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Etiqueta: odio

El acertijo del mono

Alberto Salom Echeverría

Un mono no ve, aunque tiene ojos que miran. Otro no escucha, si bien tiene plenitud de condiciones para hacerlo, porque no quiere oír. El tercero no habla, sabe hablar, pero se le disipan sus interlocutores, dada su propia incapacidad para empatizar con cualquiera de ellos. Es un acertijo en el que, al final la suma de todos deviene en un mono que ya no es de su género, porque no quiere ver lo que ve, ni escuchar lo que oye, tampoco desea hablar, por lo que se ha sumergido en el solipsismo de la incredulidad, del escepticismo destructivo, en la indiferencia y hasta en el odio. Al final es un mono abrumado que se consume dentro de sí mismo.

Sé bien que hay monos que aun teniendo un poco de todo eso, son solidarios, capaces de dar la vida por un hijo, o por otro mono. Hay de todo.

Pero en esta caricatura y en gran parte de la realidad de hoy, ni la ciencia tiene cabida en estos monos, hasta las sensaciones son privadas, estrictamente subjetivas; los monos prefieren callar antes que confrontar con harta frecuencia la realidad de la sinrazón de sus palabras.

En el solipsismo del siglo XXI, el sufrimiento de vivir en sociedad y tener que someterse a las reglas, no se soporta. Por eso, las más de las veces el mono se transforma en un neurótico invivible, que siempre quiere tener la razón, aunque sea para sí mismo. O al menos, pasar inadvertido, o a lo sumo ir como sobre ascuas, o sobre las olas, mejor no profundizar en nada, callar, quedar sumergido en la mediocridad de la masa indisoluta.

¿Qué pasa con las guerras, dónde hay muertes de niños inocentes? ¿Qué con el calentamiento global que amenaza la propia vida? ¿Y el hambre? ¿Y la desnutrición? ¿La desigualdad entre las naciones y en la sociedad? ¿Qué con la matanza de niños en una escuela o colegio a propósito de nada, o más bien de todo? ¿Acaso nada existe? Es mejor negarlo todo, al cabo es un invento de algunos otros, para crear disturbios con propósitos inconfesables. ¿Y la ciencia? No, ella no prueba nada, todo es relativo, salvo aquella expresión de que lo único cierto es que todo es relativo… Al final, el acertijo del mono egocéntrico, egoísta, intolerante, introvertido es una gran parte del ser humano del siglo XXI, con su celular al lado ¿Será?

Es urgente una desescalada a la xenofobia en el país

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Terminamos este 2023 conociendo los resultados de un estudio a todas luces preocupante. Promovido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y llevado a cabo entre agosto y octubre, revela tres datos de peso que requieren ser abordados urgentemente.

El primero: 8 de cada 10 jóvenes costarricenses consultados ha estado en una situación en la que ha presenciado chistes o comentarios xenofóbicos. Este dato expresa la normalización de una conducta discriminatoria en la que el temor y en particular el rechazo y el odio al extranjero son el principal sentimiento construido.

En otras oportunidades hemos comentado que la xenofobia no es un hecho monolítico. Más bien sucede dependiendo de situaciones como crisis económicas, coyunturas políticas, conflictos entre países vecinos. Pero su instalación de forma permanente sí que debe alertar en una sociedad que ha dejado hace tiempo de convivir y ha puesto la violencia como su principal motor de búsqueda en las relaciones sociales.

El segundo dato es aún más preocupante. Cerca del 70% de personas jóvenes consultadas dijeron haber recibido bromas o comentarios negativos con respecto a su país de origen. Ya se ha planteado cómo el humor es un recurso de violencia que tiende a ser más intenso aún que la violencia misma. El chiste, la broma xenofóbica esconden una forma de discriminación que, bajo el argumento de la risa, naturaliza peligrosamente esas actitudes. El humor puede ser peligroso si no se aborda con respeto y cuidado.

El tercer dato a destacar enciende todas las alertas: es en los centros educativos y los espacios laborales donde más ocurren actos de xenofobia y discriminación. La vida cotidiana está impregnada entonces de estos hechos violentos. Este aspecto debiera conducir justamente a trabajar campañas y estrategias de sensibilización orientadas a conocer las causas y los impactos de los procesos migratorios en el país.

Es urgente desescalar estos procesos discriminatorios. En otros escenarios, los discursos de odio han antecedido a las prácticas violentas en contra de los otros y las otras. Debemos prevenir a toda costa que esto suceda en nuestro país. Estamos a tiempo.

El espejo empañado

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Durante algunos segundos su mano luce extendida hacia el público. El silencio es profundo, tal vez ocasionado por esas interrogaciones que cada uno, cada una nos hacemos sobre nuestras interacciones con los otros, las otras: ¿cuándo he emitido un comentario racista? ¿me he reído de un chiste que denigra al extranjero? ¿me he burlado por su acento, su forma de vestir, sus costumbres?

Es una escena culmen. Durante minutos, María ha interpelado a las caras de los que la ven, pidiendo perdón por su pobreza, por la comida originaria, por la cultura letrada y adelantada de Rubén Dario o por la voz disidente, fuerte y clara de Gioconda Belli. Ha pedido perdón por ser mujer, por las mujeres de su linaje, por su hija ahogada intentando cruzar el Río San Juan, por venir a este país cada vez que siente hambre.

Luego de esa interpelación, extiende la mano, en un acto de fe (y amor) con ese otro al que ha reflejado duramente en su xenofobia, su racismo, su clasismo. En su lugar, una jauría de perros rabiosos se le lanza hasta dejarla inhabilitada. Su error: ser migrante y desafiar la hegemonía cultural vallecentralina.

Si. Son los discursos de odio, los chistes, la burla, los intentos de agresión proferidos a una temerosa comunidad nicaragüense atrincherada una mañana de agosto de 2018 en su emblemático parque de La Merced. ¿He dicho alguna vez las dos palabras mágicas con las que un núcleo duro de costarricenses-promedio acostumbra a llamar a los vecinos del norte?

Entonces la reflexión, entonces el silencio. Porque a lo mejor si lo he dicho alguna vez. Y me recrimino en silencio. ¿Usted no?

Durante casi un cuarto de siglo el independiente grupo Teatro La Polea se ha encargado de colocar un espejo grande en el centro del cuarto del ego vallecentralino, blanco, xenofóbico de ese costarricense promedio. Lo hizo primero de la mano, el cuerpo y la voz del recordado actor César Meléndez.

Con César hace muchos años tuve la oportunidad de coincidir en un foro organizado por la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, luego de una de sus presentaciones. Allí con toda su carga emotiva y sensible a cuestas, nos contaría de la enorme cantidad de cartas y documentos que la comunidad nicaragüense le había hecho llegar entonces contándole sus peripecias y lo experimentado en un país moralmente igualitario, pero socialmente esquizoide y grosero con ciertos extranjeros. No con todos. Con algunos: los pobres y de piel oscura. Nos contaría los cientos de historias que había escuchado en comunidades donde se le acercaban de forma silenciosa personas migrantes para darle las gracias. Y darle su vida para que la contara en el escenario. Cientos. Miles.

Acompañando a César en sus presentaciones por casi 15 años, se desplazaba detrás de escena la figura de una mujer investida en un traje de trabajo para tramoya.

Era Cristina Bruno. O, mejor dicho: María. María Espinoza.

Luego de la trascendencia de su compañero de vida a otros planos, Cristina asumió para si el viaje que él había iniciado al finalizar la tormentosa década de los años noventa para la comunidad migrante nicaragüense en Costa Rica. Retrabajó el texto y le incorporó una mirada interseccional: mujer, pobre, trabajadora, migrante, madre, hija.

Entre ambos se han encargado de darle brillo a ese espejo que han colocado en el centro del cuarto del ego blanco, vallecentralino y clasista que era la Costa Rica de entonces y la de ahora. Ese ego que hizo que un conpiscuo demógrafo de este país me dijera luego de haber visto la obra interpretada por César: “es para la gradería de sol”. Desde entonces supe a quien no quería parecerme en mi vida académica, pero sobre todo personal.

La tarde del 2 de noviembre en una función organizada por el Proyecto Representaciones sociales, migración nicaragüense, discursos y prácticas de igualdad en Costa Rica, del Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional, Cristina, María, volvieron a poner el espejo de cara al público. Lo que vimos ese día a juzgar por el silencio profundo, era una imagen empañada de lo que seguimos siendo como colectivo. De allí la pertinencia de que esta pieza teatral y de incidencia social se sostenga por otros 25 años, dada la sociedad tan violenta y discriminatoria en la que nos hemos convertido. Hace unas cuantas columnas recordábamos los incidentes en los estadios del país. Los ejemplos cotidianos sobran.

Es verdad que la razón solidaria existe. Que no son todos ni todas los que forman ese ejército enardecido de perros xenofóbicos. Debemos rescatar su ADN y amplificar sus acciones de acompañamiento, entonces. Quedarnos con su trabajo y objetivos. Su esencia y humanidad.

Mientras eso sucede, agradezcamos la independencia de pensamiento, palabra, obra y puesta en escena del Teatro La Polea, en un país cuyas políticas culturales naufragan desde hace bastante tiempo.

Acerquémonos a ese espejo empañado. Limpiemos su humedad. Tal vez en el fondo de la imagen, haya una actitud digna de rescatar para seguir construyéndonos en una mejor sociedad.

UCR: La conducta irracional del presidente Chaves ante las universidades públicas

Alí Víquez Jiménez es profesor catedrático de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura, posee una maestría académica en Literatura Hispanoamericana y fue el ganador de Premio Nacional Aquileo J. Echeverría en novela del año 2015. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez, UCR.

Poniendo los puntos sobre las íes

Pareciera que Chaves prefiere darle a la gente el placer de seguir furiosa antes que dar soluciones a problemas concretos

Sirviéndose del descontento generalizado de una parte importante de la población costarricense ante los abusos tradicionales de la clase política, Rodrigo Chaves se convirtió en presidente de la República. No capturó votantes por medio de propuestas: resultaba patente y lamentable para los observadores críticos, que se lanzó a la presidencia sin contar con un programa de gobierno medianamente sólido. Ni siquiera tenía partido: tenía un taxi, como lo han admitido sin rubor los miembros parlamentarios de su gobierno, que ahora pretenden bajarse del taxi que los llevó el poder, pero, eso sí, llevándose los asientos.

Tales vacíos importaron poco para hacerse con el Ejecutivo, puesto que el voto que obtuvo Chaves estaba mucho más motivado por el enojo de los votantes que por la reflexión racional que estos pudieran realizar. Chaves consiguió pasar a la segunda ronda de las elecciones haciéndose ver como el candidato que estaba más enojado con los políticos tradicionales. Lo favoreció el apoyo de Pilar Cisneros como candidata a una diputación, una periodista que durante muchos años se mostró dos veces diarias en la televisión abierta, y con alguna regularidad estaba furiosa ante los desmanes y las corruptelas cotidianos de los políticos. Ella, mucho más conocida que él, pero inhabilitada para aspirar a la presidencia por sus orígenes peruanos, lo catapultó.

Luego, a Chaves le tocó disputar la presidencia, en esa segunda ronda, con quien más desvergonzadamente representaba los vicios por los cuales mucha gente estaba justificadamente iracunda: José María Figueres Olsen, el político que, tras años de ausencia, regresó al país cuando habían prescrito los delitos por los que se le hubiera podido acusar, para aspirar tan campante a la presidencia de la República, como si nada hubiera pasado. Pero mucha gente no lo había olvidado: todos recordamos el incidente grabado y viralizado en el que una señora en el mercado central le cantó airadamente las cuatro verdades a un José María Figueres Olsen que pretendió que bastaba con dejar pasar el tiempo y soltar unas cuantas lagrimitas para que su fama de corrupto se disipara.

Así pues, Chaves ganó porque mucha gente estaba enojada. Y, como él sabe que gran parte de su capital político se basa en ese enojo, hace todo lo que puede para cultivarlo, incluso ahora que se expresa siendo presidente de la República. Cada vez que abre la boca, Chaves se muestra, si no ya disgustado, cerca de estarlo: la expresión severa de su rostro, donde no aflora la sonrisa, a menos que sea sardónica, así lo demuestra. Quien lo escucha y lo ve solo tiene que esperar: el enojo o su versión tangencial, el desprecio, van a irrumpir.

Como causas del enojo o el desprecio, el presidente prefiere apuntarles a personas. Siempre hay culpables. Chaves no habla si no tiene en mente el agredir a alguien: en su discurso la existencia de algún pérfido enemigo contra el cual manifestar furia es tan fundamental que, sin él, no habría discurso. De este modo, Chaves consigue seguir capitalizando el sentimiento que lo llevó a la presidencia, y de paso le escurre el bulto a lo que es una de las diferencias fundamentales entre la posición de un candidato y la posición de un gobernante: el candidato se la puede pasar criticando; en cambio, el gobernante está ahí para resolver. Chaves da la impresión de confiar en que la gente no le cobrará su falta de eficacia a la hora de resolver, siempre y cuando la sepa mantener furiosa contra los enemigos que él les ofrece cotidianamente, los “verdaderos culpables” de que todo esté mal. Tenemos un presidente al cual parece no preocuparle que algo ande mal, siempre y cuando pueda culpabilizar a alguien más por ello y lograr que la gente se enoje junto a él y en contra de ese alguien.

Esta estrategia de Chaves no puede ser más perjudicial para el país. En primer lugar, no tiene como objetivo una mejoría en la calidad de vida de los costarricenses, sino la perpetuación de la popularidad del presidente. Menos que una mejoría real, Chaves entrega a su público una justificación para continuar iracundo, ahora a coro con el presidente de la República. Estamos ante una postura perversa, que recuerda a aquel pasaje de La vida es sueño, donde Calderón de la Barca afirma que el gusto de quejarse es tanto que “…a trueco de quejarse, habían las desdichas de buscarse”. Pareciera que Chaves prefiere darle a la gente el placer de seguir furiosa antes que soluciones a los problemas concretos. La pregunta aquí es hasta cuándo la popularidad del presidente saldrá airosa con este proceder: la última encuesta del CIEP-UCR muestra que ya se está debilitando.

En su discurso la existencia de algún pérfido enemigo contra el cual manifestar furia es tan fundamental que, sin él, no habría discurso.

La estrategia de Chaves es perjudicial para el país, en segundo lugar, porque la ira es una emoción que riñe con la conducta racional, la cual es imprescindible para llegar a resultados positivos. Quien está furioso no oye razones y rara vez acierta. Es aquí donde hemos caído en desgracia las universidades públicas en la relación con el presidente. Nuestras visiones de mundo, nuestras propuestas, nuestros debates y hasta nuestra muy necesaria autocrítica se plantean racionalmente. Todo el acervo de conocimientos en que el país ha invertido por muchos años y que se encuentra en las universidades públicas es olímpicamente despreciado por un presidente que, número uno, cree saber todo lo que debe saber para gobernar; número dos, piensa que obtiene réditos en su popularidad cultivando la irracionalidad de la furia; número tres, ha decidido señalar a las propias universidades como uno de los enemigos merecedores de la ira propia y de sus seguidores.

Para alguien que ha obtenido el poder político sobre la base de una reacción visceral como el enojo, es importante desautorizar a los adversarios racionales. Sin pretender que estos se hallan únicamente dentro de las universidades, es un hecho que la educación incrementa las posibilidades de ejercitar el raciocinio y favorece el desapasionamiento para procurar soluciones razonadas. Los universitarios no podemos gustarle. Chaves prefiere invisibilizar el aporte de muchos años de las universidades al desarrollo integral del país y decide sumarnos a la lista numerosa de los enemigos que combate.

Como su estrategia parte de azuzar a quien lo escucha para que se enoje junto con él, Chaves no necesita esgrimir argumentos válidos. Le basta con lanzar afirmaciones insidiosas, sobre las cuales solo le importa que acrecienten la hostilidad. Para muestra, un botón: pocas aseveraciones son tan infundadas como la de que la universidad pública costarricense vive de espaldas al agro, aseveración vertida hace unos meses por el presidente Chaves. El propio rector de la Universidad de Costa Rica le demostró en una respuesta posterior la falsedad de lo dicho, con datos duros, no con opiniones. Pero eso a Chaves no le importa: él solo lanzó la afirmación de que el rector jamás había sembrado una mata de culantro y con esto le bastó para cumplir su propósito, que está muy lejos de querer dar lugar a un debate racional. La puerilidad del planteamiento de Chaves es notoria: que el rector haya o no haya sembrado culantro con sus propias manos no tiene la menor relevancia.

Chaves trata de evitar a toda costa que las discusiones se den de una forma inteligente y racional, es decir, adecuada. Se sirve de un lenguaje que sobrepasa lo coloquial para instalarse sin vergüenza en lo pachuco. Lo hemos visto hacer imitaciones de las voces de quienes lo adversan o le plantean una pregunta que no lo complace. Menos que soluciones, Chaves ofrece distracciones que bordean la patanería. Por ello, no extraña que vea en las universidades a parte de sus enemigos: cualquiera que no se deje gobernar por el hígado en lugar de por el cerebro se da cuenta de lo siguiente: para mejorar nuestra calidad de vida no sirve de nada, de absolutamente nada, que el presidente y sus seguidores continúen muy enojados. Esa furia no aporta nada constructivo, y en las universidades lo sabemos muy bien. Por eso pretende desautorizarnos un día sí y otro también.

Para Chaves es suficiente la afirmación altisonante y pendenciera. Esa es su forma de desviar la atención sobre el hecho de que su gobierno no ofrece soluciones viables en el complejo marco de la institucionalidad costarricense: culpar a otros sectores. Detrás de alguien tan enojado como Chaves, se esconde el temor de que las universidades, y el sector intelectual del país en general, descubran cada vez más ante el resto de la población que él no se postuló para repartir insultos, sino para aportar soluciones. Esas soluciones no son nada sencillas; al contrario, requieren de muchísimo esfuerzo inteligente y, por eso mismo, renunciar a la discusión racional y sustituirla por la rabieta, solo puede producir malos resultados.

Ojalá al presidente sea capaz de recapacitar. Nuestra obligación como universitarios es recordarle que, aunque a él le pese, la racionalidad debe ser el principio fundamental del quehacer político.

Alí Víquez Jiménez
Docente de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura, UCR

La reiterada debilidad del racista y el xenófobo

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Le han gritado “mono” desde la gradería. Se ha encarado con el aficionado o los aficionados que lo han insultado. En apariencia le han lanzado algo parecido a un plátano según medios de prensa. Ya La Liga investiga el caso para sentar precedentes.

Sucedió durante el clásico del fútbol español desarrollado este sábado 28 de octubre. El jugador que ha sufrido los ataques ha vuelto a ser el madridista Vinicius, quien ya había sido discriminado de la misma forma durante un juego en Sevilla. En ese juego se aplicó un protocolo inmediato: se detuvo por instantes y el aficionado, identificado haciendo ademanes de “simio”, fue sacado de las gradas y expulsado de los estadios como medida punitiva.

Bien por La Liga.

Hace unos días en un mismo partido, esta vez por el campeonato centroamericano que enfrentaba a equipos costarricenses, dos jugadores también serían insultados desde las gradas.

Orlando Galo regresaba esa noche luego de un castigo de un año por un caso de dopaje tipificado en los reglamentos. A un grupo de fanáticos (más no aficionados) se les ocurrió como buen chiste, gritarle “positivo, positivo”, hasta que tanto el entrenador contrario como su colega Joel Campbell increparon a las gradas y las exhortaron para que detuvieran los gritos.

Juan Luis Pérez, nacido en Costa Rica y de padre nicaragüense decidió representar a la selección de ese país por motivos familiares. La misma noche de los insultos a Galo, otro grupo de anónimos insultadores le increpaba desde la más rancia xenofobia: “nica muerto de hambre”, le gritaron reiteradamente. Días antes otro jugador nicaragüense había recibido improperios entre los que le recordaban que Costa Rica había elevado a la categoría de héroes a dos perros Rotwailer que habían acabado con la vida del nicaragüense Natividad Canda en años pasados.

La crisis económica, el desempleo, la violencia, el ahogo post pandémico nos está pasando factura. No son justificantes, pero si detonantes de este mal endémico que es el odio. De las redes sociales a los estadios, hemos transitado a una fractura sin retorno de eso que hemos defendido desde este espacio comunicativo como un valor colectivo: la convivencia.

El racista, el xenófobo, el que insulta, parten todos del mismo principio: su reiterada debilidad al mostrar esa supuesta superioridad.

Es débil porque se escuda en el anonimato de la masa. Debiéramos preguntarnos, como en la imagen del emperador desnudo, si mantendría la misma actitud al encontrarse solo en la gradería. Imaginémoslo entonces en esa situación: aislémoslo, dejémoslo en soledad, construyamos nosotros esa convivencia que tanto necesitamos para seguir adelante.

Declaración de la Asociación de Cubanos Residentes en Costa Rica

Comunicado

La Asociación Cultural de Cubanos Residentes en Costa Rica Antonio Maceo, denuncia ante la opinión pública mundial el acto terrorista cometido contra la sede diplomática de Cuba en Washington en horas de la noche de este 23 de septiembre 2023 por un ciudadano no identificado aún, donde sólo causó daños materiales, pero poniendo en peligro la vida de los funcionarios cubanos que ahí laboran.

Nos pronunciamos conjuntamente con el pueblo de Cuba ante el Gobierno de los Estados Unidos, para que tome las medidas correspondientes e investigue lo ocurrido y no quede impune este acto de violencia y odio contra nuestro Pueblo y den a conocer las causas y los responsables de tan repudiado acto.

En estos momentos donde el mundo vive una crisis humanitaria desastrosa hay quien sigue alimentando el odio y el genocidio contra nuestra Patria.

Una vez más la ASOCULCRCR Antonio Maceo levanta su voz y se une al reclamo de Pueblo Cubano y su Gobierno Revolucionario y exigimos se esclarezcan los hechos y caiga el peso de la ley al causante de este acto terrorista.

Exigimos respeto y no permitiremos se atente contra la dignidad y la soberanía de nuestro PATRIA.

Cuba es y será un bastión inexpugnable.

ASOCULCRCR ANTONIO MACEO

Enlace a un video en el cual se ve la acción contra la sede diplomática de Cuba en Washington.

Con la mecha corta

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Lo señalaron. Claramente. Tardó unos minutos en reaccionar y tomó la decisión de salir del estadio, o más bien lo invitaron a salir, que es lo que dicta el protocolo. Minutos antes había soltado un insulto racista hacia Pablo César Wanchope que todo el país escuchó.

Pese a que la acción correctiva está bien y es válida para trabajar el momento, al igual que el veto a una cancha hace unos días, pienso que esta epidemia inagotable de racismo, xenofobia, homofobia, discriminación y discursos de odio que estamos transitando, no se soluciona sacando a la gente, imponiéndole multa, vetando los estadios.

Considero que la acción debe ser más ejemplarizante. Así como a aquellos que infringen la ley de tránsito se les imponen multas y castigos con puntos y acciones formativas que deben cursar, a estas personas que un día sí y otro también se escudan tras un envalentonamiento patriarcal y agresivo, se les debiera invitar a recibir procesos de formación, hacer horas comunitarias, reparar el daño de alguna manera ahí sí, ejemplarizante.

En menos de una semana el país ha expuesto su mecha corta en materia sociocultural. Este aficionado que prefirió insultar a Wanchope por su color de piel, una diputada oficialista que sugiere comprar el número de homicidios registrados en el país (que ronda ya la cifra de 660) en lotería, como la gran gracia de humor pesado y chabacano y un ¿periodista? deportivo que invita en sus redes sociales al ataque y la provocación contra Joel Campbell, un jugador de fútbol que recién llegado al país luego de varios años en el exterior, empieza a sentir el ácido de la siempre lacónica Costa Rica bendita, amante de la paz y la democracia.

La mecha, si, es demasiado corta. El contrato social habrá expirado hace algunos años y las vías de integración horizontal se esfumaron incluso antes de la época pandémica. Por eso la violencia, por eso los poderes fácticos, por eso el insulto racista, por eso las muertes en carretera. Por eso estamos a minutos de pasar de las palabras, los insultos, las provocaciones, a los hechos.

Debemos detenernos. Exigirnos entrar en un reseteo de forma y fondo. Formarnos en educación intercultural, hacer válida desde la convivencia y el acto trascendental del respeto a las diferencias, la expresión de ese dichoso artículo 1 de nuestra Constitución Política, que por el momento no es más que una declaración de interés jurídico.

Debemos parar esto. Ya.

Entre Bibby Stockholm y la xenofobia: la vergüenza del mundo poscovid

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Como si no hubiese sido ya lacerante el escrutinio al que fueron sometidas cientos de miles de personas en condiciones de movilidad humana a nivel global durante la época pandémica, el mundo sigue esforzándose hasta el retorcimiento con acciones concretas y discursivas en contra de estas humanidades.

Entre julio y agosto los ejemplos han sido contundentes. Algunos lejanos, otros más cercanos a los contextos costarricenses.

El nombre Bibby Stockholm quizá no diga mucho para alguna gente por estos lares. Pero si ese enunciado se explica con una imagen extraña, llena de incertidumbre, como sacada de alguna trampa ficcional de cuento o novela, entonces adquiere otra dimensión.

Trataré de describirla.

Es una gran caja cuadrada de varios cientos de metros de extensión. Incrustada en algún lugar de los mares europeos como la noción moderna del Arca de Noé.

A simple vista parece un mal diseño de un crucero de turistas, de esos que un día sí y otro también bajan borrachos en puertos exóticos y se sacan fotografías hirientes con la pobreza y la desigualdad que el sistema neoliberal ha generado en casi todos los destinos paradisiacos del amor líquido, como llamó el sociólogo polaco-británico Zygmunt Bauman al turismo posmoderno alguna vez.

Pero esta caja no es ni por asomo ningún crucero del amor. Se trata de un proyecto más de esa Europa fortaleza, encargado por el gobierno británico para alojar allí, en el mar al sur de Inglaterra, cerca de 500 migrantes irregulares a la espera de la resolución de su estatus jurídico.

Es una cárcel flotante.

Se estima que en los próximos meses sean instalados más proyectos de este tipo, para “alivianar la carga social y económica que representan miles de migrantes en su intento de ingresar a esa Europa”, cada vez más conservadora y autoritaria.

Es una vergüenza compartir en la misma generación en la que estas ideas han sido puestas en funcionamiento. Da vergüenza y dolor.

Por otra parte, el ejemplo más cercano lo vemos en las calles costarricenses, donde de forma cotidiana se producen las actitudes de rechazo, sospecha y discriminación contra las migraciones en tránsito, sea de donde sea que vengan y éstas son traducen en discursos xenofóbicos vertidos en redes sociales y medios de comunicación.

Es esta una hora clave para la humanidad. Si nos logramos entender, habremos sido capaces de superar la pandemia del odio y la intolerancia. Habremos trascendido la vergüenza.

Pero si segregamos y rechazamos al otro, o lo desechamos fuera de nuestras fronteras como basura humana, los propios miedos y errores nos ganarán la partida. Seremos partícipes de la clausura de nuestra especie. Definitivamente.

Mi sobrina, Barbie y Gabo

Marcos Chinchilla Montes

Debo de reconocer que luego de la alharaca de vestimentas rosa relacionadas con el lanzamiento de la película Barbie, tanto en Costa Rica como a nivel internacional, no tenía la menor expectativa sobre los alcances de la misma.

La primera advertencia vino de parte de una de mis sobrinas, quién haciendo un resumen de la misma, trajo a colación los conceptos de machismo, patriarcado y misoginia; todo un logro comprensivo para una chica de quince años, formada toda su vida en centros educativos de naturaleza católica, y para rematar, viviendo en una sociedad que privilegia valores conservadores que cosifican y discriminan a la mujer.

El empujón definitivo para verla lo encontré en un video que me llegó por Whatsapp, en el cual una mujer del movimiento profamilia atacaba la película, y aducía que la misma procuraba destruir los valores de la familia tradicional.

Barbie plantea una ficción temporal y espacial que se enfrenta de manera violenta en varios planos con la realidad en la que nos desenvolvemos. En primera instancia, encontramos una sociedad material, perfectamente organizada alrededor de la protagonista, y en la cual dominan las mujeres hermosas y estilizadas, con una organización social superficial, inamovible, repetible todos los días.

En contraposición a ese escenario, el acercamiento de Ken a la sociedad humana, le hace copiar y disfrutar de los “mejores valores” del patriarcado, para imponerlos en Barbieland, mediante un supuesto proceso democrático (dicho sea de paso, manipulado) que terminaría beneficiando a los machos.

Barbie, la película, coquetea con algunas explicaciones y posibles soluciones al nefasto patriarcado, incluso hace una velada crítica a la sociedad capitalista norteamericana. Aunque, es insuficiente en explicaciones (léase a Simone de Beauvoir, Rita Segato o Judith Butler) hay que reconocer que para ser una comedia de cuño hollywoodense, se toma algunas libertades políticas de mal gusto para algunos de los sectores más conservadores: la mujer dueña de su cuerpo, de sus afectos, de sus proyectos personales, de su capacidad organizativa.

Barbie, la película, habría sido imposible en nuestras sociedades hace unos 15 o 20 años, lo que hace alusión a los limitados, pero decididos avances que el movimiento femenino ha venido alcanzado, pero que en cualquier momento pueden ser cercenados como de hecho ya ocurre en El Salvador, Estados Unidos de América o Polonia.

Tengo la sospecha que a diferencia del capítulo titulado “Lisa contra la Baby Malibú” (Los Simpson, 1994, quinta temporada), en el cual solo una niña aprovechaba el trabajo crítico de Lisa, esta producción cinematográfica influirá de manera positiva en millones de mujeres y varones, deconstruyendo así prácticas nocivas para el desarrollo de la humanidad. Sobre el particular, en 1992 Gabriel García Márquez externó una idea que tiene plena vigencia: “Lo único realmente nuevo que podría intentarse para salvar la humanidad en el siglo XXI es que las mujeres asuman el manejo del mundo (…) Sería, por primera vez en la historia, una mutación esencial del género humano (…) Pero, aunque solo fuera por eso, la inversión de poderes es de vida o muerte”.

Al final de la comedia, en esas reservas que permite la ficción, me encantó que Barbie, la muñeca, se convirtiera en una humana imperfecta, y que, de paso, se decantara por ser una chancletuda; el pensamiento crítico en plena construcción, tan necesario en una sociedad en que se exaltan la discriminación, el odio, la exclusión social, el individualismo, y el nefasto neo fascismo que ya toca a nuestras puertas.

El Foro Encuentro Democrático condena actos violentos contra la ANEP

Cuando la irracional intransigencia le gana a la razón

San José, 14 de junio de 2023:

La violencia es el miedo a los ideales de los demás.” Mahatma Gandhi.

Costa Rica fue testigo, el pasado 12 de junio, de uno de los peores síntomas de la enfermedad que ya contagió a nuestra democracia, otrora la más consolidada de América Latina. Sin que mediara provocación alguna por parte del movimiento sindical  ̶ más que la defensa del derecho de los trabajadores a una jornada laboral justa, a la institucionalidad democrática y a los ideales propios de nuestro Estado Social de Derecho ̶ , un grupo de enardecidos acólitos del oficialismo, desplegaron un oprobioso e injustificable acto de violencia política-simbólica en su contra, para lo cual llegaron a provocar a las inmediaciones de la sede de la ANEP (Asociación de Empleados Públicos y Privados), en la ciudad de San José.

Estos energúmenos buscaron irracionalmente generar una espiral de violencia con oscuros propósitos y con el fin de intimidar, coaccionar e imponer la agenda Neoliberal y Neoconservadora, en detrimento de las libertades básicas individuales, los derechos ciudadanos y las conquistas de la clase trabajadora.  Está demostrado en los videos públicos exhibidos, que fueron estos fanáticos de alquiler quienes hicieron uso de la única herramienta que les quedaba ante su falta de razón y argumentos, y que muestra su verdadero rostro: el insulto, la descalificación personal, la amenaza mediante el grito y su retórica violenta.

Hacemos un llamado general a toda la Sociedad Civil costarricense para que, en aras de la cordura ciudadana y la tolerancia, no se deje llevar hacia este bajo y peligroso nivel de polarización antidemocrático.

Sin embargo, a la vez, instamos vehementemente al Ejecutivo a entender que esta no es la histórica vía costarricense de solucionar las diferencias políticas.

Les pedimos respetuosamente a todos los miembros del Ejecutivo y, en particular, al Sr. Presidente, que varíen su estilo de comunicación tan confrontativo y violento, pues es un pésimo ejemplo cívico y empodera y arenga a estos confundidos y manipulados costarricenses. Les solicitamos respetuosamente, que, por el contrario, dirijan al país, como es el deber constitucional de la Presidencia de la República y de acuerdo con la altura de su alta investidura nacional.

No se trata de alardear más en sus discursos de “quemar puentes” (sic), ni de llamar gratuitamente “Filibusteros” (sic) a la Oposición. Así no se gobierna en democracia.

La única vía costarricense históricamente exitosa, ha sido, es y será el Diálogo Social, el respeto al criterio disidente de la oposición y, sobre todo, a las organizaciones civiles y movimientos sociales, que son la base de cualquier democracia moderna y de su paz social.

 Podemos y debemos manifestarnos, diferir y debatir, pero siempre con respeto por el Otro. Los “discursos de odio” y su lógica sólo han llevado a grandes tragedias sociales.

Los efectos de la violencia irracional no pueden ser otros que más irracional violencia hasta llegar a una espiral de violencia creciente al decir del gran pensador brasileño y latinoamericano, el arzobispo Hélder Câmara. Latinoamérica y Centroamérica están llenas de estos ejemplos trágicos; y nuestra Patria no fue la excepción en 1948.

Ningún grupo humano es dueño de la verdad absoluta; por lo que el respeto, en medio de las diferencias, es la única forma racional y ética de lograr consensos y construir el País más justo y solidario que todos y todas anhelamos.

Finalmente, hacemos un público y enérgico llamado a todas las fuerzas sociales y políticas costarricenses, a no instrumentalizar más el Fanatismo religioso, para no manipular a ciertos grupos desinformados y extremistas. Los Fundamentalistas e Integristas religiosos siempre han sido adalides no sólo de su propia agenda cultural y social Neoconservadora, sino que, además, son peones ciegos de la agenda económica Neoliberal. Para esto precisamente fueron creados, financiados y fue estimulado su crecimiento internacionalmente, en medio de la anomia social y los vacíos colectivos existentes.

Recordamos que algunos pocos de estos grupos Fundamentalistas se han infiltrado no sólo en el Sector Público sino incluso, desafortunadamente y frente a los vacíos ideológicos existentes, hasta en una minoría del Sindicalismo. El Sindicalismo debe ser diverso y plural ideológicamente, pero hacemos un llamado de atención a todas las organizaciones sociales y sindicales en general, a estar siempre vigilantes frente a la intromisión del Fundamentalismo y del Fanatismo religioso, y su agenda Neoconservadora. La Desinformación ideológica, la despolitización reinante y los prejuicios socialmente inerciales tampoco ayudan.

Por lo demás, y en medio de nuestras naturales particularidades, queremos proclamar que éste es el momento justo y necesario para, precisamente, articular nuestras diferencias en un interés común superior y patriótico. Hacemos un llamado urgente al Diálogo Social y a la amplia unidad de todas las fuerzas populares con vocación democrática y humanista, para juntos/as rescatar y defender al Estado Social y Democrático de Derecho y al mismo Estado de Derecho.

Por todo lo anterior, insistimos en hacer un llamado público nacional e internacional a la solidaridad militante con los y las compañeros/as de la ANEP, sindicato histórico de lucha sociopolítica en Costa Rica, así como a rechazar cualquier acto violento e irracional contra cualquier otra organización sindical y social.

Responsabilizamos de todo este clima de polarización política nacional directamente al estilo de Gobernanza de la administración Chaves, a sus imposiciones Neoliberales causantes de la creciente, aunque heredada, Desigualdad y a su Campaña de Desinformación sostenida.

En consecuencia, nos declaramos vigilantes del carácter del ejercicio del poder de esta Administración con franca vocación autoritaria. Tal y como lo habíamos advertido de forma consecuente, previo a la Segunda Ronda Electoral del 2022.

Fraternalmente, por la Mesa Coordinadora del Encuentro Democrático:

Sr. José Solano Saborío, Sra. Johana Hernández, Sra. Tatiana Herrera Ávila, Sr. Jiddu Rojas Jiménez-