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Etiqueta: opulencia

Isabel II, símbolo monárquico en el siglo XXI

José Luis Pacheco Murillo

Murió, como tenía que suceder algún día, la Reina Isabel II, símbolo monárquico en el siglo XXI. Su papel de Jefe de Estado y ligada a más de 600 organizaciones de todo tipo, además de dar vistos buenos a nombramientos o retiros de primeros ministros, hacían del reinado una actividad no solamente decorativa. Ante las crisis, llamaba a pedir cuentas y a involucrarse en la solución de ellas o también a pedir la dimisión de responsables de dichas crisis.

70 años de reinado en los que el mostrar unidad familiar real se convirtió en una obsesión y por ello cada desliz de alguno de los miembros era manejado en forma estricta por la Reina. Eso lo sufrió la princesa Diana, la que con su popularidad y su comportamiento tan sociable se convirtió en un dolor de cabeza y fue presionada al divorcio, manteniendo la figura de Carlos como si nada hubiese hecho. Hipocresía real que se hace más palpable al dejar aceptado el hecho de que sea rey con Camila como reina consorte.

Vivió 96 años con la opulencia y el derroche en todo momento y con poco hacer por aliviar las hambrunas en el mundo incluso en algunas de las colonias que tenían sometidas a sus caprichos, sosteniéndolas con opresión y muerte.

El tema de las Malvinas fue tratado de igual manera con mano dura y abuso y sobre lo cual no hubo manifestación de su parte excepto apoyar la invasión y el odio causado.

Los británicos, en algún momento cuestionaron el derroche y esa opulencia y la respuesta fue que los miembros de la familia real pagarán impuestos, con el mismo dinero que le suministraba el Estado o sea el pueblo británico. Muy sencillo.

Murió la Reina como murieron sus predecesores y como ellos, será sepultada sin que lleve nada de lo muchísimo que tenía y que otros disfrutarán. Algo a tomar en cuenta por aquellos que creen que son eternos y que lo que poseen es lo que los hace grandes y poderosos. La Princesa Diana tuvo mayor popularidad por algo muy distinto: su don de gentes y su humildad.

Dios quiera que entendamos que somos mortales y que no nos llevaremos nada, para si disfrutar los momentos y compartir lo que tenemos.

LO COLONIAL EN FORMA Y FONDO

Por Memo Acuña. Sociólogo y escritor costarricense.

Vaya usted a saber qué idea literaria estuvo en la mente y la cabeza de quienes con tino y un poco de ironía procedimental endosaron el flamante nombre de “Caso Diamante” a los recientes actos de corrupción ventilados a la opinión pública costarricense con la participación, hasta ahora sólo indicada más no comprobada en las instancias judiciales, de seis alcaldes y funcionarios representantes de la empresa privada, en específico una de las empresas constructoras que viene siendo cuestionada por, también, otros actos de corrupción que la inspiración narrativa endosó con el nombre de “Cochinilla”.

En ambos episodios, su “denominación de origen” caló hasta los huesos en una opinión pública ya un poco desgastada de tanta recurrencia, persistencia, pero también de tanta impunidad en ese deporte de hacerse con las cosas ajenas, disponer de ellas, lo que lo ha convertido en el sexto sentido nacional.

Entre las alcaldías cuestionadas recientemente en la figura de su máximo representante, se encuentran dos municipios cuya lógica público-privada ha sido leitmotiv de su gestión.

Esta relación no es suficiente, sin embargo, para explicar la buena salud de algunos índices como el IDS (Índice de Desarrollo Social), en el que tanto San José como Escazú muestran buenas ubicaciones.

Es suficiente con darse una vuelta por el Escazú de la globalización, no el rural ni el periférico claro está, para percatarse de la forma como la inversión, en particular infraestructural, mobiliaria y el desarrollo de una economía de servicios orientada a atender a una franja de población local y extranjera con altas capacidades de consumo, ha convertido a este cantón en copia fiel y reproducida de otros escenarios fuera de nuestras fronteras.

Ahora uno se pregunta con un poco de malicia, si esa opulencia no provendrá también de los amaños y entuertos con que algunos vivillos han asumido para su beneficio, la función pública.

El tema de lo político y su definición en el plano local es complejo y necesariamente requiere con urgencia de otras formas de discutirse.

La separación de las elecciones nacionales y municipales no cumple aún 10 años de haberse implementado, pero es preciso volver a replantearse los esquemas de escogencia de las autoridades locales, estudiar sus redes y encadenamientos “hacia atrás y hacia adelante” y valorar los procesos de participación comunitaria, tan corroídos por el lenguaje del empoderamiento que sigue escondiendo los desequilibrios y las desigualdades imperantes en todos los espacios sociales.

Sin embargo, el fondo de este marco de fragilidad de lo local en sus instancias organizadas como las mismas municipalidades, sigue presentando el lastre de lo colonial como organización del poder que se enquista en todas las estructuras formales y no formales en funcionamiento.

Las declaraciones racistas, misóginas y discriminatorias del alcalde del cantón de Matina, Walter Céspedes, deben ser contextualizadas en el marco de una extensa e histórica relación de subordinación en que las comunidades originarias han quedado posicionadas. Más allá del antecedente, desafortunado y grave, lo que estas declaraciones señalan es una costumbre enraizada que se ha convertido en práctica recurrente y hasta naturalizada.

La forma y el fondo con el que muchos de los líderes locales establecen su relación con la población a la que sirven, continúa marcada por más de 200 años de clivaje colonial en el que género, etnia, clase social y nacionalidad son dimensiones intervinientes en la construcción de dinámicas absolutamente espurias, de dominación y control sobre los cuerpos y los territorios.

Quisiera terminar señalando una apostilla a esta reflexión. El lenguaje en todos sus extremos es una herramienta de comprensión del entorno. Pero también es una herramienta política que puede llegar a ser utilizada para avasallar e insultar, como en el caso del tristemente célebre alcalde ya mencionado.

Conviene posicionar estos temas en la formación permanente a nivel municipal, así como se discuten los presupuestos locales o la planificación territorial, a fin de desterrar de una buena vez este tipo de enfoques que aún hoy en día siguen atravesados por el lastre colonial que gobierna nuestros países. Empecemos por el plano local. Luego ampliemos su alcance.

A nivel nacional, por ejemplo.