Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Las tomas eran elocuentes. Invitaban a la zozobra, la desconfianza, el rechazo. Un periodista de la sección de sucesos de un noticiero estelar seguía las huellas de quienes intentaban cruzar la frontera entre Nicaragua y Costa Rica para protegerse. Casi que al mismo tiempo que las autoridades fronterizas, intentaba atrapar él mismo con sus propias manos a quienes osaran cruzar a territorio costarricense y devolverlos hacia su país.
Eran tiempos de incertidumbre, de resguardo, de puertas adentro. La amenaza sobre el cuerpo blanco y sanitizado costarricense campeaba y una vez más era ubicada lejos de sus fronteras. En Nicaragua, el abordaje de las autoridades locales sobre la emergencia sanitaria no era el más adecuado y el manejo y la gestión de la información sobre la casuística, así como las medidas de prevención hacia la población, no garantizaban el cuido que por entonces sugerían las autoridades de salud global.
Eran las primeras semanas, los primeros meses desde que en marzo de 2020 se hubiera declarado por primera vez en décadas una pandemia de proporciones planetarias. Sus alcances, conforme avanzaban las horas, eran más amplios en términos de población afectada, territorios cubiertos e impactos a nivel social y económico.
La actitud del periodista costarricense, en realidad, reproducía lo que a nivel colectivo se experimentaba y se impulsaba como voz y prácticas sociales: había que endosarle a alguien, cual chivo expiatorio, la responsabilidad por el aumento de casos que a nivel local, y durante un largo periodo, había registrado una admirable estabilidad hacia la baja y el número de personas fallecidas se había mantenido en un mismo nivel durante semanas.
Todo cambió al registrarse una de las primeras olas pandémicas, denominadas así por las autoridades de salud pública del país. Entonces vinieron las medidas restrictivas y junto con ellas, el aumento de las percepciones colectivas sobre el cuerpo extranjero “que había venido a enfermar al nacional”.
Desde dentro, las familias nicaragüenses residentes o no, conformadas muchas de ellas con un carácter binacional, experimentaron uno de los periodos de discriminación y xenofobia que se recuerden a nivel contemporáneo, quizá solamente anticipado por una odiosa marcha nacionalista convocada en agosto de 2018 en la ciudad capital y que terminó con varias personas detenidas, armas de fabricación casera incautadas y una reacción de descontento de parte de varias personas sobre ese hecho, que indicaba una creciente construcción de discriminación en contra de dichas poblaciones.
Eran tiempos donde el miedo se acrecentaba y las estrategias de invisibilización, mimetización e integración se manifestaban como formas obligadas de contender el rechazo que circundaba en medios de comunicación, espacios públicos y redes sociales.
De sobre la forma en la cual las familias extranjeras, particularmente nicaragüenses vivieron este periodo en la sociedad costarricense, sus preocupaciones, sus afectos, anhelos y esperanzas, habla la novela Polen en el Viento, publicada el mismo 2020 por Uruk Editores, escrita por Rafael Cuevas, escritor y académico guatemalteco radicado hace ya varios años en Costa Rica.
Con una secuencia donde las subjetividades de los distintos personajes desarrollan la historia familiar de migración, inserción, acoplamiento social y laboral en la sociedad costarricense, la trama desarrolla como eje narrativo, los distintos momentos de construcción de la diferencia, el miedo como director de orquesta (al decir del poeta costarricense Ricardo Marín) y los desenlaces que seguramente experimentaron en realidad cientos de personas extranjeras en el país durante aquel periodo.
Uno de los principales argumentos esbozados por Cuevas es el del peso de la institucionalidad al momento de visibilizar con datos a la población extranjera. Algunas veces, muchas veces, por omisión e invisibilización a propósito; algunas veces, muchas veces, porque el peso de la exageración determina percepciones y acciones de política pública, como aquella infeliz directriz en los tempranos días de pandemia que obligaba a las personas extranjeras indocumentadas a recibir atención médica, acompañada de elementos de seguridad.
Es enero de 2023 y es una época de transición hacia lo que ciertamente podría denominarse “nueva normalidad”. Con una preocupante carga de casos en aumento por nuevos brotes, situación que seguramente permanecerá por años, continúa latente el registro, el sedimento del chivo expiatorio en la opinión pública costarricense. Por ello, novelas como la de Rafael Cuevas deben ser consultadas permanentemente como ejercicio de construcción de la memoria colectiva de este momento de la historia, para que la discriminación y la barbarie de creer que la blancura de la población nacional es señal de superioridad biológica y social, sea desterrada para siempre.
Deseo dedicar este breve espacio a puntualizar algunos de los principales dilemas éticos y políticos que se presentan de cara a las recientes estrategias de “reactivación económica” y de “retorno a la normalidad pre-covid”, en particular el “turismo de vacunas” y el “pasaporte de vacuna”.
La idea del establecimiento de un pasaporte de vacunas (Certificado Verde Digital de Vacunación o CVD) surgió como una propuesta de los países miembros de la Unión Europea (UE)[1] a inicios de este año, previo a la temporada de verano en dicha región, como una forma de garantizar que las personas ciudadanas de la UE y sus familias puedan viajar con seguridad y el mínimo de restricciones[2]. El mismo ya fue aprobado por la Comisión Europea y se encuentra en proceso de trámite legislativo, y de la puesta en marcha de un mecanismo informático para que sea posible su emisión y lectura en todos los países de la UE antes de entrar en vigor en junio próximo.
Israel desde el pasado mes de febrero ha empezado a implementar el Green Pass, un documento que se puede descargar y llevar en el celular y que indica que la persona ya está inmunizada y puede acceder a distintos comercios y actividades[3]. En Estados Unidos se analizan 17 propuestas para la confección de su propio pasaporte, siendo que el estado de Nueva York ya cuenta con el suyo (Excelsior Pass)[4] desde el pasado mes de marzo, y es utilizado para poder acceder a eventos en establecimientos de gran capacidad como estadios o conciertos. Fue desarrollado en conjunto con IBM y combina una aplicación de billetera de Smartphone con un escáner de códigos QR[5].
Costa Rica por su parte, analiza la posibilidad de desarrollar un pasaporte sanitario en esta misma línea, propuesta que se discutió en el marco de una reunión de la Federación de Cámaras de Turismo de Centroamérica[6]. Poco a poco se van incorporan más países en la discusión y en el establecimiento de dicha medida.
Igualmente, el turismo de vacunas se ha popularizado en lugares como Maldivas, Rusia, Serbia, Cuba, Alaska, Dubái y Estados Unidos[7], que ofrecen la posibilidad de vacunarse y vacacionar al mismo tiempo. Para el caso de Costa Rica, Estados Unidos se ha convertido en el principal destino de la “vacunación flexible”, ya más de mil costarricenses han comprado paquetes de viaje que van desde los $800 a los $1.200 y cubren hospedaje, cita y traslado, entre otros. Se estima, que mediante los operadores de viaje saldrán entre 5 mil y 10 mil costarricense más en los próximos meses[8].
Pero ¿Cuáles son los dilemas éticos y políticos que estas dos estrategias plantean? Acá, algunas breves reflexiones al respecto:
El turismo de salud o el turismo médico, no es un fenómeno nuevo, es una actividad altamente lucrativa en la que Costa Rica se posiciona como destino, y que para el año 2017 se estimó una ganancia aproximada de $437 millones[9], orientada mayormente al sector privado de la salud. Esta práctica es a su vez la manifestación de las desigualdades en el acceso al derecho fundamental de la salud, y por ende al resguardo de la vida, en donde quienes cuentan con los recursos económicos pueden acceder a ella más allá de las fronteras nacionales. Esta lógica de monetización de la salud refuerza barreras de exclusión hacia poblaciones históricamente relegadas del acceso a servicios básicos y de atención primaria, así como al tratamiento de enfermedades crónicas y demás padecimientos. Situación que vimos agravada con las primeras fases de la pandemia en donde en países como Estados Unidos la mortalidad de personas afroestadounidenses y migrantes (particularmente hispanas) en estados como Nueva York representaron hasta el 35% de los fallecimientos debido entre otros aspectos, al nulo acceso a los servicios de salud.
Esta privatización del acceso a la salud, en el contexto de la pandemia, plantea una discusión ética sobre el acceso global a los mecanismos de inmunización, que resulten eficaces y de calidad. No se trata ya sólo de preguntar quiénes tienen acceso a la vacuna, sino además a cuál vacuna tienen acceso y quiénes. El tema de la eficacia no es cosa menor, ya que en las 9 vacunas (Pfizer-BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Jonhson&Jonhson, Sputnik V, CoronaVac-Sinovac, Novavax, Sinopharm, Cansino Biologics) listas o en fase de ensayo clínico existe una variación de efectividad del 66% al 91%. Así por ejemplo en la UE, y para efectos del CVD las vacunas rusas y chinas no son aceptadas como mecanismo eficaces de inmunización, por lo que las personas que hayan accedido a ellas aún deberán cumplir con la cuarentena obligatoria [10].
La situación se complejiza aún más si analizamos la distribución de las vacunas a nivel global, en donde lo que domina es una distribución desigual de las vacunas entre países pobres y ricos, ya que estos últimos acaparan el 99% de las dosis[11], muchas de ellas compradas previo al inicio de su producción. En este sentido, el Ministerio de Salud de Costa Rica ha indicado que el país ha hecho 21 intentos por adquirir nuevas dosis de la vacuna con diferentes farmacéuticas, y que muchas han señalado tener toda su producción comprometida hasta el 2022[12]. Situación que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado como un “fracaso moral catastrófico” [13].
Frente a este panorama diversos sectores han planteado la necesidad de establecer al menos dos acciones puntuales: 1. La creación de un fondo solidario de vacunas efectivo para el acceso de las regiones, países y poblaciones más vulnerables (en este sentido COVAX no ha logrado cumplir su cometido, particularmente debido a la falta de voluntad política y económica de farmacéuticas y de países ricos), y 2. La liberación de las patentes de las vacunas, que posibilite una mayor producción de las mismas (proceso que ha sido entorpecido por las mismas razones que en la acción 1).
Nos encontramos de esta forma frente a una lógica perversa y necropolítica, en donde por un lado sabemos que el acceso a la vacuna es limitado y desigual, pero a su vez es posible ir a comprar “los excesos” o “reservas” de vacunas a los países que las han acaparado, e independientemente de si esas “reservas” existen debido a la negativa o falta de confianza de algunos sectores de la población para vacunarse[14], el problema de fondo continua siendo que indiscutiblemente, en esos mismos países, existen importantes sectores de la población que no han sido contemplados en los esquemas de inmunización, tal es el caso de las personas migrantes irregulares. Los datos sobre la vacunación de este tipo de poblaciones son difíciles de rastrear. De modo que nos enfrentamos a la paradoja de la escasez para unos y de los “excesos” para otros sectores de la sociedad.
Nos encontramos de esta forma frente a una polarización social de larga data, “nosotros los turistas” y “los otros los migrantes”. No de casualidad las fronteras que han sido abiertas en mayor medida son las aéreas. Contradictoriamente, el virus alcanzó su condición de pandemia gracias a los vuelos de turismo internacional. Este tipo de situación ha significado un recrudecimiento de prácticas y discursos discriminatorios, xenofóbicos y excluyentes, ya no solo son migrantes sino además migrantes enfermos. Recordemos, por ejemplo, la donación de vacunas del gobierno de Joe Biden a México, como parte de un acuerdo[15] para frenar la migración en la frontera sur de los Estados Unidos.
Esta polarización nos habla también de quiénes son “aptos” para la inmunización y quiénes no, y más aún quiénes tiene posibilidad de retomar su vida de movilidad y sociabilidad pre-pandémica y quiénes deberán continuar relegados al confinamiento, y ahora a adicionales formas de exclusión.
Finalmente, dos elementos poco discutidos dentro de esta lógica de habilitación del turismo vía pasaporte de vacuna, tienen que ver con: 1. El control de la información y las ganancias de las empresas que desarrollen las plataformas para el funcionamiento de los pasaportes, Cambridge Analytica, Facebook y sus plataformas asociadas son un breve recordatorio, y 2. La necesidad de estudiar las posibles implicaciones de delegar en los sistemas sanitarios, farmacéuticas y empresas privadas una suerte del control de las movilidades de las personas en la vida cotidiana y en el traslado internacional.
[1] Se busca incluir en dicha propuesta a países como Noruega, Islandia y Suiza, países que no se encuentran dentro de la UE.
Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso (Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social).
Álvaro Vega Sánchez, sociólogo.
No es que el papa Francisco tenga una visión pesimista de la realidad de nuestro mundo, es que la realidad no da pie para un optimismo exacerbado, como el que pregonan quienes avizoran una nueva “normalidad” post-pandémica, a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, el papa nos convoca, en su última Encíclica Fratelli Tutti, a la fraternidad universal y la amistad social, con la ilusión y la esperanza de que un proyecto de nueva humanidad, más solidario y justo, gane terreno en medio de las tendencias dominantes de la exclusión, la injusticia y la desigualdad.
Globalizar la fraternidad y la afectividad es el gran desafío, si queremos encarar con sentido de responsabilidad histórica los grandes problemas globales, como las pandemias, el cambio climático, las migraciones y las hambrunas, entre otros. Es la perspectiva del papa, al plantear el desafío en términos globales y locales: “La fraternidad universal y la amistad social dentro de cada sociedad son dos polos inseparables y coesenciales”.
En esta dirección, no podemos esperar mucho de una institucionalidad mundial, como la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ante situaciones como las que vive el mundo actual se han mostrado débiles y acaso apenas impulsando medidas paliativas. Sin duda, hace falta relanzar y fortalecer a estos y otros organismos con un claro mandato de contribuir a la tan necesaria gobernanza global, para la equidad y la salvación del planeta.
Requerimos, para ello, dar un salto cualitativo: reencontrarnos como hermandad universal. Es el llamado que hace el papa Francisco en la encíclica Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social. Estamos ante una de las encíclicas sociales más importantes que ha producido el magisterio social de la Iglesia Católica, pensada y escrita en el más elevado espíritu de diálogo ecuménico. Al respecto, cabe destacar que el papa inicia y cierra su encíclica recogiendo los aportes de su diálogo con el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb. Asimismo, reconoce explícitamente haberse nutrido del pensamiento de líderes protestantes como el pastor bautista Martin Luther King, el obispo anglicano Desmond Tutu y el maestro del pacifismo activo Mahatma Mohandas Gandhi, entre muchos otros no católicos.
El reencuentro como humanidad planetaria pasa por la superación de las supremacías culturales, religiosas, raciales, etc., así como el cultivo de los buenos afectos: el abrazo inclusivo que propicie la paz y la convivencia digna y justa. “Qué bonito sería, dice el papa Francisco, que a medida que descubramos nuevos planetas lejanos, volviéramos a descubrir la necesidad del hermano y de la hermana alrededor de mí”. Se trata de reconocernos unos a otros como implicados en un destino común. Más aún, afirmarnos unos a otros en lo que somos e incluso podemos llegar a ser, que es lo que distingue a una sociedad como verdaderamente humana, según Martin Buber.
Haciendo alusión al momento doloroso que vivimos, nos convoca al aprendizaje compartido: “Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado. Si no logramos recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y de solidaridad, a la cual destinar tiempo, esfuerzo y bienes, la ilusión global que nos engaña se caerá ruinosamente y dejará a muchos a merced de la náusea y el vacío”.
El papa lo ha expresado con meridiana claridad, se trata de “recuperar la pasión compartida por una comunidad de pertenencia y solidaridad…”, es decir, apostar sin dilaciones a construir por todos los medios un modelo de globalización desde y para la fraternidad y la afectividad. Solo así, abriremos horizontes esperanzadores para la preservación y continuidad de la vida en la Tierra. Sí, hay viabilidad para la humanidad como especie, toda vez que reorientemos nuestros esfuerzos al cultivo de esa dimensión emocional, pasional y afectiva que la racionalidad instrumental moderna ha pretendido clausurar.
Pensar y construir una nueva humanidad para la convivencia planetaria digna y justa será posible cuando nos hayamos reencontrado con nuestra realidad profunda de seres corporalmente diversos y sensibles y con vocación para la hermandad, es decir, el amor solidario y generoso.
Resulta paradójico el intento de descifrar una «nueva normalidad» que no es nueva ni normal. ¿Y cuál era la vieja normalidad? ¿Se trata de una palabreja más que pretende decir mucho y no dice nada? ¿Disimula acaso que la realidad de los más ricos nada tiene que ver con la de los más pobres? ¿Cambiará eso? Claro que no. En ese sentido, la «normalidad» anterior al Covid-19, a juzgar por la mayoría, refiere a una sociedad anómala, cada vez más inequitativa, injusta e insostenible.[1] En realidad, no se sabe en qué consiste la «nueva» normalidad, ni siquiera está claro cuándo terminará esta primera pandemia global. Aún así conviene buscar un hilo de luz utópica entre sus distópicas y despóticas posibilidades.
El rostro recortado
La mascarilla, el escudo facial, el pañuelo o la bufanda, cubren el rostro de cada vez más personas en la calle, como ya se estaba volviendo hábito en los países del sudeste asiático. Agréguese anteojos oscuros y un sombrero para obtener un disfraz parapandémico. Parecen implementos necesarios, aunque no sea seguro cuánto contribuyen a mitigar el contagio, pues suponen buenas prácticas que son poco conocidas. No obstante, la máscara se está convirtiendo en símbolo de «responsabilidad individual», sobre todo para una política pública fallida que pretende lavarse las manos.
Esa desaparición progresiva del rostro, siguiendo una intuición de Emmanuel Levinas (1906-1995) podría significar también el debilitamiento de la resistencia. Con su rostro tapado el otro obedece, arrebatándole su atuendo a los anarquistas, para quienes representaba rebeldía. El otro es ahora un peligro invisible e impredecible y sirve de pretexto para que los algoritmos y los modelos probabilísticos tomen la escena dictando los cursos de acción, como antes ya lo hacían las aplicaciones georeferenciadas. Hay que ver, por ejemplo, cómo tratan hoy las aerolíneas a sus clientes a través de los dispositivos móviles; cuidando su quebrantada rentabilidad, atrasan sus vuelos, cambian itinerarios y paradas a última hora, no devuelven el dinero de viajes truncados y no aceptan aplicarlos a otros. ¿Y el usuario? Bien, gracias, enmascarado y calladito sigue instrucciones en fila, a dos metros de distancia.
Un rostro en la arena
Eso calza con la borradura del sujeto, tan propio de la post modernidad. Adiós al actor social, suplantado en adelante por un agente anónimo, sin arraigo ni historia, accesorio de la máquina y esclavo del sistema. Su narrativa errática e incoherente oscila entre el individualismo rapaz y la anomia, rayanas ambas en lo absurdo, a penas compensado por un consumismo voraz que amenaza la vida de la Madre Tierra. Michel Foucault (1926-1984) había intuido, muchos años atrás, que algo extraño podía suceder, puesto que ya había sucedido antes:
El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento. Y quizá también su próximo fin. Si esas disposiciones desaparecieran tal como aparecieron, si, por cualquier acontecimiento cuya posibilidad podemos cuando mucho presentir, pero cuya forma y promesa no conocemos por ahora, oscilaran, como lo hizo, a fines del siglo XVIII el suelo del pensamiento clásico, entonces podría apostarse a que el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena.[2]
Una hipótesis radical
El recorte del rostro propio y ajeno, su desvanecimiento masivo en el espacio urbano, tendrá impactos negativos sobre la subjetividad.[3] El otro se puede ir volviendo cada vez más abstracto, mirado de reojo por quien lo desconoce y le considera portador de la peste. El odio que destilan las redes sociales también indica ese vaciamiento de la humanidad del otro, al que se juzga in absentia, antojadizamente. ¿Será la venganza del «hombre masa» denunciado antaño por José Ortega y Gasset (1983-1955)?
Estamos ante el triunfo del hemisferio izquierdo del cerebro cuya hegemonía progresiva, propiciada por la modernidad, podría ser la fuente, según MacGilchrits, del incremento de enfermedades mentales como esquizofrenia y autismo.[4] Las habilidades sociales dependen más bien de las facultades propias del hemisferio derecho. La comunicación, por ejemplo, depende mucho más de gesto y tono que de los mismos significantes que, no obstante, los transforma en signos. Aprendemos a ser humanos mirando el rostro de los cuidadores, verificamos los significados observando sus expresiones faciales. Basta notar que la risa es el feedback del sentido, tal como lo evidencian las bromas. Pero en pandemia la sonrisa queda confinada y, concomitantemente, el malhumor aflora y la violencia abunda.
La «nueva normalidad» implica una comunicación reducida a significantes, con un impacto negativo sobre empatía y confianza, pues las máscaras nos aproximan más al robot que al animal, al programa más que al espíritu. Una comunicación empobrecida solo puede ser heraldo de una humanidad más pobre, en medio de su abundancia material. Peor aún, tras la mascarilla cuesta más hacerse oír y hacerse entender. Por lo demás, se le aconseja limitar su parloteo. Por ese camino, la persona quedará reducida al personaje abstracto del mercado, a vendedor o comprador, obsesionado con el cálculo de utilidades y atado al «lenguaje de las mercancías».[5] Puesto que el autoservicio tenderá a imponerse, ya no podrá hablar ni con los cajeros que también están siendo sustituidos por máquinas. De por sí que, como McGilchrits observa, el lenguaje sirve más para controlar que para comunicar.
De lo presencial a lo virtual
El gran cambio que empuja la pandemia, consecuencia del enfoque que la OMS le ha imprimido, consiste en partir la realidad en dos. Esta resulta ser ahora bimodal, es decir, virtual y presencial. El mismo Coronavirus es más virtual que presencial, aunque sus efectos mortíferos sean tan reales como miles de cadáveres incinerados. Hasta hace poco la virtualidad era opcional y buena parte de la ciudadanía seguía ajena a las computadoras. En cambio, el uso de Internet durante esta crisis sanitaria ha aumentado, en promedio, alrededor de un 35%. El face to face disminuye mientras el screen to screen aumenta aceleradamente, cambio enorme que parece insignificante -nada más promisorio para una innovación.
El teletrabajo y el teleaprendizaje enfrentaban prejuicios hasta en altas esferas académicas. Se había avanzado lentamente con reglamentos y protocolos.[6] Ahora se han convertido en modalidades indispensables por lo que medio mundo ha corrido a ponerse al día. En correspondencia, la brecha digital también ha quedado evidenciada y requiere ser cerrada cuanto antes. La «normalidad» que viene emergiendo implica, entonces, una digitalización y bancarización universales, escenario que iba a tardar mucho más.
Una realidad virtual generalizada lo cambia todo. El capitalismo se volverá cada vez más automático, también más explotador, puesto que la computadora absorbe más tiempo que nada. A la vez será más volátil, más explosivo. Se puede vaticinar que sus crisis sistémicas serán cada vez más agudas y devastadoras. El teletrabajo aísla más o menos a la fuerza de trabajo, como la máscara al virus; así que puede aumentar su flexibilización y atomización.
Sin embargo, también aumenta la conectividad virtual entre las personas, ya que el problema no está en el instrumento sino en el modo de usarlo. Esa tecnología también abre la posibilidad de un trabajo más colaborativo, más crítico y creativo, al conectar un cerebro con otros. Lo importante será aceptar que ella implica cambiar la estructura y dinámica de la organización, la tribu y el grupo, pues la cuestión seguirá siendo política: ¿cómo usar esta tecnología en red, para qué y al servicio de quién?[7]¿Servirá a la democracia cognitiva o a la manipulación mediática?
Entre el espanto y la ternura
El manejo de la pandemia la ha convertido, como toda crisis, en un acelerador del cambio. ¿Cuál cambio? Quienes promueven la nueva normalidad celebran el retorno a lo mismo con gente más desconfiada, sometida e inmovilizada. Al decir de Franz Hinkelammert: «Cuando hoy se produce el infierno para la mayoría de la humanidad, hay otros que creen vivir en el cielo.» Sin embargo, al final todo dependerá de una conciencia social que escuche o no el llamado de supervivencia; el mandato de la vida que desemboca en el grito del sujeto. Premonitoriamente Hinkelammert alertaba sobre eso:
Se dice que en la Edad Media, y precisamente en el siglo XIV – después del estallido de la gran peste-, hubo fiestas en las cuales se bailaba hasta que el último estuviera arrasado por la muerte. Toda nuestra sociedad está bailando este baile. Hace falta interrumpirlo por lo menos un momento, para reflexionar, y ver si no es mejor enfrentar la peste para detenerla, en vez de seguir con este baile de muerte.[8]
El avance tecnológico debe usarse para las mejores causas, más allá del enriquecimiento insaciable del 1% de la población. Pero, esa tecnología también puede ser fría y alienante, así que habrá que seguir defendiendo después cada abrazo, tanto como nuestro indispensable lazo con la trama de la vida.[9] De cierto modo, la humanidad seguirá viviendo, de aquí en adelante, al filo del abismo, «entre el espanto y la ternura».[10]
[1] El capitalismo salvaje deviene capitalismo suicida, será cuestión de tiempo, pues un crecimiento infinito en un planeta finito es sencillamente imposible, como insistía José Luis Sampedro (1917-2013).
[2] Foucault, M (1968) Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias sociales. Buenos Aires: Siglo XXI, p. 375.
[3] El concepto de «normalidad» ha sido cuestionado por casi toda psicología. En realidad, no soporta ni la primera pregunta: ¿qué diablos significa ser normal?
[4] MacGilchrist, I (2009) The Master and his Emissary. The divided brain and the making of the Western World. New expanded edition. New Haven and London: Yale University Press, chapter 12. Kindle, Loc 10255.
[5] Mencionado por Karl Marx (1818-1883) para aludir a la realidad fetichista del intercambio. Marx, K.(1980) El Capital. Crítica de la Economía Política. T I, V 1. México: Siglo XXI. 9ª, p. 63.
[6] En el 2019 se aprobó la Ley 9738 que regula el teletrabajo en Costa Rica, cuando ya lo hacían bajo esa modalidad unas 12,000 personas.
[7] No se consideran aquí los impactos sobre las comunidades rurales, donde todo lo dicho debe ser repensado pues posiblemente serán de los últimos bastiones de la resistencia contra la robotización del ser humano, amén de que garantizan la producción de alimentos y otros servicios ecosistémicos. Sobre sus realidades viene reflexionando para Surcos, entre otros, German Masís.
[8] Hinkelammert, F.J. (1998) El grito del sujeto. Del teatro-mundo del Evangelio de Juan al perro-mundo de la Globalización. San José: Editorial DEI, p.8.
[9] Hay una vislumbre esperanzadora en ElPaís.cr, del 3 de septiembre del 2020: Rafael Arias, «Bioeconomía: eje de la transformación productiva con equidad social y sostenibilidad ambiental».
[10] Según el dilema que plantea una canción de Silvio Rodríguez.
Investigadores de la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional de Costa Rica, presentan los 4 posibles escenarios post pandemia
El pasado martes 11 de agosto del 2020 la Escuela de Planificación y Promoción Social (EPPS) realizó una conferencia de prensa para presentar los resultados de la investigación “Escenarios Costa Rica: Hacia la Nueva Normalidad”.
Esta actividad con presencia de periodistas de diversos medios de comunicación estuvo a cargo del académico de la EPPS, Juan Carlos Mora, quien explicó que el objetivo general del trabajo realizado durante 4 meses es: “crear un conjunto de escenarios plausibles sobre el marco de incertidumbre en el que deberá el país formular sus estrategias y tomar las decisiones para la recuperación y orientación hacia la senda de la igualdad social en el mediano, largo y muy largo plazo”.
El compromiso de la Universidad Pública
El Master Francisco González, rector de la Universidad Nacional dio apertura a la Conferencia de Prensa, comentando sobre el papel que cumple la universidad pública en nuestro país: “La educación pública universitaria tiene tres grandes tareas; la formación de profesionales para subsistir las necesidades del país de forma integral, la presencia a través de la extensión y la acción social, como elemento fundamental para transformar los entornos, y el aporte desde la investigación, tanto, en el ámbito científico como en el ámbito social”.
El Rector acotó que esta investigación hace un aporte importante para dejar de pensar solamente en el presente, sino también tomar en cuenta nuestro futuro, para tomar acciones que permitan construir una sociedad costarricense más igualitaria, ya que mediante esta reflexión se permite analizar que las decisiones tomadas en el presente traen repercusiones en el futuro.
Uno de los aspectos principales de esta conferencia fueron los cuatro posibles escenarios que podría presentar la Costa Rica del futuro y cuales tendencias están aportando a que se lleguen a cumplir los escenarios descubiertos.
El director de la EPPS, Ángel Ortega, manifestó que es importante entender que la creación de los escenarios no es una predicción de lo que va a suceder a futuro, sino, que son espacios que permiten visualizar lo que podría mantenerse a futuro, si se siguen tomando las mismas decisiones o realizando las mismas acciones: “ Para contextualizar el proceso investigativo que se llevó a cabo, es necesario tener en cuenta que desde el 2019, como unidad académica se tomó la decisión de plantear una línea estratégica, que brindaría un aporte a la construcción de estrategias y políticas públicas con el fin de alcanzar el futuro ideal para el 2040”.
¿En qué consistió el estudio?
Ortega, indicó que el estudio consistió en realizar una investigación aplicando la prospectiva; es decir el estudio del futuro para identificar los diferentes futuros posibles para la Costa Rica de la Nueva Normalidad. “Esta metodología de trabajo es hoy de mucha aplicación en el mundo, aunque para Costa Rica resulta ser un trabajo pionero; es el primero que se hace en el país”.
Según lo indicado por el equipo de investigación, en el estudio se parte de que el país vive una coyuntura de “excepcionalidad” en todos sus órdenes; y que, por lo tanto, muchas de las cosas que se vinieron haciendo ya no volverán a ser iguales en el futuro por dos razones: una porque las veníamos haciendo mal y la “pedagogía de la pandemia” nos ayudará a corregir; y la segunda porque las bases de algunas prácticas sociales, productivas y comerciales desaparecerán: “ En muchas cosas claramente no volveremos a ser los mismos”.
Este proceso también tuvo la característica de ser sumamente participativo, pues se tomó en cuenta la opinión de una gran variedad de sectores de la población, para conocer cuáles podrían ser los posibles aspectos con mayor alteración en la Nueva Normalidad investigada.
¿Cómo se hizo el estudio?
Para el Máster Juan Carlos Mora, el estudio se hizo combinando dos formas de investigación. Por un lado, se trabajó el análisis de las tendencias que venían dándose en el país, especialmente las que tenían que ver con el desarrollo humano, la igualdad social, la producción, la política distributiva del Estado, el cambio climático, el narcotráfico, las relaciones comerciales internacionales, entre otras. Por otro lado, se trabajó el análisis cualitativo con más de 200 personas (actores calificados, personas expertas y grupos sociales).
Con las personas expertas, actores y los grupos sociales, se construyó un modelo de trabajo orientado por la definición del país que queríamos ser al 2040, las principales cosas que debíamos cambiar en el presente para llegar a esa visión país y los factores que pondrían en riesgo ese tránsito al “país donde quiero vivir el resto de mi vida”.
¿Qué resultados se obtuvieron con el estudio?
Los resultados obtenidos fueron la construcción de cuatro escenarios de la Costa Rica para el año 2040, que se dividieron de la siguiente manera: un escenario apuesta, un escenario catastrófico, y dos escenarios alternos de alerta.
Estos escenarios se construyeron aplicando una metodología de reconocimiento mundial denominada “Los Ejes de Schwartz”. Para su aplicación se identificaron los dos motores que dinamizarán el futuro del país: Por un lado, un compromiso país por superar y llevar a parámetros éticos y aceptables la desigualdad social. Por otro lado, lograr la recuperación económica con un desarrollo empresarial renovado; es decir una economía verde y solidaria, innovadora y competitiva.
Para cada uno de estos dos grandes dinamizadores, se identificaron los factores de cambio; es decir sobre cuales variables debería trabajarse intensamente en el país, para lograr los niveles de igualdad social y producción esperados.
En la fase anterior, al determinarse las fuerzas y contrafuerzas, medidas con los indicadores el Producto Interno Bruto (recuperación económica), siendo esta la variable independiente y el coeficiente de Gini (igualdad/desigualdad social) como la variable dependiente, se pudo ubicar las hipótesis de los escenarios construidos.
Esta metodología logró determinar los factores de cambio como la condición de las personas (género, etnia, discapacidad…), el ingreso (empleo, seguro social…), la territorialidad (acceso, oportunidades y capacidades) y la conectividad (trabajo, educación e intercambio), como aquellos factores que tienen una alta dependencia al PIB y Gini, lo que demuestra que es de suma importancia que se mantengan el control y gobernabilidad sobre la evolución de ellos.
Es gracias al análisis del comportamiento del PIB y Gini que se logra determinar 64 escenarios, sin embargo, se exponen los 4 escenarios más posibles en los cuales Costa Rica se podría posicionar para el 2040:
Escenario catastrófico: Denominado el PAÍS DEL JUEGO O SUEÑO PERDIDO, en el cual Costa Rica se mantiene por la senda de una política distributiva errática, que propicia seguir con el aumento de la desigualdad social, sin lograr un crecimiento económico, ni conectividad universal, tampoco integración territorial, ni acceso a la tecnología, lo que nos lleva a la una educación desigual, alta contaminación ambiental, baja innovación y generación de valor agregado por parte del sector empresarial, brecha en ingresos, falta de estímulo al desarrollo del sector privado por altas cargas impositivas y un deterioro en los indicadores de desarrollo humano, igualdad y progreso social, así como competitividad. Según los investigadores, no estamos muy lejos de este escenario debido a las tendencias que ha tenido el país, y la pandemia, ha acelerado la llegada de este escenario.
Escenario alterno de peligro: Este escenario sería “EL PAÍS DE UNOS POCOS” pues no se logrará disminuir la desigualdad social, sin embargo, un sector económico será el que concentre la riqueza. Una mayor responsabilidad social, políticas públicas redistributivas incoherentes, disparidad territorial, mayor valor agregado, son algunas de las características que se determinan para este escenario. Se expone, que estamos cerca que este escenario por la concentración de ingresos que hay en la actualidad.
Escenario alterno en peligro: Este segundo escenario en peligro se denomina el “PAÍS QUE REPARTE LO QUE NO TIENE”, en donde se logra disminuir la desigualdad social mediante una política redistributiva efectiva, pero el crecimiento económico es negativos o muy bajo, que lleva el Estado a aumentar la deuda externa y la carga tributaria, que nos hará cada vez más dependientes. En este escenario se mejorará la calidad de la educación, habrá un mayor acceso a tecnología, pero presenta una baja integración de la globalización, entre otros aspectos. Este escenario también se considera que no está tan lejano, debido a la tendencia de endeudamiento y el populismo de derecha e izquierda en los líderes locales y países cercanos.
Escenario APUESTA: Se le llama el “PAÍS DONDE QUIERO VIVIR EL RESTO DE MI VIDA”, ya que se caracteriza por el aumento de la producción nacional, crecimiento positivo de la economía, con prácticas empresariales innovadoras y solidarias, generación de mayor valor agregado en armonía y resguardo del ambiente, sostenibilidad y la disminución de la desigualdad social, mediante una política redistributiva más efectiva. Aquí se verían fenómenos como la universalización de la conectividad, la diversificación productiva, alta integración a la globalización, la inclusión territorial, mejora en los indicadores de desarrollo humano, progreso e igualdad social, entre otros. Para los investigadores de la EPPS-UNA, este es el escenario más lejano a nuestra realidad, debido a que las decisiones y las tendencias que ha tenido el país son opuestas, para lograr posicionarse en este escenario.
El Máster Juan Carlos Mora, quien tuvo a cargo la coordinación de la investigación, explicó que, en términos de prospectiva, para determinar si un escenario tiene mucha probabilidad de que ocurra, deberá de tener mayor de un 30% de probabilidad.
El escenario APUESTA es decir “El país en donde quiero vivir el resto de mi vida” alcanzó un 42% de probabilidad, esto quiere decir, que este escenario se haría realidad en el futuro, si se toman decisiones en la actualidad que mejoren las condiciones a largo plazo.
Por otro lado, el escenario catastrófico presentó un 12% de probabilidad para materializarse, por lo que es necesario, tenerlo en cuenta y planificar para que cada vez sea menos probable que ocurra este escenario.
Las condiciones que se presentarán en el país post pandemia, es claro que afectarán a la economía del país y a la relación entre todos los sectores de la población con el Estado, debido a que en la actualidad existe una gran polarización ideológica de los sectores productivos y el Estado. Sin embargo, a pesar de esto, Mora añadió que la crisis socioeconómica provocada por el COVID-19, es mucho menos a la crisis ambiental que probablemente suceda, si no se toman las acciones necesarias. De ahí, que en la Conferencia de Prensa se dijo, que un claro ejemplo de esta crisis ambiental, la cual se ve reflejando en la actualidad, es la falta de agua, que se ha empezado a visualizar en algunas partes del país.
Además, se mencionó que el aumento de la pobreza y las desigualdades sociales, provocarán un aumento en la tendencia del narcotráfico en el país. Así como también, hay que tomar en cuenta que el posicionamiento en los escenarios alternos ya sea concentrar las riquezas en un sector reducido de la población o que se dé un aumento en la deuda interna y externa, generaría una gran descomposición social. Asimismo, la dinámica internacional también se verá afectada en un futuro, debido a las condiciones que se presentan en la actualidad por la pandemia, ya que las decisiones que tomen los países de los que dependemos para comercio o turismo nos afectarán en un futuro.
En cuanto a la visualización de líneas estratégicas para el país, se mencionó la necesidad de identificación de las posibles prioridades de política pública, las cuales tendrían que ser la educación, la economía y el ambiente, para que la orientación que adopte el país logre materializar el escenario deseado: “ Ante esta coyuntura, es clave lograr la planificación necesaria por parte de los diferentes actores sociales del país, para evitar que ciertos fenómenos perjudiquen la situación futura, o bien disminuir el impacto que puedan lograr estos” acotó Mora.
Al respecto, el académico (Mora Montero) a cargo de la investigación “Escenario Costa Rica 2040”, enfatizó que la solución a estos problemas que están presente en la actualidad no solo será la creación de políticas públicas, sino también, la aplicación de la solidaridad, el liderazgo, el compromiso y la disciplina de parte del gobierno, para lograr alcanzar el escenario APUESTA. Además, agregó que este es un tiempo de reivindicación necesaria para todos los ámbitos de la sociedad, ya que no sería ideal volver a los hábitos que se realizaban antes, tras un cambio de realidad tan drástico: “ El cambio de realidad tan drástico que tuvimos en este año, permitió demostrar que la desigualdad en nuestro país es abundante, por lo que con mucho más razón este tipo de estudios son fundamentales (Escenarios Costa Rica 2040) , para poder determinar cambios en las acciones, disciplinas, toma de decisiones, solidaridad, entre otros aspectos para mejorar la ruta hacia el futuro ideal”.
El Máster Francisco González Alvarado, Rector de la Universidad Nacional, recalcó la importancia de la universidad pública ante esta situación crítica: “Las Universidades Públicas deben señalar caminos, fomentar discusiones críticas y ofrecer posibilidades de respuesta mediante las investigaciones realizadas, por ello, este estudio e investigación sobre los Escenarios de Costa Rica al 2040, nos plantea, que es posible influir en el futuro cuando se logra reconocer los posibles escenarios que pueden ocurrir, y que las acciones que se realizan en el presente inmediato, se verán reflejadas en el futuro a mediano y largo plazo y así evitar la construcción del escenario catastrófico en nuestro país”.
El Rector, felicitó a la Escuela de Planificación y Promoción Social por el aporte al país y mostró su preocupación por el contexto que vive el Costa Rica en este momento: “Se deberá detener el deterioro que se ha venido realizando en los ámbitos sociales, ya que cada día se está viendo más perjudicada la población costarricense”.
El jerarca de la UNA indicó, que la educación al ser la promesa central para el progreso y la disminución de la desigualdad en nuestro país; debe ser de suma importancia que las entidades políticas prioricen la gestión de ésta, ya que ante esta coyuntura no se puede evadir esta necesidad. Por ello, le preocupa como educador, autoridad universitaria y ciudadano, las decisiones que se están tomando en el gobierno actualmente, las cuales podrían incrementar la desigualdad social, al generar disposiciones que no sean las más equitativas y adecuadas a la realidad y necesidad de la población.
La Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional, mediante esta investigación, se presenta como una brújula para los gobiernos y tomadores de decisiones, que les permite reflexionar sobre que decisiones de política se deben tomar y cuál sería el impacto de estas, en términos de hacia cual escenario estamos llevando la nave (país).
La visión de los cuatro escenarios ayuda a los tomadores de decisiones a definir el tipo de medidas que se pueden tomar en lo político, lo económico, lo social, lo tecnológico, lo ambiental, lo institucional y lo cultural; con una mayor certeza de que las decisiones que se tomen no tendrán un efecto negativo en el largo plazo; en otras palabras, ayuda en la gestión de la incertidumbre y fomentar el cambio significativo.
El equipo académico responsable de la investigación lo conformaron: M.Sc Juan Carlos Mora Montero-COORDINADOR, M.Sc Ángel Ortega Ortega, M.Sc Gonzalo Ramírez Guier, M.Sc Alejandra Ávila Artavia, M.Sc Giovanni Rodríguez Sánchez, M.Sc José Ángel Castro Granados, M.Sc Efraín Cavallini Acuña.
Por: Efraín Cavallini Acuña Académico EPPS-UNA María Laura Jiménez Villalobos Estudiante EPPS-UNA
Cuatro posibles escenarios esperan a Costa Rica en el futuro: uno catastrófico, dos de peligro y el escenario deseable o escenario apuesta.
De no rectificar el rumbo, el país se dirige hacia escenarios muy peligrosos según se desprende de la investigación “Escenarios Costa Rica 2040: Hacia la Nueva Normalidad”, realizada por la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional (EPPS-UNA), mediante consulta a más de 200 representantes de distintos sectores sociales.
Al presentar los resultados de este estudio, Juan Carlos Mora, coordinador y especialista en prospectiva –análisis de futuro-, empezó con el escenario del “país del juego /sueño perdido”, considerado el catastrófico, por ser –dijo- el que más coincide con la situación que está viviendo el país y con la que podría experimentar una vez superada la pandemia.
En este escenario se da la mayor desigualdad social, mientras la producción nacional no crece para lograr un equilibrio en el desarrollo.
“No estamos tan lejos de tomar ese rumbo. Las tendencias del país caminan hacia ese escenario y por eso es que “un cisne negro” como la pandemia que estamos viviendo ha venido a acelerar la marcha”, advirtió el investigador.
Y es que el elemento más claro en el futuro del país, en términos tendenciales, es precisamente la desigualdad social, como lo muestra el comportamiento del coeficiente de Gini.
A esto se suma, una ralentización del crecimiento de la producción, medida por Producto Interno Bruto (PIB), que también contribuye a acercar al país al peor escenario.
No por casualidad, se han venido perdiendo aceleradamente posiciones en el Índice de Desarrollo Humano (IDH), lo que también da cuenta del rumbo poco deseable que lleva el país.
Escenarios de peligro
Entre los cuatro escenarios más posibles, destacan también dos de peligro, de alta inestabilidad.
A uno de ellos se le ha denominado “el país de unos pocos”, el cual está caracterizado por la concentración de la riqueza en un sector muy pequeño de la población, lo que provoca altos índices de desigualdad social, sin que el Estado logre implementar una política pública redistributiva para revertir el proceso.
Costa Rica tampoco está lejos de este escenario de peligro. “Hay una tendencia hacia la concentración del ingreso, que la pandemia va a acelerar”, dice Mora, quien considera preocupante que se esté tratando de contrarrestar esta tendencia con política pública cortoplacista, que no la revierte.
El otro escenario de peligro es “el país que reparte lo que no tiene”, donde se logra mejorar en temas de igualdad, pero a costa de endeudamiento, de un sistema de impuestos regresivo, de una política pública populista, que deja muy comprometidas las posibilidades de desarrollo.
Hacia “el país donde quiero vivir…”
“Es importante indicar que la ocurrencia o no de un escenario todavía está en manos nuestras; por eso, la investigación contempla como probabilidad el escenario apuesta, que es el país donde quiero vivir el resto de mi vida”, subrayó el académico de EPPS.
¿Podría Costa Rica alcanzar cambiar el rumbo y caminar hacia este escenario apuesta, en el que crece el PIB y disminuye la desigualdad?
Este escenario no está cerca, según reconoce el coordinador de “Escenarios Costa Rica 2040: Hacia la Nueva Normalidad”, para quien el empuje hacia “el país donde quiero vivir el resto de mi vida” va a requerir esfuerzo, así como varios gobiernos; “no se va a lograr en cuatro años ni con el mejor gobierno del mundo”.
Aunque las tendencias se oponen, este escenario alcanzó en el estudio un 42% de probabilidad, lo cual es importante –afirma el investigador- porque refleja que se ven posibilidades de que Costa Rica rectifique el rumbo, de manera que pueda superar factores evidentes de desigualdad social, como baja conectividad, educación desigual, disparidad territorial, bajo acceso a tecnología, brecha en ingresos e impuestos regresivos, entre otros.
“En este escenario vemos la Costa Rica del futuro como un país virtual en muchas de las cosas que hace, pero es una Costa Rica donde el Estado universaliza la conectividad y eso hace que la educación, por ejemplo, no sea un factor de exclusión social, sino que podamos llevar las oportunidades a todas las regiones del país”.
Mora fue enfático en que en “el país donde quiero vivir el resto de mi vida” no se podría aceptar que haya estudiantes que reciban clase en la casa con un teléfono celular, tal como se mostró en el reciente informe del Estado de la Educación.
“Tenemos que resolver el problema educativo. Nuestra principal razón de desigualdad social sigue siendo el tema educativo. La diferencia salarial entre una persona que estudió y una que no lo hizo, es abismal. Entonces, ahí está el verdadero problema de la desigualdad”, subrayó Mora.
El país donde quiero vivir el resto de mi vida es un escenario se logra un acuerdo en torno a las decisiones que debe tomar los gobiernos de los próximos 10 0 12 años en este y otros temas esenciales, como economía y en ambiente.
Para lograrlo es preciso poner atención en la relación entre el Estado, el mercado y la sociedad civil, así como contar con solidaridad, liderazgo, compromiso y disciplina.
El investigador de EPPS considera que ese acuerdo nacional es imprescindible. “No podemos atender el futuro, tan disruptivo que se nos presenta, con las mismas medidas y decisiones de siempre. Deberá venir un compromiso del Estado por hacer cosas diferentes. Solo de esa manera alcanzaremos ese escenario apuesta”, advirtió.
***Mayores detalles con Juan Carlos Mora, investigador EPPS al 8893-9950 o con periodista Oficina de Comunicación 8334-4150.
M.Sc Juan Carlos Mora Montero Académico Escuela de Planificación y Promoción Social Universidad Nacional-EPPS-UNA Costa Rica
Existe un claro hábito humano a pensar el futuro a partir de lo vivido; es decir la idea de futuro que nos forjamos está muy marcada por nuestra cosmovisión, por nuestros valores y de alguna manera por las aspiraciones que tengamos.
De vez en cuando en la historia de las sociedades humanas ocurren fenómenos con la capacidad disruptiva para obligarnos o invitarnos a un cambio a veces radical de nuestra zona de confort; ya sea en nuestra familia, nuestro país o el mundo entero.
En el plano personal y familiar, estos cambios pueden ser el inicio de nuestra vida laboral, el paso del colegio a la Universidad, el cambio de estado civil, la jubilación, entre otros. Estos cambios, pese a ser disruptivos en nuestras vidas tienen la bondad de ser previsibles y quizá otras personas los han vivido por lo que nos pueden contar su narrativa y eso ayuda a prepararnos. Luego después de un tiempo nos adaptamos a ese cambio y lo hacemos parte de nuestra normalidad.
A nivel del país, cambios como una guerra civil, un fenómeno natural, un conflicto armado, una reforma institucional como la de los años 40 del siglo pasado en Costa Rica, entre otras pueden tener un efecto disruptivo importante y generar elementos de una nueva sociedad. No obstante, mientras el país se adapta a esa nueva normalidad el mundo en general siguió similar a como estaba.
Finalmente, existen otros fenómenos que ocurren con mucha menos frecuencia en la historia de la humanidad que no solo cambian mi vida personal y la del país; sino que cambian la dinámica mundial, generando nuevos patrones de consumo, de producción, de intercambio y en general nuevos modos de vida.
Estos fenómenos son las guerras mundiales, las pandemias, el cambio climático, las eras geológicas, las revoluciones productivas, un acto terrorista, entre otros. Hoy estamos enfrentando y preparándonos para una nueva normalidad; es decir que no necesariamente por nuestra voluntad, muchos de nuestros patrones de consumo, de producción, de relación y de vida en general van a cambiar planetariamente generando una nueva normalidad; es decir un nuevo estado dinámico de las cosas con la fuerza de generar una cultura distinta a la anteriormente vivida y conocida.
¿Qué tan diferente será nuestro futuro? Aún nadie puedo dar una respuesta 100% precisa de cómo será el futuro y por eso en prospectiva acudimos a la construcción de escenarios y a partir de ellos y de su plausibilidad generar las conversaciones de cómo prepararnos para el tránsito hacia esas nuevas normalidades.
Para el director de la Cátedra de Futuro de la Unesco Sohail Inayatullah, dicho dos meses después de iniciada la pandemia; la nueva normalidad estará caracterizada por la aparición de soluciones inimaginables en el presente; o solo imaginables por muy pocas personas para grandes problemas y necesidades de la humanidad.
Pero la gran oportunidad que genera este cambio es poder dejar en el pasado las cosas que no veníamos haciendo bien como sociedad. Jouvenel, posiblemente, el padre de la prospectiva decía que la prospectiva es pensar cómo podría ser el futuro y decidir qué hacer con esa información, como poder cambiar lo que no nos gusta y fortalecer lo que hemos venido haciendo bien.
Los escenarios tendenciales para Costa Rica nos alertan de que seremos una sociedad mucho más desigual. Ahora a la desigualdad por ingresos y concentración de estos que se ha medido con el coeficiente de Gini, se suman otras alertas de incremento de la desigualdad: la conectividad a internet, el acceso a la tecnología, la educación y la salud virtual, el trabajo virtual, nuestra ubicación territorial, el acceso a la cultura.
No obstante, la alerta no es una condena del futuro. La alerta es para tomar decisiones presentes y poder revertir las situaciones. Por eso la expresión de que el “futuro está en nuestras manos”, pese a ser muy trillada y sobre todo usada para la autoayuda, es cierta. La sociedad que queremos ser es una decisión.
Hoy cuando el discurso en la agenda nacional se dirige hacia la confrontación entre el sector público y el privado, entre las personas con COVID y las que aún no se han contagiado, entre los que acatan las disposiciones de las autoridades sanitarias y las que no; es decir discursos que en todos los casos nos dividen, también debe encenderse la alerta de que debemos estar unidos. Este enemigo que tenemos se encuentra muy cómodo en una sociedad dividida.
Es muy posible que en la medida en qué la crisis por COVID se alargue por la ausencia de la tan esperada vacuna o tratamiento, vayamos observando con más claridad que debemos estar juntos en esto. Quizá lo que vivimos con el COVID sea la antesala de retos y desafíos mayores que tendrá la humanidad como es el caso del cambio climático que nos necesita unidos, con un liderazgo integrador y no buscando cada uno como aprovechar la crisis en beneficio personal.
El virus covid-19 o SARS 2 está entre nosotros y no sabemos qué tan cerca.
Esa enfermedad que podría no ser más que un nuevo tipo de gripe pudo haberse modificado con respecto al que surgió en el continente asiático, pero se ha diseminado por el mundo con la certeza de la letalidad y el poder de contagio.
En un momento nos pareció lejano, luego “lo hemos visto” recorrer los países como una peste que no reconoce fronteras, ni origen étnico o social, llevando muerte y desolación a lugares inimaginables, ciudades y poblaciones notables que parecían inmunes, generando imágenes dantescas propias de una película de terror.
Los medios de comunicación informan en crudo tiempo real y hemos aprendido a recibir listados de enfermos y de muertes como si un escenario de guerra hubiera regresado, no han sido suficientes los sistemas, equipos y personal de salud tampoco los cuantiosos recursos económicos de algunos países.
De pronto un virus invisible nos ha igualado y nos ha mostrado la fragilidad de la vida, la vulnerabilidad de las poblaciones humanas y la debilidad de las sociedades y de los sistemas políticos.
Un virus ha paralizado lenta y progresivamente el mundo, ha detenido sorprendentemente las actividades económicas, ha suspendido la desenfrenada dinámica comercial, ha dejado desoladas las calles, los parques, los estadios y las iglesias.
Como por arte de magia o como en una obra de teatro la tragedia, la ficción y la realidad se reunieron, lo impredecible e inimaginable sucedió, la libertad de movimiento y de desplazamiento dejo de ser útil, dejó de ser importante.
Por el contrario, el confinamiento ha sido la estrategia de sobrevivencia, el distanciamiento social la recomendación, las medidas de prevención y protección la obligación, el hogar y la familia es la trinchera.
La convivencia social se ha transformado, la salud y la vida han vuelto a ser prioritarias, los hospitales vuelven a ser lugares esenciales, el personal médico el recurso más valioso.
La solidaridad humana ha despertado escenas del pasado, vuelven a ser presente, el trabajo dejó de ser obligatoriamente presencial, la comunicación electrónica y virtual surge como la solución profundizando el abandono de la relación interpersonal.
El comercio exprés dejó ver sus bondades, el comercio minorista resultó ser el gran ganador y las empresas que elaboran las vacunas lo serán aún más.
Los gobiernos siguen buscando diversas formas de ayuda a los desempleados y desplazados, pero también a las empresas, han recordado las dimensiones de la pobreza y la indigencia y han constado que hay condiciones que favorecen el contagio.
Las ciudades y pueblos ahora se diferencian por cuál tiene más o menos contagios o muertes, pero también por cuáles tienen centros de salud adecuados.
Las familias se han convertido en burbujas, algunas reales y otras forzadas, unas satisfactorias otras complicadas, la gente podría morir del virus o de hambre, ciertos sectores sociales no podrán escoger.
El dilema entre la salud y la economía está presente, algunos países ya han definido cuál de las dos privilegian.
Una nueva normalidad vendrá … pero nada volverá a ser igual.
FORO: LA NUEVA NORMALIDAD EN COSTA RICA POST COVID-19 SEGÚN EL CENTRO INTERNACIONAL DE POLÍTICA ECONÓMICA PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL
El pasado viernes 12 de junio del 2020 la Escuela de Planificación y Promoción Social (EPPS) realizó el Foro Virtual “La Nueva Normalidad Post COVID 19- Escenarios Futuros de Costa Rica”, con académicos del Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible (CINPE) para analizar el panorama latente en el pais y posibles propuestas de mejoramiento en diferentes áreas estrategicas que podrían presentar mayores cambios a futuro.
Juan Carlos Mora, académico de la EPPS, explicó que el trabajo efectuado lleva dos meses de investigación, en este sentido, se está en plena acción de la segunda y tercera fase de consulta a diversos actores y sectores, los cuales han brindado sus opiniones y criterios. Se indica, que se han sistematizado alrededor de 840 observaciones que aportan información sobre los grandes cambios en el futuro: “Estos datos se han analizado y sistematizado, por consiguiente, se ha obtenido 56 variables, a lo cual nuevamente se le realizó un proceso de análisis, para llegar a tener 8 variables macro que mostrará el futuro más posible para Costa Rica”.
En este foro realizado mediante la aplicación Zoom, se compartieron cinco cuestionarios con los participantes del CINPE, con el objetivo de conocer su criterio experto en materia de política económica, asimismo, escuchar comentarios de los expertos en el tema.
La primera pregunta generadora fue: ¿Cuál área de la política costarricense presentará los mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiéndose en parte de la Nueva Normalidad?
Los resultados de esta pregunta muestran que la mayoría de los participantes en el foro piensan que el área más afectada será la legislación laboral, fiscal y comercial (90%). Seguidamente se encuentra la opción Reforma del Estado, empleo público, privatización, (60%) y Promoción de la seguridad alimentaria y nutricional (50%). Como últimas opciones se encuentran Modelo de gobernanza y participación social (30%), Geopolítica global, organismos multilaterales, reglas globales, (20%) y Cooperación internacional, bien común y solidaridad internacional (20%).
Jeffrey Orozco, académico del CINPE, comentó, que los resultados reflejan la tendencia de encargar muchas de las reformas hacia el sector laboral, es decir la clase media: “Esto es algo que muchos no quisieran, porque se le implementan más impuestos a este sector el cual no tiene tanto poder adquisitivo, ya que es lo más fácil de realizar, ¡aunque tenga un costo social más alto”.
Para Orozco, la preocupación actual es principalmente la posible dirección que van a tomar estas reformas en un futuro, ya que existe el riesgo de alejarse de todos los avances sociales que ha logrado el país durante gran cantidad de años. Además, de que esta reforma se siga haciendo bajo la línea que se trae actualmente de minimizar la importancia real del Estado.
Keynor Ruiz, integrante del CINPE, indicó que el concepto referido a la Nueva Normalidad que se plantea, estaría forzando un análisis de esta situación, pues habrá que evaluar si se estará viviendo una nueva normalidad o una continuidad de lo que hemos venido profundizando en ciertos aspectos: “Las reformas en el Estado y sus temas relacionados tiene una base que no necesariamente tiene que ver la pandemia, porque se presentan variables se han venido afectando desde hace muchos años”. Ruiz agregó, que hay nuevas ideas y reformas en temas laborales, que se vienen pensando en realizar desde antes de la pandemia y que hasta ahora se llevan a cabo, por lo que es de esperarse, que se continúen después de que normalice la situación actual: “Para visualizar los posibles elementos del futuro es necesario analizar primeramente los elementos actuales y cómo llegarán a cambiar en un futuro, para luego conocer cuáles sí serían los elementos nuevos”.
Como segunda pregunta se expuso: ¿Cuál área de la economía costarricense presentará los mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiéndose en parte de la Nueva Normalidad?
Los académicos del CINPE coincidieron en que el área de la economía costarricense que presentará mayores cambios a futuro sería la deuda pública, déficit fiscal y el desempleo (80%). En segundo lugar, se considera el comercio electrónico, diversificación de mercados y emprededurismo (60%). Seguidamente se encuentran las opciones que consideran turismo, nuevos negocios, tecnología, innovación (40%) y las brechas sociales, desigualdad(40%).Y en último lugar están las opciones, inversión pública, empleo, inversión extranjera (30%) y empleo, ingreso de las familias, demanda interna (20%).
Olman Segura director del CINPE, comentó que los temas de deuda pública, déficit fiscal y desempleo siempre serán de prioridad, ya que no hay duda de que estos van a aumentar debido a la pandemia actual, por lo que se deben de considerar en la agenda para la toma de decisiones en cuanto a índices y porcentajes que se aplicarían.
Segura, dijo que se ha empezado a desarrollar más el comercio interno por las restricciones en las fronteras, además, del comercio electrónico y el emprendedurismo que han empezado a aumentar en los últimos meses. Además, Segura, relaciona con el tema de las brechas sociales y la desigualdad, el problema de turismo, ya que no se debe únicamente a los problemas de reducción de los espacios de ocio, sino también, por la cadena de valor que existe alrededor del turismo, la cual ha venido presentando deficiencias por la pandemia.
Keynor Ruíz, agregó que el aumento del comercio electrónico no solo se debe a compañías transnacionales como Amazon o E-bay, sino también a Correos de Costa Rica que ha cumplido un importante papel, para permitir que los comercios se vayan virtualizando poco a poco mediante la actualización de sus servicios. Esto genera que las personas tengan la tendencia en un futuro de comunicarse y adquirir productos vía electrónica ya que se ha generado más confianza y viabilidad para aprovechar estos servicios: “Los sectores de innovación, emprededurismo y nuevos negocios son los que van a tener más cambios a futuro ya que se presentarán la introducción de nuevas tecnologías o procesos de automatización, sin embargo, el turismo y los negocios actuales se irán recuperando lentamente, pero sin presentar cambios drásticos a futuro”. Ruiz, reiteró que es normal que los aspectos que han venido teniendo problemas durante varios años, como lo son el déficit fiscal, la deuda pública y el desempleo se agraven, por lo que se van a tener que atender de manera drástica durante los próximos años.
Como tercera pregunta generadora se expuso: ¿Cuál área del ámbito social costarricense presentará mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiéndose en parte de la Nueva Normalidad?
Los resultados de la encuesta presentada muestran que la mayoría de los participantes del foro piensan que las brechas sociales, la desigualdad, la pobreza (70%) la educación dual, la flexibilidad laboral y las pensiones, ambas con un (70%) son las opciones de preferencia en donde se presentarán más cambios en la nueva normalidad.
Seguidamente, se encuentran las opciones que consideran la salud preventiva, los derechos humanos, la equidad con un 50% de votos y luego la protección social, las pensiones y los seguros con un 40%. En último lugar se encuentran la seguridad ciudadana, la convivencia social y las redes de apoyo mutuo con un 20%, las migraciones, desplazados y los adultos mayores con un 10% de porcentaje elegido.
Olman Segura, comentó que todos estos temas son parte de la problemática actual y se deben discutir en los ámbitos políticos y de desarrollo económico y social: “La opción que abarca la educación dual, la flexibilidad laboral y las pensiones, que ha cambiado la polarización de pensamiento en la población con respecto a estas; conforme pasan los años se han empezado a ver los aspectos positivos que tienen”. En cuanto a la opción que abarca las brechas sociales, la desigualdad y la pobreza, sucede lo contrario, ya que estos vienen afectando desde hace muchos años y con la coyuntura actual han aumentado, por lo que se deben tomar acciones con respecto a estos fenómenos. El tema de la salud preventiva, derechos humanos y el acceso a la salud, es de suma importancia ante esta pandemia, ya que la buena gestión de esta genera un trato equitativo y así se logra ir reduciendo las brechas sociales y la desigualdad” acotó el director del CINPE.
Rafael Díaz, académico (CINPE-UNA), manifestó que el análisis plantea la probabilidad de que las migraciones son las más probables de presentar cambios en el futuro, por lo que se debe procurar que Latinoamérica sea cada vez más igualitaria, para que estos movimientos no traigan consecuencias negativas. Además, los temas de protección social y pensiones también serán temas del futuro, porque la población costarricense está envejeciendo y las desigualdades sociales cada vez están aumentando: “Los otros temas deberían de ser considerados porque puede que estén en el futuro, sin embargo, los temas mencionados anteriormente son los que vienen manifestándose desde hace tiempo y se debe prestar atención, porque son muy poco probable que desaparezcan”.
Suyen Alonso, académica (CINPE-UNA) mencionó que el tema de brechas digitales está uniendo todos estos temas expuestos en el instrumento, lo que evidencia las diferencias entre la población que tiene más acceso a la tecnología y quienes no: “Es cierto que toda esta virtualización ha traído grandes desventajas a nivel social y económico para ciertos grupos de la población. Esta pandemia lo que ha generado es la aceleración de la toma de decisiones, para empezar a aplicar ideas que se venían pensando desde hace varios años atrás”.
Para conocer cuál sería el futuro papel de la tecnología en la sociedad, se preguntó (IV Consulta): ¿Cuál área del ámbito tecnológico costarricense presentará los mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiéndose en parte de la Nueva Normalidad?
La comunicación virtual, redes sociales y la conectividad (91%) son las que según los participantes del foro presentarán mayores cambios a futuro, seguidamente se consideran la virtualización de la educación, telemedicina y teletrabajo (82%). Con el mismo porcentaje se encuentran las opciones que abarcan temas como la inversión en investigación, desarrollo, (36%) ciudades inteligentes, accesibilidad e innovación (36%). Por último, con el menor porcentaje se encuentra la opción de robotización, Big Data y genoma humano con un 18%.
Marco Otoya, académico (CINPE-UNA), comentó que la coyuntura lleva a pensar que hay una necesidad para modificar áreas como la comunicación, el trabajo, la educación y que nos hemos visto forzados a tratar de adaptarnos lo más rápido posible, para empezar a utilizar de mejor forma las plataformas virtuales, sin embargo, en muchos casos no se cuenta con la disponibilidad de la tecnología para adaptarse de la mejor manera: “La educación no es algo que se puede adaptar rápidamente a la virtualidad y muchos menos en su totalidad, porque siempre habrá áreas de conocimiento que no se puedan virtualizar. Mas es importante considerar la bimodalidad en aquellos cursos que si se pueden llevar a cabo de ambas formas”.
Jorge Solano, investigador junior del CINPE, añadió que el análisis que el tema de la conectividad, la virtualización y las redes sociales, vienen generando un impacto desde hace tiempo y en cuestión de tres meses toda nuestra realidad se ha logrado plasmar en materia virtual, lo que genera muchos retos a la hora de la relacionarse con otras personas. “Pero ante esta rápida adaptación es necesario valorar el nivel del cambio que generó en la población, porque existe la posibilidad de volver a la presencialidad, y puede que la virtualización, al no mantenerse tanto tiempo en la sociedad, se olvide por completo”.
Solano acotó, que el tema del comercio está muy ligado con la virtualización, pues en este tiempo se ha visto como ha aumentado el comercio digital y el emprededurismo mediante las redes sociales, las cuales han traído grandes ventajas a los emprendimientos de la población.
Keylin Jiménez economista, asistente de investigación del CINPE, comentó que la tecnología es algo que para las generaciones más nuevas siempre ha sido parte de la normalidad, por lo que esta población no se ha visto tan afectada durante esta adaptación a la virtualización tan drástica: “Me asiste la duda si la utilización excesiva de las redes sociales para interactuar con las personas: ¿se va a dejar de lado cuando se acabe la pandemia o se mantendrá?…
Jiménez, acotó que la virtualización de la educación, a pesar de que los grupos poblaciones más jóvenes están más acostumbrados a utilizar las plataformas digitales, no se puede generalizar, porque existen carreras y cursos que no se pueden llevar a cabo de manera virtual.
La quinta pregunta generadora fue: ¿Cuál área de la dimensión ambiental costarricensense presentará los mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiendose en parte de la Nueva Normalidad?
En los resultados se evidencia que las energías renovables, la carboneutralidad y los servicios ambientales (82%) son las que presentarán más cambios en el futuro. Seguidamente, con 64% se encuentran el transporte público de pasajeros, la logística, la resilencia, la protección de los recursos naturales, la gestión del agua y los bosques. En último lugar se localizan el reciclaje, reducción, reúso, rechazo (36%,) el ecoturismo, la cultura y el paisaje con 18%.
Marco Otoya, indicó que Costa Rica es un país que en la parte electrica siempre se ha mantenido muy ecoamigable, que habría que precuparse más en la reducción de emisiones generadas por el transporte, ya que el 75% de hidrocarburos vienen de las emisiones de los vehículos, de esta manera, al mejorar el transporte público, no solo nos llevaría a la carboneitralidad, sino tambien, a facilitar el desplazamiento de las personas en todo el país.
Jorge Solano dijo que la logística comercial tiene un impacto importante en el ambiente, ya que se ha visto como esta puede modificarse para buscar que sea más ecoamigables en los comercios y reducir hasta donde se pueda el impacto que genera la comercialización en el ambiente.
Como quinta y última pregunta se expuso: ¿Cuál área de la cultura costarricense presentará los mayores cambios a futuro (2023-2030) convirtiéndose en parte de la Nueva Normalidad?
Según la elección de los participantes del Foro, se evidencia que la vida familiar/laboral y los roles en el hogar (73%), serán las áreas de la cultura costarricense que presentará mayores cambios a futuro. En segundo lugar, se ubica convivencia entre las personas, el autocuidado y los espacios públicos, (64%) seguidamente están el ejercicio físico, el ocio, el sedentarismo (55%) y las redes de solidaridad comunal y territorial (45%). En los últimos lugares se aprecia la espiritualidad, comunicación interpersonal y el hogar (18%) y la educación cívica, ahorro y educación vial con 0%.
Keynor Ruíz, expresó que los cambios en los últimos meses nos han forzado a adaptarnos a poder llevar una vida familiar y laboral en el mismo espacio, por lo que esta situación ha llevado a repensar ciertos elementos en la vida familiar, para poder adaptarse de la mejor manera, lo que ha logrado que la población valore más las relaciones que tiene con las personas de su núcleo familiar: “Esta pandemia ha cambiado la visualización que se tiene con respecto a los espacios, el ejercicio físico, el autocuidado entre otras variables, para pensar más sobre cómo se integran estas en la vida de las personas en los próximos años”.
Suyen Alonso, agregó en el foro virtual con el equipo académico del CINPE que los temas expuestos en la cuesta, son las principales tendencias que a nivel de sociedad y mercado se han integrado en el último mes: “Esto ha generado nuevos temas como los hogares multifuncionales que han permitido implementar otra orientación de la comercialización de productos, para poder beneficiar a las personas para que tengan todo lo que necesitan para desarrollarse en el hogar”.
También mencionó que se ha logrado analizar el perfil de los nuevos consumidores a nivel de cultura y que estos cambios en la cultura se van a mantener de manera permanente, porque ya han modificado otras áreas como la comercialización que promueve más esta nueva cultura.
El equipo académico de la Escuela de Planificación y Promoción Social estará integrando la información recogida tanto en este Foro como otros que se han realizado, para ir sistematizando los aportes y obtener una visión integral de la nueva normalidad, escenarios futuros de Costa Rica y compartirla con el país en el mes de julio de 2020.
Por: Efraín Cavallini Acuña-Académico EPPS-UNA Maria Laura Jiménez Villalobos. Estudiante EPPS-UNA
FORO: LA NUEVA NORMALIDAD -ESCENARIOS FUTURO PARA COSTA RICA- POST COVID-19
El pasado 10 de junio de 2020 se realizó el foro “La Nueva Normalidad Post COVID-Escenarios Futuros d Costa Rica, para reflexionar sobre los posibles escenarios que puede presentar el país después del COVID-19, según la perspectiva del equipo académico de la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional.
Este foro fue dirigido por el académico de la EPPS, M.Sc Juan Carlos Mora, quien hizo referencia a las fases que se han venido realizando con la metodología de la Prospectiva Estratégica, para visualizar los posibles escenarios de Costa Rica en el futuro inmediato, así como en el mediano y largo plazo.
Para Mora, en la fase inicial del trabajo se solicitó el criterio a diferentes personas, previamente seleccionadas y pertenecientes a instituciones, empresas y otras organizaciones, con el propósito de buscar respuestas críticas y que permitiera la diversidad de visiones y pensamientos: “ El equipo académico de EPPS-UNA, a cargo del proyecto La Nueva Normalidad-Escenarios Futuros para Costa Rica del 2030, registra muy bien a quien se le envió el cuestionario, de esta forma procurar que los participantes respondan las preguntas según las áreas donde la persona entrevistada eses experta”.
Mora, aclaró que las preguntas del cuestionario realizadas en la primera fase no son preguntas de opinión, porque el objetivo es de formar criterios: “Este tipo de estudios se recomiendan que se hagan con grupos más pequeños de gente experta en los temas, sin embargo, se prefirió hacer una encuesta más amplia para que participara más gente, aunque somos conscientes, que a la hora de realizar la base de datos unas respuestas serán más críticas que otras, lo cual se debe diferenciar”.
Mora, fue quien dirigió este foro virtual en donde se preguntaron cuáles aspectos sociales, tecnológicos, culturales y de dimensión institucional presentarán mayores cambios a futuro, mediante la votación de las posibles respuestas.
La metodología del foro fue mediante preguntas generadoras de opinión en donde los y las académicas participantes deberían de elegir las opciones que consideren más pertinente con respecto a los escenarios expuestos.
Master Ángel Ortega Ortega, Director de la EPPS, comentó que este trabajo de la “La Nueva Normalidad” se encuentra en su tercera fase, por lo que se están llevando a cabo foros con diversos sectores del país, para complementar el trabajo obtenido en las fases anteriores y garantizar la mayor objetividad y veracidad de la información obtenida: “ se debe tener en cuenta que toda la información obtenida, permitirá plantear un aproximado en grandes parámetros sobre lo que podría ocurrir en un futuro en Costa Rica”.
El primer escenario propuesto para elegir por parte de los participantes fue:
La recuperación económica se dará por una reforma profunda del Estado con cambios institucionales, en legislación laboral, fiscal y comercial y auge del turismo y nuevos negocios apoyados en innovación, la aplicación de la tecnología y la conectividad.
Los resultados se esta encuesta muestran que el 38% de los participantes piensan que este es muy poco probable que se dé. Seguidamente un 25% piensan que es poco probable, el mismo porcentaje para las personas que dudan de este escenario. Y por último un 13% de los votantes establece que este escenario será probable.
Ángel Ortega, director de la EPPS, indicó que, de acuerdo a los resultados de la elección, desde su punto de vista el Estado no va a presentar mayores cambios, excepto que haya sectores sociales que empujen o que obligan que se presenten los cambios. Agregó, que según los datos obtenidos en este ejercicio su opinión es que, el Estado debe generar los cambios necesarios para avanzar en el desarrollo, asimismo, que el papel de los sectores sociales es determinante para generar transformaciones. Que las garantías sociales costarricenses son una base muy importante, que han sido cimentadas históricamente por la presión y el consenso entre el Estado, las organizaciones sociales y la voluntad del ciudadano. Por esta razón, dijo que hay temas cruciales que se deben poner a discusión como el económico, el social, la legislación laboral, fiscal y comercial, la aplicación de la tecnología y la conectividad, para poder llegar a acuerdos para el beneficio de la población.
Con respecto a la misma pregunta, el académico Heiner Murillo comentó que la recuperación económica puede darse independiente al Estado y debería de suceder así, sin embargo, piensa que la coyuntura de pandemia y la crisis puede aprovecharse para hacer los cambios y reformas que se han querido realizarse en el país.
Murillo dijo que se han realizado muchas propuestas, tanto a nivel institucional como a nivel legislativo, aunque se estén dando soluciones temporales dada la situación de la pandemia, no se puede depender del tiempo que dure la crisis. Murillo, comentó que se tiene una posición pesimista con respecto a la duración de la crisis específicamente en América Latina, ya que estos países tienen la característica de no contar con los suficientes recursos para recuperar la economía tan rápido: “Esta coyuntura de la crisis de la pandemia puede favorecer la reforma del Estado de una manera mucho más profunda a favor de los cambios institucionales, legislativos y fiscales”.
En el segundo escenario se expone: Virtualización en educación, trabajo, medicina, comercio de bienes y servicios serán una realidad generándose efectos sobre relación vida familiar/ laboral, roles/ hogar, autocuidado de personas, convivencia en espacios públicos y mejora calidad ambiental.
Los resultados de esta pregunta demostraron que el 50% de los participantes en el foro piensan que muy probable que se dé. Seguidamente se encuentran las opciones probable y poco probable, ambas con un porcentaje de 25% cada una.
El académico de la EPPS, David Morera, comentó que es importante destacar que la desigualdad social, el hambre, la miseria, las rebeliones que están pasando actualmente se van a normalizar. Dijo que no ve una normalidad post pandemia, porque ve que es muy difícil que se renueve el ciclo productivo y reproductivo que tenía antes el sistema: “Este pensamiento se debe que varios estudios incluyendo los de la OCDE revelan que esta pandemia traerá un rebajo de al menos 6% del PIB mundial, y las consecuencias de esto se están evidenciando en las Pymes y MiPymes, porque actualmente 8 de cada 10 de estas están a punto de quebrar, esto porque la centralización de la riqueza tiende a ser muy profunda ante los tiempos de crisis”.
Ángel Ortega, director de la EPPS, agregó que al utilizar la palabra normalidad no se está hablando necesariamente de algo bueno o malo, sino, que se están considerando todas las posibles características que tenga esta futura normalidad, por esta razón, no se está evaluando si eso es lo mejor o lo peor para las personas. Esto porque es en la siguiente fase de la investigación, se entra el análisis de estos escenarios, para evaluar si estos traerán beneficios o no para la sociedad: “Al al conocer esta información es cuando se empezarán a tomar decisiones y acciones para aliviar la cantidad de consecuencias negativas que puede traer consigo el futuro. Lo que está pasando o puede llegar a pasar es claramente el reflejo del sistema de desarrollo actual, sin embargo, cuando se habla de un posible escenario se refiere a lo que eventualmente se pueda definir”, agregó Ortega.
Para complementar el análisis de esta pregunta, el Master Fabricio Vargas, académico de la EPPS, comentó que a esta pregunta le encuentra mucha relación con el primer enunciado, en términos de la recuperación económica, dado que algunas áreas que se exponen en esta pregunta podrían verse afectados tanto de manera positiva como de manera negativa, dependiendo de la política pública y económica, que se desarrolle en función de la recuperación económica y de la función fiscal y monetaria que vaya a tener el país en ese momento.
El tercer escenario expone: La reforma del Estado implicará una profunda innovación de procesos y actividades estratégicas, simplificación de trámites, cambios en transporte público de personas y logística, aplicación del enfoque territorial, internet de las cosas y un impulso de energías renovables.
Observamos que los resultados a esta premisa indican un empate entre las opciones que se consideraba que fuera probable y poco probable este escenario. Seguidamente están las opciones: muy probable, duda, muy poco probable y no emito criterio, con el mismo porcentaje (12%).
Mora Montero, académico de la EPPS, explicó que se habla sobre las reformas del Estado, específicamente del cambio en el rol que este cumple. Esta fue una de las opciones más votadas en el cuestionario abierto (Pregunta 3) porque se piensa que es necesaria para esta futura normalidad. Si bien es conocido que la recuperación económica no depende directamente del Estado, es importante que el Estado brinde las condiciones necesarias para poder lograr esta recuperación.
Heiner Murillo, académico de la EPPS explicó que es importante conocer quién está reformando el Estado, para así saber cuáles serán estos cambios y su enfoque, para visualizar bajo que ideología se desarrollará ese Estado de la nueva realidad post pandemia. Piensa que esta reforma se está haciendo para eliminar procesos y así promover la eliminación del Estado por sí mismo, esto porque desde su punto de vista las reformas no implican necesariamente una innovación de procesos, sino, que buscan favorecer a las personas con poder.
Para agregar al análisis de esta pregunta, Efraín Cavallini, académico de la EPPS, dijo que con base a las tendencias de los porcentajes arrojados en la tercera proposición, ve un escenario difícil, lo cual demuestra que efectivamente en este proceso que somos parte y no estamos ajenos, y que la reforma del Estado es un asunto de planificación y de apuestas políticas por una planificación a mediano y largo plazo sin interrupciones, que se preocupen por la justicia social, donde el Estado junto al gobierno atiendan las demandas crecientes, que reclaman los ciudadanos: “Se debe atender, aparte de lo económico, lo que tiene relación directa con el perfeccionamiento de la gestión, la mejora en los servicios básicos, en relación con la calidad, y esto incluye componentes nuevos como el valor agregado y el valor público del mismo. No es suficiente la prestación de estos servicios, sino que, además, se presentan otras situaciones vinculadas a la prestación de los mismos relacionados con la eficiencia, eficacia, planificación y previsión de la acción del aparato estatal. Se demandan aspectos de tiempo, de respuesta, costo, calidad, competitividad e impacto. También la armonía del crecimiento y el desarrollo con el medio ambiente están presentes en la mirada del ciudadano, la cual no se puede ignorar”.
David Morera agregó que el problema es que estamos en una situación sumamente grave para nosotros mismos, además que el problema de este tipo de planteamientos prospectivos, es que puede llegar a ser muy difícil de aplicar, porque la realidad es sumamente compleja y absolutamente nueva: “En realidad el cambio y la nueva normalidad no depende de las autoridades, sino, de los movimientos sociales quienes son los principales actores de la promoción del cambio”.
El Master Carlos Ulate Azofeifa, subdirector y académico de la EPPS, añadió que estos cambios no se van a dar principalmente como una estrategia del gobierno central, por lo que es importante que varios grupos tengan una mirada hacia el desarrollo local, en términos de darle continuación a diversas iniciativas que verdaderamente pueden darles a todos los sectores de la población un desarrollo: “ Tomar en cuenta, el tema de turismo, complementariedades entre cantones, estrategia local, entre otros, son esos elementos que necesitan que se les dé un seguimiento; porque se debe tener conciencia del agotamiento del Estado y la falta de credibilidad a este que le tiene la población. El desarrollo local es la forma más acertada, para poder garantizar que la nueva normalidad traiga consigo más beneficios para la población, indicó Ulate, para quién el liderazgo que han presentado algunos alcaldes en sus cantones en esta coyuntura, ayuda para avanzar positivamente, y vale la pena rescatar dichos esfuerzos para favorecer a la tendencia del cambio local y aumento de servicios básicos para la sociedad.
Ortega, indicó que el sistema político que nos gobierna está enfocado al crecimiento económico de los mismos, por esta razón, el sector empresarial busca ser prioridad en el Estado: “Este es uno de los escenarios más posibles que puedan dar a futuro y que este ejercicio, permite definir cuáles serán estas variables que sí o sí van a estar en la nueva normalidad. A pesar de que sea muy fácil suponer cuales podrían ser estas variables, es necesario no enfocarse solo en las suposiciones, para poder enterarse de diferentes puntos de vistas que exponen una diversidad de posibles escenarios. La prospectiva no se ve sin la estrategia, porque al conocer la realidad se deben tomar acciones para mejorarla” Comentó el director de EPPS-UNA.
Para finalizar el foro Mora, indicó, que lo avanzado hasta ahora en el ejercicio del equipo académico, podría pensarse que la tendencia de futuro es mirar hacia cuatro escenarios a partir de dos variables. Uno escenario recurrente en los foros con diversos sectores apunto a la virtualización de las actividades, donde gran cantidad de sectores se verán obligados a virtualizarse para desempeñar sus prioridades y mejorar su situación: “Esto podría prever que los países con mayores niveles de conectividad, sean los que saquen mayor ventaja sobre los demás, y en este escenario Costa Rica se ve muy rezagado. Esto se debe porque al adoptar la conectividad en el país siempre habrá desigualdad, porque hay sectores en los cuales sea sumamente difícil que se adapten de la mejor manera y con facilidad a las nuevas tecnologías” concluyo el académico Mora Montero.
Por: Efraín Cavallini Acuña-Académico María Laura Jiménez Villalobos-Estudiante EPPS-UNA