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Etiqueta: lluvias

Las lluvias de abril

Wilson Picado Umaña
Rafael Díaz Porras
Gerardo Jiménez Porras
Antonio Delgado Ballesteros
Investigadores del Proyecto “Cambio climático y relocalización del café en Los Santos, Costa Rica”, CINPE, Universidad Nacional, Costa Rica.

Quizás ustedes también han escuchado este refrán: “Las lluvias de febrero se van para el sombrero, las lluvias de marzo se van para el canasto y las lluvias de abril se van para el ferrocarril”. Habla del café, de su cosecha. De la relación entre la cosecha y las lluvias.

Sin decirlo, habla de la floración del café, de la “florea” del café, mejor dicho. De su ocurrencia en tres de los meses más secos del año en Costa Rica. O los más secos, para ser precisos. De la importancia de la florea en la cosecha de café dependiendo del mes en el que ocurra. Y habla de la figura del ferrocarril, del mercado, del puerto. El dinero y la bonanza que deparaba una gran cosecha.

Es un refrán sabio, como suele pasar con estos. Trata de procesos y datos que hoy desvelan a la ciencia, al gobierno y a la ciudadanía: la relación entre el clima y la producción agrícola. Habla de la oportunidad de las lluvias, de su justa ocurrencia para que la florea de café anticipe una buena cosecha, canastos llenos y ferrocarriles a rebosar.

Pero habla además de la incertidumbre. De lo que puede pasar si llueve antes o después, en mal momento, en el mes y de la forma menos indicada. Que la florea sea buena o mala.

Como otros cultivos, el café es una actividad muy sensible a las variaciones climáticas. Y como otros cultivos, los expertos pintan un futuro complicado debido al impacto del cambio climático. Abundan las proyecciones. Algunas afirman que en 2050 desaparecerá el 50 por ciento de las tierras más aptas para café del mundo. Otras, que será un futuro de pérdidas para algunas regiones y de ganancias para aquellas donde las variaciones climáticas sean menos acentuadas.

Se dice que el café arábica perderá y que el robusta ganará. Sin embargo, otros estudios advierten que la variabilidad climática afectará a los dos.

Los territorios del café se moverán en el futuro, quizás por el clima, quizás por una mezcla de factores climáticos y de mercado. El café siempre ha estado en movimiento a través de su historia. Véase un ejemplo. Hasta 1950 la mayor parte del café cultivado en Costa Rica estaba situado en el Valle Central. Cuatro o cinco décadas después, el paisaje era otro: buena parte del territorio cafetalero estaba distribuido entre Occidente, Los Santos, Pérez Zeledón, Coto Brus, la Península de Nicoya y la zona norte del país.

Presionado por la urbanización y el auge de nuevos sectores en la economía, el café encontró suelos y climas óptimos más allá de la capital. Y creció. Muchísimo.

Sin embargo, incluso en esas tierras de expansión, el área cultivada se ha reducido poco a poco en los últimos años. En 2001, de acuerdo con datos del CATIE y del ICAFÉ, el país contaba con unas 113229 hectáreas de café. Apenas unos años después, el censo cafetalero del ICAFÉ demostró que dicha mancha había disminuido a unas 98 mil hectáreas entre 2003 y 2006.

Y siguió bajando. En 2012, el área era de unas 93774 hectáreas, mientras que en 2017-2018 era de unas 92652 hectáreas. A excepción de Coto Brus, Pérez Zeledón y, sobre todo, Los Santos, en el resto del país la extensión cultivada del grano ha caído en las últimas dos décadas.

Donde todavía crece el área de cultivo, lo hace buscando las montañas y, en menor medida, buscando las tierras bajas y cálidas. Entre 2012 y 2017-2018, según datos del ICAFÉ, más de 2 mil hectáreas de café fueron cultivadas por encima de 1400 metros de altura, especialmente en regiones como Los Santos. Y en esta misma región, y en otras, nuevos cafetales han sido plantados bajo los 1000 metros sobre el nivel del mar.

El café se mueve, como ha pasado desde el siglo XIX y lo seguirá haciendo en el siglo XXI. Lo hará, sin embargo, en distintas circunstancias. Hay nuevas certidumbres en el sector: nuevas variedades, nuevos tipos de café y mercados, una participación mayor de las y los productores en la cadena de valor, múltiples iniciativas empresariales de pequeña y gran escala, y una cultura de la calidad que enorgullece a cada una de las regiones cafetaleras.

Pero también hay nuevas incertidumbres: las lluvias inusuales que causan enormes pérdidas en la cosecha, el impacto de los huracanes y las sequías, la migración del café a las tierras altas y su impacto ambiental, la transición generacional, las condiciones laborales del trabajo inmigrante y la convivencia no siempre pacífica entre el cafetal y el bosque en ciertas regiones del país, entre otras.

Se trata del cambio climático, seguro que sí. Pero, asimismo, se trata de un cambio estructural del sector no solo desde el punto de vista del mercado o de las instituciones, sino también social y ambiental.

A pesar de esto, se sabe mucho para enfrentar aquello sobre lo cual abundan las dudas en el futuro. El país cuenta con un extraordinario conocimiento acumulado sobre el café en las manos de las y los productores, de los micro y grandes beneficios, de las cooperativas y empresas privadas, y de la institucionalidad alrededor del ICAFÉ.

El refrán de las lluvias de abril habla de la incertidumbre. Pero, si lo leemos bien, también habla de la certidumbre, del conocimiento sobre lo que puede pasar ante la variabilidad no esperada. Es una breve reflexión ante lo desconocido y lo imprevisto.

Solo faltó decirnos lo que pasaría con las lluvias de mayo.

Fuertes aguaceros provocan estrés en animales domésticos y de granja

Las lluvias y tormentas eléctricas pueden generar severos cuadros de estrés en mascotas y animales de finca, por lo que la Escuela de Medicina Veterinaria de la UNA recomienda a los dueños procurar a sus animales un albergue seguro

Con la llegada de la época lluviosa surgen las tormentas eléctricas y aguaceros torrenciales que suelen originar inundaciones en algunas regiones del país. A la vez son los responsables de causar severos cuadros de estrés en animales de compañía y de granja, además de infecciones en la piel y enfermedades parasitarias.

Rafael Ángel Vindas, veterinario del Hospital de Equinos y Especies Mayores de la Universidad Nacional (UNA), agregó que los propietarios de mascotas o especies mayores deben procurar un albergue seguro para los animales, donde cuenten con alimentación, agua y algunos implementos veterinarios de primera necesidad para atender lesiones menores como curaciones en la piel.

“Al igual que las personas, los animales perciben ese estrés en el momento que afrontan condiciones adversas en procura de sobrevivir. En el caso de las inundaciones o fuertes aguaceros, los animales por instinto tienden a buscar un refugio”, destacó Vindas.

El veterinario aseveró que dependiendo del tipo de evento afloran diversas enfermedades; sin embargo, al presentarse un severo cuadro de estrés el animal se vuelve muy vulnerable, por lo que cualquier enfermedad podría tomar ventaja para expandirse más rápidamente.

Vindas precisó que durante el periodo de lluvias las mascotas y animales de granja podrían presentar enfermedades parasitarias producidas por parásitos internos o externos como, garrapatas, moscas o larvas del gusano barrenador, aparición de hongos en piel producidos por la humedad y hasta un posible contagio con enfermedades infecciosas como hemoparásitos, cuadros virales respiratorios, diarreas, enfermedades bacterianas como leptospira, entre otras, siendo que algunas de ellas también pueden transmitirse al ser humano (zoonosis).

“En un momento de estos lo más importante es la prevención. Si tenemos mascotas busquemos un refugio o un lugar cómodo dentro de nuestra casa en donde pueda permanecer y si son animales de finca, previamente revisar la topografía del terreno para identificar un sitio cercano y seguro en donde se puedan refugiar, ojalá que no sea debajo de árboles, sino lugares techados como los conocidos galerones”. Comentó el Dr. Vindas.

Fobia canina al ruido por tormentas

  • Los perros que tienen fobia a las tormentas pueden dejar de comer y desobedecer las órdenes, dado el bloqueo que sienten por el miedo, salivar y jadear de forma excesiva, temblar, hacer sus necesidades de forma incontrolada en el interior del hogar, sufrir reacciones compulsivas que manifiestan con el destrozo de objetos y hasta sentir la necesidad de escapar.
  • Se recomienda valorar el tiempo que la mascota lleva sufriendo este miedo y si es permanente, estacional o impredecible, entre otros factores determinantes.
  • Realizar cambios en la rutina del perro como por ejemplo cerrar las cortinas y dejar las luces encendidas; crear un refugio seguro, como colocar una caja en una habitación pequeña; utilizar lo que llaman «ruido blanco», es decir, aumentar el volumen de una aparato, como puede ser la televisión o una radio, para camuflar el sonido de la tormenta; y fomentar el ejercicio físico del animal, ya que aumentan sus niveles de serotonina que, a su vez, actúan como un sedante.

Fuente: https://www.animalshealth.es/mascotas/la-fobia-a-las-tormentas-puede-generar-ansiedad-en-los-perros

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Imagen tomada de noticiaspositivas.org