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Etiqueta: procesos comunitarios

El Evangelio según Renacimiento

Angie Barrantes Rodríguez*

Quiero contar lo que vi al sur de la frontera entre Costa Rica y Panamá, en el distrito de Renacimiento. El Reino de Dios es semejante al fuego que esas comunidades encienden para compartir su mesa: la tierra que trabajan les da frutos y sus manos generosas los comparten.

Hace un tiempo, desde Panamá, recibimos una invitación para encontrarnos con esas comunidades y fuimos bien recibidos por ellas. Fuimos saciados y “no solo de pan”, sino de su ejemplo, de sus palabras y la Palabra de Dios en boca de ellos.

Visitamos unas 16 comunidades de Renacimiento donde es posible reconocer a Jesús de Nazaret en los rostros y la alegría. En Renacimiento, un distrito panameño que alberga a poco más de 22 mil habitantes, nos reencontramos con el Evangelio de Jesús en amorosa construcción, a manos de quienes eligieron seguirle en cada acto, en la sencillez diaria.

Sé que muchas veces buscábamos ese mismo tono de amor y ese júbilo de hermandad en otros lugares y, puedo decir con certeza: allá lo encontramos, lo vimos, lo vivimos. Comimos y bebimos juntos sus frutos, y por sus frutos les conocimos.

(…) Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”: Río Sereno

Si el obispo Pedro Casaldáliga hubiera conocido Río Sereno, corregimiento del distrito de Renacimiento, también les habría llamado “pueblo profético”, como hizo con otros. En esa multitud de corazones anidó la palabra de Dios y fue fecunda: renació como amor al prójimo.

Desde 15 países llegamos a Renacimiento en julio de 2024, provenientes de unas 28 organizaciones, por invitación de la Iglesia Católica (misioneros vicentinos en la zona fronteriza).

El padre Eric Obaldía Félix nos convocó al Encuentro Continental de Educadores y Animadores Comunitarios: una reunión necesaria entre gente de distintas regiones del mundo y las comunidades renacentistas. Ahí, las comunidades eclesiales de base continentales y la Escuelita Bendita Mezcla encendieron una chispa en cada corazón presente, despertaron conciencias y cuerpos, juntaron ramitas para hacer una gran hoguera que aún arde.

Me he tardado mucho en escribir esto. Quisiera hacerle justicia a lo que atestigüé. Sé que será poco y breve lo que narre aquí, para la magnitud de lo vivido. ¿Cómo fue posible reunir a tanta gente en convivencia fraterna y preciosa? Diría que, en los hechos como estos, se muestra la bondad divina con resplandor. Es Dios quien se manifiesta a través del equipo de trabajo que integran jóvenes y mayores.

Como si de su propia familia se tratara fuimos recibidos en los hogares de varias familias en Río Sereno, siendo nosotros extranjeros desconocidos. Nos reconocimos luego todos como familia, hermanada por el mismo Padre y la misma Madre. Todos con sed del mismo amor de Jesús. Hoy lo sé.

Tampoco se trata de idealizar y perder la capacidad crítica sobre los procesos comunitarios de transformación social; se trata de reconocer dónde, en ese campo, hay un tesoro oculto.

Recuerdo a Río Sereno y vienen a mí las palabras de Jesús: “El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido, es la mayor de las hortalizas, y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas”.

Río Sereno nos enseña a ser iglesia en salida permanente, sobre todo cuando más urge y más se necesita, cuando es más incómodo caminar. Y a caminar como caminaba Jesús con sus amigos y amigas: dando a luz al Evangelio en cada acto. Río Sereno nos enseña a ser “astutos como serpientes, sencillos como palomas”.

Y sí: sabemos que todas las comunidades cargan siempre sus propias cruces: también sufren, temen, son tentadas por el poder en vez del Reino de Dios, como fue tentado Jesús. Y hay en ellas “sepulcros blanqueados” que acechan buscando la paja en el ojo ajeno sin quitar primero la viga del propio. Son los menos, frente al gentío que quiere ser leal al mensaje de Cristo.

Río Sereno es como encontrar un “tesoro oculto en un campo”: es necesario dejarlo todo e irse a aquel campo, trabajar por él, ararlo y sembrarlo.

En medio de las cruces que cargan, vi a mujeres y hombres entretejidos con hebras de ética y Fe cristiana, les vi a todos como un solo corazón latiendo. Así como se levanta el Sol en Río Sereno, levantamos el corazón hacia Dios Padre-Madre. Allá compartimos el pan en las parcelas, y compartimos sacramentalmente, también, en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús, que es parte de la Diócesis San José de David. Supimos de otro Obispo valiente, Fr. Luis Enrique Saldaña, quien camina y opta por la gente con la que caminaría hoy Jesús.

Siguiendo el espíritu pastoral del Papa Francisco, hoy de feliz memoria, recuerdo lo que decía: “Recuerden que la unidad es superior al conflicto, y la realidad es superior a la idea”. Justo como en Río Sereno: unidad y realidad. Dificultades tendrán, claro, pero tienen el amor del Maestro, que es la más alta forma de medicina social.

Hoy pienso a menudo a las familias que nos recibieron: en nuestras vidas hay “un antes” y “un después” de Renacimiento. Encontrarnos allá, desde tantos países, fue como colocar un horcón de madera preciosa y nueva en la vida de quienes fuimos para sostenernos juntos. ¿Cómo agradecerles su ejemplo? ¿Cómo contarlo todo si, aún hoy, sigo repasando cada hecho vivido allá hace casi un año?

(…) Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos,
o sediento, y te dimos de beber?”

¿Dónde está Jesús si no en esos que peregrinan por su vida bajo Sol y lluvia? La frontera se muestra abierta como una herida, o como flor a veces, y muestra las necesidades humanas de nuestros hermanos migrantes empobrecidos en tránsito de explotación, y de cientos de familias ngäbes que caminan con sus niños para ofrecer su fuerza de trabajo en Costa Rica. Acuclilladas bajo un sol de mediodía hacen fila para recibir un sello de Migración donde, paradójicamente, es casi indistinguible dónde empieza Costa Rica y dónde Panamá, excepto por un par de banderas, una cadena metálica y las oficinas de control. Y ahí están muchos, sin territorio propio. “El Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Jesús de Nazaret hoy sería uno más caminando con ellos.

(…) Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es”.

¿Qué es, hoy, el Reino de Dios? ¿Dónde está, quiénes y cómo lo construyen? Diría que el Reino se construye también en los actos que dignifican la vida comunitaria. Se edifica ejerciendo la autoridad del poder eclesial para el bien, multiplicando los recursos con ternura: “al que te pida, dale”. Se edifica uniendo a las comunidades, animando a los hogares a celebrar en ellos la alegría de Dios y animando a la gente a ser iglesia fuera de la parroquia, en cada casa, con todos.

En Renacimiento, la iglesia católica ha reconocido a la niñez, las juventudes, los adultos, los mayores y la Tierra desde un lugar digno, con una autoridad que “manda obedeciendo” y escuchando a la gente. Es por eso por lo que desarrollan proyectos que promueven la salud integral, la agroecología, la soberanía en la producción de alimentos y el trabajo mancomunado en las parcelas. En las “peonadas agrícolas”, por ejemplo, se comparte la fuerza de trabajo: unos trabajan en la parcela del vecino para luego recibir, de ellos, trabajo solidario de vuelta.

El trabajo que realizan es innumerable, incansable, constante. Además, desarrollan proyectos de educación financiera con enfoque de educación popular, invitan a las comunidades a recibir formación tecnológica con enfoque crítico. La comunidad aprende sobre inteligencia artificial y entornos digitales a la luz del Evangelio. Realizan jornadas para adultos mayores, jóvenes, hombres, mujeres, donde no se excluye a nadie. Dan al Cuerpo de Cristo un lugar precioso: la comunión se vive en el cuerpo que es la iglesia, y los sacramentos acercan, invitan a servir; no excluyen ni alejan. Hay un lugar para la pintura, danza, poesía, campamentos juveniles, ejercicios espirituales, lectura comunitaria de la Palabra de Dios y de la Casa Común, toda la belleza de Dios en la historia.

Ahora tenemos un pastor que huele a oveja”, escuché decir a una mujer sabia renacentista. Esta es una iglesia que toma posición frente a las amenazas y cuida a las comunidades como se cuida a quien se ama. No se queda callada frente a la minería y los negocios mal habidos que son enemigos del Reino. Esta iglesia sale alegre de las cuatro paredes del templo y llega hasta comunidades a las que el Estado no ve: van y alfabetizan, acompañan, evangelizan siendo ejemplo de misericordia; no de juicio.

En Río Sereno me acerqué a Jesús, y encontré agua para la sed que tenía. Creí antes de ver, y fui. Si Río Sereno existe, si esa forma de ser Pueblo Profético de Dios existe, nada está perdido. Hemos venido a ofrecer nuestro corazón porque todo está aún por construir.

Jesús de Nazaret nos lo dijo ya: “A la verdad, la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”.

Bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”.

*Madre, periodista independiente. Autodidacta en teologías liberadoras, exégesis bíblica y evangelios apócrifos. Aprendiz Jesús de Nazaret.

JUNTANZAS Y APALABRAMIENTOS

Por Memo Acuña (sociologo y escritor costarricense)

Es sábado de un setiembre que ya empieza a envejecer. Lluvioso, pero con calor en el alma que es lo que importa. Subimos a un autobús que nos llevará al Barrio Kennedy, un suburbio popular ubicado en la periferia de Bogotá. Como es habitual en los servicios de transporte de esta ciudad hermosa y compleja, los viajes suelen ir acompañados por una persona que hace de su arte, su vida, su ley motiv para sobrevivir.

Marina es una de esas personas, personajes de la informalidad bogotana que subisisten y responden ante la atrocidad del sistema. Es una mujer que amplifica su voz y con su voz nos hizo un regalo, uno de muchos ese día, al brindarnos su música para que sintiéramos, bailáramos, cantáramos. Ahí Ángeles azules adquirieron otra dimensión: poco importaban nuestros títulos, nuestra academia. Esa mañana, en ese autobús, fuimos voz colectiva con otras personas que también apalabraron desde la música, su razón cotidiana.

A un lado mío viajaba una joven mujer que amamantaba a su niño recién nacido. Y lo hacía al compás de la canción hecha vida por Marina. ¿Cómo recrear la vida, el principio, el origen, desde esa maternidad absoluta y vital? ¿Cómo hacerlo desde la alegría de coincidir? En estos tiempos de transición hacia nuevas formas de vincularnos, la música, el arte, deberīan ser enunciados como política pública, como decreto, como ley. Porque nos permiten la importancia del afecto, de la convivencia, amamantarnos de vitalidad.

Llegamos a Barrio Kennedy con ese sabor a canción en nuestros cuerpos. Nos dirigimos a la Casa comunitaria de la organización Juntanza Techotiva, autogestada por un grupo de mujeres jóvenes con una combatividad absoluta. Allí conversamos y conocimos sobre sus luchas, que son las luchas de todos y todas en una comunidad popular asentada en las cercanías de un humedal histórico en la Gran Bogotá. Entonces hablamos, apalabramos sobre medio ambiente, derechos humanos, autonomía colectiva. Aprendemos. Nos escuchamos. Las escuchamos.

Psicóloga social Rosita Suárez, en su homenaje en el marco del Encuentro Cuerpo, Patología Social y Política, realizado en Bogotá, Colombia, el 16 y 17 de setiembre.

En una Colombia esperanzada por el cambio, por la posibilidad, hemos venido unos días intensos a hablar de procesos comunitarios, de migración, de psicología política, de ancestralidad. Y hemos cerrado el encuentro conociendo esa combatividad de Diana y sus compañeras de lucha. Nos cuentan lo que hacen para empujar ese proceso desde el territorio, desde allí. Nos comparten que aún antes de que se conociera la designación de Francia como Vicepresidenta, la primera mujer en ese cargo, afrodecendiente, las había visitado y su encuentro quedó tatuado en una pared de la casa que sostienen a todo pulmón y militancia.

Decir esto en una Latinoamerica dolida, profunda, desigual, es decir esperanza. Para eso son las juntanzas, como la que nos convocó unos días desde la hermandad de Cátedra Libre Martín Baró. Entonces creemos que si, que si es posible otro mundo donde podemos juntarnos y celebrar la palabra que transforma, el lenguaje que recrea la vida, que nos la devuelve en rituales y abrazo colectivo.

Renuevo mi militancia en estas posibilidades de hacer. Desde aquí hago política, la que importa, la que transforma. La misma que hace apenas dos semanas nos juntó a un grupo de poetas del mundo en otro lugar histórico de nuestra región profunda, San Cristóbal de las Casas, para apalabrar en homenaje a las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos. Hoy, en esta juntanza, nos hemos reunido para abrazar la trayectoria de nuestra querida Rosita Suárez, Psicóloga Social colombiana de la cual seguimos aprendiendo que pensar bonito sea quizá la principal declaración universal para que este mundo en que vivimos siga valiendo la pena.

Formulario de preinscripción para el diagnóstico participativo de los bienes comunes del cantón central de Limón

El Observatorio de Bienes Comunes desea invitar a las experiencias organizativas del cantón central de Limón al diagnóstico participativo de Bienes Comunes que estará realizándose entre septiembre y octubre, donde se analizará el contexto de los bienes comunes que se cuidan y se defienden. 

Estas experiencias van dirigidas a las personas habitantes de la zona para que participen en los procesos comunitarios u organizativos y se divide en cuatro sesiones, las cuales se llevarán a cabo en la Sede Regional del Caribe UCR.

Se adjunta el formulario de preinscripción: https://forms.gle/DCRb9Rchdk3c1rvZ7 

Para más detalles: https://bit.ly/3PAneKJ