San José Obrero
Mons. José Rafael Quirós
Arzobispo Metropolitano de San José
La figura del carpintero de Nazareth ha de inspirar y animar a todos los trabajadores en las distintas ocupaciones, a realizar bien lo que se les encomienda, por su parte los patronos han de dar el trato humano requerido y cumplir también lo establecido en la legislación laboral. En lo que toca a los gobernantes, en palabras del Papa Francisco: “… deben dar a todos la posibilidad de ganarse el pan, ya que esta ganancia les da dignidad. El trabajo es una unción de dignidad, y esto es importante.”
En orden a la dignificación del trabajo de los sencillos, qué importante es contar con una política impregnada de justicia hacia a los pequeños y medianos productores agrícolas. No es justa la medición desde ganadores y perdedores, sino colocar la dignidad de nuestros hermanos en el centro de atención. Trabajar la tierra siempre ha sido exigente y duro, y hoy todavía más en las actuales condiciones económicas y climáticas. No es posible volver la mirada hacia otro lado, se trata de personas en medio de sus angustias que no pueden decir hoy, mañana tomo una computadora en mis manos y cambio de trabajo.
Todos somos hermanos, con la misma dignidad de hijos del mismo Padre. El pequeño productor agroalimentario merece cercanía, acompañamiento, respeto y no ser explotado. Requerimos encaminarnos hacia políticas públicas para el agro, que favorezcan una economía social solidaria, donde la riqueza de nuestros campos se distribuya equitativamente. Es fundamental dar herramientas, insumos y asistencia técnica a los productores nacionales para asegurar nuestros propios alimentos. También, fortalecer las líneas de comercialización en las Ferias del Agricultor, el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI) del Consejo Nacional de Producción, el Programa Integral de Mercadeo Agropecuario (PIMA), el Centro Nacional de Abastecimiento y Distribución de Alimentos (CENADA) y otros, eliminando las distorsiones que no permiten alcanzar los fines para los cuales fueron creados.
La producción cooperativa ha sido exitosa, pero requiere de un apoyo decidido de quienes corresponda desde el ámbito gubernamental. Se debe pensar en el productor nacional, asegurando el mercado justo para lo que produce, que garantice precios justos a sus cosechas y la reactivación de sus actividades, que procure la seguridad alimentaria de la población con éstos, y otros productos básicos. En consecuencia, que las importaciones respondan a las exigencias de justicia efectiva para todos.
Dígase lo mismo con relación a las empresas agroexportadoras, que esperan una política cambiaria que no afecte sus actividades productivas y así poder seguir ofreciendo fuentes de empleo a numerosas familias trabajadoras de zonas rurales.
Por tanto, en San José Obrero, evocamos la figura de la persona trabajadora que con su labor contribuye con Dios en la obra creadora, y es también sujeto en la construcción de la paz social y de la justicia. Esa paz social que se construye desde el desarrollo humano integral.