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Etiqueta: pandemia del COVID 19

2021-2022: Después de la duda ¿podría renacer la esperanza?

Luis Paulino Vargas Solís

El 2021 ha dejado sembrada la duda, que se resume en una enorme pregunta ¿podrá la humanidad salvarse de sí misma?

La pandemia del Covid-19.

Se ha demostrado que tenemos el potencial, pero no necesariamente la voluntad. Muchísimas muertes pudieron evitarse, si tan solo hubiésemos sido capaces de reconocer que la pobreza y la marginalidad potencian el contagio y si, entonces, hubiésemos actuado con el grado de solidaridad, empatía y compasión que ello demandaba. Y si la ciencia, financiada con fondos públicos, hizo posible el temprano desarrollo de las vacunas ¿por qué estas han terminado siendo un negociazo en manos de las grandes farmacéuticas y por qué son acaparadas por los países ricos? Más allá de la restricción injustificada de las patentes, y de los criminales bulos antivacunas, deberían estarse produciendo a escala masiva y distribuyendo equitativamente, para convertirlas en un derecho universal.

El cambio climático y la crisis ambiental.

Hacer cumbres mundiales de las que salen acuerdos “voluntarios” de alcance simbólico. Más que ridículo, resulta suicida. Los lobbies de las petroleras, como los de las farmacéuticas, siguen hipnotizando, con sus fajos de billetes, a las élites políticas del mundo, cuando aquí mismo, en Costa Rica, sigue circulando la taradez de no entender que el único lugar correcto donde el petróleo pueda estar, es debajo de la tierra. Llegados a este punto, ya nada podrá salvarnos de las consecuencias del calentamiento global. Pero todavía podríamos evitar la catástrofe total. También en este caso, tenemos el potencial, que la ciencia nos proporciona, pero no la voluntad. Mezquinos intereses económicos y políticos nos paralizan.

La desigualdad y la pobreza.

No se ha entendido el enorme potencial agravante que tienen estos factores, en relación con el Covid-19, ni tampoco parece entenderse que el abordaje de la crisis climática, debe obligatoriamente basarse en una elemental, pero ineludible, noción de justicia climática. El mundo debe obligatoriamente cambiar, pero el cambio no puede ser ni de la misma dimensión ni de la misma calidad, en los países ricos que en los pobres; para el 1% de los súper-ricos que para el resto. Y especialmente debe proteger a quienes son más pobres y vulnerables.

Para todos y todas: un venturoso 2022. Nos toca hacer renacer la esperanza y construir un mundo mejor ¡hagámoslo, por favor!

Compartido con SURCOS por el autor, publicado además en su página de Facebook.

“Si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad»

Por Ignacio Navarrete Gutiérrez. *

Ayer fuimos a una ceremonia para despedir a una amiga. Era una amiga de la vida, vecina de nosotros y madre de dos hijas de edades similares a los chicos de mi casa. A lo largo de los años terminamos compartiendo una gran cantidad de actividades y momentos que nos llevaron a ser familia postiza, además de sintonizarnos en muchísimos temas, porque era una persona progresista y solidaria, siempre comprometida con los demás.

El viernes pasado a sus 60 años murió por COVID-19. Tenía tanto miedo a la vacuna que fue la única de toda su familia que no se vacunó, se contagió y terminó muriendo. Quizás esa sea su única dicha, por no haber contagiado a ningún ser querido, porque normalmente eso no es lo que ocurre. Y su fallecimiento fue muy triste, después de más de veinte días luchando por poder respirar y que su cuerpo tuviera las defensas para poder responder al virus. Los últimos cinco días ya inconsciente, en coma inducido y sin ninguna posibilidad de despedirse de este mundo.

Una persona con una vitalidad contagiosa, llena de proyectos e iniciativas, se apagó en tres semanas, cuando tenía una vida por delante. No solo la sobreviven sus hijas y esposo, sino hasta todos sus hermanos, su madre y su abuela materna, como muestra de genes longevos que también eran los de ella. Y muchos “familiares postizos” la lloraremos egoístamente, aunque nos quedará la gratitud de que nos iluminó con su existencia.

¿Cómo una persona comprometida con la vida y con los demás pudo terminar negando la realidad de la pandemia y la vacuna como única opción de respuesta a nivel colectivo? Los niveles de desinformación y de manipulación con el miedo que vivimos hoy en día, hacen que gente progresista termine actuando igual que las personas más retrógradas.

Es increíble que creencias tan variadas (muchas de ellas totalmente comprensibles y de valor, otras totalmente irracionales), terminen siendo usadas para justificar el temor a vacunarse, la reserva mental ante los avances tecnológicos y el no compromiso con los demás.

Como mejor ejemplo, la publicación de uno de los sindicatos más combativos de Costa Rica, que en vez de exigir respuestas de salud pública eficaces e inclusivas, termina actuando de la mano con los sectores más reaccionarios de la sociedad.

En momentos que en Costa Rica se está implantando la obligatoriedad de la vacuna para todos los funcionarios del sector público, que la ANEP le haga el juego a la caverna muestra el nivel de manipulación que realiza y su falta de compromiso con su gente, al grado de poner en riesgo a sus propios afiliados ante una causal de despido sin responsabilidad patronal.

¿Y en qué momento alguien progresista puede sentir que su decisión personal está eximida de responsabilidad ante el colectivo? Se podría entender los cuestionamientos a las vacunas hace un año, cuando la pandemia estaba comenzando, pero al ver que ya hay más de seis vacunas en el mundo reduciendo con efectividad los estragos de la pandemia, todas las justificaciones para su rechazo se caen por su propio peso.

El principio de la libertad, es un principio de acción válida que para los humanistas nos sirve como una norma ética de acción que dice que «Cuando perjudicas a los demás, quedas encadenado. Pero, si no perjudicas a otros, puedes hacer cuanto quieras con libertad«[1].

Si a alguien no le preocupan los demás, se podría entender que haga lo que quiera desde su razonamiento egoísta. Pero, esa lógica no funciona en una pandemia. Hoy en día, vacunarse es un deber, aunque muchos de los opositores asuman el rol de víctima y de «defensores de la libertad», igual que lo haría el nefasto Donald Trump.

Si alguien tiene una contraindicación médica contra la vacuna, no solo no debe vacunarse, sino que tampoco debe salir a lugares públicos. Y estos, son una minoría.

Los que no quieren vacunarse, pero sí quieren poder ir a cualquier lado, son unos irresponsables. Y creer que eso es luchar por la libertad, es una actitud cínica, desde la que no se comprende nada de lo que significa el bien colectivo.

Si alguno de mis amigas y amigos ha llegado hasta aquí y todavía no se ha vacunado, les invito a que lo hagan, no tengan miedo. Seguramente nada les va a pasar y les quedará la satisfacción de haber contribuido a la salud de todas y todos.

*Ignacio Navarrete Gutiérrez. Es costarricense. Consultor empresarial y asesor gerencial.

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[1] Silo, “Humanizar la Tierra” en Principios de Acción Válida, Madrid, Editorial Plaza & Janés, 1989.

Guatemala, manifestación del 21N: Una breve descripción del contexto político

José Pablo Menchú Jiménez

Para entender lo que está pasando en Guatemala es necesario comprender el modus operandi de la política del país. Que en términos generales se resume en un Estado cooptado por mafias que gravitan alrededor de los tres poderes. Estas mafias forman redes cuyo objetivo es enriquecerse con el presupuesto público controlando el congreso y el ejecutivo y asegurarse impunidad controlando el sistema de justicia. Por cierto, esta forma de operar el sistema político fue revelada a la ciudadanía gracias a las investigaciones de la CICIG. Como consecuencias existe una institucionalidad democrática débil para soportar la carga de un desarrollo integral.

Ahora bien, durante el 2020 ha habido varios hechos que han tensado la política guatemalteca. Entre los que se puede mencionar problemas relacionados con la pandemia del COVID 19 y de índole político. En el caso del primero se encuentra el endeudamiento del Estado a raíz de la pandemia del COVID 19 y cuyos resultados positivos no son evidentes (hospitales desabastecidos, médicos que no reciben salarios, etc.) y un gobierno incapaz de hacer frente al aumento de desigualdades sociales. En el segundo existe un intento de debilitar el sistema democrático con el descaro del Congreso de la República por no acatar las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad, los ataques contra la Procuraduría de Derechos Humanos y la Fiscalía Especial Contra la Corrupción.

A todo eso se suma la forma autoritaria de ejercer el gobierno que ha asumido Giammattei, ya sea enfrentándose a periodistas, atacando a organizaciones indígenas o simplemente haciendo oídos sordos a las demandas ciudadanas en cuanto a destitución de ministros y rendición de cuentas. Esto le ha representado que después de 10 meses Giammatei sea uno de los presidentes peor evaluados de la región (30% de aprobación y esta va en picada).

¿Cuál fue la gota que derramó el vaso? Fue la aprobación del presupuesto para el siguiente año fiscal. Donde se hizo visible ese modus operandi de la estructura política guatemalteca. Hay varios puntos claves que molestó a la ciudadanía desde la aprobación en hora de la madrugada, diputados que alegan que el mismo día de la sesión fue entregado la propuesta y que ya todo estaba negociado, el aumento de la deuda, la compra de un nuevo edificio para el congreso, disminución de fondos para atender la desnutrición, aumento de fondos para el Congreso, etc.

Y lo peor de todo es el sentimiento de que los diputados se están aprovechando de la pandemia y las catástrofes naturales para hacer un presupuesto a la medida de la corrupción, con el apoyo del gobierno. Todo ello generó un consenso social de diversos sectores (que no se veía desde las manifestaciones del 2015) de hartazgo hacia el sistema político. Esto conllevo a la manifestación del sábado 11 de noviembre, siendo una de las consignas más importantes que el presidente vete el presupuesto. Pero la respuesta del gobierno fue la brutalidad policial, desde gases lacrimógenos a manifestantes pacíficos, detenciones ilegales a periodistas y estudiantes, portación de armas de fuego de elementos de la fuerza pública y uso de la violencia física en contra de mujeres y jóvenes que manifestaban pacíficamente. Una brutalidad policial que en el pasado reciente solo se conocía en el interior del país contra los pueblos indígenas.

Como consecuencia de las movilizaciones ciudadanas, en horas de la madrugada el congreso suspendió el trámite del presupuesto para desmotivar próximas manifestaciones. Aun así, todavía quedan varios puntos importantes por ejemplo el descontento ya no solo contra el presupuesto sino contra el sistema político, un presidente que cada día es más impopular, un congreso que carece de legitimidad y falta conocer cuál va a ser la reacción de las organizaciones campesinas e indígenas más allá de sus comunicados en oposición al presupuesto y papel del congreso. Lo que es una certeza es que hay todo un ambiente propicio para que la movilización ciudadana continúe.

 

Fuente de las imágenes:
Tomada por Doug Tejeda de la cuenta de twitter de Pía La Periodista (@PiaLaPeriodista)
Las otras dos fueron tomadas de la cuenta de Twitter de Agencia Ocote (@AgenciaOcote)