Analista de la UNA: El significado del Brexit
Greivin Hernández González (*)
Pocas noticias serán tan trascendentales este año, como el resultado del referéndum que dio el sí a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el “Brexit” por su acrónimo en inglés. Dicha decisión conlleva importantes implicancias en diversos ámbitos, aunque ciertamente los más visibles son los políticos y económicos, repasamos algunos de los segundos.
Los primeros efectos de la decisión sobre la economía británica no se han hecho esperar, tal y como pronosticaron diversos analistas, el valor de la moneda del Reino, la libra esterlina, llegó a su nivel más bajo en cerca de tres décadas, acompañada con una fuerte caída en la bolsa de Londres (que además salpicó a otras plazas financieras, incluidas algunas asiáticas). La previsión de los inversionistas, es que los negocios de las empresas con operaciones en el Reino Unido y países relacionados, se van a ver afectados por posibles restricciones al comercio de bienes y servicios, así como al movimiento de factores productivos como el trabajo y el capital.
Según previsiones del propio gobierno del Reino, la salida de la UE elegida por el pueblo británico conllevará a una “recesión por fabricación propia” que en el escenario más “cauto” implicaría una caída en la producción cercana al 3.6%, además de episodios de inflación y caídas en el precio de las viviendas.
Empresas consultoras vaticinan además traslados masivos de empleos del Reino Unido hacia países de la Unión Europea, sobre todo en el sector de servicios financieros y globales.
Pero no sólo los habitantes de las islas se verán afectados, la Unión Europea también sufrirá un golpe pues pierde un miembro importante, porque muchas de sus empresas tienen operaciones en el Reino que se verán afectadas, y porque la incertidumbre causada por las nebulosas acerca de los términos de la salida así como del proceso, generarán una caída en la inversión y el consumo en ambas regiones.
En el caso de Costa Rica el impacto probablemente sea marginal para la mayoría de la población, en el corto plazo, la depreciación de la libra abaratará los productos ingleses, pero la recesión comentada nos deparará menos exportaciones de bienes, menos turistas, y menor inversión inglesas, que no tendrán un gran impacto. Lo mismo aplica para nuestra relación con la Unión Europea, a quien tanto le ha costado salir de la Gran Recesión y que sin duda experimentará otro escollo para recuperar su endeble crecimiento.
Por otra parte, si analizamos con detalle el voto en el referéndum, notamos que el apoyo a la salida de la Unión Europea provino de zonas rurales y empleos poco calificados, mientras que Londres, Escocia e Irlanda se manifestaron claramente a favor de la permanencia en la Unión. Esto conlleva la amenaza de que Escocia e Irlanda soliciten un referendo independentista, que las separe del Reino Unido y las mantenga en la Unión Europea. Ya algunos grupos políticos y sociales de ambos países están planteando este escenario.
Adicionalmente, el voto del sí a la salida representa un triunfo de la retórica antiinmigración, y evidencia el fracaso de las políticas económicas que la Unión promovió para un amplio sector de la población británica. Uno de los principales argumentos utilizados por los líderes políticos que promovieron la salida, fue culpar a la inmigración de los problemas económicos de los desempleados y empleos de bajo ingreso. Nada más alejado de la realidad, la tecnología es hoy en día el principal factor que explica la caída en los ingresos de los trabajadores de baja calificación.
Asimismo, el hecho de que millones creyeran este discurso xenófobo y populista, a pesar del progreso del Reino Unido en los últimos años en sus indicadores macroeconómicos, muestra que existen amplios sectores de la población que no están tan convencidos de la integración económica, pues no son capaces de dilucidar los beneficios de la misma, o porque no los han tenido. En el fondo, esto plantea el problema de que el proyecto europeo no ha sabido, o no ha podido, atender el asunto de la creciente desigualdad en la distribución de los ingresos, y de generar oportunidades para los sectores afectados por las políticas de apertura y liberalización.
En tiempos de globalización, resulta paradójico que la tierra que vio nacer al padre de las teorías del comercio internacional, el economista David Ricardo, haya decidido salirse de un mercado de 500 millones de consumidores de alto ingreso, en donde no sólo las mercancías fluyen libremente, también las personas y el capital.
***Más información: http://bit.ly/29beme8 o con la Oficina de Comunicación de la UNA (2277-3066).
(*)Observatorio de la Coyuntura Económica y Social, Escuela de Economía UNA.
*Imagen con fines ilustrativos tomada de Internet.
Enviado a SURCOS Digital por Oficina de Comunicación de la UNA.
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