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Etiqueta: sindemia

¿Quién ha fracasado?

Seidy Salas y Juan C. Cruz, comunicador@s

“La democracia está muriendo”. “No funciona más”. “Es un modelo que no ha logrado cumplir las promesas de bienestar que le hizo a la ciudadanía”. Estas son frases que se repiten en cientos de análisis y que cobran aún más sentido ante el auge de regímenes autoritarios que llegan al poder utilizando procedimientos democráticos. Pero ¿estamos ante un fracaso de la democracia o la responsabilidad es del sistema socioeconómico que la sustenta?

Para responder a esta pregunta, es importante considerar varios aspectos. La democracia occidental, es el resultado de una larga y cruenta lucha de la burguesía juntos con otros sectores sociales, contra el absolutismo y que tuvo un momento culminante con la Revolución Francesa. Desde entonces, los avances y los retrocesos democráticos han sido el resultado de distintas correlaciones de fuerza, en diferentes contextos espaciotemporales, asimismo, las nociones de “libertad”, “igualdad” y “justicia” derivadas de dicha revolución, no han sido productos acabados, sino conquistas por mantener y profundizar.

Lo mismo sucede con los pilares que sustentan la edificación democrática: el equilibrio entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, para que ninguno prive sobre otro; el reconocimiento de los derechos individuales y colectivos de la ciudadanía y la posibilidad de que cualquier grupo de ciudadanos, reunido en un partido político, pueda aspirar a gobernar el Estado y que esta potestad de gobernar se someta a la voluntad popular, que podrá decidir periódicamente cuál grupo gobierna.

Mientras existió el campo socialista, los Estados del «mundo libre» se presentaron como los modelos de democracia frente a lo que calificaron como gobiernos totalitarios antidemocráticos. Estableciendo Estados de derecho y optando por modelos de bienestar social, buscaron garantizar el ejercicio de los derechos básicos a la mayoría de sus habitantes, mostrando el bienestar logrado como fruto de la democracia. Todo esto sobre un modelo económico que permitía lucrar y acumular riquezas, pero con mecanismos de redistribución más o menos eficientes.

En América Latina, en la segunda mitad del siglo XX, la mayoría de las democracias formales no lo eran en la práctica y las desigualdades socioeconómicas generaron tensiones que explotaron en graves conflictos armados, dictaduras y represión, especialmente en el cono sur y en Centroamérica. En los países tomados por la violencia, la democracia ni siquiera llegaba a hacer promesas.

Con la caída del socialismo, las potencias capitalistas iniciaron el proceso de desmantelar el marco jurídico del estado social de derecho, incluyendo compromisos con la salud y la educación públicas, así como con los derechos laborales conquistados a inicios del siglo XX. Se mantuvieron las libertades individuales, pero se erosionaron profundamente los derechos colectivos.

Esta nueva etapa del capitalismo mundial, caracterizada por «más mercado y menos estado», implicó la privatización de servicios públicos y medidas restrictivas de inversión social, profundizando las brechas sociales y la pobreza.

Para los países de América Latina que habían sufrido las dictaduras y los conflictos armados, el “retorno a la democracia” coincidió con la implantación de las medidas neoliberales[1], (con la excepción de Chile, donde el neoliberalismo floreció sobre la dictadura) y la construcción de la institucionalidad democrática tuvo que hacerse en el marco de los discursos de reducción del Estado. ¿Qué podría prometer la democracia en términos de bienestar e igualdad en ese marco de capitalismo salvaje?

No se puede dejar por fuera el fenómeno de la corrupción que crece y se multiplica entre las élites políticas en contubernio con sectores tanto empresariales como del crimen organizado, que minan desde dentro de los estados, la confianza ciudadana en la institucionalidad pública y en la política.

Ya entrado el Siglo XXI, la sindemia[2] generada por la pandemia del COVID 19, evidenció las profundas desigualdades sociales y desnudó las deudas de los estados con las personas más desfavorecidas, deudas forjadas desde la década de los 80 por el capitalismo neoliberal. La forma tan clara en cual las sociedades se dividieron entre las personas que tenían su supervivencia asegurada en medio del encierro y quienes sintieron que lo perdían todo, propició el resentimiento de estas personas hacia quienes conservaron sus empleos e ingresos. Esto llevó a importantes sectores de la población a reaccionar contra un sistema “que les abandonó” y a apoyar a figuras mesiánicas que prometen venganza contra las élites y libertad frente a los gobiernos.

Profundizando en los principales impactos socioeconómicos y políticos de la pandemia del COVID-19:

Socioeconómicos

  1. Desempleo: La pandemia provocó un aumento significativo del desempleo a escala mundial, con millones de personas perdiendo sus trabajos debido a la interrupción de actividades económicas. Las personas que generaban ingresos en el sector informal se vieron también entre la población más vulnerable.
  2. Recesión Económica: Muchas economías entraron en recesión en 2020, con una caída drástica en la producción económica y el cierre de numerosas empresas.
  3. Desigualdad: La pandemia amplificó las desigualdades existentes, afectando de manera desproporcionada a las personas y comunidades más vulnerables.
  4. Industria del Turismo y Servicios: Sectores como el turismo, la aviación y los servicios se vieron gravemente afectados, con pérdidas económicas significativas.
  5. Educación: El cierre masivo de escuelas y la transición a la educación en línea en sistemas que no estaban preparados para ello, generaron desigualdades en el aprendizaje y afectaron el desarrollo educativo de millones de estudiantes.

Políticos

  1. Gobernanza y Respuesta: Las respuestas gubernamentales variaron significativamente, con medidas de confinamiento de diversos grados y restricciones que generaron controversia y protestas. En muchos casos, las restricciones sanitarias sirvieron de laboratorio para el autoritarismo.
  2. Políticas de Estímulo: Muchos países implementaron programas de estímulo económico para mitigar los efectos de la crisis, aunque por lo general fueron insuficientes.
  3. Desconfianza en las Instituciones: La pandemia aumentó la desconfianza en las instituciones gubernamentales y sanitarias, en parte debido a la propagación de desinformación y teorías de conspiración.
  4. Políticas de Salud Pública: Hubo un enfoque renovado en las políticas de salud pública y la importancia de la preparación para futuras pandemias. Pero también se evidenció la falta de soberanía de los sistemas nacionales y la dependencia de la industria farmacéutica globalizada.

Culturales

  1. Como ya se mencionó, la pandemia hizo evidente la convivencia de personas privilegiadas y desprotegidas, fomentando la fragmentación social. En muchos casos, las personas que estaban seguras en sus casas, con sus despensas llenas, recriminaban fuertemente contra quienes rompían el encierro para buscar ingresos.
  2. El sentido de libertad: La imposición del encierro con la consiguiente limitación a la libertar de tránsito y reunión se vivió en muchos sectores, especialmente entre las juventudes, como un abuso del Estado. Las personas de jóvenes de los sectores privilegiados, pero también en las clases populares, burlaron este sistema organizando fiestas clandestinas y rechazado las restricciones.
  3. El auge de las teorías de conspiración y el sentimiento anti-ciencia: Sobre bases reales que exponían el sentido de lucro de la gran industria farmacéutica, se crearon fuertes teorías antivacunas que impulsaron corrientes totalmente anti-ciencia. A la vez, la noción de que existen élites globales súper poderosas que buscan controlar las mentes y voluntades de las mayorías, se expandieron. La facilidad con que la información falsa y la desinformación se mueven en las redes sociales, ampliamente accesibles para todas las personas, contribuyó a este fenómeno.
  4. El gran agotamiento: En la post pandemia, se generó un estado emocional -y físico- caracterizado por un enorme cansancio que se expresa en todas las esferas de la vida social. Hay una disminución del activismo presencial, un rechazo generalizado a la información que genere preocupaciones, y un aumento en la búsqueda de “información” de fácil consumo que genere gratificaciones inmediatas.

Estas consecuencias profundas y variadas en diferentes aspectos de la vida global, aunadas al deterioro generalizado de las condiciones de vida de grandes sectores de la población, ayudan a responder la pregunta que da origen a esta reflexión.

La pandemia de COVID-19 ha tenido efectos profundos en la economía y la sociedad. Ha amplificado las desigualdades existentes, aumentado el desempleo y generado una crisis económica global. Las medidas de confinamiento y distanciamiento social han afectado a diferentes grupos de manera desigual, exacerbando las tensiones sociales y económicas. Por su parte, el neoliberalismo, con su énfasis en la desregulación, la privatización y la reducción del gasto público, ha contribuido a aumentar la desigualdad económica y social. Las políticas neoliberales han debilitado las redes de seguridad social y han dejado a muchas personas más vulnerables a las crisis económicas. En este contexto, las propuestas formales de la democracia no tienen mucho que ofrecer y los mecanismos que ofrece se muestran obsoletos o insuficientes.

Quienes sí parecen estar ofreciendo respuestas a esta crisis, o al menos narrativas que son bien recibidas, son los movimientos de extrema derecha. La ultraderecha viene ganando terreno en varios países, aprovechando el descontento social y económico generado por la pandemia y las políticas neoliberales. Estos movimientos suelen prometer soluciones rápidas y simples a problemas complejos, lo que les atrae a muchos votantes desilusionados.

La pandemia de COVID-19 y las políticas neoliberales han creado un contexto de inestabilidad y descontento, que ha sido aprovechado por los movimientos de ultraderecha para ganar apoyo. La combinación de crisis económica, aumento de la desigualdad y la percepción de que las instituciones tradicionales no están respondiendo adecuadamente ha llevado a muchos a buscar alternativas más radicales.

Entonces, el retroceso en los procesos de democratización expresado en la desconfianza o desprecio hacia el Estado y capitalizado por la ultraderecha en auge, el influyente tecno-feudalismo y la poderosa narco burguesía, más que una falla democrática, obedece a la naturaleza del sistema económico capitalista, al que nunca le interesó el bienestar de las mayorías. Ha sido sobre esa base en la que surgieron y se desarrollaron las democracias. Si seguimos culpando a la democracia por su fracaso, estaremos dejando impune al capitalismo, que seguirá rampante su curso hacia el control total de las sociedades. Sin justicia social y económica, no hay democratización que perdure.

Imágenes: 1- https://www.anred.org, 2- OXFAM

[1] El neoliberalismo surgió en la década de los 80, impulsado por los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, liderados por Ronald Reagan y Margaret Thatcher, promoviendo la reducción del papel del estado en la economía, la desregulación de los mercados y la privatización de empresas públicas. Estas políticas se basaban en la creencia de que los mercados libres y competitivos eran la mejor manera de generar crecimiento económico y prosperidad. Sin embargo, llevaron a un aumento de la desigualdad y la pobreza, ya que los beneficios del crecimiento económico no se distribuyeron equitativamente.

En América Latina, el neoliberalismo se implementó a través de programas de ajuste estructural promovidos por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que exigían a los países reducir el gasto público, privatizar empresas estatales y abrir sus economías al comercio internacional. Estas medidas provocaron mayores niveles de pobreza y desigualdad.

El neoliberalismo promovió políticas de austeridad, que implicaban recortes en el gasto social y la reducción de los servicios públicos. Esto llevó a un debilitamiento de las redes de seguridad social y a un aumento de la precariedad laboral. La globalización y la liberalización del comercio favorecieron la expansión del neoliberalismo, permitiendo a las empresas multinacionales operar en múltiples países y aprovechar las diferencias en costos laborales y regulaciones ambientales.

[2] Sindemia es un término acuñado por primera vez en la década de 1990 por el antropólogo estadounidense Merrill Singer y proviene de la unión de los conceptos de sinergia y pandemia. Se considera sindemia cuando dos o más enfermedades interactúan de forma tal que causan un daño mayor que la mera suma de estas dos enfermedades.

Estudio UNED: País debe enfocar sus medidas sanitarias en la población más vulnerable

Un estudio de la UNED llama la atención sobre la urgencia de enfocar las medidas de prevención contra el COVID-19 en la población más vulnerable (Foto: Katya Alvarado).

Por Julián Blanco

Andrey Badilla, en su investigación sobre intervenciones no farmacológicas, relacionó las medidas tomadas a nivel mundial para prevenir la enfermedad con lo dispuesto en Costa Rica, además de exponer otras problemáticas referentes a la pandemia.

Ante la pandemia del COVID-19 se han tomado multitud de medidas que han cambiado el día a día de la población y, en ese sentido, las intervenciones no farmacológicas (NPI, por sus siglas en inglés) son tan importantes como las propias medidas de vacunación o atención médica. Por ello, el Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) decidió enfocarse en el análisis de las NPIs tanto a nivel mundial como en Costa Rica.

Andrey Badilla, máster en estudios latinoamericanos con énfasis en cultura y licenciado en ciencias políticas, fue el encargado de la investigación Sindemia: revisión social de las intervenciones no farmacológicas usadas en la contención de la crisis del COVID-19, que tiene como objetivo reflexionar sobre las NPIs que se han aplicado en el país.

Las intervenciones no farmacológicas aluden a toda medida, aparte de las de vacunación o medicina, que toman las personas y las comunidades para prevenir el contagio de una enfermedad o para preparar a la población al respecto. En situaciones donde un virus es nuevo, como ahora con el COVID-19, las NPIs se vuelven imprescindibles para mantener controlada la enfermedad y dar tiempo a producir los tratamientos médicos necesarios.

La investigación tardó alrededor de medio año, durante el cual Badilla analizó múltiples bases de datos a nivel mundial para verificar la efectividad de distintas NPIs, las cuales relacionó después con lo dispuesto en Costa Rica por las autoridades de salud.

El análisis encontró que, en el caso del COVID-19, las medidas más efectivas son las dirigidas a reducir las congregaciones y que, entre menor sea el límite de personas, mayor es la efectividad. Sin embargo, no se puede obviar que esas intervenciones están acompañadas por una serie de costos sociales y económicos de vital importancia, por lo que detrás de esas medidas se encuentran agendas políticas que aspiran a contener las consecuencias negativas de las NPIs.

En el caso de Costa Rica, Badilla dividió las NPIs en varias secciones según el problema y la población a la que afectan, de las que destacó las siguientes: asistencia financiera y alimentaria para personas del quintil uno, y medidas económicas que protejan a las personas trabajadoras y a las Pymes.

Sobre lo primero, Badilla mencionó: “Sobre las medidas de asistencia, para que estas cumplan con su efecto compensatorio no solo debe dirigirse hacia las personas en mayor condición de vulnerabilidad, sino en acompañar a la población todo el periodo de la crisis. Las medidas de corto plazo no solo no alivian la situación del quintil uno, sino que las revictimiza debido a la presión para generar ingresos y satisfacer necesidades básicas”.

En cuanto a proteger trabajadores y Pymes, las principales cuestiones están en el apartado digital y financiero. Si el país elige NPIs que restringen congregaciones y movilidad, es fundamental que haya una política nacional de teletrabajo apropiada, así como plataformas digitales de compra y venta o mayor ciberseguridad, sin olvidar que las Pymes generan un porcentaje significativo de empleos para la recuperación económica.

Otros resultados

Aparte de la situación nacional, el análisis mostró una serie de problemáticas globales que propician pandemias como la actual. Por una parte, los efectos del cambio climático y la pérdida de hábitats naturales estimulan los casos de zoonosis -enfermedades de especies específicas que se transmiten a otras especies-, mientras las desigualdades médicas y sociales a nivel mundial estimulan una ‘sociedad del riesgo’ donde constantemente hay que resolver daños causados por la misma sociedad.

“El sistema clínico costarricense, cada vez más, tiene que estar gestionando los riesgos que produce por sí mismo. Un ejemplo de eso son las pandemias, porque son un problema que se manifiesta en todo, y el tiempo que debemos invertir en esto es cada vez más frecuente. Es como un círculo vicioso donde se necesitan medidas de seguridad política para poder combatirlo”, comentó Badilla.

Finalmente, otro punto a considerar es que el sector público domina el financiamiento de las vacunas a pesar de que las farmacéuticas son empresas privadas. Lo anterior repercute en que los Estados con mayor capital económico acaparen la gran mayoría de las vacunas en tanto que los países en condiciones de pobreza se ven apartados.

“Si no se cuenta con un acceso equitativo al mercado de las vacunas, lo que tenemos son focos de transmisión de la enfermedad en ciertas partes del mundo. Bajo las condiciones actuales de turismo o comercio, difícilmente los países más desarrollados, a pesar de tener las vacunas, podrán evitar el resurgimiento de brotes. Entonces, a la larga, podría significar un problema de reinfección”, concluyó Badilla.

 

Publicado en el Semanario Universidad, compartido con SURCOS por Luis Paulino Vargas Solís.

Un llamado de unidad nacional y de compromiso político para servir a los más empobrecidos y vulnerables

SURCOS comparte la siguiente información:

El pasado 23 de septiembre de 2021 el Arzobispo de San José, Mons. José Rafael Quirós Quirós, emitió una carta y un comunicado de prensa dirigido a los candidatos a la presidencia de la república, a propósito del inicio de la campaña electoral nacional que tiene como objetivo hacer un llamado de unidad nacional y de compromiso político para servir a los más empobrecidos y vulnerables.

Adjuntamos la carta mencionada anteriormente:

Estimados Señores y Señoras Candidatos a la Presidencia de la República:

Permítanme saludarles y darles la más cordial bienvenida, a este recinto sencillo pero donde les acogemos con mucha alegría, al saber de su disponibilidad en querer servir a la Patria. Reciban mi sincera felicitación por este noble deseo, que sin duda viene a fortalecer nuestro caminar en democracia. 

Los costarricenses, mediante la voluntad del sufragio, a alguno de ustedes honrarán con la investidura de presidente de la República en las próximas elecciones del 2022. Esa ciudadanía, en ejercicio de la democracia representativa, colocará la banda presidencial en su pecho, para que guíe a Costa Rica, en el contexto de una pandemia, una crisis sanitaria que ha enlutado y traído mucho dolor a familias de compatriotas.

Algunos prefieren hablar de una sindemia, que integra lo anterior y la crisis económica, el empobrecimiento de muchos costarricenses, el desempleo, la informalidad laboral, la crisis educativa, la ausencia de una reactivación económica, la más equitativa distribución de la riqueza, la violencia, la corrupción, el fraccionamiento social y otros asuntos de agenda nacional que ameritan la unión de todos los costarricenses en torno a su nuevo mandatario.  

Estamos conscientes de que no podemos esperar a un ser humano que resuelva con su equipo de trabajo, todos los problemas nacionales mencionados y otros muchos. De ahí la necesidad de incentivar la “cultura del diálogo como camino” .

En el marco de una democracia participativa, abogamos por la unión de todos los costarricenses de buena voluntad y de todos los sectores sociales, productivos, académicos, científicos, culturales y otros, que quieran sacar la tarea que urge a la Patria. Y esa tarea necesariamente pasa por la atención de los más empobrecidos y vulnerables. El mismo Santo Padre ha dicho, “una política que se desentiende de los pobres nunca podrá promover el bien común” .

 Costa Rica somos todos, integramos una sola familia. Tenemos la oportunidad de demostrar lo que recitamos en uno de los fines de la educación costarricense:  “ciudadanos amantes de su Patria, conscientes de sus deberes, de sus derechos y de sus libertades fundamentales, con profundo sentido de responsabilidad y de respeto a la dignidad humana”.

En concordancia con lo anterior, el Papa Francisco encuentra que “la política tiene que ser la expresión más alta de la caridad” y llama a ejercer una “política no sólo para el pueblo, sino con el pueblo” . La vocación del político entonces será servir al  bien común, provocando el protagonismo del ciudadano.  “Ser ciudadano fiel es una virtud y la participación en la vida política es una obligación moral”. (Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 220)

Dentro de pocos días iniciaremos la campaña electoral y escucharemos sus voces llamando a asistir a las urnas para honrarlos con el voto, y decidir así sobre el futuro inmediato de nuestro país. Que esas voces también se levanten en los debates para enunciar las soluciones a los graves problemas nacionales. Que escuchemos no solo la enumeración de problemas, sino que lleguen a nuestros oídos respuestas y cómo se atenderán los desafíos que la historia presente les señala.

Estoy convencido de que a todos ustedes los mueve el deseo del bien de Costa Rica. Cada uno pensará diferente, lo que es una riqueza, lo que se espera es la disponibilidad a complementarse. ¡Cuánto bien hará al país, una mente abierta en el futuro gobierno donde converjan las propias y  las mejores ideas y propuestas de los otros participantes en la contienda electoral, en esa búsqueda del bien común! 

Al respecto, me atrevo a interpretar lo que espera nuestro pueblo, donde muchos muestran apatía hacia la política y sus líderes, de ustedes esperan una campaña de altura donde domine el debate de ideas y propuestas, y se deje de lado todo ataque personal.

Considero que no están solos ante los retos de la Patria, hay costarricenses dispuestos a servir con el único interés de dejar una Costa Rica mejor para las generaciones venideras. Se tiene que ver en la actual coyuntura, una gran oportunidad para salir juntos de las dificultades, y así fortalecidos como hermanos que somos, miremos hacia el futuro con mucho compromiso y esperanza. Hay necesidad de “políticas sociales y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible” .

Está en juego la democracia, la paz social, el fortalecimiento de nuestras instituciones de seguridad social, la alegría en los rostros de nuestros niños, la esperanza en las mentes de nuestros jóvenes y la paz en el corazón de nuestros adultos mayores. También la credibilidad en nuestro futuro gobernante, en sus inmediatos colaboradores y en los próximos legisladores. 

Finalmente, algunos de ustedes han tenido la oportunidad de conocer un tanto de cerca en las últimas semanas, la Mesa Patriótica por la Vacunación “Unidos por la vida”. En ella considero, pueden apreciar una expresión ciudadana  responsable y patriótica, que integra sectores agrícolas, sindicales, empresariales, cooperativos, solidaristas, colegios profesionales, universidades públicas y privadas, gobiernos locales, movimiento comunal y otros, que se integró para una iniciativa humanitaria en atención de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, donde también participa el arzobispado. En la misma se ha dado un efectivo ensayo de diálogo, conocimiento y cercanía, entre los distintos sectores. De parte de todos hay muy buena voluntad en contribuir de manera positiva por el bien del país.

Está en juego el presente inmediato de Costa Rica. Por eso, permítanme acompañarlos con mi oración en este camino patriótico.

Invoco al único Padre que se ocupa de todos y cada uno en nuestras necesidades de alimento, paz, reconciliación y salvación. Pido la intercesión de nuestra Patrona Nacional, la Reina de los Ángeles, para que vivan siempre el trabajo y la paz.

El comunicado de prensa oficial plantea los siguientes aspectos:

  • La vocación del político será servir al bien común, provocando el protagonismo del ciudadano.  
  • De ustedes se espera una campaña de altura donde domine el debate de ideas y propuestas.

El Arzobispo Metropolitano de San José, Mons. José Rafael Quirós, previo al inicio de la campaña electoral; dirigió a los candidatos a la presidencia de la República un llamado de unidad nacional y de compromiso político para servir a los más empobrecidos y vulnerables.

El encuentro se realizó este jueves 23 de setiembre en el Templo Votivo al Sagrado Corazón de Jesús, con la asistencia de Sergio Mena Díaz, Federico Malavassi Calvo, Lineth Saborío Chaverri, Fabricio Alvarado Muñoz, Rolando Araya Monge, José María Figueres Olsen, Eduardo Cruickshank Smith, Oscar Campos Chavarría, Maricela Morales Mora, Rodolfo Piza Rocafort, Wálter Muñoz Céspedes, Eli Feinzaig Mintz, Rodrigo Chaves Robles y Giovanni Rodríguez en sustitución de Rodolfo Hernández.

 “Los costarricenses, mediante la voluntad del sufragio, a alguno de ustedes honrará con la investidura de presidente de la República en las próximas elecciones del 2022. Esa ciudadanía, en ejercicio de la democracia representativa, colocará la banda presidencial en su pecho, para que guíe a Costa Rica, en el contexto de una pandemia, una crisis sanitaria que ha enlutado y traído mucho dolor a familias de compatriotas”, dijo el arzobispo.

Algunos prefieren hablar de una sindemia, que integra lo anterior y la crisis económica, el empobrecimiento de muchos costarricenses, el desempleo, la informalidad laboral, la crisis educativa, la ausencia de una reactivación económica, la más equitativa distribución de la riqueza, la violencia, la corrupción, el fraccionamiento social y otros asuntos de agenda nacional que ameritan la unión de todos los costarricenses en torno a su nuevo mandatario.  

“Estamos conscientes de que no podemos esperar a un ser humano que resuelva con su equipo de trabajo, todos los problemas nacionales mencionados y otros muchos. De ahí la necesidad de incentivar la cultura del diálogo como camino”, comentó.

En el marco de una democracia participativa, Mons. Quirós invitó a la unión de todos los costarricenses de buena voluntad y de todos los sectores sociales, productivos, académicos, científicos, culturales y otros, que quieran sacar la tarea que urge a la Patria. “Y esa tarea necesariamente pasa por la atención de los más empobrecidos y vulnerables. El mismo Santo Padre ha dicho, “una política que se desentiende de los pobres nunca podrá promover el bien común” .

Costa Rica somos todos, integramos una sola familia. Tenemos la oportunidad de demostrar lo que recitamos en uno de los fines de la educación costarricense: “ciudadanos amantes de su Patria, conscientes de sus deberes, de sus derechos y de sus libertades fundamentales, con profundo sentido de responsabilidad y de respeto a la dignidad humana”.

Mons. Quirós les dijo además que “dentro de pocos días iniciaremos la campaña electoral y escucharemos sus voces llamando a asistir a las urnas para honrarlos con el voto, y decidir así sobre el futuro inmediato de nuestro país. Que esas voces también se levanten en los debates para enunciar las soluciones a los graves problemas nacionales. Que escuchemos no solo la enumeración de problemas, sino que lleguen a nuestros oídos respuestas y cómo se atenderán los desafíos que la historia presente les señala.

Estoy convencido de que a todos ustedes los mueve el deseo del bien de Costa Rica. Cada uno pensará diferente, lo que es una riqueza, lo que se espera es la disponibilidad para complementarse. ¡Cuánto bien hará al país, una mente abierta en el futuro gobierno donde converjan las propias y las mejores ideas y propuestas de los otros participantes en la contienda electoral, en esa búsqueda del bien común! “, finalizó.

Adjuntamos documentos oficiales para descarga:

 

Enviado a SURCOS por el sacerdote Luis Alejandro Rojas Alvarado.

Sindemia Covid-19: crisis económica y acuerdo con el FMI

El acuerdo con el FMI llega en un contexto de crisis, que agudizó los gravísimos problemas del empleo que ya existían desde antes de la llegada del Covid-19. Al centrar la política económica alrededor del déficit, no solo se perpetúan los problemas del empleo, con graves implicaciones para la calidad de vida de nuestra gente, sino que compromete seriamente el futuro del país.

En el ciclo de tertulias en el Bicentenario de la independencia de Centroamérica se invita al conversatorio “Sindemia Covid-19: crisis económica y acuerdo con el FMI” este miércoles 15 de septiembre, 9 a.m.

  • Modera: MSc. Paulo Coto Murillo.
  • Ponente: Dr. Luis Paulino Vargas Solís4.
  • Coordina: Dra. Marcela Pérez Rodríguez.

Transmisión por Facebook Live, en el siguiente enlace https://www.facebook.com/CICDEUNED

¿Pandemia o sindemia de la COVID-19?

Luis Fernando Astorga Gatjens

En setiembre del año anterior, la prestigiosa revista médica británica “The Lancet” propuso –a través de su editor jefe, Richard Horton– que era necesario analizar al coronavirus, desde un enfoque biológico y social. Esta propuesta tiene como inmediata consecuencia que es imperativo redefinir la propagación universal de la covid-19, no como una pandemia sino como una sindemia.

La diferencia estriba en que mientras la pandemia es la propagación mundial de una enfermedad, según la define la Organización Mundial de la Salud (OMS); la sindemia es un concepto más amplio que incluye la visión médico-sanitaria, pero abarca los orígenes y las múltiples repercusiones sociales que genera la enfermedad.

Cabe destacar que el concepto de sindemia fue propuesto por vez primera en la década de los años noventa del siglo anterior, por el antropólogo y médico estadounidense Merrill Singer, quien razonó que un enfoque sindémico incluye “interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, el tratamiento y la política de salud”.

El editor de “The Lancet” argumentó que los enfoques basados, exclusivamente, en detener la pandemia desde un punto de vista biomédico, no son suficientes. Ha argumentado para apoyar su tesis que “la covid-19 se da más en ciertos grupos sociales dependiendo de patrones de desigualdad de nuestras sociedades. Por lo tanto, las medidas que se tomen deben ir necesariamente a equilibrar las condiciones de desigualdad, así como ir dirigidas a la interacción entre factores sociales y biomédicos”.

Dentro de esa visión se subraya que no importa cuán efectivo sea un tratamiento o una vacuna para combatir la enfermedad, pues la búsqueda de una respuesta puramente médica no alcanzará el éxito deseado. Analizar al virus dentro del concepto de sindemia invita a una visión más amplia, que engloba educación, empleo, vivienda, alimentación y medio ambiente.

Esta reconceptualización con respecto a la covid-19, por su razonabilidad y solidez argumental, debe ser tomada en cuenta no sólo en el marco teórico e investigativo, sino y muy especialmente, en el diseño y aplicación de las políticas que deben emprender los Estados y los Gobiernos de cara a esta enfermedad y otras de repercusión global, que puedan aparecer en el futuro. La prolongada devastación que genera la covid-19 demanda acciones tan amplias como profundas.

Considero por ello que una perspectiva tan válida como la propuesta, es necesario aplicarla a las condiciones actuales de la sociedad costarricense. Es claro que el país ha sufrido en los últimos años, un proceso de incremento de la desigualdad social y un estancamiento alarmante en la reducción de la pobreza. Y que estos problemas sociales, se han agravado (incluyendo un aumento significativo de la pobreza), desde que se dio el primer contagio el 6 de marzo del 2020 hasta nuestros días.

Al 2 de junio del año en curso, el país tiene un número de 323 598 personas contagiadas por el coronavirus y 4 098 personas fallecidas como consecuencia de la enfermedad. Es muy probable que, si se realiza un estudio sobre la pertenencia social de las personas contagiadas y fallecidas, una mayoría desproporcionada provendrá de sectores afectados por la pobreza y exclusión social.

Es claro que para grupos que pertenecen a la élite económica, las posibilidades de exposición al contagio han sido y son mucho más reducidas. Asimismo, la forma de combatir la enfermedad, incluyendo tratamientos y el acceso a la vacuna viajando al exterior, también coadyuva a una repercusión mucho más limitada.

También hay otros sectores que, por el tipo y condiciones de su actividad laboral y profesional, han estado menos expuestos en virtud de que han utilizado el teletrabajo, como principal modo para desarrollar sus actividades productivas.

Sin embargo, hay amplios sectores de trabajadores y trabajadoras que, por la naturaleza de sus actividades laborales, no tienen más remedio que realizarlas presencialmente; con lo cual han estado y estarán más expuestos al contagio. Eso se da de manera más extendida entre los trabajadores informales cuyo número se ha incrementado a raíz de la pandemia. Y no es lo de menos observar que una inmensa mayoría de personas con discapacidad, que podría superar el 75 %, solo encuentran opciones productivas de este tipo. Así que quienes no tienen otro camino para la procura del sustento familiar que estas modalidades de trabajo, las probabilidades de contagio se incrementan en forma significativa.

Así las cosas, aunque el término de pandemia se siga utilizando masivamente porque ya está muy arraigado en el imaginario colectivo, tiene mucho sentido que tras la búsqueda de soluciones políticas y sociales más justas, adecuadas y rigurosas, se utilice el término y el enfoque de sindemia.

(7 de junio, 2021)

Sindemia más que pandemia. Factores socioculturales y económicos detrás de la crisis sanitaria. – ver video

El programa Alternativas realizo una charla con el tema “Covid 19, Sindemia más que pandemia. Factores socioculturales y económicos detrás de la crisis sanitaria” el día 04 de junio del 2021, se contó con la participación de Luis Paulino Vargas, Economista, catedrático, Universitario director a.i del Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE), UNED, y Andrey Badilla, Investigador CICDE-UNED.

Como se indica en el tema de la charla, se tocaron temas referentes a la actual pandemia en Costa Rica.

Luis Paulino inicia dando una introducción al tema, menciona que desde hace un tiempo viene con la preocupación de observar por parte de las autoridades de gobierno, un abordaje del problema del covid 19, un abordaje que desde el primer momento enfatizo fuertemente el discurso de responsabilización individual. Menciona que el observaba ese énfasis tan unilateral en el tema de la responsabilización, y no podía dejar de pensar que era un abordaje insuficiente frente a esta problemática, indica que más que una cuestión estrictamente individual hay una cuestión social y procede a explicar su punto, y que todo configura una problemática social que tiene muchas facetas a la cual hay que agregarle elementos de carácter cultural que no podemos ignorar.

Por su parte Andrey, comienza rescatando varios de los aportes brindados por Luis Paulino, como lo es la completa invisibilizarían de los determinantes sociales de la salud, e indica que existen determinantes sociales que inciden en el buen desarrollo de las personas. Procede a exponer una presentación y explicar brevemente la diferencia entre una pandemia y una sindemia, y las principales consecuencias que tiene la sindemia en nuestro país.

El vídeo completo se puede encontrar en el siguiente enlace:

 

Imagen de cabecera tomada de salud.mapfre.es

Seminario Virtual: Costa Rica Post Covid ¿Hacia dónde vamos? Una mirada desde algunos actores sociales – ver video

El pasado 2 de junio de 2021 la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional, la Facultad de Ciencias Sociales, UNA vinculación, la Vicerrectoría de Extensión y la rectoría de la UNA organizaron el segundo panel del seminario virtual Costa Rica Post Covid ¿Hacia dónde vamos? Una mirada desde algunos actores sociales.

Los efectos originados en la coyuntura del COVID-19 a partir del 2020 son diversos, con seguridad estos persistirán por largo tiempo, tanto en el entorno global como en nuestra sociedad.

Para este análisis se contó con la participación de: Olga Marta Sánchez Oviedo, del Colectivo Mujeres por Costa Rica; Héctor Ferlini Salazar, del Foro Confluencia Solidaria; y de Carlos Campos Rojas, del Movimiento de Ciudadanía que Construye Territorios Seguros. La actividad fue moderada por el sociólogo, comunicador y especialista en Relaciones Internacionales Abelardo Morales Gamboa.

Olga Marta Sánchez Oviedo analizó la actual crisis del COVID, los cambios que han surgido, la presencia de nuevos movimientos sociales y la expresión y presión por parte de la sociedad vulnerable, la desigualdad de género que se evidenció a raíz de la crisis sanitaria y finalizo con la pregunta “¿hacia dónde podemos ir?”. Mencionó que la ruta para salir de la pandemia va a depender de cómo se resuelva la correlación de fuerzas pues hay una tensión entre dos rutas: el modelo de desarrollo humano inclusivo y sostenible, y el modelo conservador regresivo. Finalizó su presentación con una serie de propuestas construidas desde el colectivo Mujeres por Costa Rica.

En su presentación, Héctor Ferlini-Salazar propone hacer la reflexión a la que invita el seminario, pero también hacer una visualización de qué es lo que podemos hacer. Inicia indicando que va a compartir la experiencia que se ha desarrollado en el Foro Confluencia Solidaria, menciona que el Foro ha venido impulsando un proceso de colaboración con personas de las comunidades con temas centrales como el tema del agua, derechos de los pueblos indígenas, el tema de las mujeres, la juventud, democracia participativa, y otros. Procede a compartir algunos conceptos iniciales básicos. También propone que la pregunta debe ser “Hacia donde queremos ir” enfocándose en valores clave. Para avanzar hacia una sociedad orientada por la solidaridad, la equidad, la vida digna sugiere que el concepto eje es formar estrategas en cada comunidad.

Carlos Campos Rojas señala que es un momento critico para el país porque lo que se está jugando es la clase de país que vamos a tener. Indica que hay una situación de mucha confusión por la ausencia de liderazgo que existe actualmente. Menciona que se está afrontando una situación compleja, porque es necesario cuestionar sobre cuál base construimos esa sociedad y cómo avanzaremos como sociedad para salir de lo que ya no es una pandemia sino una sindemia. Con base en la experiencia del movimiento que represente, indica que la formación ciudadana es clave para que, la persona ciudadana, sea partícipe, en calidad de soberano, del gobierno participativo que define el Artículo 9 de la Constitución Política.

Puede ver las exposiciones completas en el siguiente video:

https://youtu.be/fEv6c8c3yx0

Video compartido con SURCOS por Abelardo Morales-Gamboa.

Covid-19: sindemia más que pandemia. Factores socioculturales y económicos detrás de la crisis sanitaria – CICDE-UNED

El Covid-19 es mucho más que un asunto biológico o médico. Es, sobre todo, una problemática sociocultural, sicosocial y socioeconómica. Por ello más que una pandemia, es una sindemia: porque son las condiciones de inequidad, pobreza, desigualdad y violencia, las que le proporcionan el combustible que lo convierte en un arrasador tsunami. Y, sin embargo, esas condiciones atinentes a nuestra compleja problemática social han estado casi completamente ausentes en el abordaje oficial. Desde el CICDE-UNED, por medio de esta carta y este documento, formulamos un respetuoso llamado al presidente Alvarado y a las autoridades de salud, sobre ese particular.

Un llamado público al presidente Carlos Alvarado y a las autoridades de salud

Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE)
Universidad Estatal a Distancia (UNED)
Mayo 2021

Le invitamos a descargar, leer y compartir este documento del CICDE recibido en SURCOS. Los contenidos principales son los siguientes:

  • La problemática social detrás del Covid-19
  • Algunos factores socioculturales y psicosociales asociados al agravamiento del problema
  • Propuestas frente a la crisis sanitaria del Covid-19

Puede descargar el documento en este enlace:

Foto UCR

De epidemias, pandemia y sindemias

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense.

De epidemias de toda clase ha estado surcada la larga historia de la humanidad, éstas no sólo han sido de orden natural o biológico en estricto sentido, sino que casi todas ellas se han exteriorizado, dentro de una naturalidad muy impregnada por lo social, con toda clase de situaciones paradojales, puntos de encuentro y desencuentro hacia el interior de la sociedad misma, dentro de lo que han sido siempre unas tensas y asimétricas relaciones con la naturaleza, las que con el paso del tiempo han venido estrechándose, y alcanzando peligrosos límites que eran insospechables, al menos durante el siglo XIX, cuando innumerables autores expresaban su optimismo acerca de los inagotables recursos del planeta. Hoy la naturaleza nos lanza advertencias no siempre explícitas de que las cosas han cambiado: el problema es que la especie humana hace como si esos peligros no existieran, por lo que no introduce los cambios requeridos en su accionar.

Como un resultado visible de las actitudes humanas que han venido imperando, en este cambio de siglo nos alcanzó una epidemia de proporciones totales y con temibles efectos para la población, de tal manera que se le ha dado el calificativo de pandemia por ser una enfermedad extendida dentro una dimensión planetaria jamás alcanzada anteriormente, esa es el Covid 19, con una escala o condición totales que no alcanzaron ni la gran peste negra de la Edad Media europea, ocasionada por las ratas y el desconocimiento de los agentes patógenos que aquellas incubaron, ni la mal llamada “gripe española” de 1918-1920, una especie de deriva o “daño colateral”, provocado por las malas condiciones sanitarias a que dio lugar la Gran Guerra Europea (1914-1918), aunque ambas hayan ocasionado la pérdida de millones de vidas, no alcanzaron a ser pandemias en estricto sentido y difícilmente hubieran sido percibidas como tales.

La más reciente noción de sindemia apareció por ahí, de manera sigilosa, hace ya unos treinta años, pues se afirma que: “ El término sindemia, que es un neologismo creado con la unión de las palabras sinergia y epidemia, fue acuñado por Merrill Singer a mediados de la década de 1990 y desarrollado en su libro Introduction to syndemics de 2009”(Aristos Veyrud ECONOMÍAS); ahora bien, tengo la impresión de que todavía no hemos encontrado el término para designar el exterminio de hecho de buena parte de la población mundial, lo que implícitamente ocurriría una vez que se despliegue en toda su intensidad la llamada Cuarta Revolución Industrial, con la automatización de la mitad de los puestos de trabajo (para el caso de Costa Rica), aunque los apóstoles de ésta anuncien medidas paliativas (aquellas que alivian, pero no evitan el deceso del paciente) diz que para enfrentar ese fenómeno, a pesar de que no hay duda alguna que ese desempleo masivo se sumaría al que ya ha generado el Covid 19, en fin se trata de otro fenómeno epidémico para el que no habrá ninguna vacuna. Esa no este otra cosa que la cara política de un evento de suyo tan complejo, la dictadura del capital financiero se dispone a asaltar el estado social de derecho y los últimos bastiones del capital productivo, por lo general anclados en los estados nacionales que intentan reafirmar su soberanía frente a los poderes fácticos o silenciosos, los que van mucho más allá de la lógica de la existencia de los estados nacionales y de los requerimientos efectivos de las grandes poblaciones del planeta.

Frente a la amenaza latente, pero no oculta y más bien manifiesta, de la automatización masiva de los puestos de trabajo, sus apóstoles o emisarios nos dicen: ”Hay que mejorar y garantizar la protección social (algo en esencia paradojal) para evitar que los niveles de pobreza se disparen incluso mucho más en comparación con las cifras que enfrentamos actualmente con la pandemia”, apuntó el investigador (Andrés Fernández Arauz, Academia de Centro América)…Por esa razón, el estudio propone reducir las cargas sociales laborales que limitan la contratación de personal en las empresas…Costa Rica es un país con altas cargas laborales y esto desincentiva la creación de nuevas empresas y para las que sí se desarrollan, muchas lo hacen en el mercado informal” aseveró” (EL FINANCIERO n°1319 15 de enero de 2021, página 9). Todo esto es en realidad un conjunto de argumentaciones falaces que ocultan el efecto de las políticas recesivas, las que ha provocado la contracción del mercado interno, al disminuir estrepitosamente la demanda agregada de bienes y servicios. El capital financiero y sus agentes ideológicos se encargan de ocultar muy bien sus corridas financieras, en especial el peso insoportable de los intereses de la deuda interna sobre el conjunto de la economía, unos intereses asfixiantes con los que se beneficia ese sector social, con la ayuda de sus mentores ideológicos de la Academia de Centro América.

En estas condiciones sociales y políticas tan delicadas, sucede que las sindemias se desarrollan o irrumpen en condiciones de una gran inequidad sanitaria, la que por lo general tiene su origen en la pobreza creciente e intensificada, también el estrés o la violencia estructurales se encargan de hacer lo suyo en este macabro escenario, estamos avisados.