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Etiqueta: investigación social

Conversatorio. “Los retos de la investigación social crítica en tiempos inciertos”

La Gestión y Evaluación de Programas, Proyectos y Actividades Académicas (PPAA), la Escuela de Sociología, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), la Universidad Nacional (UNA) y La Facultad de Ciencias Sociales le invita al conversatorio: “Los retos de la investigación social crítica en tiempos inciertos”.

La facilitadora de este conversatorio que se está dando en el marco del curso El Pensamiento Social Crítico y Feminista Centroamericano, será la Doctora Ana Silvia Monzón.

La conferencia está dirigida al público en general con modalidad mixta. Esto significa que será presencial en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNA y también se impartirá virtual vía Zoom.  Este conversatorio tendrá lugar el miércoles 26 de octubre del 2022 a las 2:00 p.m.

Desescalar la investigación social: enunciación y cuido

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Sobrepasamos ya algo más de un año desde que la Organización Mundial de Salud declarara el estado de pandemia. Entre olas, confinamientos, cierres de fronteras, hallazgos de la ciencia, vacunaciones, sistemas de salud exhaustos y combativos, se han develado certezas e incertidumbres sobre las dimensiones humanas que fueron falseadas, las preguntas sobre la construcción social de los afectos las solidaridades, las cercanías.

A la ciencia en su sentido más amplio se le ha demandado consecuencia: respuesta, exactitud, prontitud, pertinencia. Ha respondido desde todas las posibilidades y recursos disponibles.

Sin embargo, no debemos dejar de cuesitonarnos justamente por las condiciones de quiénes hacen ciencia en medio de la pandemia. ¿Que ha pasado con sus vidas? ¿Su subjetividad?

¿Sus redes de apoyo y acompañamiento? ¿Han tenido pérdidas cercanas? ¿Cómo enfrentan el dolor, el miedo? ¿Qué estrategias han diseñado para seguir adelante?

Junto a esas interrogantes sobre las personas y sus entornos, discusiones muy pertinentes y oportunas empiezan a referenciar lo que metafóricamente llamaríamos “desescalar” los acercamientos que se habían venido formulando para profundizar los distintos campos de conocimiento vinculados con el quehacer disciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario en las ciencias sociales.

En este sentido: ¿es posible seguir con las mismas preguntas y las mismas metodologías de la denominada “normalidad” como si los procesos sociales y las subjetividades no hubieran experimentado ellos mismos cambios e impactos evidentes producto de la contingencia?

En el recién pasado congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA) denominado “Crisis global, desigualdades y centralidad de la vida”, se discutieron y analizaron varios temas sobre la implicación de la investigación social en el periodo actual.

Entre las reflexiones compartidas destaca el dossier «Desafíos éticos de la investigación social en tiempos de pandemia (parte 2)», en el que las investigadoras de FLACSO Ecuador Tatiana Jiménez Arrobo y Vanessa Beltrán Conejo invitan a considerar los desafíos metodológicos del estudio de los procesos sociales en tiempos de excepcionalidad.

Hablan, desde su rol como investigadoras feministas, sobre la necesidad de “politizar la investigación” en el sentido de implicarse en el ejercicio de la mirada más allá del campo objetivo de los temas y objetos de investigación.

En sus palabras, lo anterior significa politizar las dimensiones subjetivas de quienes se colocan, en los procesos de investigación, como investigadores e investigadoras, porque ellos mismos, ellas mismas, están atravesados por miedos, preguntas, condiciones materiales y de salud tanto física como emocional, que intervienen en sus dinámicas como personas y como investigadoras.

He venido insistiendo en este y otros espacios, en la necesidad de hacer consciente el ejercicio de detenerse y respirar. Es decir, replantearse las formas de trabajo, las prácticas y hasta las propias discursividades, atravesadas como están por las lógicas de poder.

Esta actitud de “restablecernos” es la que proponen Jiménez y Beltrán acerca de considerar el lugar de la enunciación de quien investiga:

“Antes de la pandemia, ninguna de nosotras creía que el cuidado de sí era un elemento central en el diseño de nuestras investigaciones. Lo entendíamos como un privilegio de clase, asociado a procesos de reflexión poco comprometidos con la transformación social. Frente al riesgo de enfermedad, el aumento de las muertes por coronavirus, y el dolor generalizado que conlleva enfrentar la pérdida de seres queridos por pandemia, comprendimos que las preguntas en torno a los cuidados, la responsabilidad y el apego a principios éticos en nuestro proceso de reflexión eran, más que un privilegio, una necesidad. Fue en función de esas preocupaciones y lineamientos que ajustamos nuestras estrategias metodológicas y buscamos nuevas rutas para enfrentar las preguntas que nos habíamos planteado” (2021, 19).

Desescalar la investigación social no solo implica desprogramar lo andado y volcar la mirada a la nuevas realidades y necesidades producidas por la contingencia y la disrupción. Obliga afinar el sentido para situar las desigualdades de clase, género, nacionalidad y espacialidad como rasgos esenciales de una investigación al servicio de los sectores más vulnerables y excluidos.

Pero también señala el camino para considerar la propia subjetividad de quien investiga, acompañarle en el cuido y la escucha. Es esencial dar este paso para afrontar lo que sigue. Desde otras formas y posibilidades. Más cercanas a una ética del cuido y una política del afecto. Es esencial y necesario.

 

Imagen principal: Ilustración de la portada del libro «Emociones, afectos y sociología. Diálogos desde la investigación social y la interdisciplina». (2016). UNAM.

Sobre lo esencial, un apunte breve

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En el año 2019 fui invitado al XV Festival Internacional de Poesía de Quetzaltenango, Guatemala. Año con año, este Festival lleva poesía y reflexión a distintos rincones de la geografía guatemalteca. Escuelas, colegios, teatros, comunidades, cárceles, hospitales y albergues son sedes donde se recrea la palabra y su magnífico acto transformador.

En sus últimas ediciones, conscientes del potencial comunicativo de la actividad en una sociedad como la guatemalteca, seleccionaron temas profundos como las desapariciones forzadas, las migraciones de niños y niñas y mujeres y los procesos de desplazamientos forzados, para hacerlas visibles desde la actividad creativa y liberadora de la poesía.

Cada inicio de los recitales poéticos que convocan escritores y escritoras internacionales, se daba lectura a un texto manifiesto que ubica a las personas asistentes en el contexto temático del momento.

Ese año junto a Lucy Chau (Panamá) Negma Coy (Guatemala) y Chary Gumeta (México) fui asignado a una lectura en uno de los denominados Hogares Seguros, sitios donde se albergan y resguardan niñas que han experimentado todo tipo de violencias.

La lectura de esa tarde transcurrió en medio de un absoluto silencio y atención dispuesta por las niñas. Dediqué un rato a observar sus caras. Vi niñas madres, niñas tristes, niñas llenas de furia y de ternura. Estaba frente a un escenario que esta misma sociedad violenta y agresora ha generado, en múltiples dimensiones. Y lo estábamos revistiendo con palabras dulces como la de Chary, melodiosas y musicales en la ocarina poética de Negma y sentidas y profundas en la voz de Lucy.

Al finalizar las lecturas generalmente se abre un conversatorio que incluye intercambios y preguntas sobre el oficio de escribir. En esas actividades los niños y niñas suelen ser los más directos y honestos con sus preguntas. Esa tarde una niña de la cual no retengo su nombre ahora (Ana, María, quizá Daniela, no lo sé) nos interpeló y nos hizo conocer la dimensión del dolor y la esperanza por partes iguales.

Nos interrogó sobre nuestro primer libro, nuestra poesía preferida, como escribíamos y por qué. Ya en un pequeño refrigerio nos mostró su realidad directa, pura y violenta. Una niña que a lo sumo tendría 14 años contaba ya con cerca de 20 marcas de intento de suicidio en sus brazos. Mientras nos percatábamos de su historia, nos mostraba su amor por los dibujos y la pintura.

Su destreza artística la salva una y otra vez del desenlace final al que ha intentado llegar como consecuencia de la violencia que vive en su hogar. Por eso su interés por la poesía que le llevamos y compartimos.

Ya hemos dicho en otros momentos que creemos profundamente en el potencial transformador, movilizador y vital del arte y la cultura en todas sus variantes. En contextos tan complejos y desiguales como los nuestros, es necesario el arte como recurso y herramienta y no solo (pero también) como propuesta estética. Es una actividad esencial, como la vida misma.

En los últimos días, consecuentes con una estrategia política y simbólica de aniquilamiento del estado social en Costa Rica, surgió una propuesta en el seno del sector empresarial costarricense para cerrar instituciones dedicadas a la cultura, la investigación social y la educación.

La propuesta emanada por un grupo feligrés empresarial surgido en los años setenta en Costa Rica llamado ANFE (Asociación Nacional de Fomento Económico) muestra un enfoque abiertamente inhumano basado en la premisa de que la economía es lo principal y que lo demás sobra.

Mostrando un absoluto desprecio por la vida y en tono irónico, lanzan la idea que estas actividades no son «esenciales» y que deben sacrificarse por el bien colectivo ahorrándose con ello presupuesto que, aducen, sería destinado a combatir la pandemia. Han recibido resonancia en medios hegemónicos, pero también han encontrado espacio en una gestión gubernamental absolutamente alineada con los intereses corporativos. Alguien les dejó la puerta abierta y entraron.

He pensado en la niña del Hogar Seguro de Quetzaltenango en estos días. Rememoro su profunda relación con el arte como recurso para resistir y la contrapongo a estas voces recortistas y retrógradas ya recurrentes en una sociedad como la costarricense.

Pienso que es la hora de la disputa semántica, discursiva y política con quienes intentan silenciar la expresión y la investigación social en nuestros países. Es importante reivindicar el significado de lo esencial para darle su contenido real. La tarea es hoy.

 

Foto Semanario Universidad.