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Etiqueta: populismo

El chavismo tico: síntoma de una democracia en agonía

Mauricio Ramírez Núñez
Académico

Mauricio Ramírez Núñez.

Desde hace ya mucho tiempo los partidos políticos en Costa Rica, y no exagero si nos referimos a occidente en general, enfrentan una profunda crisis de identidad o decadencia extendida. Representan a minorías económicas o culturales, pero han dejado de ser vehículos de representación para las grandes mayorías. Estas mayorías, que soportan las desigualdades y exclusiones de un modelo económico intacto desde hace décadas, han sido abandonadas por la clase política tradicional. En este vacío de representatividad, surgió el chavismo tico, no como un proyecto ideológico sólido, sino como un síntoma de una democracia que agoniza.

El reciente Informe del Estado de la Nación 2024 arroja luz sobre esta problemática. Según el informe, la democratización, lejos de ser un escudo, no logró evitar el colapso de los partidos políticos. La crisis de representación y el desalineamiento político de la ciudadanía son síntomas claros de un sistema político desconectado de las necesidades del pueblo y con una entropía institucional que le impide adaptarse para responder con certeza a las nuevas demandas ciudadanas. Este desalineamiento, reflejado en una ciudadanía que ya no se identifica con las ofertas partidarias tradicionales, evidencia la profundidad de la desconexión entre los partidos y las mayorías.

Cuando los partidos se enfocan únicamente en defender intereses específicos, del tipo que sean, se convierten en partidos minoritarios. Olvidan que, en una democracia real, aunque las minorías deben ser protegidas, reconocidas y respetadas, el objetivo final siempre debe ser el bienestar de las mayorías. Sin embargo, Occidente en los últimos años ha invertido esta lógica, misma en la que Costa Rica ha caído al seguir los pasos de forma acrítica de quienes ha considerado históricamente como el ejemplo a seguir. En lugar de demos-cratos, el poder del pueblo, estamos viviendo una democracia capturada por pequeñas élites o grupos que se desconectan de las necesidades colectivas.

No en vano, en las últimas elecciones llevadas a cabo en Estados Unidos de América, el senador Bernie Sanders al referirse a la derrota de los demócratas dijo que “no debería ser una gran sorpresa que un partido demócrata que ha abandonado a la gente de la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora le ha abandonado”. Saquemos conclusiones nada más sobre la situación histórica de algunos partidos en Costa Rica, que en algún momento sí representaron no solo a la clase trabajadora, sino a la mayoría de la sociedad, y que hoy ésta le da la espalda.

El Informe del Estado de la Nación 2024 también señala que esta crisis de representación es una amenaza para nuestra ya débil estabilidad democrática. Las grandes mayorías, excluidas y desilusionadas, se convierten en terreno fértil para proyectos políticos que se alimentan de su frustración, llenando los oídos del pueblo con discursos de odio y promesas vacías que solo hacen crecer la espiral de desesperanza y violencia social. El chavismo tico es un ejemplo de cómo el descontento puede ser canalizado a través de liderazgos que explotan los sentimientos de abandono y desconfianza hacia el sistema. No se trata de una fuerza política que ofrece soluciones reales o de largo plazo, sino de un fenómeno que se alimenta del resentimiento acumulado contra una clase política cooptada por minorías de todo tipo, incapaz de responder a las necesidades básicas de la población.

La falta de representatividad no solo alimenta proyectos populistas, sino que también erosiona la esencia misma de la democracia. Cuando las mayorías sienten que el sistema no les responde, la legitimidad de las instituciones se derrumba como un castillo de naipes. En este contexto, el crecimiento del chavismo tico no es una anomalía; es una consecuencia lógica de un sistema político que ha fallado. La infiltración de este movimiento en diversos campos de la sociedad, desde la prensa hasta las instituciones públicas, es predecible y responde a su naturaleza: un proyecto político que, al nutrirse del descontento popular, busca inevitablemente el control total de los aspectos fundamentales de la vida nacional. Este afán hegemónico no solo intensifica la crisis democrática, sino que amenaza con perpetuar un ciclo donde la representatividad real sigue siendo la gran ausente. En otras palabras, no resuelve nada, solo agrava la crisis.

Reinventar la representación

El desafío que enfrentan los partidos políticos costarricenses es colosal. Según el Estado de la Nación, su desconexión con las mayorías no es un fenómeno reciente, sino el resultado de décadas de desalineamiento político y exclusión. Si Costa Rica quiere evitar caer en una espiral de polarización y populismo destructivo como hemos visto en otros países, sus partidos deben abandonar la complacencia y reconstruir los puentes con las mayorías y sus necesidades, además de hacer una limpia interna a nivel de estructuras. No hay de otra. De lo contrario, serán también responsables de lo que venga. Todo esto implica reconocer las falencias del modelo económico actual con el cual todos quienes han gobernado han colaborado, hacer una mea culpa, y abandonar el discurso elitista que desprecia las preocupaciones de la población común.

Costa Rica enfrenta una prueba crucial en las próximas elecciones de 2026. El colapso de los partidos políticos, reflejado en el informe, es una advertencia de todo lo que está en juego. O los partidos retoman su papel como representantes del demos, del pueblo, o seguirán allanando el camino para que liderazgos como el chavismo tico se consoliden, poniendo en peligro el equilibrio político y social que tanto costó construir. El tiempo para corregir el rumbo se agota. Reconstruir la confianza de las mayorías no es solo una cuestión de sobrevivencia política u oportunismo electoral, sino un imperativo para salvar la democracia tica, o lo que dejen de ella.

A propósito del tope, perdimos los estribos

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

                Perder los estribos es un dicho de sabiduría popular que hace alusión al montador de caballo quien, por exceso de confianza o descuido, en una estampida de la bestia pierde los estribos al no tener bien puestos y afianzados los pies dentro de los mismos. Por lo general, al perder el estribo, el montador se cae del caballo. El golpe puede ser mortal dependiendo de la velocidad y la altura de la bestia; un caballo pura sangre, del que ostentan sus dueños, por lo general, reúne ambas condiciones.

                Don Ernesto era un hacendado con porte de gamonal, y sí que lo era. De tez blanca, casi rojiza, de robusta caballera, de mirada altiva y palabra cortante. Su hacienda parecía no tener límites. Cuando salía de su hacienda montaba un caballo blanco que lucía unos aperos finos y sofisticados. La montura de color café con incrustaciones metálicas doradas, trabajadas artesanalmente, hacían resaltar las pecheras de color cobrizo, adornadas con medallones de cuero con muy finos trazos de talabartería. Luciendo una camisa blanca y un sombrero negro de lona, era motivo de admiración y hasta de envidia para los otros gamonales del pueblo. No daba muestras de simpatía alguna. Cero saludos para los transeúntes. Erguido, sobre los lomos de aquel animal pura sangre, no alcanzaba sino a auscultar con su mirada interior el fuego de la pasión de saberse dueño de tanta grandeza; una estela de narcisismo, casi enfermizo, le poseía y le conducía, inevitablemente, por los caminos de una arrogancia sin límites. Las calles se hacían pequeñas. Y el pueblo era insuficiente para dar cabida a tan distinguida presencia. Todo parecía opacarse cuando aquel hombre en su caballo aparecía en escena. Sin duda, había fuerza y vitalidad en aquella gallarda personalidad, que se incrementaba en cada paso que daba el caballo. Parecía como si ambos, el hombre y la bestia, se fusionaban para mostrar que la grandeza no es solo propiedad de los dioses y, mucho menos, de las diosas.

                Tiempo después, don Ernesto, montando un modesto caballo, llegaba hasta el comisariato de uno de sus viejos empleados de la hacienda a pedirle que le vendiera la comida. Se acabó la hacienda, el ganado y los caballos pura sangre. Ahora, se limitaba a comprar algunos cerdos para llevarlos a vender a La Villa. Don Ernesto perdió los estribos, y el golpe, aunque no fue mortal sí lo condujo a vivir modesta y hasta precariamente.

                Durante décadas, los costarricenses celebramos y hasta ostentamos de un país que lucía logros importantes en progreso social, paz y democracia que lo distinguía y diferenciaba de las naciones hermanas de Centroamérica, y hasta de algunas de las más avanzadas del continente. Era justo reconocer y destacar esos avances y logros, pero no sobreestimarlos y exhibirlos con ostentación y narcisismo. Sin embargo, algunos con porte de gamonal y otros haciendo barra desde la gradería, parecían rondar los límites del éxtasis, al celebrar con efusión y algarabía la excepcionalidad del país. Y para cerrar con broche de oro, más tarde los analistas internacionales nos asignaban los primeros lugares en el índice de los países más felice del mundo.

                Hoy, la bestia desbocada, ofuscada y a rienda suelta no alcanza a encontrar la ruta. Los caballistas que se mostraban como maestros de la equitación, no han dado la talla. Han venido cayendo en picada, en cada intento. Algunas de sus acciones y políticas, especialmente las que han contribuido a profundizar la desigualdad y precariedad social, la polarización, la violencia y la inseguridad, han dado al traste con su liderazgo, así como con las instancias político-partidistas que los han llevado al poder. Es más que evidente este comportamiento creciente y acumulativo, con cada nuevo proyecto político la situación empeora. El país, al igual que don Ernesto, perdió los estribos.

Efectivamente, al perder los estribos, da tumbos y sin ruta continúa sufriendo males endémicos para los cuales solo se ensayan medicinas paliativas. Lo peor de todo, es que se continúa celebrando, y hasta con arrogancia, que somos un país pujante en lo económico, sin deparar en que se trata de un crecimiento económico concentrado y excluyente. Y como no hay peor ciego que el que no quiere ver, testarudamente marchamos hacia el precipicio, pensando que se va hacia la cima del mundo. Perdimos la ruta que nos marcaron los forjadores de la Gran Reforma Social de los años 1940 y de la Segunda República de los años 1950, ambas resultado de una convergencia entre movimiento popular por la justicia social y lideres políticos con visión de Estado Social de Derecho, desde diversos frentes ideológico-políticos. Además, con muy buena disposición para el diálogo y la concertación democrática.

                Sí, las evidencias son abundantes de que perdimos los estribos, tanto en aspectos fundamentales como educación, salud, seguridad, derechos laborales, ambientales, ecológicos y culturales, como en una gestión democrática dialogal y participativa. Hay que abocarse con urgencia a recuperarlos, socar las riendas y volver a la ruta adecuada: la de la Costa Rica que supo apostar con sabiduría por educación y salud universales de calidad, derechos laborales para el trabajo digno y decente y una economía socialmente solidaria, equitativa y ambiental y ecológicamente sostenible.

                Las propuestas para retomar los estribos y conducir al país por una ruta segura hacia la prosperidad social y económica en democracia tienen que superar el discurso político populista, que se ha dedicado a ofrecer paraísos y buscar chivos expiatorios, creando falsos enemigos del pueblo y propiciando la polarización y la violencia social.

Reiteramos en la necesidad de un acuerdo pluripartidista para encausar una próxima contienda electoral que sea ejemplo de la buena política, es decir, la que da prioridad al análisis y debate sobre las propuestas concretas, dejando de lado los ataques personales y las descalificaciones. De continuar con la politiquería barata del populismo no vamos a recuperar los estribos y la caída puede ser mortal.

Adiós San Pedro: Fenomenología de un pequebú

Jiddu Rojas Jiménez

—¿Cómo está el Tope?

—Muy bien, todos los Caballos están borrachos. (Escuchado en una Cafetería en San Pedro).

Como buen pequeñoburgués desde hace 30 años opté por vivir en Montes de Oca. La UCR, lo urbano, lo alternativo, la política de Izquierdas, la bohemia, la cultura y la contracultura. Apartamentos baratos y de buen gusto. Las manifestaciones comenzaban a 500 varas del apartamento, etc. Era el «Cielo» josefino de los jóvenes de clase media ilustrada y politizada. Lejos de los nuevos ricos del Oeste y de su reacción tipo Miami rústico y montañoso. Lejos de la «República de los Condominios», para citar a Luis Chaves (Chaves el bueno), el poeta de mi Generación X.

Buen transporte público, precios accesibles, todo cerca, y hasta cercano a mi otrora San José centro nostálgico, que conectaban por Barrio Dent y los Yoses. No se necesitaba automóvil. Incluso, el tren no pudo conectarnos mejor con la UNA en Heredia, con el TEC de Cartago o la SIUA de Alajuela. Pero, «El tiempo pasa/Nos vamos poniendo technos», sentenció Luca Prodan…

Los alquileres subieron, y la Desigualdad estructural hizo el resto… La crisis económica permanente se instaló, y llegó para quedarse. Alguien se acuerda del «Coeficiente Gini» de Costa Rica, que no paraba de subir y avisar, desde hace décadas… Un desastre socio- económico causa de la siguiente tragedia cultural.

Amón y Otoya ya estaban gentrificados, y Escalante era impagable. Los Yoses siempre fue como neoaristocrático. Curri y Rohrmoser/Pavas siguieron el mismo patrón de desarrollo urbanístico, aunque con desarrollo combinado y desigual (O sea con grandes villas urbanas proletarizadas, y con gran inseguridad ciudadana, conectadas a la frivolidad excluyente de los ricos). Mientras, Moravia quedaba lejos para los peatones sin buses de Interlínea, y Guadalupe era demasiado caótico, casi como San José centro mismo, pero más frío y lejos del mismo (me consta porque también he vivido en Goicochea).

Así las cosas, desde joven alquilé mi casa, único patrimonio familiar (para luego venderla), y viví solo y perdido, alquilando, en casi todos los distritos de Montes de Oca.

Mis compañeros y compañeras de los Barrios del Sur, que aprovecharon la vieja dinámica social de la Segunda República, tuvieron finalmente que dejarlos. Y migraron a vivir a otros barrios más cómodos.  Algunos se quedaron estoicamente, y aún resisten con éxito ciudadano en sus Barrios.

La lección política, epistemológica, y hasta ética de ese proceso «vallecentralino”, es que la «masa» no es el proletariado idealizado, y que el lúmpen no es el «Pueblo Político» (Helio Gallardo).

La clase social con consciencia «en sí», no es la clase social «para sí» (G. Lukács). La primera, es lo que las clases dominantes han hecho de ella, vive o sobrevive en la Heteronomía política. La segunda, tiene proyecto y autodeterminación (para sí misma), tiene la posibilidad de la Autonomía, y aún sueña.

Pero todo cambia, y debe cambiar, todo, es dialéctico, y así debe ser. Cambia, –qué no evoluciona necesariamente–, nuestra Patria, el Mundo, nuestros barrios, nuestra vida misma.

Hoy me di cuenta, –en realidad hace rato que lo sé, digamos recordé–, que aquel San Pedro nostálgico, ya no existe, y que no tiene por qué existir. (Debería, pero no). «Todo lo real es racional, y lo que es racional es real.» (Hegel)

En plena crisis del Estado Social de Derecho, a las puertas se una salida autoritaria y Ultra-Neoliberal, las expectativas de las capas medias colapsaron. La vulgaridad estética nos despierta a veces.

Existencialmente, –y aún con la alta tasa de criminalidad–, nunca antes en mi vida, me había sentido más ajeno y extraño, en toda mi vida en San Pedro.

Les recuerdo: Entendamos que la(s) Cultura(as) Popular(es) no es (son) Populismo. Lo popular no puede ser «Populista».

Ni si quiera voy a entrar a discutir el urgente tema del «Maltrato Animal», ni la subcultura de los Caballistas. Hay de todo, y conozco a alguna gente amable y gentil.

En fin… Sólo sé que me cuesta salir a la propia calle de mi Barrio adoptivo, que me siento incómodo en mi ciudad capital hace años, en las playas o suburbios gentrificados o lumpenizados, y hasta en mi Patria.

Antes de que me manden al exilio o al carajo, les concedo que en realidad, todo el resto del Planeta, o anda igual o peor…

Felices fiestas, un abrazo grande y fraternal.

El reto del Jaguar contra los Presidentes de la Asamblea y de la Corte

Vladimir de la Cruz

Vivimos inevitablemente la sociedad de la información y del conocimiento en la cual, por todo lado, nos llegan datos procesados, mensajes de todo tipo, puntos de vista sobre temas diversos, referencias de la actualidad inmediata que vivimos. El conocimiento y la información que nos llega es mezclada. Hay que saberla distinguir para valorar lo que nos interesa y lo que hay que dejar de lado o desechar, porque no tenemos todo el tiempo del mundo para entretenernos con esos mensajes informativos.

Esa información, la generalizada del Facebook, del WhatsApp, del Instagram, del TikTok, y de otras redes digitales similares, se vuelve adictiva por lo atractiva que es y por la simpleza de contenido que trasmite.

Lamentablemente, este mundo informático y digital ha ido creando una población analfabeta, que cada vez escribe y lee menos, que reduce las palabras a signos y garabatos, de ignorantes, sin cultura alguna, ni general, ni histórica y mucho menos política. De continuar en ese camino, el peligro es que avancemos hacia una población de analfabetos por desuso, es decir, de personas que aprendieron a leer y escribir que por no practicar la lectura y la escritura se les olvida cómo hacerlo. El analfabetismo y al analfabetismo por desuso, ha aumentado.

Los analfabetas y analfabetas por desuso son más fácilmente influidos y dirigidos también, por demagogos, por demagogos populistas, quienes apelan ante ellos con prejuicios, con emociones, con miedos, sembrando esperanzas, identificándose con sus frustraciones sociales, económicas y políticas, buscando ganar su apoyo, el apoyo popular, usando recursos de oratoria desinformada, con datos errados y engaños, halagando al pueblo, al bajo pueblo, al populacho con actitudes populistas que los identifican simbióticamente.

El proceso educativo nacional, hace bastantes años empezó a aceptar prácticas que se orientaban en esas direcciones, cuando ante la lectura completa de libros y textos, introdujeron y aceptaron las prácticas de lecturas de resúmenes de libros, prácticas que llegaron a las universidades, con igual daño formativo. Hay gente que se queja de leer más de 3 minutos, menos de una página.

La información como tal, como concepto latino que es, procede del verbo latino “informare”, que significa “dar forma a la mente”. De allí instruir, disciplinar, enseñar.

De modo, que quien no lee y no escribe, o no practica la lectura y la escritura, posee menos palabras, no desarrolla su mente. Con ello disminuye su capacidad de entendimiento y comprensión de textos, libros o discursos, se aumenta su ignorancia, es decir, la ausencia completa del conocimiento y, por ello, el desconocimiento de la realidad concreta, específica. En la escuela nos enseñaban a usar el diccionario, obligado como texto escolar. Hoy los niños y jóvenes estudiantes no lo tienen a mano.

En esa época, no hace mucho, aunque pareciera una eternidad, por la descerebración que se ha producido nacionalmente, sin estas redes informativas y de comunicaciones interpersonales, existía una cultura nacional, una educación nacional, relaciones familiares más estrechas y formales, más respeto, cultivo de valores personales, familiares, sociales, cívicos. Había tiempo y disciplina de lectura.

Las personas, los niños y estudiantes, los jóvenes como los adultos y personas mayores rendían culto y respeto a las tradiciones históricas nacionales. Aun sin mucha información histórica, las fechas patrias y las efemérides nacionales tenían peso, se respetaban, su cultivaban en su enseñanza básica. Hoy, esto se va diluyendo cada vez más, y más rápidamente. No interesan estas identificaciones con el país, con la Nación, con la Patria, con su Cultura, su Historia, con su Patrimonio.

Hoy se orienta hacia un cosmopolitismo vacío, hacia la creencia de que formamos parte de una misma comunidad universal sin pertenecer en la realidad a ninguna, porque se tiende a borrar esas identidades particulares. Se impulsa una globalización por encima de las diferencias nacionales, culturales, geográficas o políticas, donde los hombres universales se venden como los modelos.

Con fuerza se venden y promocionan de la misma manera los que han servido a organismos o instituciones mundiales, o internacionales. Por ello, no son casuales los personajes al estilo de héroes de ficción como Rodrigo Chaves, quien así se presenta ante una población de analfabetas, de analfabetas por desuso, y de analfabetas políticos que se identifican con el soldado universal, arropado de presidente, capaz de resolver los problemas de la población, y de saldar las cuentas con quienes por años han engañado a ese pueblo ignorante, como él lo ha dicho, por medio de sus dictadores y tiranos que usufructuando el poder solo para ellos, sus partidos y sus camarillas han gobernado, y que “no le dejan gobernar”.

El demagogo populista siembra el engaño, confunde para vender un producto o ganar un favor. Estos demagogos no se mueven en la sociedad de la información o del conocimiento. Afirman deliberadamente con sus actos, con sus acciones, con sus discursos, la sociedad de la ignorancia desde los medios de comunicación masiva, de sus redes sociales, de las redes que pagan troles, donde la condición de ignorante la presentan como virtuosa, donde los ignorantes se sienten sabios o identificados con la sabiduría del demagogo populista, sabiduría que asumen como propia, lo que los envalentona de modo agresivo.

Los demagogos populistas procuran provocar animosidad, fuertes sentimientos identitarios, reacciones fuertes, guerreristas, confrontativas. Viven azuzando, irritando, hostigando, aguijoneando para confrontar, para embestir, para luchar, para atacar. Viven ladrando, mejor dicho, gruñendo como jaguares.

Hace una semana el animal de Zapote, el Jaguar, gruñó fuerte. Al menos así lo hizo en un spot, un corto televisivo y en redes digitales, que trasmitieron muchas veces por todos los sistemas de comunicación que manejan en la Guarida de Zapote.

El Jaguar se abalanzó directo al pecho, y a las yugulares, de los Presidentes de la Asamblea Legislativa y de la Corte Suprema de Justicia, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre. Se lanzó violentamente, tratando de sorprenderlos, para depredarlos, para cazarlos, para eliminarlos como las figuras más importantes de los Poderes Públicos, que el Jaguar no controla y domina, para evitar que figuras como ellos, representantes y defensores de la Democracia, nazcan, se reproduzcan y aumenten, y pueda evitarse el descarrilamiento de la Democracia que se impulsa desde la Guarida de Zapote.

El ataque fue directo: “Los invito, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre, sin asesores, en cadena nacional en Facebook o donde ustedes quieran, donde nos sentemos a conversar sobre el desempeño de cada uno de los tres poderes que presidimos”.

El ataque fue el resumen apretado de una nota que les dirigió el pasado 12 de diciembre. En ella afirmó que “la democracia no es silencio, es la claridad con que exponen, se analizan y se discuten los problemas y los medios para resolverlos”. Frase contundente que es válida para quienes también critican al Presidente, sus actos y acciones u omisiones de gestión gubernativa.

Agregó el Inquilino de Zapote que “el silencio constituye, muchas veces, complicidad con lo que está mal en nuestra patria”. Por eso nadie, ninguna persona sensata, se puede callar frente a la mala, casi nula, conducción del país.

Recordó que el miércoles 11, en su montada conferencia de prensa, “los invitó a debatir en vivo, pública y transparentemente, sobre los desafíos y cambios que debemos llevar a cabo en los poderes de la república, por los que tanto clama el pueblo”.

El pueblo no clama. El que ha estado exigiendo, clamando, gritando desbocadamente contra los poderes públicos, como la Asamblea Legislativa, sus integrantes, sus diputados y, contra la Corte Suprema de Justicia, su Sala Constitucional, la Fiscalía General de la República y sus integrantes, los magistrados o funcionarios, es el Presidente Chaves.

Para el presidente que acepten la invitación al debate es “un sublime ejercicio democrático”. Pero, él no acepta debates con los periodistas independientes, no pagados por casa presidencial, o que no tienen el guion de las preguntas obligadas que hay que hacerle, para las cuales están preparadas las respuestas y hasta los funcionarios listos a contestar.

Propuso que el debate se hiciera en la Casa Presidencial, que llamó “la casa de todos los costarricenses”, o estar dispuesto a desplazarse a cualquier otro lugar en la fecha y hora que a los Presidentes del Poder Legislativo y del Poder Judicial lo prefieran.

¿Cuáles son los “desafíos y cambios” que el presidente quiere discutir de los otros poderes? No los señaló, ni siquiera hizo una caricatura de ellos. Así no se puede ir a un debate, donde no están bien definidos los temas y las reglas del debate.

En esas condiciones el encuentro va a estar montado, para la casa presidencial, solo para servirle a él y para atacar, como lo ha venido haciendo constantemente, a los Poderes Públicos, dañar su imagen, disminuir y falsear la confianza pública ciudadana que deben tener y se les debe rendir. Para atacar especialmente a los Presidentes de la Asamblea y de la Corte y desprestigiarlos.

La carta enviada, y el spot que la promueve, son una falta de respeto a los Poderes Judicial y Legislativo. Se pasa de la raya del respeto institucional que se debe tener de la independencia y autonomía de los Poderes Públicos.

El presidente no ha entendido, en casi tres años de morar en Zapote, que los Poderes Públicos en Costa Rica tienen 200 años de existencia. No ha entendido que esos Poderes Públicos tienen funciones propias, específicas, exclusivas e indelegables. Uno, para ejecutar las leyes y acciones de gobierno que derivan de ellas, otro para aplicar las leyes y desarrollar y asegurar la justicia y, el otro, para hacer las leyes, con una función adicional propia, indelegable y exclusiva, la de ejercer control político sobre el quehacer de todos los funcionarios públicos, incluido el Presidente y su administración o gestión de gobierno. No ha entendido que la Asamblea Legislativa y el Ejecutivo son los únicos Poderes Públicos de carácter político, que podrían reunirse a discutir sobre temas políticos y electorales, como el presidente provoca. El presidente no ha entendido que el Poder Judicial, por su naturaleza no puede participar de debates políticos, donde puedan estarse mezclando, como lo pretende el presidente, temas también electorales. De la Independencia institucional que los poderes tienen, el que más independiente debe ser es el Judicial, por la imparcialidad que institucional, constitucional y jurídica tiene para poder mantener y asegurar la confianza e integridad de la función judicial encomendada ante la sociedad y la ciudadanía.

El Presidente ha venido enfatizando hacia el público analfabeto políticamente, que le sigue fanática y ciegamente, que esos poderes no le dejan gobernar; que hay que reformarlos o controlarlos con una mayoría de diputados afines a él, como está llamando a los ciudadanos a organizarse y a votar en las próximas elecciones de esa manera, contra todos los demás partidos políticos y a votar por los diputados de los llamados partidos jaguares, que llevarán ese emblema electoral, no importando el nombre que tengan.

Es el presidente quien ha venido minando las estructuras institucionales de control que públicamente existen, porque desea gobernar sin controles, entre otras cosas porque es una manera fácil de gastar dineros públicos con empresas o “socios”, o amigos empresarios del gobernante… porque lo que hay en el Gobierno, como él dijo de los otros gobiernos anteriores, es un grupo de amigos, de todo tipo de actividades empresariales, productivas, financieras y que produzcan riqueza, gobernando por medio de él.

Al presidente Chaves le urge y le es necesario despedazar, desprestigiar y hacerle perder credibilidad y confianza, ante el pueblo costarricense, a la Corte Suprema de Justicia y a la Asamblea Legislativa. Desea y trabaja para quedar como el único Poder Público válido y legitimado.

La forma en que el presidente del Ejecutivo Nacional se ha referido a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y de la Asamblea Legislativa es burlona, irrespetuosa, agresiva, baja pisos, intimidante. Nunca se había visto algo así en el país ni en la historia republicana que hemos vivido.

La carta, a los presidentes de la Corte Suprema de Justicia y de la Asamblea Legislativa, les fue enviada al momento en que la Asamblea Legislativa entró en receso parlamentario hasta el 6 de enero próximo.

El Presidente Rodrigo Arias Sánchez no tiene por qué responderle esa nota antes del 6 de enero. Si lo hace, ese día, será como un regalito del Día de Reyes para el inquilino de Zapote.

No están obligados los ciudadanos presidentes de estos Poderes Públicos, Rodrigo Arias y Orlando Aguirre, de aceptar el show político que, publicitariamente, quieren montar en Zapote para iniciar el año electoral del presidente Rodrigo Chaves Robles.

En ese tablao zapoteño, a lo flamenco, lo que se quiere hacer sonar es el zapateado de las botas presidenciales, que se pondrá ese día el Jaguar, donde lo que se pretende, como en los tablaos originales españoles, es que los participantes del espectáculo muestren atención y disfruten el show, en este caso del “bailongo” a la tica.

Para este espectáculo presidencial, no se han mostrado más que a dos “bailaores”, a Rodrigo Arias y a Orlando Aguirre, sin anunciar el repertorio de músicos, canciones y coreografías que Chaves tiene montadas para el jueves 9 de enero a las 2 p.m, día del baile llamado “Debate”, cuando quiere lanzarse el presidente a la arena electoral del 2025, preparando el ambiente electoral para su candidatura a diputado en las elecciones del 2026.

Bien harían los presidentes, de la Asamblea y de la Corte, de no aceptar el baile que les proponen en ese local, del Cabaret presidencial que quieren hacer funcionar ese día.

Casi se le ocurre al Jaguar, en lugar del tablao presidencial que les propone, haberlos llevado al Tablado de Zapote, a pocos metros de la guarida del jaguar, a tratarlos como toros de lidia, ya debidamente preparados para el sacrificio y muerte, como llevan a esos toros a esas plazas de toreo, a esas arenas de combate… donde está todo amañado contra los toros… como está ese debate estructurado contra los presidentes de la Corte y de la Asamblea.

Lo correcto en este momento, antes del show cabaretesco que se quiere montar, es que el Presidente Chaves se ubique correctamente en la historia republicana costarricense, en la historia de independencia y respeto que históricamente han tenido los Poderes Públicos.

El año 2025 es muy peligroso para el país, para la Patria, para Costa Rica, para su institucionalidad. Chaves procurará descarrilar el proceso histórico de la mejor manera que pueda. Para Chaves será el año en que tratará de montar su candidatura a diputado, o de sus candidatos a diputados y a presidente, a base de dinamitar todo lo que se le oponga política e institucionalmente.

La tensión política nacional será llevada al máximo posible, como nunca se ha visto, para tratar de provocar con ello la fórmula salvadora del autoritarismo militarista que se quiere instaurar en Costa Rica.

El Presidente se meterá en la campaña electoral, sabiendo que no puede hacerlo, pero sabiendo también que no hay condiciones políticas ni legales que lo puedan llevar a las sanciones máximas si se mete en la política electoral, ni que le puedan evitar su beligerancia política como lo está haciendo. Tiene el panorama despejado. Le falta iniciarlo con el show del reto al debate que ha propuesto.

A favor del presidente está que los partidos tradicionales, los que están en la Asamblea Legislativa y los que están por inscribirse para las elecciones del 2026, no tienen músculos desarrollados ni fuertes. Los partidos políticos parecieran tener una distrofia muscular, que es la enfermedad que progresivamente les ha creado debilidad y pérdida de la masa cerebral y muscular política, junto a sus militantes, partidarios y simpatizantes, que se han contagiado, cuando no se han ido a buscar otros partidos más sanos… aunque sean de populistas demagógicos, o a refugiarse irresponsablemente en el abstencionismo, como sucedió en la segunda vuelta electoral del 2022.

¿Seguiremos con posibilidades electorales confusas?

Vladimir de la Cruz

Los partidos políticos que llamamos tradicionales en Costa Rica, que son a la vez los históricos, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, los que han dominado el escenario nacional, ganando las campañas electorales presidenciales, y dominando la mayoría parlamentaria de diputados hasta el 2014, cuando emergió otro partido con carácter gobernante, Acción Ciudadana, al haber abandonado sus banderas sociales y sus banderas alrededor de la construcción de un Estado benefactor, asistencialista, protector y desarrollador de las clases medias urbanas y rurales, entre otros aspectos y haberse plegado a las políticas neoliberales, lenta y rápidamente, desde la década de los 80s y 90s, sin estar estos partidos con voz opositora política, ni controladora política, son los que han contribuido, en medio de las crisis internacionales de este período, a no perfilar el futuro del país, a no darle rumbo certero y a crear los sustentos fundamentales que han dado origen a las tendencias populistas que están emergiendo desde el 2014 en Costa Rica.

Todavía no se ha hecho un buen balance político de los ocho años del gobierno del Partido Acción Ciudadana, PAC, especialmente del segundo de sus gobiernos, el de Carlos Alvarado, que fue el que precipitó el ascenso del actual presidente y de crearle la base legislativa e institucional de sus políticas, y de quedarse Acción Ciudadana sin representación parlamentaria, después de haber gobernado y dirigido el país en dos gobiernos seguidos.

Recientemente, los dirigentes del Partido Acción Ciudadana, Elizabeth Fonseca y Eduardo Trejos, como editores, han publicado un libro, “Partido Acción Ciudadana: 20 años de Historia”, que recoge una historia política de este partido, en 21 puntos de vista de sus principales dirigentes y activistas públicos del PAC. Es un gran esfuerzo, bien escrito, cuidadoso, bien concebido en la temática que aborda para ver la trayectoria del partido y de sus gobiernos, sin que se haga una revisión crítica a fondo de su organización partidaria ni de los factores que impidieron su desarrollo para mantenerse como la tercera opción política alternativa al PLN y al PUSC, y haber ellos tres marcado los derroteros futuros del país, que parecen estar hoy en manos de fuerzas populistas de nuevo tipo, encabezadas por el presidente Chaves, aunque él carezca de partido político propio, aunque no tenga organización política territorial, ni sea por ahora el principal líder político nacional, salvo que lo que hace como Presidente en ejercicio, lo coloca en ese nivel principal no por su liderazgo conductor político y visionario del país, sino por su arrogancia, desplantes, enfrentamientos destructivos hacia los poderes e instituciones públicas, ocurrencias deslegitimadoras y por sus fracasos gubernativos en la gestación de las leyes que le son propias.

El libro de la Historia del PAC termina con un apartado sobre el III Congreso Ciudadano que convocaron el 30 de julio del 2023, que llevó el nombre de una querida amiga mía y familiar, de muchos años, desde las luchas estudiantiles en la década de 1970, Olga Marta Sánchez Oviedo. Sería interesante que el esfuerzo de este Congreso se concretara en la publicación de sus actas, ponencias y discusiones si existen recogidas, para mejor valorar al PAC y sus eventuales posibilidades próximas, frente a la crisis que tienen Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, que hoy carecen justamente de esta elaboración de pensamiento político, tan necesario para motivar más pensamiento político, más conocimiento del pensamiento y planteamientos políticos de los partidos existentes, de cara a las elecciones próximas.

Sin estas elaboraciones partidarias, y otras que pudieran gestar otros partidos, al menos los que tienen representación parlamentaria, que seguramente todos ellos irán tras las elecciones del 2026, el electorado costarricense, los ciudadanos, el pueblo electoral está ayuno de visiones políticas sobre el futuro del país, y estará más a las puertas de caer en las visiones esperanzadoras, de humo, que puedan llamar la atención de los votantes, con nuevos candidatos populistas peores que el actual gobernante, algunos de ellos haciéndose abanderados del continuismo presidencial actual y otros quizá, enfrentando al actual gobernante y su errado gobierno, levanten banderas más peligrosas y explosivas para el proceso democrático nacional y el futuro de la democracia costarricense.

Estos nuevos populistas ya están sonando cornetas y clarines, siguen siendo los llamados outsiders, los que están o vienen de afuera de las fuerzas políticas conocidas y tradicionales, que no trabajan bajo consensos políticos, ni con compromisos porque se montan en sus mensajes personales exacerbando las bajas pasiones, las frustraciones ciudadanas y populares, impulsando tensiones, como las que realiza cotidianamente el presidente Chaves, convocando a los ciudadanos para que le den el poder, de forma autoritaria, que dice le niegan para poder resolver los problemas de las gentes, del pueblo.

Todavía el animal de Zapote, el Jaguar, no ha dicho que quiere fundar una nueva República, la Tercera. No plantea la refundación de la Nación costarricense. Tal vez masculla, hablando entre dientes, gruñendo, mascando mal, rezongando, que la única Nación en posibilidad de “refundarla” es un periódico homónimo, lo que se verá en los siguientes meses electorales, de su éxito en ese sentido después de doblegar algunos brazos de sus accionistas e intereses publicitarios. En corrillos se dice que está feliz por los cambios en ese periódico.

Los nuevos candidatos populistas que se avecinan probablemente se montarán en este discurso, de nuevo gobierno, nueva república, nueva Costa Rica, con lo cual estarán enfrentando al inquilino de Zapote, salvo que el Jaguar logre llevar su jaguarcito político bien envuelto para continuar la destrucción y desmantelamiento del Estado Social de Derecho y del Estado de Derecho costarricense, como la está realizando.

La campaña electoral próxima tiene, por ahora, como escenario enfrentar al Jaguar, sus jaguarcitos, sus tendencias populistas extremas, su autoritarismo y sus pretensiones militaristas de la sociedad costarricense.

A la vista, los partidos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana no están figurando como las principales fuerzas electorales hacia las elecciones del 2026. Participarán en las elecciones luchando por mantener en primer lugar el número de diputados que ya tienen, y, en segundo lugar, tratar de aumentar sus diputados. Por ahora no le veo más perspectivas que éstas. Esos diputados dependerán de lo que lleven en propuestas de candidatos.

Lamentablemente estos partidos han caído en las redes de las 84 tribus cantonales que los han invadido sin liderazgos nacionales, algunas de esas tribus actuando como verdaderas mafias políticas, de manera oportunista buscando y medrando poder en las estructuras partidarias, anulando y devaluando las dirigencias nacionales e históricas de esos partidos, enredándose en sus propios mecates.

Es triste el panorama que se nos avecina. En ausencia de fuerzas políticas en capacidad de actuar unitariamente, de alianzas reales y efectivas, con una plataforma común, con la certeza de que quienes la suscriban se atenderán a ella, sin rechazar los orígenes partidarios o ideológicos de quienes puedan compactarse, las posibilidades electorales, para la mayoría nacional, es confuso. En esta confusión caótica el discurso populista continuador del gobierno o neopopulista, alterno y confrontativo al gobierno, serán los ejes de la campaña.

No estamos atravesando una época tranquila ni sencilla. Es compleja. A nivel internacional, para América Latina, la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos y del senador Marco Rubio, como su jefe de política exterior, va a ser de tiempos difíciles. Los populistas, tipo Rodrigo Chaves, y sus congéneres, empatarán más con las directrices del Departamento de Estado. Ya Chaves se ha alineado dócilmente, alejándose de la Soberanía nacional, con relación a lo que Washington dicta respecto a las relaciones económicas con China. Políticamente no está muy alejado tampoco.

Estados Unidos, en sus estertores de potencia en declive, puede arrastrarnos a una guerra mundial de carácter nuclear de baja intensidad, con sus guerras regionales en Ucrania y en el encendido Medio Oriente, con eje en la situación de palanca que tiene Israel en la proyección de sus conflictos con Hamas y la aniquilación e intento de desaparición de Palestina, y sus ataques en Siria e Irán. El Mar de la China, Mar de Japón, Taiwán, Coreas, son escenarios que atender en este panorama.

El populismo y el neopopulismo en la Comunidad Europea y el péndulo populista en América Latina son igualmente preocupantes. En Centroamérica el eje Bukele-Chaves se articula hacia un nuevo proyecto de centroamericanización autoritarista. El triángulo norte, Guatemala, el Salvador y Honduras sigue funcionando en sus aspectos migratorios y económico comerciales.

En la visión de Bukele hay una nueva visión morazánica como él la ve. Chaves, falderillo de Bukele, no tiene idea de lo que es esto. No casualmente se han desarrollado partidos, en procesos de inscripción electoral en el país, que tienen vínculos con Bukele o el bukelismo. No sería nada raro que el mismo Chaves se aproveche de una estas opciones para sus aspiraciones electorales en el 2026. No hay que negar ni ocultar, ni engañarse, de que el presidente Chaves está en campaña electoral permanente, para quienes él llegue a apoyar o para impulsar su propia candidatura y las de los diputados que él quiere llevar a la Asamblea Legislativa de manera mayoritaria.

Igual que en la época de Morazán las contradicciones internas en cada país centroamericano impiden la realización de un proyecto regional. Bukele, sin embargo, cultiva esa posibilidad viéndose él como el líder regional.

Los organismos regionales como el Parlamento Centroamericano y la Corte Centroamericana no funcionan, ni tienen carácter vinculante importante. Solo gastos a sus países les generan. El Sistema de Integración Centroamericano, SICA, y el Banco Centroamericano de Integración Económica, sí funcionan en el campo de apoyos económicos para todos los países miembros. El gobierno de Chaves ha sacado provecho de esa pertenencia.

Honduras con debilidad política y Guatemala con graves contradicciones que pueden tumbar, si se agudizan, al gobierno de Bernardo Arévalo. La no aceptación del candidato de Nicaragua a la dirección del SICA es una contradicción importante, de todos los demás países centroamericanos, con el gobierno de la dinastía dictatorial que se ha establecido en Nicaragua, dando margen para que trascurra el breve período que falta sin ese nombramiento para que en su lugar lo asuma Costa Rica, como corresponde en el trámite protocolario que existe.

Nicaragua y Venezuela se mueven en la afirmación de dictaduras no deseadas en el continente, sin que se pueda actuar, por ahora, diplomáticamente con ellas. Lo de Venezuela sigue pendiente hasta el 10 de enero, cuando Maduro tenga que asumir su ilegítima presidencia.

Brasil con Luiz Inácio Lula, Colombia con Gustavo Petro y México con la presidente Claudia Sheinbaum se perfilan como el eje más democrático y progresista del continente. Uruguay con su reciente electo presidente, Yamandú Orsi, se sumará a este trío. En Bolivia hay una situación confusa. El presidente de Paraguay Santiago Peña, de paso el más joven presidente del continente y el presidente de Panamá José Raül Mulino, calzan entre los neoliberales y populistas del continente.

Así se visualiza el término del 2024 y el inicio del 2025. Pero, no pierdo la esperanza.

Las tendencias populistas pueden ser explosivas

Vladimir de la Cruz

Las tendencias populistas que empiezan a aflorar en el país, con el actual presidente, el Jaguar de Zapote, pueden llegar a ser explosivas, volcánicas. Llegó por elecciones, pero cuestiona la institucionalidad electoral. Quiere quedarse en el poder por elecciones. Si se puede, lo hará. Si no se puede, lo intentará.

Se evidencia en su comportamiento su tendencia autoritaria y casi totalitaria. La democracia electoral multipartidista fue su fuente de llegada. Hoy quiere acabar con ese multipartidismo. Prefiere controles para que no haya dobles candidaturas, a la presidencia y a diputado por parte de aspirantes a la elección popular. Desea menos partidos políticos participando sin entender que el proceso electoral abre la posibilidad para que los ciudadanos, en toda su magnitud, puedan organizarse al margen de los partidos políticos tradicionales o aquellos que han participado en elecciones. El Jaguar olvida que él mismo participó con un partido que por primera vez acudía a las elecciones enfrentando a todos los existentes, viejos y nuevos partidos.

Quienes piensan que el desgaste electoral y del abstencionismo crecen por la cantidad de partidos existentes en los procesos electorales no aprecian bien el panorama. El desgaste de los electores, la desconfianza de los ciudadanos en los partidos políticos no está en la cantidad de ellos. Está justamente en los pocos partidos que han gobernado y en los pocos que tienen representación parlamentaria. De estos, los ciudadanos no han visto resultados inmediatos, no han tenido promesas electorales cumplidas. No tienen a los partidos como organizaciones que sean hoy un referente de militancia política, de tenerlos como su hogar político, y de tener a sus miembros como una familia política.

El actual presidente empieza a sufrir esta situación. A pesar de que tuvo, por primera vez, en el 2022, al asumir la presidencia, la oportunidad de impulsar desde el 8 de mayo de ese año, la oportunidad de darle a la Asamblea Legislativa un paquete de proyectos de ley, de iniciativas legislativas para cumplir con lo que decía en la campaña electoral, no lo hizo, porque no estaba preparado para asumir el gobierno. Ni por iniciativa de la Casa Presidencial ni por la de sus propios diputados pudieron hacerlo, porque no tenían ningún proyecto de ley preparado relacionado con lo que habían dicho en la campaña electoral o con lo que habían ofrecido a los electores. Varios días en mayo del 2022 la Asamblea Legislativa se paralizó, porque en las sesiones extraordinarias legislativas que inician en mayo solo el Poder Ejecutivo puede presentar proyectos de ley a trámite de conocimiento y aprobación legislativa.

Pero, desde el 8 de mayo del 2022, el actual gobierno y su Jaguar al frente, no han hecho más que rugir contra la institucionalidad pública, contra los poderes públicos, contra la misma Asamblea Legislativa y sus diputados, contra la Corte Suprema de Justicia y su Sala Constitucional, contra la Contraloría General de la República, contra medios de comunicación social, contra la Fiscalía General de la República, contra críticos y analistas del quehacer político nacional, aduciendo que no los dejan gobernar.

No es que no les dejan gobernar. Es que no tiene nada concreto que ofrecer a sus electores, a la ciudadanía como obra propia, como proyectos propios relacionados con el discurso de la campaña electoral que lo llevó a Zapote. ¿Por qué? Porque el discurso era vacío. Simplemente, ataques a toda la institucionalidad política electoral, a los partidos políticos y a sus dirigentes tradicionales, haciendo ver que ellos no habían resuelto problemas de los ciudadanos. En este sentido su discurso tenía contenido real, lo que los ciudadanos resentían de esos partidos y políticos.

Hoy, al finalizar el 2024, a un año de las próximas elecciones nacionales, en las encuestas recientes el presidente tiene altos índices de reconocimiento personal, asociados especialmente a la labor que se ha hecho y a su presencia publicitaria para atender la situación de las catástrofes climáticas que asolaron al país, y en cierta forma por la visita del presidente salvadoreño Bukele. Los índices son altos en lo personal. Pero, han caído en la imagen presidencial propiamente dicha porque la gente, los ciudadanos, siguen sin ver resultados reales de su gestión, que les lleguen a ellos.

Los resultados positivos del populismo descansan para llegar al poder en que los ciudadanos o los trabajadores no se sienten bien representados en el Poder Ejecutivo o en la Asamblea Legislativa. De alguna manera, los ciudadanos se sienten maltratados por la realidad de su situación socioeconómica o porque no hay reales políticas sociales en educación, salud, vivienda, créditos, pensiones e ingresos salariales. Salarios de hecho están congelados desde hace casi cinco años y proyectados a continuar congelados por los próximos tres, salvo que los aumenten sustantivamente en el 2025 por ser año electoral. Salarios suben en escalera. Los precios de los artículos de la canasta básica, de consumo y los de los servicios públicos suben en ascensor.

Las formas populistas que han germinado y han brotado en el país no tienen los rasgos nacionalistas, patrióticos o anti imperialistas que los movimientos populistas en América Latina han tenido en estos últimos 25 años. Aquí, el populismo en la forma que se presenta carece de un contenido nacionalista, inspirador para las mayorías sociales. Ni siquiera se arropa de patriotismo. Nacionalismo, Patriotismo o Antiimperialismo no son parte de las agendas ni de los discursos populistas en Costa Rica, al menos hasta hoy.

El discurso populista y autoritario sigue siendo contra las élites que han gobernado y sus partidos políticos, contra los gobiernos y políticos que han hundido el país o que han provocado las crisis de la ingobernabilidad. Las soluciones a ello siguen siendo en el esquema tradicional: acudir a los organismos internacionales, tratar de acabar con las altas inflaciones, abrir más la economía o privatizar instituciones públicas como se han vuelto a lanzar estas iniciativas, como es el caso de la venta del Banco de Costa Rica o de la Fábrica Nacional de Licores, que se han puesto a sonar, que les han puesto música y maquillaje.

No hay fuerzas políticas que defiendan el Estado fuerte, intervencionista. Al contrario, se trata de desmantelar ese Estado en toda la dimensión que se pueda hacer.

En las corrientes populistas del pasado las masas populares se movían o movilizaban con sus dirigentes identificados con ellas por su nacionalismo, patriotismo o anti imperialismo, por sus discursos relacionados con sus problemas sociales a resolver. Hoy las corrientes populistas se mueven por la esperanza que se deposita en los líderes o los gobernantes, sin movilizaciones, ni contenidos nacionalistas, patrióticos o anti imperialistas y sin agendas sociales.

El actual presidente en su accionar trata de movilizar sectores sociales alrededor suyo, en sus giras por los cantones, hasta ahora sin éxito. Los movilizados son desclasados, sectores marginales y discriminados, resentidos sociales, algunos desempleados, sin conciencia política y muchas veces sin conciencia real de su movilización, porque ésta descansa en un pago que se les hace, para llevarlos en buses, y en un suministro alimentario que los moviliza.

Las tendencias populistas en el continente han sido de izquierda y de derecha. En Costa Rica las tendencias populistas gravitan del lado de la derecha, del centro derecha de manera más tenue o disfrazada.

Las corrientes populistas que giran alrededor de la presidencia de la República y sus seguidores son más hacia el autoritarismo, sin identificación ideológica, aunque de vez en cuando al presidente se le mete en su lengua asusta con el comunismo, hoy totalmente desfasado en el plano histórico, o de enfrentamientos de tipo homofóbicos. No hay en este sentido ninguna amenaza real comunista, ni en el plano nacional ni en el internacional. La República Popular China no es una amenaza comunista, como casi la presenta el presidente. Puede serlo en el plano económico y comercial con los intereses de otras potencias y países hegemónicos que presionan a gobiernos débiles, como el de aquí, para bloquear la presencia comercial china, como lo está haciendo. La República Popular China se proyecta como el puntero más importante en esos terrenos, comercial y económico, a partir de la década del 2030. ¿Dónde tenemos que ubicarnos?

El autoritarismo impulsado por Zapote tiende a sustituir el bloque político económico tradicional por otro que el Jaguar de Zapote representa, de una nueva burguesía y nueva aristocracia política, de muy altos ingresos, con menos partidos políticos competitivos aparentando un régimen pluralista, que desplace a las alianzas políticas tradicionales, que desplace a la oposición a la marginalidad electoral e inhabilite las disputas políticas. El autoritarismo en marcha va contra la disidencia y la oposición política hacia la dictadura, el gobierno autocrático militarista y despótico. Su traje de gala es el narco estado y el narco gobierno.

El populismo impulsado desde Zapote se orienta a minar el sistema representativo democrático. Carisma, confianza y esperanza todavía rodean al Jaguar. Sus desplantes populistas y demagógicos requieren masas sociales, seguidores especialmente salidos de las tiendas políticas tradicionales. Todavía no las tiene de esa forma.

En este ambiente hacia las elecciones del 2026 los partidos tradicionales, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, como los principales del escenario, en sus luchas internas han perdido la capacidad de representación popular que tuvieron en el pasado. Mientras el populismo es personalista en estos partidos sus nuevos clanes y tribus políticas conducen sus derroteros a eliminar los personalismos políticos que los fundaron, los guiaron, los llevaron a las alturas políticas que disfrutaron, y avanzan por destruir sus liderazgos históricos, por impersonalizar sus estructuras políticos partidarias, lo que les puede resultar fatal, porque los líderes no se improvisan, se hacen en los propios partidos políticos y en sus estructuras partidarias, más que parlamentarias.

Las asambleas nacionales recién celebradas por ambos partidos, me parece, agudizaron los niveles de sus propias representaciones políticas, de sus liderazgos que casi los decapitaron, obligando a algunos dirigentes a descansar, en sarcófagos, debidamente embalsamados. No surgieron de esas asambleas planteamientos visibles para esos partidos de presentarse como facilitadores e intermediarios de los sectores populares y de la ciudadanía en general ante los graves e importantes problemas que el pueblo y el país tienen.

Si el populismo continúa en el país será tan solo la evidencia de que no hemos podido resolver los problemas fundamentales que preocupan a la ciudadanía y el pueblo en general.

Compartido con SURCOS por el autor.

Reflexión acerca del sistema electoral para la presidencia de los Estados Unidos de América

Sergio Mora Castro

El aparato electoral para definir la presidencia, en los Estados Unidos tiene aspectos discutibles que ponen en duda severa su autenticidad democrática. Al contrario de lo que uno pudiese esperar de una democracia genuina, el presidente de este país no resulta elegido por medio del voto de la mayoría, sino a través del denominado “Colegio Electoral”. El sistema está diseñado, de tal manera, que los votantes no eligen directamente al presidente (i.e. “voto popular”), sino que delegan su decisión a un grupo de representantes, pertenecientes al partido que obtiene la mayoría de los votos en cada estado. De esta manera, los votos a favor de un partido minoritario quedan prácticamente eliminados, como por ejemplo en el caso de los votantes republicanos en California o los demócratas en Texas, o peor aún, los partidos menores, los cuales nunca podrán competir contra los grandes tradicionales. Es un sistema bipartidista, prácticamente autocrático.

El origen de este sistema proviene de los primeros años de ese país, cuando las realidades sociales eran diferentes y apenas trataban de diferenciarse de las estructuras monárquicas europeas. En el contexto actual, su validez es, como mínimo, cuestionable. Aunque Estados Unidos ha seguido la línea de un sistema electoral abierto, los “padres fundadores” establecieron el Colegio Electoral con el propósito de evitar la degradación de toda democracia: el populismo. Al quitarle el poder de decisión final al pueblo, esperaban que la elección del presidente no quedara sometida a los avatares coyunturales del humor popular o el de los candidatos “descontrolados”. Con elecciones de segundo grado esperaban favorecer la elección de candidatos moderados, lo cual funcionó más o menos bien hasta el inicio del siglo XXI, cuando los programas de gobierno de los demócratas y republicanos apenas se diferenciaban, salvo por las políticas fiscal y social.

Pero resulta desconcertante que, pese a sus defectos antidemocráticos evidentes, no se encuentre en la agenda política un proceso de debate para su modernización, y quienes lo han intentado plantear han sido rápidamente silenciados por sus propios partidos.

Pero además de ser cuestionable su valor democrático, el Colegio Electoral se encuentra sometido, en realidad, al poder proveniente de las grandes corporaciones empresariales y financieras que operan detrás de las cortinas … y a veces, no tan atrás. Estas organizaciones hacen donaciones multimillonarias a los candidatos de ambos partidos, moldean sus agendas y condicionan sus políticas. En las elecciones de 2020, las donaciones alcanzaron alrededor de US$ 15 mil millones y se cree que esta cifra ha sido superada con creces en 2024. Sin embargo, esta cantidad de dinero, tan exorbitante, no parece generar inquietud, por lo que el tema no recibe la atención crítica que merece. Estos recursos, en lugar de emplearse para el bien común o fomentar un debate político racional, más bien financian estrategias de desprestigio entre los candidatos.

Las campañas no se centran en propuestas concretas, sino en el descrédito del oponente y como resultado, los votantes quedan atrapados en una realidad frustrante y se ven obligados a elegir, en el mejor de los casos, por “la vía menos mala”. Se recurre a las promesas banales (empleo, crecimiento económico, salud pública, etc.), pero también a la radicalidad, a mundos fantasiosos paralelos y sobre todo, a la desinformación. El proceso electoral termina pareciéndose al campeonato de beisbol, en donde los electores simplemente apoyan fanáticamente a un candidato, cual hinchas de su equipo favorito. Lo triste de esto no es solo que los candidatos dicen cualquier cosa, sino que los rebaños de seguidores les creen ciegamente y sin pedir explicaciones, ni cuentas, al final de sus mandatos (Atención, que este fenómeno es, cuando menos, semejante a lo que pasa en nuestros propios países, con elecciones de voto popular).

Ahora bien, en realidad es necesario reconocer que lo importante no siempre es el presidente, pues a pesar de todo puede solamente ser una figura casi simbólica. Ya se agotaron los Regan, Kennedy, Roosevelt, Obama y Clinton, quienes dejaron una impronta indeleble en sus administraciones, gústenos o no sus orientaciones. Ahora, son mucho más importantes el gabinete y los orientadores del proceso de toma de decisiones del gobierno, pues el mundo se ha complicado excesivamente…

Al final, este sistema electoral no solo reduce la representatividad de los ciudadanos, sino que cuestiona el mismo ideal de democracia al que se adscribe, no parece elegir al mejor candidato, ni siquiera siendo el mayoritario y, en última instancia, tan solo legitima una estructura de poder rígida y manipulada. Sin embargo, también cabe preguntarse si este sería el momento oportuno para cambiar el sistema, pues a todas luces la sociedad estadounidense parece haber perdido el sentido común y se encuentra desorientada en muchos campos, además del político.

Para concluir, agrego que pareciera que para América Latina ninguno de los dos candidatos cambiará en mucho la situación ni la relación recíproca. Pero debe tomarse en cuenta que sí es importante que la economía de EEUU mejore su situación, pues es la que empuja, hacia adelante, nuestras propias economías y evita las tentaciones de los cantos de sirenas de las otras potencias que quieren aprovechar la ocasión para introducirse, precisamente por vía de los gobiernos menos democráticos de la región. No hay vuelta atrás, parece ser que entramos en una nueva etapa global, post-EUA y post-democracia y tendremos que aprender a atravesar tormentas nuevas, menos conocidas, y no menos peligrosas.

Las verdades sobre el sindicalismo del magisterio

Por: Gilberth Díaz Vásquez
Presidente del SEC

La construcción de un estado social y democrático, así como el justo derecho del trabajador en conquistar sus más nobles aspiraciones, han sido los ideales que guiaron a las sociedades para encontrar su liberación de las más oprobiosas esclavitudes, muchas veces impuestas por los grupos poder.

Hoy en día, en la sociedad moderna que vivimos, la humanidad se enfrenta a nuevas clases de esclavitud y explotación, que degradan y someten a la miseria extrema a miles de seres humanos. Sin embargo, estos flagelos tienen una particularidad, que pueden ser impuestos y obligados, como también aceptados y promovidos por propia voluntad de quien los padece.

La propagación de la drogadicción en todas sus formas (muestra del sentimiento de muchos de estar drogados para no enfrentar los grandes problemas personales y nacionales que vivimos), el narco sicariato (que cada día secuestra más de nuestros niños y jóvenes para ser reclutados en tan vil actividad), el narcotráfico (que para muchos cada día va siendo el único medio de subsistencia); así como el desempleo o empleo bajo condiciones que retratan las más mínimas y paupérrimas condiciones laborales, la pobreza extrema, el analfabetismo o la seudoalfabetización sin ningún grado de rigor o aporte como herramienta para el desarrollo humano, constituyen algunas de las múltiples realidades nacionales esclavizadoras.

Es frente a este oscuro panorama, que día a día enluta a la familia y trabajadores costarricenses, que surgen a la luz pública las grandes verdades del movimiento sindical en el magisterio nacional, principalmente al mostrarse como herramienta, no sólo de la dignificación laboral, sino también de todo el pueblo costarricense.

Al estar a la par de la maestra, el maestro, la profesora, el profesor, la conserje, el conserje, la administrativa, y el administrativo, todos verdaderos héroes diarios, que se enfrentan día a día a las consecuencias de las esclavitudes antes dichas. Al estar a la par de la estudiante y del estudiante, principalmente de aquellos que menos recursos económicos tienen para tener acceso, a lo que debería ser la garantía de un derecho humano universalmente tutelado; el movimiento sindical magisterial demuestra la más noble verdad en los derechos de todas aquellas personas que ofrendan su trabajo, e incluso su vida para garantizar lo que el propio estado ha dejado de tutelar y garantizar.

Las verdades muchas veces incomodan o inquietan, principalmente frente al gobernante populista, irrespetuoso y opresor; frente al político oportunista, mediocre y corrupto, frente al poder mediático cómplice del robo descarado de lo que debería ser la crítica e instruida opinión pública. A pesar de ello, la verdad permanece incólume, haciendo su trabajo en beneficio del bien común, y de la construcción de un futuro esperanzador para todos los habitantes de la república.

Los últimos acontecimientos nacionales, donde se plasma la cruda realidad de considerar como un gasto para el estado la educación pública y gratuita, donde muchas de nuestras escuelas y colegios se encuentran desmanteladas por la falta de mantenimiento e inversión, donde el trabajador de la educación se encuentra excluido y relegado a las más ruines condiciones de trabajo, donde miles de estudiantes se ven obligados abandonar las aulas escolares, colegiales y universitarias debido a las grandes barreras económicas y materiales que enfrentan, reflejan otra gran verdad, sea la razón que tenemos los sindicatos del magisterio de protestar por éstas y muchas otras oscuras realidades.

Nuestra labor diaria de escuchar a nuestros hermanos trabajadores de la educación, donde nos exponen todas las siniestras realidades a las que se enfrentan, y que en no pocas oportunidades -tienen inclusive- con sus escasos recursos personales, hacer frente a garantizar todas aquellas ayudas que permitan que una niña o niño, o joven puedan continuar estudiando, puedan alimentarse, puedan vestirse y calzarse, es nuestra profunda motivación para entender la verdad de la noble tarea que realizan los sindicatos del magisterio.

El SEC, fiel reflejo de la defensa de los intereses patrios, de las más nobles luchas por el rescate nacional, del trabajador de la educación, de la niñez y juventud costarricense, desde sus propios orígenes, ha logrado defender la incólume verdad de que sin el magisterio este país se encontraría sumergido y atado a los más ruines y nefastas miserias, que como la historia patria ha demostrado, muchos políticos de turno trataron de imponer; más sin embargo logramos contener.

En honor a los trabajadores de la educación que ya partieron y que dieron su mejor esfuerzo, a los que hoy nos acompañan en nuestras más nobles y sublimes luchas reivindicadoras, al futuro que estamos construyendo y defendiendo para las nuevas generaciones; en honor a la verdad, de que el mundo ha sido mejor por los movimientos sindicales, que actuando en apego a sus principios, en apego a sus sacrificios brindaron dignidad al trabajador y solución a los grandes problemas que el momento histórico les demandó. A todos ellos, el SEC levanta el estandarte de la verdad en la lucha por una Costa Rica más justa, que garantiza el derecho humano a la educación para todos.

Al noble pueblo costarricense les podemos asegurar, que ni el narcotráfico, ni el corrupto y corruptor político, ni los gobernantes populistas, ni los medios de comunicación corruptos, podrán matar la fe y esperanza de una patria libre de toda esta paria que nos esclaviza. A todo ese noble pueblo, les hacemos un llamado para que se unan a las luchas sindicales del magisterio en favor de nuestro más amado y preciado futuro y su rescate, sean nuestras niñas, niños y jóvenes. Concluyo, haciendo mías las gloriosas palabras de Ovidio: Felices son aquellos que se atreven con coraje a defender lo que aman”

Discursos populistas y de odio destruyen la institucionalidad del país

El tema de la inseguridad no se debe valorar solo desde la violencia física, sino a partir de la violencia simbólica y estructural que se interrelacionan.

Rosaura Chinchilla, jueza del Poder Judicial, indicó que los discursos de populismo imperantes en América Latina, incluida Costa Rica, se podrían clasificar en furia, enojo y baja densidad; donde el enojo apela a la destrucción de la institucionalidad, esencial para combatir la inseguridad, así como incitar a la violencia y fortalecer temas de mano dura en las diferentes regiones. Asimismo, en nombre del populismo de baja intensidad se promueven modificaciones meramente normativas y cosméticas que no atacan los orígenes y causas reales de la inseguridad.
Chinchilla explicó que una de las manifestaciones populistas imperantes en Latinoamérica son las relacionadas con la promulgación de penas severas. En ese sentido, la jueza acotó que a inicios de los 90 en la región se duplicaron las penas de 25 a 50 años y se crearon penas únicas para la población penal juvenil. “Dos décadas después, la criminalidad sigue en aumento y se demostró que esos discursos son inútiles; no obstante aún se apela a ellos. Los temas de mano dura de autoritarismo instaurados en la región se reflejan como reformas cosméticas.

Por otra parte, la jueza agregó que una disminución en la educación, en las políticas de empleo y en el uso de espacios de recreación para las comunidades, entre otros, impacta de forma severa en los otros órdenes, lo cual se debe combatir.

Para Chinchilla, el tema de la seguridad en el país debe abordarse desde una perspectiva general y global, que incluya la política social y económica. “No se puede abarcar de forma aislada, sin tener relación con la educación e inversión social, porque los estaríamos afrontando mal”, dijo la jueza.

Dichas aseveraciones se externaron por Chinchilla en el marco del foro: “Inseguridad ciudadana y violencia en Costa Rica”, organizado por la Vicerrectoría de Extensión y conducido por el Instituto de Estudios Sociales en Población (Idespo) de la Universidad Nacional (UNA). También participaron como panelistas Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, Patricia Vargas, magistrada de la Sala III y Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ).

Modernizar las leyes

Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, expresó que en medio de la crisis de inseguridad que se vive en la actualidad no se ha perdido la esencia democrática, dado que se enfrenta al crimen organizado desde el Estado de Derecho y por eso el reclamo de modernizar las leyes.

“Hace pocos días capturamos en alta mar un navío con dos toneladas de droga que venía para Costa Rica. Y justamente el capitán de ese navío había sido detenido en el 2018, trasegando una tonelada también hacia nuestro país. Esto nos indica que las leyes pensadas en la resocialización del delincuente están siendo utilizadas por el crimen organizado para acortar las penas, los tiempos en prisión y además seguir delinquiendo. Es decir, las medidas resocializantes no cumplen con el objetivo para el que fueron diseñadas”, afirmó Zamora.

El jerarca de Seguridad Pública llamó la atención a la Asamblea Legislativa para que el núcleo duro de la legislación que debe aprobarse es la que no avanza. “Se avanzan en leyes no contradictorias, las cuales no generan mayor conflicto y con eso nos engañamos solos, creyendo que se toman las medidas necesarias para resolver la situación, cuando las verdaderas medidas resolutivas están todavía en un impase, sin avanzar en la corriente legislativa”, señaló Zamora.

Mencionó que más allá de una nueva Constitución se requieren leyes penales adaptadas a la realidad criminológica actual, pues se cuenta con un Código Procesal Penal vigente elaborado en 1998, en otra realidad distinta, cuando no había sicarios, ni criminalidad organizada en el país.

Randall Zúñiga, director del OIJ, instó a los estudiantes universitarios a incrementar la investigación académica en materia de seguridad en Costa Rica.

Apostar por la educación

Patricia Vargas, magistrada de la Sala III, comentó que el hecho de pensar que la delincuencia se resuelve con más leyes es limitar la búsqueda de respuestas que permitan a la sociedad recuperar la tranquilidad y tratar de alguna manera de resolver esas causas estructurales. “Hay que entender que la represión sin prevención no funciona. Usted puede endurecer las leyes y penas ya existentes, hasta crear nuevos delitos y la delincuencia permanecerá en este país”, resaltó la magistrada.

Vargas precisó que más bien es necesario apostar por medidas que permitan superar las brechas sociales y de exclusión social, así como abrir espacios para que todas las personas puedan avanzar. “Si pensamos que a través de la represión se soluciona el problema es una apuesta equivocada e incluso peligrosa porque puede generar el desencanto de la ciudadanía en esa respuesta que a la larga sabemos que no dará los resultados deseados” subrayó Vargas.

La magistrada considera que en cambio apostar por la educación garantizará una sociedad más igualitaria para las futuras generaciones. “Si tenemos una educación débil, tendremos menos oportunidades para la sociedad. Por eso necesitamos invertir en educación, seguridad y prevención.”

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Corrupción e impunidad

José Manuel Arroyo Gutiérrez

         El itinerario de una causa penal por corrupción privado-pública está plagado de accidentes, trampas, baches y emboscadas. Dado el perfil de los sospechosos, individuos con poder económico, político, religioso o de influencia social, llegar al puerto de la Justicia no resulta sencillo. En el marco de un debido proceso legal, más allá de la inocencia o culpabilidad de los involucrados, o de los recursos extraordinarios con que cuenta su defensa, existen condicionamientos estructurales que resultan, al fin de cuentas, determinantes: un sistema económico que no dibuja con claridad dónde terminan los negocios lícitos y dónde comienzan los abusos con la cosa pública; la imperiosa necesidad de contar con instituciones judiciales bien financiadas, con suficiente personal capacitado, salarios competitivos, derechos laborales garantizados y expectativas de jubilaciones dignas, entre otros factores.

         La mayoría de los hechos por corrupción ni siquiera son conocidos o denunciados. Habitan la zona oscura de las prácticas burocráticas viciadas por décadas y siglos. La realidad evidencia que los cambios de gobierno sólo tienen un peso relativo en el descontrol o agravamiento delictivos, pues los verdaderos expertos se encuentran enquistados, por una parte, en poderosas cúpulas empresariales; y por otra, en los mandos medios del aparato estatal, verdaderos conocedores y practicantes de las conductas ilícitas. En las sociedades modernas, casi siempre es la casualidad, la denuncia mediática o la obviedad del daño, las vías por las que se destapan los hechos irregulares y se convierten en escándalos públicos.

         Si la denuncia logra concretarse, se abren tiempos de investigación preliminares con frecuencia interminables. Años y años de supuestos esfuerzos por acopiar las pruebas y construir la base acusatoria. En el mejor de los casos –dicho con ironía- nos enfrentamos a instancias policiales y fiscales incompetentes, negligentes o ignorantes. En la peor de las situaciones, la cuestión tiene que ver con cálculos politiqueros, deliberados atrasos, o abierta búsqueda de impunidad mediante eventuales prescripciones de las acciones delictivas. La lentitud es una variable transversal a lo largo de todo el proceso. La prescripción, y con ella la impunidad, puede finalmente alcanzarse en cualquier etapa del juicio.

         La culminación de este itinerario puede ser una acusación débil o defectuosa, que omita hechos graves y relevantes, o saque del expediente a los acusados más “notables”. Es también el momento en que un Ministerio Público complaciente facilita las salidas alternas al proceso, llegando a acuerdos y conciliaciones que le permita a sujetos connotados burlar el rigor de la ley, sólo aplicable al común de los mortales. No debe olvidarse que las alternativas al proceso ordinario, -en principio un buen mecanismo para descongestionar tribunales y cárceles-, se aplican en nuestro medio si acaso a un 3% de los asuntos. El problema no está en los mecanismos en sí, sino en acordarse de ellos sólo frente a cierta categoría de delincuentes.

         Si al final de este tortuoso trayecto, el caso llega a la etapa de juicio, no hay como anular, es decir, eliminar del conjunto probatorio, elementos de juicio esenciales y determinantes. Eliminada la prueba decisiva, el juzgador puede cómodamente justificar una absolutoria, por duda y hasta por certeza. No importa si hay precedentes jurisprudenciales del más alto rango que contradicen esas anulaciones. La cuestión es encontrarle salida jurídicamente “creíble” a la impunidad.

         Y todavía más. Existiendo una sentencia condenatoria, se encontrarán subterfugios e interpretaciones judiciales o administrativos para que la persona convicta, con todo y su cuello blanco, no ponga un pie en la cárcel, destino sólo padecido por los desheredados de la tierra.

         El daño irreparable se le estará haciendo al régimen democrático. La responsabilidad, sobre todo de los jueces y juezas, es de una trascendencia escalofriante. Un juzgador con miedo a los medios de comunicación o a los poderosos que procesa debería buscar otra forma digna de ganarse la vida. Un juzgador lo suficientemente ambicioso para sacrificar la justicia en aras de alcanzar metas en su carrera, es la negación misma de la independencia judicial. Como pesadas sombras, el miedo y la ambición corroen personas e instituciones por igual.

         Cuando las instancias que deciden los nombramientos, en nuestro caso el Consejo Superior del Poder Judicial (jueces 1 a 3), la Corte Plena (jueces 4 y 5) y la Asamblea Legislativa (magistrados), quebrantan las reglas objetivas, se burlan de los concursos y sacrifican méritos y atestados en aras de cercanías y afinidades personales o partidarias, se está contribuyendo al descrédito de la Justicia y a la desconfianza fundada de la gente.

         Uno de los mecanismos más conocidos universalmente, es la promoción y designación de jueces amigos o afines, a los que se pueda llamar o manipular en ciertos expedientes delicados, como son los de corrupción. El colmo de esta decadencia se perpetra cuando el nombramiento está atado a una encomienda específica, sea un cambio jurisprudencial, sea el favorecimiento a alguien con nombres y apellidos.

         El caldo de cultivo estará preparado, en una “democracia plena”, para que florezca el demagogo populista, de derecha o de izquierda. Las deficiencias de las instituciones le servirán, no para enmendarlas, sino para destruirlas. Será tan autoritario y corrupto como muchos de los viejos políticos, y sólo querrá cambiar la camarilla tradicional por la suya propia, incluidos sus jueces de confianza, si pudiera. Por desgracia, los abusos, excesos y vicios del pasado juegan a su favor. Le darán todo el argumentario requerido para que un pueblo cansado y decepcionado le crea las mentiras y medias verdades que dice. Y aprovechará cualquier ocasión para recordarnos que hubo jueces y otras instancias de control que fueron designados por meras cercanías personales o partidarias, que se intentó controlar la Comisión de Nombramientos de la Asamblea Legislativa para buscar objetivos espurios, y que andan por ahí sueltos algunos personajes, eternos procesados y hasta condenados, pavoneando su impunidad.