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Etiqueta: Segunda República

Un Monumento a la Dignidad para los Trabajadores de la Educación y la Salud

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

Se dice que en Gran Bretaña hay muchos monumentos de la guerra, pero solo uno en homenaje a los doctores y enfermeras que combatieron en el frente luchando contra la “gripe del Juicio Final”, como se le llamó a la “Gripe Española”. Participaron en el frente de guerra 11.000 médicos de los 22.000 que había, 22.000 enfermeras y 120.000 mujeres en alguna función de enfermería.

Cabe traer a colación la obra La guerra no tiene rostro de mujer de la Premio Nobel de Literatura (2015) Svetlana Alexiévich, donde destaca la diferencia sustantiva entre los relatos de los hombres y de las mujeres sobre la guerra: “La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana. En esta guerra no solo sufren las personas, sino la tierra, los pájaros, los árboles. Todos los que habitan este planeta junto a nosotros. Y sufren en silencio, lo cual es aún más terrible”.

Es posible que, si hubiese prevalecido la mirada, la vivencia y el sentir femeninos, atendiendo a lo señalado por Svetlana, la labor de los trabajadores de la salud, con rostro de mujer, no hubiese pasado desapercibida; tampoco la de los educadores que le indujeron a leer a Dostoievski, como suele suceder, aún en nuestros tiempos. Efectivamente, si de algo adolecemos es de un justo reconocimiento de estos dos apostolados, el de los trabajadores de la salud y la educación, que salvan vidas. Los primeros, promoviendo, previniendo y curando las muchas enfermedades y dolencias del cuerpo y la mente, y los segundos alimentando el espíritu y el intelecto para abrir nuevos y mejores horizontes para alcanzar el bienestar social y humano a través de la ciencia, el arte y la cultura. Se trata de la abnegada tarea de los educadores para forjar una cultura de seres humanos libres, solidarios, justos y pacíficos, así como de los trabajadores de la salud para forjar una sociedad física y emocionalmente saludable, que merecen el más alto reconocimiento, sin mezquindades. Ambos son los pilares sobre los que se construyen sociedades social y ecológicamente sostenibles.

Si algo nos hizo enfrentar, como país, con dignidad el azote de la pandemia producida por el coronavirus Sars-Cov-2 fue, precisamente, haber contado con casas de estudios superiores que formaron al más alto nivel técnico y humanista a nuestros trabajadores de la salud, y con una institución pública como la Caja del Seguro Social, ejemplo insigne de solidaridad y orgullo de todos los costarricenses. Contamos con personal especializado, que supo responder, con profesionalismo, gran sensibilidad y compromiso, ejemplo de solidaridad humana, en tiempos donde la pandemia se convirtió en sindemia: la trágica combinación de crisis sanitaria y precariedad económica y social.

Sin duda, la apuesta por educación para la salud y salud para la educación ha sido la combinación virtuosa y visionaria, especialmente impulsada por quienes forjaron la Reforma Social y la Segunda República a mediados del siglo pasado, atendiendo y acogiendo las voces que clamaron por más justicia social. Una apuesta que ha venido sufriendo el embate letal por parte de fuerzas políticas que dejaron de pensar y actuar solidariamente.

No somos un país de grandes y ostentosos monumentos, y en buena hora. El diminutivo es nuestro favorito en el lenguaje cotidiano; sin embargo, algunas veces nos excedemos en su uso y tendemos a disminuir nuestros mismos logros, cuya grandeza debería ser motivo para celebrar. Más aún, lo peor es la tendencia que prevalece hasta hoy, a saber, la que promueve desde altas esferas bajar el perfil de nuestra valiosa y ejemplar institucionalidad social, y sus principales agentes: los trabajadores de la educación y la salud.

Efectivamente, ambos se han convertido en víctimas de un discurso populista y politiquero por parte de quienes, en lugar de abrirse horizontes propios con dignidad, inteligencia y valentía, buscan elevarse pisoteando los méritos y la dignidad de los demás. Y no se trata solo del comportamiento de algunos de los que nos gobiernan hoy, sino también de quienes desde hace rato vienen orquestando una campaña persecutoria y de mentiras, para desprestigiarlos. Particularmente, aduciendo que los derechos adquiridos son privilegios, obtenidos, según se dice, por prebendas clientelistas o por concesiones gratuitas. Donde hay desviaciones y errores que corregir, sólo ven desorden e ilegalidades intolerables, para llevar agua a sus molinos, polarizando a la sociedad e induciendo al odio y la violencia, instrumentos predilectos de quienes sí buscan actuar al margen de la ley y la institucionalidad, antidemocráticamente.

El cinismo se ha puesto a la orden del día: un diputado o diputada levanta la bandera en contra de los catedráticos “pensionados de lujo”, cuando ese mismo diputado o diputada empieza su labor parlamentaria recibiendo un salario por un monto superior al de un catedrático jubilado con treinta años de servicio, y sin deducciones por contribuciones solidarias. Asimismo, resulta inexplicable la reticencia a reconocer los justos salarios a los trabajadores de la salud, particularmente a los especialistas. Bajo estas condiciones, ¿quiénes van a querer trabajar en educación y salud públicas, exponiéndose además a ser considerados ante la opinión pública como injustamente privilegiados? Sin duda, esta es la fórmula mágica que se viene utilizando para desmantelar el Estado Social de Derecho y privatizar las instituciones más rentables. Parafraseando una pancarta del movimiento social francés: cuando la educación y la salud sean privadas nos privamos de todos sus servicios. El país ha sabido también lograr una combinación virtuosa entre una fuerte institucionalidad de salud pública y una importante institucionalidad privada; ambas de calidad y competitivas, incluso para ofrecer servicios de alcance internacional. Sin embargo, venimos aceleradamente rompiendo este círculo virtuoso al pretender reducir al mínimo el servicio público.

Es tiempo de aprestarnos a corregir errores institucionales sin devaluar y desprestigiar. No tiremos al niño con el agua sucia de la bañera. Asimismo, dejar de levantarse y ganar credibilidad, exaltando los errores de los demás. Sin ser gratuitos, disculpando lo que no debe disculparse, aprendamos a hacer la diferencia con menos aspavientos, sin atizar el fuego del odio, y reconstruyamos la patria sobre los cimientos de la dignificación de todos los trabajadores de este país. Sobre todo, sin mezquindad, reconociendo y valorando el esfuerzo y dedicación de quienes asumen como apostolado su función de servicio público y privado, pensando en el bienestar de todos los costarricenses.

Es tiempo de dignificar la encomiable labor de los trabajadores de la salud y la educación, para garantizar el bienestar en nuestra patria. Hoy más que nunca, hay que renovar el pacto de la educación para la salud y la salud para la educación. Este pacto es la garantía para volver a alcanzar los primeros lugares en desarrollo humano en América Latina, y dejar atrás los que hoy nos colocan entre los más desiguales del mundo.

Una meta encomiable que no se podrá lograr si se continúa pisoteando la dignidad de ambos sectores, algo que se ha convertido en consigna de las principales fuerzas políticas hasta nuestros días, secundadas por los grandes medios de comunicación, al servicio de mezquinos intereses electoralistas y de una élite económica insaciable, que se acostumbró a no pagar impuestos. Necesitamos volver a pensar y sentir como ciudadanos y ciudadanas dignos de una patria digna.

El Primero de Mayo Rodrigo Arias debería seguir al frente de la Asamblea Legislativa

Vladimir de la Cruz

El Primero de Mayo, como fecha, tiene varias relevancias. La primera es el día feriado que se origina por la rendición de William Walker, el 1 de mayo de 1857.

El 30 de abril de 1857, el Capitán Charles H. Davis, de la marina estadounidense, se ofreció para mediar y lograr la rendición de Walker. El General, en ese momento Jefe de los ejércitos centroamericanos, José Joaquín Mora, aceptó la intervención del Capitán Charles H. Davis de la marina estadounidense, rendición que se materializó el 1° de mayo en la goleta St. Marys. El 6 de mayo de 1857 llegó a San José la noticia de la rendición de Walker, lo que se celebró intensamente.

William Walker salió con 16 oficiales de su Estado Mayor hacia San Juan del Sur, acompañados del capitán Charles H. Davis (EEUU) y del general Víctor Zavala (Guatemala). Su rendición no le impidió intentar de nuevo regresar a Centroamérica. En noviembre lo intentó con 150 filibusteros, que fueron detenidos en San Juan del Norte, de Nicaragua, por el comodoro Hiram Paulding, de la fragata estadounidense “Wabash”, y enviado de regreso a Estados Unidos.

En diciembre, un grupo de filibusteros de nuevo llegó a Honduras, donde naufragaron. Desde entonces, hasta 1860, volvieron varias veces a Honduras, desde donde los obligaron de nuevo a retirarse, hasta que en septiembre se rindió ante el capitán inglés Norvell Salmon, quien pone a William Walker ante las autoridades hondureñas en el puerto de Trujillo, donde fue fusilado.

Su rendición en esa fecha provocó que el Presidente Juan Rafael Mora declarara esa fecha como feriado nacional, obligatorio.

A esta fecha se le montan, la opacan y la invisibilizan, la celebración del Día Internacional de los Trabajadores, el Informe Presidencial a la Asamblea Legislativa y la Elección del Directorio legislativo y de la integración de los directorios municipales.

La celebración del día internacional de los trabajadores se origina en la lucha internacional de los trabajadores, en el siglo XIX, por el establecimiento de la jornada de trabajo de 8 horas, que se logró imponer en Chicago en las huelgas de 1886, que culminaron con los sucesos de represión política y de triunfo de la huelga ese 1° de mayo.

De nuevo, en 1888 y 1890 se reanudaron las huelgas presionando por la misma jornada allí donde no se había obtenido, y desde 1890, por iniciativa de los trabajadores franceses, empezó a celebrarse a escala internacional el 1° de mayo, como un día de balance de luchas, de las que se habían realizado en el año transcurrido y en una plataforma de lucha para el año venidero.

En Costa Rica desde 1913 empezó a celebrarse prácticamente de manera ininterrumpida. La ONU lo incorporó como parte de su calendario internacional de conmemoraciones y su celebración se amplió a todos los países que forman parte de esta organización mundial.

Al primero de mayo corresponde constitucionalmente la rendición de cuentas, que sobre su gestión anual debe realizar el presidente de la República, ante el pueblo costarricense representado en sus diputados. Este acto ha tenido la sonoridad y relevancia publicitaria del caso, y de la mayor atención pública. Dicho informe o mensaje presidencial se somete por una semana, en una discusión reglada, por parte de las diferentes fracciones legislativas.

También están obligados los ministros a entregar antes del 15 de mayo, a la Asamblea Legislativa, un informe sobre su gestión realizada hasta esa fecha. Los informes de los ministros no son objeto de análisis de los diputados. Deberían serlo también. Muchos de esos informes se elaboraban casi como un catálogo de fotos, como álbumes, de la gestión ministerial sin hacer balance real de sus trabajos.

El punto culminante del Primero de Mayo se enfatizaba también en la elección del Directorio Legislativo, para el siguiente período o Legislatura, que va desde el 1° de mayo al 30 de abril siguiente. La elección del Directorio tiene su destacada importancia porque elige al Presidente de la Asamblea Legislativa, que es el funcionario que por jerarquía constitucional puede sustituir al Presidente de la República, en su ausencia ocasional, o permanente, cuando sus vicepresidentes, por alguna situación particular no ejercen, como sucedió en la cuarta Legislatura del Presidente Óscar Arias, en el 2009-2010, carente de esas vicepresidencias, por lo cual el Presidente Legislativo Francisco Antonio Pacheco le sustituyó varias veces por salidas del país. Permanente, en caso de muerte.

Además, el presidente Legislativo tiene la potestad de integrar las comisiones de trabajo parlamentarias, que generalmente lo hace de acuerdo a las distintas fracciones de diputados.

El presidente Legislativo no necesariamente tiene que ser del mismo partido del presidente de la República. Cuando el Gobierno no tiene mayoría parlamentaria, en su primera legislatura, se ha estilado, que se nombra presidente de la Asamblea, por un acto casi de cortesía política, a un diputado del partido gobernante. Pero, esto no es obligatorio. No sucedió con este gobierno el 1° de mayo del 2022. Tampoco sucedió en el 2023. Y para el próximo primero de mayo, no hay nadie a la vista de los diputados de gobierno al que se le podría dar esta cortesía política, que supondría una mejor relación del Poder ejecutivo con el Poder Legislativo, lo cual no sucede porque exista esa presidencia en manos de un diputado de gobierno. La agenda parlamentaria tiene su propia vida, excepto en las llamadas sesiones extraordinarias legislativas que dependen de los proyectos de ley que proponga el Poder Ejecutivo, lo que es funcional y válido para la labor parlamentaria, independientemente de quién dirija al Poder Legislativo.

Bien podría considerarse que en el resultado electoral el pueblo le dio poder a Rodrigo Chaves para dirigir el país desde el Poder Ejecutivo y sus instituciones, pero le dio un poder de control político sobre el presidente, al Poder Legislativo, dándole más diputados a los partidos que no son del gobierno. Esta es la realidad política.

El próximo primero de mayo hay que elegir el presidente legislativo, que representa al pueblo, en sus fracciones parlamentarias, que representan el control ciudadano que debe haber sobre la gestión política nacional. Entre los candidatos posibles figura quien ha ejercido la presidencia en estos dos años, el diputado Rodrigo Arias Sánchez, como aspirante a continuar en esa importante representación institucional, frente al Poder Ejecutivo.

En mi opinión, la ha ejercido bien, con dignidad, con respeto, con distancia cuando debe tenerla y con cercanía cuando corresponde. Le ha puesto las banderillas si ha sido necesario al presidente de la República, destacando y defendiendo la independencia de poderes. Que Rodrigo Arias sea diputado del Partido Liberación Nacional no tiene que ver. Goza de la ventaja que ese partido tiene una mayoría importante de diputados, casi el doble de las fracciones mayoritarias que tiene la Asamblea.

Dentro de la fracción de Liberación Nacional le salió una pulga a Rodrigo Arias, y a última hora una diputada que también considera su posibilidad presidenciable del Poder Legislativo. Estas posibles candidaturas dentro de Liberación Nacional muestran que ese partido es cada vez más un partido político debilitado internamente, y que sus diputados casi pueden ser representantes de un archipiélago político de diferentes grupos a su interior, sin que tengan el empaque de partido sólido, como lo era en el pasado. Esa fisura solo augura mayores fracciones hacia las elecciones del 2026.

La pulga que le salió a Rodrigo Arias fue casi una jugada del presidente de la República, quien sí se está moviendo fichas para crear un caos parlamentario en torno a esta elección del presidente Legislativo, promoviendo otras candidaturas, como la del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).

La pulga de Liberación Nacional y el candidato del PUSC pujan por ver quién de ellos se acerca más al presidente de la República, como alfombras de la casa presidencial y como felpudos del presidente. Esa es la imagen que proyectan.

Es claro que el PUSC tiene una gran identificación programática con las posturas del gobierno, especialmente en su actitud de vender el país, de vender las instituciones públicas importantes, de privatizar al máximo la institucionalidad. Uno de sus diputados claramente ha declarado estar al servicio del presidente.

Las reuniones que el presidente realice, con su jefa parlamentaria y representantes de otros partidos es válida. Es parte de la vida política del país. Lo que circula en redes y en información, no oficial, es que la agenda de esas reuniones es para buscar a quién apoyan hacia la Presidencia del Poder Legislativo, como en una subasta, para valorar quién se ofrece de mejor postor en la agenda de ventas, que tiene el Poder Ejecutivo, de las instituciones más ricas y estratégicas del país, posiblemente diseñadas esas ventas al margen del la Contraloría General de la República y de los órganos que velan por la transparencia de esos negocios, ventas que se proyectan a inversionistas extranjeros, porque se ha dicho claramente que, en esas subastas, no se permitirá la participación de inversionistas o sectores nacionales.

En el mercado de Zapote, los agentes comerciales parlamentarios estarán discutiendo quién es más felpudo y alfombra, que puede recibir el apoyo para facilitar que en la agenda legislativa se coloquen las ventas de las instituciones nacionales. Como partidos políticos, quienes allí asisten, están en el furgón de cola del tren presidencial. Incluso se ven impulsando una coalición política, que tienen que diseñar y aprobar en los próximos meses, para ver cómo se reúnen estos partidos con la agenda de venta del país.

DIVIDE Y VENCERÁS

Hay que reconocer que el presidente Rodrigo Chaves ha aprendido bastante del ejercicio del poder. Especialmente, sin dejar de intimidar, asustar, maltratar a sus opositores, ha sabido cómo crearles contradicciones, cómo dividirlos, cómo estimular a los diputados débiles, que bien los conoce, con sus aspiraciones, cómo estimularles sus egos y aspiraciones, y de cómo crear incertidumbre ante la elección del próximo primero de mayo, del presidente legislativo.

Es también un mensaje a Liberación Nacional para tratar de someterlo a la agenda presidencial de ventas. En Liberación no están al margen de esas ventas. Ahí hay también presiones en ese sentido. Pero, todavía pesa algo, en este partido, de su histórica participación en el desarrollo institucional de la Segunda República. La discusión que deben tener es si se quiere mantener esa Segunda República renovada, fortalecida, acorde al siglo XXI, o si se quiere tener y desarrollar una República de Segunda, que es hacia donde marcha la carroza fúnebre zapoteña, la de sus aliados políticos, económicos y parlamentarios.

Lo que más interesa al país, más allá de las críticas internas que los diputados puedan tener sobre la presidencia de Rodrigo Arias, es valorar lo que más le interesa al país al frente de la Asamblea Legislativa. Para este momento político me parece que lo que le conviene a la institucionalidad democrática, a la democracia nacional y al ejercicio independiente de los Poderes Públicos, es que el diputado Rodrigo Arias Sánchez continúe al frente del Poder Legislativo. No es un asunto personal lo que se discute. Es un tema de responsabilidad política nacional.

Compartido con SURCOS por el autor.

A la historia… por media calle, con Vladimir

La transcripción proporcionada es una narración detallada y extensa sobre las reflexiones del hablante sobre la Semana Santa y diversos aspectos de su vida y sociedad costarricense. Comienza con una reflexión sobre la importancia de la Semana Santa en la tradición católica y cristiana, así como la influencia de la religión en su familia, que estaba dividida entre una parte fervientemente católica y otra más anticlerical.

El hablante comparte recuerdos de su infancia durante la Semana Santa, mencionando cómo solían ser las celebraciones en la playa y las procesiones religiosas. También habla sobre su abuela materna, quien tenía creencias espirituales diferentes a las de su familia paterna, y cómo influyó en su crianza.

Posteriormente, la narración se desplaza hacia la reflexión sobre la muerte y la importancia de aceptarla como parte natural de la vida. Se menciona la preparación de libros y la revisión de manuscritos, así como la importancia de documentar la historia de Costa Rica, especialmente en relación con la Segunda República y su impacto en la sociedad actual.

El hablante discute la situación actual de Costa Rica, haciendo hincapié en los problemas económicos y sociales que enfrenta, como la crisis de la clase media y la vivienda. También aborda malentendidos sobre su carrera política, aclarando que nunca ha sido diputado ni ministro, aunque ha tenido experiencias cercanas a la política parlamentaria.

Compara la situación política de Costa Rica con la de otros países, como Venezuela, destacando la importancia de la educación en la construcción y la interpretación de la historia nacional, en la cual se discute la importancia de la educación histórica en Costa Rica, específicamente en relación con la Segunda República. 

Se señala que a lo largo de la historia educativa del país, no se ha enfatizado lo suficiente la importancia de este período, lo que ha llevado a una comprensión limitada de su relevancia en la historia nacional. Se mencionan logros significativos de la Segunda República, como la creación de la Caja Costarricense de Seguro Social y el impulso del Estado Social de Derecho. Sin embargo, se lamenta que estos aspectos no sean ampliamente conocidos ni valorados por la población debido a la falta de un sólido proceso educativo que los destaque.

Además, se habla sobre la experiencia del autor durante la Semana Santa, donde aprovechó el tiempo para realizar actividades relacionadas con la lectura y la preparación de nuevos libros. Se destaca la importancia del Día del Libro y se menciona la participación en la Feria Internacional del Libro Universitario, donde se presentará un libro sobre la dinastía de Los Conquistadores.

Posteriormente, se aborda un informe que indica que Costa Rica ocupa el último lugar en la escala de acceso a la información pública según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Se critica la falta de transparencia y acceso a la información por parte del gobierno, especialmente en lo que respecta a las agendas de los ministros y las sesiones de los órganos de gobierno. Se compara esta situación con otros países que tienen procesos electorales más transparentes y establecidos, lo que destaca la necesidad de mejorar la integridad y la transparencia en Costa Rica.

En esta parte de la transcripción, se enfatiza la relación entre la falta de transparencia en las contrataciones gubernamentales y la corrupción. Se menciona que la falta de agendas precisas y accesibles crea un ambiente propicio para la corrupción en todos los niveles, incluso con actividades ilícitas como el narcotráfico. Se destaca que, a pesar de la existencia de leyes que obligan a las entidades públicas a publicar información sobre sus sesiones y contrataciones, muchas instituciones incumplen con esta obligación, lo que ha dado lugar a casos de corrupción notorios, como el escándalo relacionado con el aeropuerto de Liberia.

Se critica la falta de regulaciones sólidas para garantizar el acceso a la información pública y se señala que, aunque existe una Comisión Nacional para el Estado Abierto, su funcionamiento y efectividad son cuestionables. Se resalta que Costa Rica ha recibido una baja calificación en materia de acceso a la información según la OCDE, lo que sugiere una falta de transparencia generalizada en el país.

Se concluye mencionando que el secretismo del Estado y la falta de sanciones efectivas para los funcionarios que incumplen con sus obligaciones contribuyen a mantener un ambiente propicio para la corrupción. Se expresa la preocupación de que, si no se toman medidas para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas, el país podría continuar en una espiral descendente hacia niveles aún más bajos de integridad gubernamental.

Compartimos el enlace a la transmisión de Facebook: https://www.facebook.com/watch/?v=1109157286870544

Como que don Pepe les incomoda…

Freddy Pacheco León

A los que les falta poco para borrar la ideología «figuerista» sustentada en la SOCIALDEMOCRACIA con que don Pepe y sus compañeros forjaron los cimientos de la Segunda República, la memoria de Figueres les hace bajar la vista. Se saben indignos de su legado y se sonrojan ante sus posiciones pseudoideológicas, pues saben que son vistos como traicioneros de las ideas fundamentales del caudillo.

Hace 71 años, un 12 de octubre, en el suelo fértil, cielo azul y el clima fresco de finca La Paz, en San Ramón, se sembró una semilla, la del Partido Liberación Nacional. En ese lugar, en ese día de 1951, se unieron las manos y voluntades de don Pepe, don Chico, don Daniel y don Luis Alberto, en su compromiso por propagar esa semilla que había nacido y nutrido en los años 40 y que eventualmente floreció con las ideas de la socialdemocracia, que inspiraron (junto al socialcristianismo del doctor, monseñor Sanabria y Manuel Mora) a una generación que aspiraba superarse.

«Es que eran otros tiempos con diferentes desafíos», dicen con desfachatez. «La socialdemocracia no se puede aplicar al mundo contemporáneo», agregan. «Las leyes del mercado nos hacen volver la mirada hacia Milton Friedman», y, agregamos, también hacia los gurúes economistas cada vez más alejados del pueblo. «Don Pepe nos habría impulsado a vender los bienes del Estado», dicen para justificarse. Y piensan así porque para ellos solo existe el camino trazado por políticos empresarios, que al lucrar con los bienes y servicios de todos los costarricenses, nos han conducido hacia la tambaleante e injusta situación que sufren cientos de miles de compatriotas.

Lo cierto es que de ese PLN originario quizá solo queda la nostálgica bandera que muchos dirigentes incluso se avergüenzan enarbolar. Son los que fácilmente la cambian esporádicamente por otra cualquiera, para que, luego de ser candidato presidencial, por ejemplo, fuere electo alcalde contra un candidato de «su PLN», arropado con la bandera de un grupo evangélico… aunque se dice socialdemócrata.

Así, la SOCIALDEMOCRACIA que nutriera el pensamiento de los grandes que, hombro con hombro, creyeron que los productos de las cosechas serían multiplicados y usados para amasar un futuro mejor, pasó a ser un producto de museo. Sin embargo, aunque no se puede predecir, pensamos que algunas semillas estarán por ahí esperando el momento propicio para brotar, cuando sin complejos, y con valiente disposición, aunque fuese en grupos políticos inéditos diferentes al PLN, las ideas socialdemócratas inspiren nuevamente a los costarricenses hoy hundidos en la desesperanza.

DE VERDAD, EL SUEÑO DE LA RAZÓN SIGUE PRODUCIENDO MONSTRUOS

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (27)
Tercera época
Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Observando la puesta en escena del cambio de mando legislativo del día domingo 1 de mayo de 2022, en el horripilante edificio de la sede de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, la que puede ser caracterizada como un despliegue de las fuerzas más conservadoras y reaccionarias dispuestas a acabar con lo poco que queda de nuestra democracia y la institucionalidad de la Segunda República, no pude evitar la tentación de que viniera a mi mente aquel grabado de don Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828), tan caro a mi querido colega y compañero en la UNA, además de poeta y artista consumado Maynor Antonio Mora, a propósito de que EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS, donde el color negro y el tono sombrío de las imágenes y los personajes operó en mi memoria, de manera inmediata: 51 diputados reaccionarios a más no poder se agruparon para aislar, denostar y ningunear a los seis jóvenes diputados del Frente Amplio allí presentes, quienes por un prodigio de la naturaleza, me parecieron como una bocanada de aire fresco, en medio de aquel despliegue de lo más sombrío que se ha venido acumulando a lo largo de nuestra historia republicana, por un momento reparé en ellos y me puse a averiguar ¿quiénes son estos jóvenes diputados, que hoy representan de alguna manera al más desperdigado conjunto de fuerzas progresivas que aún quedan y a una izquierda o izquierdas cada vez más desorientadas que no son ni han sido de mi agrado? Las que en su errático andar han venido siendo demolidas, desde adentro y desde afuera, a lo largo de los últimos años de gobiernos del PAC, en los que la centroizquierda que nunca fue se mostró como la ultraderecha más feroz y taimada, con su disfraz presuntamente progre.

El fascismo neoliberal/neoconservador de Costa Rica se mostró así, por primera vez, en toda su miseria y desnudez, hasta con sus rasgos de hipócrita y taimada santurronería, siempre bien calculada para engañar a un gran sector de la población, biblia en mano, algunos dicen ser oposición o gobierno aunque todos ellos, en el fondo, demuestran ser la misma cosa: los sepultureros de los restos de la Segunda República y de nuestro estado social de derecho, estamos avisados.

La vieja dinámica del juego político parece haber consistido en una especie de artificio, según el cual se trata de que todo cambie para que todo siga siendo igual, al menos en la superficie de las cosas. Eso es al menos lo que se planteaba en aquella célebre novela acerca del gatopardismo de Giuseppe Tomassi di Lampedusa(1896-1957), a propósito de la transición italiana del feudalismo siciliano o calabrés al capitalismo piamontés que tuvo lugar durante el ressorgimento, a partir de 1860, con la unificación de Italia como un estado nación y su entrada, un tanto tardía a la modernidad. La creatura de Garibaldi, Massini y otros patriotas dio lugar a la monarquía liberal con la que Italia entró al siglo XX, aunque el juego político se entrabó dando lugar al totalitarismo fascista, con la famosa Marcha de los Camisas Negras sobre Roma, en 1922 y el ascenso de Mussolini al poder.

Los monstruos continuaron asediando a la razón ilustrada y las expectativas de Kant y de Hegel de que la humanidad había llegado a su madurez se diluyeron en medio de la barbarie, la que no ha dejado de asecharnos, a pesar de la derrota del nazifascismo en aquella fecha lejana de 1945.

Mientras, en lo local, la mediocre y mentirosa prensa costarricense, siempre al servicio de unas élites angurrientas y desalmadas, se dedicó al satanizar al candidato presidencial que no era de su agrado, ahora ante lo inevitable se prepara para tenderle un cerco ideológico al tecnócrata del FMI, hoy convertido en presidente de la república. Lo atacan para obligarlo a actuar de acuerdo con sus intereses, engañando y confundiendo al grueso de la población a propósito de unos decretos y unas mascarillas, cuando en realidad el juego no pasa de ser una mascarada de muy mal gusto: deberá seguirles facilitando la evasión y la elusión tributarias, también el juego con las tasas de interés de la deuda interna que estos especuladores han comprado, la realización de sus negocios fraudulentos con la obra pública y las grandes compras del estado, continuarán con sus monopolios y oligopolios privados mientras se preparan para asaltar al ICE, la CCSS y el CNP, se asegurarán de que continúe el saqueo de los dos regímenes de la CCSS, el de enfermedad y maternidad y el de Invalidez, Vejez y muerte que vienen siendo saqueados desde hace medio siglo, las pensiones de la Caja así saqueadas seguirán bajando sus perfiles de beneficios como los montos y la edad para retirarse y la medicina será incosteable para la gran mayoría de la población. Por otro lado, se están preparando para la eliminación de las prestaciones de los trabajadores que se jubilan (Pedro Muñoz y Yorleni León, esa que no le teme al pueblo), los salarios nominales continuarán congelados, la inflación alcanzará varios dígitos y así sucesivamente, mientras que el PLN y el PUSC, junto con algunas sectas neoliberales, seguirán cogobernando en contra y de espaldas a las mayorías, al igual que durante estos ochos años de gobiernos progre, avalados por una cierta izquierda boba y dada a recibir instrucciones del diario La Nación y de cierta embajada que antes sólo daba directrices a una derecha, mucho más ilustrada que la de este cambio de siglo. La chusma reaccionaria e ignorante se refocila en su juego liberticida, seguimos en la Torre de Babel y los monstruos están desatados en su desenfreno totalitario, los cortesanos abundan y nos insultan un día sí y otro no.

En los límites de nuestro Estado Social de Derecho

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (23).
Tercera época.

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

¿QUÉ O QUIENES FUERON LOS GRANDES AUSENTES EN EL DEBATE ELECTORAL DE ESTE MIÉRCOLES 23 DE MARZO DE 2022 ORGANIZADO POR EL DIARIO EXTRA?

Aunque a muchos les parezca increíble, e incluso desproporcionado, este juicio que voy a emitir: yo pienso que esos ausentes no fueron personas físicas, sino más bien otros factores que representan la exteriorización del final, ya manifiesto e inevitable, de nuestro estado social de derecho y de la Segunda República, dentro de la que su institucionalidad se materializó, aún en medio de la ofensiva neoliberal iniciada en la segunda mitad de los años ochenta. Dado lo anterior, resulta innegable que, en medio de este debate, faltaron esos componentes esenciales del pacto social de hace setenta años, del que tanto abominaron la oligarquía costarricense y sus principales medios de comunicación por haberle dado continuidad a la reforma social de los años cuarenta, a los que ahora el mundo de la vieja política en el peor sentido del término, representado tanto por Figuerillos, como por los restos del PLN, los “progres” del PAC, los “reaccionarios” del PUSC y algunos pseudocristianos, se encargó de sepultar con una batería de leyes antipopulares, llegando incluso a criminalizar la protesta social y a blindar a los evasores fiscales y tenedores de títulos de la deuda interna.

El otro candidato presidencial, ese que vino de afuera como un auténtico outsider, no es un socialdemócrata ni tampoco se atreve a defender ese legado histórico, del que al parecer no se siente parte, de ahí la arena movediza en la que parece desplazarse, a pesar de algunos señalamientos acertados que formuló al inicio del debate, cuando aún las recriminaciones y amenazas recíprocas no habían comenzado a ponerse de manifiesto, a propósito de temas como el financiamiento de las campañas electorales, dentro unas mal llamadas “elecciones libres” que nunca lo han sido, pero que han resultado ser un excelente negocio para dos o tres banqueros que se han convertido en los árbitros de la política, de ahí que quien no tiene plata no puede entrar en esa absurda competencia, a no ser que disponga de otros medios como en el caso de Rodrigo Chaves, suscitando la ira de sus adversarios. Por lo demás, pienso que ya es hora de abandonar tanta credulidad y estupidez manifiestas, miremos de frente lo que sucede en nuestro país, precisando así los límites entre lo real y lo irreal.

En efecto, lo que sucede es que ambos candidatos presidenciales no logran identificar, de manera pública y bien precisa, los elementos de la mentada crisis por la que estaríamos atravesando, en esencia ambos se equivocan al definirla como coyuntural, y sí piensan –tal y como lo dijeron- que podrán enmendar rumbos que ya fueron definidos en otros tiempos, en otros escenarios y por parte de otros actores sociales. La inmensa deuda pública y sus intereses de mora los harán actuar como marionetas del Fondo Monetario Internacional y de los usureros, toda una capa social de consumados evasores fiscales.

Son esos elementos coyunturales, exteriorizados en el transcurso de una mediocre e insípida campaña electoral, los que nos impiden captar una panorámica del escenario histórico como la que estamos viviendo, muy a pesar nuestro, aunque tendamos a darle la espalda a la realidad: Estamos en los inicios de una prolongada época de retroceso social y político, una que marcará en esencia todos los componentes de nuestro mundo social y político, a lo largo de  la tercera década del siglo XXI, como un proceso propio de la larga duración histórica. Esto apenas está empezando.

EN TIEMPOS DE REACCIÓN Y RETROCESO POLÍTICO Y SOCIAL (II)

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (22)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

El devenir histórico de nuestras sociedades transcurre con un mayor o menor grado de alteridad entre épocas de gran dinamismo y transformaciones de todo orden, y otras en las que eso que llamamos “el tiempo histórico” parece detenerse. Las distintas colectividades humanas tienden a percibir estos fenómenos o eventos sucesivos, de una manera más o menos diferenciada. En el caso de la Costa Rica de la segunda mitad del siglo anterior con sus reformas y transformaciones sociales que fueron muy evidentes hasta para el ciudadano más desaprensivo, y con menos capacidad para la observación de los grandes eventos históricos, quedaron sin embargo debajo del tapete- por así decirlo- muchos detalles que no eran perceptibles a simple vista para las gentes más fanáticas y arrebañadas de entonces. En lo esencial, el pacto social y el texto de la Constitución Política de 1949, mantuvieron y profundizaron, con algunas excepciones, el espíritu reformista que había prevalecido desde el inicio de la década de los cuarenta, tal y como habíamos indicado en la primera parte de este artículo, dándole un impulso revolucionario a las transformaciones de la sociedad costarricense.

Después de la campaña maccartista que libraron las fuerzas reaccionarias contra la candidatura socialdemócrata de Daniel Oduber Quirós durante las elecciones de 1966, con su terror y sus voces del odio, exteriorizadas en el mejor estilo totalitario y goebbelsiano del “miente, miente que algo queda” (Joseph Goebbels, dixit), se produce un ascenso de las fuerzas regresivas de la derecha más conservadora con el triunfo electoral de José Joaquín Trejos Fernández, mientras el “calderonismo histórico” abandona, de manera simultánea, sus últimos arrebatos reformistas, dando lugar a una espinosa y difícil coyuntura, en medio de la que –como habíamos indicado-  se produce un giro hacia la izquierda, dentro de las filas del Partido Liberación Nacional que se sintió amenazado con este ascenso de las fuerzas de la reacción, pues si bien prevalecía en el ambiente un marcado anticomunismo de guerra fría, también era muy fuerte el ímpetu reformista y revolucionario en aquel partido que fundaron los glostoras en 1951. Fue así, como el sociólogo y presbítero Benjamín Núñez Vargas y otros connotados dirigentes fundaron el Movimiento de Patio de Agua para una revolución social, para lo que se estuvieron reuniendo, durante algunos meses del año de 1968, en la finca de San Isidro de Coronado, propiedad de Núñez, contando con el apoyo de Daniel Oduber Quirós, José Manuel Salazar Navarrete (destacado intelectual fallecido recientemente), Alfonso Carro Zúñiga y muchos otros que se opusieron al contrato ley con la empresa Aluminium Company of America (ALCOA), (enfrentándose para ello a José Figueres y otros dirigentes de su propio partido), propiciaron el regreso a la vida política electoral de la otra izquierda: la de los vencidos en la guerra civil o golpe de estado de 1948, además de la derogación del párrafo segundo del artículo 98 de la Constitución Política de 1949 y la supresión del texto constitucional de la figura colonialista de los contratos ley durante la legislatura de 1974-1978, la que había permitido los contratos bananeros de los últimos años del siglo XIX, el de 1938 para la región del Pacífico y el contrato de ALCOA, la que coincidió con el período presidencial de Daniel Oduber Quirós y su administración socialdemócrata por excelencia, una que llevó a cabo importantes programas económicos, sociales y culturales que marcaron el punto más alto del estado de bienestar, y el estado social de derecho que alguna vez fuimos,

En síntesis, puede afirmarse que el impulso de este giro hacia la izquierda se prolongó durante más de una década, hasta que a partir de 1984, con la materialización de un incruento golpe de estado, hacia el interior del gobierno liberacionista de Luis Alberto Monge Álvarez (1982-1986), en plena contrarrevolución neoconservadora a escala planetaria, impulsada por Ronald Reagan en los EEUU y Margaret Thatcher en el Reino Unido, empezaron de manera gradual los tiempos de reacción y retroceso social bajo el sello neoliberal, el que se acentuó a partir de la primera administración de Óscar Arias Sánchez, quien fuera el “pacificador” de la América Central (con su contrarrevolución blanda) pero también el que dio inicio al desmantelamiento del PLN, y sus planteamientos de justicia social y del mantenimiento del estado social de derecho hasta convertirlo en le cascarón electoral a que se encuentra reducido, dando inicio a los llamados Programas o Planes de Ajuste Estructural(PAES) y propiciando en ese período una reducción de los aportes gubernamentales a la Caja Costarricense del Seguro Social, cuando su aporte al régimen de invalidez, vejez y muerte fue reducido del 3,25% al 0.25%, lo que dio origen a un reiterado saqueo de los fondos de pensiones del régimen de Invalidez, vejez y muerte de esa institución, algo que se agravó al no pagar o atrasar las remesas los aportes de ley para el ya mencionado régimen de enfermedad y maternidad, cosa que han hecho los sucesivos gobiernos desde entonces durante casi un cuarto de siglo. La deuda con la seguridad social es de proporciones colosales, además ser esencia un acto criminal e irresponsable contra la población (Luis Alberto Jaén Martínez, dixit), a la que siguen engañando ciertos políticos y su corte de serviles.

La desaparición abrupta y el debilitamiento gradual de los sindicatos de los trabajadores agrícolas de las transnacionales bananeras, durante la década de los ochenta (en el marco de una profunda crisis de llamadas izquierdas) marcó un importante retroceso para toda la clase trabajadora de Costa Rica, en medio de una ofensiva ideológica de la ultraderecha neoliberal/ neoconservadora para desacreditar las conquistas sociales de los sectores campesinos, obreros y de los trabajadores del sector público señalándolas, con cierto cinismo, como “privilegios”.

La ofensiva del capital financiero en detrimento del capital productivo, acompañada de una gigantesca evasión y elusión tributarias, el saqueo de los fondos públicos mediante estafas escandalosas como la trocha, la especulación con los títulos valores de la deuda interna y la fuga de capitales hacia los “paraísos fiscales” son elementos que vinieron a completar la debacle social en la que nos hemos venido sumergiendo durante las décadas más recientes.

Desde entonces, a pesar de la lucha y la resistencia sostenida de los sectores populares, sus sindicatos y otras organizaciones, hemos vivido en tiempos de reacción y retroceso político y social. Este, y no otro, es el panorama que se presenta al inicio de la tercera década del nuevo siglo, después de que los “progres” del PAC en complicidad con el PLN, el PUSC y los llamados “partidos religiosos” se encargaron, a partir del año 2014, de acelerar el fin del estado social de derecho y de la Segunda República, surgida tras el último conflicto bélico importante de nuestra historia.

Breve radiografía de la Democracia electoral costarricense

Vladimir de la Cruz

Los procesos electorales y las elecciones en Costa Rica han sido elemento clave del desarrollo de su vida democrática institucional, de afirmación de la democracia como modo de vida, y de ejercicio de participación ciudadana para la escogencia y nombramiento de las autoridades gubernativas, del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo.

Costa Rica, como país, ha tenido en la práctica una gran estabilidad política. Como grandes períodos históricos desde la Declaración de la Independencia, el 29 de octubre de 1821, hemos tenidos un primer período, inmediato a la Declaración de la Independencia, hasta 1823, que se caracterizó por el establecimiento de Juntas Superiores Gubernativas, como órganos colegiados de gobierno. A partir de 1823 y 1824 formamos parte de las Provincias Unidas de Centroamérica y de la República Federal de Centroamérica, donde nos constituimos como Estado de Costa Rica, situación que formalmente llegó hasta 1848 cuando el 30 y el 31 de agosto el Congreso y el Jefe de Estado y Presidente, Dr. José María Castro Madriz, declararon la ruptura definitiva de la Federación Centroamericana al declarar la Fundación de la República de Costa Rica.

En ese período ya habíamos salido de la República Federal en 1838, integrándonos nuevamente en 1842, cuando Francisco Morazán intentó de nuevo reactivar ese proyecto político regional, y salimos de esa intención con la caída de Morazán en setiembre de 1842.

Desde 1848 se empezó a desarrollar institucionalmente la República. Este proceso llegó hasta 1948, cuando por situaciones políticas y electorales, de la década de 1940-1948, se agudizó una crisis que condujo a un conflicto militar, durante los meses de marzo y abril de 1948, que condujo al establecimiento de una Junta de Gobierno, durante los años de 1948-1948, en manos de quienes se habían sublevado, atrasando por dos años la asunción en el Gobierno de Otilio Ulate Blanco, a quien le habían anulado la elección de 1948, lo que justificó el movimiento armado en defensa de esa elección, que se expresó en esa lucha armada.

La Junta de Gobierno declaró el 8 de mayo de 1948 la fundación de la llamada Segunda República, período histórico que llega hasta nuestros días.

Durante los períodos del Estado, 1824-1848, de la República, 1848-1948 y de la Segunda República, 1948-2022, el proceso electoral se fue perfeccionando y mejorando. De un voto exclusivo en pocas personas se llegó al voto directo, en 1913, al voto secreto, en 1924, y al voto universal en 1949. En 1890 surgieron los partidos políticos haciendo que desde entonces solamente a traves de partidos políticos se pueda aspirar a puestros de representación popular, de elección de gobiernos municipales, de diputados y de Presidente. Un mecanismo desarrollado en 1935 de establecer el 40% de votación para definir al ganador de la Presidencia de la República, contribuyó a darle gran estabilidad al sistema político electoral.

Restricciones electorales se establecieron en 1898 para partidos religiosos, impidiendo la participación de estos y prohibiendo aducir sentimientos religiosos en campañas electorales. Restricciones político-ideológicas se establecieron, en 1903, con motivo de unas huelgas, para la circulación de materiales anarquistas, socialistas y comunistas por el correo. Electoralmente esto se llevó al Gobierno de Cleto González Víquez, 1928-1932, que estableció que con el nombre de Partido Comunista no se podía participar en elecciones, obligando a este partido, que al fundarse en 1931, participara en los procesos electorales con el nombre de Bloque de Obreros y Campesinos, 1932-1942.

Este año, en el contexto de la II Guerra Mundial, cuando el gobierno de Rafael Angel Calderón Guardia, 1940-1944, declarada la guerra al eje nazi fascista en diciembre de 1941, se crearon condiciones para una alianza política extraordinaria, que culminó en 1943, cuando el Partido Comunista cambia de nombre a Vanguardia Popular, se alía al Gobierno y a la Iglesia Católica, impulsando una gran Reforma Social y un Código de Trabajo, junto a otras importantes reformas institucionales que había impulsado el Gobierno de Calderón Guardia. Esta alianza duró hasta 1948 cuando acabó el gobierno de Teodoro Picado Michalski, 1944-1948, a cuyo final se produjo la Guerra Civil.

Al terminar la segunda Guerra Mundial dió origen al período de la Guerra Fría. En este contexto la Junta de Gobierno puso fuera de la ley, al Partido Comunista de Costa Rica, por el Decreto Ley No. 105, de julio de 1948, y en la Constitución Política de 1949, con el segundo párrafo del Artículo 98, se prohibió la participación electoral de los partidos que por sus vinculaciones internacionales amenazaran la democracia, concepto que solo se aplicó al Partido Comunista o Vanguardia Popular, y partidos que se consideraban era su fachada electoral, hasta 1975.

Hasta 1948 la columna vertebral de los partidos políticos era el movimiento liberal clásico que venía desde el siglo XIX. Frente a ellos surgieron las primeras manifestaciones contestarias, partidos obreros, partidos reformistas, socialistas y el comunista. También surgieron las corrientes político-ideológicas social cristianas y socialdemócratas.

La prohibición de participación de los comunistas, y por ampliación, a las fuerzas políticas de izquierda se mantuvo hasta 1975.

Electoralmente, el dominio político nacional hasta 1948 estuvo en manos de las fuerzas político-liberales, en sus términos más generales. Desde 1953 hasta el 2014, 15 gobiernos, el control del gobierno, del Poder Ejecutivo, estuvo en manos de dos partidos políticos, Liberación Nacional, y la oposición política a éste en tres coaliciones, y por el Partido Unidad Social Cristiana, dando origen a lo que se ha llamado el bipartidismo nacional. Los últimos dos gobiernos, 2014-2022, los ha tenido el Partido Acción Ciudadana, con lo cual tres partidos son los que han ejercido el control del Poder Ejecutivo nacional. Así, Liberación Nacional ha gobernado nueve de los 17 gobiernos habidos desde 1953, la Unidad Social Cristiana seis y el partido Acción Ciudadana dos.

A nivel legislativo el bipartidismo nacional se manifestó en que hasta 1998, esos dos partidos, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, tenían por sí o juntos la mayoría legislativa. Desde ese año la Asamblea Legislativa no la controla ningún partido político en particular, constituyéndose de hecho una situación en la cual todos los partidos políticos allí representados son “minoritarios”, pero con capacidad de realizar alianzas parlamentarias, que contribuyen a la gobernabilidad nacional.

A nivel de participación electoral desde 1948 ha venido creciendo el número de partidos políticos, con candidatos presidenciales, desde dos partidos hasta 25 partidos como están participando en el actual proceso electoral, que se resuelve el próximo 6 de febrero. A nivel legislativo, aparte de los partidos nacionales también participan partidos regionales, específicos de las siete provincias que tiene el país. El algunas de esas provincias hay hasta 30 partidos políticos luchando por sus diputaciones, 57 en total en el país.

A nivel de participación ciudadana el país goza de un alto nivel de participación. Desde 1953 hasta el 2018 el abstencionismo electoral ronda el 23%, comprendiendo a los que votan en blanco o anulan su voto en urna, y de los que del todo se abstienen de ejercer su derecho al sufragio. Desde 1953 hasta 1998 el promedio de abstencionistas rondaba el 18% y desde 1998 hasta el 2018 era de un 31%.

Los procesos electorales a nivel presidencial se definen por quien saque el 40% de los votos válidamente emitidos. Cuando esto no ha sucedido, elecciones del 2002, 2014 y 2018 se pasa a una segunda ronda con los dos resultados más altos de la primera ronda. De esta manera, de hecho, en términos generales, el 70% de la población votante ejerce su derecho al sufragio, aunque en momentos cercanos al día de las votaciones pueda estar indefinida en torno a su decisión de por quién votar.

En esta misma historia electoral la alternabilidad de partidos políticos en el ejercicio de Gobierno ha sido la huella fundamental. En esto, todo el período desde 1953 hasta el 2018 conoce momentos en que un partido se reelige en el gobierno una vez, pero nunca se ha dado que se reelija dos veces consecutivas, que es el reto que tiene al actual partido Acción Ciudadana, gobernante en este momento. El reto se amplía a retornar a los partidos que han ejercido el gobierno, Liberación Nacional o la Unidad Social Cristiana, antes de elegir nuevas fuerzas políticas o de improvisar partidos sin experiencia en Gobierno o la Asamblea Legislativa, o que amenacen aspectos fundamentales de la convivencia y vida democrática y de Derechos Humanos de la sociedad costarricense.

Finalmente, el número de votantes es de 3.500.000, ligeramente un poco más de mujeres que de hombres. Poco más de la mitad de los votantes son mayores de 40 años. Los que por primera vez votan, mayores de 18 años, rondan los 250.000, y son los que históricamente muestran su mayor abstencionismo.

A nivel social la Población Económicamente Activa, que es también votante, al momento de iniciar la pandemia, giraba alrededor de 2.500.000 de personas. De ellas una tercera parte es de mujeres. De estas mujeres el 52%, 350.000, son cabeza de familias, principales ingresos de sus hogares aún cuando tienen esposo o compañero. En marzo del 2020 había 220.000 desempleados.

Con la pandemia la desocupación llegó a finales del 2020 a 600.000 y otros miles fueron afectados con reducción de jornadas de trabajo, y reducción de sus salario o ingresos. A finales del 2021 los desempleados alcanzaban la cifra de los 450.000 y las cabezas de familia se habían reducido a 250.000.

La situación social actual muestra que 1.500.000 de personas tiene ingresos de ¢120.000 (ciento veinte mil colones ó $200 dólares) mensuales, que son literalmente salarios o ingresos de extrema pobreza, que no garantizan una vida digna, decorosa, decente.

Las clases medias bajo los últimos dos gobiernos de Acción Ciudadana han salido altamente golpeadas, con sus diversas políticas económico-sociales, las han reducido en sus aspiraciones y las conducen hacia los niveles de pobreza nacional.

Frente a esta situación social los 25 partidos políticos, que están participando en las elecciones, no tienen un planteamiento público para sus electores, para ver cómo se recuperan, al menos, los índices del económico sociales del 2019.

Estos son parte de los retos que afrontan las nuevas autoridades gubernamentales que puedan ser electas el próximo domingo 6 de febrero. Este es el nudo fundamental del proceso electoral, sobre el que no se oyen mensajes positivos.

En tiempos de reacción y retroceso político y social (I)

COLUMNA LIBERTARIOS Y LIBERTICIDAS (20)
Tercera época

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

Los tiempos históricos en los que predominan las fuerzas de la reacción, y dan a lugar a un marcado estancamiento social, suelen ser más prolongados que las situaciones o coyunturas revolucionarias, en las que el tiempo para la acción y la irrupción de los más insospechados e innumerables actores sociales, resulta ser más propicio para quienes toman esa vía, dándose una aceleración e intensidad en el transcurrir del tiempo, tal y como lo perciben los colectivos sociales enfrentados a semejantes desafíos.

Para el caso de Costa Rica, al cabo de setenta años del pacto social con el que saldó el último conflicto bélico de nuestra historia republicana, nos encontramos con que una ofensiva de las fuerzas conservadoras y del capital financiero, en detrimento del sector productivo y de las clases trabajadoras en general, está a punto de acabar con los restos del estado social de derecho que sirvió de fundamento a la llamada Segunda República.

Una vez concluidos los enfrentamientos armados de marzo-abril de 1948, entre los “glostoras” (que dieron lugar después al “socialdemócrata” PLN) y los vanguardistas (los así llamados “comunistas”, conste que estoy empleando el término como un sustantivo), los que a pesar de sus marcadas diferencias y las duras e incluso encarnizadas persecuciones “anticomunistas” instigadas desde Washington, propias del primer período de la guerra fría, infligidas por los primeros hacia los segundos, a lo largo de las dos primeras décadas posteriores, lo cierto es que ambos representaban a sectores reformistas que aspiraban a ocupar el mismo espacio político, y a ser los actores decisivos de la transformación social que vino a superar al país del viejo olimpo liberal, ya agotado al llegar la década de los cuarenta. Tanto la gente del Centro de Estudios de los Problemas Nacionales (Rodrigo Facio, Carlos Monge y otros) como la de los militantes del emergente Bloque Obrero Campesino, después Vanguardia Popular (Carmen Lyra, Manuel Mora entre otros líderes sociales) fueron rupturistas en relación con el orden social y político imperante en la Costa Rica anterior a la Reforma Social, cosa que no puede afirmarse en todo el sentido de la expresión para el caso del “calderonismo” del doctor Rafael Ángel Calderón Guardia, a pesar de las dotes de estadista y el espíritu de avanzada social que lo caracterizaron, al darle un decisivo impulso inicial a la reforma social, a través de una alianza político electoral con los de Vanguardia Popular, la que se extinguió después del desenlace del conflicto armado.

Después de derrotar en el campo de batalla y sacar del juego político a sus adversarios “comunistas” y calderonistas, los “glostoras” llamaron a una Asamblea Constituyente, dando lugar a constitución reformista que sirvió de base al estado social de derecho, hoy a punto de ser aniquilado por la ultraderecha conservadora del nuevo siglo, la que a pesar de sus disfraces de presuntamente liberal, cristiana o progre profesa en su totalidad, y a pie juntillas todos los extremos y consecuencias del credo neoliberal.

En 1949 se produjo, al interior de la Asamblea Constituyente, una tácita alianza entre glostoras y vanguardistas, en la que los segundos intervinieron a través de los constitucionalistas electos por el Partido Constitucional Demócrata de Celso Gamboa, y los primeros bajo la denominación de Partido Social Demócrata (después de PLN), con su pequeño grupo parlamentario, encabezado por Rodrigo Facio Brenes. Estos sectores antagónicos pero afines, que a lo sumo representaban una cuarta parte de los constituyentes le imprimieron un tono reformista al nuevo texto constitucional, para lo que contaron con el apoyo de la gran mayoría de los constitucionalistas que estaban imbuidos de ese ethos renovador, tan propio de esa convulsa década que vino a cerrar el ciclo histórico del viejo liberalismo.

Lo paradojal vino después, en esos tiempos de reacción, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, cuando desde la Casa Blanca y la United Fruit Company se impulsó la destrucción de la primavera democrática de Guatemala (1944-1954), representada por los presidentes Juan José Arévalo, quien había apoyado con armas la revuelta de José Figueres en Costa Rica y Jacobo Árbenz, contando con el apoyo de la dictadura somocista en Nicaragua y la de Tiburcio Carías en Honduras. Eran los tiempos en que los EEUU buscaban reafirmar, una vez más, el control de su patio trasero: Por eso, su agenda para 1954, era la de acabar con la Argentina de Juan Domingo Perón, la Guatemala de Jacobo Árbenz y la Costa Rica de José Figueres Ferrer habiendo llamado con ese propósito, durante el mes de mayo de 1954, a la X conferencia interamericana, convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA), en la ciudad de Caracas, Venezuela. Argentina y Costa Rica se negaron a asistir, mientras la Guatemala de Árbenz intentó heroicamente enfrentarse a los designios imperiales, a pesar del aislamiento a que fue sometida, a partir de esa conferencia y hasta su derrocamiento en julio de ese mismo año.

Mientras tanto, una vez concluida la guerra civil en Costa Rica, Calderón Guardia se refugió en la Nicaragua somocista, la que le dio apoyo en su primer intento armado de recuperar el poder, en diciembre de 1948, y posteriormente bajo el paraguas republicano de la administración estadounidense Eisenhower-Nixon intentó de nuevo, en enero de 1955, tomar el poder por la vía armada para acabar, tanto con los “comunistas” de Vanguardia Popular como con los de José Figueres Ferrer y su Partido Liberación Nacional, los dos sectores reformistas que habían luchado entre sí con las armas en la mano en 1948, pero habían terminado, no de manera conjunta ni deliberada, por darle un rumbo reformista, y rooseveltiano-keynesiano un tanto tecnocrático a las políticas económicas y sociales de estado, razón por la que Figueres Ferrer, que le había dado solución de continuidad a las reformas sociales de la década del cuarenta, era considerado como “comunista” ante los ojos de la ultraderecha conservadora de la región y por los gobernantes “republicanos” de la Casa Blanca.

Como puede apreciarse, a pesar de la relativa estabilización política y social con la que transcurrieron las primeras décadas del creciente estado de bienestar, unido al crecimiento económico planetario sostenido de los llamados treinta gloriosos(1945-1975), a partir de la conformación de un estado social de derecho, como un evento insólito en el istmo centroamericano, este estuvo siempre amenazado desde los poderes fácticos que se valieron de los grandes medios como el diario La Nación, los noticieros radiofónicos y la naciente televisión.

Por su parte, las fuerzas conservadoras retomaron la iniciativa, durante la segunda mitad de la década de los sesenta, con el triunfo electoral del conservador José Joaquín Trejos, a quien una coalición de sectores de derecha y del “calderonismo”, como un sector político que abandonó sus ya debilitados arrebatos reformistas que venían de la década de los cuarenta, una vez transcurrido un breve paréntesis, después del regreso del exilio de sus líderes, durante el año de 1958 y de su reincorporación a la vida política electoral, para diluirse dentro de un espectro de fuerzas cada vez más inclinadas hacia la regresión social, esa que hoy conocemos como neoliberalismo. Fue entonces cuando el Partido Liberación Nacional se sintió amenazado por estas fuerzas de la derecha conservadora, motivo por el que su interior surgió el Movimiento Democrático para una Revolución Social que, en el transcurso de 1968, lanzó su Documento o Carta de Patio de Agua, con la firma de numerosos líderes y militantes de aquella socialdemocracia reformista que buscaba así darle una solución de continuidad al proceso que había iniciado dos décadas atrás.

La República Federal, ¿qué? ¿Acaso no cuenta?

Vladimir de la Cruz

A propósito de algunas preguntas que me han hecho. La historia de Costa Rica, en términos generales, la podemos dividir en etapas. Así por ejemplo, la Historia Antigua, o antes de la llegada de los españoles, que también podemos denominar precolombina, la Historia de la Conquista y de la Colonia, que es el gran período de presencia de los españoles, dominando el territorio nacional y sometiendo a las culturas indígenas, la Historia de la Independencia, que es un capítulo especial, que se ha abierto de modo particular y con profundidad, sin que se agote, con motivo de la celebración del Bicentenario de la Declaración de Independencia de España, hecha en 1821 para el caso de Centroamérica y Costa Rica.

Este es un período coyuntural, que se puede retrotraer a 1808, o un poco más atrás, hasta 1821, y prolongar un poco más, según se vea, hasta la constitución de la República Federal de Centroamérica. Aun así, podrían considerarse otras fechas según se tomen en cuenta, por parte de los investigadores o historiadores, para precisar situaciones respecto al momento que se quiera definir como el de inicio de la Independencia.

Por proclamada la Independencia se abre el Gran Período de la vida independiente, que a su vez puede dividirse en subperíodos.

En el caso costarricense fue muy frecuente ver el siglo XIX y el siglo XX casi de modo separados, como dos grandes unidades, o de un modo continuo, según abordaran los historiadores o narradores históricos el hilo histórico que se iba tejiendo, o por la forma cómo fue desenvolviéndose la estructuración del Estado y la institucionalidad administrativa. Capítulos especiales y destacados han ocupado, la Anexión del Partido de Nicoya, y hoy más lo tiene todo lo relacionado con la Campaña Nacional contra los filibusteros norteamericanos en Costa Rica y en Centroamérica, por los estudios que se ha venido estimulando y por la Asociaciones Académicas y sociales surgidas a su alrededor.

Aún así, se distinguían dos períodos importantes, el de los Jefes de Estado y el de los Presidentes, habida cuenta que no se distinguía en ese análisis el período del Estado y el período de la República, con sus especificidades. Esto correspondió más a un enfoque que hacía descansar el desenvolvimiento histórico desde la perspectiva de las Administraciones de Gobiernos, lo que puede seguir siendo válido, para algunos, desde un enfoque eminentemente político institucional.

Los estudios históricos que se han desarrollado, especialmente, desde 1970 producen otros enfoques y abordajes de la Historia Nacional, historias agrarias, historias de los movimientos y luchas sociales, historia constitucional, historias de la vida cotidiana, historias religiosas, historias de la cultura en general, de la numismática, historia de la economía nacional, en sus diversas facetas, historias del sufragio, de partidos políticos, de las luchas femeninas, historias de los grupos sociales nacionales, negros e indígenas, y otras nacionalidades o sus presencias migratorias, de los grupos juveniles y sus luchas, de los campesinos, de instituciones públicas y privadas, estudios de carácter biográfico, de corporaciones, gremios y sindicatos, historia de la literatura nacional etc. El abanico aquí es amplio y puede ensancharse cada vez más como se irá haciendo. Los estudios históricos abordan grandes y cortos períodos de análisis, generalidades y particularidades.

En el campo político institucional tenemos para la cotidianidad actual que vivimos el período de la Segunda República, así declarada el 8 de mayo de 1948, cuando se instaló, como Gobierno de Facto, el grupo militar victorioso en la Guerra Civil, de marzo y abril de ese año, impidiendo el acceso inmediato al Gobierno a Otilio Ulate Blanco, presidente electo en las elecciones de 1948, que las anularon y dieron por resultado el levantamiento, que en su nombre se hiciera y en la defensa de ese resultado electoral.

La declaratoria de la Segunda República estaba en función de dos eventos, uno histórico y otro de la situación inmediata.

Desde la perspectiva histórica por cuanto el 31 de agosto de 1948 se celebraría el centenario de la Declaración de la República, por el último Jefe de Estado y Presidente, Dr. José María Castro Madriz, cuando en 1848, en esa fecha así lo hizo. Y por los sucesos de la inmediatez política, por cuanto José Figueres Ferrer y su grupo, entre los que se contaba la gente del Centro de Estudios Para los Problemas Nacionales, consideraba que los gobiernos de Rafael Ángel Calderón Guardia y de Teodoro Picado, habían traicionado el espíritu y los principios que se habían forjado en la República, que se vivía desde 1848, forjada al calor de los grandes liberales, o del movimiento liberal que había sido dominante, desde 1870 prácticamente hasta 1940, aun cuando desde la Primera Guerra Mundial empezaba a cuestionarse este modelo político y surgían otras fuerzas políticas, reformistas, socialistas, comunistas, y las mismas socialcristianas y socialdemócratas de inicios de la década de 1940.

Así tenemos, entonces, el período de la República, a partir de 1848 hasta 1948, y el de la Segunda República, desde 1948 hasta nuestros días. Pero, ¿se podría considerar a la República proclamada por José María Castro Madriz como la Primer República? En los textos históricos no se le da ese nombre, ni se adjetiva como Primera República, lo que podría ser irrelevante si se quiere.

Sin embargo, si nos devolvemos a los días de la Independencia, desde 1821 hasta 1823, que quedamos “sueltos” de la Capitanía General de Guatemala, que se había desintegrado con la proclamación de Independencia de Guatemala el 15 de setiembre de 1821, y que al calor de esa Proclama se convocó, a un Congreso, a los pueblos que antes de 1821 estaban unidos para considerar de manera unitaria qué hacer, en el caso costarricense integramos Juntas de Legados y Juntas Superiores Gubernativas, que por sí mismas no declararon la constitución de una “República”, hasta que aceptamos integrarnos, bajo la forma de Provincia y de Estado, a las Provincias Unidas del Centro de América y luego a la República Federal de Centroamérica, desde 1824, formalmente hasta 1848, aunque en la práctica esta República Federal desde finales de la década de 1830 venía desapareciendo o debilitándose notablemente. Ni con el esfuerzo de Francisco Morazán, desde Costa Rica en 1842, adquirió vida.

Dentro de esta República Federal nos integramos como un Estado independiente, con Constitución Política propia, que tuvimos varias en ese período, con gobierno local propio, nombrado internamente, con institucionalidad estatal propia, como al igual lo hacían los otros Estados centroamericanos que habían sido parte del andamiaje colonial español en Centroamérica.

A partir de aquí tenemos, entonces, la historia del Estado de Costa Rica, desde 1824 hasta 1848, aspecto que no se le da gran relevancia dentro de los estudios históricos desde esta categoría. Pero, tampoco se le da la relevancia correspondiente, al período de la República Federal, que aunque se menciona como parte de nuestra Historia, no se le estudia como se debe, ni se estudian sus Presidentes y estructuras políticas, ni la Historia centroamericana de esos años con sus crisis y contradicciones, como la nuestra. Sus Presidentes ni siquiera se consideran autoridades superiores de Costa Rica. Pocos estudios precisos hay sobre esta situación.

Si consideráramos la República Federal de Centroamérica como parte institucional de la Historia de Costa Rica, ¿esta sería la Primer República de nuestro desarrollo institucional? ¿La Segunda República sería la proclamada por Castro Madriz? Y, consecuentemente con esto, la proclamada por la Junta de Gobierno en 1948, ¿sería la Tercera?

Dentro de la República Federal existimos como Estado, no bajo la forma de una República. La condición de Estado nos daba una independencia interior, pero no para asuntos exteriores. El carácter Federal hacía que las funciones propias de la representación formal, internacional y diplomática de la región, incluidos todos los Estados que constituían la República Federal, la tuviera la República Federal, y no cada Estado que formaba parte de ella, como sucede hoy con las Repúblicas federales existentes como son la República Federal de los Estados Unidos de América, la República Federal de México o la República Federal de Brasil, donde los Estados que forman parte de esas Repúblicas federales por sí no existen. Son los Gobiernos federales de esos países los que representan a todos sus Estados.

Hasta 1850 internacionalmente las referencias a Centroamérica se referían a la República Federal, no a cada uno de sus países miembros. Por eso, también, es que a partir de ese final del Gobierno de José María Castro Madriz y del inicio de los Gobiernos de Juan Rafael Mora Porras, es cuando empezamos a tener reconocimientos diplomáticos propios y a ser valorados como país Independiente plenamente.

La Independencia de los países centroamericanos hasta la desintegración de la República Federal la tuvo en su representación formal internacional la República Federal de Centroamérica.

A los efectos institucionales y actuales vivimos la Segunda República, en Costa Rica, pero no deja de ser un tema más para la discusión y reflexión sobre el Bicentenario de la Independencia.