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Etiqueta: revolución social

Manuel Mora Valverde y los comunistas: teoría y táctica para la revolución social en Costa Rica

Lenin Chacón Vargas

16 de junio 1931 – 16 de junio 2025. 94 años del Partido Comunista de Costa Rica

¿Fue Manuel Mora Valverde un reformista o un revolucionario consecuente?

Parte I

La teoría y táctica del Partido Comunista de Costa Rica

Para seguir la línea del pensamiento vivo de Manuel Mora Valverde, quiero recordar conceptos ideológicos explicados en junio de 1934, en una aguda y prolongada polémica en el Congreso de la República con el General Jorge Volio Jiménez, fundador del Partido Reformista y en la palabra de Manuel, podemos constatar, su clara comprensión sobre la importancia de luchar por reformas de diferente contenido y carácter, como parte de la táctica política, para avanzar en el propósito estratégico: la revolución por la que luchaban los comunistas en aquellos años, en claro enfrentamiento con el reformismo, que se queda anclado en el sistema económico y social que defiende el General Volio.

Manuel explica que, en la acción política, las reformas y la lucha por la revolución deben estar concatenadas, como procesos que no deben separarse, las reformas deben coadyuvar a la revolución social. Para darle coherencia y validez a esa táctica y estrategia, debe intervenir el Partido, usando todos sus medios para promover conciencia revolucionaria entre los diferentes sectores del pueblo, alentar su organización, asegurar el fortalecimiento de las organizaciones sociales y sindicales como aliadas seguras en la lucha revolucionaria.

En esas direcciones apuntó el pensamiento de Manuel y su trabajo parlamentario, unidos a la acción del Partido, de los sindicatos de trabajadores y de las organizaciones de campesinas. Eso fue así, en los intensos y acelerados acontecimientos de los años 40, que transformaron la vida nacional, cuando se conquistó mayor justicia, democracia política, cultural, social y económica, mayor justicia agraria para los campesinos y bienestar general para los trabajadores: garantías sociales, seguridad social, Caja Costarricense de Seguro Social, Universidad de Costa Rica, Código de Trabajo, Código Electoral, Ley de Fomento a la Producción, Ley de Inquilinato, entre muchas otras.

Esas reformas, convertidas en conquistas sociales, económicas y políticas, son el contenido esencial de la revolución social 1942-1948, que tuvo como desenlace la guerra civil de 1948, truncando la revolución que estaba en marcha. En 1945 se estableció un impuesto sobre el “ingreso” y para las elecciones de medio periodo se consolida la alianza de comunistas con el Gobierno de Teodoro Picado y para las elecciones de medio periodo de 1946. Esos acontecimientos despiertan aún más el malestar de la oposición, deciden entrar en una coalición Partido Social Demócrata y Partido Demócrata: Ulatismo y Figuerimo, Centro de Estudio para problemas nacionales y todo el conservadurismo en alianza a participar juntos en las elecciones de 1946 con los objetivos muy definidos según la plataforma del Partido Socialdemócrata:

1. Desplazar y excluir a los comunistas de la vida política

2. Poner fin al régimen de Calderón Guardia y Teodoro Picado

Ante la derrota en esas elecciones intensifican las acciones de calle y exigencia d de tomar el control sobre el Tribunal Electoral, lo que logran con la huelga de brazos caídos entre julio y agosto de 1947 a lo T. Picado cedió para poner fin a la huelga. El documento de arreglo no lo firman los comunistas. El Tribunal y el director de Padrón electoral quedaron en manos de la oposición. Desde donde se ejecuta el gran fraude electoral. Sobre este tema me extiendo en otro de mis artículos.

Parte II el partido, su tarea histórica

El Partido Comunista -aclara Manuel-, está “por el derrumbamiento efectivo de la organización social, refiriéndose a las relaciones económicas de producción capitalistas dominantes, con resabios semi feudales en las grandes haciendas agrícolas, ganaderas y compañías extranjeras”.

“El Partido -dice Manuel-, sus miembros, conocen exactamente su posición dentro del movimiento social contemporáneo, conocen de dónde vienen y para dónde van, porque el Partido Comunista coloca las jornadas eleccionarias en un plano secundario de la lucha y en cambio, coloca en primer plano la capacitación de las masas obreras para el derrumbamiento efectivo de la actual organización social”.

El comunismo y el reformismo se diferencian en que el reformismo, bajo la careta de tácticas distintas, es el mejor aliado que tiene el capitalismo. El reformismo dice que la redención de los trabajadores puede obtenerse paulatinamente esperando a que los capitalistas hagan concesiones; el comunismo sostiene que esas concesiones hay que arrancarlas al capitalismo.

El marxismo exige al Partido Comunista de cada país estudiar su propia realidad y proceder de acuerdo con ella. Precisamente en eso se diferencia el marxismo del idealismo. El marxismo es realista y no podría cometer la tontería de proceder de acuerdo con realidades supuestas, porque entonces iría al fracaso. El Marxismo Leninismo no es un dogma es una guía para la acción política. Su aplicación ortodoxa como un recetario lleva al dogmatismo, al sectarismo, se convierte en una especie de religión.

“Un Partido debe ser una agrupación bien unificada en la consecución de ideales precisos, y capaz de actuar con una táctica.”

Así, Manuel define las líneas generales de lo que ha de ser el Partido y la lucha por los ideales de la revolución que pregona.

En ese mismo discurso enfrentado a los ataques del Reformista Jorge Volio, define la posición de los comunistas frente a la propiedad privada, sobre la libertad, la religión, la moral, la democracia, la lucha de clases, el concepto de Patria, de Pueblo; en ese discurso, expone lineamientos esenciales del marxismo-leninismo. Deja claramente definidas las diferencias entre el pensamiento revolucionario y el reformista, expone la posición de los comunistas por transformar el sistema capitalista y construir mediante un proceso de lucha continua por la democracia, la justicia y el socialismo, frente al Reformismo que solo busca perpetuar el sistema capitalista.

En consecuencia, los comunistas propugnan un socialismo democrático, proclaman una sociedad de bienestar de vida digna para los diferentes sectores del pueblo trabajador, una democratización de la propiedad sobre los bienes de producción, y una distribución justa sobre la tenencia de la tierra, de la producción y la riqueza nacional. Una política tributaria en la que el rico pague como rico y el pobre como pobre.

Manuel sigue en su discurso y denuncia que, “Los supuestos defensores de la democracia en Costa Rica (se refiere a los diputados de los partidos burgueses de la oligarquía) están amontonando sobre ella, teorías y argumentaciones absurdas y le van a asfixiar, le van a dar muerte. Cuando el pueblo les diga: “¿dónde está la democracia cuya defensa os encomendé?” Ellos le mostrarán al pueblo el cadáver de la democracia”. (Discursos MMV, pág. 87).

Como realmente ocurrió después de la Guerra Civil de 1948 con la instauración de una dictadura, autoproclamada II República, entre mayo de 1948 y noviembre de 1949, periodo para el cual dicho régimen creo los “Tribunales de Probidad y de sanciones inmediatas” para perseguir y procesar a los vencidos, se mutilaron libertades republicanas, ilegalizaron y reprimieron a los comunistas, tal cual era un objetivo principal del pacto Figueres – Ulate. Y jamás la pureza del sufragio, lo que quedó claro con el fraude perpetrado por ellos en febrero de 1948 y posteriormente la ilegalización y persecución del Partido Vanguardia Popular y sus militantes (decreto 105 de José Figueres y el artículo 98 de la constitución política).

En la posguerra vinieron largos y complicados días y años de lucha por las libertades públicas y republicanas, de luchas intensas por la libertad de sufragio y por la democracia política en las que Manuel, como el que más, juega un papel de primer orden.

Cualquiera que haga un repaso sobre la historia política de Costa Rica 1948– 1976, puede darse cuenta de que quienes más lucharon por la defensa y ampliación del régimen democrático fueron los comunistas con Manuel Mora al frente.

Continua Manuel, “La burguesía rompió la organización feudal, la de los príncipes y los barones de sangre azul, bajo las consignas de libertad, igualdad, fraternidad.

Esas consignas les sirvieron de base y ahora les sirven de estorbo, porque, aunque sea en una mínima parte, la clase antagónica las aprovecha pues, para destruirlas.” (Discursos MMV, pág. 27)

Eso fue lo que hicieron en los 18 meses del régimen Figuerista, desde mayo de 1948 a noviembre de 1949. La Libertad, la igualdad, la fraternidad les estorbó siempre como sucede en la actualidad, en que las clases dominantes con sus cámaras patronales, el Poder Ejecutivo y la mayoría de parlamentarios se esmeran en destruir las libertades públicas. La “igualdad” es decir el Estado social democrático de derecho, y la “fraternidad”, en sus políticas mezquinas y leyes injustas, orientadas a descargar el peso de las crisis sobre las espaldas de la clase trabajadora, de los asalariados, de los sin trabajo, de los pobres, de los desposeídos.

Parte III Revolución versus Reformismo

En ese debate político e ideológico que se desarrolla en el Parlamento sobre

Revolución versus Reformismo, Manuel expone su posición sobre el Reformismo, que encarnaba el General Jorge Volio, lo hace de una manera sencilla y al mismo tiempo profunda, “¿Qué es la Revolución Social?” se pregunta Manuel y continua: Quiero aclarar el concepto de revolución social que yo he usado en esta Cámara y que tanto ha escandalizado a unos cuantos señores ignorantes a pesar de ser jefes de partido, que aquí se sientan. Y lo aclaro, no porque me interese el error de esos señores, sino porque ese error ha trascendido a un sector de la clase obrera en forma desorientadora; y orientar a la masa obrera sí es importante para nosotros. Revolución social no significa para nosotros motín, ni cuartelazo. El motín o el cuartelazo podrían ser el comienzo o la culminación de la revolución social, pero no la revolución social. El cuartelazo, o se traduce en crimen improductivo o termina en el cambio de títeres que están al frente del Gobierno. La revolución debe tener una trascendencia más grande: debe transformar la estructura misma de la sociedad. Cuando una máquina está inutilizada, no va a funcionar bien con solo cambiarle de maquinista. Es necesario componer la máquina, transformarla quizá completamente. Pues la sociedad es una especie de máquina que en este momento está funcionando mal porque está totalmente desequilibrada en su mecanismo. Cambiar de gobernantes burgueses es cambiar de maquinistas. Nosotros queremos algo más efectivo que eso. El golpe de Estado produce un simple cambio de hombres; (verbigracia, José Figueres dio Golpe de Estado el presidente constitucional Teodoro Picado en marzo-abril de 1948). La revolución social tiene que producir un cambio total del régimen. La revolución social, en consecuencia, no se realiza con solo ganar el poder. Hay que llegar al cambio total del organismo social. Y aclaro más mis conceptos: en Rusia, por ejemplo, hace dieciséis años que el Partido Comunista tomó el poder. Sin embargo, nosotros no creemos que todavía esté realizada integralmente la revolución social en Rusia. Se está haciendo y se terminará. Es decir, que el golpe de estado bolchevique no es para nosotros la revolución verdadera en Rusia. Cada una de las medidas de carácter económico, científico, cultural, que posteriormente ha adoptado el Estado obrero ruso, (PODER DE LOS SOVIET) sí son pasos hacia la revolución social. Cuando en Rusia hayan sido abolidas todas las supervivencias del antiguo régimen, régimen inicuo de explotación y de muerte, entonces estará hecha la gran revolución. Es bueno que agregue lo siguiente: cuando se gestaba el golpe de estado bolchevique, el Partido Comunista ruso tuvo necesidad en muchas oportunidades de frenar los movimientos revolucionarios que espontáneamente se manifestaban en la masa. En Costa Rica, el mismo papel le ha tocado jugar al Partido Comunista en varias ocasiones. ¿Por qué? Porque nosotros no pretendemos simplemente tomar el poder como sí lo pretende el General Volio; si el poder no nos ha de permitir realizar los anhelos de la humanidad oprimida, no queremos el poder. Además, porque nosotros creemos que cada cosa tiene su oportunidad y que la toma del poder no se puede realizar cuando a los dirigentes de un partido se les ocurra, sino cuando las condiciones sociales, objetivas y subjetivas, lo exijan (cuando se den las condiciones de una situación revolucionaria según las enseñanzas de Vladimir I. Lenin). ¡Nosotros queremos la revolución social! Nosotros adversamos el charlatanismo cuartelario de que ha sido promotor en tantas ocasiones.”

Sus conceptos, serán una constante en el discurso de Manuel Mora y del Partido a lo largo de su militancia. Así definía Manuel el concepto Revolución, como luchar por ella y la necesidad de identificar los factores objetivos y subjetivos que deben valorarse para impulsar la revolución. Ese concepto esencial del pensamiento Leninista. Eso me lleva a reflexionar lo que vino después de la muerte de Vladimir l. Lenin el periodo no de una dictadura del proletariado, sino la dictadura de un hombre José Stalin.

Y pensar sobre el presente en las organizaciones populares de izquierda que conquistaron del Poder, proclamaron revoluciones, pero sin cambios revolucionarios. Razón lleva Manuel cuando nos recuerda que no basta el Poder.

Es evidente que Manuel, ya había estudiado a V. I. Lenin sobre la Teoría dela Revolución y sobre la situación revolucionaria.

Esos factores objetivos y subjetivos necesarios para la revolución se discutieron muchos años después de este discurso, en 1981, en el Comité Central del Partido, sobre los factores objetivos y subjetivos de la revolución, sobre la existencia o no de una situación revolucionara en la Costa Rica de los primeros años de la década de los 80. Las discusiones revelaron discrepancias sobre ese tema, que unidas a la decisión de un congreso para sustituir a Manuel Mora de la Secretaría General, tuvieron como desenlace la dramática división de los comunistas costarricenses.

La gestación, evolución y consecuencias de los acontecimientos que dividieron a los comunistas costarricenses, las abordo en un capítulo aparte de mis memorias militantes.

Esos conceptos de revolución y reformas, a lo largo de la vida del Partido formaron parte de los debates, las luchas y las discrepancias. Normal en la vida de un partido revolucionario. Pero cuando se imponen métodos de ordeno y mando que rebasan la democracia interna y no se organiza y abre el debate con amplia participación de las bases, conduce a la negación misma del centralismo democrático, imponiéndose el centralismo, negando la democracia, privando a las bases de participar del debate, mucho de eso sucedió en el Partido que había concebido Manuel y que construimos con sudor y sangre varias generaciones de comunistas, modelo que finalmente sucumbe.

El partido se creó para la lucha y para la revolución

En 1984, 50 años después de aquel discurso de Manuel, con un Partido dividido y debilitado, Manuel nos explica su pensamiento sobre revolución y reformas.

“Mi conciencia, forjada en los principios científicos del marxismo-leninismo, me permite aceptar que se me considere el fundador del Partido Comunista de Costa Rica. Permítaseme usar un símil para dar mayor claridad a mi pensamiento: imaginen que un grupo de muchachos se encuentran con un río y deciden atravesar sus aguas con conceptos que no son los tradicionales, pero que corresponden a los nuevos avances de la ciencia, sería absurdo decir que esos muchachos inventaron o cruzaron el río, para no decir que lo fundaron. Este Partido nuestro, es hijo legítimo de un largo y fecundo proceso histórico cuyos valores se hunden en la carne y en el espíritu de nuestro pueblo. Un grupo de obreros y estudiantes y yo personalmente vimos con claridad, hace cincuenta años, que había llegado la hora de que nuestro pueblo comenzara a concentrarse en la construcción de un nuevo régimen social.

Comprendimos desde el primer momento que la tarea no iba a ser fácil ni corta, que tendríamos que enfrentarnos en primer lugar, a la ignorancia de nuestras grandes masas populares, a una verdadera montaña de prejuicios sociales y filosóficos, al egoísmo sórdido de nuestras clases dominantes y al imperialismo. Pero no dudamos en comprender la lucha, absolutamente convencidos de que lograría conducir al pueblo a grandes batallas y a grandes victorias, ya que la revolución se rige por leyes y no depende de la voluntad, ni menos del capricho, de los poderosos.

27 años fuera de ley por no doblegarnos

“No fundamos un partido electoral. Fundamos un partido revolucionario, lo que quiere decir que no nos proponemos construir una maquinaria para cazar votos, destinada a cambiar presidentes y diputados cada cuatro años, sino una organización fuerte, capaz de conducir a la clase trabajadora y al pueblo en la lucha por transformar el régimen económico-social establecido. Conforme a ese criterio hemos intervenido en procesos electorales (como táctica y estrategia hacia la revolución) y hemos elegido diputados y munícipes que en los parlamentos nunca se han doblegado ni ante los capitalistas, ni ante los terratenientes, ni ante el imperialismo. Por eso, precisamente, nos mantuvieron alrededor de 27 años fuera de ley, pero desde la clandestinidad continuamos luchando, creciendo. El pueblo nos vio siempre al frente de las grandes luchas sin ninguna vacilación. Los oligarcas y las compañías imperialistas también sintieron la fuerza de nuestro puño y convencidos de que no podían liquidarnos como lo habían anunciado, financiaron y desataron grandes campañas de calumnias contra nosotros, creyendo que de esa manera el pueblo nos abandonaría. Pero se equivocaron. El pueblo ha visto nuestra lucha, nuestros hechos a lo largo de los años, y esa lucha y esos hechos han tenido y siguen teniendo más peso que la mentira de nuestros enemigos que precisamente son los enemigos del pueblo. Por eso con la ayuda de la mayoría del pueblo, es decir, con el apoyo efectivo de las grandes masas populares, recuperamos nuestra legalidad.”

Nuestros triunfos se traducen en batallas ganadas a los grandes explotadores.

“Al cabo de los años, podemos presentar un balance muy positivo de nuestra lucha. Claro que ese balance no puede medirse nunca por los resultados electorales. Nuestros triunfos se traducen en batallas ganadas a las clases explotadoras y al imperialismo en favor de nuestro pueblo y en defensa de la soberanía de nuestra Patria; se traducen en avances efectivos por el camino de la revolución. Podemos decir que hemos echado las bases del verdadero movimiento obrero y revolucionario en nuestro país, que hemos logrado aclarar y fortalecer la conciencia de nuestra clase trabajadora, que hemos aclarado y desarrollado la conciencia anti imperialista de nuestra clase trabajadora y de nuestras capas medias, que hemos logrado arraigar en nuestra clase trabajadora el espíritu del internacionalismo proletario, que hemos logrado darle sentido realista a la lucha revolucionaria y librado una lucha franca contra el sectarismo y el oportunismo.

Todas estas son conquistas revolucionarias que nos da mucho orgullo porque ellas constituyen los verdaderos instrumentos de la revolución.”

Queda claro que Manuel en teoría, su discurso político y su acción fue un revolucionario consecuente e inclaudicable.

Después de la división de los comunistas 1983-1984, la tarea histórica que se había propuesto Manuel Mora Valverde y el partido quedó trunca. Sigue pendiente.

Tarea que han de enarbolar nuevas generaciones desde una izquierda audaz, flexible, realista, capaz de las alianzas necesarias para avanzar en pos de un proyecto político nacional progresista y saber forjar la alianza más importante con los trabajadores y las trabajadoras de la ciudad y el campo y con las juventudes, en busca de un camino hacia la construcción de un proyecto político nacional democrático, popular, progresista revolucionario.