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Etiqueta: golpe de Estado

Morazán, “El Genio Poderoso” a Honduras

Lic. José A. Amesty R.

01-diciembre-2021

Nos hemos informado, sobre el posible triunfo en Honduras, de la candidata a la presidencia Xiomara Castro, del partido Libertad y Refundación (Libre) y esposa del derrocado Manuel Zelaya.

Si el recuento de votos no da un vuelco inesperado, hasta el lunes pasado, según los datos provisionales, se trata de una victoria por goleada, por más de 20 puntos, frente al candidato conservador Nasry Asfura con el 51,4% de los votos contabilizados.

Y resaltamos, las expresiones “el derrocado Manuel Zelaya” y “vuelco inesperado”, porque fue lo que aconteció con Manuel Zelaya, y no deseamos ocurra con el triunfo de Xiomara Castro, recordemos…

En la madrugada del domingo 28 de junio 2009, fuerzas militares secuestraron al presidente de Honduras, Manuel Zelaya, con lo que se perpetró un golpe de Estado contra el mandatario centroamericano, que había convocado a una consulta popular para decidir sobre el establecimiento de una Asamblea Constituyente que habilitara una reforma constitucional.

Este golpe de Estado a Manuel Zelaya en el 2009, fue un golpe al corazón del pueblo hondureño, los resultados los hemos visto: familias migrando en grandes caravanas. El narco-Estado de Felipe Calderón y Peña Nieto, hicieron mella en territorio centroamericano, los canallas sin escrúpulo alguno decidieron hacer de Honduras, la versión centroamericana de Colombia.

Ahora, en el año de la posible post pandemia, sucedió lo inverosímil, Honduras decide ponerse en pie, honrando a todos los que fueron silenciados a la mala, a todos los que fueron lanzados al exilio y al olvido, a todos los que quedaron en el camino de la ruta migratoria, a todos los que jamás volverán, a todos los que sueñan con el regreso, a los que añoran.

Y no es tarea fácil la que tiene Xiomara Castro, pero sabemos que con dignidad, amor, humildad, memoria y ahínco podrá desempeñar a cabalidad la responsabilidad que ha depositado el pueblo hondureño en ella; esperando que cumpla las promesas de campaña, sin olvidar a los pueblos originarios, al arrabal, los derechos de género que tanta falta hacen en Honduras, a los miles de hondureños que añoran el retorno desde la diáspora, entre muchas otras.

Y no la tiene fácil, además, ¿porque qué país recibe?

  1. Honduras se ha visto golpeada por los efectos del cambio climático y el azote de dos huracanes a finales de 2020. Lo que ha provocado el desplazamiento de cientos de miles de personas y ha agravado las condiciones de vida en muchas regiones del país.

Esto ha generado un éxodo masivo de sus ciudadanos, que constantemente llegan a la frontera de Estados Unidos en busca de mejores oportunidades.

No obstante, aunque la próxima presidenta de Honduras, heredará un país con un crecimiento entre el 8% y 9% este año, también deberá afrontar una elevada deuda externa con una cifra de 2.074 millones de dólares que deberá pagar en 2022 según cifras del Banco Central.

“El nuevo gobierno heredará una situación en la que no estará vigente un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y eso implica que su prioridad será intentar suscribir uno nuevo. En el fondo, este va a definir también el conjunto de políticas públicas y en buena medida la manera para resolver los problemas financieros”, explicó Mauricio Díaz, director del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh).

El nuevo gobierno enfrentará problemas para financiar el presupuesto nacional de 2022, que rondará los 12.790 millones de dólares, apuntó Díaz.

Mientras tanto, la tasa de pobreza en Honduras podría situarse al cierre de este año en el 80 % y el número de desempleados superaría los dos millones de personas, según economistas y organizaciones obreras.

  1. Desde 2013, cuando Juan Hernández era candidato a la presidencia, fue señalado por presuntamente haber aceptado un soborno monetario y el acceso al laboratorio de cocaína del narcotraficante Geovanny Fuentes Ramírez, a cambio de cubrir sus acciones ilícitas usando al Ejército Nacional. Declaraciones que también fueron respaldadas por fiscales estadounidenses durante varios años.

Hernández ha rechazado esas acusaciones y ha afirmado que no tiene ningún vínculo criminal. Hasta ahora, no ha sido acusado formalmente de ningún cargo.

En 2016, su hermano menor Juan Antonio Hernández fue hallado culpable de traficar toneladas de cocaína a Estados Unidos y en marzo de 2020 fue condenado a cadena perpetua por este delito.

Después de este suceso, el presidente se ha mostrado con mano dura contra el narcotráfico y ha entregado en extradición a Estados Unidos a varios de los implicados.

En el estrado, los narcotraficantes han hablado de sus vinculaciones con Hernández, sin embargo, éste ha mencionado que solo son “mentiras que afirman ante las cortes de los Estados Unidos, buscando que las condenas sean menores”.

  1. En el gobierno de Juan Orlando Hernández, el índice de Estado de derecho de 2019, diseñado por el World Justice Proyect (WJP), ubicó a Honduras con un indicador del 0,4 posicionando al país como antepenúltimo en toda América Latina y donde la categoría de justicia penal se registró como su peor indicador.

Según informes oficiales, antes de su mandato en 2013, Honduras tenía una tasa de 77,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes, una situación que mejoró con su llegada al poder al registrar 37,6 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2020.

Sin embargo, los hondureños en la realidad viven en escenarios de crimen organizado en las calles con una cifra de al menos 10 muertos diarios en acciones violentas por bandas criminales.

  1. Después de que la oposición calificara como “fraudulentas” las elecciones en las que ganó Juan Orlando Hernández, su administración ha sido empañada por múltiples denuncias de corrupción.

Los señalamientos a su gobierno aumentaron luego de que el Parlamento hondureño no permitió la continuidad de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (Maccih) en enero de 2020, la cual estaba relacionada con un acuerdo entre el país y la Organización de Estados Americanos (OEA).

La decisión del legislativo se presentó luego de que la Maccih, dejó evidencia sobre la captura y el encarcelamiento en 2018 de la ex primera dama Rosa Elena Bonilla, esposa del expresidente Porfirio Lobo (2010-2014), quien actualmente cuenta con un juicio en curso.

El mismo Parlamento también se ha visto salpicado por denuncias de corrupción a varios de sus diputados, la mayoría de ellos pertenecientes al Partido Nacional, al que pertenece el presidente hondureño.

Lamentablemente, Honduras aún no ha podido desligarse de un pasado turbulento marcado por el golpismo, el poder de las clases conservadoras y el siempre presente intervencionismo norteamericano implícito y explícito. Antigua colonia española, desde 1840 hasta el decenio de 1980, este país centroamericano fue frecuentemente dirigido por dictaduras conservadoras.

Y es uno de los países más pobres del continente, y conocido mucho tiempo como una “república bananera”. Está ubicado en América Central, bordeado por Nicaragua, El Salvador y Guatemala, y tiene costas del lado del Pacífico y sobre todo del lado del Caribe. Tiene una superficie de 112.492 kilómetros cuadrados y una población de unos 5,5 millones.

El 63% de las familias hondureñas sufren de desnutrición, miles de chicos viven en la calle y más del 55 % está desempleado. Una vez más esta situación no importa y los poderosos intereses de los militares se han adueñaron del país.

Por supuesto, la esperanza que tiene este país, es el regreso del espíritu de Morazán, por medio de Xiomara Castro.

Porque como señalara José Martí, Morazán fue “un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista, quizás el único que haya producido la América Central”.

José Francisco Morazán Quesada, fue un militar y político hondureño que gobernó la República Federal de Centro América durante el turbulento periodo de 1830 a 1839.

¿Qué hizo Francisco Morazán?

Fue conocido como el Paladín Centroamericano. Intentó transformar a Centroamérica en una nación grande y progresista. Durante su gestión como mandatario de la República Federal, Morazán promulgó las reformas liberales, las cuales incluyeron: la educación, libertad de prensa y de religión entre otras.

¿Cuál fue uno de los sueños de Francisco Morazán?

El hondureño Francisco Morazán, llegó a ver cumplido su sueño de una Centroamérica unida en una sola nación. Destacaba José Martí “la sombra de Bolívar, que soñó para la América del Sur una sola nación… y la sombra de Morazán, incrustando en su espada triunfante las cinco repúblicas de la América del Centro”.

¿Cuál fue el legado que dejó Francisco Morazán?

En cuanto al legado social, Morazán introdujo la reforma religiosa de la libertad de cultos y de religión, así como la libertad de expresión y la libertad de conciencia, plasmando derechos revolucionarios para aquellos años en la América Latina.

Deseamos que la camarada Xiomara Castro, lleve a cabo un gobierno para el pueblo sufrido de Honduras, con los postulados del Socialismo.

Josep Samitier: entre el FC Barcelona y el Real Madrid en tiempos difíciles

Gabe Abrahams

Josep Samitier Vilalta (Barcelona, 1902-1972) fue un jugador y entrenador de fútbol legendario. Su carrera deportiva se desarrolló en el Fútbol Club Barcelona y el Real Madrid, así como en el Olympique Gymnaste Club de Nice durante su exilio en Francia.

Josep Samitier, o Pepe Samitier, inició su carrera deportiva en el Fútbol Club Internacional de Sants, el cual disputaba en aquellas fechas el Campeonato de Cataluña. Tras destacar en ese equipo, con 17 años fichó por el Fútbol Club Barcelona. El Barça logró su fichaje al pagarle al jugador un traje con chaleco y un reloj con esfera luminosa.

El paso de Samitier por el Fútbol Club Barcelona, que duró desde 1919 hasta 1932, coincidió con la presencia en el club de grandes jugadores como el goleador Paulino Alcántara o el portero Ricardo Zamora. Los éxitos de aquel equipo consiguieron inmortalizar al Barça de los años veinte del pasado siglo que pasó a ser conocido como el Barça de l’edat d’or.

En esa década, el club azulgrana ganó la Copa del Rey, máximo torneo disputado en España hasta la aparición de la Liga, en las temporadas 1919-20, 1921-22, 1924-25, 1925-26, 1927-28. También ganó la primera Liga disputada en la temporada 1928-29.

Fue tal el éxito de Samitier y del Fútbol Club Barcelona de esa década que el club tuvo que cambiar de campo para afrontar el crecimiento de socios y simpatizantes que acudían al estadio. En 1922, el Barça abandonó el mítico Camp del Carrer Indústria, popularmente conocido como L’Escopidora, para empezar a jugar en el no menos mítico Camp de Les Corts.

Josep Samitier, durante esos años, marcó la friolera de 326 goles, incluyendo partidos oficiales y amistosos. Todavía hoy es el tercer máximo goleador de la historia del Fútbol Club Barcelona por detrás de Lionel Messi y Paulino Alcántara. Tuvo tiempo Samitier en esos años, además, de conquistar la medalla de plata con la selección española en los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920.

En 1932, Josep Samitier abandonó el Fútbol Club Barcelona por desacuerdos económicos y fichó por el Real Madrid, donde se reencontró con Ricardo Zamora. En las dos temporadas que jugó en el club blanco, ganó una Liga (1932-33) y una Copa (1934). A principios de 1936, entrenó durante un corto periodo de tiempo al Atlético de Madrid.

Hasta esa fecha, Josep Samitier había afirmado y demostrado ser un gran catalanista e, incluso, se le había acusado de esconder la bandera de España en actos públicos, durante la dictadura de Primo de Rivera. Al periodista Josep M. Planes, Samitier le había llegado a decir en enero de 1933 tras finalizar su etapa de jugador en el Barça: “Este es el premio a toda mi vida de futbolista catalanista” (Mirador, 19-01-1933).

Tras el Golpe de Estado del 18 de julio de 1936 contra la Segunda República Española, se inició la Guerra Civil y Samitier observó con preocupación cómo los sublevados persiguieron, encarcelaron y fusilaron a jugadores y responsables de los principales clubs españoles, muchos amigos suyos. Un caso impactante fue el del presidente del Fútbol Club Barcelona y diputado de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Josep Suñol, fusilado en el Alto del León de la Sierra de Guadarrama en los inicios de la Guerra Civil. Además, Samitier sufrió un arresto por parte de milicianos anarquistas que, no obstante, lo liberaron de inmediato. Temió por su vida y se exilió en Francia.

Desde 1936, Josep Samitier jugó en el Olympique Gymnaste Club de Nice, club donde se reencontró de nuevo con Ricardo Zamora. Por aquellas fechas, otros jugadores exiliados del Barça (Josep Escolà, Domènech Balmanya, etc.) jugaban en clubs franceses como el Football Club de Sète.

En 1939, Josep Samitier puso punto y final a su larga carrera como futbolista, colgando las botas en el exilio francés. La fama del llamado “hombre langosta” o “mago del balón” era enorme, incluso entre los aficionados franceses. En 1942, durante unos meses, entrenó a su último club, el Niza.

En los últimos años de estancia en Francia, Samitier había contemplado cómo la dictadura de Franco, impuesta por la fuerza en 1939, seguía persiguiendo y represaliando a futbolistas y directivos de los principales clubs españoles. La persecución incluía a los de derechas que no se habían posicionado a su favor, como era el caso de Ricardo Zamora. Para poder regresar a España, Zamora había tenido que pasar por una cárcel francesa, sufrir interrogatorios y padecer una condena que le prohibía ejercer de entrenador durante un tiempo.

En 1943, a pesar de todo eso y de su condición de catalanista confeso, Samitier asumió riesgos y regresó a Barcelona. En Francia, la situación política era mala, su primera mujer había fallecido y él sentía nostalgia por Barcelona y Cataluña.

Josep Samitier se presentó ante las autoridades franquistas y, tras superar los interrogatorios de rigor, recibió la autorización para residir otra vez en Barcelona, iniciando una nueva etapa como entrenador del Fútbol Club Barcelona. Permaneció en el puesto de entrenador desde 1944 hasta 1947, pasando a ocupar entonces el cargo de secretario técnico del club.

Como entrenador del Barça, Samitier ganó la Liga 1945-46. Como secretario técnico, su mayor logro fue conseguir el fichaje de Ladislao Kubala, clave de los grandes éxitos del club durante la década de los años 50 del pasado siglo.

A mediados de esa década, gracias a su popularidad, fue frecuente ver a Samitier en anuncios publicitarios o siendo protagonista en películas como Once pares de botas (1954) o Los ases buscan la paz (1955). Un cine que era propagandístico de la dictadura de Franco. En aquellas fechas, era evidente que el “mago del balón” se había visto obligado a adaptarse al régimen de Franco para sobrevivir como persona y deportista. No fue el único.

Detrás de esa etapa, Josep Samitier fichó por el Real Madrid como secretario técnico, volviendo a realizar el mismo recorrido que en su etapa de jugador. Del Barça al Real Madrid. Hasta 1959, permaneció en el cargo, siendo uno de los artífices de la creación del equipo de Alfredo Di Stefano que conquistó Europa. La nostalgia de Barcelona y Cataluña le pudo otra vez como durante su exilio en Francia y acabó regresando a Barcelona.

En los últimos años de su vida, Samitier volvió a trabajar para el Barça, estando acompañado en todo momento por su segunda mujer, Valentina Soler, Tina Soler.

Josep Samitier falleció en Barcelona en 1972, a la edad de 70 años, y fue enterrado en el Cementerio de Les Corts, cementerio en el que también están enterrados a pocos metros de su tumba otros ilustres jugadores del Fútbol Club Barcelona como Paulino Alcántara o Ricardo Zamora. Cerca del lugar, se encuentra ubicado el actual estadio del Barça, el Camp Nou.

El entierro de Samitier, el “mago del balón”, fue multitudinario. Samitier fue llorado por miles de aficionados que acudieron a darle la despedida. Nadie le tuvo en cuenta en ese último adiós sus diferentes filiaciones futbolísticas. Prevaleció el mito.

En 1993, más de veinte años después de su fallecimiento, el Ayuntamiento de Barcelona, en aquel momento gobernado por el Partit del Socialistes de Catalunya (PSC), decidió dedicarle una calle a Samitier, convirtiéndose este en uno de los pocos deportistas con una calle o plaza dedicada en la capital catalana.

La cúpula militar de Estados Unidos temió un Golpe de Estado de Donald Trump

Gabe Abrahams

Llega ya a las librerías una novedad editorial que desvela hasta qué extremo el radicalismo político de Donald Trump preocupó a la cúpula militar de Estados Unidos, la cual temió un Golpe de Estado por parte del expresidente y preparó una respuesta contra el mismo.

El libro de investigación que trata sobre este asunto se titula I Alone Can Fix It: Donald J. Trump’s Catastrophic Final Year y ha sido escrito por dos periodistas del periódico The Washington Post, Carol Leonnig y Philip Rucker. Verá la luz a finales de julio.

El libro desvela que directamente el Jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mark A. Milley, llegó a temer que Donald Trump diese un Golpe de Estado. Y narra también que, ante esa situación, Milley, el general de mayor rango en Estados Unidos, decidió planificar una respuesta para detener el posible Golpe de Estado de Trump. 

Según Leonnig y Rucker, Milley se alarmó cuando Trump adoptó una actitud desafiante después de las elecciones de noviembre de 2020, no reconociendo la victoria de Joe Biden. Y empezó a pensar que estaban obligados a preparar una respuesta ante un posible Golpe de Estado. 

Milley tuvo muy claro desde esa fecha que Trump estaba avivando disturbios para encontrar una excusa que le permitiese «invocar la Ley de Insurrección y llamar a los militares». 

El asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cuando las hordas de simpatizantes de Trump marcharon hasta el edificio sede del Congreso federal en Washington DC. fue el momento clave. No llegó a mayores, porque Trump no se atrevió a llegar hasta donde la cúpula militar de Estados Unidos pensó que era capaz de hacerlo. 

Según la información que suministra el libro de Carol Leonnig y Philip Rucker, Milley y los otros militares de alto rango consideraron que Estados Unidos se enfrentaba a un «momento Reichstag», en referencia a la quema de la sede del parlamento alemán en 1933 que conllevó el control totalitario de Alemania por parte del partido de Hitler. 

Durante el periodo de conspiración, Milley llamó a los simpatizantes de Trump «camisas pardas», en referencia a los grupos paramilitares que sirvieron a Adolf Hitler en Alemania en los años ’30; y nazis a los asaltantes del Capitolio seguidores de Trump.

Parece evidente que Donald Trump era un peligro para la democracia. El acoso que llevó a cabo contra la democracia de su país, en cualquier caso, no fue menor que el acoso brutal que llevó a cabo contra otros sistemas políticos o Estados no sometidos a sus caprichos.

Libro: «Golpe de Estado en el Estado Plurinacional»

SURCOS comparte la siguiente información:

César Navarro Miranda presenta su libro titulado “Golpe de Estado en el Estado Plurinacional”, en el que realiza un análisis y elabora una conceptualización teórica en relación con los golpes de Estado. Este material tiene una extensión de 60 páginas, en el que se expone la situación de América Latina en relación con los golpes de Estado que se han gestado en la región.

Le invitamos a descargar y difundir el material:

 

Compartido con SURCOS por Rafael López Alfaro.

Jeanine Áñez y los fascistas bolivianos deben responder por sus crímenes

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

“No temas Jeanine
No tengas miedo, Jeanine.
A vos no te van a golpear hasta hacerte pulpa la cara.
No te raparán la cabeza hasta hacerte sangrar el cuero cabelludo, con las manos atadas a la espalda.
No te arrastrarán por las calles, después de arrojarte pintura roja, para el escarnio y la diversión de tus enemigos.
No lo permitirían » las polleras «, esas cholas que tanto despreciaste y perseguiste.
No tengas miedo, Jeanine.
Fuiste detenida y encarcelada sin que tus derechos humanos fueran vulnerados.
Fuiste conducida a una cárcel de mujeres, con acceso a defensa legal, y ante los ojos del mundo, no humillada y aterrorizada por una jauría de machos rabiosos que te destrozaran y exhibieran tu miedo y tu dolor como un trofeo.
No tengas miedo Jeanine.
Aunque hayas renegado de ser » una coya» y te hayas declarado aria, rubia y superior a esas pieles morenas y a esos ojos antiguos a quienes mandaste a cazar, no tengas miedo.
Ellas, nosotras, no somos como vos.”

CECILIA SOLÁ.

A PROPÓSITO DE LA DETENCIÓN DE JANINE ÁÑEZ, LA EXDICTADORA, ORDENADA POR LA JUSTICIA ORDINARIA DE BOLIVIA.

Cuán flaca y débil es la memoria histórica, una afirmación reiterada que se escucha a menudo, ella nos conduce a evidenciar lo que resulta ser el meollo de todo un tema de gran importancia en la vida social y política de nuestros países, tanto que debería ser objeto de una reflexión y una discusión muy profundas. ¿será por eso que para muchas gentes del común –por así llamarlas- lo que no aparece en las pantallas, las ondas radiales o en las páginas de los medios de comunicación del régimen de la dictadura neoliberal no existe o no existió y punto?

¿Será entonces, que por esos motivos muchos (as) ni siquiera se enteraron de la inmensa tragedia vivida, durante casi un año, por las grandes mayorías populares de Bolivia, a raíz del golpe de estado llevado a cabo por Jeanine Áñez, Fernando Camacho, Carlos Mesa y otros políticos bolivianos, actuando como la cabeza de los sectores fascistas más radicales en extremo racistas de ese país, con la decisiva complicidad y el apoyo activo de algunos jefes militares y policiales amotinados que exigieron la renuncia del presidente Evo Morales, entre el 10 y el 12 de noviembre de 2019 (lo invitaron a dejar el gobierno y el país amenazándolo de muerte), cuando faltaban todavía más dos meses para cumplirse el período para el que había sido electo?

Estos fascistas llegaron al Palacio Quemado y a la Plaza Murillo de la capital boliviana, Biblia en mano y quemando o pisoteando la Whipala, el símbolo más sagrado y representativo de los pueblos originarios del Alto Perú, hoy República Plurinacional de Bolivia.

Por fortuna, hace un par de meses, el heroico pueblo boliviano ha revertido las cosas a costa de innumerables sacrificios, haciendo girar la rueda de la historia permitiendo así el regreso de la democracia.

Todo esto tuvo un alto precio, como fue la existencia de los 37 o 38 manifestantes muertos de Senkata, en la ciudad del Alto de La Paz, y en Sacaba en las proximidades de Cochabamba(en realidad llegaron a 40, porque algunos fallecieron en los hospitales), durante esos días, quienes actuaban en calidad de defensores del orden constitucional y del gobierno legítimo que estaba siendo derrocado fue entonces, y sigue siendo ignorada por los grandes medios de comunicación, de manera cínica (tienen esqueletos en el ropero y ni siquiera se ruborizan). Estos valerosos ciudadanos fueron víctimas de la represión militar lanzada por el régimen golpista de Jeanine Áñez, con el decisivo concurso de grupos paramilitares de choque de la ultraderecha, como los pititas y los cochalas motorizados de Cochabamba que cometieron innumerables atropellos en muchas partes del país, como sucedió con estos últimos, quienes torturaron a la alcaldesa de una pequeña ciudad de ese departamento: la rociaron de pintura roja, la raparon, la hicieron caminar descalza por un escabroso camino y a la orilla de un río le pusieron una pistola en la sien para que renegara de Evo y del MAS. Las cosas han cambiado y ella fue electa senadora por el departamento de Cochabamba en las elecciones generales del 18 de octubre, cuando los bolivianos lograron recuperar la democracia. No a la impunidad de estos fascistas y en extremo racistas de las bandas cochalas y pititas armadas y motorizadas. Todo esto configuró un escenario que provocó que al dolor de los familiares de las víctimas se uniera un profundo sentimiento de injusticia, provocado por la impunidad en la que permanecen los autores de esos hechos. Cuando los alteños, llevando a sus muertos, bajaron para manifestar su duelo y determinación de lucha en las calles de La Paz, se les disparó y se les arrojaron gases lacrimógenos, por parte de las fuerzas represivas al servicio de Jeanine Áñez, lo que provocó que los ataúdes de las víctimas quedaron tirados en las calles, dentro de lo que fue un grotesco y cruel espectáculo, además de una infinita vejación.

Ha llegado la hora de que la señora Áñez, los cívicos de Santa Cruz, los cochalas motorizados de Cochabamba, los militares y policías golpistas amotinados, a quienes mediante un decreto la dictadora, que ahora se victimiza y encuentra eco en la derecha continental, exoneró de toda culpa si cometían excesos como ya los mencionados en la salvaje represión ejercida contra quienes se resistieron al golpe de estado, junto los actos corruptos y violentos de los personeros de su régimen dictatorial de opereta por los que deben responder, los que son muchos más que los aquí mencionados.

Es así como, podemos constatar que la derecha neofascista de este continente quedó desenmascarada ante los ojos de muchas personas desaprensivas. Esas gentes no son demócratas, en modo alguno, sí no ganan las elecciones entonces hay fraude, cuando esto sucede entonces dan golpes de estado en la modalidad soft para negarlo después (Áñez dice que ese hecho no ocurrió), de paso asesinan y torturan a ciudadanos de las mayorías populares, de por sí para ellos no son seres humanos, si acaso son indios, llamas, animales de carga…

Después de Trump

Arnoldo Mora

La conciencia que la humanidad tiene del rol preponderante que juegan los Estados Unidos, el más reciente y último –eso esperamos- imperio universal de Occidente, quedó patente, una vez más, con la actitud asumida casi unánimemente por los pueblos de la tierra, frente a los acontecimientos que tuvieron verificativo en ese país durante las elecciones presidenciales pasadas y, sobre todo, ante los acontecimientos que pusieron término – ¿por ahora? – dramáticamente al conato de golpe de estado. Ese intento de golpe de estado, inspirado en la manera como ellos mismos lo acostumbran hacer en todas partes en donde ven amenazados sus “intereses”- es decir, los intereses de sus trasnacionales, que se nutren de la explotación de las materias primas de los países periféricos – puso en vilo a la humanidad entera; todo el mundo estaba consciente de que allí se jugaba, en medida no desdeñable, el destino de la especie sapiens; no era un asunto doméstico de quienes lo habían provocado; podría devenir en un asunto de vida o muerte para la humanidad entera; un golpe de estado de índole fascista en Washington haría realidad lo que Hitler intentó hacer y tuvo como desenlace la II Guerra Mundial. No nos ha de extrañar, por ende, el sentimiento de alivio que muchos en todos los rincones del planeta experimentaron cuando se dio el feliz desenlace de tan arriesgada y riesgosa aventura; sentimiento acentuado con la inusual ceremonia – marcada por las medidas militares de precaución ante la amenaza de terroristas nacionales y para evitar el contagio de la Covid-19- de la toma de posesión del nuevo presidente, un anciano de endeble salud y formado en la más rancia tradición política, pues su único oficio conocido es haber sido senador. La escogencia de Biden sólo puede interpretarse como una visceral y clara reacción de la mayoría del electorado yanqui, ante el fracaso de la afirmación de Trump de que todos los males de la sociedad norteamericana provenían de la corrupción del establishment político, incrustado en las instituciones consideradas, desde los días de los padres de la patria, como base fundamental del edificio “democrático” de la nación, y ubicadas en la Casa Blanca y el Capitolio; esto explica el ataque de hordas fascistas al Capitolio y el berrinche de Trump al verse obligado a abandonar, sino hasta el último minuto y sugiriendo que volvería, las instalaciones de la Casa Blanca.

El fracaso de Trump – ¿momentáneo? – es el fracaso de un intento de deslegitimar las tradiciones o, más exactamente, la rutina del ejercicio del poder político imperial. Pero, en realidad, sólo se trataba de cambiar las formas, no el fondo del quehacer político; más aún, si algún “mérito” (¿?) le hemos de reconocer a Trump, es haber puesto en evidencia la podredumbre que excreta el poder imperial de la Roma americana; como en la conocida y divertida leyenda, bastó que un niño –Trump- señalara que la noble dama Lady Godiva andaba desnuda, para que la impúdica farsa del poder imperial quedara al desnudo ante la mirada estupefacta del mundo entero.

Pero, no nos hagamos ilusiones, Trump puede estar no sólo ya muerto políticamente y a un tris de parar con sus huesos de viejo y degenerado corrupto en la cárcel -¡ojalá¡- pero sólo como persona física, porque el movimiento que él ha suscitado, sale hoy más fuerte que hace 4 años; las cifras no engañan: más de 74 millones votaron por él, 45% de los cuales le siguen con perruna fidelidad aún hoy día; 95% de los que votaron por Trump creen que hubo fraude, es decir, están firmemente convencidos de que el nuevo gobierno es espurio y, por ende, antidemocrático; la fe en el sistema “democrático” norteamericano está severamente golpeada; haga lo que haga la nueva administración, siempre será objeto de sospecha y rechazo por casi la mitad de los ciudadanos yanquis, pues en la política pasa lo mismo que en el amor: si se pierde la confianza todo está arruinado. Esto lo cambia todo; hoy el enemigo de Estados Unidos no está afuera; en vano se buscaría en Pekín o Moscú, y menos en Pyongyang, Caracas o la Habana, porque está en sus propias entrañas; como en la lúcida y esclarecedora película de Bergman, la serpiente ha incubado un huevo que engendrará una nueva víbora. Desde este punto de vista, buscar las causas de los males endémicos de la “democracia” norteamericana fuera de sus fronteras, no deja de ser un acto de mala fe, como sospecho parece estar incurriendo el nuevo Secretario de Estado; si insiste en ese trillado e irresponsable juego, como ya lo advirtió en la cumbre (virtual) de Davos el líder de China, la consolidada potencia hegemónica mundial, el nuevo gobierno yanqui pondría en peligro la paz mundial en detrimento de todos, incluidos en primer lugar, quienes lo provoquen. Por su parte, Putin, al derrotar en Siria a la OTAN y a sus aliados regionales del régimen sionista, ha demostrado estar mucho más avanzado en tecnología bélica y estrategias militares que sus adversarios occidentales. China ha proseguido con su política de conformar pactos de amplio espectro en el campo comercial, como lo demuestra la formación de una zona de libre comercio – la más amplia y poderosa del mundo actualmente- con todos los países de Asia y Oceanía, con la – ¿momentánea? – excepción de la India; en la misma línea de apertura mundial en los mercados, ha de interpretarse el acuerdo recién firmado entre China y la Unión Europea. Con ello, queda claro que el epicentro de las finanzas mundiales no es más Wall Street.

Las repercusiones en los ámbitos económico, social y político no han hecho sino ahondar y acelerar la crisis estructural del fallido modelo neoliberal, crisis que, desde 2008, ha venido siendo el protagonista principal del escenario de la geopolítica mundial. Hasta ahora, las medidas adoptadas por los sectores hegemónicos de la metrópoli imperial para enfrentar su crisis interna, no sobrepasan el ámbito coyuntural, muy justas por lo demás, tales como dar de inmediato multimillonarios subsidios a los sectores más empobrecidos, solventar el problema de los inmigrantes, contrarrestar la ola racista y combatir los prejuicios supremacistas tan en boga en la administración anterior y, lo más importante, tratar de imponer mayores cargas impositivas a las minorías plutocráticas. Pero esto no basta; para llegar al fondo del problema se debe cambiar radicalmente el “orden” económico-mundial imperante desde los acuerdos de Breton Wood, impuestos por la potencia que se creyó ganadora luego del cataclismo de la II Guerra Mundial. La solución no está en exportar la guerra a los países periféricos con el único fin de satisfacer los apetitos criminales de ganancias del complejo militar industrial, el más poderoso lobby en los sinuosos pasadizos de Washington; las élites imperiales deben, por fin, llegar al convencimiento de que la guerra ya no es un negocio, como lo ha señalado en múltiples ocasiones el Papa Francisco. Para lograr una salida a la crisis actual, se requiere que los países periféricos se unan y conformen un bloque que les dé protagonismo en el escenario de la geopolítica mundial; la pandemia ha demostrado fehacientemente que la humanidad es una sola, por lo que ya no hay problemas locales: las calenturas de unos pocos pronto se convierten en la pulmonía de todos…

Y para poner punto final a estas reflexiones, cabe preguntarse: y en Tiquicia ¿qué? Ese asunto lo trataré en un próximo artículo.

Declaración de la Asociación Americana de Juristas tras el intento de golpe en los EE.UU.

La AAJ repudia los actos de violencia del 6 de enero en Washington DC, que resultaron en la muerte de cinco personas, lo cual pudiera repetirse durante o antes del acto de toma de posesión del presidente electo Joseph Biden. La insurrección ejecutada en el Capitolio fue impulsada por Trump esa mañana, mintiendo sobre un presunto fraude electoral. Una turba ultraderechista, fascista, antisemita y neonazi, y de supremacistas blancos, irrumpió y ocupó el edificio del Capitolio de los Estados Unidos y varios edificios del Capitolio estatal en un intento de interrumpir el proceso de certificación de las elecciones, encontrar, agredir, o inclusive secuestrar y asesinar a legisladores y legisladoras, aparentemente con la complicidad de efectivos de las fuerzas del orden y colaboración de legisladores como Ted Cruz y muchos otros. Así lo reflejan los medios de prensa. Incluso se documentó que algunos agentes de policía abrieron barricadas para dejar pasar a las turbas y se retrataron en “selfies”. Además, se informó que el Departamento de Defensa no dio aprobación para la entrada de guardias nacionales de otros estados hasta horas después. Resulta significativo que un buen número de los insurrectos fueron integrantes de las fuerzas armadas de los EE. UU.

La AAJ considera que los hechos acaecidos confirman una tentativa de golpe de estado con el objetivo de anular los resultados de las elecciones, certificados por el Colegio Electoral. El fracaso de la tentativa posibilitó la decisión de la Cámara de Representantes del 13 de enero, promoviendo un segundo proceso de destitución de Trump por incitación, y no pueden descartarse nuevos intentos.

Hay que analizar seriamente el comportamiento y complicidad de las fuerzas del orden al tratarse de manifestantes supremacistas y compararlo cuando se trata de manifestantes negros, latinos, progresistas, LGBTQ, naciones originarias, mujeres, y de quienes luchan contra la discriminación y el racismo.

Un ejemplo, es el del pasado mayo y posteriormente: la policía de Washington DC actuó con fuerza excesiva y detenciones masivas de miembros de Black Lives Matter (Las Vidas Negras Importan) y grupos en solidaridad, por protestar contra el racismo y la violencia policial a raíz del asesinato de George Floyd. Así mismo fue el comportamiento de las fuerzas policiales en eventos similares en todo el país.

Otro ejemplo es la respuesta policial a la violencia de la supremacía blanca en Charlottesville, VA en 2017, cuando operativos de extrema derecha y fascistas se congregaron con antorchas, símbolos del nazismo, para revertir la decisión de remover los monumentos racistas. La policía, en otra demostración de racismo, tuvo una actitud complaciente hacia los supremacistas, que tomaron represalias e irrumpieron en medio de una contra protesta anti racista, hiriendo a decenas y matando a la joven Heather Heyer.

Por tanto,

La AAJ llama a una investigación exhaustiva, rigurosa e independiente de los hechos, sancionar a los responsables y garantizar su no repetición tomando las medidas necesarias para desmantelar toda forma de racismo institucional y estructural.

16 de enero de 2021

Vanessa Ramos. Presidenta AAJ Continental
Luis Carlos Moro. Secretario General
Beinusz Szmukler. Presidente del Consejo Consultivo de la AAJ

Compartido con SURCOS por Walter Antillón.

De la Marcha sobre Roma a la Marcha sobre Washington

Vladimir de la Cruz

Los sucesos del 6 de enero en Washington me hicieron recordar la Marcha sobre Roma que organizó Mussolini en Italia, en 1922, momento de su ascenso al poder, comparable con la intención de Trump de hacerse por la fuerza del Gobierno y la Presidencia que perdió en elecciones.

El fascismo italiano se había desarrollado al finalizar la I Guerra Mundial, en 1919, con la complacencia del Rey Víctor Manuel III, y se mantuvo como régimen o sistema político hasta 1945, al finalizar la II Guerra Mundial. Benito Mussolini se había destacado como el principal líder dentro del Partido Nacional Fascista.

En 1922 Mussolini organizó una Marcha sobre Roma, la que se llevó a cabo, en su movilización, entre el 22 y 29 de octubre de 1922.

El resultado político de la Marcha fue que Mussolini se hizo con el poder, acabó con el sistema parlamentario imperante en Italia y más tarde acabó con los partidos de la oposición política prohibiéndolos, imponiéndose como un dictador, un gobernante autoritario.

El discurso de Mussolini era contra los socialistas y comunistas, exaltaba la violencia y las movilizaciones de sus simpatizantes, organizados como brigadas de choque social contra opositores, con grupos armados inclusive. Hacía un discurso violento desde cualquier espacio público que se le facilitara.

En 1921 Mussolini había sido electo diputado desde donde empezó a combatir a todo el sistema político imperante en Italia.

Mussolini atacó al liberalismo y a la democracia desde sus posiciones populistas, que eran muy atractivas para los grupos sociales desplazados por las consecuencias de la I Guerra Mundial, afectados por la crisis social generada por ellas y por la “amenaza” que sentían del surgimiento de la Revolución Rusa, y sus impactos en Italia como en el resto de Europa, especialmente durante los años 1919-1921, y de que pudieran llegar al poder.

En octubre de 1922 Mussolini impulsó convocatorias para que se realizaran concentraciones públicas en toda Italia. Así prepararon su Gran Marcha sobre Roma, llegando a Roma en tren, en autos, o a pie, para forzar o presionar la renuncia de las autoridades políticas, especialmente en las regiones donde había autoridades socialistas, que dominaban principalmente el norte de Italia. El objetivo de la Marcha era tomar el poder para Mussolini. Desde el 22 de octubre de 1922 empezaron a llegar a Roma, amenazando de hecho con la guerra civil si les impedían la llegada. Trump ha creado condiciones para un enfrentamiento civil en la sociedad norteamericana, desde las acciones policial represivas contra negros y afrodescendientes hasta la de enfrentamientos de sus seguidores con otros ciudadanos.

La situación llegó a ser tan tensa que el entonces Primer Ministro italiano, Luigi Facta, impuso un estado de sitio, para la ciudad de Roma, acto que el Rey, Víctor Manuel III, lo suspendió, facilitando que el 31 de octubre se realizará la gran concentración convocada, permitiendo que Mussolini al día siguiente se hiciera con el poder, impusiera su Gobierno e iniciara su dictadura, la que fue estructurando poco a poco, pero de manera acelerada.

Características del fascismo fue su nacionalismo, su totalitarismo, su antiliberalismo, su antimarxismo, su antisocialismo, su anticomunismo, el culto a la personalidad de Mussolini procurando, con ello, un control y la subordinación de todas las autoridades y líderes políticos, el control del Partido Nacional Fascista, convirtiéndose Mussolini en el líder de masas más importante de ese momento en Italia. El culto a la “personalidad” individualista de Trump es parte de su arraigo en una gran masa de ciudadanos y votantes.

Como gobernante Mussolini impulsó una serie de leyes y acciones administrativas de actos de gobierno contra personas y grupos sociales, con un profundo carácter racial, en ese momento contra judíos, exceptuando a los “judíos convertidos en arios”, o que prestaban ciertos servicios al Estado. Estableció leyes que impedían matrimonios con judíos, que emplearan judíos, que impedían el ingreso de judíos a Italia, de retiro de la ciudadanía italiana, que impedían inscribir niños judíos en escuelas públicas.

Estas leyes se impulsaron por la influencia de Hitler en Italia, y por el acercamiento político de Mussolini y de Hitler.

Mussolini exhortó a que los italianos se declararan racistas. Hasta llegaron a elaborar el “Manifiesto de la raza”, con apoyo de una gran cantidad de intelectuales y personajes de la cultura. Allí se hablaba de la existencia de razas humanas, razas grandes y pequeñas, de la raza como concepto biológico, de la pura “raza italiana”, de distinguir entre mediterráneos de Europa, de los orientales y los africanos, excluyendo categóricamente a los judíos de la raza italiana, entre otros conceptos.

En 1922 en Italia había una crisis del sistema político, un vacío de poder. La Marcha sobre Roma fue un movimiento político, una acción política para imponer un gobierno de derecha y autoritario. La base social de Mussolini era el sindicalismo con la Confederación Italiana de los Sindicatos Económicos y la Confederación Nacional de Corporaciones Sindicales, particularmente. La base social de Trump también es de sectores laborales y sindicales, de campesinos y de habitantes de zonas rurales.

El 27 de octubre de 1922 el gobierno italiano, del Primer Ministro Facta, dimitió mientras los fascistas iban controlando el escenario político. La izquierda italiana, incluido el Partido Comunista, nada pudo hacer contra la Marcha. Los otros líderes políticos trataban de llegar a un acuerdo político con Mussolini, que impuso el 30 de octubre un Gobierno de Coalición, controlado por Mussolini, de nacionalistas, de los grupos llamados populares, de los democrático sociales nittianos, giolittianos, salandrinos e independientes filofascistas, mientras la Marcha avanzaba sobre Roma.

La llegada de Donald Trump a la Presidencia de los Estados Unidos fue intempestuosa. Tradicionalmente no era un cuadro político, un líder político, ni siquiera de larga tradición y vínculo con el Partido Republicano, hasta había apoyado en el pasado a líderes y candidatos del Partido Demócrata. No era en sentido estricto un militante político. Nunca ejerció un cargo de elección popular. Era un intruso en ese Partido Republicano y en la política tradicional norteamericana, donde logró imponerse en las elecciones internas de ese partido, en las llamadas elecciones primarias.

Su campo principal de acción estaba en los negocios e inversiones. En el campo político desplazó líderes tradicionales e históricos dentro del Partido Republicano, haciendo uso social, especialmente, de las redes sociales digitales, que en las elecciones norteamericanas empezaron a desempeñar un gran papel desde las elecciones del 2008, en ese momento usándolas Barak Obama.

Las redes sociales sustituyeron espacios tradicionales de comunicación de líderes, candidatos y partidos políticos, sin que los desplazaren del todo, con la ventaja de que son mecanismos al instante, más baratos, directos a los públicos que están destinadas, fáciles de conexión, con cantidades masivas de participantes o de “seguidores”.

Donald Trump, quienes le han estudiado, afirman, que se vinculó a estas redes desde el 2009, con sus actividades profesionales y empresariales, logrando gran alcance de masas.

A la cuenta de Twitter, su medio favorito de comunicación, se vinculó desde ese mismo año, 2009. Así hizo su campaña del 2016 y así la repitió en el 2020. Pero no solo hizo campañas electorales de esa forma. Todo su gobierno, 2016-2020, lo manejó y comunicó principalmente en sus acciones constantes, al instante, mediante su Twitter, con más de 40.000 twitts, según lo han estudiado, durante todo este período. También utilizó hashtags, retuis, las plataformas digitales como Instagram, Facebook y otras.

La imagen proyectada de Trump es la del Héroe, la del superhéroe capaz de hacer grande a los Estados Unidos y de volverlo a hacer, como planteó para esta campaña electoral.

Para Trump los Estados Unidos estaba primero, había que recuperar su economía, sus espacios económicos, de manera que sus relaciones económicas no fueran deficitarias, de allí el ataque y la rediscusión de los tratados de libre comercio con Canadá, México y su disputa con China. El retorno de empresas a Estados Unidos para revitalizar su economía fue clave, la recuperación de empleos en sus primeros años de gobierno le dieron fuerza, la crítica a la infraestructura vial y de comunicaciones que hacía le depararon seguidores, su preocupación por el empleo fue determinante antes de la Pandemia.

Para Trump el papel de los Estados Unidos se había debilitado internacionalmente, de allí que cuestionara el proceso globalizador del que formaba parte, rompiendo alianzas estratégicas militares, económicas y políticas, saliéndose de algunos compromisos internacionales, impactando los escenarios geopolíticos y geoestratégicos.

En lo interior arremetió contra el Partido Demócrata al que constantemente atacaba de socialista y de querer introducir el comunismo en Estados Unidos, sabiendo que en Estados Unidos el Partido Comunista existe desde 1919. Esta lucha contra el socialismo la quiso llevar, sin éxito, y sin investigaciones del Congreso, casi hasta los niveles de la época macartista de la década del 50, a pura publicidad y ataques mediáticos.

Hizo del Partido Demócrata su principal enemigo político y le convirtió en su principal adversario a derrotar por el bien de los Estados Unidos y del pueblo norteamericano, porque los males internos de los Estados Unidos se los achacaba a este partido y a las estructuras políticas e institucionales dominantes en ese país.

Poca atención prestó a los problemas sociales de los negros, de los afroamericanos, de los latinos. Su discurso contra los mexicanos y puertorriqueños, desde el inicio de Gobierno, lo era contra todos los latinos, contra todos los migrantes, contra los mexicanos, con su lucha por el muro fronterizo, casi una obsesión, logró detener bastante los procesos migratorios terrestres hacia los Estados Unidos, estableciendo una alianza estratégica con el con Gobierno de México el que puso casi 30.000 efectivos militares a resguardar la frontera para contener a los migrantes.

Su principal atención eran los ciudadanos norteamericanos y no los que habían llegado, como migrantes, o ilegalmente, a Estados Unidos. Sus políticas antimigratorias dividió familias, separó niños de sus padres, se acentuaron cotidianamente.

Ley y Orden, consignas fundamentales, que autoritariamente blandía para recordar la mano dura de su gobierno.

Cuando Trump se enfrentó a Hillary Clinton, en el 2016, la presentó como la representante de las estructuras de poder, que él cuestionaba. Cuando se enfrentó a Joe Biden, en el 2020, lo presentó como el parásito de la política, que tenía 46 años de estar en política, que nunca había trabajado, decía.

A Hillary como a Biden los presentó como lo más negativo siendo Trump el factor positivo, el salvador de los Estados Unidos, presentándose, en muchas ocasiones como la víctima de los medios de comunicación, a pesar de que tenía los propios que lo defendían y exaltaban. Este campo para Trump era un campo minado contra la corrupción imperante.

El discurso de Trump fue vulgar, ofensivo, insultante, siempre negativo hacia sus contrincantes, siempre combatiendo todo lo que se le oponía o creía que se le enfrentaba. Atacó instituciones, medios de comunicación, personas, líderes de todo tipo.

En las elecciones que acaban de pasar, el 3 de noviembre, Trump enfrentó su peor crisis de gobierno, de sus políticas y acciones Ejecutivas, especialmente por el impacto del surgimiento de la Pandemia del Coronavirus Covid-19, y su imponente desarrollo en los Estados Unidos, que también paralizó el mundo en sus relaciones económicas internacionales, que bloqueó las redes de intercambios productivos, de comercio, de transportes internacionales y locales, de turismo, de millones de contagiados y de muertos.

En el caso del gobierno de Trump despreciando el papel de los científicos en esta lucha, contra el COVID-19, estimulando con su actitud la expansión de la pandemia en los Estados Unidos, como un elemento de limpieza “étnica”, entendiendo que los afectados con este virus son principalmente sectores y poblaciones pobres, de migrantes, de negros y afroamericanos, de latinos, poblaciones marginales. Quizá su desinterés estaba asociado a la eliminación de votantes, por la pandemia, más del Partido Demócrata que del Republicano.

Irresponsablemente convocando a manifestaciones en el período electoral, de carácter masivo o presencial, facilitando de esa manera los contagios.

Frente a las elecciones últimas, sabiendo de la situación de la pandemia, de las dificultades de las concentraciones humanas, del resultado preliminar de las encuestas desfavorables a él, empezó a cuestionar todo el proceso electoral, presentándose como una víctima del mismo y de los mecanismos de fraude que podían hacerse mediante los sistemas de emisión de votos que hay en Estados Unidos, debilitando la institución federal de correos en este campo, incitando a la población que le sigue fanaticamente a que se estaba fraguando un fraude en su contra, apoyándose en bases sociales incultas, de poca educación, de los grupos fascistas, nacionalistas, racistas, supremacistas, anti migracionistas, misóginos, conservadores en general, en los miembros de la Asociación del Rifle Norteamericana, en la población de tradición religiosa pentecostal, especialmente de la población de los Estados centrales y rurales de los Estados Unidos. Mientras Mussolini combatió y persiguió a los pentecostales, en una sociedad italiana muy católica, Trump los apoyó y los hizo sus aliados estratégicos, en una sociedad no tan católica.

Nadie como Trump había cuestionado el proceso y el sistema electoral de los Estados Unidos, que se tenía como un modelo democrático casi ideal, de larguísima tradición histórica, confiable en todos sus extremos, donde la posibilidad de hacer fraude electrónico es de 0.009 %. Con este cuestionamiento quebró la credibilidad de la misma población norteamericana en su propia estructura democrática. Siempre habló de que las elecciones y su triunfo se la habían robado. Este fue parte del argumento que utilizó para la Marcha sobre Washington, impedir el robo de su elección y triunfo.

Cuestionó el mismo sistema electoral de votos populares donde fue ampliamente derrotado, así como el de los electores del Colegio Electoral, que surgen de esos votos populares, donde también sufrió una amplia y contundente derrota, que son los que en definitiva definen el ganador.

De acuerdo al sistema electoral de los Estados Unidos, cada uno de los 50 Estados, más el Distrito Capital, tienen sus propios sistemas de votación y de conteo de votos. De hecho, son 50 procesos electorales, cuyos resultados tienen que tenerse el 14 de diciembre, habiendo sido las elecciones el 3 de noviembre. Certificados estos procesos electorales de los Estados su informe de resultados se pasa al Congreso el 6 de enero, lo que sucedió, para sobre las certificaciones de votación declarar el candidato ganador de las elecciones para que asuma, formalmente, el 20 de enero la Presidencia de los Estados Unidos.

No satisfecho Trump con los resultados empezó a cuestionar, bajo el pretexto de fraude hecho de distintas maneras, resultados electorales de aquellos Estados que más Electores dan al Colegio Electoral con la finalidad de cambiar el resultado final. Impugnó casi en 60 localidades, de los distintos Estados, la emisión de votos, sin resultado favorable a sus pretensiones, así fallados en su contra por Cortes Federales.

No satisfecho con esto desde el mismo día 14 de diciembre empezó a preparar el ambiente contra lo resuelto que tenía que conocerse el pasado 6 de enero en el Congreso.

Su objetivo, al estilo de la Marcha sobre Roma de Mussolini, una gran Marcha sobre Washington el 6 de enero cuando el Congreso debía conocer los resultados, para detener allí el robo electoral que se le había hecho, sitio en el que todavía se podían impugnar resultados conforme se fueran dando los informes de las certificaciones electorales de los resultados de las votaciones, y tratar de anularlos con el propósito de que, en situación extrema, el resultado pasara a la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, donde tiene una amplia y holgada mayoría de Jueces nombrados por el Partido Republicano, y por su propio Gobierno, todos de características conservadoras en su formación profesional.

La Marcha sobre Washington no solo para presionar con la multitud, sino para actuar, como lo hicieron, sobre los Congresistas reunidos, e impedir de esa manera la proclamación y reconocimiento de la Presidencia para Joe Biden. La Marcha sobre Washington, fue debidamente planeada, hasta en el asalto al Congreso, para cambiar los resultados electorales por la presión de los manifestantes. La Marcha sobre Washington no fue una movilización de desobediencia civil, fue una acción debidamente impulsado de desacato, de desconocimiento, de no aceptación del resultado de la elección del 3 de noviembre, ni fue un simple asalto al Congreso como inicialmente lo pintaron. Fue una acción contra los congresistas, su institucionalidad y contra la misma Constitución Política de los Estados Unidos.

Los movilizados iban con la intención de tomar el Congreso, de asaltarlo, de impedir que sesionara. Minutos antes los convocados a Washington, que llegaron de distintas partes de los Estados Unidos, se habían reunido en la Casa Blanca, donde fueron alentados por miembros de la Familia Trump a actuar violentamente contra los congresistas. De la Casa Blanca fueron invitados a marchar sobre el Congreso, al edificio del Capitolio, para tomarlo. Así se movilizaron las hordas trumpistas.

De hecho, Trump esperaba una imposición de la multitud sobre los congresistas, del “pueblo” sobre sus “representantes”. Estaba a las puertas de un Golpe de Estado, de una situación de sedición popular, que alentó constantemente desde que cuestionó el resultado electoral aún días antes de que se produjera la votación.

Llamaba a que se reconociera que él debía seguir gobernando, que debía mantenerse en la Presidencia, que desconociera a Joe Biden. De hecho, proponía un golpe de Estado institucionalmente ejecutado en su favor.

Las elecciones para Trump habían sido un éxito, aun en su derrota electoral. Había llegado casi a los 75 millones de votantes en su favor, lo que lo convertía en un líder popular, populista, como no tiene el Partido Republicano, como tampoco lo hay en Estados Unidos en el campo político. Trump como fenómeno político había irrumpido como el principal dirigente político de masas en los Estados Unidos. Había desplazado a todos los dirigentes de la estructura organizativa del Partido Republicano y no había casi ninguna duda de que sería el candidato de las elecciones del 2024, a las que ya había anunciado que volvería a participar.

Las elecciones para el Partido Republicano también fueron exitosas a nivel del Congreso, donde aumentó el número de diputados. Perdió el Senado, por la derrota del 5 de enero de los senadores de Georgia, que en parte ya había perdido desde el 3 de noviembre. La actitud de Trump contra el proceso electoral en general, de fraude en su contra, se ha señalado como una causa adicional para que el 5 de enero estos dos senadores republicanos perdieran, dándole un triunfo apretado al Partido Demócrata del Senado, y del Congreso, lo que obligará al Presidente Biden a un gran proceso de negociaciones políticas constantes, en lo que tiene gran experiencia.

La derrota de Trump no ha acabado con la derrota del fascismo en Estados Unidos. Con Trump se ha alimentado esta tendencia política, que en Estados Unidos tiene más de 1000 distintas organizaciones fascistas y filofascistas de diferentes tipos, que agrupan todo tipo de ciudadanos, lo que explica parcialmente también por qué Trump tiene seguidores latinos, afroamericanos, entre otros grupos. Trump puede convertirse en su líder más importante aun cuando lo llegaren a marginar de procesos político-electorales. Trump puede seguir siendo el emblema del fascismo actual en los Estados Unidos y el agitador político más importante de oposición al nuevo gobierno que inicia el 20 de enero. Podría llegar a convertirse en un mártir político si se le llega a apresar con motivo de los juicios y acusaciones que le seguirán.

Con esta tendencia populista de Trump quizás entramos a una nueva etapa de liderazgos políticos en los Estados Unidos, liderazgos de masas, de populismos políticos…

Los sucesos de asalto al Capitolio, que se señalan de terroristas, que le imputan a Trump su responsabilidad, lo que ha abierto es un juicio político contra él, ya aprobado en el Congreso, ahora en manos del Senado, juicio que puede concluir, ya no en su destitución, sino en una sanción político-jurídica que lo inhabilite para participar en futuros procesos electorales y a puestos de elección pública. Este es el resultado óptimo que esto puede tener.

Si de algo no va a escapar Trump es de la persecución judicial a la que será sometido por una serie de acusaciones que ya le tienen montadas, de las que difícilmente saldrá triunfante de todas ellas.

La Marcha sobre Washington sigue latente para el próximo 20 de enero, con posibilidades de altos grados de violencia, y hasta de actos terroristas contra su realización, y de posibles atentados contra Biden y las nuevas autoridades públicas norteamericanas. Lo que tradicionalmente ha sido una actividad de traspaso de poder festiva, popular, y tranquila, la del 20 de enero es un traspaso de poder que se realizará con un público altamente militarizado, con uniformes militares, con medidas extremas de seguridad y posiblemente sin caminata del Congreso a la Casa Blanca…con protestas republicanas y pro trumpistas en diferentes partes de los Estados Unidos. Será, por todo esto, más una ceremonia virtual que física presencial. Estos son los nuevos Estados ¿Unidos?

La política exterior de Costa Rica

Jorge Hernaldo Jiménez

Costa Rica es un país independiente desde 1821, este año cumple 2 siglos de ser un país libre. En tal situación sus gobernantes deberían guardar el debido respeto a la República y al cumplimiento de la soberanía que establece la Constitución.

Lamentablemente no es así. La política exterior de nuestro país no es una política independiente, no es una política basada en principios éticos ni doctrinales. Por el contrario, es una política subalterna, es una política de sumisión, es una política de un gobierno vergonzosamente neo colonial. Es la política exterior de una república bananera.

No reconoce al gobierno de Venezuela basado en la premisa de que es un gobierno que proviene de una elección fraudulenta. Ese podría ser un principio válido de una política exterior si fuera consistente en todas las situaciones. Pero no lo es, tenemos relaciones con países en donde lo que menos hay es un proceso democrático de elección.

Como prueba de lo anterior pongamos dos ejemplos cercanos: Reconocemos al gobierno de la República de Honduras, país en el cual se dio hace diez años un golpe de estado y en donde en las últimas elecciones tuvo lugar un fraude de todos internacionalmente conocido.

El otro ejemplo es el escandaloso golpe de estado en la República Multinacional de Bolivia, donde por un año el gobierno de Costa Rica tuvo relaciones con el gobierno nacido del golpe de estado. Y lo que es más vergonzoso, el ex canciller costarricense fue uno de los artífices del golpe.

El Presidente Trump dice que la última elección que se dio en su país es fraudulenta, es el mismo señor que dijo lo mismo de Venezuela, entonces: ¿qué va a hacer el Gobierno de Costa Rica?. ¿Va a reconocer el nuevo Gobierno en los Estados Unidos? El mismo país y el mismo gobierno que glorifica la insurrección en Venezuela, y les da carácter oficial a los golpistas insurrectos terroristas, ahora deberá reprimir a sus propios insurrectos golpista terroristas. ¿Cuál es la diferencia?

¿Cuál será el metro o termómetro con el cual el gobierno de Costa Rica medirá la veracidad de los fraudes electorales en otros países, para determinar cuál gobierno será o no será legítimo?

Si le tomó la palabra a Trump y siguió su política despiadada contra el pueblo de Venezuela, ahora,¿ le tomará la palabra al mismo Presidente que dice y afirma que hubo fraude en su propio país?

 

Imagen tomada de FLACSO CR.

La Falsa y Loca “Democracia” en EEUU

Lic. José A. Amesty R.

A propósito de los sucesos, donde los partidarios del presidente Donald Trump se dirigieron contra el Capitolio estadounidense, irrumpieron y tomaron algunos recintos del mismo, en el que se desarrollaba la ceremonia de certificación de la victoria del candidato Joe Biden; se suscitaron enfrentamientos entre civiles y la policía del exterior del edificio de gobierno, donde resultó muerta una mujer de un disparo, finalmente fue cerrado el Capitolio, todo a raíz del discurso de Trump afirmando que “nunca” concederá la derrota ante Biden.

Las turbas utilizaron la violencia para subvertir el proceso usual y legal mediante el cual se elige a los presidentes.

El diario Washington Post, habla de un golpe de Estado en el Capitolio, el cual fue incitado por un Presidente sin ley que intenta desesperadamente aferrarse al poder y alentado por sus cínicos facilitadores republicanos en el Congreso.

Realmente es una situación inédita, en un país donde se precian de ser el “modelo de democracia” en el mundo. El tema de la democracia en USA, es amplio, muy comentado por especialistas, políticos y muy extenso para tratar en un artículo, por lo que nos limitaremos a trazar unas líneas-notas en torno al mismo.

Lo básico del término es, Democracia = demos + cracia, el gobierno de (o por) el pueblo; y en relación a EEUU, gracias a una intensa y sostenida campaña propagandística, colmada de alabanzas y rastreras adulaciones, aparece como la tierra de la libertad y la democracia. Es más, como un país al cual Dios le habría encomendado la misión de recorrer el mundo sembrando libertad, justicia, derechos humanos y democracia por doquier. Sin duda es una visión mesiánica.

No obstante, lo cierto es que, además, la academia, la intelectualidad y los políticos, son insuficientes para ocultar un hecho decisivo: en la propia Constitución de Estados Unidos, con sus correspondientes enmiendas, la palabra “democracia” no aparece ni una sola vez.

Esto contrasta con afirmaciones como: “El sistema de gobierno estadounidense ha mostrado, durante sus 240 años, su ejemplaridad, despertando la envidia de todo el mundo”, Joseph Robinette Biden Jr.

Estas afirmaciones son más bien un mito, que son compartidas por una nada despreciable masa de la población occidental: basado en la fábula que la norteamericana es la democracia por antonomasia y, en consecuencia, digna de ser imitada. La historia, la Constitución y el régimen electoral estadounidenses desmienten tales creencias. En todo caso, no es recomendable hacerse ilusiones respecto del país, que cumple el rol de imperio dominante y que ha marginado históricamente a su pueblo, y a muchos otros del orbe.

Ya conocemos de las múltiples y mayores barbaridades, fraudes, golpes de Estado y genocidios de los últimos 200 años se han realizado en nombre de la sacrosanta democracia, y de algunos principios “democráticos” (como libertad de circulación, diálogo, consenso, elecciones libres, entre otros), que pareciera ser el escudo protector de los intereses de las grandes empresas trasnacionales y su cohorte de políticos y gobernantes de nuestro mundo tan poco occidental como cristiano.

Lo indudable, es que EEUU ha olvidado algo que señala el académico Bruce Barton: “la democracia estadounidense, le debe su sello distintivo a los principios y la estructura de los Gobiernos civiles de los indios norteamericanos”. Tema apasionante e ilustrativo a abordar en otro momento.

En términos electorales, que parece ser la única premisa fundamental de la democracia estadounidense, reconocida como tal, en este país contiene un solo proyecto, el imperialista con dos variantes: el Partido Demócrata y el Republicano.

En términos económicos, según la obra “Capitalismo Progresista” de Joseph E. Stiglitz, la situación del país es devastadora ya que el crecimiento del PIB no acompañó necesariamente al mejoramiento social y que se alteró desde 1980: la economía se ralentizó, el nivel de vida decayó, la desigualdad se volvió creciente, incluyendo las desigualdades de raza, condición étnica, género y oportunidades, la desigualdad en sanidad y, desde luego, en riqueza, pues el 1% de la cima dispone de más del 40% de la riqueza total del país.

En síntesis, la igualdad ya no es el rasgo característico de la gran nación, otrora admirada en Europa y en el propio continente.

El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, señala que EEUU es “un país disfuncional en términos democráticos” y “una democracia fallida”, habla de una “degradación total” al subrayar que “las casas se protegen el día de las elecciones por las milicias armadas en las calles”. “Es el único país del mundo donde eso ocurre”.

En general, la democracia de EEUU, hace muchísimo tiempo, viene demostrando que están bastante de espalda a los intereses de las mayorías populares. Este es un problema serio. Y las formas de resolver las crisis pasan por líderes autoritarios como Trump.

Históricamente, para recalcar e ir concluyendo, los Estados Unidos se autoproclaman un pueblo pacífico, destinado por la providencia a expandir el ideal de la libertad y la democracia por el planeta. Su relato se complementó más adelante con la doctrina Monroe de 1821, cuyo eslogan «América para los americanos» fue la excusa para imponer su voluntad a los nacientes Estados de América Latina. Doctrina Monroe y «destino manifiesto» han tenido diferentes interpretaciones y actualizaciones, según gobiernen demócratas o republicanos. Desde la política del garrote y la zanahoria, pasando por la del «buen vecino», el panamericanismo y la Alianza para el Progreso hasta las políticas militares y geoestratégicas. Guerras de baja intensidad, lucha contra el narcotráfico, el terrorismo internacional, reversión de procesos revolucionarios, otros.

Bajo dicho paraguas proclaman su condición de gendarme no sólo en América Latina, sino en el mundo occidental. Según argumentan sus ideólogos y think tanks, no se trata de una situación buscada, sino de una especie de fatalidad con la cual deben convivir, impuesta por Dios, como pueblo elegido para garantizar la democracia. Así, educados en la paz, tendrán que hacer la guerra. Defensores de los derechos humanos, tendrán que violarlos. Bajo la promesa de defender la justicia y la libertad, se ven abocados a transgredir dichos principios en pro de lograr el objetivo final, que no es otro que imponer por la fuerza y a su pesar el Estado de Derecho. Para ello no escatiman esfuerzos, promueven golpes de Estado, derrocan gobiernos y, si es necesario, invaden países en nombre de la pax americana.

Concluimos que la “Democracia” de USA, es una democracia simulada, ya que tanto demócratas como republicanos han sostenido el infame bloqueo a Cuba, atacan a pueblos como Venezuela, se han entrometido en la política de los gobiernos de la región, han organizado golpes de Estado militares con el fin de que sus empresas exploten al máximo nuestras riquezas naturales.

Por décadas se presentó a Estados Unidos como ejemplo de democracia avanzada. Todos los medios propagandísticos y comunicacionales sirvieron para ello y se reforzaba por la idea de elecciones libres y la inexistencia de golpes de Estado liderados por fuerzas militares, lo que en América Latina servía para explicar que “allá no hay golpes porque no hay embajada norteamericana”, recordaba el ecuatoriano Egard Isch.

Ese “espíritu democrático” de las élites hace que EE.UU, apoye siempre las peores dictaduras, los golpes más sangrientos, las guerras de dominación simuladas como guerras civiles, siempre que fueran útiles a sus intereses nacionales y los de sus empresas expoliadores.

Aquella promesa de igualdad, libertad y fraternidad quedó anegada en los cimientos de la estatua de la Libertad, ya que colocaron la libertad individual (a expresarse, a votar) como el único rasgo, desechando oficialmente la igualdad y la fraternidad. No se puede olvidar que se trata de un régimen teocrático en el que en actos públicos se jura ante la Biblia, en el que en siete estados se prohíbe a los ateos ser profesores o funcionarios públicos, y sufren discriminación en el ejército, si es que logran ingresar.

Todavía hoy, el servicio de inmigración establece en su guía de políticas que un miembro de un partido comunista no puede ser admitido en el país. Pero el mismo criterio se aplica a los ciudadanos en una serie de empleos si se los identifica como comunistas (o terroristas, calificación que puede alcanzar a cualquiera que no sea blanco).

Esta crisis del sistema político de EEUU, y por ende, de su identidad, no sabiendo a ciencia cierta dónde van, que no sea su mera ambición de poder, ojala, los confunda y disuade a no imponer por la fuerza su pésimo sistema político.

Imagen tomada de New York Times.