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Etiqueta: movilizaciones populares

La jornada de lucha de mañana 24 de abril hay que apoyarla

Vladimir de la Cruz

Hay fechas que se vuelven emblemáticas, significativas. Algunas de ellas son las efemérides de la Patria, aquellas fechas que nos recuerdan constantemente los elementos claves, y las bases de nuestra nacionalidad, nuestra identidad nacional, los hitos que permitieron construir nuestro andamiaje institucional y constitucional democrático. También las hay por aspectos culturales o populares, y las hay internacionales que también se celebran en el país.

Las fechas que en este sentido se exaltan, entre otras, son, por ejemplo, la de la Independencia de Costa Rica, asociadas al 15 de setiembre y al 29 de octubre de 1821; la de la Incorporación o Anexión de Nicoya a Costa Rica, del 25 de julio de 1824, que este año celebraremos en su 200 aniversario; las fechas asociadas a la Guerra Nacional contra los filibusteros norteamericanos, de 1856 – 1857, como son las Batallas de Santa Rosa, el 20 de marzo, la de Sardinal, el 10 de abril y la de Rivas, el 11 de abril, todas de 1856, siendo que la de Santa Rosa y la de Sardinal casi no se celebran, aunque fueron fundamentales por la defensa del territorio nacional y la expulsión de los filibusteros de las tierras costarricenses que en ellas se dio. El 11 de abril evoca también el acto heroico de Juan Santamaría, en la quema del Mesón de Guerra, contra los filibusteros, a lo que se le da mayor énfasis.

Especial fecha ocupa en este contexto, de la Guerra Nacional, la del 1 de mayo de 1857, que ocasiona el feriado nacional, que es la rendición de William Walker, así establecido en su celebración obligatoria desde 1858, que es a veces lo que menos se recuerda.

El 1 de mayo se exalta, especialmente, por realizarse el Día Internacional de los Trabajadores, cuya tradición se remonta a 1886, con las grandes huelgas victoriosas de la clase obrera norteamericana, para obtener la jornada de trabajo de ocho horas, lo que se materializa a partir de 1890, con esta celebración internacional, por acuerdo del Congreso de Trabajadores Socialistas, reunido en la Sala Petrelle, en París en 1899, que así lo declaró, para que cada primero de mayo la clase obrera, en cada país, hiciera un balance de sus luchas realizadas en el año transcurrido e hiciera una propuesta o plataforma de luchas para el año venidero, haciendo del Primero de Mayo, en el campo laboral, un día de lucha, no festivo, para defender los derechos y beneficios laborales, la jornada de ocho de trabajo, hoy nuevamente amenazada en el país, para luchar por salarios más justos, acordes al costo de la vida, por mejor seguridad e higiene ocupacional y para plantear nuevas demandas laborales. En Costa Rica desde 1913 se celebra y organiza el día internacional de los Trabajadores, por iniciativa misma de las organizaciones laborales, impulsada su celebración por el Centro de Estudios Sociales Germinal que impulsaron los grandes maestros, intelectuales y caudillos culturales, Joaquín García Monge, Omar Dengo, Carmen Lyra, José María Zeledón Brenes, entre otros.

Otras fechas de esta naturaleza son las culturalmente establecidas, como las de los días del Adulto Mayor, el de las Culturas, el de la creación de la Benemérita Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano, el de la Virgen de los Ángeles, el de la Madre.

Especial relieve adquiere la del Trabajador, el 1 de mayo. En esta fecha, del 1 de mayo, se mezcla también la rendición de cuentas del Presidente de la República, de su gestión de gobierno del año transcurrido, que se brinda obligatoriamente ante el pueblo representado en sus diputados. Su obligación es presentar, entregar, su informe. No es en irlo a leer ante los diputados, aunque esto se haya establecido en la tradición. Hoy ese informe se lee el día 2 de mayo, porque el 1 de mayo también se elige el Directorio Legislativo, y el Presidente del Poder Legislativo, para la siguiente Legislatura, período anual que va del 1 de mayo al 30 de abril siguiente, lo cual adquiere una gran relevancia nacional, como se está apreciando en estos días.

En las fechas de carácter popular están los Carnavales de Limón, los días relacionados con la fecha de fundación de los cantones, de santos, la llamada Fiesta de los Diablitos, la de los negritos, las fiestas populares en cantones, como la de Alajuelita; el día del Aborigen costarricense, el 19 de abril.

En el plano internacional, se celebran fechas, como la de los días Mundial de los Humedales, el 2 de febrero; el del cooperativismo, el 27 de abril; el Mundial del Libro, el 23 de abril; el de la Danza, 29 de abril. Podría seguir mencionando fechas y eventos, de esta naturaleza.

Las hay también aquellas que recuerdan grandes movilizaciones populares, que han dejado huella en el imaginario nacional, político y cultural del país. Así, por ejemplo, la de 7 de noviembre de 1889, que el pueblo se movilizó para defender un resultado electoral, que dio base para que esta fecha se declarara fundamento de la democracia nacional, y para que el Presidente de entonces, José Joaquín Rodríguez llamara la atención en el reconocimiento del voto de la mujer, por el papel que había jugado en esas movilizaciones, sin que esa iniciativa se aprobara en ese tiempo, pero abrió el camino para las luchas por el reconocimiento del sufragio femenino en el país.

Se recuerdan las movilizaciones populares contra la dictadura de Federico Tinoco, con la participación de la lucha popular, política, militar y guerrillera, especialmente las movilizaciones de trabajadores, maestros y estudiantes contra esa dictadura.

Especial relieve tienen, en este recuerdo de fechas, las luchas obreras como la que logró a la jornada de trabajo de ocho horas en Costa Rica, en diciembre de 1920, resultado de huelgas que se dieron desde 1918 con ese propósito.

Del mismo modo, la Huelga Bananera de 1934, que cumple el próximo 4 de agosto su 90 aniversario; las luchas y movilizaciones populares que se producen en distintos sentidos políticos en la década de 1940-1948, a favor de las garantías sociales y el Código de Trabajo, por la defensa del sufragio, frente a los abusos y fraudes electorales de la época, que condujeron a la Guerra Civil de 1948. De ella, y del Gobierno de la Junta fundadora de la Segunda República, se exalta la fecha de la abolición del ejército, el 1 de diciembre de 1948, y la de la aprobación de la actual Constitución Política, el 7 de noviembre de 1949.

Del período reciente, como grandes luchas populares están las huelgas bananeras de 1954 y de 1958; las estudiantiles y populares que culminan el 24 de abril de 1970, contra la aprobación del Contrato Ley de la ALCOA, lucha que impulsó el movimiento estudiantil universitario, como un gran movimiento de masas en su favor, contra la explotación que se quería hacer, a cielo abierto, de la bauxita en el Cantón de Pérez Zeledón.

La lucha en ese momento no culminó con el rechazo legislativo del contrato, pero logró que, poco tiempo después, se eliminara la figura jurídica del Contrato Ley.

El 24 de abril permanece en la conciencia social como un día de lucha social. No casualmente para mañana están convocadas manifestaciones de diversos sectores sociales y laborales, en defensa de sus derechos, y de la institucionalidad social, seriamente amenazados por el actual gobierno neoliberal, pinochetista, por sus políticas económicas, métodos y acciones gubernativas, para desmantelar todo el andamiaje del Estado Social de Derecho, que se ha construido desde 1943.

Los sectores laborales, de maestros y profesores, de trabajadores de la salud y médicos, estudiantes, trabajadores en general están siendo convocados para movilizarse y expresar, mañana, su voluntad en defensa de estos derechos e instituciones públicas.

La jornada de mañana 24 de abril es patriótica, nacional y democrática. Es por afirmar el Estado Social de Derecho, es un esfuerzo por frenar las políticas privatizadoras del gobierno autoritario de Rodrigo Chaves Robles, es por defender las institucionalidad social y democrática del país. Hay que apoyarla.

La democracia: el derecho ciudadano y humano negado por el fascismo en el Perú

Juan Huaylupo

Juan Huaylupo*

Las movilizaciones populares han conquistado democracia con su voluntad y acción colectiva en todas las sociedades del mundo. Los procesos democráticos nunca han sido dadivas de poderes opresivos, han sido el resultado de prolongadas luchas contra quienes han impuesto sus beneficios e intereses privados, sobre el presente y el futuro de las inmensas mayorías nacionales. La democracia y sus formas adoptadas en cada espacio social, no están restringidas a individuos o grupos privilegiados, son derechos alcanzados por muchos para todos, sin distinción alguna porque somos iguales y humanos. Quien se pretenda ser superior a otro ser humano, es simplemente un ignorante imbécil.  

Las formas democráticas de pueblos y sociedades logradas por las colectividades son muchas, como múltiples son los oprobios, maltratos y violaciones contra las personas, por ser mujeres, jóvenes, pobres, niños, indígenas, ancianos, migrantes, trabajadores, discapacitados, por el color de piel, o por pensar diferente, así como con las agresiones de exterminio genocida contra pueblos creadores de civilización y hacedores de historias nacionales. Vivimos en una sociedad y sistema contradictorio que desprecia, esclaviza y destruye a quienes despojan, explotan y enriquecen a los que se creen dueños de vidas y pueblos.  

Estas y otras son las características de la actual situación y condición de vida en nuestra tierra peruana. Un sistema inequitativo, desigual, contradictorio, dominados por tiránicos y miserables gobiernos, quienes coludidos con empresarios globales y delincuentes financieros son protegidos por leyes indignas y procesos corruptos, así como amparados por la prensa servil y por las jerarquizadas y ciegas fuerzas represivas del poder imperante.

Por ello, las luchas democráticas son trascendentes para todos. Los privilegiados y serviles del poder condenan las movilizaciones patrióticas de nuestros luchadores sociales, que no solo sacrifican trabajos y familias, también son víctimas de asesinatos inmunes e impunes. Esos héroes populares construyen democracia para todos, incluso para quienes los denigran y asesinan.

Pero, las reivindicaciones democráticas no son electorales, ni los actos técnicos e instrumentales de la votación crean democracia, como tampoco puede serlo, la designación de las personas que decidirán por nosotros, sin consulta ni transparencia. Asimismo, las elecciones no son las formas más idóneas de representar las necesidades y aspiraciones democráticas de una colectividad ciudadana, como es falso, que la cantidad de electores, en la votación individualizada, sea garantía para la democracia. Ninguna magnitud puede representarla. La aritmética electoral no tiene relación alguna con la democracia, menos aún en contextos complejos y contradictorios. La democracia no posee determinaciones cuantitativas, como tampoco elección alguna, posee la capacidad de calificar políticamente un proceso que trasciende el acto electoral.

En el presente abundan procesos electorales que no son democráticos, como también se conocen prácticas democráticas sin elecciones, dado que lo democrático, no son las elecciones, son las acciones que respetan y amparan los derechos alcanzados y la conquista de nuevos y mayores derechos en sociedades inequitativas, contradictorias y clasistas.

El acto instrumental electoral, no sustituye ni representa la acción de los actores orgánicos de la sociedad, que son quienes crean y modelan democracia. Por supuesto, tampoco podrá ser democrática una designación ni acción alguna que se encuentre pautada por leyes, reglamentos o procedimientos estandarizados, sin tiempo ni espacio, como en la actualidad se recurre en las viejas y nuevas tiranías, como la peruana.

Contemporáneamente son muchas sociedades que han adoptado las elecciones por ser portadoras de experiencias, de apariencia democrática, del pasado ateniense donde solo votaban los que eran libres en un universo de esclavitud. Hoy la vigencia electoral se reproduce por ser funcional a la reproducción de las tendencias dominantes en las sociedades y de los poderes preexistentes, por ello siempre están pautadas jurídicamente, en el Perú de 1827, solo podían votar los hombres mayores de 25 años, alfabetos, dueños de actividades independientes, contribuyentes del Estado e inscritos en el Registro Civil. Esto es, no podían votar quienes eran dependientes, analfabetos, mujeres, indígenas, etc. Electoralmente cada sociedad ha condicionado y reproducido diferencialmente sus prejuicios y estructuras clasistas.

Ninguna elección ni sufragio universal, ha sido un albur político, social o económico para las sociedades, por ser un medio por el cual se conoce, condiciona y controla, las orientaciones sociales, políticas y económicas del Estado, a través de los partidos políticos, candidatos y resultados electorales.  El miedo, el chantaje, el fraude y la corrupción han acompañado los actos electorales de las dictaduras en las sociedades latinoamericanas.

La importancia y trascendencia de la democracia no puede ser ocultada por la demagogia ni por su transfiguración por parte de los poderes despóticos, por ello los tiranos se dicen democráticos, encubiertos con elecciones, reformas constitucionales y procesos jurídicos administrativos, que legalizan su ilegitimidad, como lo hace la espuria presidenta en el Perú, como lo hizo Fujimori, Pinochet e incluso Adolfo Hitler (Discurso a trabajadores Rheinnetall-Borsingwerke. Berlín, 10 de diciembre de 1940).

No obstante, la organicidad y la acción ciudadana crean democracia, destruyendo tiranías, como lo hacen miles de peruanos y pueblos movilizados en el Perú contra corruptos y sanguinarios gobernantes y sus corifeos sirvientes.

La significación de la democracia y la paz para la ciudadanía y sus pueblos, es el espacio del respeto y amparo de la igualdad jurídica, que posibilita la organicidad y las demandas reivindicativas para crear nuevos y mayores derechos en la construcción de la igualdad y el progreso social.

La paz y el silencio sepulcral es la esencia del totalitarismo, pero nunca para la democracia, que es vida, cambio y luchas por bien común. Imaginar que la divergencia social es nociva, porque subvierte el orden y el poder, es la transparente manifestación de la opresión política existente en el Perú, espacio donde se promueve el odio que justifica toda la represión y asesinato de personas que luchan, no por beneficios personales ni locales, sino por el interés nacional y la democracia para todos.  

El totalitarismo niega la igualdad y el bien común, por el miedo a los otros que explota y asesina cotidianamente. Las medidas represivas para conservar el orden y la paz sepulcral, son auténticas declaraciones de guerra, no solo contra el pensamiento crítico, grupos o personas, también contra la democracia, la historia y cultura de los pueblos.

 

 *Profesor Catedrático pensionado de la Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Costa Rica.

El glorioso 7 de noviembre de 1889

Vladimir de la Cruz

Hasta 1889 los procesos electorales en Costa Rica se realizaban sin partidos políticos, tal y como ahora los conocemos. Los ciudadanos, con capacidad de participar en procesos electorales con aspiraciones a la Presidencia de la República, o a diputados, se postulaban ante los electores, que eran ciudadanos con capacidad de votar, hombres, mayores de edad, que sabían leer y escribir, con cierta capacidad económica, y que ejercían su voto de manera pública, de modo que por esa forma se podía estimar el resultado electoral.

En la elección de 1889, por primera vez participaron dos partidos políticos, el Partido Liberal Progresista que postulaba a Ascensión Esquivel y el Partido Constitucional Democrático con José Joaquín Rodríguez como candidato. A Ascensión Esquivel lo presentaban como un candidato más liberal y del Olimpo, de los que estaban arriba, y a José Joaquín Rodríguez, más popular, que salía de la Presidencia de la Corte Suprema de Justicia para ser candidato presidencial.


Las elecciones se hacían por el sistema de primer y segundo grado, las de primer grado se hicieron el 3 de noviembre, que designaba los electores que el 7 de noviembre realizarían su votación final.

El Presidente Bernardo Soto, haciendo una maniobra, se separa del Poder, y llama el 1 de mayo de 1889 a ejercer la Presidencia a Ascensión Esquivel, con un movimiento de la tropa del Ejército, presionando la opinión pública y a los ciudadanos, con lo cual procuró darle ventaja electoral a Ascensión Esquivel, lo que provocó la resistencia ciudadana, que al ir conociendo el desenlace electoral a favor de José Joaquín Rodríguez, se supuso que no se iba a respetar el resultado de las elecciones, y se lanzaron los ciudadanos a la calle, más de 7 mil personas de la época, alrededor de un 3% de la población, cerca de 150 mil personas hoy, campesinos, trabajadores urbanos de distintos oficios y profesiones, mujeres, con sus instrumentos de trabajo, como armas, logrando de esa manera hacer valer la voluntad electoral a favor de José Joaquín Rodríguez y hacer respetar los resultados electorales. Así se evitó un fraude electoral, en un sistema electoral que tenía por costumbre hacerlos, y el pueblo impuso su voluntad electoral.

Los ciudadanos sitiaron la ciudad capital, con enfrentamientos callejeros, el Presidente Bernardo Soto deposita la Presidencia en el Designado Dr. Carlos Durán, para terminar su período, quien gobernó seis meses hasta entregarle la Presidencia a José Joaquín Rodríguez. Así se hizo respetar un resultado electoral, con movilizaciones populares y armas e instrumentos de trabajo en las manos.


La participación de las mujeres hizo que el Presidente José Joaquín Rodríguez exaltara la necesidad de reconocer el derecho de voto de las mujeres, sin que se lograra en esos años.

En los años siguientes se exaltó ese acontecimiento de manera especial y se le fue dando la relevancia de defensa de la Democracia, de las Elecciones y de la Representación Popular.

En el Gobierno de Rafael Ángel Calderón Guardia se estableció, por Decreto No. 18, en 1942, que cada 7 de noviembre se debía celebrar el Día de la Democracia Costarricense. En la celebración del Centenario de esta fecha el Presidente Óscar Arias inauguró la Plaza de la Democracia

Educación Popular en tiempos de COVID-19

Oscar Jara H.- Presidente de CEAAL

El Contexto Latinoamericano y Caribeño desde antes de la crisis producida por la pandemia del COVID 19, estaba atravesado por una ofensiva neoliberal en distintas dimensiones (política, económica, socioambiental, cultural) que se había extendido por toda nuestra región con una fuerza inusitada en los últimos dos años: el golpe de Estado de Bolivia, el viraje del gobierno en Ecuador, la agresividad del gobierno Brasileño, el creciente bloqueo a Cuba y Venezuela y el resultado de las recientes elecciones en Uruguay reflejan las dinámicas de polarización que se gestan en este marco junto con las crisis abiertas y movilizaciones populares en Haití, Ecuador, Chile y Colombia, la caravana de migrantes centroamericanos, o la derrota del partido Cambiemos en Argentina. Estos y otros factores como el creciente número de dirigentes sociales y ambientales asesinados especialmente en Colombia, aunque también en otros países como Costa Rica, visibilizan la magnitud de esta ofensiva y la polarización que ella produce con respecto a propuestas y movimientos progresistas.

En estas circunstancias, llega la crisis producida por la pandemia del Corona-virus, actualmente en proceso de crecimiento con consecuencias imprevisibles para nuestra región y para nuestro planeta. El análisis de su impacto en las relaciones económicas, políticas, sociales, ambientales y culturales de nuestras sociedades deberá ser un eje central de nuestra acción en los meses venideros.

Por eso, en este contexto se ha hecho aún más necesario disputar desde la Educación Popular el modelo de sociedad al que aspiramos desde una ética del cuidado de la vida y en políticas en beneficio de las mayorías. Retomar, resignificar y recrear la dimensión profunda del sentido de nuestras prácticas y procesos organizativos en función de otro modelo civilizatorio que reemplace al actual modelo cuya crisis se agudiza con esta pandemia. Ante este contexto y las circunstancias que vivimos actualmente en el inicio del año 2020, podemos identificar algunos desafíos presentes para nuestros procesos:

  • Comprender el impacto que tiene y tendrá la pandemia Covid-19 en todo el marco de relaciones de nuestras sociedades, identificando cómo las políticas de privatización (en especial de los servicios de salud) afectan las capacidades de respuesta a una emergencia sanitaria de esta magnitud, así como la necesidad de repensar y redefinir otras relaciones económicas, sociales, ambientales y culturales basadas en otra ética, en otro sentido de la vida (pensar en nuestras sociedades post coronavirus y actuar para conseguirlas).
  • Comprender críticamente al neoliberalismo, desnudado por la pandemia, en su dimensión simbólica y cultural como productor de subjetividades y en su capacidad colonizadora de sentidos a partir de una racionalidad individualista, competitiva y consumista, para construir otra visión del mundo, otra ética y otras subjetividades desde propuestas políticas y acciones solidarias y colectivas centradas en el bien común.
  • Analizar críticamente los modelos de intervención ante la pandemia, utilizados por los distintos regímenes latinoamericanos y sus resultados. Identificar el papel de las políticas públicas ante estas situaciones de vulnerabilidad, así como los impactos diferenciados que esta situación provoca y las estrategias que pueden evitar una profundización de la desigualdad que ya afecta de manera más grave a sectores como las mujeres, personas trans, pueblos indígenas y comunidades campesinas, personas migrantes, iniciativas productivas desde la economía informal, etc.
  • Identificar, promover, sistematizar y visibilizar prácticas alternativas de solidaridad, intercambio desinteresado, ayuda mutua y participación social generadas durante esta crisis, para poder proyectarlas como prácticas democráticas y democratizadoras que se llevan a cabo desde otros paradigmas que el actualmente hegemónico basado en el mercado, las salidas individuales y el lucro.
  • Caracterizar las distintas formas de ejercicio de poder que se enfrentan a las lógicas del neoliberalismo y del autoritarismo que utiliza formalidades democráticas, reflexionando sobre las nuevas formas de construcción de procesos organizativos, de resistencia y de re-existencia con la participación de nuevos actores sociales y políticos.
  • Impulsar acciones y propuestas de descolonización y despatriarcalización de las formas de concebir y organizar las relaciones sociales y económicas, generando otros espacios y criterios de acción basados en la lógica del Buen Vivir, la Economía Social y Solidaria, y el cuidado mutuo y de la naturaleza de la que formamos parte.

Estamos viviendo un cambio de época que puede constituir una oportunidad para que –desde los procesos de educación y participación popular- impulsemos con mayor fuerza el desmonte de las lógicas y patrones culturales capitalistas, patriarcales, extractivistas, individualistas, racistas y coloniales y que desde las prácticas solidarias podamos construir espacios, propuestas, proyectos, programas que protagonizados por los sectores populares se constituyan en los nuevos referentes de otra manera de vivir. El CEAAL asume este desafío de ser movimiento transformador con decisión y compromiso, pero también con humildad, sabiendo que sólo será posible si ampliamos nuestro campo de alianzas, articulaciones y vínculos con otros movimientos, organizaciones y sectores sociales, siendo parte activa de un movimiento mucho más amplio y convergente de transformación.

(Editorial de La Carta del CEAAL # 613, 8 abril 2020: http://ceaal.org/v3/carta613/)