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Etiqueta: San Pedro Sula

Cuatro Carriles de la muerte

Marlin Ávila

Septiembre de 2024

Un buen amigo me narra en detalles su rutinaria vida en la ciudad de San Pedro Sula. Para ir caminando a la cafetería más cercana sale de su residencial y camina 5 minutos sobre la acera que va al filo de una avenida de cuatro carriles, construida por el anterior alcalde, donde pasan, sin límite de velocidad, ni retenes en el suelo o rótulos que sugieran reducir velocidad, un promedio de 60 vehículos por minuto (uno por segundo). Un desliz y usted se convierte en noticia en páginas amarillas. No obstante, dos casas vecinas que están al frente de esa avenida, estacionan en esas aceras sus autos, aunque tienen cocheras con portones suficientemente anchos para ingresar sus vehículos. Cada peatón que pasa se arriesga a ser arrollado por un auto. En una ocasión, mi amigo le pidió a la joven que deja su auto afuera, sobre la acera. que por favor lo introduzca a su garaje, pero la reacción de la joven, fue decir que “la dueña de la casa le renta con el derecho de usar la acera para estacionamiento” desde luego, eso es una aberración completa. Las aceras son públicas y exclusivas para peatones.

Es bien conocido que, en las grandes ciudades de Centroamérica, la urbanización no ha sido producto de planificación con anticipación de sus municipalidades. Correcto es pensar que hay autoridades municipales que se han esmerado por el orden de sus ciudades. Desde que un terremoto destruyó la ciudad de Managua en Nicaragua en 1972, en toda el área centroamericana, se inició a poner orden con el crecimiento de las ciudades, aunque todavía se encuentran viviendas construidas de bajareque (varillas y barro), es raro ver una nueva construcción de bajareque, aunque si encontramos construcciones nuevas de adobe mezclado con un poco de cemento, con alto riesgo de ser destruidas por las inclemencias del clima.

La capital de Honduras: Tegucigalpa más su ciudad gemela: Comayagüela, con 1.3 millones de habitantes, a una altura media sobre el nivel del mar de 1,280 metros, es una de las ciudades más complejas de administrar, por su topografía tan irregular (oscila entre 787 y 2,304 MSNM). Está sobre una montaña donde se extraían minerales en tiempo de la colonia y post colonia.

La tercera ciudad es San Pedro Sula, ubicada en la zona norte del país, sobre el Valle de Sula, 7,251.1 Km2, a media hora del mar Atlántico, es la cabecera del departamento de Cortés, con 1.3 millones de habitantes, considerada la capital industrial del país.

Se considera la ciudad con la mejor nomenclatura del país. Es popularmente conocida la división que tiene entre el área más comercial y moderna con la más popular y menos comercial e industrial, a “partir de la antigua línea del ferrocarril” hacia arriba, es la parte más moderna y, hacia abajo, la parte más deprimida y pobre.

Con la llegada de la industria maquiladora, se llega a romper un poco ese mito, porque se ubican tanto arriba como debajo de la línea del ferrocarril, abriendo nuevas ciudadelas de obreros en el entorno de las fábricas maquiladoras.

Fueron estas fábricas las que, después de las fincas bananeras, a inicios del siglo 20, constituyeron un atractivo nacional de fuerza laboral un siglo después.

Las nuevas generaciones de obreros vienen a ser los hijos de los “campeños” de las fincas bananeras, aun cuando la zona norte en el Valle de Sula recibió bastante población campesina de las zonas interiores (de tierra adentro) de Honduras.

Aun cuando sigue habitando bastantes comerciantes que dominan los grandes negocios, con una ascendencia predominantemente palestina, puesto que los árabes y sefarditas que inmigraron a Honduras (1492-1497), se instalaron en el Valle de Sula y algunos en Santa Bárbara.

Fue así como el proceso de urbanización se establece inicialmente con trabajadores de las fincas bananeras, el centro de consumo y mercado principal de la zona se estableció entre la Lima, ciudad promovida con población empleada profesional y ejecutiva de las fincas bananeras, y San Pedro Sula, ciudad cercana a la Lima, con mayor auge comercial del país.

La élite política estaba en Tegucigalpa, a varias horas de viaje terrestre hasta la ciudad de San Pedro Sula y la masa trabajadora asalariada donde. se acumulaba mayor capital era el Valle de Sula con 18 municipios, en 7,251 km2.

Es así como en el Valle de Sula se instala la generalidad de instituciones o subsedes de los hospitales, universidades, y demás instituciones públicas como privadas, incluyendo un aeropuerto, el cual hasta recientemente dejó de ser internacional.

El estilo de vida que tiene la población de San Pedro Sula (o sampedrana) es una mezcla entre lo urbano y lo rural. Sus autoridades y los conductores de vehículos se sienten orgullosos por tener casi 10 kms de autopista en Avenida Mackey, sin límite de velocidad (como un freeway gringo), aunque tanto camiones como turismos, pasan por medio de poblados urbanos sobre esta avenida, que además es usada para cortar distancia por los viajeros que van desde Villanueva, el centro de San Pedro Sula hasta puerto Cortés.

Lo importante es “sentirse moderno”, más urbanizado, no importan los peatones, mascotas u otro animal silvestre que trate de cruzar esos cuatro carriles de la muerte.

Responsabilidad compartida

Marlin Oscar Ávila
11 de julio de 2024

En Honduras, muchos empresarios consideran que ellos son el factor principal de desarrollo de su país. Piensan, con cierta razón que, al invertir sus ahorros ganados en anteriores negociaciones, en proyectos qu en los actores esenciales del desarrollo. Lo que consecuentemente, les hace creer ser quienes determinen la estrategia en sí misma. Sin embargo, eso no es así. Definitivamente faltan otros actores y elementos esenciales que hacen llegar al cumplimiento de los objetivos y metas del desarrollo parcial o total.

Actualmente se discute entre sectores de las «denominadas fuerzas vivas» (principalmente empresarios) y autoridades municipales de San Pedro Sula, la utilización del área geográfica cubierta por la sierra del Merendón, frente a la ciudad de San Pedro Sula.

En el contexto actual, con su alcalde, Roberto Contreras, tratando de ascender a niveles superiores de poder político, con una ciudadanía poco organizada y poco politizada, y un empresariado muy dinámico, buscando ejecutar proyectos de vivienda e infraestructura turística, sin la debida licencia ambiental por su muy baja conciencia sobre la importancia del equilibrio ecológico, produciendo un alto riesgo hacia la deforestación de la montaña del Merendón, que es parte de la gran Sierra del Merendón.

Una significativa parte de esta montaña está ya deforestada: es la parte más al norte, que no se aprecia desde la ciudad industrial, San Pedro Sula.

El bosque que se observa es lo que ha salvado a la población que habita el valle, en las décadas después del paso del huracán Fifi en septiembre de 1974, cuando se perdió la mitad de la ciudad de Choloma, dejando miles de fallecimientos y desaparecidos, además de la enorme destrucción en todo el Valle de Sula. Una década después, Choloma se levantó invirtiendo su fuerza laboral en la industria «golondrina», la industria de manufactura textil para la exportación. Las primeras compañías extranjeras llegaron a fines de los ochenta, a invertir en condiciones de mucho privilegio para ellas y, considerable daño a la salud de las obreras contratadas en condiciones de muy reducidos derechos y alta vulnerabilidad.

Después de 30 años de explotación y lucha de reivindicaciones de los gremios de trabajadoras asalariadas, se ha logrado que se suscriban contratos donde se consideren e incluyan los derechos laborales de la clase trabajadora asalariada.

Esa masa trabajadora poco o nada se interesa por los destinos de la foresta existente en la montaña del Merendón, aun cuando fue por las tormentas y las presas de árboles arrastrados por las grandes corrientes de agua, las que provocaron el gran desastres del huracán Fifi, sobre el Valle de Sula. Es decir, la sociedad se proyecta a futuro, planifica su desarrollo, muchas veces sin revisar su pasado, pudiendo prever posibles golpes de los fenómenos naturales.

En este momento, los altos riesgos de un desastre lo son, no solamente por falta de prevención, sino además por una deficiente administración pública y coordinación adecuada con la empresa privada.

Se trata no solamente de buscar invertir para obtener rentabilidad o ganancias económicas, se invierte en prevenir las destrucciones de lo construido. Como todos saben, el conservar los bosques permite evitar los desastres atmosféricos, así como ahorrarse en tener que invertir en reconstruir.

Con lo dicho aquí, se puede intuir lo complejo que es administrar el desarrollo de zonas como el Valle de Sula y su cordillera Merendón. Sin embargo, evadir su apropiada administración sería darle la espalda a la rica naturaleza que se posee, pulmón del Valle de Sula.

Es una gran responsabilidad la que tienen las autoridades de los diferentes municipios existentes en esa zona. Esa responsabilidad se debe compartir con las autoridades nacionales en los tres poderes del Estado, puesto que este Valle es parte de la nación hondureña.

Polución del medio ambiente hondureño

Por Marlin Oscar Ávila

En la ciudad de San Pedro Sula hay preocupación porque tanta polución enferma el sistema respiratorio de la población.

Ahora, al escuchar los truenos del cielo y ver que cae la primera lluvia en meses de verano, hay alegría.

Se sabe que buena parte de esa polución es producto de la, relativamente, poca industria, existente principalmente azucarera, como la empresa Chumbagua, por su tradicional método de quemar los cañales. Pero se sabe que esos empresarios hacen y deshacen impunemente. Las autoridades correspondientes ven hacia un lado, aunque las secciones pediátricas de los hospitales ya no les quede espacio adónde ubicar tanto infante enfermo.

El gobierno actual está ofreciendo unos ocho hospitales nuevos. Desde luego, que el sector profesional de salud y pueblo en general aplaude tal iniciativa de la presidente Xiomara Castro, esperando que el presupuesto no desaparezca con la magia de los corruptos.

Lo mejor sería no tener que utilizar los hospitales al 100%. Pero como la prevención es casi inexistente, eso viene a ser un sueño.

Los empresarios podrían cooperar con la prevención, como es el caso de los azucareros, sin embargo, lo fácil para el empresario, termina siendo dañino al pueblo.

La poca lluvia que ha caído apenas mojó la superficie del suelo. Para el cultivo que los agricultores están listos a sembrar, como es el frijol, se requiere un poco más de lluvia, aunque no tanta, que arrastre el poco humus, esencial en la siembra.

En tres meses es necesario producir los granos para abastecer la demanda existente. El peor daño que se podría causar a los productores es traer o importar los granos de un país vecino, importación ya se inició.

Tal política de sustitución de la producción por la importación es perjudicial, como se sabe y, para ejemplo, acaba de poner en jaque a varios gobiernos europeos.

Honduras sigue siendo un país agrícola con una industria manufacturera débil. Es por tal razón que debería fomentar más la agricultura, que es donde ha estado su mayor potencial económico, históricamente, sin pretender entrar en lo que aún no tiene mayor competencia.

Nadie niega que la «industria golondrina» o maquila, se posesiono fuertemente por un buen tiempo. Pero más se basa a los bajos salarios que a las capacidades tecnológicas y la infraestructura instalada. Por tal motivo, vuelan de un país a otro, sin un provecho sustancial a la economía local pero sí hizo daño físico a la juventud trabajadora.

Volviendo a la producción de alimentos, los estímulos actuales del gobierno para ello son de mucha ayuda, pero no suficientes.

Muchos están cruzando los dedos porque se anuncia la llegada temprano de muchas tormentas. Es algo que, sí ocurre en demasía, hará daños significativos, así que la Naturaleza tiene amenazada a la población nuevamente, sin esperar a que se instalen las represas programadas.

El país requiere que los niveles de precipitación sean moderados.

Se espera que así suceda, pero sin confiarse y tomar las medidas adecuadas, puesto que hay suficientes experiencias en el enfrentamiento a fuertes fenómenos naturales.

Habrá que mantener el estado de alerta.