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Etiqueta: turismo

Experiencias de gentrificación en las costas de Costa Rica

Alberto Salom Echeverría

Guanacaste, Limón y Puntarenas: Turismo, transformación y desplazamiento poblacional en las zonas costeras

Introito

La Asociación para el Desarrollo Sostenible y Sustentable Madre Tierra, que me honro en presidir realizó este martes 12 de agosto una actividad sobre las experiencias de Gentrificación en Costa Rica, en el Centro de Cultura de España.

Considero oportuno replicar esta actividad con base en datos fiables que hurgué sobre la Gentrificación, entresacados de fuentes del Banco Central de Costa Rica, en estadísticas de inversión extranjera directa de 2023; de igual manera se revisó información del Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas de Costa Rica (CPCECR), en particular el artículo “Mercado Inmobiliario de zonas Turísticas”; también fue consultada la Revista de Ciencias Sociales de la UCR (2022), allí encontramos el artículo intitulado “Turismo y transformación Social en el Caribe costarricense”; además, fue consultado el informe del Estado de la Nación del (2023) en Desarrollo Humano Sostenible y finalmente, artículos varios de la prensa nacional y de revistas digitales.

El concepto

La Gentrificación es un proceso que se ha desarrollado en zonas urbanas, en particular de las regiones costeras de Costa Rica. Con frecuencia, este fenómeno se suele asociar con ciudades grandes, pero como queda expresado en Costa Rica se ha producido tanto en las ciudades urbanas como en las zonas costeras, en las que el turismo internacional, las inversiones privadas y la globalización inmobiliaria han venido alterando cada vez más la vida de las comunidades locales, en particular desplazando y desalojando la mano de obra local de pequeños y medianos productores costarricenses. En adelante se presentarán los datos y características compartidas y particulares en los planos social, cultural y económico en estas tres provincias costeras, las más deprimidas del país, como son Guanacaste, Limón y Puntarenas.

El auge turístico de Guanacaste y la exclusión social silenciosa

En la provincia guanacasteca se ha producido un cambio radical, merced al turismo de lujo que ha conllevado inversión extranjera directa, mediante la compra de tierras por parte de los foráneos y la construcción de infraestructura turística, fenómenos que, han propiciado el crecimiento exponencial del valor del suelo.

La documentación consultada, da cuenta de un significativo desplazamiento de familias guanacastecas de escasos recursos económicos que en su mayor parte eran detentadoras de parcelas de tierra de pequeño y mediano tamaño, hacia las márgenes del mercado inmobiliario, lo que, de un modo imperceptible pero real, ha dado lugar a la pérdida de identidad cultural por parte de estas poblaciones, lo mismo que a tensiones sociales crecientes.

La investigación reporta también que, los productores agrícolas que se dedicaban mayormente a la ganadería o la pesca no lograron, no obstante, engarzarse en el modelo turístico que se fue imponiendo, excepto cuando fueron contratados en trabajos informales y por ende labores no permanentes, de baja remuneración. En muchos casos los antiguos campesinos autóctonos no consiguieron sacar provecho de las nuevas tierras adquiridas en la marginalidad, ya que como se acaba de consignar muchos fueron contratados en trabajos turísticos como la construcción de obras de infraestructura. Concluida la faena, muchos otros perdieron la oportunidad de reiniciar sus labores en las propiedades recién adquiridas. Estamos aquí en presencia de un evidente proceso de exclusión social de los campesinos por parte de los poderosos inversionistas extranjeros. Estos procesos fueron patentes en zonas como Tamarindo, Nosara y Playa Grande.

La Gentrificación incipiente en Limón ha dado cuenta de tensiones históricas

El fenómeno de la Gentrificación en Limón lleva retraso con respecto a Guanacaste, pero ha comenzado con fuerza en lugares como Puerto Viejo de Talamanca y Cocles, donde precisamente el turismo internacional ha crecido en la última década.

El tipo de población que prevalece en Limón es muy diferente a la de Guanacaste y Puntarenas, puesto que la de Limón es una población afrodescendiente e indígena, pero que han presentado históricamente una fuerte resistencia hacia la exclusión de la que han sido víctimas desde la colonia en el caso de los indígenas. En Puerto Viejo, los extranjeros y en menor medida personas adineradas de Costa Rica han comprado propiedades, algunas para usufructo particular o para alquilar; además se han construido hoteles y comercios que están orientados principalmente a población turística europea y estadounidense. Estas actividades mercantiles han provocado un aumento de los precios de las tierras y los servicios.

De la literatura consultada entresacamos que las comunidades autóctonas han cedido el control sobre su entorno cultural y se han visto afectados en el plano económico, pese a la existencia de iniciativas menores de turismo comunitario, cuyo afán es aprovechar la iniciativa generada por los inversionistas extranjeros para desarrollar emprendimientos, si bien de mucho menor cuantía. La competencia en este sentido no tiene parangón entre la inversión extranjera y los esfuerzos de los emprendimientos locales que, evidentemente son de mucho menor rango. De ahí que -dice la investigación-, la gentrificación en Limón es hasta ahora más sutil, pero ha desplazado siempre emprendimientos autóctonos y está jalonada de otras complejidades étnicas, raciales y territoriales.

En algunas regiones como Gandoca-Manzanillo, como se ha visto recientemente los inversionistas privados, nacionales en este caso han comenzado a invadir inapropiadamente tierras del Estado, otorgadas de manera aparentemente fraudulenta por parte de la misma municipalidad, en convivencia con el SINAC y el Ministerio de Ambiente; estas actividades han afectado los humedales de un alto valor ecológico. La situación ha creado un clima de gran inquietud tanto entre moradores de la zona, así como por parte de organizaciones ambientalistas, todos los cuales luchan por la defensa de este patrimonio.

La Gentrificación en Puntarenas, apuntala el desarrollo desigual y ha producido además desplazamiento turístico

La característica principal en Puntarenas muestra un proceso de gentrificación que como reseña la literatura, es fragmentado y notoriamente desigual. Esta impronta ha sido patente en ciudades como Jacó, Montezuma y Santa Teresa, para citar algunas de las más connotadas.

En estos casos se han establecido comunidades extranjeras de alto poder adquisitivo, las cuales han transformado completamente el paisaje, la oferta comercial y los patrones de consumo.

El caso de Santa Teresa, reseña la investigación es paradigmático debido a la gentrificación acelerada que se ha producido en ella. Se señala literalmente que: “terrenos costeros han sido adquiridos por inversionistas extranjeros, las construcciones de lujo proliferan, y los precios de la vivienda han subido a niveles imposibles para los habitantes locales. -Y en adición se agrega- Como en Guanacaste, muchas familias puntarenenses han sido desplazadas a comunidades periféricas que carecen de servicios básicos. En contraste, otras partes de Puntarenas (como la ciudad de Puntarenas misma) han quedado marginadas del desarrollo turístico, profundizando la desigualdad regional.

Sinopsis comparativa de la gentrificación en las tres provincias

(Patrones comunes y diferencias)

Patrones comunes: Las tres provincias como se puede observar comparten algunos patrones comunes entre sí, derivados de las inversiones que se llevaron a cabo. En los tres casos operó una población que proviene del exterior y que posee recursos económicos en abundancia como para haber podido realizar obras de infraestructura de calidad con lo que, en lo medular, los emprendimientos nacionales no han podido competir. Por añadidura, los extranjeros que han llegado a invertir en la industria turística en el territorio costero costarricense son ajenos por completo a la cultura de las comunidades locales y sin interés alguno por compenetrarse con ella. Por eso mismo, se produjo la expulsión de población local de su zona originaria, sin contemplaciones de ninguna naturaleza, lo cual ha incidido en una mengua del nivel de vida que ostentaban, así como también se han visto afectados los valores y prácticas culturales ancestrales. En la mayor parte de los casos, cuando los nacionales no lograron organizarse para combatir hasta derrotar el atropello del que fueron objeto, ha sobrevenido la dispersión de aquellos sectores de la comunidad que fueron despojados de la tierra y con ello se trastornó su cosmovisión. En lo económico, en los tres casos se revalorizó el suelo y se encareció el costo de la vida, con grave perjuicio tanto para la población directamente despojada de sus pertenencias, como para la población pobre en general de todo el entorno. Por último, el espacio físico, el paisaje se ha desnaturalizado transformándose en un modelo que se asemeja a los patrones turísticos internacionales, ajeno por lo tanto al contexto nacional en particular aquel del que emergió la población autóctona. Muy poco, por no decir nada quedó de los nexos tradicionales que compartían con el resto de la población que allí se ubicaba.

Diferencias: En un estudio editado por FLACSO en el 2014, cuya coordinación estuvo a cargo del sociólogo Abelardo Morales Gamboa, se describe la explosión de la construcción de megaproyectos turísticos en las zonas costeras, con especial énfasis desde el 2005. Morales refiere concretamente la inversión en proyectos inmobiliarios, turísticos y de locales comerciales que requirieron la contratación de mano de obra tanto de la región como de afuera. En el 2005, apunta Morales las provincias de Guanacaste y Puntarenas absorbieron la mayor parte de la inversión en construcción de recursos inmobiliarios, 67% para Guanacaste y 23% para Puntarenas, desplazando a San José a una tercera posición con un 17%. O sea, las dos provincias costeras sometidas al auge del turismo inmobiliario desplazaron a la capital del país, respecto de la atracción de recursos para la construcción. (Ref. “Escenarios sociopolíticos de las Migraciones en Costa Rica y Colombia”. Morales Gamboa, Abelardo coord. 1era. ed. San José, Costa Rica. FLACSO, 2014). Más adelante Morales refiere que, “Las distintas expresiones de la migración de relevo pueden darse, inclusive, de manera simultánea, así como pueden primar unas sobre otras en distintos momentos. En la fase de la acumulación por despojo se produjo en Guanacaste una intensiva expulsión de fuerza de trabajo, mientras que el ciclo posterior, el de atracción, sustentado en la rotación de la mano de obra, se consolidó una etapa de abaratamiento de la mano de obra a partir del aprovechamiento de flujos de inmigración permanente o temporal de relevo, según las necesidades de demanda del mercado de trabajo. (Ref. Ibidem. pág. 19)

Guanacaste es la provincia como se desprende de varias de las investigaciones sobre el fenómeno de gentrificación, donde el proceso se ha dado con mayor intensidad. De las tres Limón es señalada como la que va a la saga, pero con una intensidad media incipiente. En lo concerniente a los actores clave del proceso también se presentan diferencias. En Guanacaste el proceso ha sido capitaneado por inversionistas extranjeros; en Limón, consigna la investigación los protagonistas son más bien residentes extranjeros, mientras que en Puntarenas se trata de inversionistas del sector turístico y del sector inmobiliario.

Por otra parte, cada provincia posee características únicas tales como: Guanacaste mantiene una alta presencia del sector turístico con una fuerte exclusión residencial. En Limón la característica más sobresaliente es una alta tensión cultural-racial, matizada por un turismo alternativo y comunitario. En Puntarenas se trata de una gentrificación marcada por la desigualdad, y por otra parte zonas aisladas frente a otras olvidadas.

Organizaciones denuncian persecución judicial contra personas defensoras del ambiente en Guanacaste

La Asociación Ciudadana ACCEDER, GuanaDefensoras y Antigentrificación.CR denuncian públicamente la judicialización de personas defensoras del medio ambiente que han cuestionado el megaproyecto Bahía Papagayo, ubicado en la provincia de Guanacaste.

Según expresaron estas organizaciones, el desarrollo turístico ha actuado en contra de voces críticas que han señalado su impacto ambiental, incumplimientos normativos y los efectos sociales negativos que conlleva. En este contexto, convocan a firmar una carta pública de respaldo para visibilizar estas acciones como parte de una escalada de criminalización de la defensa ambiental en Costa Rica.

“La defensa del ambiente no debe ser castigada. Alzamos la voz para proteger a quienes cuidan nuestros ecosistemas, no para que sean llevadas a tribunales”, señalan las organizaciones convocantes.

Las personas interesadas pueden ampliar detalles y sumar su firma aquí:
https://forms.gle/5KhfiF1GVq8RMyvt5

Como antecedente, puede consultarse esta nota previa publicada por SURCOS:

Desarrollo turístico Bahía Papagayo incumple las normas de protección y mitigación ambiental

Imagen: Sánchez, J. (2023, 22 de noviembre). La Voz de Guanacaste. https://vozdeguanacaste.com/playa-panama-espera-prometido-pueblo-turistico/

 

¡Despertemos! Comunidades afrodescendientes del Caribe Sur llaman a defender sus territorios ancestrales frente a planes turísticos

Las comunidades afrodescendientes del Caribe Sur de Costa Rica lanzan un urgente llamado a la movilización y organización ante la acelerada implementación de los Planes Reguladores Costeros (PRC) que el Gobierno impulsa en sus territorios ancestrales, desde Colorado hasta Manzanillo.

Estos planes, que promueven grandes desarrollos hoteleros y turísticos, amenazan con transformar irreversiblemente el paisaje cultural y desplazar a las familias locales, poniendo en riesgo los derechos históricos y culturales que este pueblo ha reclamado por generaciones.

El Gobierno avanza sin consulta adecuada y sin respetar los protocolos establecidos para proteger nuestros derechos territoriales”, alerta Marco Levy Virgo, líder afrodescendiente y firmante del comunicado. Recordó además las luchas previas, como la resistencia comunitaria que logró frenar la reducción del Refugio de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo en 2019, y la persistente demanda por restitución de tierras en Cocles.

El llamado es claro y contundente: se exige el cumplimiento estricto de la Consulta Previa, Libre e Informada, tal como lo establece el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), antes de que se aprueben nuevos planes que podrían desplazar a estas comunidades.

Para fortalecer esta defensa, se propone organizar asambleas comunitarias en Cahuita, Puerto Viejo, Manzanillo y otras localidades afectadas, y consolidar el Foro del Pueblo Tribal Afrodescendiente como plataforma nacional e internacional para articular demandas y acciones conjuntas.

El Caribe Sur no puede convertirse en un nuevo Guanacaste, donde el turismo extractivo ha desplazado a comunidades enteras”, enfatizan, llamando a preservar la riqueza cultural, la conexión ancestral con la tierra y el mar, y la historia de resistencia del pueblo afrodescendiente.

Con esta movilización, la población afrocaribeña busca no solo defender su territorio, sino también asegurar justicia, reconocimiento y un futuro digno para las generaciones presentes y venideras.

Imágenes:

https://www.albasud.org/blog/es/1106/caribe-sur-costa-rica-un-escenario-abierto Imagen de Arturo Silva Lucas

Silencio ante la infestación: el drama de los monos aulladores del Caribe costarricense

Observatorio de Bienes Comunes, UCR

A pesar de que el Caribe de Costa Rica es mundialmente conocido por su biodiversidad y riqueza natural, un drama silencioso se desarrolla en lo alto de sus árboles: los monos aulladores (Alouatta palliata) están siendo severamente infestados por larvas de mosca bot (Cuterebra baeri), un parásito con alta especificidad que amenaza su salud y bienestar. Sin embargo, esta situación crítica ha pasado casi desapercibida.

Gracias a las denuncias realizadas por Philippe en una nota anterior sobre los impactos del tendido eléctrico y la presencia de tórsalos en primates, estableció contacto con él la Asociación YISKI, lo que permitió acceder a este estudio conducido por la Asociación Awá Ciencia y Conservación, en coordinación con el SINAC. El informe reveló que todos los monos congo (Alouatta palliata) muestreados presentaban infestaciones severas, con más de seis larvas por individuo, además de cicatrices de infecciones previas. Esta cifra duplica o triplica lo reportado en estudios anteriores.

La investigación, realizada en los parques nacionales Cahuita y Puerto Vargas entre 2019 y 2020, identificó la especie Cuterebra baeri como la responsable. Aunque se conoce desde hace décadas, no existen estrategias concretas de monitoreo ni control sostenido por parte de las autoridades ambientales, a pesar de la posibilidad de que el fenómeno esté en aumento, agravado por el cambio en el uso del suelo y la creciente presión del turismo.

Más preocupante aún es la falta de atención mediática y política hacia esta amenaza, que compromete no solo la salud de una especie clave para los ecosistemas tropicales, sino también la integridad de los hábitats que dependen de estos dispersores de semillas.

La investigación recomienda monitoreos periódicos, estudios sobre los efectos del turismo, y precauciones ante el uso de insecticidas que podrían tener consecuencias ecológicas aún más graves. Sin embargo, hasta ahora, estas recomendaciones no han sido asumidas con la urgencia que la situación amerita.

El silencio institucional y mediático frente a este problema revela una preocupante tendencia: la salud de la fauna silvestre sigue estando relegada a un segundo plano, incluso cuando los datos muestran signos alarmantes.

¿Será necesario esperar a una crisis mayor para actuar?

Pueden descargar el informe aquí “Grado de infestación y variables ambientales favorecederos de la infestación por larvas de la mosca(s) bot en monos aulladores del Caribe de Costa Rica.

Turismo, insecticidas y su impacto en una crisis poco visible

El estudio no solo alerta sobre la severidad de la infestación por mosca bot en monos aulladores del Caribe costarricense, sino que también llama la atención sobre factores externos que podrían estar intensificando el problema, especialmente el turismo mal manejado y el uso inadecuado de insecticidas.

El turismo como factor de estrés ambiental

La relación entre turismo y salud de la fauna silvestre es compleja. En la Reserva Lamanai en Belice*, investigaciones han vinculado altos niveles de parasitismo con zonas de fuerte actividad turística. ¿Por qué sucede esto?

  • Reducción del dosel forestal en zonas turísticas: más luz solar, mayor temperatura y alteraciones microclimáticas pueden favorecer el desarrollo de la mosca bot.
  • Efectos de borde (zonas donde el bosque se encuentra con áreas abiertas o construidas) que alteran los ecosistemas.
  • Estrés fisiológico en los animales debido a la constante presencia humana y al ruido, lo cual puede debilitar su sistema inmunológico y aumentar su vulnerabilidad a parásitos.

Aunque en Costa Rica esta relación aún no está completamente estudiada, el informe recomienda investigar con urgencia el impacto del turismo sobre los niveles de infestación en primates, especialmente en parques con alta afluencia de visitantes como Cahuita.

¿Insecticidas para controlar la mosca bot?

Si bien podría pensarse que los insecticidas son una solución directa al problema, el informe advierte que su uso indiscriminado puede tener efectos colaterales graves:

  • Riesgos para otras especies: los insecticidas pueden afectar insectos polinizadores, aves y otros animales no objetivo.
  • Contaminación del suelo y cuerpos de agua, alterando la salud de todo el ecosistema.
  • Afectación directa a los monos: algunos compuestos, como los organofosforados, pueden ser más dañinos para el animal que las propias larvas.

En su lugar, se propone un enfoque más integral: monitoreo periódico, control biológico y prevención basada en la comprensión de las variables ambientales que favorecen al parásito

Urbanización y pérdida de bosque: una amenaza creciente para los primates

En el Caribe sur de Costa Rica, la presión sobre los ecosistemas proviene del crecimiento urbano y turístico. Este cambio en el uso del suelo —que reemplaza bosques por construcciones, caminos y espacios abiertos— podría estar jugando un papel clave en el aumento de las infestaciones por mosca bot en monos aulladores.

¿Cómo afecta la urbanización al parasitismo?

  • Reducción de la cobertura boscosa: El reemplazo de bosque por infraestructura reduce el dosel forestal, lo que altera el microclima y favorece ambientes más secos y cálidos donde la mosca bot puede reproducirse con mayor facilidad.
  • Fragmentación del hábitat: Al dividir el bosque en parches aislados por urbanizaciones, los monos quedan confinados en espacios más pequeños. Esta cercanía constante entre individuos facilita la transmisión de parásitos como las larvas de mosca bot.
  • Mayor presencia humana y estrés en la fauna: La urbanización trae consigo tráfico, ruido, contaminación lumínica y perturbaciones constantes. Estos factores pueden debilitar el sistema inmunológico de los monos, aumentando su vulnerabilidad a infecciones.
  • Suelo expuesto y pérdida de complejidad vegetal: Las larvas de la mosca bot completan parte de su ciclo en el suelo. La sustitución del sotobosque natural por jardines o superficies compactadas puede alterar el ciclo del parásito de formas aún poco estudiadas, pero potencialmente peligrosas.

Conceptos Científicos Relevantes del Estudio sobre Mosca Bot y Monos Aulladores

Concepto

Explicación

Importancia en el estudio

Mosca bot (Cuterebra baeri)

Insecto parásito que deposita sus huevos en el ambiente; sus larvas ingresan al cuerpo del hospedero, donde se desarrollan bajo la piel.

Es la principal especie identificada en la infestación de los monos aulladores del Caribe. Tiene alta especificidad parasitaria con esta especie.

Parasitismo específico

Relación en la que el parásito afecta principalmente a una sola especie hospedera.

Cuterebra baeri parasita casi exclusivamente a los monos aulladores, lo que hace a esta especie particularmente vulnerable.

Ciclo de vida del parásito

Abarca desde la deposición del huevo hasta su madurez: los huevos eclosionan por estímulos como el calor y el CO₂ del animal, y las larvas se desarrollan por etapas en el cuello del mono.

Conocer el ciclo ayuda a planificar momentos críticos para el monitoreo o control de infestaciones.

Grado de infestación

Número de larvas presentes en un solo individuo.

En este estudio se reportaron hasta 6 o más larvas por mono, indicando infestaciones severas.

Vectores oportunistas

Otros organismos (bacterias, hongos o insectos) que aprovechan las heridas abiertas por las larvas para infectar al hospedero.

Las heridas causadas por las larvas pueden facilitar infecciones adicionales, agravando el estado de salud de los monos.

Impacto fisiológico

Efectos en el cuerpo, como pérdida de grasa subcutánea, debilitamiento y estrés.

La infestación reduce las reservas energéticas de los monos, afectando su salud general y su supervivencia.

Variables ambientales (uso del suelo, turismo)

Factores como deforestación, agricultura o alta presencia de turistas que alteran el hábitat natural.

Zonas agrícolas y turísticas parecen favorecer la presencia de moscas bot, por lo que se recomienda investigar su relación con el aumento de infestaciones.

Créditos de la investigación: Esta investigación fue posible por la denuncia y fotografías de Marta Castro, el apoyo de la Asociación YISKI, la labor científica de Andrea Chaves y Ricardo Jiménez (Asociación Awá Ciencia y Conservación), SINAC, así como a CVVS-UNED y la ADI del T.I. Kéköldi.

*Síntesis de los hallazgos

Estos estudios, realizados en la Reserva Arqueológica de Lamanai en Belice, evidencian que:

  • El turismo intensivo se asocia con mayores niveles de parasitismo por mosca bot (Alouattamyia baeri) en monos aulladores negros (Alouatta pigra).

  • Los monos expuestos a turistas mostraron mayor estrés fisiológico y cambios de comportamiento, como evasión y alteración en el uso del hábitat, lo que puede debilitar su sistema inmune y hacerlos más susceptibles a parásitos.

  • Se enfatiza la necesidad de gestionar cuidadosamente el ecoturismo, ya que incluso visitantes bien intencionados pueden generar impactos negativos si no se controlan los niveles de exposición.

Referencias

  • Treves, A., & Carlson, A. E. (2012). Botfly parasitism and tourism on the endangered black howler monkey of Belize. Journal of Medical Primatology, 41(4), 206–209. https://doi.org/10.1111/jmp.12001

  • Grossberg, R., Treves, A., & Naughton-Treves, L. (2003). The incidental ecotourist: Measuring visitor impacts on endangered howler monkeys at a Belizean archaeological site. Environmental Conservation, 30(1), 40–51. https://doi.org/10.1017/S0376892903000045

Inicia la Ruta Micológica Costa Rica 2025

La Ruta Micológica Costa Rica 2025, en su cuarta edición, presenta una invitación para adentrarse en el mundo de los hongos con el inicio de la temporada lluviosa. Durante este periodo, se organizan excursiones a diversas localidades montañosas, entre las que destacan Heredia, Escazú, San Gerardo de Dota, Pérez Zeledón y Monteverde.

La presente edición es organizada por Oropopo Experience y Funga Conservation, bajo el lema ¨Naturaleza Viva, Ciencia y Turismo Sostenible¨. La iniciativa, abierta a personas desde los 12 años en adelante, permite que cada participante se convierta en el protagonista de una experiencia educativa y así mismo se fomenta un turismo rural que respete y conserve los ecosistemas. Dicho esfuerzo ha sido reconocido con la marca país Esencial Costa Rica.

Durante las actividades, se recorrerán senderos llenos de historia natural, guiados por expertos además se tendrá la oportunidad de identificar y fotografiar diversas especies de hongos. Igualmente se discutirán técnicas para registrar datos científicos que contribuyan al conocimiento y la protección de la flora fúngica. La metodología de ciencia ciudadana garantiza que esta experiencia sea accesible para las personas interesadas que no cuenten con conocimientos en el tema.

Entre otras experiencias destacadas se encuentran actividades gastronómicas como la denominada “Cocinando en el bosque: Experiencia Gourmet de Hongos”, donde se invita a degustar platos elaborados a partir de hongos autóctonos. Asimismo, se llevarán a cabo encuentros temáticos en destinos como la Zona Protectora Cerros de Escazú, el Hotel Savegre en San Gerardo de Dota y el Santuario Ecológico Monteverde, donde la aventura se mezcla con el aprendizaje, como en el caso de la observación de hongos bioluminiscentes o la exploración de bosques de corales terrestres.

El cronograma de la Ruta Micológica se extiende desde mayo hasta noviembre, con actividades diseñadas para adaptarse a distintos niveles físicos y fomentar la participación de las comunidades en la conservación de la naturaleza.

Desde su creación en 2022, la Ruta Micológica ha reunido a más de 500 participantes y recorrido 14 destinos, fortaleciendo las redes locales de conocimiento y promoviendo el desarrollo en zonas rurales. Este crecimiento constante refleja el interés y la pasión por descubrir y conservar la biodiversidad única de Costa Rica. El proyecto pretende trascender la experiencia turística y se erige como una herramienta de desarrollo comunitario y educativo. Al integrar la conservación ambiental con el impulso al turismo rural en regiones que, tradicionalmente, experimentan menor actividad económica durante la temporada de lluvias.

Para conocer mas sobre la iniciativa puede consultar las redes sociales de las empresas organizadoras.

oropopoexperience.com

Correo electrónico: oropopotravel@gmail.com | fungaconservation@gmail.com

Instagram: @oropopoexperience | @fungaconservation

Impulsan iniciativa para desarrollo de Puerto Jiménez y Golfito

Por Johnny Núñez Z.
Periodista O.C-UNA

El objetivo es uno: mejorar la condición de vida de los habitantes de Puerto Jiménez y Playa Zancudo. Para ello se busca fortalecer las capacidades de las organizaciones de base local. Con esta misión en mente, el Campus Coto de la Sede Regional Brunca de la Universidad Nacional (UNA) impulsa el proyecto de extensión universitaria: Fortalecimiento de capacidades socio productivas de emprendimientos, organizaciones sociales y de base local en las comunidades de Cañaza y Carate en Puerto Jiménez y Punta Zancudo en Golfito.

¿Qué se busca? Que, a través de los procesos de formación y participación ciudadana, las personas de las comunidades de Puerto Jiménez comprendan la forma como opera la estructura política cuando una localidad deja de ser distrito y pasa a tener un gobierno local, según explicó William Lobo, responsable de la iniciativa en el Campus Coto de la UNA.

“Lo primero será hacer un diagnóstico para conocer las condiciones en que se encuentran las pequeñas y medianas empresas, así como las asociaciones de desarrollo, cooperativas y todas las organizaciones de base local, con el fin de fomentar la participación ciudadana, sobre todo en jóvenes, quienes en la actualidad no participan en ningún tipo de organización de base local”, manifestó Lobo.

Posteriormente, se identificarán las áreas o temas, en los cuales la academia pueda implementar procesos de capacitación que mejoren a las organizaciones.

Realidad regional

Lobo añadió que, si bien se impulsa la formación técnica en turismo, tanto en Golfito como en Puerto Jiménez, la existencia de iniciativas productivas ligadas con el sector servicios, construcción, actividad agrícola, pecuario, transportes, pesca, son impulsadas por familias o bien organizaciones que en su mayoría carecen de apoyo estatal y son informales.

Resaltó que, a pesar de la alta demanda turística internacional durante los primeros ocho meses al año en ambos territorios, cuando inicia la época lluviosa, deben enfrentar grandes desafíos de sostenibilidad, pues la temporada baja del turismo ocasiona un estancamiento económico, escasez de trabajo y la migración de hombres y mujeres jóvenes hacia otras partes del país con mejores opciones de empleo.

A la vez, se presenta una mayor deserción escolar por efecto de las inundaciones en distintas zonas rurales, así como la probabilidad de que determinada población se dedique a actividades ilícitas como el narcotráfico o la prostitución. “Lo más lamentable es que no existen programas gubernamentales ni cantonales para mitigar la problemática y darles cierta estabilidad económica a estas familias”, subrayó Lobo.

La temporada baja del turismo ocasiona un estancamiento económico, escasez de trabajo y la migración de hombres y mujeres jóvenes en comunidades de Golfito y Puerto Jiménez.

Fotos: William Lobo y Roy Atencio.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Hablemos de «territorios disonantes», más allá de la gentrificación

Esteban Barboza Núñez*

La popularización del término gentrificación nos convoca a discutir la situación que enfrenta el litoral guanacasteco en la actualidad, con un explosivo desarrollo inmobiliario a lo largo de sus costas, principalmente de residencias y condominios de lujo. Parte de la cobertura que se le ha dado a este fenómeno tiene que ver, precisamente, con el uso del vocablo en cuestión para describirlo, incluso en contextos académicos.

Ahora bien, ¿qué tan adecuado resulta denominar el fenómeno inmobiliario de Guanacaste, y otras zonas costeras del país como gentrificación o causante de esta? ¿Es el uso de este término suficiente para entender las dinámicas que suceden en torno al acelerado desarrollo inmobiliario en la región? ¿Deberíamos pensar en otros enfoques para así entender mejor las particularidades del litoral guanacasteco?

El término gentrificación, acuñado por la socióloga británica Ruth Glass en los años sesenta del siglo pasado, se refiere al reacondicionamiento de espacios urbanos para ser ocupados por personas de clases sociales más privilegiadas que sus habitantes tradicionales, quienes son expulsados.

A lo largo de las décadas, el término se utilizó para describir este fenómeno, causado no solamente por las movilidades de las clases más pudientes, sino también de estudiantes, inversionistas especuladores y turistas. Estos últimos son los que han popularizado el vocablo, sobre todo en ciudades como Venecia, Barcelona, Londres o Nueva York, en donde inmobiliarias han adquirido y remodelado casas y apartamentos en las zonas más turísticas para alquilarlas, por medio de plataformas como Airbnb o Booking, a visitantes que solo están de paso, pero que les producen mayores ingresos que los residentes permanentes.

Esta combinación de turistificación, es decir, la conversión de un lugar en un enclave dedicado y dependiente del turismo, y del cambio de uso de viviendas existentes o la demolición de viviendas y la construcción de nuevos apartamentos de alquileres temporales, es lo que genera la gentrificación en ciudades de alta visitación.

Ahora bien, ¿sucede esto en el litoral de Guanacaste, muy dependiente del turismo? En Guanacaste hay lugares muy turistificados, como Tamarindo o El Coco, pero no exactamente ha ocasionado la compra, por parte de nuevos residentes y especuladores, de viviendas ocupadas por locales y su reacondicionamiento, como sucedió en Venecia o Barcelona. Lo que se da más bien es el uso de territorios abiertos y sin construcciones existentes, cerca de la costa, dedicados a actividades agrícolas, o que permanecían ociosos, para construir viviendas y condominios de lujo.

Esto acontece a través de un cambio de uso del territorio, que no necesariamente provoca la salida de los habitantes locales, sino que genera la formación de lo que hemos llamado “territorios disonantes”, caracterizados por los contrastes escandalosos entre la opulencia y la carencia, el lujo y la precariedad, la desigualdad y la exclusión en contextos muy próximos entre sí, en donde conviven, en condiciones muy desiguales, barrios populares y empobrecidos con condominios cerrados y residencias de lujo.

En la gentrificación en contextos urbanos es claro que esta exclusión y desigualdad también se dan, pero existen más posibilidades de movilidad por parte de las personas que ya no pueden permitirse vivir en un barrio gentrificado. En contextos rurales—y en el guanacasteco en particular—estas posibilidades son mucho más limitadas. La falta de opciones laborales y la alta dependencia del turismo, así como las distancias mayores, limita que las personas puedan desplazarse a vivir a otras comunidades más accesibles y menos encarecidas.

Al anunciarse Costa Rica como un paraíso verde, con selvas y playas a entera disposición del turista y del inversionista—así nos hemos promocionado desde los ochenta—, la inversión y el desarrollo inmobiliario van a procurar los territorios que reúnan esas características.

Entonces, el auge de la construcción relacionada con el sistema turístico en Guanacaste hace que se construyan espacios en territorios que calzaban con ese imaginario: abiertos y naturales, de gran belleza escénica y próximos o con vista al mar. Esto no necesariamente va a provocar la salida de las poblaciones locales—los espacios donde viven los habitantes locales no son del interés de estos desarrolladores—pero sí los van a dejar en una situación de exclusión y desigualdad persistentes, y eso puede ser aún peor que la gentrificación.

La disonancia se manifiesta en el condominio de lujo, con su propio acueducto, encerrado en su propia burbuja de amenidad, con servicios de ocio hechos a su medida, a una calle de distancia de una población local con todo tipo de problemas y carencias como la de escasez de agua, la falta de alcantarillado, calles sin asfaltar, viviendas deterioradas, amenaza de desastres naturales, violencia y crimen organizado.

Vivir en estas condiciones por supuesto que encarece el costo de la vida, debido a que aumenta la oferta de servicios destinados a los nuevos ocupantes, pero no la dedicada a los locales. Todo esto conduce a la precarización de las condiciones de vida de los habitantes locales y de los migrantes internos o del sur global, dedicados a trabajos de servicio de menor remuneración.

Ahora bien, ¿deberíamos abandonar el término gentrificación al hablar de lo que sucede en Guanacaste? No necesariamente. Usar la palabra facilita que nos entendamos, en términos generales, y también ayuda a la divulgación de este tipo de problemas; tiene una ventaja en la escena política y activista.

Sin embargo, Guanacaste y otras regiones costeras del país tienen particularidades que también deben verse con cuidado, para no caer en las generalizaciones que nos llevan a ver realidades muy distintas como si fueran la misma cosa.

*Coordinador del Observatorio de Turismo y Migraciones (Obtur) de la Sede Regional Chorotega de la Universidad Nacional (UNA).

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Más allá de la maquila y el turismo

“El sistema político no ha sido capaz de reformar o redefinir el estilo de desarrollo nacional, para conciliar los intereses del progreso social y económico con los de la sostenibilidad fiscal y ambiental” (Informe Estado de la Nación, 2024).

Álvaro Vega Sánchez
Sociólogo

En la era de las nuevas tecnologías digitalizadas, la robótica y la inteligencia artificial un país que solo apuesta al turismo, con toda y su riqueza en biodiversidad, y a la maquila, aunque sea de alto nivel para suplir recurso humano calificado al parque industrial de zonas francas, está destinado al subdesarrollo.

Lamentablemente desde hace rato -y hoy con más insistencia- una clase gobernante corta de miras viene celebrando cada cuatro años logros macroeconómicos de crecimiento, en gran medida fluyendo hacia afuera y hacia arriba, con un goteo insuficiente que solo alcanza a beneficiar a un pequeño sector de trabajadores de maquila de punta. Y la mayoría de los trabajadores, en un mercado laboral que se contrae, con ingresos que no alcanzan a superar los del año 2014 (Informe Estado de La Nación, 2024).

Una suerte de conformismo y sumisión a los dictados de poderes fácticos, incluidos algunos organismos internacionales, nos tienen postrados en el subdesarrollo. Los gobiernos neoliberales predominantes hasta hoy se han conformado con administrar una deuda que se perpetúa y logros pírricos en reducción de índice de pobreza. Además, dedican buena parte de su gestión a desviar la atención de sus complicidades con sectores económicos poderosos, a quienes han venido tolerando el no pago de impuestos e incluso ´premiándoles con amnistías tributarias, mientras buscan chivos expiatorios y los exhiben en plaza pública (“pensionados de lujo”, empleados púbicos, entre otros). Asimismo, impulsan obras de infraestructura cuyo fin principal es, vía efecto de demostración, obtener dividendos político-electorales (la accidentada y siempre inconclusa ruta 27 y ahora el tramo de Limonal-Caldera que cambió el cemento por asfalto, una obra que empieza bien y termina mal).

Por ningún lado aparecen las políticas visionarias de largo plazo que nos hagan soñar e ilusionarnos con la posibilidad de salir del subdesarrollo. Brillan por su ausencia verdaderas políticas y acciones para constituir un vasto y pujante conglomerado empresarial e industrial nacional. Con deficientes, por no decir inexistentes, políticas en educación, cultura, ciencia y tecnología, así como con cada vez menos recursos destinados a estas áreas no podemos aspirar a ser parte de los países con mejores indicadores de desarrollo humano sostenible, aún y cuando hemos demostrado tener el potencial para lograrlo.

El vicepresidente de la Cámara de Exportadores de Costa Rica (CADEXCO), don Jorge Calderón, en una reciente entrevista destacaba la necesidad de transitar cuanto antes hacia una economía digital, para lo cual contamos con el potencial humano necesario, con talento e ideas innovadoras. Pero hay carencias sustantivas en apoyo financiero, incentivos para los innovadores, más vínculos ente la academia y el sector productivo, bilingüismo, interconectividad de alcance nacional, etc. Por consiguiente, insiste en la necesidad de un pacto o concertación intersectorial y gremial que, trascendiendo intereses político-electorales, permita crear las condiciones para marcar un nuevo hito en el desarrollo de la capacidad productiva y competitiva del país (Programa La Lupa CR. Jueves 19 de diciembre 2024).

¿Qué ganamos con celebrar hoy con bombos y platillos que somos líderes en crecimiento económico entre los países miembros de la OCDE, sí nos disputamos los primeros lugares en desigualdad? ¿Qué ganamos con salarios mínimos relativamente altos si somos uno de los países más caros para vivir? Si no alcanzamos a superar estas contradicciones fundamentales (crecimiento con desigualdad y salarios medios con alto costo de la vida) no hay verdaderos motivos para celebrar.

Insistimos, nos es solo por la vía de la atracción de inversiones extranjeras que engrandezcan el parque empresarial de zonas francas, ni solo elevando la oferta turística, bajo modelos de “enclaves económicos”, que vamos a dar el salto que necesitamos. Es fundamental apostar ahora al desarrollo de capacidades científicas y tecnológicas al servicio de la equidad, la sostenibilidad y el bienestar humano, como bien lo ha destacado el Dr. José María Gutiérrez: “La consolidación de una comunidad científico-tecnológica robusta le permite a un país generar conocimiento original sobre su propia realidad natural y social, y es clave para que podamos transitar por senderos de prosperidad y equidad. Lamentablemente los modelos hegemónicos de las últimas décadas no le han prestado la debida atención a nuestro desarrollo muy pobre, por debajo del promedio latinoamericano. En fin, lo inadecuado de estas políticas nacionales va de la mano de la aridez de las propuestas de desarrollo que han prevalecido en el país en las últimas décadas” (Gutiérrez, José María, 2019).

En vísperas de un nuevo año electoral, más allá de concurrir a una contienda al estilo populista tan de moda, del discurso grandilocuente y de las promesas de siempre, quienes aspiren a ejercer liderazgo político podrían ensayar construir juntos, más allá de sus feudos partidarios, alternativas viables para conducir al país hacia un nuevo estilo de desarrollo que, como señala el Informe del Estado de la Nación “reconcilie progreso social y económico con sostenibilidad fiscal y ambiental”. Es una deuda del sistema político que urge saldar, si pretendemos retomar el camino del desarrollo con dignidad, justicia y equidad.

La principal crisis del país es fundamentalmente de imaginación política y de falta de voluntad de diálogo. Es posible hacer una tregua, para bajar el perfil de la confrontación y disponerse de manera reposada y sensata a conjuntar ideas y voluntades. Recuperar el espíritu de distención que facilite una nueva convergencia ética y humanista, al estilo del liderazgo de los años 40 y 50 del siglo pasado, para proyectar la Costa Rica de los próximos 50 años. Nuestros hijos, hijas, nietos y nietas se lo merecen.

“Aunque los retos no tienen precedentes y aunque los desacuerdos son enormes, la humanidad puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras opiniones” (Harari, Juval, 2018).

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Información compartida con SURCOS por Lorea Pino.

La explotación de la hospitalidad: turismo en Guanacaste, Costa Rica

Marinus Gisolf*
Agosto, 2024

El turismo depende de dos componentes básicos: el transporte y la hospitalidad. Estos dos componentes han experimentado grandes cambios a lo largo de la historia. El caso del desarrollo de los medios de transporte está bien documentado, pero es este último elemento, el de la hospitalidad, el que ha recibido mucho menos atención. La práctica de la posada o la recepción de huéspedes en una casa residencial es tan antigua como la propia humanidad, y se denomina la hospitalidad social. No obstante, la comercialización de esta hospitalidad despegó a partir del siglo XVII, y alcanzó proporciones industriales ya en el XIX, con los balnearios y los spas. Después de la segunda guerra mundial, esta forma de hospitalidad siguió las tendencias de mercado del capitalismo, y destaca la separación cada vez más llamativa entre cliente y proveedor. Es el turista, como cliente, quien es exigente dentro del marco comercial de la hospitalidad, como mercancía con valor de mercado; mientras que la relación original huésped-anfitrión desaparece del panorama. Una vez que las grandes inversiones internacionales empezaron a desplegarse en Costa Rica, no sólo cambió el concepto de la hospitalidad, sino, lo que es más importante, toda la estructura económica de una provincia, en este caso, Guanacaste.

Cae la tarde en Tamarindo, distrito costero de esta provincia costarricense. La calle paralela a la playa empieza a llenarse de gente tras el calor de la tarde. Frente a un pequeño bar abierto se detiene un gran 4×4 -supuestamente de alquiler- del que se bajan tres cuarentones de complexión robusta que conversan en voz alta en inglés. El acento delata un origen tejano. Uno de ellos entra en el pequeño bar para comprar cerveza, dos «six-pack». Paga con un billete de 50 dólares, y recibe diez mil colones de cambio de la mujer que está detrás de la barra. Se hacen bromas sobre los miles de colones que el hombre recibe de cambio. En esencia, son unos 20 dólares, y él ha pagado unos 30 por sus 12 latas de cerveza; casi dos dólares y medio por lata, que apenas cuesta un dólar en la tienda.

Los efusivos norteamericanos vuelven a su carro y se marchan, mientras la mujer detrás de la barra los mira con desprecio, y un cliente local con una gaseosa en la mano niega con la cabeza. “Estúpidos gringos,” piensan. “Estúpidos costarricenses con su astucia campesina,” piensa el gringo. Ambos se desprecian. El costarricense que intenta explotar al turista, y el turista que quiere derrochar todo en su semana de vacaciones al año, y no le importa ese jaleo del dinero, y menos aún esos estúpidos locales. El desprecio de los gringos afecta, sobre todo, a las mujeres locales. Entre ellas las hay, en efecto, quienes intentan sacarles todo el dinero posible a los norteamericanos; esencialmente un mercado infeliz de relaciones sociales asimétricas. El joven cliente de la gaseosa, el que presenció la escena de las cervezas, Carlos es su nombre, paga. La mujer de la barra le dedica una cálida sonrisa. Carlos se pone el casco, se sube a su moto y se va al pueblo de Cartagena, más arriba, a entrenar con su equipo de fútbol.

Lugares del litoral de Guanacaste, como Tamarindo, El Coco o Flamingo, tienen muy poco que ver con el resto de Costa Rica, y parecen ser enclaves dentro de la provincia. Muchos turistas llegan a ‘resorts’ de playa a través del aeropuerto internacional de Liberia y, tras aterrizar, siguen en coche de alquiler o en autobús de lujo a toda prisa hasta el destino de playa, porque de eso se trata y no del camino hasta él. No se trata de unos pocos hoteles de playa, sino que ahora han surgido grandes ‘resorts’ con cientos de habitaciones, piscinas gigantescas y varias opciones de restaurantes. Es el tipo de ‘resort-hotel’ que forma un pueblo en sí mismo, y pretende mantener al turista dentro de su propio cerco, fuertemente vigilado: las comidas y el entretenimiento están incluidos en el precio.

¿A cuáles bolsillos va el dinero que entra? ¿Entra realmente o se queda parcialmente en el país de origen de las cadenas hoteleras internacionales? Si bien, todas estas enormes inversiones extranjeras ayudan al mercado de divisas de Costa Rica, al mismo tiempo es necesario plantear la cuestión de su utilidad esencial para las comunidades rurales de esta provincia de Costa Rica. El inglés, tan vital para el turismo y aún tan poco hablado en América Latina, es entonces un escollo mayor a la hora de andar por ahí con pantalones negros y camisa blanca con corbatín negro, sonriendo a los clientes. Fíjese en Carlos, que trabaja media jornada en un hotel boutique de playa, de propiedad suiza, y también juega al fútbol en segunda división, con lo que ha ganado lo suficiente para comprarse una moto.

Así que, lo que investigan principalmente los científicos locales gira en torno a la pregunta clave ¿de qué región costera se trata? ¿La región como espacio según la mirada de los turistas, o como los inversores u otros extranjeros esperan crearlo? ¿O el hogar de una población local? Se trata del turismo como producto de exportación, como ocurrió con la exportación de carne en la misma región el siglo pasado: miles de hectáreas de bosque fueron sacrificadas para servir a las cadenas de hamburguesas norteamericanas. Los dos factores principales que provocaron las mayores fricciones en toda esta región costera, según los científicos de las universidades locales, fueron la falta de participación y, por tanto, de implicación de la población local y, además, la injerencia exterior de las grandes empresas multinacionales a través de inversiones directas. Son precisamente estos dos elementos los que dieron origen al término neocolonialismo, que muchos investigadores utilizan para referirse al fenómeno.

Lo que en las universidades se analiza principalmente es el cambio dentro del propio sistema capitalista. Económicamente, en las modernas economías de mercado, el concepto de riqueza se refiere únicamente a lo que tiene valor monetario. Los bienes o servicios cuyo valor no puede expresarse en términos monetarios -valor de cambio de mercado- no se incluyen en el concepto de riqueza. Esto significa, entre otras cosas, que la naturaleza pura tampoco está incluida, ya que no representa un valor de mercado -financiero. La destrucción de la naturaleza no se registra entonces como una pérdida contable. Por el contrario, la tala, el arranque o la caza de flora y fauna es un componente importante para aumentar la riqueza, desde el punto de vista de las economías de mercado.

Esta vertiente formal, en la que el valor de algo lo determina el mercado, se ha impuesto en la actualidad. Esto ha llevado cada vez más al uso del capital para ganar más dinero sin ser productivo. La especulación en bolsas es un ejemplo de ello, al igual que el comercio de bienes inmuebles –más que todo en zonas de playas-, de seguros, o divisas. Esta forma de comerciar sin añadir ningún valor a un producto o a una comunidad o a un país entero, que no se enriquece ni en un céntimo, ha tomado protagonismo. La mentalidad de la gente se ha adaptado a ella y, hoy en día, lo que importa mucho más es cuánto se gana y no cuánto produce alguien, física, mental o culturalmente. Es esta premisa la que ha llegado a dominar en el mundo occidental y cada vez más en el resto del mundo. No sólo eso, en una de las mayores actividades económicas del mundo que puede resumirse bajo el concepto de turismo, podemos observar una evolución similar.

Se han escrito miles de artículos sobre qué es y cómo funciona el turismo, y es uno de los fenómenos sociales más estudiados de los últimos 50 años. Y no sólo eso: casi todo el mundo occidental ha sido turista alguna vez, así como anfitrión de viajeros. La actividad turística es o debería ser una copia fiel de la sociedad en la que se desarrolla. Si no es así, como en el caso de Guanacaste, surgen tensiones sociales. Estas cuestiones se relacionan entonces directamente con el desarrollo de lo que a veces se denomina postcapitalismo: el predominio de la forma del capitalismo sobre su fondo como influencia exterior a Costa Rica. De nuevo, suenan entonces las campanas de las influencias neocolonialistas.

La hospitalidad comercial se reduce a un eslogan publicitario que promueve lo idílico y lo paradisíaco. La autenticidad del encuentro entre lo local y lo extraño se transforma así en un mundo experiencial de fastuosa belleza, impresionantes fenómenos naturales, animales exóticos de bellos colores, e incluso se tiende al cuento de hadas. En esencia, gira entonces en torno al encuentro del turista consigo mismo y al reflejo de sus propias emociones. La apariencia en sí y, por tanto, la superficialidad, son las consecuencias, mientras que la forma domina sobre el contenido. Se trata de espacios impersonales, como los que ofrecen las cadenas hoteleras internacionales, que propugnan lo mismo en todo el mundo, basándose en estándares occidentales con un toque autóctono aquí y allá.

Entre estas tendencias globales, la gastronomía es quizá la más llamativa: los tacos mexicanos, las pizzas italianas, las paellas españolas, los sushis japoneses o el curry indio hace tiempo que se han adaptado a un sabor unitario, despojando a los ingredientes individuales de sus aromas y sabores más intensos. Se oye entonces el grito de la uniformidad, que sólo indica que la forma en que se produce el encuentro entre el forastero y el lugareño sólo cubre lo externo y los auténticos elementos sustanciales quedan cada vez más disimulados. La forma de este tipo de turismo hace hincapié en el presente, remitiendo el pasado -o el futuro- a los museos. El turismo como forma intenta ignorar el tiempo, donde los turistas pueden comer y beber cuando quieran sin preocupaciones. La dictadura del tiempo, a la que la mayoría de los occidentales suelen estar sometidos en sus propios lugares de residencia, se levanta entonces brevemente.

Al igual que en el capitalismo como forma, la ganancia monetaria se ha desvinculado cada vez más de la productividad. Este tipo de turismo ha perdido muchos vínculos con una hospitalidad original, y la propia experiencia del turista ocupa un lugar cada vez más central. Son estas experiencias las que deben animar al turista a rendirse de nuevo tras sus vacaciones al estricto patrón de días, meses, años: la dictadura del calendario. En sus vacaciones, el turista no huye tanto de su ciudad natal como de la presión del tiempo, que no le permite ni un segundo de descanso. El turismo contemporáneo, como expresión de una hospitalidad comercial que aboga por los espacios impersonalizados y lo intemporal, encaja a la perfección con la vertiente formal del capitalismo y, por tanto, con el neoliberalismo pragmático.

Para los turistas occidentales que visitan Costa Rica, la playa puede ser un espacio ajeno a ellos, pero han venido para adueñarse de ella, desnudarse hasta el mínimo permitido -o incluso menos- y tomar el sol tranquilamente, a menudo con personal a mano para proporcionarles bebidas y aperitivos. Esto es lo que estos turistas han venido a buscar, porque esto es en lo que les han hecho creer: el paraíso tropical “virgen”, con las hermosas playas casi rubias, las palmeras que susurran suavemente, casi ni un alma que ver, con sólo el murmullo arremolinado y decreciente de un oleaje ondulante mezclado con el breve piar de pájaros, y un ligero olor a agua de mar -el Océano Pacífico casi no deja olor en esta región.

Sin embargo, un puñado de futbolistas gritando, las risas chillonas de las señoras locales, y una radio tintineante, no están entre esas estampas idílicas, como tampoco lo está el olor a cebolla frita o a carne asada. Una población local para la que la playa tiene una función totalmente distinta choca entonces frontalmente con lo que quieren los inversionistas extranjeros. Éstos no sólo compran los terrenos para sus grandes complejos hoteleros, sino que también piensan que pueden adueñarse de las playas, aunque pertenezcan al Estado y deban seguir siendo accesibles a todo el público. En este contexto también se oye el grito del neocolonialismo.

No obstante, el capitalismo siempre ha tenido un lado de contenido desde el punto de vista del capital y, sobre todo, de la productividad. Una iniciativa requiere una inversión, y ésta debe conducir a la producción de bienes o a su valor agregado. Este valor se relaciona directamente con los costos involucrados. Como tal, la inversión inicia una vida económica y con el capital se reproduce. Sin embargo, este concepto de contenido ha pasado a un segundo plano, sobre todo después de la segunda guerra mundial, mientras que ahora prevalece el lado formal: el valor de algo sólo lo determina el mercado.

Ni la producción capitalista dirigida a generar riqueza, ni la hospitalidad social del turismo dirigida a generar experiencias sociales han desaparecido, sino que simplemente perviven en el seno de las comunidades de todos los continentes del planeta -en unos más que en otros. La hospitalidad social implica entonces un encuentro entre anfitriones por un lado y huéspedes por otro. Los huéspedes se comportan como tales y expresan su gratitud por la acogida que se les ha dispensado. No existen entonces espacios impersonales, sino lugares acogedores, donde uno puede sentirse como en casa. Uno escucha, observa y aprende, y esto se aplica entonces a ambas partes. La importancia de la cultura y, por tanto, del pasado, es inseparable de este encuentro con extraños, porque se trata de lo propio, que se pone a prueba frente a la mirada de los foráneos.

Tradicionalmente, las formas de acoger a los extranjeros se han establecido culturalmente en las comunidades. Mientras que en el turismo del siglo XXI las habitaciones de hotel son espacios impersonales para dormir, carentes de emociones, en nuestras propias casas o con nuestros anfitriones, un dormitorio es un lugar cálido, donde se han aferrado muchas emociones a lo largo del tiempo. Son encuentros entre «nosotros» y «ellos», donde en realidad somos ambos a la vez. El encuentro se toma en serio y se le dedica tiempo. Los visitantes intentan transformar espacios que les son extraños en lugares familiares, y buscan ante todo un vínculo de amistad con sus anfitriones. Es este encuentro entre personas, que puede darse en cualquier parte del mundo, el que sirve de base para ampliar los horizontes de cada uno: uno se encuentra en el reflejo con el otro.

Un día conducía por una playa llamada Brasilito, en el noroeste de la costa de Costa Rica, también en Guanacaste, y vi un par de coches de policía aparcados. Me detuve y miré por la ventanilla. Había obreros municipales instalando bolardos de hormigón, mientras un pequeño grupo de lugareños miraban y gritaban enojadamente. Unos ocho policías observaban desde una pequeña distancia. Me bajé y vi rápidamente de qué se trataba: los bolardos se habían colocado para impedir el acceso en carro a la playa. Instintivamente, yo también me enfadé. Hacía tiempo que se había prohibido acampar en la playa, pero para que los excursionistas de la zona fueran a comer allí con sillas y mesas, ollas y sartenes, se necesitaban coches o carretas de bueyes. Eso ya no era posible, cortando una tradición sobre todo cultural. Hice unas cuantas fotos y me sentí como un periodista.

Así que se trataba de una ordenanza municipal, razoné, destinada a hacer esta playa más idílica para los turistas, sin la interferencia de las alegres familias locales. No era tan novedoso, ya que esto había ocurrido antes en la cercana playa Conchal, con el hotel Meliá Resort de 300 habitaciones cerca. Al parecer, se quiere evitar el choque entre dos tipos de hospitalidad, y cada uno tendría su propia playa; una extraña solución que plantea una interrogante sobre el concepto de soberanía y, por tanto, de neocolonialismo.

La mera masificación de la hospitalidad comercial en los llamados países del Tercer Mundo, los impactos medioambientales y climáticos resultantes y los flujos de dinero asociados se centran en última instancia en satisfacer necesidades evocadas artificialmente desde los países occidentales. Se plantea entonces la cuestión de hasta qué punto las vacaciones no son más bien una compulsión, impuesta por la dictadura del tiempo de la mano de la presión de las economías de mercado, que convencen a la gente de que necesitan viajar. La hostelería comercial funciona cada vez más como una vasta maquinaria en la que se absorbe al público. Aunque en Costa Rica la potencia colonial original hace tiempo se retiró, sigue existiendo la presión occidental – ahora no sólo de Europa, sino sobre todo de los Estados Unidos – para aumentar su influencia económica en este tipo de países pequeños. Algunos lo llaman neocolonialismo, otros, influencias neoimperialistas, o incluso se oye el grito de la aplanadora globalizadora.

No hace mucho acompañé a Carlos, el camarero futbolista, al campo de fútbol de Cartagena, donde iba a dirigir un entrenamiento de colegiales estadounidenses de entre 13 y 15 años, que venían a jugar al fútbol y a conocer el país. Los chicos con algunos padres se alojaban con familias de allí, y todo el conjunto formaba una gran familia que se comunicaba entre sí utilizando las manos, y sobre todo los pies, con algunas palabras en inglés de por medio. Carlos organizó una sesión de entrenamiento con algunos compañeros y también con los jóvenes del club local. El tiempo era mucho más fresco por la tarde, el sol estaba más bajo, y ya empezaban a proyectarse sombras más largas. Los jóvenes corrían, gritaban y entraban en contacto con otra cultura a través del deporte. Lo que más me gustó fue que Carlos estaba disfrutando, rugiendo palabras en inglés como si dominara el idioma, y todos los demás estaban completamente implicados. Respirando entusiasmado después, me confesó: “en realidad son como nosotros, ¿verdad?”

Un turismo que no se basa tanto en su vertiente formal de una estricta relación cliente-proveedor, sino en el contenido de un encuentro basado en la hospitalidad social y las normas locales que conlleva, ofrece al estresado hombre occidental una oportunidad de ir más allá del cuidado de su propio cuerpo y bienestar. Escapar del yugo del tiempo puede ser un motivo para que muchos se suban a un avión o a un tren, pero sigue siendo una medida temporal que aporta poco al propio desarrollo humano, y es improductiva en ese sentido. Así pues, el turismo de contenidos no es tanto una liberación de la dictadura del tiempo, sino un ejercicio para adquirir nuevas experiencias y, sobre todo, para buscar al «otro», tan importante para descubrirnos a nosotros mismos.

Sin embargo, los países receptores de turismo tienen que enfrentar una actividad económica que a menudo no encaja en sus modos de vida tradicionales. El resultado es una adaptación forzada o un rechazo espontáneo. Esta adaptación puede consistir simplemente en aprovecharse de las diversiones que buscan los turistas, como por ejemplo cobrar demasiado dinero por una cerveza. Pero es algo superficial y concierne a la forma. Estadísticas sobre Guanacaste demostraron recientemente que sigue siendo la provincia más pobre del país, con un elevado desempleo entre su población rural, una indicación clara que, desde el punto de vista económico, la productividad está relativamente baja a pesar de las enormes inversiones extranjeras directas en el sector inmobiliario y turístico.

El desarrollo de la actividad turística en Guanacaste requiere de una planificación a largo plazo, basada en fundamentos teóricos y prácticos. En el presente ensayo he propuesto algunos conceptos que sirven para distinguir los diferentes elementos de que consiste el turismo en esta zona y sus influencias en el desarrollo económico y social. Para la urgente reconceptualizión del manejo y planificación del desarrollo turistíco en Guanacaste es indispensable contar con las herramientas teóricas necesarias para poder fundamentar futuras decisiones.

* Consultor turístico y escritor e investigador. Ha publicado los libros The Functionality of the Tourist Supply Chain (2005) y El Turista y la sostenibilidad (2009), además de una considerable cantidad de artículos académicos en diferentes revistas especializadas de Costa Rica y otros países. También es el autor y gestor del sitio web tourismtheories.or , en el que expone su obra y pensamiento acerca del fenómeno turístico, y que además sirve de repositorio de muchos de sus artículos. Con el presente ensayo, el señor Gisolf participa como autor invitado en el OBTUR.

Esta es una publicación de la Universidad Nacional, compartida con SURCOS por el Observatorio de Turismo, Migraciones y Sustentabilidad de la Región Chorotega (OBTUR).

Fuente: https://www.obtur.una.ac.cr/index.php/la-explotacion-de-la-hospitalidad-turismo-en-guanacaste-costa-rica