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Etiqueta: insurgencia militar

La guerra jamás contada

Carlos Meneses Reyes

“Peor es ná” dice el campesino de El Catatumbo con relación a la Carta que diez senadores y tres representantes a la cámara, enviaron al alto gobierno, denunciando la presencia de 150 paramilitares que arribaron a la zona fronteriza de Cúcuta; que fueron avistados desde el próximo pasado 15 de diciembre, en el sector de Palmarito, corregimiento fronterizo del municipio de Cúcuta. Esos parlamentarios del sector alternativo de la política colombiana, en tímida denuncia, que pareciera elaborada como si fueran una Ong ‘s y no miembros revestidos de autoridad constitucional, como exponentes de la Rama Legislativa del Poder Público, alertan sobre esa incursión de efectivos paramilitares. Al hacerlo, conforme al texto y términos de la Carta Pública divulgada, no aluden al fondo, al meollo del asunto: la aplicación de la contrainsurgencia militar, por parte del ejército nacional, haciendo uso de bandas armadas, para enfrentar al Ejército de Liberación Nacional de Colombia- ELN. Lo hace, luego del triunfo de este, contra los paramilitares denominados Los Rastrojos, cual instrumento contra-insurgente del ejército nacional; tras un experimento de más de dos años, en ese escenario de guerra fronterizo, en que el ejército nacional se lava la cara y el generalato mantiene sus barbas en remojo.

El escenario del infiernillo

La División Política Administrativa de Cúcuta cuenta con los corregimientos y veredas de San Faustino, Puerto Villamizar, Banco de Arena, Vigilancia, Palmarito, La Punta, La Buena Esperanza, Aguaclara, San Faustino, Ricaurte, Guarumito, Agua Clara, El Carmen de Tonchalá y San Pedro, Totumito, Carboneras Banco de Arena. Involucra el centenar de veredas. Cuenta con un municipio, desmembrado del corregimiento de Puerto Villamizar y es Puerto Santander, que es fronterizo con Venezuela, país con el cual se comunica a través del Puente Internacional La Unión (uniéndose así con Bocas de Grita); que hace parte, junto con Villa de Rosario, Los Patios, del área Metropolitana de Cúcuta y comunica con zona rural del municipio de Tibú.

En mi artículo: “La malahora del conflicto armado en cúcuta” , publicado en el portal www.rewbelion.org, el 18 de agosto de 2020, reseñé: “La situación de conflicto armado en la zona rural fronteriza de Cúcuta es aberrante. El Comunicado firmado por doscientos cincuentas organizaciones sociales, populares y políticas del país; así como por seis senadores, intitulado: “Se Agrava Crisis Humanitaria en El Catatumbo y Área Metropolitana de Cúcuta”, de fecha 24 de julio de 2.020, centra la atención de denuncia pública nacional e internacional sobre el enseñoramiento del narco paramilitarismo y su uso como instrumento contra insurgente de la Fuerza Armada del Estado colombiano. El tribunal de Paz de Colombia, ordena la protección de las víctimas de una de las peores masacres de la guerra”. Más adelante, exponía: “La Confrontación en la Frontera”. “Además del escenario de guerra relatado hasta el momento en la zona fronteriza metropolitana de Cúcuta y límites con el municipio de Tibú; otro frente “de operaciones” armadas sucede en el área fronteriza con el municipio de Villa de Rosario, La Parada Juan Frío”. Para el 29 de octubre de 2.020, publicitan que en los corregimientos de este histórico municipio, y parte integrante del área metropolitana de Cúcuta, la guerra a bala y sangre en las trochas fronterizas, librada entre una banda conocida como Autodefensas Unidas de Colombia y Venezuela (AUVC), un engendro del narcoparamilitarismo colombiano y contra el Ejército de Liberación Nacional- ELN, concluía en la desarticulación y el desmantelamiento de esa banda, con el consiguiente posicionamiento efectivo, en toda esa área, por parte del ELN.

Con fecha 20 de diciembre de 2.020. El diario La Opinión, pública artículo alusivo a la Mala Hora de los Rastrojos. Y el 22 de diciembre, Hechos 2020: Los Rastrojos acorralados en su propio imperio. Derrotados por el E.L.N.

La zona rural fronteriza de Cúcuta, ha sido y es concretamente el principal escenario de guerra o enfrentamientos, en territorio colombiano durante más de dos años.

Lo característico primordial consiste en que la fuerza pública y en especial el ejército, no intervino en operaciones de envergadura en ese plano; como quien dice dejaron que “se maten entre ellos”. Los paramilitares con un registro de 800 hombres, por más de diez años, fortalecidos durante el segundo periodo del Innombrable, operaron esa zona que les representaba captaciones por más de diez mil millones de pesos mensuales por negocios ilícitos en esas zonas de frontera. Esto demuestra el volumen del potencial utilizado por el ejército oficial en manejo de contrainsurgencia. Los constantes golpes armados conllevaron a que según el registro del investigador de ese artículo “hoy quienes quedan en armas, no serían más de 60 hombres”. Para el mes de marzo del corriente año, un sujeto de nombre “Mario”, reconoció ante las cámaras que estaban “en un sándwich” y José Gregorio López Carvajal, alias “Becerro” que lideraba ese grupo, al retener a unos periodistas, expresó ínfulas de estar unidos y fortalecidos; pero no era tal y conforme a la citada investigación periodística publicada, ha permanecido escondido, hasta el momento… En el entramado de ese pasaje de confrontación, la inteligencia militar alimentó la versión que el EPL apoyaba a ese grupo paramilitar. El desenlace demostró, que con el ajusticiamiento por parte de la Comandancia del EPL, del sujeto conocido como “Grillo” ese pasaje concluyó y curiosamente comenzaron a aparecer algunos golpes, por parte de la fuerza pública, a tales facinerosos, como los ocurridos a alias “Brayan”, detenido, como también las capturas de “El Menor”, “Brother”, “Guacamayo”, “Páez”, “Camaleón”. Cuando “El Menor” y “Brother” fueron capturados, ya se sabía, que habían ayudado a pasar la frontera, el 22 de febrero de 2.019, al auto proclamado presidente Juan Guaidó- como lo revelaron fotografías del momento-y a miles de asistentes al concierto Venezuela Aid Live. Así fue como el E.L.N, dio la estocada final a Los Rastrojos.

Vientos de guerra

No es nuevo. Continúa siendo la persistencia del conflicto armado interno. Desde la incursión del paramilitarismo en La Gabarra, del municipio de Tibú, en el año de 1999, quedó demostrado el dispositivo de uso en el diseño y práctica contrainsurgente, por parte de las fuerzas armadas del Estado. En tanto exista conflicto armado y “enemigo interno” las fuerzas armadas acudirán a la División conformada por los paramilitares. Esa estructura de manejo interno, secreto, cuál agencia de inteligencia, en el caso de El Catatumbo y Departamento de Norte de Santander, ha sido notoriamente un fin para un determinado efecto. Los hechos, cifras y resultados lo registran. La aplicación de una metodología de análisis de deducción lógica, lo reafirma. De tal manera que la incursión de fuerzas narco paramilitares en la zona rural de Cúcuta, está demostrada. En nada ha cambiado el panorama político.

Desde el mes de agosto de este año, la iniciativa de conformación de la mesa humanitaria y de construcción de paz del catatumbo, ha tenido respuestas de acatar por parte de sectores de las Nuevas Farc-ep, el EPL y se está a la espera de un pronunciamiento del ELN al respecto. El gobierno nacional se coloca de espaldas a tales iniciativas y empeña esfuerzos en aplicar una supuesta implementación de los Acuerdos de La Habana, a mínimo quince años vista. El reinicio de fumigación por aspersión aérea es un acto provocativo y la sociedad civil está a la espera de una concertación que evite la intensificación de la guerra sucia.

La improvisada Rueda de Prensa, este martes 22 de diciembre en la ciudad de Cúcuta, presidida por el Alcalde, transcurrió sin pena ni gloria. De antemano, el Alcalde con rareza extravagante, reafirmó que la presencia de hombres armados paramilitares en el área de zona rural y fronteriza de Cúcuta era falso. En forma de reparón aludió a que eran noticias tendientes a desinformar. Ahora resulta que la información de los pobladores, es desinformación. Ante tan escasa y poca estimación, poco le faltó para sindicar a las organizaciones sociales, que impulsaron la denuncia y que retroalimento al crecido número de senadores y representantes parlamentarios que elevaron la Carta de reclamación al ejecutivo nacional. Ante tanta incoherencia durante el desarrollo de la citada rueda de prensa, el burgomaestre hizo el ridículo al responder el coronel López, de la brigada militar, que efectivamente si existían denuncias concretas de la población al respecto y estaban atentos a actuar(…) Curiosamente cuando un periodista le pregunta directamente que responda si el ejército está vinculado con los grupos armados, el audio se altera y el inicio de su respuesta no se escucha, para sustentar que están en actividad permanente, que para ellos no existe ni 24 ni 31 de diciembre. Cita tres campañas a la vez, Prometeo, Muralla, Sansón, como exitosas. Que ante el mal llamado paramilitarismo realizan operaciones de control y que no tienen vínculos con ningún grupo; que son nobles y ofrendan su vida por la población civil. Que cuidan 424 kilómetros de frontera con 500 hombres, lo cual resulta un desafuero, ante las fuentes de información sobre el crecido número de miles de efectivos militares y militarización de toda la frontera, debido a la desviada política de fronteras acatada e impuesta por el imperio, contra la vecina República bolivariana

Avivar las denuncias

Así que el llamado angustioso ante la situación de violencia en la zona fronteriza rural del municipio de Cúcuta, es real. Los nuevos efectivos paramilitares allí instalados, comienzan por el registro de tiroteos en la zona fronteriza de Cúcuta del barrio Viejo Escobal, el pasado 12 de diciembre. La misma zozobra se vive en los corregimientos de Palmarito y Banco de Arena y también en la vereda Vigilancia. La denuncia de la Fundación Progresar, es seria, veraz. Son cientos de hombres armados chocando la actitud negacionista del ejército y de la policía, mancomunada con la del Alcalde… Ya rearmados e instalados los paramilitares comenzará el calvario y la estela de sangre y sacrificios de la población: el recrudecimiento de los asesinatos y masacres y el imperio del terror para continuar adecuando las condiciones de acrecentar la “guerra contra las drogas”, en consonancia con los Manuales de los comilones efectivos de los estados unidos, que tienen bajo control y sumisión a la oficialidad de las fuerzas armadas colombianas

Como corolario a todo lo anterior tenemos: 1. El paramilitarismo que actúa en la región nororiental de la frontera rural del municipio de Cúcuta, comprende red de alistamiento, con suficientes recursos logísticos y licencia de movilidad de personas a ojos vistas de las autoridades colombianas. 2. La facilidad de utilización de lenguaje articulado de facinerosos paramilitares, por los medios de comunicación locales, entrever una finalidad de intereses de conveniencia en la función contrainsurgente de las fuerzas armadas estatales colombianas. 3. El fenómeno de los Falsos Positivos fue de aplicación consecuente y aunque continúa vigente y en algunos casos han sido neutralizados debido a la denuncia política. 4. Manifiesta omisión, por complacencia del régimen, las clases dominantes, las fuerzas armadas y la propia institucionalidad, en el actual estado de cosas, expresada en una continuidad sistemática de asesinatos selectivos y masacres. 5. La reiterada aplicación de negar la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos y la amenaza de reiniciar con la aspersión del glifosato, genera malestar en la población. Se sobre entiende que esa práctica redunda en la intensificación de la guerra “contra las drogas”, que no es tal, sino que tiene como objetivo el pueblo. 6. La ruptura de Conversaciones con el ELN que se traía desde el año de 2017, que pone en entredicho el futuro de Colombia, no en lo especulativo de la Paz, como para su construcción, con el logro del fin del conflicto armado interno. 6. La persistencia de un obstáculo a lo gobernable, por la permanencia de un sistema electoral corrupto, como ingrediente adicional a tantos males padecidos. Los carteles politiqueros, como el de Atalaya, son el resultado de usufructuar los efectos de la matanza de líderes populares y el amarre a perpetuidad, de los votos cautivos de la derecha militarista.