Parece que ahora es signo de «status» intelectual, opinar públicamente sobre la reciente muerte del laureado escritor peruano Vargas Llosa.
Me han preguntado algunos contertulios, que qué pienso del Premio Nóbel de Literatura en el 2010, nacido en Arequipa, Perú.
Mi opinión, no es muy importante, salvo obviamente tal vez, para mi propia reputación. Y como la misma ya no tiene remedio, pues ahí les va… Además, como decía un finado compañero, no hay que dejar pasar a todas las provocaciones, hay algunas que hay que asumir y saber responder.
En primer lugar, diría que su extraordinario legado universal será su obra literaria. Mis respetos a su producción literaria. Punto. De esto acaso, se merece hablar más, y sin hacer apologías, ni obituarios innecesarios. Su monumental obra, no los necesita, y se justifica por sí misma. Esto tampoco debe frenar nunca los merecidos tributos académicos que su obra merece. Y el mejor homenaje es la crítica, claro, me refiero exclusivamente a su obra literaria.
Pero mejor no me pregunten mucho más, acerca del personaje, porque acaso moralmente, como un ciudadano latinoamericano más, pues estoy obligado a decir honestamente lo que pienso sobre otros temas vitales que lo definen.
Éste es el tema álgido en cuestión, y no su indiscutible calidad de escritor universal. ¿Quién se atreve a negar su genio literario? Y a pesar del natural duelo, les advierto que voy con matices, a decir lo pienso al respecto.
Este extraordinario novelista, –el mejor discípulo de Flaubert que modestamente yo haya leído (nunca de Víctor Hugo como él creía) –, en su vejez, ciertamente fue también un «intelectual orgánico», un militante activo, de la Extrema Derecha no Democrática: Keiko Fujimori hija del Dictador Fujimori, la Ayuso en Madrid, el pinochetista Kast en Chile, Bolsonaro en Brasil, la Dictadura Golpista de Perú, etcétera. Recordemos, además, que la Extrema Derecha latinoamericana, tiene un pasado reciente de sangre. Igual, la Derecha Posfranquista en España, su país adoptivo.
Les recuerdo que históricamente, nuestra Extrema Derecha latinoamericana orgánica, no es ni políticamente liberal, ni ilustrada, mucho menos «democrática»; es brutal, racista, golpista y cipaya. Y para mí es inaceptable para una persona políticamente culta, e ilustrada, pieza de nuestra Modernidad Cultural Inconclusa, en América Latina, militar con esa Necrofilia política.
Lo mismo podría decir uno de los panegíricos de Rosario Murillo. Pero hay una gran diferencia acá: No conozco a nadie que le gusten sus terribles poemas de veinte páginas, obligados a escucharse en los mítines políticos. Ni a Pol Pot traducidos, le gustarían, aunque lo amenacen con quedar incomunicado, en la cárcel de El Chipote.
En cambio, quién no puede disfrutar de algo tan deliciosamente cochambroso como «Pantaleón y las visitadoras» (1973), que mi Mamá cubana y conservadora, no me dejó comprar en aquella famosa Librería de la Avenida Central. La filmación de su versión cinematográfica fue censurada en el Perú en 1975.
¿Y cómo olvidar la exquisita incomodidad existencial del Suscrito, quién adolescente huérfano de Madre, vivía con su respetable y apacible Tía y Madrina, al leer luego «La tía Julia y el escribidor» (1977)? Mundo cruel: ¿Por qué putas no tendríamos todos una Tía Julia de verdad? (Ahí entendí mejor a Freud y el Edipo, apenas visto en la clase de Psicología de mi colegio.)
¿Cuál latinoamericano de anteriores generaciones con cultura política mínima (qué terminó siendo un extraño privilegio en esta sociedad), no conoce o atestiguó incluso, situaciones parecidas a las del personaje «Varguitas» y a las de «Conversación en la Catedral» (1969)?
¿Quién no se estremeció con la originalidad de «La ciudad y los perros» o con el profundo conocimiento humano de la miseria tropical de «La casa verde» (1966)?
En resumen, ¿cómo se puede escribir «La fiesta del Chivo» (2000) y apoyar políticamente al ex torturador Bolsonaro o a la Fujimori en Perú? No lo sé. Un misterio sin resolver, que un gran novelista se llevará a la tumba.
Alguna vez traté de entrar y sentarme a escucharlo respetuosamente, en un auditorio repleto, en mi Alma Mater costarricense, como muchos de mis compañeros. Y sí perdón por el luto, pero estoy seguro de que Vargas Llosa celebró perversa y secretamente esa atrevida malacrianza ajena, como contestataria e ingeniosa; sí de mal gusto, y hasta vulgar, pero al mismo tiempo acaso sabia, en su delirante y juvenil ruptura iconoclasta.
Esa anécdota real, sencillamente fue inolvidable, como lo consignó y narró antes en esta Red, el poeta costarricense Alfredo Trejos, testigo privilegiado. La recuerdo como un acto político desesperado de un grupo juvenil anarquista, el cual majaba mis anteriores pasos políticos universitarios, y el cuál rompía con mi honesta evolución política. Es lo que menos deseaba el Suscrito. Pues así se evitaba un debate serio, tanto político como académico. Personalmente, opté por salirme del circo, e irme a repasar «La Tolerancia Represiva», de Herbert Marcuse. Recuerdo que otro compañero, ahora novelista, me llamó y me dio las quejas de la escena. Mentiría si no criticamos política y racionalmente esa acción, pero también mentiría si niego que nos arrancó por teléfono a ambos, una risa sardónica, en media efervescencia política de la lucha contra el Combo privatizador del ICE.
Me refiero por si acaso, a aquella manta, vulgar e irreverente de nuestro polémico amigo de entonces, Francis Lyons, y qué decía: «El chivo sos vos»…
Brutal, innecesaria, chabacana imagen, sí ya lo sé. Digna casi de los fanáticos del Gobierno Autoritario y Populista de turno, y sus insultos cotidianos. Con la importante diferencia, de que unos tienen el poder formal y material, y representan a un peligroso sector de la Lumpen-burguesía. Y otros, desde la Sociedad Civil y en el campo popular lo padecemos. Mientras nuestro Estado Social de Derecho y nuestra Democracia está en juego. Aun así, no podía dejar de recordar y mencionar esa irreverente anécdota. No me disculpo de las risas, y aclaro que siempre defendimos nuestras posiciones juveniles con respeto. Nunca hubiera sostenido o colgado una consigna que insultara a un Escritor admirado.
De vez en cuando hasta lo soez, me saca una lágrima de ironía y una sonrisa nostálgica. Vargas Llosa mismo pidió tolerancia para con los manifestantes universitarios. Eso debe de recordarse también.
Curándome en salud, y aunque uno ya conozca la correcta y académica distinción, entre texto y autor, e incluso entre el autor y la persona física, o entre el mundo libre y onírico de la Literatura, y la brutalidad cotidiana; e incluso entre la violencia estructural económica y política, y la Literatura y las artes; pues inevitablemente uno se preguntará, por alguna intersección humana.
Esto en el fondo no es más que la esperanza ontológica, –de la cual participo–, y cuyo horizonte utópico liberador, trata de buscar una común empatía humana. Algo así como, una supuesta Hermenéutica básica humanista, que fundamente nuestra necesidad de justicia y amor al prójimo. ¿Será mucho desear o postular?
Pero a veces, uno sólo no encuentra esta pretensión axiológica básica, donde la esperaba buscar y encontrar. Y nos damos cuenta simplemente, de la profunda inhumanidad de lo humano. O sencillamente, de lo iluso o «ideológico» (en el sentido crítico de falsa representación social), de nuestras creencias éticas y políticas, más íntimas.
Desde la llamada Escuela de Frankfurt nos habían advertido acerca de la «Razón Sustancial» («Vernunft» en Kant), derrotada por una especie de mera «Racionalidad Instrumental» («Verstand») del Mercado Total (Franz Hinkelammert). En fin, «el sueño de la razón produce monstruos», pintó Goya.
Genio y figura, el personaje Vargas Llosa junto a sus grandes contradicciones, descanse muy en Paz. Su obra literaria sobrevivirá universal.
Carlos Villalobos Villalobos, ganador del Premio Nacional de Literatura en la categoría de novela 2024 de forma compartida
“Donde Nadie” expone la trágica historia del envenenamiento de comunidades enteras por el uso de un nematicida en las plantaciones de banano en Costa Rica
Carlos Villalobos Villalobos, ganador del Premio Nacional de Literatura en la categoría de novela 2024 de forma compartida.
Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR
Costa Rica se promociona en el mundo como el país del “pura vida” y amante de la naturaleza. Lo que no se dice en esa publicidad es que, contradictoriamente, es la nación que utiliza más plaguicidas por hectárea en todo el mundo, en una proporción de casi 24 kilogramos por hectárea cultivada.
De estas sustancias, un 90 % califican como altamente peligrosas para la salud humana, de acuerdo con los más recientes estudios del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) de la Universidad Nacional. De hecho, el uso de la mayoría de ellas ha sido prohibido por la Unión Europea y los Estados Unidos.
El uso intensivo de la tierra para monocultivos y la aplicación indiscriminada de plaguicidas para obtener más y mejores productos ha sido la apuesta del país desde el siglo XIX, lo cual lo llevó, en su momento, a ser uno de los mayores productores de café, banano y de piña. De hecho, actualmente Costa Rica produce la misma cantidad de piña que se producía en todo el mundo en la década de los setenta.
Pero ¿a quién le importa la vida de miles de jornaleros y sus familias que no tienen cama donde caer muertos frente a las ganancias millonarias que reporta la exportación de productos agrícolas? ¡A nadie! A nadie porque son vistos como nadie.
Por eso, Carlos Villalobos Villalobos, docente de la Escuela de Literatura, Lingüística y Literatura, decidió mostrar dónde vive nadie o, en el caso de muchas personas, dónde vivían, porque las enfermedades que contrajeron por su exposición al agroquímico conocido como Nemagón acabó con sus sueños y con sus vidas, lenta y dolorasamente.
Durante más de 10 años estuvo recogiendo las astillas de esta historia de destrucción y ruina que llevó a la tumba a miles de personas por diversas enfermedades, que dejó en estado de incapacidad a muchas otras y que cegó el sueño de cientos de parejas de conformar una familia. Una historia hecha a partir de trizas de vida solo puede contarse con trizas. De ahí, la forma que eligió el autor para narrarla.
“CATEGORÍA NOVELA: Se otorga el premio compartido a […] y a Carlos Villalobos por la obra “Dónde nadie”. Representa una problemática nacional que es necesario visibilizar en temas como monocultivos, la crisis ecológica, explotación laboral, complicidad y negligencia del Estado ante las actividades del capitalismo extractivo.”
Jurado del Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría en la categoría de novela 2024
A continuación, Carlos Villalobos Villalobos, ganador del Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría en la categoría de novela 2024, comparte algunos detalles de su obra y subraya a importancia de que las muertes ocasionadas por la aplicación del Nemagón no sean en vano, sobre todo porque el veneno sigue enterrado en muchos lugares y atenta con seguir enfermando a poblaciones enteras por los próximos 200 años.
¿Por qué el título de la novela?
CVV: La novela trabaja una situación histórica que yo llamo de lesa humanidad. Plantea el caso de muchas personas que fueron envenenadas literalmente por un nematicida. Estamos hablando de casi 50 000 personas que, desde el siglo pasado, iniciaron una serie de peticiones para que se les indemnice por sus afectaciones en la salud, sus afectaciones económicas y sus afectaciones psicológicas, pero en todo momento se les ha tratado como si no existieran.
Ese silencio que ha habido nos lleva a plantear que se trata de una comunidad que muchos quisieran que no exista. Entonces, la novela plantea esto, como si fueran alguien que no tuviera condición, por eso es Donde Nadie. La idea es llamar la atención precisamente sobre ese aspecto de olvido en el que ha estado este grupo social que, sin embargo, deberíamos tenerlo como uno de los casos más terribles de afectación social en este país y en otros lados, porque no es un asunto solo de Costa Rica. Entonces, el título Donde Nadie es para llamar la atención de que existe un grupo social que ha sido tratado como si no existiera.
¿Qué dice la forma de la novela en cuanto a su contenido?
CVV: Originalmente pensé que podía tratarse de un ensayo o un reportaje periodístico. Luego pensé que podría ser una novela y empecé a trabajarla siguiendo el orden lógico y cronológico de una historia que tiene un principio, que desarrolla un tema, una secuencia y tiene una conclusión concreta. Pero me di cuenta de que, si bien podía trabajar unos personajes, y efectivamente hay unos personajes que tienen una historia, lo que se está contando, lo que quiero contar, en realidad es la historia de una destrucción en todo sentido: una destrucción social, destrucción psicológica, destrucción moral, destrucción física, destrucción ecológica, etc.
Entonces, tal nivel de ruina pensé que se podía contar mejor con la destrucción también de la narrativa. Es decir, contar la destrucción con la destrucción misma. La novela está hecha de astillas, está hecha de pedazos, es una novela despedazada porque está tratando un tema que también, en la realidad, está hecho de esquirlas, está hecho de trozos. Es decir, las personas que han vivido estas experiencias literalmente han quedado destrozadas. Por eso la estructura de la novela también trabaja la ruina. Es decir, contar la historia de la ruina con una historia en ruinas.
Trizas
Me hubiera gustado narrar estas historias como se arma un edificio: ladrillo a ladrillo, con un plano que guíe cada pared y cada espacio, pero unas vidas hechas trizas no se pueden contar así. Es necesario mostrar el destrozo con el destrozo mismo. Las palabras se quebrantan, como se atrofia el ánimo, el futuro o la salud.”
Donde nadie, página 30
¿Por qué se hace necesario literaturizar estos temas en vez de exponerlos como una noticia?
CVV: Era una posibilidad, pero me encontré con que hay algunos reportajes que se han hecho. En Nicaragua hay un libro entero que se escribió, un trabajo muy minucioso que cito en la novela porque es uno de los documentos en los que me basé. Pero yo tenía una pila de informaciones, no solamente de noticias, que me suministraron las mismas personas afectadas.
La impronta del periodismo es mucho más inmediata. Es un discurso que busca más la inmediatez, mientras que la literatura suele tener una posibilidad más allá de la inmediatez. Si uno consigue crear una historia, esa historia tiene una doble posibilidad: es un género que entretiene, que tiene esa condición de la fascinación que puede generar la imaginación, pero, al mismo tiempo, la literatura permite la reflexión, permite el conocimiento.
Esa doble posibilidad que tiene el discurso literario me parece que resultaba más estratégico si la intención era dejar un documento que tuviera alguna oportunidad de ser más histórico, mucho más trascendental que un reportaje periodístico. No digo que un buen reportaje periodístico no lo logre, pero me pareció que era más estratégico la novela.
Por otro lado, la literatura costarricense no se había ocupado de este tema. Había una obra de teatro que en algún momento trabajó este asunto. La obra de teatro se llamaba precisamente Nemagón, estuvo en cartelera algún tiempo, pero luego dejó de presentarse, tuvo su intento de hacer consciencia, pero no había un trabajo ni en cuento, ni en novela, es decir, en narrativa, que trabajara este asunto. Entonces, los escritores teníamos una deuda con este tema y, de alguna manera, me propuse saldarla.
¿Cómo se dio tu acercamiento y tu interés por el tema que aborda la novela?
CVV: Precisamente, fue a través del periodismo. Yo había estado trabajando con el Instituto Nacional de Seguros en una asesoría. El trabajo consistía en hacerles una propuesta de análisis de discurso periodístico. Ellos me daban los textos que durante cada mes habían circulado con noticias que tenían que ver con el Instituto Nacional de Seguros y uno de los temas más recurrentes, justamente, era el asunto del Nemagón.
Me llamó mucho la atención porque no tenía tanta información sobre este asunto. Había escuchado, pero no tenía conciencia de que era tan grave lo que había pasado en este país. No me imaginaba que lo que había sucedido en Costa Rica y en otros países del mundo tenía una magnitud de afectación humana terrible.
Cuando empecé a ver noticias de que miles de personas habían perdido su fertilidad, que no podían tener hijos, me pareció muy grave. Pero, además, me di cuenta de que no era la única consecuencia que tenía este nematicida, que afectaba físicamente a las personas en una variedad amplísima de patologías y a esta altura han muerto miles por cánceres asociados al Nemagón, entre otras enfermedades.
Empecé a ver historias de personas que estaban solicitando indemnizaciones y que la compañía bananera responsable de estas fumigaciones se lavó las manos y se fue del país y nunca indemnizó a nadie. Luego, también supe que las acciones que se intentaron hacer en Estados Unidos fueron infructíferas. Es decir, no se pudo jurídicamente lograr nada en Estados Unidos, amén de que hubo una traición de un abogado acá.
¿Qué les quedó a estas personas? Recurrir al Estado costarricense. Pero ¿por qué el Estado costarricense si esto fue una transnacional? Es que esta transnacional operó en Costa Rica con el visto bueno, con la anuencia, con la irresponsabilidad de las autoridades costarricenses que no hicieron nada para impedir que estas compañías fumigaran estos productos que estaban prohibidísimos en otros lados y que aquí se utilizaron sin ninguna responsabilidad. Entonces sí, el Estado costarricense también tiene responsabilidad.
¿Y a qué instancia se estaría encargando de indemnizar a estas personas? Pues al Instituto Nacional de Seguros, que tampoco tenía responsabilidad, pero finalmente era una de las opciones que se encontró para intentar apoyar a estas personas de alguna manera.
Todo esto me pareció terrible. Fue cuando empecé a investigar más a fondo. Terminé la asesoría que estaba haciendo con el Instituto Nacional de Seguros y seguí con esta investigación por más o menos unos diez años. Durante ese tiempo sistemáticamente empecé a buscar información, a hacer borradores de la novela y, finalmente, se concretó el libro que ahora está circulando en las librerías.
¿Vivimos en un país que se contradice, que por un lado decimos “pura vida” y por otro sembramos muerte?
CVV: Eso lo digo yo en la novela. Nosotros nos vendemos como un país ecológico, vendemos al mundo que somos un país que protege la biodiversidad y que tenemos un porcentaje alto de reservas biológicas. Eso está muy bien, pero, por otro lado, somos uno de los países que, todavía hoy, sigue vertiendo productos químicos letales en plantaciones que tienen una afectación para los seres humanos y para el ambiente. Somos uno de los países que más envenena el ambiente gracias a estos químicos que están prohibidos en otros lados y que aquí se siguen utilizando. Se utilizaron en el siglo pasado, se utilizaron en las plantaciones y se siguen utilizando en las piñeras en este momento con el altísimo riesgo de todas las consecuencias que esto tiene.
En las investigaciones que he estado haciendo hay documentos científicos que muestran que estos químicos se han encargado de dañar seriamente los mantos acuíferos. En los riachuelos de estas zonas antes se encontraban una gran variedad de peces y animales que formaban parte de la biodiversidad que crecía alrededor de las aguas y que hoy ya no se ve.
La afectación sobre la biodiversidad es medible científicamente. Por ejemplo, las compañías enterraban estañones de Nemagón en algún momento, ya sea porque les sobraba o porque querían esconder la evidencia cuando las investigaban. Los expertos calculan que las aguas que están alrededor de donde están estos estañones enterrados estarán contaminadas por unos 200 años aproximadamente. Es decir, 200 años en que aquella persona que se le ocurra beber de estas aguas, sin darse cuenta, se estará tomando un veneno que va a tener consecuencias exactamente iguales a las consecuencias que tuvieron estas 50 000 personas que fueron envenenadas de manera directa y hablamos de más de 200 000 personas de manera indirecta, porque estas personas tienen su familia. Las consecuencias de todo esto son terribles y siguen siéndolo.
¿La prensa sigue callando estos temas?
CVV: Bastante, bastante. Frente a una tragedia humana tan terrible uno no encuentra reportajes de profundidad. Los únicos que he encontrado son los que ha publicado el Semanario Universidad. Aparte de este medio, es muy poco lo que uno encuentra.
¿Estamos condenados como sociedad a repetir una y otra vez la misma historia?
CVV: Lamentablemente, en sociedades de consumo donde impera la lógica del capitalismo, mientras sigamos con esta inconciencia de aprovechamiento de la naturaleza sin medir las consecuencias vamos a seguir por esta vía. Ya tenemos claro cuáles son las devoluciones de la naturaleza en relación con todo esto.
¿Qué estamos sembrando? Ya tenemos las primeras consecuencias de esto. ¿Qué estamos sembrando en cierto plazo en nuestras sociedades? ¿Estamos sembrando agricultura o estamos sembrando muerte? Cuando uno siembra muerte, finalmente recoge muerte. Es decir, las consecuencias de esto, las irresponsabilidades de los gobiernos actualmente van a tener consecuencias a futuro. Esta es una verdad científica.
Entonces, puede ser que hoy algunas empresas lucren, algunas empresas se hagan de mucho dinero, como las que ya vimos en el siglo pasado. Las compañías bananeras aquí sacaron mucha ganancia, pero nos dejaron pobreza y nos dejaron muerte. ¿Es eso lo que realmente queremos?, ¿ese es el camino que realmente queremos?
A veces falta levantar la voz y plantear que esto es grave. Lo que intenta esta novela es llamar la atención. Pensemos lo que estamos haciendo. Esa es mi intención al escribir esta novela.
Ante esta trágica realidad, ¿seguimos como sociedad comprando jorobados azules cada cuatro años?
CVV: El jorobado azul es una metáfora de otra estafa. En la novela no quise hablar de discursos religiosos porque no era el tema, pero la idea de que hay una especie de gurú que le promete salvación a las personas a través de unos talismanes de la buena suerte forma parte de otra gran estafa. Es decir, tras de cuernos, palos. Algunas personas creen que su desgracia se puede remediar con talismanes de la buena suerte, a través de unas creencias y de unos discursos de fe que nos venden.
Este tema es bastante sensible en sociedades donde se ha perdido la esperanza y muchas personas le apuestan a una creencia que, dependiendo de cómo se gestiona esa fe, a veces es otra manera de estafa. Ese es otro tema que no quise trabajarlo. Entonces, utilicé una metáfora de un vendedor de talismanes, de jorobados azules o jorobados de la buena suerte que, por cierto, no es una ficción, existen los jorobados de la buena suerte y se venden. Hay personas que compran estos jorobados de la buena suerte creyendo que con eso se les va a resolver todo, que el jorobado de la buena suerte va a dar salud, dinero y amor, pero sabemos que es otra estafa.
Al jorobado lo encontré escuchando radio, cuando sintonicé un programa de una persona que estaba vendiendo jorobados de la buena suerte. Esto tiene una larga historia, nació en Francia con el famoso jorobado de Notre Dame y la idea de que los jorobados pueden dar suerte y que tocarle la joroba a un deforme puede darnos suerte. No sé cómo se concreta esto y finalmente hay toda una industria de que los jorobados pueden ser talismanes. Me parece interesantísima esta idea y me pareció muy oportuna para meterla como algo medio jocoso dentro de la historia.
¿Visualizás que esta historia pueda llegar a tener un “final feliz”?
CVV: No lo sé, no lo sé. Yo no busco que haya un final. Es decir, no pienso que la historia tenga un final ni feliz ni no feliz, sino que mi trabajo es mostrar lo que está pasando. No puedo saber cuál podría ser el final. Obvio que a mí me encantaría que esto tuviera un final esperanzador. Temo que no es tan sencillo y menos cuando la historia se está repitiendo en otras plantaciones.
A principios del siglo XX la novela de las bananeras se desarrolló en toda América Latina en los países llamados Repúblicas Bananeras. Estamos hablando de Ecuador, Colombia, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Filipinas, incluso. Son muchos países los que participaron de la industria del banano.
En algunos países como Colombia, Guatemala, Costa Rica, se produjeron situaciones históricas asociadas con protestas. Incluso en algunos países se dieron masacres para acallarlas. En todo lugar hubo huelgas. Es decir, fue un movimiento social. Las bananeras desataron movimientos sociales que, de alguna manera, también incidieron en la constitución de la conciencia socialista. Por ejemplo, los partidos comunistas estuvieron muy ligados a la historia de las bananeras, a la defensa de la manera como las compañías bananeras explotaban a las y los trabajadores.
A finales del siglo XX pensábamos que la historia de la novela bananera era un asunto de la novela realista de principios del siglo XX, pero cuando yo encuentro que las compañías bananeras tenían un nuevo capítulo que no se había contado, había que contar este nuevo capítulo. Incluso, a veces me resulta curioso que yo haya tenido que contribuir con la historia de la novela bananera en Costa Rica cuando yo mismo creí que eso era un capítulo ya cerrado, ya saldado en la historia de la novela bananera en Costa Rica.
Es decir, este libro, Donde Nadie, es solo un capítulo más de una larga historia que empezó a principios del siglo XX y que se continúa en el siglo XXI con esta novela. Casi 100 años después hay otra novela bananera que está contando un capítulo como el que ya contó Calos Luis Fallas, o como el que ya contó Joaquín Gutiérrez Mangel, o el que contó Carmen Lyra. Hay una nueva novela bananera porque hay una historia que se sigue repitiendo.
Entonces, yo creo y temo que lo que sigue no se ha contado. Es decir, el final de esta historia no lo hemos contado todavía. No sé si será un final feliz o no, pero lo que sí sé es que todavía no hemos contado el final de esta historia. La historia de la narrativa bananera está abierta para que alguien más venga luego con otra novela, con otro texto y termine, quizá, o le agregue un nuevo capítulo a este largo cuento.
De todo lo escrito yo amo solo aquello que alguien escribe con su sangre Federico Nietzsche
Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo
Es el título de la novela testimonial, recientemente publicada por HC Editores de Grecia, que narra la historia de dos jóvenes de zona rural, una estudiante universitaria de familia rica y un pobre pistero de gasolinera, ambos seducidos por el amor y atrapados por la droga. La universitaria sucumbe y muere. El pistero sobrevive para contar esta historia, todo un drama que estila tristeza, dolor y lágrimas; en palabras de Kembly, la protagonista de la novela, “Es la triste hora del asesinato del sol”, cuando su esplendor soberbio y esperanzador cierra los horizontes y da paso a la oscuridad de la dolorosa muerte, por cruel y prematura.
El Premio Magón, José León Sánchez, destaca en el epílogo de la obra: “La Universidad posee dos caminos en donde se gesta la incertidumbre. Uno de ellos puede ser el principal, en donde germina la esperanza a los campos de la historia, el conocimiento, el futuro de la nación. El segundo es más bien una calle, que le llaman La Calle de la Amargura. Maynor Sánchez Alvarado, en las páginas de este libro nos muestra una faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”.
¡Qué oportuna esta obra!, precisamente, porque su autor está retratando, desde la trágica experiencia vivida por dos jóvenes drogadictos, esa “faceta de un instante tenebroso en la esquina más turbia del desaliento nacional”. En efecto, este pequeño país viene opacando su brillo, que ofrecía signos esperanzadores para la construcción de una sociedad más igualitaria, pacífica y amigable. Hoy, transita, precipitadamente, por los caminos de la inequidad, la insensibilidad y la insolidaridad. Una perversa combinación de desigualdad socio-económica y violencia social nos está desfigurando el rostro, haciéndolo irreconocible, como triste y dramáticamente sucedió con Kembly, una bella joven universitaria, que ni sus mismos progenitores alcanzaron a identificarla en el lecho de su muerte trágica, consumada por la droga. “Un saco de huesos, una calavera sobre un latón de aluminio era imposible de reconocer”, destaca el narrador.
Sí, esta novela, escrita por un novel escritor autodidacta, originario de Río Cuarto, que logró vencer al flagelo de la droga, se convierte en un espejo que proyecta en sus personajes, y en toda su trama, el rostro de esa Costa Rica que ya hace rato se viene desfigurando. Por lo tanto, celebramos su aparición, pues nos convoca, desde lo más profundo del sufrimiento humano –un nicho de cementerio se convierte en casa y refugio de dos jóvenes sumidos en el tenebroso inframundo de las drogas–, a meditar y a reconocer con humildad que hay que dar un viraje radical en este país, si es que queremos brindarles un mejor futuro a las generaciones venideras.
El mensaje de esta novela es que el mejor antídoto para la droga, y prevenir para que nuestra juventud no continúe siendo arrasada por este flagelo es, sin duda, la educación afectiva, que debería cultivarse desde el hogar, la escuela, el colegio, la Universidad hasta todos los ámbitos del quehacer y la convivencia humana. Una educación que contribuya al cultivo de los buenos sentimientos y emociones, para una convivencia humana digna, por lo justa y solidaria. Para ello, se requiere una sociedad que ofrezca condiciones socioeconómicas básicas que eviten que nuestros niños no puedan asistir a la escuela, tal es el caso del personaje José. Sin embargo, contar con esos recursos no es suficiente; para Kembly su carencia fundamental es de orden afectivo. Ambos son víctimas de una sociedad con una profunda crisis de sentido de humanidad, atrapada en un materialismo frívolo, cuyos efectos son tan letales como los de las drogas, que están victimizando a nuestros jóvenes.
Estamos ante una obra testimonial de gran valor literario y pedagógico. Por su valor literario conmueve las fibras emocionales y corporales más profundas y sensibles; una narración cálida por lo dramática, con algunos jirones casi surrealistas, atrapa al lector para una lectura fluida que se degusta. Como recurso pedagógico, desafía a impulsar un modelo educativo que propicie el fortalecimiento de los vínculos afectivos y la convivencia fraterna y solidaria. Asimismo, preparar mejor a nuestros jóvenes para comprender y sopesar las consecuencias dolorosas y destructivas a que induce el consumo de las drogas. Ojalá, esta obra sea recomendada por el Ministerio de Educación Pública para su lectura, en todos los colegios del país.
Reiteramos que es de celebrar su publicación, casi como un acontecimiento providencial y, sin duda, esperanzador, para un país en donde no podemos seguir perdiendo las nuevas generaciones, por falta de oportunidades. Asimismo, el reconocimiento a su autor, Maynor Sánchez Alvarado, por su osadía de emprender y concluir con éxito la creación de esta novela, en condiciones que le exigieron más que voluntad: sangre, sudor y lágrimas.
La presentación de esta novela se llevará a cabo en la Benemérita Biblioteca Nacional el día 9 de mayo a las 2 p.m.
Cayó hace poco en mis manos el libro “A la sombra del ángel” de Benjamín Prado, el cual, aunque había sido publicado hace dos décadas, nunca se había tropezado conmigo.
Es uno de esos libros imprescindibles, de esos de los que uno se pregunta por qué no lo había leído antes y que lo hacen sufrir a uno cuando termina su lectura.
El libro cuenta las andanzas vividas durante 13 años al lado del poeta Rafael Alberti. Benjamín, entonces aprendiz de periodista, de poeta y de novelista, era un benjamín de apenas 20 años; Alberti, para ese entonces, ya pasaba de los ochenta. No obstante, fueron amigos entrañables. Benjamín lo llevaba a todo lado, lo transportaba en su carro ciudad por ciudad, le organizaba encuentros con los grandes escritores, dramaturgos, actores y pintores de la época (además de poeta, Alberti era dramaturgo y pintor). Se distanciaron luego en gran parte por el trabajo del joven escritor, pero sigue siendo aun hoy imperecedero.
“A la sombra del ángel” muestra esa personalidad apabullante de Alberti, un rebelde, inquieto, rompedor de esquemas, que no podía dejar de sobresalir con su melena blanca y sus camisas hawaianas, pero sobre todo por el encanto de su persona y su poesía que él iba declamando por el mundo. Siempre irreductible con el enemigo (vivió largos años en el exilio) era sin embargo amoroso con sus amigos, incluso con aquellos camaradas suyos de la generación del 27 con el mediaban, además de amores, resquemores y hasta odios.
Su actividad más vistosa eran los recitales de poesía que repetía por todos los rincones de España a salas llenas. Estas actividades, además de reportarle algunas pesetas que él tanto necesitaba, le permitía un contacto directo con su pueblo, algo que a su espíritu extrovertido y a su consecuencia revolucionaria le era más necesario aun que las pesetas.
Hay en el libro de Prado momentos especialmente llamativos, no sé si mágicos. Cuento uno de ellos:
Como todos los grandes escritores de España, Alberti fue silenciado y ninguneado siempre. Fue el gran ausente de los premios, hasta que un día, ya por cansancio, le dieron el Cervantes. Antes de eso, en 1977, fue visitado por un enviado de la academia sueca quien le dijo que lo iban a proponer como ganador del Nobel conjuntamente con Vicente Aleixandre, el otro reconocido poeta, pero que para ello debía renunciar a la candidatura a diputado por el Partido Comunista. Alberti le respondió que nunca iba a traicionar a su partido. Entonces ese representante le hizo ver que si no dejaba ese puesto debía olvidarse del premio. El poeta no renunció a su puesto de candidato comunista y el Nobel se entregó a Aleixandre en solitario.
Fue viajando con Benjamín en el carro de este, cosa muy corriente, que un chofer borracho los chocó mientras hacían un alto. A Alberti el accidente le cambió la vida. Al chofer ebrio, le costó solo la suspensión de la licencia por dos semanas. Sus múltiples lesiones lo redujeron a una silla de ruedas y esa reducción de su movilidad lo hundió en un hoyo profundo que de una u otra forma lo condujo a la muerte.
Pero como Federico García Lorca, como Antonio Machado, como Miguel Hernández y como Pablo Neruda, Rafael sigue vivo. Perogrullada, sí, pero en este mundo de muerte y olvido hay que repetirlo siempre.
En total, se recibieron 70 novelas participantes en esta tercera convocatoria
La obra será publicada por la EUNED en el 2021 y se presentará en la próxima Feria Internacional del Libro de Costa Rica
El ganador fue dado a conocer el jueves en la Entrega Anual de Libros de la EUNED
El III Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas, convocado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia (EUNED) en el género novela, ya tiene ganador: «Principios nocturnos», de Jorge Méndez Limbrick.
El jurado calificador, compuesto por Karen Calvo Díaz y Carlos Morales Castro, destacadas personalidades del mundo cultural y literario de Costa Rica y la región, seleccionó la obra entre un grupo de 70 novelas participantes en la convocatoria 2020, un número importante a pesar de la pandemia generada por el COVID-19.
De acuerdo con el jurado calificador, nombrado por el Consejo Editorial de la EUNED, la obra ganadora presenta novedad temática en el contexto costarricense y reflexiona sobre temas universales como la fama y la muerte. En su dictamen agrega, además, que plantea preocupaciones propias de la posmodernidad.
Entre sus cualidades, el jurado destaca que la obra recurre a una serie de referencias intertextuales vastas y no localistas; construye un mundo ficcional basado en el discurso de lo fantástico; critica el mundo cultural y académico del país, y posee un estilo cuidado y ágil, junto a una buena técnica narrativa.
El ganador recibirá un premio de 2 500 dólares y la publicación por la EUNED durante el 2021. También, será presentada en la Feria Internacional del Libro del próximo año.
Debido a la calidad de las obras recibidas, este año el jurado recomendó dos obras “Mentiras veniales, pecados mortales”, de la autora Silvia Lorena Rodríguez Ruiz, y “Los recuerdos del burro Marín”, del autor Cristóbal Gerardo Montoya Marín.
Sobre el autor ganador 2020
Jorge Méndez Limbrick, autor de “Principios nocturnos”, nació en San José el 6 de noviembre de 1954. Es abogado y escritor costarricense de novela negra y policial.
Ha ganado el Premio Editorial Costa Rica y el certamen “UNA Palabra”, de la Universidad Nacional (UNA). Obtuvo, en el 2010, el Premio Nacional Aquileo J. Echeverría, en novela.
Fue colaborador de las antologías “Para no cansarlos con el cuento” (1989, Editorial Universidad de Costa Rica) y “La gruta y el arcoíris” (2008, Editorial Costa Rica).
En 2010, publicó “El laberinto del verdugo”, secuela de “Mariposas negras para un asesino”, que forma parte de una trilogía, cuya última obra está en producción.
Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas 2021
Para el próximo año, la EUNED convocará nuevamente el género de cuento. Según acuerdo del Consejo Editorial, presidido por la Dra. María Eugenia Bozzoli, las obras se recibirán del 15 de febrero al 30 de junio de 2021, aunque la fecha límite está sujeta a las condiciones de emergencia nacional y podría ser cambiada por la editorial, según su conveniencia.
Las obras participantes se deben enviar al correo electrónico: premio_narrativa@uned.ac.cr. Puede leer las bases completas del Premio 2021 aquí.
Es importante tomar en cuenta que el Consejo Editorial no recibirá, para dictamen, obras del género que esté vigente para el Premio Nacional de Narrativa Alberto Cañas; es decir, no recibirá cuentos fuera de concurso en el 2021.
Premio Nacional de Literatura Aquileo J. Echeverría reconoce el valor de Mercurio en Primavera, una novela que sacude los cimientos de la sociedad costarricense
Atraído por el erotismo, la sexualidad y por un afán de retratar el mundo cotidiano, el joven Byron Salas escribió una obra que sacude los cimientos de la sociedad costarricense conservadora y hoy le ha hecho merecedor del Premio Nacional de Cultura Premio Aquileo J. Echeverría 2017 en la categoría de Novela.
En su obra Mercurio en Primavera, situada en su pueblo natal de Atenas, aborda el tema de la homosexualidad y del incesto entre dos hermanos, la figura de la viuda que no acaba su vida sexual cuando su marido desaparece, y la figura de una madre que está en una constante lucha contra la monstruosidad de sus hijos.
«Lo único que he tratado de mantener en todo lo que escribo y que está muy presente en Mercurio en Primavera, es la cuestión del erotismo y la sexualidad, porque de pronto yo quisiera describir un mundo donde todo tienda al erotismo, pero no de una manera tan genitalizada como uno está acostumbrado a verlo», asegura el autor.
El joven de 24 años, Byron Salas, oriundo de Atenas y estudiante de la carrera de Filosofía de la Universidad de Costa Rica (UCR) también cursó parte de la carerra de Filología Española y actualmente trabaja en la Librería Andante. – foto Anel Kenjekeeva, UCR.
El escritor y estudiante de Filosofía de la Universidad de Costa Rica (UCR) explica que aún sin proponérselo, el libro tiene un fuerte contenido político porque toca estos temas tabú que siempre han estado presentes en el lugar donde creció. También es un libro que puede leerse como un manifiesto para la visualización de minorías.
Así lo consideró el jurado de los premios nacionales al destacar que, «tan valiente como rotunda, la obra adentra en una temática de enorme significación social que hasta el presente ha sido poco explorada por la narrativa costarricense: la opresión, escarnio -y exclusión, en definitiva- de la diversidad sexual, ante la inequidad de género y los tabúes del patriarcado y la religiosidad predominantes en el país».
Byron asegura que el premio le empuja a ir un paso más allá en la técnica literaria y dinamitar por completo la forma de novela que todavía tiene este libro. El camino a seguir para él, será volver al gesto de las vanguardias del siglo pasado para hacer literatura desde su propio frente dialogando con las autoras neobarrocas que admira.
«Pienso en el mundo de Marosa di Giorgio que es uruguaya y en el mundo de Marosa las plantas tienen su sexo, los insectos, los animales y esto se relaciona con niñas, con mujeres, con hombres, es un mundo que está en una conexión enorme que se expande siempre, y yo creo que es algo así lo que me gustaría hacer, situarme en ese tipo de literatura que sea casi un cuento fantástico que nunca acaba», comentó Byron Salas. – foto Anel Kenjekeeva, UCR.
Para hacer literatura el joven escritor se inspira en multiples fuentes bibliográficas, especialmente de la literatura neobarroca de autoras latinoamericanas como Clarisse Lispector, Marosa di Giorgio, Armonía Somers, Blanca Varela, Silvina Ocampo y Elena Garro, que a su juicio crearon literatura superior a los autores masculinos de su tiempo.
Además, el estudio de la filosofía es uno de sus principales aliados para la creación literaria, ya que la filosofía se hace las preguntas fundamentales que también la literatura aborda. «Hacer literatura es hacer filosofía y viceversa», asegura el filósofo y escritor quien además es un ávido lector.
Los Premios Nacionales de Cultura 2017 fueron anunciados el 31 de enero y la ceremonia de entrega se realizará el 23 de abril de 2018, en el Teatro Nacional de Costa Rica.
Mercurio en Primavera es la ópera prima de Byron Salas, calificada por la crítica como una prosa exquisita. La obra fue publicada en marzo del 2017 por la Editorial Lanzallamas y está a la venta en la Librería Andante en San Pedro, Montes de Oca, y en Libros Duluoz en San José centro. – foto Anel Kenjekeeva, UCR.
“LA RUTA DE LOS HÉROES” es el título de la nueva producción
La presentación se realizará el miércoles 5 de octubre a las 7 y 30 pm en Casa Cultural Amón del TEC en San José
La editorial BBB Producciones amplía su colección con un nuevo libro. Se trata de la novela La Ruta de los Héroes, del escritor costarricense Adriano Corrales Arias.
¿Por qué “La ruta de los héroes”?
Según afirma el autor, Adriano Corrales Arias, La ruta de los Héroes es una novela que trabaja con material histórico pero no es histórica: “Es una novela que se pone en escenas dobles o paralelas: por una parte están los hechos de 1856-1857, especialmente los de la segunda campaña, la toma de la Vía del Tránsito o el río San Juan para cortar el avituallamiento de los filibusteros; y por el otro una historia que transcurre en la actualidad”.
“Es una novela de ruptura pues tiene partes críticas bastante fuertes, escenas un tanto bizarras diría. Sin embargo, es una narración múltiple que, de variadas maneras, intenta atrapar la complejidad sociocultural y política de Costa Rica. Es una suerte de contraespejo donde nos miramos a partir de la tensión entre historia oficial y otras historias, y entre historias individuales y colectivas”.
¿Cuál es la motivación para escribir una novela de esta tesitura?
“La apuesta es poner en escena la historia, mejor dicho, las historias, pero desde una perspectiva contemporánea, como contrapunto para tratar de comprender lo que nos acontece ahora y lo que podría sucedernos en un futuro virtual inmediato. Y dialogar con otros textos, autores y personajes para aportar un grano de arena al amplio y robusto campo literario del país y a la crisis generalizada que se respira.”
¿Y está satisfecho con la narración?
“Uno nunca queda satisfecho como autor, aunque sí en términos de trasladar preocupaciones, dilemas, fantasmas y otras sensaciones a una narración, un poco para exorcizarnos. No obstante, pervive cierta inseguridad en tanto no se sabe si logramos realizar lo planteado o proyectado. Pero eso, pienso, le corresponde a los lectores, quienes sabrán valorar si la novela los interpela y los invita a participar como un cómplice más. Bueno, al menos eso espera uno: que los posibles lectores se interesen y participen de una u otra manera.”
Trayectoria
Adriano de San Martin (Corrales Arias; San Carlos, Costa Rica, 1958) realizó estudios de Artes Dramáticas en San Petersburgo, Rusia y posee un Doctorado Interdisciplinario en Letras y Artes de la América Central por la Universidad Nacional (UNA). Labora como profesor, investigador y extensionista en el Centro Académico de San José del Instituto Tecnológico de Costa Rica, donde dirige los programas y proyectos Miércoles de Poesía y el Encuentro Internacional de Escritores.
Ha publicado: Tranvía Negro (Poesía, Ediciones Alambique, San José, 1995; Ediciones Perro Azul, San José, 1999); Los ojos del Antifaz (Novela, Ediciones Perro Azul, San José, 1999; Ediciones Piel de Leopardo, Buenos Aires, Argentina, 2001; EUNED, San José, 2007); La suerte del Andariego (Poesía, Ediciones Perro Azul, San José, 1999); Hacha Encendida (Ediciones El Pez Soluble, Caracas, Venezuela, 2000; Editorial Arboleda, 2008); Profesión u Oficio (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2002); Caza del Poeta (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2004); El jabalí de la media luna (Cuento, Ediciones Arboleda, San José, 2005; Ediciones URUK – ampliado – 2013); Balalaika en clave de son (Novela, Editorial Costa Rica, San José, 2006); Kabanga (Poesía, Ediciones Arboleda, 2008); San José varia (Poesía, Ediciones Arboleda, 2010); Samsara (Poesía, Producciones BBB, 2011); San Lucas, Ciudad Quesada 2011y otros poemas (Producciones BBB, 2011); Cartas (Poesía, Producciones BBB, 2013) y Todo tiempo futuro (Poesía, Producciones BBB, 2014). Como compilador ha publicado Poesía de fin de siglo. Antología de poesía nicaragüense y costarricense (Ediciones Perro Azul, San José, 2000); Sostener la palabra. Antología de poesía costarricense contemporánea (Ediciones Arboleda-Casa Cultural Amón, 2007) y Narrativa masculina costarricense (Letra Negra, Guatemala, 2011). También los libros de ensayo Teatro, comunidad, liberación e interculturalidad (Ediciones Arboleda, 2011); Cuaderno de Notas (Producciones BBB, 2012) y Hacia la pluriversidad. Ensayos de un universitario (Editorial Tecnológica, 2016).
Ha participado en múltiples festivales y encuentros de escritores nacionales e internacionales, entre ellos los Festivales Internacionales de Poesía de Medellín y Bogotá en Colombia, el Festival Internacional de poesía de Granada, en Nicaragua, el Festival Internacional de Poesía de El Salvador, el Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico, la Feria del Libro en República Dominicana, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, y el Encuentro Iberoamericano de Poetas de Salamanca, España, entre otros. Ha sido antologado en España y Centroamérica y traducido al inglés y al italiano. También escribe teatro y colabora con varias publicaciones nacionales y latinoamericanas.
La presentación
“LA RUTA DE LOS HÉROES” se presentará en la Casa Cultural Amón del TEC en San José (250 norte del hotel Aurola Holiday Inn; calle 5 entre avenidas 9 y 11, San José) el miércoles 5 de octubre del presente año a las 7:30 pm. La entrada es gratuita y allí se podrá conseguir el libro a un costo de 10.000 colones ($20.00). Las personas interesadas también podrán adquirir otras obras del autor esa misma noche.
Síntesis Informativa
Evento: Adriano Corrales Arias presenta su nueva novela “LA RUTA DE LOS HÉROES”.
Dónde y cuándo: Casa Cultural Amón, miércoles 5 de octubre, 7:30 pm.
Entrada: Gratuita
Precio del libro: 10.000 colones
Más información: Casa Cultural Amón, Tels (506) 2550-9447; 2550 9079. ccamon@gmail.com
Enviado a SURCOS Digital por Adriano Corrales Arias.
Con el objetivo de revivir a los personajes que protagonizaron la Campaña de 1856-1857, es que el escritor y periodista Óscar Núñez estrena su nueva novela “La guerra prometida”, una historia sobre el triunfo de la dignidad.
La historia se basa en la intriga política, amor y guerra que reflejan un momento determinante para la historia de Centroamérica.
La presentación se llevará a cabo este jueves 19 de febrero a las 7:00 p.m. en el Instituto de México, Barrio “Los Yoses”, 250 mts al sur de la agencia Subarú.
Tras ofrecernos dos libros de relatos y una novela, recibidos con entusiasmo por los lectores y la crítica, Alfredo Aguilar nos entrega aquí su segunda novela, Porque me duele si me quedo, que mereciera el premio UNA Palabra en 2012. En estas páginas los lectores y lectoras asistirán al encuentro de dos soledades que, no obstante, consiguen reconocerse en la oscuridad. Una Ángela caída y un demonio encumbrado descubren progresivamente su humanidad –la propia y la del otro–, y juntos alumbran la llama temblorosa del amor… Un amor sin aspavientos, anclado en el presente y alejado de los clisés sociales sobre el tema. Aunque, pensándolo mejor, en esta narración diestramente hilvanada y rigurosamente realista, no hay rastro de ángeles ni demonios, sino solo seres humanos. Sin truculencias literarias, manteniéndose en todo momento fiel a sus personajes, Aguilar dibuja con precisión los caracteres principales y sus trayectorias vitales, paseándonos por diversos vericuetos sociales de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX. Esta novela se lee con agrado y nos deja, al concluirla, el inconfundible sabor de boca de una historia cierta o que, de no serlo, era necesario inventar…
Comentario de contraportada escrito por Rodrigo Soto.
Algunos datos del autor:
Alfredo Aguilar (1959) ha escrito Morir dos veces (cuento 1987), premio Joven Narrativa Centroamericana, Los gatos negros (cuento 2006), El amor es eterno mientras dura (novela 2008), premio Novela UNA Palabra 2007. Porque me duele si me quedo es su segunda novela.
El libro se encuentra a la venta en la librería de la UCR.