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Responsabilidad compartida
Marlin Oscar Ávila
11 de julio de 2024
En Honduras, muchos empresarios consideran que ellos son el factor principal de desarrollo de su país. Piensan, con cierta razón que, al invertir sus ahorros ganados en anteriores negociaciones, en proyectos qu en los actores esenciales del desarrollo. Lo que consecuentemente, les hace creer ser quienes determinen la estrategia en sí misma. Sin embargo, eso no es así. Definitivamente faltan otros actores y elementos esenciales que hacen llegar al cumplimiento de los objetivos y metas del desarrollo parcial o total.
Actualmente se discute entre sectores de las «denominadas fuerzas vivas» (principalmente empresarios) y autoridades municipales de San Pedro Sula, la utilización del área geográfica cubierta por la sierra del Merendón, frente a la ciudad de San Pedro Sula.
En el contexto actual, con su alcalde, Roberto Contreras, tratando de ascender a niveles superiores de poder político, con una ciudadanía poco organizada y poco politizada, y un empresariado muy dinámico, buscando ejecutar proyectos de vivienda e infraestructura turística, sin la debida licencia ambiental por su muy baja conciencia sobre la importancia del equilibrio ecológico, produciendo un alto riesgo hacia la deforestación de la montaña del Merendón, que es parte de la gran Sierra del Merendón.
Una significativa parte de esta montaña está ya deforestada: es la parte más al norte, que no se aprecia desde la ciudad industrial, San Pedro Sula.
El bosque que se observa es lo que ha salvado a la población que habita el valle, en las décadas después del paso del huracán Fifi en septiembre de 1974, cuando se perdió la mitad de la ciudad de Choloma, dejando miles de fallecimientos y desaparecidos, además de la enorme destrucción en todo el Valle de Sula. Una década después, Choloma se levantó invirtiendo su fuerza laboral en la industria «golondrina», la industria de manufactura textil para la exportación. Las primeras compañías extranjeras llegaron a fines de los ochenta, a invertir en condiciones de mucho privilegio para ellas y, considerable daño a la salud de las obreras contratadas en condiciones de muy reducidos derechos y alta vulnerabilidad.
Después de 30 años de explotación y lucha de reivindicaciones de los gremios de trabajadoras asalariadas, se ha logrado que se suscriban contratos donde se consideren e incluyan los derechos laborales de la clase trabajadora asalariada.
Esa masa trabajadora poco o nada se interesa por los destinos de la foresta existente en la montaña del Merendón, aun cuando fue por las tormentas y las presas de árboles arrastrados por las grandes corrientes de agua, las que provocaron el gran desastres del huracán Fifi, sobre el Valle de Sula. Es decir, la sociedad se proyecta a futuro, planifica su desarrollo, muchas veces sin revisar su pasado, pudiendo prever posibles golpes de los fenómenos naturales.
En este momento, los altos riesgos de un desastre lo son, no solamente por falta de prevención, sino además por una deficiente administración pública y coordinación adecuada con la empresa privada.
Se trata no solamente de buscar invertir para obtener rentabilidad o ganancias económicas, se invierte en prevenir las destrucciones de lo construido. Como todos saben, el conservar los bosques permite evitar los desastres atmosféricos, así como ahorrarse en tener que invertir en reconstruir.
Con lo dicho aquí, se puede intuir lo complejo que es administrar el desarrollo de zonas como el Valle de Sula y su cordillera Merendón. Sin embargo, evadir su apropiada administración sería darle la espalda a la rica naturaleza que se posee, pulmón del Valle de Sula.
Es una gran responsabilidad la que tienen las autoridades de los diferentes municipios existentes en esa zona. Esa responsabilidad se debe compartir con las autoridades nacionales en los tres poderes del Estado, puesto que este Valle es parte de la nación hondureña.
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