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Etiqueta: Memo Acuña

Excepción, excepcionalidad, excepcionalismo…

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Ha sido un fin de semana de terror en Costa Rica.

Como si la metáfora no fuera suficiente, la principal vía de comunicación que conecta el Aeropuerto Internacional con la ciudad capital, San José, sufrió un colapso producido por aguaceros intensos, rayería e inundaciones. La carretera se llenó de escombros de todo tipo.

La imagen, valga decirlo, asemeja en mucho a la de un país que ha sido entregado sin dilación a los poderes fácticos, que ahora sí hacen lo que les venga en gana. El país se llenó de escombros, se entrampó, se inundó todo de su propia agua profunda.

No solo los efectos del clima producidos por el hombre y sus modelos económicos extractivistas y lacerantes fue lo que tuvimos este fin de semana en esta Costa Rica, ya para nada excepcional.

En menos de 48 horas, seis asesinatos nos muestran la gravedad de lo que nos hemos convertido: el sicariato salió de las pantallas y de las narconovelas para convertirse en una realidad absoluta. Como tantas otras cosas que nos han ocurrido en el pasado reciente, llegó para quedarse.

Es claro.

El dejar hacer, dejar pasar en materia de seguridad tiene un propósito político: convencer a la ciudadanía de que el único camino posible para “detener” esta violencia, implica la construcción de una megacárcel al estilo salvadoreño. Todo ello bajo la operación de una oprobiosa industria que hace millones a costa de respuestas populistas como esta.

Esos escombros en que nos hemos convertido en materia de seguridad apuntan a la instalación de un régimen de excepción (al igual que en El Salvador) en el que, a cambio de restablecer la paz, todo lo demás y de forma irregular se justifica: las desapariciones, los juicios sumarios, las detenciones arbitrarias contra defensores y defensoras de los derechos humanos.

Estamos a un minuto para que esto ocurra en Costa Rica.

Para evitar esa debacle, el camino, la vía costarricense como ha sido llamado históricamente a ese pacto sociopolítico, debe ser recuperado. Si hay un elemento que ha dibujado ese cierto excepcionalismo, es la forma cómo hemos recuperado el rumbo cuando estamos a punto de perderlo.

Es ahora. Es ya.

¿Qué somos?

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

La denuncia publicada en redes sociales no pudo ser más elocuente. Se trata de un estudiante afrodescendiente de la carrera de biología de la Universidad de Costa Rica, que detalló un odioso episodio sucedido durante la Feria Vocacional en ese centro de estudios.

Jay Robleto Quesada manifestó en un video haber sido victima de un acto racista cometido por un grupo de estudiantes de colegio a los cuales les estaba brindando información sobre su carrera.

Entre risas y burlas, algunos de ellos imitaron los sonidos de un mono, en una clara alusión racista a su color de piel. Este hecho no es para nada aislado en una sociedad que históricamente ha basado su pigmentocracia en una profunda actitud discriminatoria contra las poblaciones afrodescendientes e indígenas.

No hace muchos años, allá por la década de los ochenta, recuerdo asistir con mi padre al viejo estadio nacional en San José a ver partidos de la selección nacional contra sus homólogas centroamericanas.

Siempre me llamó la atención el sonido que la gradería emitía cuando salía alguno de estos equipos regionales al campo. La imitación de los supuestos sonidos con que las películas estadounidenses identificaban a los indígenas en sus luchas contra los hombres blancos, era habitual. Y también era racista.

En extremo.

Entonces está en el ADN costarricense aquello de las actitudes racistas, aquello de los sonidos insultantes.

Pensar en una sociedad cuyos parámetros de convivencia siguen estando falseados por una idea de comunidad integrada, es preguntarnos quiénes somos realmente. Algo anda mal si desde la misma institucionalidad se generan acciones de exclusión, que atentan contra los derechos humanos en su integralidad.

¿Quiénes somos realmente?

La Sala Constitucional emitió recientemente un fallo en el que aprobaba un Recurso de Habeas Corpus interpuesto en marzo anterior por el comunicador Mauricio Herrera en contra del Estado costarricense.

Su demanda enfatizaba en la privación de libertad a la que fueron expuestas 200 personas migrantes deportadas por el gobierno de Donald Trump y cuyo destino fue negociado con las actuales autoridades costarricenses.

Resulta vergonzoso señalar este hecho. Indignante y vergonzoso en medio de una carrera estrepitosa hacia la debacle en el juego democrático en el país. A eso vamos. A la debacle política y cultural.

Mientras existan estos actos bochornosos propios de regímenes autoritarios, no podemos vanagloriarnos de lo que alguna fuimos, sin preguntarnos ahora por lo que somos.

Sé que la respuesta no será de nuestro agrado.

El miedo no puede ser opción

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Un artículo de reciente publicación titulado “Hablo porque no sé hasta cuándo podré hacerlo” de Eduardo Alvarado, plantea una premisa impensable en un país como Costa Rica hasta hace unos años.

Habla, y sí que lo hace, de la necesidad de contrarrestar la desinformación y la laxitud de contenidos disparados en redes sociales frente a la batalla cultural instalada contra medios de comunicación que han sido colocados en el discurso oficial como “los enemigos del pueblo”.

Estamos claros que el origen de algunos de esos medios está basado en la confluencia de intereses económicos y políticos y que durante muchos años han construido una agenda que impulsa su proyecto, su enfoque y su visión de mundo.

Pero este hecho no puede llevarnos a aprobar los feroces ataques que sistemáticamente ha sostenido el poder ejecutivo actual contra cierta prensa, que claramente le ha señalado sus yerros y equivocaciones, que no han sido pocas.

Habla Alvarado, y sí que lo hace, en un artículo en el peridodico La Nación, de la forma como los núcleos duros de opinión llevaron a Kamala Harris a la derrota frente a Donald Trump; refiere un estudio de opinión que plantea que 6 de cada 10 personas temen hablar del gobierno de Nayib Bukele en El Salvador.

Esto último no es una ficción. Me ocurrió con una querida amiga artista plástica y poeta salvadoreña a la que cité en una columna y que luego me solicitara eliminar esa referencia, pues temía represalias del gobierno salvadoreño sobre sus opiniones.

En Costa Rica aún marcamos el paso de la libertad de opinión y de expresión. Sin embargo, los límites han venido creciendo a pasos agigantados. Urge hablar, como lo hizo Alvarado en su columna. Urge defender el espacio público del intercambio y la reflexión.

Cualquier otra cosa nos habrá llevado irremediablemente a un lugar del cual no podremos salir intactos. No permitamos que el miedo se instale como opción.

Prospectiva y Ciencias Sociales

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Ya no resulta lugar común la frase “El futuro ya está aquí”. El escenario global nos ha demostrado con creces que aquello que decíamos avizorar en el horizonte, nos ha alcanzado.

Este 2025 hemos asistido en pocos meses a la teatralización de la guerra y el recrudecimiento de la barbarie contra pueblos como el palestino, que sigue soportando a pesar del ensañamiento y el silencio de los grandes tomadores de decisiones a nivel mundial.

Hambrunas, catástrofes climáticas provocadas por el hombre, la sinrazón de los exilios forzados, la preeminencia de una instrumentalización artificial sobre la inteligencia social y humana.

Todo había sido pronosticado como si el futuro quedara ubicado en la lejanía. No.

Ya está aquí.

En el plano doméstico, Costa Rica enfrenta su hora más complicada desde que se hizo refundar su pacto social, a mediados de la década de los años cuarenta del siglo anterior.

Los niveles de deterioro de los principales indicadores sociales que por años sostuvieron el proyecto de sociedad costarricense, muestran que el futuro al que muchos sectores temíamos, ya está aquí: desigualdad, pobreza, desempleo, desconfianza en el sistema democrático, femicidio galopante, narrativas de odio desde las voces que dirigen los destinos del país, socavamiento de la institucionalidad base de la apuesta país, inmersión desmedida de los poderes fácticos en todos los órdenes de la vida cotidiana.

Todos estos indicadores bastan para comprobar esta condición actual.

Imaginar lo que viene es tarea urgente. Por eso, las Ciencias Sociales costarricenses están llamadas a señalar el camino con las herramientas que la prospectiva le plantea. No es posible intervenir el ahora, sin señalar ese futuro que sigue alcanzándonos.

Es imperativo, por ello, profundizar los análisis y particularmente las propuestas centradas en esa imagen de sociedad que queremos. La academia debe asumir esa tarea. Las ciencias sociales deben liderar ese proceso.

A eso debemos avocarnos en lo que sigue.

Crónica – cuando el canto permanece en la palabra

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Todo ha terminado. Nos dirigimos al aeropuerto Internacional de Caracas para emprender el regreso a casa. Como no puede ser de otra manera, este Festival maravilloso en su edición 19 termina con una magia prodigiosa, una epifanía asombrosa.

Parte de los poetas palestinos cantan tonadas de su país en medio de algarabias y aplausos. Imposible para quien que no los conoce ni los escuchó leer durante días, saber que por medio de la poesía dicen para que el mundo los escuche.

Dicen, cantan, viven. El lenguaje del amor vuelto poesía.

Es una tarde hermosa en el barrio San Agustín. Histórico, resistente, popular. Su origen recrea la identidad afrocaribeña, la pasión por la salsa como himno originario, el color de sus murales y sus gentes.

Huele a barrio. A gasolina de las motocicletas que algunos lugareños reparan. A pocos metros, detrás del teatro de la localidad, una animada contienda de baloncesto certifica que la cotidianidad de los pueblos latinoamericanos se asemeja a una cintura ancha, hermosa, en movimiento. Y con ellos va la poesía.

La querida Esmeralda Torres lanza su homenaje a nuestra, de todos, Amanda Durán: la mujer mantequilla.

¿Where are my children? Se pregunta Esmeralda que a su vez es Amanda que a su vez está en todos nosotros. En el momento justo de decir en su texto algo sobre la lluvia, el petricor apenas anuncia que nos mojaremos con las palabras y lo que ellas predicen “Amanda traviesa”, dice con amor esta inmensa poeta latinoamericana que es Esmeralda.

Y el festival se toma para sí un local donde la historia del grupo Madera está tatuado en las paredes. Y la palabra y la salsa se confunden en una tarde inolvidable.

Inmensa Esmeralda como inmensa la poeta homenajeada en esta edición: Belén Ojeda.

Su sola presencia en todos los espacios basta para comprobar la grandeza de su espíritu, el don de la vida, la permanencia, la profunda y política sencillez. Una poeta así puede darse el lujo de presentarse en cualquier escenario con pequeños origamis que va pasando suavemente entre sus manos hasta formar con ellos un jardín potente de amor por Palestina, los afectos, los lugares de permanencia.

Los palestinos cantan y se va lentamente nuestro hermoso encuentro. Pero el canto inició la noche anterior de forma espontánea en la mesa de la cena: Argentina, Bolivia, México, China. Es que la poesía es eso. El canto a la palabra.

La palabra que brotó en ese lugar de ensueño no más iniciado el Festival. Seis niños y niñas ganadores del Segundo Certamen de la Escuela Nacional de Poesía Juan, se encargaron de decirnos dónde estábamos. En qué lugar preciso del corazón íbamos a guardar para siempre esta hermosa temporada en Caracas y otros hermosos sitios de este gran y combativo país.

La Escuela, el concepto, es solo una excusa. Porque lo que menos tiene es un aire academicista y elitista. Es todo menos canon. Es todo menos formalismo. Es que la poesía no se enseña. Se siente. Y eso es lo que más de 3.000 niños y niñas de toda Venezuela tienen para sí: sentir la poesía a través de la sensibilidad y el gusto por la lectura. Me traigo ese olor a alegría para esparcirlo en mis territorios, acompañar sensibilidades.

Y esa sensibilidad es la que inundó todos los espacios posibles: la lectura inolvidable y aún epidérmica de los poetas palestinos, la gran mañana con las poetas del mundo, el homenaje al maestro Juan Calzadilla, en cuyo nombre la Escuela Nacional de Poesía honra ese patrimonio inmaterial de la palabra.

La permanencia es un acto político y liberador. Se permanece en ese lenguaje que refunda, recrea, transforma. Es ese el pacto primero con el fuego que abraza. Que renueva. Que existe mientras haya una sola persona en el planeta que, al cerrar sus ojos, encuentre poesía y flores en la oscuridad.

A permanecer. Son días de flores. Háganoslas brotar en el poema.

Crónica – cuando la palabra libera

Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Nos dirigimos en un taxi hacia la comuna 13 en Medellín. Somos tres personas en apariencia de orígenes distantes, pero con el alma común de la palabra. Viajamos Huu Viett, de Vietnam, Lorca Sibeity, del Líbano y este poeta proveniente de una pequeña ciudad costarricense llamada Heredia.

Es un día soleado.

Lorca acompaña al chofer y canta en árabe para ponerle banda sonora a una conversación sobre quiénes somos. Resulta que los tres comunicamos: Viett es periodista en un medio escrito en Hanói, Lorca es presentadora en un programa de televisión matutino en Beirut y yo cumplo en unas semanas cinco años de producir un espacio en Streaming sobre arte y cultura latinoamericana y caribeña, además de escribir en columnas como estas durante mucho tiempo.

Los tres somos académicos de base. Esto es importante de recordar para aquella gente que acostumbra a deslindar el arte de la formación y preparación. Yo estoy claro que mi ejercicio como sociólogo e investigador en temas de movilidad humana ha recibido una contribución enorme del arte y viceversa. Esa para mí es la verdadera interdisciplinariedad.

A los tres también nos une el ritual de la palabra. Por eso estamos en Medellín, que no es poca cosa. Nos convoca una invitación que nunca olvidaremos y que estoy seguro cambiará nuestras vidas para siempre.

Lorca sigue cantando una hermosa canción en árabe. Viett percute la cámara de su celular para captar las impresiones que nos va dejando el camino hacia comuna 13.

Es este un sitio ritual que trasmutó el dolor a través del arte. La historia de este espacio comunitario de alrededor de 250.000 habitantes tiene un antes y un después en el que violencia, conflicto y desplazamiento dieron paso a expresión, memoria y resistencia.

Llegamos al punto de reunión junto a los demás compañeros escritores y escritoras de diversas partes del mundo. Nos espera Catalina, artista local, rapera y gestora cultural que nos guiará en la travesía. Ella misma, su cuerpo, está marcada por el dolor al haber perdido familiares en la epoca en la que la Comuna 13 era escenario habitual de la violencia que hizo de Medellín una referencia mundial, pero de forma negativa.

Ahora canta y usa el arte como medio para ver la vida de otra manera. Canta como Lorca, dice como ella tantas cosas a través de la musicalidad de su voz.

Pienso en ello mientras recorro ese sitio junto con Lorca, Viett y el resto de los compañeros en la palabra, que fuimos convocados aquí para compartir nuestros afectos, nuestras visiones de mundo, pero sobre todo para certificar la emergencia de la vida liberada del hierro, consigna que durante ocho días resignificó la palabra en todo Medellín.

El 35 Festival de Poesía celebrado en esta ciudad, tuvo en esta ocasión algunos datos históricos: más de 60 poetas de todo el mundo visitamos comunidades, centros educativos, espacios culturales, lugares históricos. Hubo espacio para la poesía dicha por mujeres jóvenes, por poetas palestinos, por poetas africanos, asiáticos y americanos.

Otro hito que quedará grabado en la memoria de este Festival es que por primera vez la televisión nacional colombiana en la figura del Sistema de Medios Públicos emitió más de 30 horas de actividades llegando a cerca de 600.000 hogares colombianos. Este hecho histórico tuvo como resultado que la Colombia profunda, rural y campesina, por ejemplo, tuviera acceso a las distintas formas de ritualización de la palabra.

Esto fue completado con dos anuncios hechos durante la clausura del Festival: la apertura de un programa radial permanente sobre poesía y la instauración del Premio Nacional de Poesía RTVC en una señal más que dice que cuando los medios se lo proponen pueden ser aliados de la cultura.

Es este un festival de ensueño. Pero no solo por la estética que lo dice todo. Por el fuego de la palabra, que lo alumbra todo. Por la tradición que acompaña ya primeras, segundas y terceras generaciones de familias asistentes, que lo significan todo.

No. No es solo por eso.

Es que permite la militancia viva a través del arte y la expresión. Solo así es posible entender lo sucedido en un panel donde se habló de la importancia de la poesía para La Paz del mundo.

Allí escuché el testimonio del poeta colombiano Duvan Carvajal sobre el conflicto en su país, que le arrancó a su familia y cambió su vida para siempre, así como las dolorosas palabras de Murad Sudani, Director de la Unión de Poetas Palestinos, sobre la vida hecha escombros en su Palestina natal, que ha obligado en los últimos tiempos a más de 7.000.000 millones de compatriotas a vivir la dureza del exilio, que ha cobrado la vida de más de 50 escritores y 200 periodistas , que ha desaparecido cerca de 20.000 personas.

Es que no son datos fríos.

La cacería humana sobre Gaza se ha cobrado la vida de más de 60.000 personas y mientras tanto el resto de la humanidad vuelve a ver para otro sitio. Por ello, la poesía es útil como instrumento, como forma de apalabrar lo que no se puede decir más en el mundo habitual de las ideas y las racionalidades teóricas de cafetín y protocolo.

Es una tarde cálida en Medellín.

El teatro al aire Libre Carlos Vieco en el Cerro Nutibara es testigo del cierre de este hermoso festival. Es imposible no sentir un nudo en la garganta al observar más de 2.000 personas escuchar poesía una vez más en devoción y gratitud. Los agradecidos somos nosotros, poetas del mundo, por ser testigos de una historia que se sigue escribiendo.

Lorca se despide con su canto y los poetas árabes cierran con ternura y esperanza por una pronta liberación de Palestina. Yo aún no salgo de mi asombro. Con flores en mano, algo en mí ha sido tocado.

Algo hermoso. Significativo.

Para siempre.

Fotografías aportadas por el autor.

Una odiosa narrativa

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Dimensionar lo que implica para una población estar sumergida en una guerra que busca su exterminio, no solo es necesario, sino ético y moral.

Por eso cualquier discurso que busque descalificar ese hecho significa que es antiético, pero ante todo inmoral.

El querido amigo guatemalteco gestor cultural, director del hermoso Festival de Poesía de Quetzaltenango en Guatemala, ha contado varias veces lo que significó para él estar en el Festival Internacional de Poesía de Medellín y salir ante una multitud a hacer su presentación solicitando disculpas por Guatemala, porque ese mismo día había sido asesinado en aquel país el cantautor argentino Facundo Cabral.

Lo he recordado estos días. Mucho. He iniciado mis lecturas en este hermoso festival en Medellín, sintiendo rabia y disculpándome por el presidente de mi país, del cual he dicho que no me representa ni me siento reflejado en sus acciones.

Cuando una investidura es usada para burlarse de la forma vulgar y altanera mediante la cual este sujeto llamado presidente lo hizo del pueblo palestino y sus niños, no puede uno más que llenarse de rabia y de indignación.

En la apertura de este hermoso y entrañable festival al que fui invitado, el poeta palestino Murad Sudani, presidente de la Unión de Poetas Palestinos se refirió al horror y la muerte de más de 660 días contra su pueblo, pero particularmente contra sus niños.

Esto es sin lugar a dudas algo que este personaje presidencial nunca logrará dimensionar porque su odiosa narrativa y corta percepción y empatía por los otros, no se lo permite.

Mientras pueda señalarlo en este lugar donde estoy, la indignación me llevará a sentir rabia y pedir perdón y denunciar estas odiosas palabras de parte de un presidente que, vuelvo a señalarlo, no me representa.

Pensar las Ciencias Sociales a esta hora

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

En entregas anteriores hemos compartido nuestras preocupaciones acerca de la tendencia hacia el intelectualismo y el conocimiento científico, que se ha instalado en nuestras sociedades, con especial atención a las acciones del presidente Donald Trump ante las instituciones universitarias de prestigio.

No hay duda.

Nos encontramos en un momento especialmente delicado al que también las ciencias sociales se enfrentan. Por ello, quienes nos dedicamos a alguna disciplina de su vasto campo de pensamiento, debemos accionar hoy para construir su futuro, que está a la vuelta de la esquina.

Particularmente valoro la necesidad de recuperar para sí, conceptos que han sido disputados por otros campos de saberes. El de la inteligencia, por ejemplo.

Sin demeritar los aportes de una herramienta que puede aportar grandes contribuciones si es ética y pertinentemente utilizada, pienso que la Inteligencia Artificial debe ser complementada con lo que yo llamaría la Inteligencia Humana. Pareciera paradójico, pero no lo es. En tiempos que, al decir de Bertold Brecht, se debe salir a defender lo obvio, el campo de las humanidades requiere ser recolocado en su justa dimensión.

Pensar entonces ese sujeto contemporáneo como fin y objetivo de cualquier racionalidad científica y académica, pasa por fortalecer los vasos comunicantes que propongan más igualdad, más justicia y más equilibrio. Es que esto es hoy más urgente que nunca.

Entonces me concentro en unas ciencias sociales humanas, cuyas inteligencias sigan propiciando la criticidad y el compromiso con el bienestar de amplios grupos de población. Una sociedad como la costarricense, que se apresta a cerrar su histórico contrato social para entrar en una nueva etapa, requiere de disciplinas que la lean, la entiendan y la transformen desde la actualidad para pensar en el futuro que ya nos alcanzó. Por eso las Ciencias Sociales de esta hora para el futuro que ya está aquí.

Hace décadas, Inmanuel Wallerstein invitaba a abrir las ciencias sociales ante los inminentes cambios de paradigmas. Hoy de nuevo nos encontramos en un punto de inflexión, donde la dignidad humana debe ser el centro de toda acción de conocimiento. A esas Ciencias Sociales le apuesto. Con esas ciencias sociales voy. Lo siento y entiendo así.

Perfilamientos raciales, signos externos, narrativas de odio: La instrumentalización del tema migratorio de cara a las elecciones 2026

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

Junio casi termina y empieza el tramo final de una empinada carrera de obstáculos hacia la presidencia de la república en esta Costa Rica compleja del Siglo XXI. Es otra la sociedad que tenemos, son otros los parámetros de medición de la integración social y la convivencia. A nivel político es tal la fragmentación y la ausencia de propuestas sólidas, que nos debatiremos en un amplio espectro de propuestas amparadas en franquicias más que en estructuras partidarias fortalecidas.

En medio de ese escenario, discursos, narrativas y prácticas alrededor de ciertos temas centrales, orientarán los vectores de las opiniones públicas y las inclinarán hacia ciertos núcleos duros. El tema de la seguridad, sin lugar a dudas, será uno de ellos, pero también ese tema tan traído y llevado como la corrupción y el narcotráfico.

Uno de los temas discursivos que sin lugar a duda será instrumentalizado, atendiendo los escenarios internacionales y específicamente los provenientes de la sociedad estadounidense, es el del impacto de las migraciones en la sociedad costarricense. Justamente en días pasado, una de las posibles figuras candidateables hacía eco de aquellas imágenes que relacionan deterioro de la seguridad social con presencia de población migrante, particularmente de origen nicaragüense, en el país.

A la vuelta de la esquina, empezaremos a escuchar cada vez con mayor fuerza el uso de estas y otras nociones vinculadas con la población migrante, para fines absolutamente electorales. En medio de una sociedad polarizada, cuyos ejes ideológicos se han movilizado hacia espectros conservadores, abrazados por amplios sectores de población, es posible que este tema sea objeto de un manejo fácil, desinformado y utilitario en los próximos meses.

Por eso no dejan de preocupar algunas manifestaciones a las que creo debemos prestarles atención.

La primera, cercana a lo que en los actuales escenarios antiinmigrantes en Estados Unidos han sido denominadas acciones de perfilamiento racial y que consisten en la detención de personas solo por el simple hecho de ser sospechosas de ser personas indocumentadas, migrantes, latinas….sucedió en Alajuelita hace unos días y el hecho fue documentado por la gestora cultural Tania Álvarez, que indicó haber presenciado como autoridades migratorias se subían a un bus de la localidad a solicitar cédulas de identidad sin ningún tipo de explicación de por medio. Se sabe que, en algunos contextos urbanos, el perfilamiento racial es aún mayor y la mayoría de las veces produce otro tipo de narrativas, como la criminalización y la producción de estereotipos.

La segunda acción fue documentada por la académica e investigadora costarricense Priscilla Carballo al relatar haberse encontrado en una tienda ubicada en Curridabat, en el este de la capital, con signos externos utilizados en la campaña “Make America Great Again”, misma que fue la base narrativa que llevó a Donald Trump a su segundo mandato.

Ambas prácticas avizoran a todas luces un escenario complejo en el que los aspectos problemáticos de la migración serán relevados en detrimento de los aportes que las poblaciones migrantes realizan en el país. A documentar esas posibles utilizaciones deberemos dedicarnos en los próximos meses y contrastarlas con información oportuna y sustentada. Sera esa tarea de quienes creemos que otro mundo, inclusivo y abarcador, es posible.

Poder y resistencia: una nueva versión de las luchas migrantes en Estados Unidos

Por Memo Acuña
Sociólogo y escritor costarricense

No ha sido un junio bueno para la humanidad. El recrudecimiento de las acciones bélicas contra el pueblo palestino, la tensión a gran escala entre Israel e Irán, son tan solo algunas de las muestras que este junio oscuro nos trae y nos devela. Nos desvela también.

En el contexto más cercano el escenario no es para nada optimista. En Estados Unidos, la política migratoria se ensaña un día sí y otro también contra las personas migrantes en condición migratoria irregular. Escuelas, fábricas, iglesias, barrios enteros han sido desolados por la acción despiada de un organismo policial dispuesto a las más atroces de las barbaridades.

Llevamos ya varios días de enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad del gobierno de Trump y cientos, miles de migrantes, ciudadanos estadounidenses de origen latinoamericano y miembros de organizaciones civiles, que decidieron decir basta a las acciones intimidatorias contenidas en redadas masivas.

La caza de seres humanos en Estados Unidos es una realidad. El perfilamiento racial, el terror, la incertidumbre son consignas de una administración que debe congraciarse con un electorado que la llevó al poder bajo la promesa de “limpiar al país de indeseables”.

Mientras esto ocurre y muestra la tensión entre el poder gubernamental y la resistencia como acto de respuesta, en el plano más doméstico el tema ha empezado a ser instrumentalizado de forma populista por algunos actores inmersos en la carrera hacia las elecciones en Costa Rica en 2026.

El peligro de la demagogia y el uso maniqueo de un tema sensible para despertar simpatías electorales está a la vuelta de la esquina.

Lo anticipo y deploro cualquier discurso o acto en esa dirección.