confrontación, disuasión bélica y subordinación geopolítica frente a potencias con intereses globales.

En este sentido, rechazamos de manera categórica las reiteradas violaciones al derecho internacional, a los acuerdos multilaterales, a los derechos humanos y a los derechos de los pueblos que el Gobierno de los Estados Unidos ha venido cometiendo mediante políticas sustentadas en el engaño, la injerencia y la agresión contra nuestras naciones. Tales acciones, además, implican un despilfarro de recursos públicos que podrían destinarse a atender las profundas necesidades sociales del propio pueblo estadounidense, que enfrenta crecientes niveles de pobreza y precarización.

Estas alianzas contradicen:

Los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos.

Los compromisos multilaterales de nuestra región frente a la paz, la soberanía y la cooperación solidaria.

La tradición latinoamericana de resolver conflictos mediante el diálogo diplomático, la integración regional y el multilateralismo respetuoso.

Por ello, desde este Encuentro Regional solicitamos a sus gobiernos una revisión profunda y urgente de estos procesos y el abandono de Tratados que vulneran la soberanía continental y de los pueblos.

II. Militarización y alianzas bélicas: riesgos para la soberanía y la vida

La incorporación —explícita o indirecta— de países latinoamericanos a alianzas militares como la OTAN u otras estructuras de guerra tiene implicaciones serias:

Erosiona la soberanía regional, colocando decisiones de seguridad bajo doctrinas ajenas a nuestras realidades.

Desplaza recursos esenciales que deberían dirigirse a educación, salud, transición ecológica y bienestar social.

Profundiza la militarización interna, reforzando doctrinas del “enemigo interno” que han causado históricas violaciones de derechos humanos.

Nos involucra en conflictos geopolíticos globales que no responden a los intereses de nuestros pueblos.

Debilita la integración y la tan necesaria unidad latinoamericana, al fragmentar posicionamientos conjuntos y generar dependencias estratégicas.

Desconoce las recomendaciones de las diferentes Comisiones de la Verdad de nuestro continente, un aprendizaje histórico que no podemos desestimar.

Nuestra América no debe convertirse en escenario, ni plataforma de confrontación entre potencias. Nuestro compromiso debe ser, preservar la paz, proteger la vida y fortalecer la justicia social.

III. Solicitud formal a los gobiernos de la región

En coherencia con las discusiones, análisis y consensos alcanzados en este Encuentro, solicitamos:

  1. Reconsiderar, frenar o revertir los acuerdos de cooperación militar o de alineamiento estratégico con la OTAN y otros bloques de guerra global y regional.

  2. Abstenerse de establecer nuevas alianzas bélicas, misiones de entrenamiento o protocolos de interoperabilidad con potencias globales.

  3. Reafirmar explícitamente, en foros internacionales y en políticas nacionales, el compromiso de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.

  4. Priorizar un enfoque de seguridad centrado en la vida, la democracia, los derechos humanos, el desarrollo social y el cuidado de la Madre Tierra.

  5. Promover una agenda regional de desmilitarización y fortalecimiento del diálogo político entre Estados.

  6. Alternativas para una seguridad latinoamericana basada en la vida

Reconocemos que la región enfrenta desafíos reales: extractivismos violentos, criminalidad corporativa transnacional, dinámicas de desestabilización, disputas territoriales alimentados por intereses extranjeros y aplicación de nuevas tecnologías de vigilancia en contra de los pueblos, entre otras.

Pero ninguna de estas amenazas justifica la subordinación militar a potencias o bloques de poder.

Los pueblos de Nuestra América demandan una seguridad que:

Proteja las comunidades, no que las controle.

Defienda los territorios, no que los militarice.

Cuide la vida, no que prepare la guerra.

Fortalezca la integración regional, no que la fracture.

Este es el camino sensato, justo y coherente con nuestra historia.

IV. A los gobiernos de Nuestra América: un llamado firme

En nombre de quienes resisten en los territorios, guardias indígenas, campesinas y cimarronas; organizaciones barriales; defensores ambientales; comunidades rurales y urbanas); sindicatos y organizaciones de trabajadoras y trabajadores, movimientos populares, hacemos un llamado:

No permitir que Nuestra América vuelva a ser patio militar de ninguna potencia.

No comprometer la soberanía del continente en alianzas de guerra que no representan a nuestros pueblos como la OTAN.

Sean coherentes con la palabra empeñada, América Latina y el Caribe son, y deben seguir siendo, Zona de Paz.

Confiamos en su responsabilidad histórica y en su obligación con la vida digna de nuestros pueblos.

Firman,

Participantes del II Encuentro Regional

Geopolítica y Militarización en Nuestra América”

(Canadá, EEUU, México, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil, Canadá)

Medellín, Colombia — 28 de noviembre de 2025

https://www.colombiainforma.info/encuentro-sobre-geopolitica-y-militarizacion-en-nuestra-america/

La Venezuela de Trump, ¿hoguera de su inmolación o la antesala de la III Guerra Mundial?

Vladimir de la Cruz

La movilización militarista y guerrerista del Presidente Donald Trump en el Caribe, intentando provocar un “cerco”, en aguas internacionales, frente a Colombia y Venezuela, con el pretexto de su lucha contra el narcotráfico, pero dirigido a eliminar en el ejercicio de la Presidencia, del gobierno de Venezuela, a Nicolas Maduro le ha resultado hasta ahora un fiasco, un fracaso político, y en cierta forma militar, humillante para su soberbia, su arrogancia, su orgullo y su excesivo sentimiento de gendarme internacional, de características mundiales. Como “cerco” no lo ha logrado. Esta situación no es como la crisis de Caribe, rodeando a Cuba, en 1961.

No es secreto que el presidente Trump trata de redefinir la geopolítica mundial, y restablecer en América Latina una versión modernizada, y actualizada a las condiciones del siglo XXI, de las doctrinas de política exterior de los Estados Unidos, que conocemos como las Doctrina Monroe, la del Destino Manifiesto, de las políticas anexionistas e invasivas con filibusteros, como lo fue en México, Centroamérica y en la guerra hispano norteamericana de finales del siglo XIX, con la intención de apropiarse de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, la Doctrina del Gran Garrote, en la primera mitad del siglo XX, totalmente intervencionista en todo el Caribe, imponiendo dictaduras, tiranías, gobiernos autoritarios de facto y de control de aduanas, y apropiándose de pequeños territorios ocupados militarmente, como Guantánamo en Cuba.

Estas doctrinas justificaron. para los gobiernos de Estados Unidos, especialmente en el siglo XIX y durante la primera mitad del siglo XX, el control que trataron de establecer y asegurar su presencia en el continente, frente a otras naciones europeas, en sus expansiones especialmente económicas y de proyección e influencia geopolítica, como lo fue Inglaterra a principios del siglo XIX que se había hecho presente en el Cono Sur, las avanzadas francesas en la región, y la necesidad de controlar y dominar las construcciones de las rutas canaleras interoceánicas, en las regiones del Caribe, especialmente en Panamá y Nicaragua, la intervención de Estados Unidos en la región de Maracaibo, en Venezuela a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, y en Cuba con la llamada República Plattista, que de hecho le fue impuesta en los años 1899-1902, fortalecida con la imposición de la Enmienda Platt, como un apéndice a la Constitución Política de Cuba, de 1901.

Con el desarrollo de la revolución industrial de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, cuando surge la etapa imperialista del capitalismo, con sus carteles, trusts, monopolios y oligopolios, como nuevas formas empresariales, que se volcaban al control de territorios, en todos los continentes, por sus materias primas estratégicas, por su mano de obra barata y por los mercados de venta de productos en esos territorios, los Estados Unidos, pasan a jugar un papel importante y dominante en el conjunto de las relaciones internacionales del continente. Al finalizar la I Guerra Mundial, resultado de esas contradicciones y reparticiones del mundo, Estados Unidos salió fortalecido en su inicial hegemonismo.

Entre los productos estratégicos para las nuevas áreas de producción de aquellos años, aún vigentes, estaban el cobre, para el desarrollo de la electricidad, el oro, la plata, el hierro, el zinc, el litio, la bauxita, especialmente significativo para la producción de aluminio, el plomo, el estaño, el carbón, y el petróleo que empieza a conocerse tempranamente en Venezuela, desde 1875, y en México, desde 1901.

Hoy se tiene en esta visión de control de minerales, por parte de las grandes potencias imperialistas, el molibdeno, el niobio, el grafito, la fluorita, los fosfatos y vetas de uranio; lo que se llaman “tierras raras”, que incluye arsénico, asbesto, cesio, fluorita, galio, grafito natural, indio, manganeso, mica natural en láminas, sienita nefelínica, niobio, rubidio, escandio, estroncio, tantalio, torio y vanadio. Además, el continente americano es una gran reserva de productos agrícolas, como café, caña de azúcar, maíz, cebada, arroz, soja, algodón, tabaco, banano y cacao.

En la América Central hay madera, oro, plata, cobre, plomo, zinc, hierro, antimonio, carbón, y en toda la región la pesca y la ganadería.

El trasfondo de la riqueza minera y natural de Venezuela, tras la amenaza de Trump con sus tropas de asalto y guerra frente a sus costas, es lo que realmente persigue el presidente estadounidense, y es lo que busca controlar.

Más que a Nicolás Maduro el objetivo principal de Trump en Venezuela es el control del cobre, del hierro, el oro de Venezuela, que tiene la cuarta mina más grande del mundo, considerada el 20% de la reserva mundial. También el petróleo venezolano, que está considerado como la mayor reserva del mundo, y sus minerales de las “tierras raras” como Níquel, Rodio, Titanio. A ello se agrega bauxita, carbón, Coltan. El gas de Venezuela hoy ocupa el octavo lugar con mayor reservas en el mundo.

El compromiso de Venezuela en el narcotráfico, la narco producción, el blanqueo de capitales, la existencia de organizaciones narco terroristas, como las define actualmente la administración estadounidense, son solo el pretexto de la intervención en la institucionalidad política y el control económico y de las riquezas naturales de ese país.

Nicolás Maduro inició su ejercicio presidencial el 19 de abril del 2013, siguiendo su segunda toma de gobierno el 10 de enero del 2019 y la tercera en enero del 2025.

Con Maduro dio inicio a una segunda época de la llamada V República, que se inició con el presidente Hugo Chávez Frías, en 1999, falleciendo en el 2013, cerrando de esa manera su ciclo presidencial. Para mí hoy no existe la República Chavista de la V República. Es la República Cabello Madurista, si así se le puede denominar, por el poder e influencia que ejercen en el desenvolvimiento de Venezuela, Diosdado Cabello Rondón y Nicolás Maduro Moros.

Diosdado reúne sobre Maduro su condición de militar, originario del golpe de Chávez del 4 de febrero de 1992 y su condición de político, en distintas ramas de la institucionalidad venezolana, que lo hace, en cierta forma, más poderoso que Maduro.

Las tres presidencias de Maduro han sido cuestionadas en su origen, aun cuando en ellas haya habido procesos electorales. Las últimas dos, particularmente, han sido cuestionadas por fraudes electorales. La elección del 2019 originó que más de 50 países negaran su reconocimiento de presidente válidamente electo, aun cuando no rompieran relaciones diplomáticas con Venezuela.

Las elecciones del 2024 fueron más evidentes en el fraude que se le atribuye, por cuanto hasta hoy no ha podido demostrar Maduro su legítimo triunfo, con la presentación de las actas electorales, lo que mantiene ese desconocimiento internacional por parte de esos países.

Tampoco, con Maduro, Venezuela presenta un modelo político institucional revolucionario, que pueda contagiar a la región para seguirlo, aunque mantiene un discurso antiimperialista y antiestadounidense fuerte, con énfasis en un nacionalismo latinoamericanista.

Con Hugo Chávez, hasta el 2013 se mantuvo la idea de un Socialismo del Siglo XXI, concepto que en el discurso se mantuvo por Rafael Correa en Ecuador y por Evo Morales en Bolivia, como slogan, y en cierta forma como propuesta, en el continente por algunos movimientos políticos. Durante la era Chávez este concepto no se logró establecer como política continental de los gobiernos reformistas de la primera década, en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, ni como alternativa en la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe, CELAC. Menos lo fue en la segunda década y todavía menor en esta tercera década.

Como concepto se dejó, en su contenido, desde el 2008, cuando Hans Dieterich Steffan, su creador, se desencantó de lo que sucedía en Venezuela, con su propuesta política, retirándose a sus domicilios en México y La Habana, con su compañera Marta Harnecker.

La única República Socialista del continente, Cuba, no acogió el concepto de Socialismo Siglo XXI como una bandera de su Revolución. No lo necesitaba.

A la muerte de Hugo Chávez, el presidente Maduro intentó mantener el concepto, sin éxito. Ya no se habla de ello ni se agita como proyecto político en Venezuela. En Ecuador como en Bolivia, el concepto de Socialismo siglo XXI se mantuvo, mientras Rafael Correa y Evo Morales, estuvieron vigentes y activos en política. Al morir Hugo Chávez, tanto Rafael Correa como Evo Morales volvieron en la política de sus países a recuperar los conceptos, que dieron origen a sus procesos políticos, la “Revolución Ciudadana”, con Rafael Correa, o el de la “Revolución Plurinacional, Democrática y Nacional”, con Evo Morales, conceptos que hoy están desaparecidos del escenario progresista continental y de esos países.

Venezuela no es un país socialista, política ni económicamente. Sigue siendo un país capitalista, gobernado por un grupo político que traza sus derroteros en el reformismo político avanzado, pero actualmente muy débil, tratando de continuar las reformas que impulsó con bastante éxito Hugo Chávez Frías.

Venezuela, en lo que se conoce, no es un país narco productor. Allí no se produce cocaína, que sí se produce en Bolivia, en Colombia y en una parte de Perú. Colombia produce el 60% de la producción mundial, Perú el 30% y Bolivia el 10%. El restante 10% se produce en otros países fuera del continente.

Los Estados Unidos en Sur América y el Caribe tiene 76 bases militares, coordinadas todas por el Comando Sur, SOUTHCOM, del Ejército de los Estados Unidos y de la estructura del actual Ministerio de Guerra, como lo ha redefinido Donald Trump, y no Ministerio de Defensa como antes se llamaba. De ellas, tiene ocho en Colombia, aún con el gobierno de Petro. En el mundo, en 100 países, Estados Unidos tiene más de 800 bases militares, de distinto tamaño y magnitud.

La existencia de las bases militares de Estados Unidos obedece a la lógica intervencionista de su política, en los asuntos regionales y particulares donde operan, más que con objetivos de colaboración o seguridad regional. A ello suma su presencia en varios bloques y alianzas militares como la OTAN en Europa.

No hay de hecho una amenaza continental ni regional en América Latina que pueda justificar la existencia de esas 76 bases, ni se justifica ya la Fuerza Interamericana de Paz, establecida en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, de 1948.

Ninguna actividad relacionada con la producción de droga puede poner en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos. En los propios Estados Unidos en los siguientes Estados: Alaska, Arizona, California, Colorado, Connecticut, Illinois, Maine, Maryland, Massachusetts, Michigan, Missouri, Montana, Nevada, New Jersey, Nuevo México, Nueva York, Oregón, Rhode Island, Vermont, Virginia y Washington se permite cultivar, producir y comercializar legalmente marihuana. Los últimos en sumarse a la legalización fueron Delaware, Minnesota y Ohio en 2023. La marihuana se vende libremente en los llamados Dispensary. La han legalizado bajo el concepto de marihuana recreativa y marihuana medicinal. El 20 de abril se ha establecido como el Día de celebración de la Marihuana o el Cannabis.

No se llega en lanchas ni en botes a las costas de los Estados Unidos desde Suramérica, llevando unos cuantos cientos de kilos de cocaína para poner en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos. Entra por tierra, principalmente, desde México.

En la vida del ejército estadounidense se permite y tolera el uso de drogas, y de drogas fuertes, como la cocaína, las anfetaminas, el alcohol, ciertos opiáceos y morfina, para que sus soldados y militares puedan actuar en las operaciones de guerra, combatiendo su fatiga y reforzando su coraje de combate.

En Estados Unidos tienen un grave problema con las drogas ilegalizadas como el hachís, el crack, la heroína, los alucinógenos, la LSD, el hongo de psilocibina, los inhalantes.

El Ejército estadounidense ha desarrollado Hospitales especiales para desintoxicar sus soldados luego de prestar el servicio militar en guerras, o en ciertas actividades militares. Estos hospitales forman parte del Sistema de Salud Militar (MHS), como son el Centro Médico del Ejército Brooke (BAMC) en Texas y el Médico Militar Nacional Walter Reed. En total el MHS tiene 51 hospitales y 424 clínicas.

El negocio de las drogas le ha permitido a Estados Unidos mantener y alimentar guerras, y luchas de organizaciones que ellos emplean, para liquidar gobiernos o tratar de derrocarlos. En Centroamérica se dio el caso en la década de los 80s de llamado caso Irán-Contras, o Irangate, en 1985-1986, usando grupos de narcotraficantes para financiar grupos armados, creados y organizados por el Ejército de los Estados Unidos y sus agencias político-militares, especialmente para liquidar al gobierno sandinista en Nicaragua.

El peso de las bases militares estadounidenses en Sur América lo tienen Colombia, Ecuador y Perú. En Venezuela y en Bolivia no hay. En esos países las justificaron en la lucha contra las guerrillas y movimientos armados de izquierda que persistieron en Perú, Ecuador, Bolivia, Colombia durante la segunda mitad del siglo XX y en algunos de esos países en este siglo, todavía en una parte de Colombia, sin que constituyan en este momento fuerzas capaces de derribar gobiernos. La presencia militar estadounidense en Colombia no acabó con la narco producción ni con las organizaciones narco productoras, hoy llamadas narcoterroristas. Eso lo está haciendo el gobierno de Petro.

La democracia representativa política en el continente se ha fortalecido desde 1991, cuando se disolvió la Unión Soviética y el Bloque de países socialistas europeos.

En la redefinición de la geopolítica y geoestrategia de Trump se ha establecido que el ejército y las fuerzas armadas, de los Estados Unidos, deben atender la lucha contra el narcotráfico, como tarea militar, lo que se le encarga al Ejército, calificando a las organizaciones que se dedican a la producción, el comercio y el tráfico de drogas como organizaciones terroristas, que son de atención del Ministerio de la Guerra y del Ejército. Es una simple justificación para actuar militarmente contra gobiernos especialmente latinoamericanos, que no son de la simpatía política del actual gobierno de Estados Unidos, especialmente Venezuela, ampliado ahora a Colombia.

En esta dirección Trump amenazó a México de intervenir, con su Ejército, en la frontera y el territorio mexicano fronterizo, para actuar allí supuestamente, contra los carteles del Tren de Aragua (TdA), la Mara Salvatrucha (MS-13), el Cartel de Sinaloa, el Cartel de Jalisco “nueva generación” (CJNG), el Cartel del Noreste (CDN), el de La Nueva Familia Michoacana (LNFM), el Cartel de Golfo (CDG) y los “Carteles Unidos” (CU) como organizaciones terroristas extranjeras (FTO).

De estas son organizaciones transnacionales, la TdA que es una organización originaria de Venezuela con células en Colombia, Perú y Chile, y con informes de presencia esporádica en Ecuador, Bolivia y Brasil. La MS-13 como organización transnacional se originó en Los Ángeles, pero se trasladó a América Central a medida que se deportaba desde Estados Unidos a personas de esa organización. El Cartel de Sinaloa es una organización transnacional con sede en Sinaloa (México). Es uno de los carteles de la droga más poderosos del mundo y uno de los mayores productores y traficantes de fentanilo y otras drogas ilícitas hacia Estados Unidos.

Otros carteles de droga en México son el de Los Viagras, de Santa Rosa de Lima, el Independiente de Acapulco, el de Guerreros Unidos, el Nueva Plaza, el de Tláhuac, y el de la Unión Tepito.

En Colombia operan los carteles del Clan del Golfo, conocido antes como Los Urabeños, compuesto por disidentes de las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, el cartel de «Los Pelusos», con disidencias del EPL. Los carteles de Medellín y de Cali han sido desarticulados. También operan el Tren de Aragua, los Satanás, los Paisas, los Pereiranos, los Lucky, los Maras, los Camilos, los Bury, los Zetas, los Boyacos y los Maracuchos.

En Venezuela opera el Cartel de los Soles, que presuntamente como organización ilícita está fuertemente vinculada a altos mandos militares y políticos, dedicada principalmente al narcotráfico y la minería ilegal. Recientemente se informa que también opera el Cartel del Tren de Aragua. En esta rápida visión de distribución de organizaciones narcotraficantes, Venezuela es la que menos tiene en su territorio.

Lo que hace diferente a Venezuela de México, Colombia, Perú o Bolivia, es que al Cartel de los Soles se le vincula directamente a personajes de la política de gobierno como el mismo Nicolás Maduro, Diosdado Cabello Rondón, militar y político, y a Vladimir Padrino, Jefe del Ejército, que en la justificación que hace el Presidente Trump, lo lleva a sostener que Venezuela es un narco Estado, por el papel que tienen estos tres personajes en la estructura política, de gobierno en su Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial y en el Ejército. Esto, por cuanto han detenido internacionalmente altos personajes de Venezuela vinculados al narcotráfico y el lavado de dólares, como han sido los hijos-sobrinos del presidente Maduro y su esposa, Antonio Campo Flores y Franqui Francisco Flores de Freitas, y Alex Saab, uno de los más cercanos colaboradores del presidente Maduro, que fue detenido en Cabo Verde, como el lavador de dólares de ese gobierno. Los hijos-sobrinos de Maduro, y Saab, fueron indultados por el presidente Biden, que ya estaban condenados a 18 años de cárcel por narcotráfico, por Cortes Judiciales de Estados Unidos, para intercambiarlos por 7 estadounidenses presos en Venezuela y para asegurar la presencia de la Chevron en el negocio petrolero de Venezuela.

Otros venezolanos buscados por narcotráfico y lavado de dólares, por los Estados Unidos, son las siguientes personas venezolanas: Tareck Zaidan El Aisami, que ha sido vicepresidente de Venezuela, Maikel José Moreno Pérez, que ha sido presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Joselit Ramírez Camacho, Samark López Bello, los narcotraficantes venezolanos Walid Makled García, Hermagoras González Polanco, Arick Komarczyk y su socio, Irazmar Carbajal, Clíver Antonio Alcalá Cordones, mayor general retirado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, Hugo Armando “El Pollo” Carvajal Barrios, exdirector de Inteligencia Militar y diputado oficialista en la Asamblea Nacional. Algunos de estos capturados y presos en Estados Unidos han informado con detalle, y algunos de ellos han hecho publicaciones detalladas de los alcances de los compromisos de estos dirigentes políticos con el negocio y las organizaciones de la droga que usan el territorio venezolano para sus negocios y tráfico internacional.

El operativo militar montado desde hace varias semanas en el Caribe frente a Venezuela, amenazando intervenir para llevarse al presidente Maduro y unos cuantos personajes más de su gobierno, a los que les han puesto recompensas millonarias, no ha dado los resultados que Trump había deseado. Internamente en Venezuela ha fortalecido al gobierno, a sus dirigentes, al mismo Maduro, y permitido poner en acción y movilizar alrededor de un millón de personas en la preparación militar para defender a Venezuela de una posible invasión y enfrentamiento militar con Estados Unidos.

Tampoco ha logrado el presidente Trump el consenso político de los gobiernos suramericanos y latinoamericanos en general, que le permitan justificar su acción militar, para detener y llevarse, a Maduro como el cabecilla del Cartel de los Soles y del narco estado venezolano, como vende su proyecto.

En el continente, los gobiernos no están de acuerdo en llevarse a ningún presidente con esos pretextos. Tampoco en tumbarlos con intervención extranjera militar. Los problemas de legitimidad, de legalidad, de la presidencia de Venezuela es un problema de los venezolanos, que lo tienen que resolver ellos. No son fuerzas extranjeras las que tienen que resolverlos. Ni los organismos internacionales tienen hoy la fuerza para imponer o derrocar un gobernante. La lucha contra la droga no tiene a Estados Unidos en otros países o regiones del mundo, productoras de droga, de modo amenazante como está en Venezuela, o frente a China, a quien acusa de introducir el fentanilo en Estados Unidos. Es claro, entonces, el pretexto político contra Venezuela, que sirve de amenaza contra cualquier proyecto reformista en el continente que no sea del agrado de Estados Unidos.

El distanciamiento de Trump con el presidente Petro, de Colombia, obedeció a esa solicitud de apoyo intervencionista, de usar su territorio, con sus bases militares, como base de apoyo en su posible guerra contra Venezuela, que Colombia rechazó.

La diplomacia estadounidense se ha movido para justificar la captura no de un presidente, aunque haya sido mal electo, sino la de un delincuente narcotraficante que ha hecho de su gobierno un narco estado, que pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos, sin tener fronteras terrestres, ni marítimas ni aéreas comunes, como Estados Unidos las tiene con México o Canadá. Lo único que ha logrado Trump es el apoyo de una isla insignificante políticamente a pocos kilómetros de distancia de Venezuela, Trinidad y Tobago. Tampoco ha podido desarrollar sus nuevas bases militares en Panamá, que las está negociando.

La excusa de la guerra contra las drogas no le ha valido. Despedazar desde el aire unas cuantas lanchas, asesinando de esa manera a sus setenta tripulantes, que han muerto, no le ha permitido demostrar que esas lanchas llevaran toneladas o bastantes kilos de cocaína. Para todos los efectos esos ataques a esas lanchas han sido valorados internacionalmente como ejecuciones sin juicio alguno, sin pruebas materiales de transportación de drogas. Esos ataques son acciones sicariatas del Ejército de Estados Unidos contra pescadores, navegantes, personas que viajaban en lanchas sin que se haya podido demostrar que en esas naves llevaban drogas o cocaína, han sido condenadas incluso por las Naciones Unidas. Con todo el despliegue militar que allí tiene pudieron haberlas detenido con sus ocupantes y demostrar que iban cargadas de droga. Por las torturas que tiene autorizadas el Ejército de Estados Unidos a realizar legalmente, con un Manual de Torturas, pudieron haber interrogado y sacado información de esas personas pescadoras, presuntos narcotraficantes, de los vínculos de sus posibles organizaciones narcotraficantes y de los posibles compromisos de gobiernos con ellos. No han podido demostrar un solo caso de este tipo. En otro orden de cosas pareciera ser prácticas de tiro que realizan desde aviones o desde el portaviones Ford, el más grande de la marina de los Estados Unidos, contra lanchas que no llevan artillada ninguna arma. Simplemente ejecuciones, asesinatos a mansalva.

Cada día que pasa en que Trump se juega su pellejo, su figura, su presidencia, sin proceder a la captura de Maduro, le cuesta carísimo al pueblo de los Estados Unidos con el mantenimiento de esa movilización militar, de agua, aire y tierra que tienen preparada, para una guerra, frente a Venezuela. Más de 10.000 soldados listos para realizar la gran hazaña de Trump, en la que se van a llevar una gran sorpresa del pueblo venezolano.

Venezuela, en este asunto, de la intervención militar extranjera no está sola. Ya tiene aliados muy poderosos, Rusia y China, que le han facilitado recursos militares de defensa y de ataque, en posibilidad de hundir a su Portaviones Ford, y de mantener una resistencia defensiva por mucho tiempo. Venezuela se puede convertir en el Vietnam latinoamericano para los Estados Unidos, pero, también puede convertirse en la antesala de una III Guerra Mundial, donde en medio de este conflicto, se resolverá casi simultáneamente el conflicto de Ucrania, el del Medio Oriente, el del Mar de la China, el de Taiwán. La OEA por ahora, ni CELAC le darán apoyo a la aventura militar de Trump en Venezuela, por más aranceles que aplique y eleve.

Si la OTAN, por otro lado, se atreve a participar en una ofensiva contra Rusia, caerán bombas en toda la costa atlántica de los Estados Unidos, que es parte de la OTAN, país donde nunca ha caído ni un cachiflín, ni una bomba resultado de una guerra…y el pueblo estadounidense va a reaccionar más fuertemente de lo que hasta ahora se cree y estima políticamente.

Estados Unidos en su guerra y ofensiva contra Venezuela, y contra Colombia, si así se lo propusiera, lleva las de perder más que las de ganar.

Veo más a Trump retirándose humillado del Caribe frente a Venezuela, que entrando heroico a Caracas. En una intervención o en una guerra que se le puede extender en el tiempo se va a encontrar con el canto venezolano de 1816, ¡Gloria al Bravo Pueblo que el yugo lanzó!

¿Lo que suceda en Venezuela será la hoguera de la inmolación de Trump, o la antesala de la III Guerra Mundial?

(Artículo publicado en MEER.com.es y compartido con SURCOS por el autor).

¿Qué pasa hoy en Cuba? En Alternativas

Panel especializado analiza la coyuntura cubana

El programa Alternativas dedicará su transmisión del 21 de noviembre de 2025, a partir de las 6:00 p.m. (hora de Costa Rica, -6 UTC), a un tema de relevancia regional: la situación actual de Cuba, desde perspectivas políticas, geopolíticas, comunicacionales y diplomáticas.

El espacio contará con un panel de especialistas con amplia experiencia en análisis internacional, comunicación social y relaciones exteriores, quienes compartirán interpretaciones y claves para comprender el momento que vive la isla.

Panel invitado

Martín Chinchilla Castro
Periodista y comunicador social. Conferencista. Expresidente del Colegio de Periodistas de Costa Rica.

Rafael Ángel Ugalde Quirós
Licenciado en Derecho y notario público. Comunicólogo y periodista (UCR).
Con 45 años de experiencia profesional.
Analista de la Red Mundial Antimperialista. Estudia Filosofía, Música y Geopolítica del Petróleo.

Alejandro Arguedas Sibaja
Comunicólogo, periodista y productor audiovisual.
Miembro de la Comisión Política del Partido Vanguardia Popular y del Movimiento de Solidaridad de Amor por Cuba.

Eric Valdés Martínez
Licenciado en Derecho y Máster en Relaciones Internacionales.
Más de 50 años en el servicio exterior de la República de Cuba, cumpliendo misiones en diversos países. Jefe de Misión de Cuba en Costa Rica.

Transmisión en vivo

El programa podrá seguirse en las plataformas habituales de Alternativas:
Facebook Live, YouTube y Spotify.

Emisoras amigas

  • Guanacaste 106.1 FM

  • Radio Soberanía

  • Radio Revolución

  • 506 Ondas Alajuela Radio

  • 97.3 FM Voces Libertarias

Los aportes (no deseados) del camarada Trump al mundo y al continente

Miguel Sobrado

Entró al gobierno de los EEUU como un toro a la plaza, disparando aranceles para todo lado y demandando territorios ajenos como Groenlandia y el canal de Panamá, actuando con prepotencia, como si fuera el Rey del planeta y el mundo continuara siendo unipolar.

Emprendió un conflicto con China y los BRICS, al mismo tiempo que amenazó a Europa, Canadá, Japón, Corea, gran parte de Asia y toda América Latina con aranceles y sanciones. Desplazó una flota al Caribe contra Venezuela y apoyó militarmente a Israel en el genocidio a cielo abierto, sin tapujos, de Gaza proponiendo hacer un resort vacacional en su territorio ante la opinión pública mundial.
Lo único que tiene algún sentido positivo han sido sus intentos de parar el conflicto en Ucrania, buscando separar a Rusia de China.

En América Latina, las amenazas si bien han logrado doblegar los espinazos de Milei de Argentina, Novoa de Ecuador, Peña de Paraguay y Mulino de Panamá, ha creado una reacción de México, Colombia, Brasil, Chile y Uruguay contra la pretensión de intervenir militarmente en el Caribe, que le han obligado a repensar esta acción.

En los Estados Unidos la persecución y encarcelamiento de migrantes ha creado procesos de pánico y reacciones de organización política que están cambiando el panorama, tanto en los procesos electorales de las alcaldías, como en la conciencia e identidad de estos. Muchos grupos especialmente latinoamericanos, que venían asimilando la cultura norteamericana, en el sentido más amplio incluyendo los prejuicios raciales que valoraba negativamente su identidad, recibieron un shock al ser perseguidos por el color de piel o su idioma por la policía de migración (ICE). En otros casos, el clima creado por el gobierno de Trump que identifica migrante con delincuente, ha provocado incluso asesinatos como el de la guatemalteca María Florinda Ríos de 32 años y madre de 4 niños, que tenía un año de haber llegado en búsqueda del sueño americano, en el condado de Bone en el Estado de Indianápolis, cuando llegó a hacer la limpieza en una casa y el dueño le disparó desde el otro lado de la puerta antes de que tocara.

Tan grave ha sido el atropello racista contra los latinos, que los indígenas norteamericanos se han movilizado en solidaridad, bajo el lema de que nadie es extraño en tierra robada.

Trump no solo ha irrumpido con torpeza en un mundo multipolar donde ha cambiado la correlación de fuerzas, que él todavía no reconoce, y sigue actuando como Emperador, aunque empieza a sentir el resquebrajamiento. Los valores de democracia y derechos humanos que eran parte importante del estandarte ideológico norteamericano han perdido legitimidad frente al genocidio y limpieza étnica descarada en Gaza, provocando protestas multitudinarias en todo el mundo.

En estas nuevas condiciones las cosas han empezado a dar vueltas. Las transacciones financieras internacionales, ya no depende solo del sistema Swift, manejado por los Estados Unidos y que le permitía establecer sanciones, sino de los sistemas de intercambio de los BRICS.

Tampoco puede EEUU enviar armamento a Taiwán que es parte de la China, sin que Rusia o China alimenten con misiles a Venezuela en su patio trasero.

El modelo de desarrollo con bienestar que configuraba el sueño americano ha cedido espacio en el mundo por la debilidades internas en el crecimiento de la pobreza y la falta de oportunidades, a China, Japón y los países nórdicos.

Al interior del país las cosas para Trump han empezado a resquebrajarse con los resultados electorales en las alcaldías más importantes del país.

Estamos en el declive de una potencia. Como todo declive, es un período de peligros, pero al mismo tiempo de cambios profundos y esperanzas.

En nuestra América las convulsiones serán muy fuertes porque el reordenamiento va a afectar profundas estructuras de poder clientelista internas que han permitido la incubación del narco tráfico.

Como se pueden apreciar los efectos de las políticas de Trump que pretendían combatir la izquierda han hecho todo lo contrario, tanto en Latinoamérica donde ha despertado el sentimiento nacionalista y patriótico como en el mundo donde ha despertado protestas organizadas progresistas sin precedentes.

Charla: La guerra proxy en Ucrania de la geopolítica unipolar

Por Miguel Alvarado

El 11 de noviembre del 2025, en el marco de las actividades del 25 Aniversario de la Cátedra José Martí de la Universidad de Costa Rica, en la Sede del Pacífico, se llevó a cabo la charla: “La guerra proxy en Ucrania de la geopolítica unipolar”. En la exposición participaron el Dr. Serguey Krutko, en representación de la comunidad rusa en Costa Rica, el Ing. José Luis Callaci y el máster Miguel Alvarado, profesionales egresados de la ex Unión Soviética. La actividad contó con una valiosa asistencia de estudiantes y docentes de la Sede del Pacífico, quienes acogieron con gran interés la temática expuesta, interviniendo con acotaciones y preguntas que enriquecieron los contenidos de la plática.

Entre los asuntos que se abordaron en la exposición se encuentran los orígenes y las premisas históricas que influyeron en el contexto actual del conflicto en Ucrania. Se hizo énfasis en las consecuencias devastadoras que tuvo para Ucrania el golpe de Estado del 2014 (conocido como el Euromaidán, patrocinado por los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN), golpe de Estado que derrocó el gobierno legítimamente electo e instaló un régimen que, en contubernio con grupos ultranacionalistas de inclinación nazi, implementó una persecución social, cultural, idiomática, religiosa contra la población de origen ruso en todo el país.

Además, se argumentó con profundidad por qué es un error considerar la confrontación bélica únicamente entre Ucrania y la Federación Rusa. En este sentido, se presentó una narración secuencial de los hechos que explicaban cómo el Occidente colectivo planificó y organizó con años de anticipación la estrategia de guerra híbrida (sanciones, rusofobia, fake news, etcétera) contra la Federación de Rusia. Igualmente se señaló la participación directa del Occidente colectivo en la preparación y abastecimiento militar del ejército ucraniano para reprimir y aniquilar a la población rusoparlante, en particular en la región del Donbás. Se subrayó los esfuerzos reiterados de la Federación de Rusia en resolver el conflicto por la vía pacífica y diplomática. También se destacó su afán para llegar a los acuerdos de Minsk I y II, que lamentablemente, ni el gobierno de Ucrania ni los países de la OTAN, estaban interesados en cumplirlos. En la exposición se examinaron tanto el contexto de violencia ejercido por las políticas rusofóbicas de la junta de Kiev, contra la población civil de las repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, como la necesidad de la Federación de Rusia de reconocer a estas repúblicas para salvaguardar la vida de sus poblaciones y la obligada intervención de la Operación Especial Militar. Ante la sistemática agresión ucraniana contra las poblaciones de Lugansk, Donetsk, Jersón y Zaporiyia, la ciudadanía de estas cuatro regiones, en referéndum y acorde al derecho internacional, votó por adherirse a la Federación de Rusia.

A la prolongación del conflicto se suma la negativa de la junta de Kiev a aceptar los derechos y la soberanía de estas poblaciones y la independencia de sus respectivos territorios. Asimismo, se puso en evidencia cómo la hostilidad se ha visto avivada por líderes europeos que, con sed de guerra, atizan y elevan cada vez más la escalada militar. En cambio, la actitud y el compromiso de la Federación de Rusia han sido establecer el diálogo y encontrar una solución pacífica al conflicto que garantice una resolución verdadera y permanente.

Al final de la exposición, se reflexionó sobre cómo el conflicto en Ucrania está entrelazado con la actual coyuntura geopolítica, que transita de un mundo unipolar a uno multipolar. En fin, la guerra proxy en Ucrania (una guerra por encargo de los países belicistas de la OTAN), es la expresión de la civilización occidental en decadencia, de su economía en crisis y sus aspiraciones de una política de guerra, con la cual, pretende conservar el viejo orden internacional del saqueo colonial e imperialista (cada vez más obsoleto). Por el contrario, el mundo multipolar, conformado por un conjunto de países emergentes, tiene como punto de partida el respeto a la soberanía e independencia de los pueblos.

Europa hace navegar sus renovadas carabelas hasta América

Rafael A. Ugalde Quirós
Periodista, abogado y notario por la U.C.R.

Cuando dentro de dos años, la anfitriona Bruselas, pronuncie la clásica «Soyez les bienvenus chers délégués« en la V Cumbre de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC – UE), la bienvenida a lo mejor ya haya diferenciado el significado profundo en todos los idiomas entre “sumisión” y “colaboración” y así, entonces, los liderazgos de la región corran mejor suerte.

La extensa resolución final de la IV Cumbre regional y el viejo continente reflejó, por un lado, una visión de sociedad propia y tradicional de quienes defienden el llamado “capitalismo bueno”, gracias a “izquierdas democráticas” “socialismo de consensos”, “frentismos populares”, “coaliciones democráticas” etc., de marcado acervo socialdemócrata y reformista, con un excelente discurso disfrazado de “progresismo” conforme ordena el último grito de moda.

Las discusiones, por otra parte, presentes dentro de la IV Cumbre en Santa Marta, nos dejó la evidencia de una concepción diametralmente opuesta a la anterior, que cree superable el concepto tradicional de democracia como sinónimo de llamar solo a votar en ciertas fechas, encaminada a transformar el modelo con la incorporación activamente de la población en la defensa de las soberanías nacionales y la construcción del sistema de producción y sus relaciones para que, cualquier desarrollo alcanzado, se considere bien de toda la colectividad, por encima de cualquier oferta y demanda.

Se diferencian además de la primera tesis en que establecen con notoria claridad cómo el reformismo resultó en las últimas décadas un aliado incondicional de la Europa profundamente fragmentada y las plutocracias regionales decrépitas, incapaces de levantar proyectos independientes y soberanos, en relación con Estados Unidos y el viejo continente.

Se parecen, pero son como el aceite y el vinagre. Para los primeros es cuestión de “ajustar” y “focalizar” los problemas lógicos derivados de las bondades del ese capitalismo, para que nada o muy pocas alteraciones del sistema haya, al mejor estilo de Max Webber; para los segundos, en cambio, la democracia es más que elecciones cada cierto tiempo, porque creen que cualquier transformación política y económica corre a cargo de las mayorías y son, en última instancia los trabajadores quienes revolucionan toda realidad social.

Así, en Santa Marta estuvieron además sumamente activos un tercer grupo que por ningún motivo se debe perder de vista en los años venideros. Fueron quienes rechazaron a Nuestra América como zona de paz, aplaudieron las exclusiones de naciones en razón del color de la piel, gobierno, asuntos de género, despolitización de los derechos humanos, creen sin tapujos que la plaga del narcotráfico y el terrorismo basta combatirlo a bombazos y aplicación de la pena de muerte generalizada. Son los países cuyos delegados están matriculados con la nueva versión del nazifascismo-sionismo. Son, en síntesis, quienes toda su existencia depende de las órdenes dadas desde Estados Unidos y esperan que la UE tenga éxitos conjuntamente en la nueva aventura de recolonización.

Por último, no hay que perder de vista que en Santa Marta hubo una numerosa delegación de segundo nivel de Europa Comunitaria – pues de peso solo estuvo el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y los primeros ministros de Portugal, Luis Montenegro – que dio cátedra sobre cómo funcionan las nuevas leyes de los imperios.

Foto presidencia de la república de Colombia.

Un grupo de segundones de la UE que conocía el oficio al dedillo y se llevó en banda a quien pestañó.

La declaración final incluyó varios párrafos con términos cómo “colaboración”, “multilateralismo”, “democracia”, “elecciones creíbles”, obviamente como una concesión de la región para que Europa Occidental conserve el monopolio de decir qué comicios son válidos y qué gobierno deben reconocerse en sus antiguas colonias.

Esta versión sesgada a favor de los intereses de las naciones integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) produjo un intenso debate al interior del encuentro, confirmaron a la prensa local varios diplomáticos acreditados durante el encuentro.

Aunque los europeos lograron imponer contra todos los pronósticos sus intereses, junto a los de Estados Unidos -que no necesitó estar presente, pues tuvo excelentes peones –, la guerra de la OTAN en Ucrania contra la Federación de Rusia produjo el mayor cisma dentro de la cita, que se prolongó más allá del conclave.

El canciller nicaragüense, Denis Moncada Colindres, al terminó de la cita, contó que Nicaragua se apartó de la llamada “Declaración de Santa Marta” por un asunto de principios. “La posición del Gobierno de Nicaragua es clara: No aceptamos y debe ser excluido, eliminado el párrafo que hace referencia a Ucrania”, expresó. De esa manera, precisó a la prensa, hubo consenso para que se aprobara la Declaración de la Cumbre, de lo contrario el pronunciamiento final no sería aprobado. Se refería a que los acuerdos de la CELAC se adoptan por consenso entre sus miembros; cuando hay un desacuerdo se permite acompañar la declaración final con el documento en el cual el país deja constando sus diferencias.

La declaración final, fue suscrita por 58 de los 60 países participantes en la cumbre. Nicaragua y Venezuela se “disociaron” del conjunto del documento, por lo tanto, se promulgaron tres documentos, que ponen en evidencia que el “trato igualitario” tan invocado durante este importante encuentro estuvo lejos de la realidad diplomática.

Para la Europa civilizatoria esta cumbre en tierras latinoamericanas y caribeñas significaba una especie de “luz al final del túnel”, pues es la oportunidad de relanzar más de 500 años de vinculación con la región, dado el complicado tablero geopolítico y el innegable error de cálculo cometido por sus lideres, en relación con el conflicto en Ucrania.

Los principales voceros de la UE reconocen que su economía pasa por problemas para competir con China, sus arsenales de armas están casi vacíos, porque no paró en abastecer a Ucrania, en tanto se obligó a subir de 2 % a 5% el presupuesto para la compra de armamento procedente de Estados Unidos. Y Europa occidental vive de los réditos producidos por los despojos llevados a cabo en América, Asia y África, por eso se acostumbró a transformar materias primas que ahora se les dificulta su obtención.

Por eso, pensando en materias primas, no dudó en escalar un conflicto armado entre Rusia y Ucrania – dos países entre familiarizados y fuera de la OTAN, pensando que con 12 mil sanciones a Moscú pondría de rodilla a Putin y quedaría libre así el acceso a la codiciada zona de Eurasia, rica en enormes cantidades de gas, petróleo, cobalto, oro, uranio, hierro, tierras raras, maderas, precisamente materias requeridas por la plutocracia occidental para sus cadenas de suministros.

No hubo ni lo uno ni lo otro. Sin embargo, los europeos no se llevaron de América Latina y el Caribe la totalidad de muchas de esas materias primas requeridas ahora con urgencia para enfrentar el paso arrollador del dragón chino por el mundo.

Se trata, pues, una vez puesta en contexto la terminología diplomática de la Carta de Santa Marta, de un “multilateralismo” encaminado a entregar las materias primas de la región no solo a los Estados Unidos, sino además a los europeos que, como bloque, ambos defenderán esta parte del mundo como su área exclusiva de dominio contra el surgimiento de nuevos frentes económicos, políticos y de desarrollo socioeconómico en el cambiante tablero geopolítico.

Naciones como Costa Rica, Panamá, El Salvador y Trinidad y Tobago, aunque refrendaron la declaración final de esta Cumbre, presentaron objeciones concretas a los párrafos 10, 18 y 47 de la Carta de Santa Marta relacionados con la cooperación en acción climática y protección del medio ambiente (Párrafo 10), el compromiso con la democracia, los derechos humanos y el multilateralismo (Párrafo 18), y la cooperación en gestión migratoria (Párrafo 47).

Según reveló el vicecanciller colombiano, Mauricio Jaramillo, una vez terminada la cita de Santa Marta, esta estuvo marcada por profundas diferencias y desacuerdos.

Con antelación a esta IV Cumbre CELAC-UE había fracasado el X encuentro denominado de las Américas con la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela por órdenes expresas de Estados Unidos y decisión de la Organización de Estados Americanos.

Jaramillo seguidamente amplió detalles revelando que la declaración conjunta de todos los miembros fue resultado de una negociación muy difícil entre 60 delegaciones.

Agregó que, Nicaragua optó por no respaldar el documento completo, mientras agradeció el gesto diplomático de Venezuela de retirarse de la declaración final y evitar así dar al traste con la cumbre, por mantenerse la visión sobre la guerra ucraniana.

Sin embargo, pese al innegable boicot contra esta cumbre por parte de Estados Unidos, en complicidad abierta con los altos cargos de la UE, el presidente colombiano “salvó” a su manera este difícil encuentro en puntos específicos, como el bloqueo comercial y económico contra Cuba y la situación de Palestina, aunque no logró un pronunciamiento concreto a favor de la necesidad de reconocer un Estado palestino con todas las garantías dadas por el Derecho Internacional.

Bruno Rodríguez Parrilla, ministro cubano de Relaciones Exteriores, destacó en la red X el llamado de la Carta de Santa Marta contra el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos a Cuba desde hace 61 años. Asimismo, subrayó la oposición regional a leyes y reglamentos con efectos extraterritoriales, a que hace referencia la declaración CELAC-UE.

No obstante, había lamentado que el texto final del importante encuentro careciese de una denuncia contundente por el actual despliegue militar de Estados Unidos en el mar Caribe, que pone en peligro “la paz, estabilidad y seguridad regional, aun cuando fue un tema ampliamente discutido durante los debates de la IV Cumbre Celac-UEE”, reveló.

El destructor norteamericano Gerald Ford con misiles nucleares y modernos bombarderos apunta hacia la población venezolana. (F. tomada de Instagram).

La alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, en una reacción recogidas por diferentes agencias de noticias dijo que, si se hubiera mencionado directamente la militarización del Caribe por Estados Unidos en el documento final de Santa Marta, no se habrían “logrado las firmas de algunos países”. “Así funciona la diplomacia”, añadió.

La funcionaria tiene cerca de seis meses de estar en el ojo de la tormenta porque insiste en que la UE se apropie de más de $ 300 mil millones de activos rusos confiados a bancos europeos para financiar la guerra ucraniana.

Asimismo, en declaraciones recogidas por la cadena de noticias CNN Kallas resaltó los buenos acuerdos alcanzados en Colombia y sostuvo que vamos a seguir siendo un socio comercial “predecible” y “confiable”, concluyó.

¿Qué les parece si hablamos de recolonización? ¡El que quiera entender que entienda!

Chile y la OTAN: ¿Estamos más cerca de involucrarnos en un conflicto internacional?

Por Félix Madariaga
Periodista

Como suele ocurrir en los informativos de televisión y radio, primero nos inundan con noticias sobre delincuencia e inseguridad, luego con deportes, y al final, muy al final y entre temas varios, se cuelan algunas informaciones que apenas alcanzan unos segundos de pantalla. Se mencionan casi de pasada, como si bastara titularlas para cumplir con la transparencia informativa. Pero detrás de esas notas breves, a menudo, se esconden decisiones trascendentales que afectan el rumbo del país.

Eso pasó con la noticia de que Chile suscribió un nuevo convenio con Alemania, que nos acerca aún más a la OTAN, sí, esto fue el 29 de julio

Lo primero que uno se pregunta es si la mayoría de los chilenos sabe realmente lo que es la OTAN, o si están al tanto de que esa alianza militar está involucrada directamente en una guerra, apoyando abiertamente a Ucrania.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte, creada en 1949, nació con el argumento de detener la expansión de la URSS. Hoy, más de siete décadas después, su enemigo declarado es la Federación Rusa. En ese contexto, cualquier acercamiento o colaboración con la OTAN no es un acto neutro: significa posicionarse en un mapa geopolítico que está en plena confrontación.

Durante el gobierno de Ricardo Lagos, en el año 2000, Chile firmó su primer acuerdo con la OTAN, que lo situó en el Nivel 1, un nivel inferior, que permitía el intercambio básico de datos militares. Lo que hoy se está firmando es distinto: Chile avanza al Nivel 2, lo que implica compatibilidad técnica, logística y doctrinaria con los estándares de la alianza, además de complicidad. En palabras simples, significa que el país adapta parte de su estructura militar a los parámetros de la OTAN.

El nuevo acuerdo fue firmado por la ministra de Defensa Adriana Delpiano y la embajadora de Alemania en Chile, Susanne Fries-Gaier. Según información encontrada en la página web del Ministerio de Defensa, el objetivo es facilitar el intercambio de material militar. Pero, ¿qué tipo de armamento puede ofrecer Chile a la OTAN? ¿de qué manera nos beneficia integrarnos a una red militar liderada por potencias que hoy están directamente involucradas en conflictos armados?

Y no es un detalle menor que sea precisamente Alemania quien aparece como interlocutor. Un país que, tras la Segunda Guerra Mundial, fue desmilitarizado y obligado a mantener límites estrictos en su desarrollo bélico, producto de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el nazismo. Hoy, sin embargo, Alemania busca reposicionarse como potencia militar dentro de Europa, impulsada por el conflicto en Ucrania y su estrecha relación con Washington.

Frente a estos hechos, se solicitó más información oficial al Ministerio de Defensa de Chile, a través de su Oficina de Partes el pasado 3 de octubre. Además, contactamos por WhatsApp y correo electrónico a la ministra Delpiano, sin obtener respuesta. Del mismo modo, enviamos una consulta a la Embajada de Alemania en Chile, que tampoco respondió. Este silencio institucional no solo nos llama la atención: aumenta la desconfianza y el malestar ante decisiones que se toman sin rendición de cuentas al país.

No se trata de tecnicismos militares. Se trata de política exterior, de soberanía y de la posición que Chile adopta en sus relaciones bilaterales y multilaterales.
¿Queremos que Chile se acerque a alianzas militares que promueven guerras y bloqueos económicos? ¿Queremos condicionar nuestras relaciones comerciales y diplomáticas con países que no son del agrado de la OTAN?

Chile ha tenido históricamente una vocación de neutralidad activa, de diálogo y de respeto al derecho internacional. Esa tradición, que nos dio reconocimiento en tiempos difíciles, hoy parece ser reemplazada por una política exterior complaciente con los intereses de las potencias occidentales.

Debemos mantener independencia y prudencia. Este tipo de convenios no fortalecen nuestra defensa, sino que nos subordinan a intereses ajenos. Si de verdad se trata solo de un acuerdo “logístico”, ¿por qué tanto hermetismo? ¿Por qué la falta de transparencia?

Más temprano que tarde, firmar este tipo de compromisos puede implicar comprometer algo más que la logística: puede comprometer la soberanía.

Ministra de Defensa, Señora Adriana Delpiano, el país merece una respuesta clara.
¿Cuál es el verdadero objetivo de este convenio con Alemania?
¿Es este el camino que Chile quiere seguir?

Fuentes:

https://www.infodefensa.com/texto-diario/mostrar/5381758/chile-firma-acuerdo-alemania-facilitara-acceso-catalogo-equipamiento-material-otan

https://www.defensa.cl/indexc3d9.html?p=6108

https://www.defensa.com/chile/chile-alemania-sellan-acuerdo-tecnico-militar-para-fortalecer

https://ucvradio.cl/news/nivel-2-en-la-otan-chile-asciende-en-sistema-de-catalogacion-para-intercambio-militar/

Pronunciamiento: “Nos unimos en defensa de la soberanía, la seguridad y la paz duradera en nuestra región”

Nosotros, los parlamentarios y dirigentes políticos abajo firmantes de toda América Latina y el Caribe, nos unimos en defensa de la soberanía, la seguridad y la paz duradera en nuestra región frente a la inminente amenaza de intervención armada en Venezuela.

Nuestro continente logró un triunfo histórico cuando la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) declaró a la región como una «Zona de Paz», hace una década. Esta declaración representó la voluntad colectiva de nuestros pueblos: resolver nuestras diferencias a través del diálogo y la cooperación, y no a través de la violencia y la intervención.

Hoy, ese triunfo está bajo amenaza.
La administración Trump está intensificando una peligrosa escalada militar frente a las costas de Venezuela, desplegando fuerzas navales en el Caribe en preparación para una posible intervención armada.

El pretexto es conocido. El presidente Trump justifica la intervención de los Estados Unidos en Venezuela como un medio para combatir los «cárteles», celebrando los ataques letales contra pescadores acusados de transportar drogas. Ya hemos vivido esta catástrofe. En Colombia, en México y en toda nuestra región, la primera «guerra contra las drogas» de los Estados Unidos solo trajo consigo derramamiento de sangre, despojo y desestabilización.

Ahora, la administración Trump planea liderar una nueva «guerra contra las drogas».
Esa guerra parece empezar con un cambio de régimen en Venezuela, pero sabemos que no terminará ahí. Estados Unidos ya está amenazando con ataques ilegales con drones en suelo mexicano en nombre de su «seguridad nacional». Si no defendemos la paz ahora, corremos el riesgo de una nueva ola de intervenciones armadas en toda la región, lo que desencadenaría una crisis humanitaria de proporciones inimaginables en todos nuestros países.

Ya vivimos esta pesadilla antes.
Las intervenciones militares de Estados Unidos en el siglo XX resultaron en dictaduras, desapariciones y décadas de trauma a nuestras naciones. Conocemos el terrible costo de permitir que potencias extranjeras hagan la guerra en nuestro continente. No podemos permitir, ni permitiremos, que la historia se repita.

Solo la unidad de todas las fuerzas políticas organizadas de América Latina y el Caribe es lo suficientemente poderosa como para evitar esta catástrofe. A pesar de nuestros diferentes contextos políticos, compartimos una causa común: la soberanía de nuestras naciones y la seguridad de nuestros pueblos. Debemos permanecer unidos ahora.

Es nuestra responsabilidad defender la Zona de Paz. El futuro de nuestro continente depende de nuestra unidad en este momento.

Firmantes

Larga lista de firmantes de toda América Latina y el Caribe, entre ellos representantes de Bolivia, México, Colombia, Brasil, Argentina, Perú, Cuba, Ecuador, Costa Rica y otros países.

Puede ver la lista completa en este enlace:

https://surcosdigital.com/wp-content/uploads/2025/10/Zona-Paz4.jpg

La geopolítica del lenguaje neocolonialista y neoimperialista

Vladimir de la Cruz

¿De qué hablamos cuando hablamos de “América”?

Con más frecuencia hoy se divulga el concepto de geopolítica para tratar de entender el enmarañado mundo de las relaciones internacionales, y el papel que en ellas juegan los grandes países, las grandes potencias como también se les reconoce, los países que desempeñan un papel hegemónico en grandes regiones y con proyección mundial, los países que subordinan a otros países o someten regiones a su influencia y a sus decisiones políticas, económicas, militares y culturales, entre otras.

La geopolítica tiene que ver con la geografía en cuanto a espacio y en cuanto a ordenamiento político. La geografía como ciencia define territorios más allá de lo que en esos territorios existe como regiones políticas delimitadas. Así, por ejemplo, América Central como región geográfica es la extensión que se concentra entre la cuenca del Río Atrato, en Colombia, y el Istmo de Tehuantepec, en México, mientras que si se dice Centroamérica, responde este concepto a los países de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Hoy se ha extendido, la región de Centroamérica, por razones políticas y económicas a Belice, a Panamá, y para algunos efectos a República Dominicana.

Geopolítica también se refiere a la constitución de bloques de países que actúan conjuntamente para atender situaciones políticas, económicas o militares. Geopolítica, igualmente atiende las regiones en conflictos bélicos particulares, donde se encuentran países o regiones en disputas militares políticas y territoriales, y detrás de ellos otros países apoyándolos en sus disputas procurando el triunfo de ellos y el control que puedan generar de los territorios, con sus riquezas naturales, que se encuentran sometidos a esos enfrentamientos.

La geopolítica atiende no solo el espacio geográfico territorial, sino también el espacio de aguas territoriales que les pertenecen a los países o regiones así definidas, a sus espacios aéreos, que también se someten a control, con todo el impacto diplomático que ello contiene, como su repercusión a organismos multilaterales.

Desde hace algunos años se distingue la geografía política y geopolítica, entendiendo la geografía política como parte de la geografía humana mientras la geopolítica como la proyección o expansión internacional de un país en sus áreas periféricas, que impone a la vez el control o el proteccionismo de carácter comercial, la competencia sobre recursos naturales

Detrás de estos conceptos también está la geoestrategia, el control monopólico que se trata de tener sobre rutas comerciales, de transporte y de mercados de materias primas, especialmente estratégicas, minerales o alimentarias como control de mercados de mano de obra barata, para las inversiones extranjeras que se colocan en esos países sometidos a las áreas de influencia geopolíticas.

De manera muy simple se podría decir que la geopolítica es todo aquello que altera el desenvolvimiento pacífico de las relaciones internacionales.

Desde el ascenso a la Presidencia de los Estados Unidos, de Donald Trump, como presidente de ese gran país, se ha impuesto un modelo geopolítico internacional, donde Washington trata de liderar a la fuerza las relaciones internacionales, que como país, Estados Unidos contribuyó a construir.

Así, Trump ha violentado los Tratados Internacionales especialmente comerciales, violándolos unilateralmente, imponiendo en ellos tratamientos que chocan con los intereses regulados en esos tratados, de los países a los cuales trata de imponérseles, de manera ventajosa para los Estadios Unidos, afectando los intereses comerciales y económicos de sus socios comerciales.

Las reglas de carácter arancelario que ha impuesto, de elevar sustantivamente los aranceles a los productos de esos tratados, considerando que Estados Unidos tienen una balanza de pagos desfavorable en esos Tratados ha alterado las relaciones políticas, comerciales y diplomáticas con países como México y Canadá, que forman parte de un Tratado regional, países que ha reaccionado fuertemente contra Trump y sus políticas. Igualmente ha sido con la República Popular China, solo que China ha actuado con la fuerza que también tiene comercialmente para neutralizar bastante las agresivas políticas que Trump quiso imponerles. China ha ido más allá. Ha declarado, desafiando a los Estados Unidos, que a partir del 2026, las actividades comerciales con China, y los inversionistas que quieran allí establecerse, no serán sometidos a aranceles que perjudiquen sus actividades.

Con países como los de Centroamérica, sencillamente Trump se ha impuesto sin fuerte reacción de sus aliados, por la debilidad de las economías como por la debilidad política de sus gobiernos, haciendo excepción en el caso latinoamericano de Brasil y México.

En el lenguaje político del presidente Trump ha ido más lejos comprometiendo su política exterior: ha considerado que Canadá debe integrarse como parte de la Unión Americana, situación que enfrentó al primer ministro canadiense defendiendo su Soberanía e integridad territorial.

El actual presidente de los Estados Unidos ha amenazado con la necesidad de que Groenlandia pase a ser un Estado de la Unión Americana, enfrentando con ello al Reino de Dinamarca, habida cuenta que Groenlandia es un territorio autónomo de ese Reino, desde 1979 y parte de Dinamarca desde 1953.

Estados Unidos en 1946 habían intentado comprar Groenlandia. En 1951 se autorizó que la OTAN pusiera bases militares en ese territorio, en el contexto de la Guerra Fría que acaba de surgir. Igualmente, el ejército estadounidense podía usar y moverse libremente entre estas áreas de defensa, sin infringir la soberanía danesa en Groenlandia. Estados Unidos expandió considerablemente la Base militar Aérea de Thule entre 1951 y 1953 como parte de una estrategia de defensa unificada de la OTAN.

El gobierno de Estados Unidos intentó construir una red subterránea de sitios secretos para el lanzamiento de misiles nucleares en la capa de hielo de Groenlandia, lo que se conoció como “Proyecto Iceworm”. Esto es parte de lo que hoy Trump quiere desarrollar para ejercer n mayor control no solo del territorio groenlandés, sino también de las rutas comerciales navieras que bordean la parte norte de Groenlandia y del Círculo Polar Ártico, en esa parte del mundo, con influencia de China.

El interés de Trump, desde el 2019, es la gran región territorial que constituye Groenlandia, sus llamadas tierras raras, y riquezas naturales que son muy ricas, entre otras de aluminio, plomo, zinc, hierro, uranio níquel, platino, tungsteno, titanio, cobre, rubíes y otras piedras preciosas, y su poca o escasa población, de tradición Inuit. La Unión Europea no ha reaccionado en defensa o solidaridad con el Reino de Dinamarca frente a esta amenaza de apropiación que valora hacerla incluso militarmente.

Con México Trump impuso un conflicto al llamar al histórico Golfo de México como Golfo de América. El Golfo de México hoy lo comparten Cuba, México y los Estados Unidos, en sus regiones de Cuba, la Artemisa Pinar del Río, de los Estados Unidos, Alabama Florida Luisiana Misisipi Texas, y de México, Campeche Tabasco Tamaulipas, Veracruz y Yucatán, siendo el litoral de México en el Golfo de México de 3.294 kilómetros y el de Estados Unidos es de 2.626 kilómetros.

Desde el 20 de enero del 2025 Trump impuso con la Orden Ejecutiva 14172 que todas las agencias federales de los Estados Unidos llamen al golfo de México como Golfo de América.

Igualmente, Trump siguiendo la tradición que han mantenido de definir a América con su propio territorio y constitución de los Estados Unidos, considerando incluso, como se enseña la geografía en ese país, que Estados Unidos es Norte América y el resto, a partir del o Río Grande Bravo, frontera colindante, de poco más de 3000 kilómetros, con México, es Sur América, se empeña hoy en enfatizar en ese sentimiento de América y Americanos solo para identificar al territorio de Estados Unidos y sus habitantes, como una nueva modalidad de ubicarse en el mundo actual, en su papel hegemónico y geopolítico dominante que trata de implantar a la fuerza.

La América, considerada como un continente, así se llama desde la dominación conquistadora y colonizadora principalmente española y portuguesa. Su nombre se debe a Américo Vespucio, comerciante, cosmógrafo, explorador y gran navegante que en sus dos viajes a la región “descubierta” por Cristóbal Colón, que dio inicio a esa conquista y colonización, tuvo la visión de entender y divulgar que estaban frente a nuevas tierras, que empezaron a conocerse como las Tierras de Americus.

Colón, por su parte, en su intento de llegar a la India por la ruta occidental, y no por el mediterráneo y rutas terrestres tradicionales en aquella época, pensó que había llegado a las Indias Occidentales, como se llamó originalmente toda la región. Colón falleció en 1506 sin tener idea del nuevo continente. Incluso tuvo el título de Gobernador General del Virreinato de Indias, desde el 17 de abril de 1492 hasta el 10 de marzo de 1496, extendido luego desde el 30 de agosto de 1498 hasta el 23 de agosto de 1500.

El concepto “americano” que hoy Trump quiere impulsar, en su objetivo geopolítico de dominación hegemónica, no tiene asidero histórico. Veamos.

Geográficamente el continente americano se divide en varias regiones, América del Norte, América Central y América del Sur.

La América del Norte comprende a Canadá, Estados Unidos y México, a Groenlandia y el Archipiélago Ártico Canadiense, hasta el Istmo de Tehuantepec en México.

La América Central Ístmica: comprende la región entre el Istmo de Tehuantepec en México, y la cuenca del río Atrato en Colombia, con los países Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá.

La América del Sur se extiende desde la cuenca del Río Atrato en Colombia hasta el extremo sur del continente, con los restantes países, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Venezuela, Bolivia, Paraguay, Brasil Uruguay y las tres Guayanas británica, francesa y holandesa: Guyana, Surinam y la Guayana Francesa.

A la parte continental del territorio americano se considera también la parte insular o de las Antillas, que comprende a los siguientes países Cuba, República Dominicana, Haití, Jamaica, Antigua y Barbuda, Barbados, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía y Trinidad y Tobago, Bahamas, Barbados, el Estado de Puerto Rico, y una serie de pequeñas islas, consideradas las Antillas Menores, dependencia ellas de otros países, tres territorios de ultramar de Inglaterra, cuatro departamentos y colectividades ultramarinos de Francia, tres territorios autónomos de la Países Bajos.

Así, la América tiene sus especificidades para sus respectivas denominaciones. Si decimos “americanos” hablamos de toda la América, si decimos “norteamericanos” nos referimos a los de la América del Norte, los “centroamericanos” referidos a la parte política de la actual Centro América y “sur americanos” a los que habitan la América del Sur. Los referidos a la América Insular se les denomina “caribeños” ya que estas islas se ubican en el Mar Caribe, que comprende la parte tropical del Océano Atlántico hasta las costas de la América Central.

Si se trata la América por la presencia europea que la conquistó, colonizó y dominó por 300 años tenemos también regiones: Hispanoamérica, la que dominó España; Luso América, la que dominó Portugal; Anglo América, la que dominó Inglaterra o Gran Bretaña, la Franco América, dominada por Francia, denominaciones que también se traducen al idioma de los conquistadores y colonizadores dominantes; Ibero América cuando se unen España y Portugal como países dominantes; Latino América cuando se agrega Francia junto a España y Portugal; Anglo América a las regiones bajo la influencia Inglesa, así como también se usa la América Neerlandesa, por la influencia Holandesa.

Estas diferencias se han llevado a polémicas internacionales que tienen que ver con las Academias de los Idiomas o Lenguas, para precisar la definición den los gentilicios y formas de llamar a los habitantes de las distintas regiones, incluso considerando un nombre como sustantivo o como adjetivo.

Así la Real Academia de la Lengua Española recomienda no usar el término “americano” o “América” para referirse exclusivamente a los habitantes de los Estados Unidos. En este sentido se debe usar “estadounidense”, que frente a la arremetida lingüística geopolítica de Trump es como deberíamos enfatizar quienes nos oponemos a esa agresión geopolítica.

Fue usual que en las guerras de independencia de la América Española se usara el concepto “americano” para distinguirse de los “españoles”.

No se debe usar el concepto suramericano para distinguir a los habitantes de toda la América de habla hispana, incluyendo a los mexicanos, y por extensión a los de habla francesa, portuguesa, u holandesa.

El uso de América para referirse a los Estados Unidos, y de americanos para sus habitantes, es lo que se impuso en la tradición inglesa y en la tradición anglosajona, así avalado por el Oxford Dictionary.

Políticamente nos corresponde llamar la atención, en este momento de la Historia que vivimos, llamar en nuestros escritos y habla, a los habitantes de los Estados Unidos, “estadounidenses”. Es la forma más precisa de combatir el trumpismo galopante como nueva forma ideológica de dominación, que afecta usos, tradiciones y conceptos históricos de nuestras comunidades identitarias.

El continente América seguirá siendo la Casa Común de todos los que lo habitamos. Las particularidades identitarias serán válidas para las regiones. Pero, la particularidad de los estadounidenses no debe extenderse de manera equivocada como americanos solo para ellos.

La Organización de los Estados Americanos, OEA, que nos reúne a todos los del continente, se define a sí misma como la organización de todos los Estados americanos, en inglés “The Organization of American States”, y en español, “la Organización de los Estados Americanos”.

Cuando Colón llegó a América desconocía su existencia como continente, y como tierras pobladas y organizadas social y políticamente. Como las tierras americanas no eran dependientes de los reinos europeos, con la orden de apropiarse de las tierras que no pertenecieran a otros reinos europeos, se las apropio en nombre de los Reyes Católicos de España, dando origen a esa idea del descubrimiento de nuevas tierras, y de lo que llegó a constituirse como el imperio colonial español.

El territorio estaba ampliamente poblado. Todo el continente se dice entre 90 y 110 millones de habitantes, Centroamérica de entre 5 y 7 millones, Costa Rica, entre 500.000 y un millón de habitantes. No se podía descubrir lo que estaba ampliamente poblado, y que en su interior había grandes imperios y sociedades muy desarrolladas.

Todos estos habitantes americanos con sus organizaciones sociales y políticas debidamente funcionando, con sus sistemas políticos reconocidos y legitimados en su existencia, que fueron violentados en todo su ordenamiento para imponerles el modelo de organización política, económica, religiosa, social, jurídica e ideológica de España, Portugal, Francia e Inglaterra, según se fueron estableciendo como modelos de organización política y de vida social.

La llegada de los españoles durante 400 años dominó el recuerdo y la celebración de aquel encuentro de culturas. El primer centenario, el segundo centenario y el tercer centenario de esa llegada o presencia no se celebró. El cuarto centenario, 1892, cuando la América, casi toda, ya era independiente se celebró mundialmente con la Exposición Mundial de Barcelona desde 1888, de donde surgió también el concepto de España como la Madre Patria de todo el continente, y se inauguró el Monumento a Colón, época en que se aumentaron los estudios sobre América.

En Washington se había producido la I Conferencia Panamericana, enrre1889 y 1890, y en Madrid la Exposición Histórico-Americana y la Exposición Histórico-Europea, que se celebraron entre el 12 de septiembre y el 31 de diciembre de 1892.

Con la celebración del V Centenario de la llegada de los españoles, en 1992, se replanteó la forma de su celebración y se produjo la idea del Encuentro de Culturas frente a la idea del Descubrimiento. El 12 de octubre asociado a la llegada de Colón al continente se cambió en ese sentido en su celebración.

Parte de ese cambio fue declarar en algunos países el Día de los Pueblos Indígenas, como así se le ha llamado en Estados Unidos, desde 1968, hasta el jueves 9 de octubre del 2025 cuando el Presidente Trump, en esa arremetida que tiene contra los valores que no comparte y que quiere destruir ideológica y geopolíticamente, proclamó que este día en los Estados Unidos debía llamarse el Día de Cristóbal Colón, agregando que amaba a los italianos, y proclamando el día feriado en honor al Gran Almirante y navegante, borrando de esa manera la proclamación que había hecho el Presidente Biden, en 2021, de declarar ese día como el Día de los Pueblos Indígenas, que honraba la historia de los nativos y pueblos autóctonos americanos, evocando también las matanzas y extinción que significó la conquista de América desde la llegada de Colón.

Trump así se ha puesto a exaltar ese genocidio conquistador colonialista, que lo identifica con el apoyo que hoy le da, con su gobierno, a las guerras colonialistas, expansivas y genocidas que se siguen dando en el mundo actual.

Estamos frente a constantes neologismos políticos, hegemónicos e ideológicos que procuran justificar la nueva dominación geopolítica que se impulsa bajo el gobierno de Donald Trump, en los Estados Unidos.

Compartido con SURCOS por el autor.

Conversatorio abordará la herencia cultural y el sistema político de China

La Universidad Internacional de las Américas (UIA) realizará el conversatorio “China: herencia cultural y sistema político”, con la participación de la Embajada de la República Popular China en Costa Rica, el lunes 27 de octubre de 2025, a las 6:15 p. m., en el Auditorio Miguel Marín.

El espacio busca ofrecer una mirada profunda sobre la visión cultural, económica y política de China, su papel en el nuevo orden mundial y su creciente influencia en América Latina.

Participación destacada

El conversatorio contará con la participación de:

  • Xu Tiefei, subjefe de misión de la Embajada de la República Popular China en Costa Rica.
  • Mauricio Ramírez Núñez, académico y analista geopolítico, quien subraya la relevancia de comprender el rol de China en la transformación del escenario global.

En palabras del académico Mauricio Ramírez Núñez:

“China no sólo está transformando su propio destino, está redefiniendo el mundo. ¿Y qué papel juega hoy en la economía global, en la política internacional y en América Latina dentro de este nuevo orden que emerge?”.

El encuentro se plantea como un espacio abierto al diálogo y la reflexión sobre los cambios geopolíticos, económicos y culturales que marcan el siglo XXI, así como las implicaciones de estas transformaciones para las relaciones internacionales y la cooperación entre regiones.

“Les invito este lunes a un conversatorio donde estaremos compartiendo junto al subjefe de misión de la Embajada China en Costa Rica para conversar ampliamente sobre todos estos temas. Venir, reflexionar y descubrir cómo se mueve el poder real en el siglo XXI. ¡Nos vemos allá!”, agregó Ramírez Núñez.

Ver el video

La invitación completa puede verse en el siguiente video: