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Etiqueta: geopolítica

El milagro de Nancy Pelosi

Sergio Rodríguez Gelfenstein

La visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos Nancy Pelosi y la provocación a China que ello entraña, solo se puede interpretar como una acción más en la escalada de tensiones que Washington quiere generar en el mundo a fin de sostener su hegemonía global.

La visita perseguía dos objetivos, uno de carácter coyuntural y táctico y el otro estructural y estratégico. El primero pretende dar respuesta y solventar la desesperada situación del partido demócrata de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre y su proyección a las presidenciales de 2024 en las que pareciera que el partido de Biden y Pelosi perderá el control del Congreso de Estados Unidos primero y de la Casa Blanca después si todo se mantiene como está hasta ahora, cuando el descrédito del presidente es el más alto para alguien de su investidura desde el fin de la segunda guerra mundial.

Biden y Pelosi, dos octogenarios que ya están “jugando los descuentos” en su vida política, En esa condición, cuando ya no tienen nada que perder, están asumiendo el “sacrificio” para intentar preservar al partido demócrata del desprestigio en que está inmerso bajo su liderazgo, después de haber estado en el pináculo de la gloria durante la “era Obama”.

Encarar el aspecto estructural es más complejo. El retroceso económico de Estados Unidos que se extiende a lo largo de los últimos años 40 años, es mucho más difícil de revertir y tal vez nunca pueda hacerse. Hasta ahora, la maquinita de producir dólares que Washington posee en exclusiva, su indudable poderío militar y el dominio sin parangón del complejo cultural mediático que manejan a placer, le permite soslayar la crisis, o al menos ocultarla a la vista de la opinión pública. Sin embargo, la pandemia primero y la guerra en Ucrania ahora, han exhibido las falencias de un sistema que no fue capaz ni siquiera de proteger a sus ciudadanos ni defenderlos de los males que aquejan al planeta.

Precisamente, el carácter estructural de esta crisis viene dado porque ante la incapacidad de Estados Unidos para manejar la situación, arrastra tras si las contrariedades que enfrenta el sistema capitalista, poniendo en evidencia su insolvencia para solucionar los problemas más acuciantes de la humanidad y llevarla adelante por un camino de desarrollo, paz y estabilidad.

En esta situación, la élite estadounidense intenta recuperarse de la crisis económica, activando su principal industria: la de las armas. Vale decir que el mercado interno de de Estados Unidos es lejos el mayor del mundo, produciendo 41.930 millones de dólares entre octubre de 2016 y septiembre de 2017 (no obtuve una cifra más actualizada pero se sabe que desde la pandemia las ventas se han duplicado). Las condiciones de marginación de millones de ciudadanos, el racismo, la xenofobia y la incentivación de los conflictos políticos estimulados por los medios de comunicación y el aparato “cultural”, han contribuido al aumento creciente de este negocio en un país donde es posible comprar un fusil de asalto AR-15 por internet a un precio de alrededor de 450 dólares, más bajo que el de un teléfono celular inteligente.

Pero es en la totalidad del planeta donde Estados Unidos hace su verdadero negocio: 800 bases militares, 11 portaviones, 20 buques de asalto anfibio, 21 cruceros, 72 destructores, 23 buques de desembarco, 68 submarinos, además de 3.900 aviones que se estructuran en siete flotas y 9 mandos y comandos regionales, así como los bloques militares como la OTAN, AUKUS, TIAR y otros que ha conformado con los países subordinados,  se encargan de incentivar el conflicto y cuando menos, garantizar la prosperidad del negocio en nombre de la libertad y la democracia.

Precisamente hoy, se ha anunciado la venta por parte de Estados Unidos a Emiratos Árabes Unidos de un lote de misiles interceptores del sistema antiaéreo THAAD, dos estaciones de control de lanzamiento y dos complejos de operaciones tácticas por un valor total de 2.245 millones de dólares. Así mismo, se aprobó la posible venta de los sistemas de defensa aérea Patriot y equipo militar a Arabia Saudita por un total de más de 3.000 millones de dólares. Así, es fácil comprender las funciones de un mandatario de Estados Unidos, habida cuenta que en su reciente visita a la región, Biden no obtuvo resultados positivos ni en asuntos políticos, tampoco en los vinculados al mercado energético (claves para cualquier líder que viaja a esta zona del planeta)

Ahora se habla mucho de la guerra en Ucrania, claro es en Europa, pero poco se mencionan los conflictos bélicos en otros lugares del planeta causados precisamente por el afán imperialista de expansión y dominio global. Vale decir que en Europa, la OTAN está estimulando la agresividad de Kosovo contra Serbia y el conflicto en Nagorno Karabaj entre Azerbaiyán y Armenia. Cuando se observa el mapa, se puede ver que desde el Báltico al Mediterráneo, la expansión de la OTAN hacia el este es el mejor negocio para vender armas a fin de apoyar la aporreada economía estadounidense.

Así mismo, hoy están activas otras confrontaciones armadas que son consecuencia de casi 5 siglos de ocupación y expoliación colonial. En este sentido hay que mencionar 5 conflictos dinámicos en Asia Central y Occidental y otros 11 (que afectan a 14 países) en África que exponen la realidad de esta tendencia. Aprovecho para indicar que ninguno de estos brotes bélicos se manifiesta en América Latina y el Caribe a pesar de los intentos de Washington y las oligarquías locales para generarlos. No obstante los esfuerzos para concebir conflictos en nuestra región, la declaratoria de América Latina y el Caribe como zona de paz, aprobada en la segunda Cumbre de la CELAC en la Habana en enero de 2014, se ha logrado imponer.

Las élites políticas de Estados Unidos (gobierno y congreso) como instrumentos del Complejo Militar Industrial, juegan su papel en este sentido. Al acicate que produce para el negocio armamentístico (el más grande del mundo) los tres conflictos bélicos en Europa, los 5 de Asia y los 11 de África, sin contar la ocupación de Palestina por Israel y la República Árabe Saharaui Democrática por Marruecos, había que agregarle el Asia-Pacífico.

Pero ello no comenzó ahora. Es una política de Estado y de carácter bipartidista: la declaración de la doctrina de “pivote asiático” de Obama, la política de guerra comercial contra China de Trump y la declaración de Rusia como amenaza y de China como el mayor desafío para la hegemonía occidental, acordados en la reciente Cumbre de la OTAN en Madrid son el basamento político para la confrontación estratégica del siglo XXI que Estados Unidos espera librar con China en la región Asia-Pacífico. Y en este esquema, el estímulo al conflicto en los mares circundantes a China es fundamental y el papel de Taiwán como instrumento de perturbación es imprescindible.

Esto es lo que explica el viaje de la señora Pelosi a Taiwán, en lo inmediato, tratar de revertir las cifras de popularidad de Biden y del partido demócrata y en el largo plazo, impedir la debacle económica que se avecina sobre Estados Unidos, dada la manifiesta superioridad económica, financiera, tecnológica y científica de China que implican la pérdida –por vía pacífica- de la hegemonía planetaria de Estados Unidos. Eso es lo que van a tratar de frenar por cualquier vía, incluso la militar.

No obstante, para los que suponían que la respuesta china iba a ser el derribo del avión de Pelosi, la invasión con una fuerza naval al territorio de Taiwán, o la devastación de la isla con una lluvia de misiles hipersónicos, hay que decir que no saben nada de China, de su filosofía, de su historia, ni de su práctica política y diplomática. En este punto, coincido con Josh Rogin columnista del Washington Post quien opinó que: “la verdadera crisis en torno a Taiwán podría comenzar después de que […] Nancy Pelosi, vuelva al país norteamericano”. Rogin fue más explícito cuando dijo que: «La mayor repercusión de la visita de Pelosi se producirá después de su regreso a casa, a lo largo de semanas, meses y años”.

He ahí la esencia de la respuesta china. Como siempre hay que verlo en el tiempo. A diferencia de Occidente que necesita generar inmediatos titulares de prensa de cara a las próximas elecciones, China, acorde a su filosofía y su tradición, construirá respuesta de largo plazo… en meses y años como dice Rogin.

La réplica china que comenzará a verificarse mañana, se manifestará de formas distintas. En primer lugar, las del ámbito militar. Las operaciones que se están realizando y que formalmente comienzan el jueves 4 y finalizan el lunes 8 son expresión del mayor despliegue jamás visto en China para un ejercicio de estas características. Incluye el empleo de aviación, fuerzas terrestres y logística de nivel estratégico, así como el despliegue del sistema coheteril más avanzado de China que incluye el misil hipersónico DF-17 que vuela a 12.300 km/hora y tienen un alcance de 2.500 Km. Taiwán está a 120 Km. del litoral continental de China Los DF-17 se demorarían en llegar a la isla solo 35 segundos y no existe, ni siquiera en Estados Unidos, armamento o tecnología alguna que lo pueda impedir. Hay que decirlo sin eufemismos: si China lo deseara, Taiwán desaparecería en menos de un minuto.

El ejercicio se está realizando en 6 zonas navales al sur, este, noreste y noroeste de Taiwán, al oeste no es necesario, ahí está el territorio continental chino. Eso incluye el espacio aéreo suprayacente al ámbito marítimo donde se realizan las operaciones. También sin eufemismos, Taiwán está rodeado por mar y aire. Ayer mismo, lo “denunció” el ministerio de defensa de Taiwán en un comunicado en el que afirma que China “ha invadido aguas territoriales y zonas adyacentes” de la isla agregando que “los simulacros chinos violan las reglas de las Naciones Unidas y equivalen a un bloqueo del espacio aéreo y marítimo de Taiwán”. 

Al respecto, dos observaciones. La primera: si se ha invadido el “territorio de Taiwán” ¿Por qué Occidente no hizo nada? Es claro que a Estados Unidos lo que le importaba era generar una provocación que alterara el orden y la estabilidad de la región, para nada le incumbe la seguridad de los ciudadanos de Taiwán como no les incumbe ni le interesa la de los ucranianos. Y para ello bastaba con las 20 horas que la señora Pelosi estuvo en la isla. Debe notarse además que utilizan el mismo concepto (invasión) que usa Occidente para caracterizar la operación militar especial de Rusia en Ucrania.

Segunda pregunta, si el territorio taiwanés está rodeado y bloqueado por aire y mar según el léxico utilizando por el ministerio de defensa de Taiwán, ¿cómo pudo el avión de la señora Pelosi marcharse sin problemas de la isla? Es claro, el objetivo de China nunca fue ella, el gobierno chino es serio, no recurre al terrorismo para hacer valer sus derechos y además tiene (como lo ha demostrado desde hace milenios) una paciencia infinita para esperar que las cosas ocurran cuando las condiciones están dadas.

Dicho esto, podremos entender que la réplica china se manifestará de manera distinta: la primera, la económica, ayer mismo se comenzaron a tomar medidas en este ámbito. Hay que recordar que la balanza comercial entre China y Taiwán es superavitaria a favor de Taiwán y que si bien es cierto en los años 80 del siglo pasado, cuando comenzó la política de reforma y apertura, Taiwán era muy importante para China, podría decirse que hoy, cuarenta años después, es al revés. Las decisiones que China tome en esta materia en salvaguarda de su soberanía e integridad territorial, generarán un impacto en la economía de Taiwán que Occidente no podrá suplir como no puede hacerlo en Ucrania.

Finalmente, y he aquí lo verdaderamente estratégico. Si algún titubeo podía haber en algunos sectores de la élite china respecto a la necesidad de establecer una alianza estratégica con Rusia, esas dudas se disiparon. El apoyo de Rusia a China en esta coyuntura fue inmediato y contundente. China, que todavía en 2019 pensaba que podía desarrollar su modelo económico y político en paz y armonía con Estados Unidos, se “bajó de esa nube” cuando los líderes violentistas y separatistas de Hong Kong fueron recibidos en el Congreso de Estados Unidos donde se les ofreció ayuda financiera, logística, política y diplomática para dar continuidad a su revuelta secesionista. ¿Saben quien hizo ese compromiso y lideró el apoyo a los terroristas?: Nancy Pelosi.

Hoy, después de los acuerdos de la Cumbre de la OTAN en Madrid y de esta afrenta de Estados Unidos a China, al liderazgo de Beijing le debe haber quedado claro que el objetivo final de la expansión de la OTAN es China y que la única forma de evitarlo es construir y solidificar una alianza estratégica con Rusia que haga del espacio euroasiático el territorio desde donde parta la edificación de un mundo de paz, prosperidad y cooperación entre los pueblos del planeta.

Cuenta la Biblia, que estando viejo y sin hijos, Abraham le pidió a Dios que le concediera la posibilidad de engendrar. El Señor lo aceptó e hizo el milagro para que Sara, esposa de Abraham, concibiera a los 90 años a su hijo Isaac. Ahora, no fue necesario implorarle a Dios, la soberbia y el talante imperial de la señora Pelosi hizo que a sus 82 años pariera e hiciera fuerte la alianza estratégica entre China y Rusia que marcará el futuro de la humanidad por los próximos siglos.

Twitter: @sergioro0701

Geoeconomía y geopolítica: Agresión e hipocresía

Edgar Chacón

Pablo Iglesias en el Parlamento Europeo, citó las palabras de Franklin Delano Roosvelt, en relación con Anastasio Somoza, al referirse a Muhamar Gadafi: “¿Se acuerdan señorías cuando Gadafi era nuestro hijo de puta? Empezó a serlo a partir del año 2000, cuando privatizó sus compañías petroleras, para que empezaran a entrar las multinacionales occidentales. Era la época en la que Gadafi era el amigo de Europa… era el tiempo en el que Gadafi financiaba la campaña electoral del señor Sarcosí y que regalaba caballos a José María Asnar… Incluso en el año 2011, un mes antes de la intervención de la OTAN, el FMI elogiaba las reformas económicas de Gadafi… ¿Qué pasó en el mes de marzo?: ocurrió que… la ONU en su resolución 1973, apeló a la responsabilidad de proteger a la población civil y se inició la intervención militar…Pero eso no tenía nada que ver con proteger a la población civil. Tenía que ver con los interese de compañías petroleras occidentales, ante la posibilidad de que fueran empresas rusas, chinas y de la India las que explotaran los recursos de Libia…No les pido que dejen de ser lo que son, pero al menos no mientan a la gente”.

Tambien debe recordarse, que el bombardeo a Belgrado en 1999 se hizo sin resolución de la Organización de Naciones Unidas.

“Estados Unidos no tiene amistades permanentes, sino intereses permanentes”. (John Quincy Adams). Entonces: No importan otras consideraciones, éticas ni de ningún otro orden, solo los intereses.

Determinadas acciones en ámbitos regionales amenazan la paz mundial:

La estrategia ofensiva de estados unidos en Europa del este, para cercar a través de los años cada vez más militarmente a Rusia, a través de la expansión de la OTAN, también está pasando en Asia.

Esto está pasando desde hace años. En el esquema de AUKUS, una alianza militar entre Australia, Estados Unidos y el Reino Unido, se habló de transferir submarinos nucleares a Australia. Por lo que hubo fuertes discrepancias entre Estados Unidos y Francia, pues ésta, tenía fuertes aspiraciones en ese negocio. También, en el esquema de seguridad, Quad, el asunto es fortalecer militarmente a países como Japón, para contener a china. Aquí se puede ver como se utilizan a esos territorios y países. Taiwan se va a convertir en una ucrania, para transferir armas y cercar a china.

Estos son los antecedentes que terminan provocando guerras.

Henri Kissinger, en el Foro de Davos, dijo que el peligro mayor es un posible acercamiento y una alianza comercial y militar entre rusia y china. Hay que evitarlo. TVPN.

Es necesario además tener en la mira que, Estados Unidos pone de nuevo los ojos en el cuerno africano, incrementando la tensión también en esa zona.

Se ha dicho por distintos canales, que, en las acciones militares llevadas a cabo por el ejército ucraniano, apoyado por Estados Unidos y la Unión Europea, participan elementos neonazis. A este respecto, viene a la memoria el conocido refrán: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

En otros sucesos, se hace necesario traer a colación distintos encontronazos que ponen en el tapete dilemas que reflejan ese entuerto entre conveniencias, intereses y argumentos, que traen a cuestionamiento las justificaciones esgrimidas por los impulsores y promotores de las acciones bélicas que ponen en peligro la paz mundial, como por ejemplo, la posición de Turquía que está utilizando su poder de veto y se opone a que Finlandia y Suecia ingresen en la OTAN, diciendo que estos países apoyan fuerzas contrarias a sus intereses nacionales.

En otro orden de cosas, España por su lado, insinúa que la Federación Rusa tuvo que ver en los problemas con Argelia para el suministro de gas, siendo que hay un escenario de hechos en el que las decisiones tomadas son responsabilidad de los países involucrados: España, Argelia y Marruecos, con la presencia de Estados Unidos en el contexto.

En su momento, el portavoz de la cancillería alemana expresó que la posición de Estados Unidos en cuanto a los negocios sobre el gas que necesita Alemania es una intromisión en los asuntos del país, al igual que la amenaza de sanciones a empresas europeas por parte de Estados Unidos. En ese intercambio, Estados Unidos señaló con vehemencia, que Alemania le debe millones a la OTAN.

En el “mundo occidental”, no se habla con suficiente eco a la actitud sensata, sobre la responsabilidad que tiene Estados Unidos, en poner en riesgo la paz mundial, provocando situaciones que degeneren en conflictos. Eso es hipocresía, así como no tener actitudes serias, utilizando con ligereza términos como democracia, cuando en una gira, el presidente Biden incluye a regímenes como Arabia Saudita, para negociar intereses. Así también, es irresponsable actuar como si estuviéramos ante una película de Hollywood.

Se habla de una inminente situación de hambruna a causa de pobreza, pandemia y guerra y hay voces que ya dicen que los pobres pagarán los platos rotos, pero no se dice con honestidad, quienes son los que rompen los platos. Así como cuando se “otorgan” préstamos a los países “pobres”, no importando que, en esos países, los dólares los reciben los ricos y la deuda la pagan los pobres.

En ese panorama, los ucranianos minaron aguas del Mar Negro en Odesa. Ahora hay barcos que no pueden salir con los cereales cosechados en Ucrania. “Occidente” pretende hacer responsable de esa situación a la Federación Rusa, siendo que como se dijo, los militares ucranianos, minaron las aguas. A la Federación Rusa, se le imponen distintas sanciones, como parte de la guerra provocada por Estados Unidos, lo que también afecta a la población rusa, no sólo al gobierno y al ejército. Además, a los barcos rusos se le cierran puertos en Europa.

Una pregunta: ¿Por qué Estados Unidos destina 40 mil millones de dólares, o más, para el belicismo en Ucrania y no los destina a alimentos, educación, arte, deporte e infraestructura, por ejemplo, en África?

Con todo este telón de fondo se viene la reflexión: Es un grave problema para la convivencia pacífica en el mundo, que Estados Unidos crean y estén empecinados en que deben dominar el mundo.

Junio, 2022

¿Hay otra forma de decirlo?

José Luis Callaci

Los europeos occidentales se siguen viendo a sí mismos montados a caballo con armaduras y lanzas en ristre, y en sus barcos, dominados por sus sueños de conquistadores para saquear y someter a otros pueblos.

Alguien tendrá que mostrarles que eso ya se acabó: hacerles despertar de esos sueños que han sido verdaderas pesadillas para la mayoría de los pueblos que habitan en este planeta.

Quienes los harán despertar? Por las buenas o por las malas.

Y ahora solo queda la paz

Óscar Madrigal

La distancia entre Kiev y Moscú es de 885 kilómetros por tierra.

Entre Helsinki, Finlandia, es de 1.090 Km, de Estocolmo, Suecia de 1.560 Km. Prácticamente San Petersburgo, antigua Leningrado, está a “tiro de cañón” de la frontera finlandesa. Suecia y Finlandia han solicitado el ingreso a la OTAN.

El argumento de Putin para invadir Ucrania fue que los misiles de la OTAN quedarían a muy pocos minutos de Rusia, por lo que se trataba de una medida de seguridad, propia de la existencia misma del régimen. El problema para Putin es que los misiles de la OTAN se ubicarán en los pueblos bálticos a la misma distancia e incluso a menor tiempo de vuelo.

Putin parece haber aceptado la realidad política creada tras la invasión a Ucrania: la expansión de la OTAN es inevitable. “Rusia no tiene problemas con esos países (Finlandia y Suecia). La ampliación a esos países no nos crea una amenaza directa», dijo Putin. Pero agregó: si la expansión va acompañada de «infraestructura militar en esos territorios, sin duda provocará una respuesta por nuestra parte». Ante lo inevitable hay que disimular.

Evidentemente Putin no va a invadir Finlandia con los mismos argumentos que justificó la invasión a Ucrania. El argumento esgrimido de la seguridad perdió toda su vigencia; solo queda el de la liberación del neonazismo o fascismo. Sin embargo, este argumento es muy débil porque la ultra-derecha está en auge en toda Europa, incluyendo Finlandia y Suecia.

Esta nueva posición de Putin de que el ingreso de Finlandia y Suecia NO le crea problemas a Rusia, echa por los suelos la fundamentación teórica de las “zonas de seguridad” necesarias de toda superpotencia, que significa que no le instalen misiles en sus fronteras. Putin acepta, creo que resignado, el ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN, por lo que deja en mal predicado a los que, tal vez con justa razón, se opusieron a que se cercara a Rusia por parte de la OTAN.

Putin no ha tenido más remedio que aceptar la llamada “realpolitik”, más dura después de la invasión a Ucrania sin ningún respeto por las normas internacionales.

Putin se ha convertido en una pieza incómoda para el régimen ruso. Los resultados obtenidos de la invasión a Ucrania han sido todos negativos. Su política ha conducido a Rusia a estar más aislada y cercada por las fuerzas imperialistas.

A Putin le queda la urgencia de lograr un acuerdo de paz en Ucrania para recomponer sus relaciones políticas internas y externas. Para ello deberá conversar con EEUU que es la otra contraparte esencial de esa guerra y que hasta la fecha ha saboteado todas las conversaciones de paz. Y para nosotros la paz es también urgente, antes de que empiece a aparecer el hambre.

Ucrania-Rusia: ¿la guerra evitable? y el nuevo orden geopolítico – Conferencia

Ucrania-Rusia: ¿la guerra evitable? y el nuevo orden geopolítico es el título de la conferencia organizada por el Posgrado en Sociología, del Sistema de Estudios de Posgrado de la Universidad de Costa Rica.

La conferencia será este viernes 13 a las 5 de la tarde. Participan el doctor Roberto Ayala, sociólogo; el doctor Pascal Girot Pignot, géografo; el máster Álvaro Fernández González, sociólogo, filósofo y músico; y la doctora Nancy Piedra Guillén, directora de la Maestría Centroamericana en Sociología como presentadora.

Le compartimos la invitación con los detalles para seguir la transmisión.

Rusia en la OTAN

Oscar Madrigal

Eran los tiempos cuando Putin era recibido y hablaba ante el Parlamento alemán y hacía citas de Kant en un perfecto alemán y Merkel hablaba en Moscú en un perfecto ruso. Ambos coincidían en casi en todo, los gaseoductos, el comercio, menos en la aversión enfermiza de Merkel por los perros.

Putin era importante amigo de casi todos los líderes del mundo, protegido en sus políticas de privatización y explotación de los recursos naturales y fuente indispensable de materias primas de eso que llaman Occidente.

Confiesa el propio Putin que en la última visita del presidente Clinton a Moscú, entre en serio y en broma, le manifestó la posibilidad del ingreso de Rusia a la OTAN. Las relaciones entre Rusia y la OTAN eran cordiales, tenían un convenio entre ellos e incluso se constituyó el Consejo Rusia-OTAN. El asunto podía ir en esa dirección.

Sin embargo, las cosas después comenzaron a empeorar. Putin “descubrió” que había 25 millones de rusos regados por todo lo que había sido el territorio de la URSS y el campo socialista y que había que proteger y defender. Redujo a sangre el propósito de Chechenia, invadió Georgia para proteger a dos territorios y se anexó Crimea como si se trata de dar y quitar jocotes o guayabas. La OTAN por su parte bombardeó Kosovo de manera sangrienta violentando el derecho internacional y sus propios fundamentos.

El resultado de todo fue que las relaciones de Rusia y la OTAN se debilitaron. En ese periodo la OTAN se hizo el doble de grande ya que se adhirieron muchos nuevos países. Debería llamar a la reflexión que de los 30 países que hoy forman parte de ese Tratado, 14 son países exsoviéticos o que fueron parte del llamado campo socialista. ¿Por qué todos ellos corrieron a esconderse en el paraguas de la OTAN y no de Rusia?

Putin cumple 20 años en el poder, está a punto de romper la marca de Stalin. Convirtió a la Iglesia Ortodoxa en el fundamento ideológico de su régimen, persiguió a los homosexuales, prohibió el matrimonio entre personas del mismo sexo, eliminó a la oposición política, fortaleció su poder a base de un nacionalismo extremo.

La guerra en Ucrania está en una escalada muy peligrosa, incluso se plantea el uso de armas atómicas con carácter táctico. Los EEUU no tienen el menor interés en una salida negociada; probablemente presionen al gobierno de Ucrania para que no llegue a ningún compromiso. Mientras los muertos sean ucranianos y rusos, los EEUU pretenden alargar el conflicto, sabiendo de antemano que es imposible vencer militarmente a Rusia. Las conversaciones para un arreglo están cada vez más complicadas, a pesar de que ya Ucrania aceptó convertirse en un país neutral, pero no se sabe mediante qué condiciones.

A situaciones complejas, soluciones sencillas: lo propio es que Rusia ingrese a la OTAN.

Si en el pasado Putin lo consideró, tal vez ahora pueda volver sobre la idea. Ello le garantizaría a Rusia que un ataque a su país se tomaría como un ataque a todos los países miembros. Estaría garantizada su seguridad.

En América Latina también podría ampliarse el TIAR con EEUU, para, cuando este y otro país agreda o invada a otro, se tome como una agresión contra todos sus miembros.

Los llamados “sapiens” como que solo sabemos convivir en un contexto de fuerza, principalmente militar. La disuasión entre unos y otros parece solo posible mediante el equilibrio de fuerzas. Quizás la incorporación de Rusia a la OTAN salvaguarde la seguridad para todas las potencias.

Que esa idea es una locura… Probablemente. Pero así está el mundo.

SIFUPCR: Cápsula informativa 3 sobre el conflicto ruso-ucraniano

Juan Carlos Duran Castro

En esta tercera cápsula, Juan Carlos Durán Castro, del SIFUPCR (Sindicato de Funcionarios Públicos y Privados de Costa Rica), discute sobre la relevancia que tiene el conflicto armado actual entre Rusia y Ucrania, también conocido como la Guerra del Dombás, sobre los mercados y la política internacional. 

El conflicto tiene un trasfondo histórico en la geopolítica y los mercados internacionales, donde los Estados Unidos buscan retomar la hegemonía que tenían sobre los mercados asiáticos y europeos. Por consecuencia, se está afectando el mercado y las relaciones entre China y los países europeos. Los cambios económicos, en particular el precio del petróleo, tienen efecto sobre las tasas de inflación y migración, pero sus efectos se pueden observar alrededor del mundo, incluyendo en América Latina.

A continuación, compartimos el video:

Distribuir el Poder: Antídoto de la Guerra

Álvaro Vega Sánchez.

La misericordia y la verdad se encontraron; la paz y la justicia se besaron” (Salmo 85:10)

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

La concentración de la riqueza y del poder conducen inevitablemente a la injusticia y a los conflictos sociales y armados. El sociólogo Ralf Dharendorf hablaba no solo de la propiedad privada de los medios de producción sino también de los medios de poder. De ahí la doble dictadura: la del mercado por la apropiación privada de los medios de producción y la del Estado autoritario por la concentración de los medios de poder. Ambas corresponden a las formas oligárquicas de dominación que hoy se visten de democráticas, mientras irrespetan la independencia de los poderes republicanos.

La creciente desigualdad económica y la intensificación de los conflictos bélicos entre las naciones obedecen, precisamente, a los altos niveles de concentración de los medios científico-tecnológicos y de los recursos naturales más valiosos, así como los medios de ejercer poder, tanto el coercitivo físico como el ideológico psíquico-emocional. Van quedando atrás las aspiraciones esperanzadoras de un mundo globalizado, donde prevalezcan las relaciones interdependientes entre países y regiones, liberalizando el comercio justo, favoreciendo el multilateralismo y la interculturalidad, para contribuir a crear sociedades más pacíficas, equitativas e inclusivas.

El conflicto entre Rusia y Ucrania, teniendo como actores de fondo principalmente a Estados Unidos y la Unión Europea, con su brazo armado la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), nos devuelve hoy a los aciagos y tenebrosos años de la “guerra fría”. Es parte de la disputa de las potencias por concentrar poder geopolítico y económico. Algunos comentaristas del reciente discurso del presidente Biden sobre el Estado de la Nación, destacaban que, a diferencia de Trump quien había debilitado a la OTAN, uno de los méritos de Biden fue haber logrado fortalecer los vínculos con Europa y revitalizar la OTAN, en el contexto del actual enfrentamiento bélico entre Rusia y Ucrania.

Por su parte, el secretario de Estado de EE. UU, Antony Blinken, ha insistido en que “la invasión de Rusia a Ucrania es injustificada y no provocada”. Ninguna invasión puede considerarse justificada, incluyendo las muchas que ha realizado EE. UU de manera unilateral, y que ahora pareciera haberlas olvidado. Sin embargo, resulta de sentido común comprender que una potencia como Rusia se sintiera provocada por un país limítrofe como Ucrania, con reiteradas acciones políticas y bélicas de corte nazi-fascistas contra las regiones separatistas de Lugansk y Donetsk, cobrando miles de víctimas civiles, y ahora dispuesta a integrarse a la OTAN.

Aquí, lo que está en juego es la seguridad misma de Rusia, al igual que lo estuvo la de Estados Unidos con la instalación de los misiles balísticos rusos enviados a Cuba, en la década de 1960. Cabe preguntarse, ¿por qué Estados Unidos, en esta ocasión, como sí lo hiciera Rusia con Cuba al retirar los misiles que representaban una amenaza para Estados Unidos, no hizo ningún esfuerzo para que Ucrania desistiera de su intención de incorporarse a la OTAN, que representa también ahora una amenaza para Rusia? De esta manera, se hubiese dado una oportunidad a la diplomacia, es decir, al diálogo, la vía más razonable y humana de dirimir los conflictos, y evitado la pérdida de vidas tanto de rusos como de ucranianos.

Mientras el presidente Putin demandaba de los países europeos y de Estados Unidos mediar para que Ucrania desistiera de su incorporación a la OTAN, única condición para evitar la guerra, y sostenía a sus tropas en la frontera, insistiendo en que no iba a invadir, por su parte, el presidente Biden repetía con insistencia, que Rusia sí iba a invadir Ucrania. Bueno, él no estaba dispuesto a persuadir a Ucrania de no incorporarse a la OTAN, y por ello sabía que Putin, inevitablemente, invadiría Ucrania. ¿Acaso, una profecía autocumplida o todo “fríamente calculado”?

Cuando se habla de la seguridad de países y potencias lo que está en juego son los intereses geopolíticos, con sus implicaciones económicas, particularmente comerciales. Y hoy es claro que ninguna potencia puede pretender ser hegemónica. Si se quiere garantizar la paz y el progreso de los pueblos hay que erradicar los imperialismos de cualquier signo, y afirmar el derecho de soberanía de las naciones. Asimismo, buscar consensos para evitar la proliferación de armas nucleares y contener la carrera armamentista. Para ello, es fundamental crear un ambiente de distensión, diálogo y negociación, que propicie las mejores relaciones entre los países.

Lamentablemente, la “misericordia y la verdad” no se dan la mano. La compasión por las victimas más vulnerables de las guerras injustificadas, como lo son los niños, los ancianos y las personas con limitaciones funcionales, ha sido desplazada por la frivolidad de los poderes fácticos ávidos de poder y de venganza. Y la verdad se ve arrinconada por una propaganda descaradamente manipuladora. Se utilizan los más sofisticados subterfugios para vestir las mentiras y falsedades de verdades o medias verdades, a conveniencia. Hay un vaciamiento de significado y sentido de las palabras, una violación del derecho que le asiste al lenguaje de ser adecuadamente utilizado para facilitar la comunicación y la comprensión entre los seres humanos. Es la denuncia de Jeremías de la palabra vacía de los falsos profetas: “Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo; paz, paz; y no hay paz” (Jer.6:14).

La nueva geopolítica global, apunta a la necesaria distribución del poder, condición fundamental para garantizar la paz. Para ello, se requiere mucho diálogo y conversación reposada; que se dignifique la palabra. No habrá paz ni justicia si, al igual que la riqueza, el poder no se distribuye. ¿Por qué no soñar todavía con un siglo XXI donde las naciones apuesten decididamente a una mejor distribución de la riqueza y el poder: el beso de la paz y la justicia?

En los preludios de la tercera guerra mundial ¿sí o no?

“Una vez más, los medios de comunicación –incluyendo las redes sociales- actuaron de forma alevosa para generar un conflicto que sólo puede beneficiar a los vendedores de armas, las petroleras trasnacionales, que son los que han atizado el conflicto. La verdad es la primera víctima de la guerra, decía el griego Esquilo hace más de 2.500 años. Hoy sabemos que la mentira es un arma de guerra.” Aram Aharonian La Mentira, principal arma de guerra en Ucrania – Rebelión 28/02/22.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Estamos ante una inmensa tragedia que pudo ser evitada por la vía de la negociación diplomática y el compromiso de no agresión entre las superpotencias, sin sacrificar al peón ucraniano cuyos líderes se prestaron al juego de las potencias occidentales, lo que se ha hecho cada vez más evidente con el paso de las horas abriéndole las puertas a un conflicto que podría ser prolongado y podría asumir proporciones incalculables en todos los órdenes de las convivencia pacífica entre las naciones.

Por otra parte, el triunfo de una Ucrania fascista nos pondría al borde la Tercera Guerra Mundial como un resultado del escalamiento ad infinitum de un conflicto bélico, eso es algo que Rusia no permitirá jamás. Hoy más que nunca urge una solución pacífica entre las partes involucradas, de manera directa, para ello es preciso que se sienten a negociar para garantizar la convivencia pacífica de dos pueblos eslavos que tienen una larga historia en común, dejando de lado la agresiva expansión de la OTAN hacia el este europeo, la que ha venido rompiendo peligrosamente los equilibrios de poder entre las dos superpotencias más importantes del planeta.

Un siglo atrás, los líderes revolucionarios bolcheviques Vladimir Lenin y León Trotsky, ruso el primero y ucraniano el segundo, se pronunciaron a favor de la autodeterminación de los diversos pueblos que hasta la revolución de 1917 conformaban el gran imperio zarista, por lo que se puede afirmar que ellos fueron los fundadores de la Ucrania moderna. Por desgracia el proyecto de Lenin para fundar la Unión Soviética en 1922 fue derrotado por el de Stalin, quien aprovechando la enfermedad de Lenin terminó por imponer el suyo, más centralista y autoritario, según el historiador Moshe Lewin en su obra EL SIGLO SOVIÉTICO.

Para Lewin los dos programas se oponen frontalmente en 1922-1923, a propósito del debate sobre la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), un combate que termina con la enfermedad y la muerte de Lenin, en enero de 1924.

Puede decirse que había nacido el estalinismo, propiamente tal a partir de la definición del nuevo régimen, en los términos del chauvinismo gran ruso y el control centralizado del poder, mientras que el poder de las nuevas repúblicas soviéticas quedará reducido a una condición puramente nominal, lo que se contrapone a la propuesta original de Lenin y otros bolcheviques como Trotsky y Zinoviev, aún y cuando este último se coaligará contra el primero de ellos a la muerte de Vladimir Lenin. Como bien se dice, ya eso es historia pasada, pero una que sería una gran torpeza ignorar.

Volviendo a la grave encrucijada histórica en que nos encontramos, lo cierto es que los Estados Unidos y los países de la OTAN le han declarado la guerra a la Rusia postsoviética, llevándola a reaccionar militarmente en Ucrania: estamos ya en la antesala de la Tercera guerra mundial, dada la manifiesta intencionalidad de esas potencias de someter a Rusia a su dominio, so pena de destrucción de toda la estructura del comercio internacional que nos va a afectar a todos, al sacarla del sistema SWIFT que sirve para agilizar los pagos en el intercambio entre estados de bienes y servicios. Ha comenzado el bloqueo del gigante euroasiático con el cierre aéreo, al negársele el acceso al espacio aéreo europeo y al marítimo de sus buques a los puertos de los países de la Unión Europea.

Además, el envío de armas al régimen de Kiev, anunciado en horas de la tarde del domingo 27 de febrero nos pone al borde del abismo. Lo peor de toda esta pesadilla, es que mucha gente no percibe la gravedad de la situación, pues desde la crisis de los cohetes soviéticos en Cuba y el bloqueo naval estadounidense, en octubre de 1962, nunca hemos estado tan cerca de una hecatombe nuclear, la que aconteció cuando la gran mayoría de la población actual no había nacido.

Es aquí donde la realpolitik y la geopolítica con sus vastos alcances nos plantean otras vías o formas de análisis de las ominosas consecuencias que nos traerá este escalamiento bélico, con el inicio de las operaciones efectivas de combate iniciadas por las fuerzas militares rusas, a partir de la madrugada o la noche del jueves 24 de febrero, destinadas a proteger a las repúblicas populares de Donietsk y Lugansk, pero que ya venía manifestándose como una guerra de cuarta generación caracterizada por una violenta inaudita contra esas poblaciones rusófonas del Dombass y de todo el este de ese país, sobre todo a partir de los violentos acontecimientos del año 2014, con la llamada rebelión de Maidan (octubre 2013-febrero 2014) cuando los Estados Unidos promovieron el desplazamiento del presidente electo de Ucrania, Víktor Yanukóvich, quien era proclive a un entendimiento con la Federación Rusa, y al logro de una salida política democrática a la crisis de entonces, la que si bien estaba planteada entre los mismos ucranianos se distorsionó por la interferencia de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, como un hecho que resultó fatal para todos ellos.

Después de ocho años de una guerra de cuarta generación ¿estará dispuesto el establishment estadounidense a llevarnos a la Tercera Guerra Mundial, con sus temibles efectos, para salvar al senil presidente Joe Biden que busca garantizar así su reelección? De ser así, estaríamos metiéndonos en un callejón sin salida y el precio a pagar sería demasiado alto y casi sin remisión posible, todo en procura de alcanzar un objetivo tan banal, en medio de la corrupción reinante entre los centros de poder de la Casa Blanca estadounidense, conformados por unas gentes que nos quieren sacrificar en el altar de sus turbios negocios.

Estamos avisados de los alcances de lo que se nos viene encima a todos, mientras tanto el aparato mediático occidental continúa su labor destructora y disociadora, confundiendo a toda clase de gentes que no logran que establecer ¿qué está en juego en este conflicto bélico, y sobre todo en su peligroso escalamiento?, pues si bien es hasta ahora, en los últimos días de este mes de febrero de 2022, cuando que ha entrado en su fase bélica en estricto sentido, con todas sus dolorosas consecuencias, tal y como hemos venido indicando, este escalamiento del conflicto no deja de ser el resultado de una prolongada campaña mediática de hostigamiento y satanización hacia la parte rusa, lo que aún si no asumiéramos posición en favor de alguna de las partes enfrentadas, deja de ser un hecho evidente en sí mismo.

La lógica perversa

Por José Luis Callaci

Cuando se pretende ignorar los hechos o se omite referirse a ellos, como es el caso del genocidio contra la población rusa que durante estos ocho años ha cobrado la vida de miles de ruso parlantes en el sudeste de Ucrania en manos de neonazis, brazos armados de los gobiernos que sucedieron al golpe de Estado del 2014 apoyado por la OTAN y en separado por líderes de países que integran esta alianza militar; cuando deliberadamente se ignora o se hace caso omiso a las acciones que ponen en serio riesgo la seguridad de un país en sus propias fronteras, hay una lógica perversa.

Un país que ha venido insistiendo en resolver este conflicto por la vía del diálogo y la negociación, entonces solo queda calificar estas actitudes como peligrosas necedades que ponen en riesgo la propia paz mundial. Rusia no comenzó esta guerra, que lleva ya ocho años, sino que se vio obligada a intentar terminarla con esta operación militar para proteger a su pueblo y la seguridad en sus fronteras, como lo hubiera hecho cualquier otro país en las mismas condiciones, si se le intentara rodear con bases militares y misiles que apunten a sus ciudades.

Pero de nada sirve señalar los hechos ni las poderosas razones que impulsaron, no solo al Presidente ruso en solitario como algunos intentan hacer ver, mientras Washington por supuesto aplaude, y de paso esputarle insidiosos y ofensivos epítetos, o para favorecer propósitos desestabilizadores del gobierno ruso.

Rusia ha tomado esta decisión de intervenir para acabar con la amenaza y con el genocidio de la población ruso parlante en Ucrania, una vez fracasadas las negociaciones durante estos ocho años de guerra, debido a las constantes interferencias de terceros. No le quedó otra opción.

Pero qué interesante. A través de la alianza militar de la OTAN, con sus socios mayoritarios y minoritarios, se pueden destrozar otros países que no se subordinan, instalar cientos de bases militares en todo el mundo, asesinar líderes, realizar bloqueos económicos, y no hay escándalo ni fuertes repudios, ni nadie pone el grito en el cielo porque sencillamente ellos son los “buenos”. Pero cuando Rusia sale a hacer valer su seguridad y a proteger a millones de rusos, hoy víctimas de matanzas, que siempre han vivido por generaciones en lo que antes era parte de su país, revive la pandemia de la rusofobia y no hay razones ni sentido común ni conocimientos o información fidedigna sobre los hechos que sirvan para desvirtuar las mentiras, debido a una razón también muy simple: los rusos serán siempre los “malos”. Como en las películas o en las series, incluso para niños, producidas al norte del Río Bravo o Grande.

Esa es la lógica perversa que impera en estos días, unos la arman y programan y otros, sin sonrojos, la difunden.