Ir al contenido principal

Etiqueta: Ucrania

Alternativas. Ucrania: ¿Una Guerra Programada?

El programa Alternativas le invita el día 27 de octubre al programa: Alternativa Internacionales, donde se hablará del tema: “Ucrania: ¿Una guerra programada?» 

El programa se llevará a cabo a las 6:00 p.m. por Facebook Live Alternativas, también a través de las diferentes plataformas digitales y en la retransmisión radial por medio de Radio La Gigante 800 am el próximo sábado. 

Obligada aclaración

José Luis Callaci

Al igual que otras personas, que en esta guerra entre el protagonista principal de uno de los bandos como lo es la OTAN y Rusia, creemos tener claro nuestros puntos de vista sobre rechazos y apoyos.

Decimos esto partiendo, en primer lugar, del conocimiento y análisis de los irrefutables hechos y de que antes de emitir una opinión hemos sacado nuestras propias conclusiones, utilizando el debido sentido común y la propia lógica que abonan a la razón.

Lo hemos hecho partiendo también de la historia completa sobre cómo se originó este conflicto y cuáles han sido sus móviles y no de un solo episodio de este.

Así que no estando alguien de acuerdo con nuestras apreciaciones bienvenidas sean las contrarias, siempre y cuando no vengan acompañadas de esas acostumbradas descalificaciones, y de esa maliciosa insinuación de ser víctima de la propaganda de una de las partes.

Tan temeraria afirmación es inaceptable y ofensiva y no merece respuesta de nuestra parte ya que nos cuesta mucho, y nos disculpamos por ello, bajarnos a ese nivel.

¿Fue un grave error o algo diferente?

José Luis Callaci

Por José Luis Callaci

En la reciente visita del presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, a Canadá se produjo un escándalo internacional de grandes proporciones.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau y la élite de ese país recibieron con efusivo deseo de complacer a Zelenski al invitarlo a una sesión del parlamento, junto con un viejo residente de origen ucraniano de nombre Yaroslav Hunka a quien el presidente del Parlamento, Anthony Rota, lo presentó como «un héroe» de la primera división ucraniana durante la Segunda Guerra Mundial, ante los cerrados aplausos de los presentes.

Pero lo que no dijo u omitió decir es que esa división también era conocida durante la invasión de la Alemania nazi como la división Waffen SS Galizien, al mando del Tercer Reich y cuyos miembros fueron declarados criminales de guerra por el Tribunal Internacional que los juzgó.

Es sabido que después de la guerra muchos países se convirtieron en refugio para muchos criminales nazis. Cuando algunos medios masivos de comunicación publicaron fotos antiguas de Yaroslav Hunka con el uniforme nazi junto a otros miembros de la Division Waffe SS, los titulares destacaban que los diputados canadienses homenajearon a un criminal.

La representación diplomática de Polonia en Ottawa reaccionó indignada manifestando que su país no tolerará que se rindan homenajes a los nazis en cualquier lugar del mundo y exigió las debidas disculpas al Gobierno canadiense. Por su parte el Centro Simon Wiesenthal, que busca a los criminales nazis por todo el mundo, declaró que la división de Hunka era responsable de crímenes horrendos contra civiles inocentes y exigió de igual forma las disculpas de las autoridades canadienses, no solo con los sobrevivientes del Holocausto sino con todas las víctimas del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.

El primer ministro Trudeau optó por no disculparse por ese indebido homenaje a Hunka y descargó toda la culpa al presidente del Parlamento canadiense. Quedan muchas interrogantes de este lamentable y censurable hecho. Entre ellas: ¿fue un grave error o algo diferente?

Cuba enfrenta operaciones de trata de personas con fines de reclutamiento militar

Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba

El Ministerio del Interior detectó y trabaja en la neutralización y desarticulación de una red de tráfico de personas que opera desde Rusia para incorporar a ciudadanos cubanos allí radicados, e incluso algunos procedentes de Cuba, a las fuerzas militares que participan en operaciones bélicas en Ucrania. Se han neutralizado intentos de esta naturaleza y se han iniciado procesos penales sobre personas involucradas en estas actividades.

Los enemigos de Cuba promueven informaciones distorsionadas que buscan empañar la imagen del país y presentarlo como cómplice de estas acciones, que rechazamos categóricamente.

Cuba tiene una firme y clara posición histórica en contra del mercenarismo y desempeña un papel activo en las Naciones Unidas en repudio de esa práctica, siendo autor de varias de las iniciativas que se aprueban en ese foro.

Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania. Está actuando y actuará de manera enérgica contra quien, desde el territorio nacional, participe en cualquier forma de trata de personas con fines de reclutamiento o mercenarismo para que ciudadanos cubanos hagan uso de las armas contra cualquier país.

La Habana, 4 de septiembre de 2023

(Cubaninrex)

Los estertores de la Pax Americana: La guerra de dos potencias en Ucrania

Gilberto Lopes

San José, 18 agosto 2023

No se trata de una guerra entre Rusia y Ucrania sino de una guerra en territorio ucraniano entre dos potencia nucleares, que estiman estar defendiendo intereses estratégicos esenciales. Esa es la opinión de un destacado y veterano diplomático brasileño, Jorio Dauster, hoy consultor de empresas.

O, en palabras de Luis Cebrián, exdirector del diario español El País, no se trata de una guerra entre Rusia y Ucrania, sino de una guerra por correspondencia entre la OTAN y Rusia. Una guerra de la que ninguno puede salir como perdedor absoluto “si aspiramos a una paz duradera en Europa”, o a evitar que se desate una tercera guerra mundial.

Para Dauster, lo que estamos viendo “es la trágica evolución de un conflicto de poder que tiene muy poco o nada que ver con el disfrute de la democracia por el pueblo ucraniano”. De lo que se trata es de la imposibilidad de que Rusia aceptara la expansión de la OTAN hasta su bajo vientre. Ningún ruso –nos recuerda– olvida que Napoleón y Hitler llegaron a Moscú cruzando las vastas planicies ucranianas.

Cebrián, en un artículo publicado en El País el pasado 13 de agosto, pide analizar no solo las causas próximas de esa guerra, sino también las lejanas. Cita el auspicio de Washington al golpe de Estado en Ucrania, en 2014; la invasión rusa de Crimea y la elección de Jens Stoltenberg como secretario general de la OTAN, “que ha llevado a cabo una política oportunista de declaraciones de cooperación con Rusia y despliegue de fuerzas en los países de Europa central”.

Consecuencia inmediata de esta guerra, dijo Cebrián, ha sido la absorción de la Unión Europea por una alianza militar.

Lo que está en juego

Lo que observamos en Ucrania –resumió Dauster– “es un intento de Estados Unidos, usando la OTAN como masa de maniobra, de postergar su gradual pérdida de poder hegemónico, amenazado por la impetuosa ascensión de China”.

Estados Unidos estaba decidido a impedir que Alemania y gran parte de Europa se transformase en una “colonia energética” de Rusia. Eso explica la destrucción de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, que abastecían Alemania con el barato gas ruso, en atentados cuyos autores han permanecido en una bien iluminada sombra.

La naturaleza y la importancia de lo que estaba en juego para Washington en el conflicto de Ucrania quedó en evidencia desde el primer momento, con la rápida movilización de la OTAN y el monto de recursos asignados para esa guerra, que hoy suman cerca de 100 mil millones de dólares.

A los que se suma la solicitud de Biden al congreso, el pasado 10 de agosto, de gastos de emergencia por 40 mil millones más, de los cuales 24 son para Ucrania, incluyendo 9,5 mil millones para reponer municiones para la artillería ucraniana y otros equipos y 3,6 mil millones para apoyo militar y de inteligencia. Un paquete para atender las necesidades de esa guerra durante el próximo cuatrimestre fiscal de Estados Unidos, que comienza en octubre.

El presupuesto solicitado por Biden incluye también 12 mil millones para reponer las reservas destinadas a la atención de desastres naturales, luego del incendio que destruyó una isla de Hawai.

Pero no es solo Estados Unidos. Alemania anunció, a mediados de agosto, que otorgará una ayuda militar anual de 5,5 mil millones de dólares a Ucrania, en los próximos tres años.

Para dimensionar esos gastos se puede utilizar diversas comparaciones. Quizás sea útil, por ejemplo, hacerlo con la cifra de 33,2 mil millones que maneja en banco de desarrollo de los BRICS (la coalición que agrupa a Brasil, Rusia, India, China y África del Sur, en cuya capital se reunirán en septiembre) para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible. Cuando fue creado, en 2015, el banco estableció un fondo de reserva contingente de 100 mil millones de dólares para enfrentar eventuales problemas de balanza de pagos de los países miembros.

Los estertores de la Pax Americana

Para Dauster, estamos asistiendo, “en tiempo real, los estertores de la Pax Americana”, establecida con el fin del socialismo en el este europeo y de la misma Unión Soviética.

Si Dauster tiene razón (y me parece que la tiene), hay dos escenarios a los cuales dirigir la mirada si queremos entender el estado de una partida –como las de ajedrez– que está en su medio juego.

Uno, más inmediato, es el desarrollo de la guerra, el escenario del conflicto. El otro requiere luces más largas y una mirada hacia diversos horizontes, sobre la que habremos de volver en otro artículo.

Sobre el desarrollo de la guerra, no hay más recurso que acudir a la muy abundante y diversa información pública disponible.

Samuel Charap, cientista político senior de la Rand Co., tituló un polémico artículo, publicado en Foreign Affairs el 5 de junio pasado, “An Unwinnable War”. La idea de una guerra “imposible de ganar” no le gusta a los gobernantes ni a los aliados de Ucrania. La misma Foreign Affairs promovió una discusión en torno a la propuesta de Charap y nos remitió a tres textos, que podían servir como antecedente para el debate.

Uno de ellos, publicado en octubre del año pasado, era el de Andriy Zagorodnyuk, ministro de Defensa de Ucrania entre 2019 y 2020, donde señalaba el camino para la victoria de su país. Para ganar –afirmó– “Ucrania no necesita un milagro; solo necesita que Occidente incremente el suministro de armamento sofisticado”. Para él, Putin, desesperado, tenía claro que estaba perdiendo en el campo de batalla, que no podía imponerse a Ucrania y que no tenía oportunidad contra la OTAN. Y agregaba que solo la derrota de Rusia podía poner fin a las crecientes ambiciones de Putin que, en caso de victoria, se extenderían por Europa, más allá de Ucrania.

Una visión que Steven Myers, un veterano de la Fuerza Aérea norteamericana, miembro del Comité Asesor en Política Económica Internacional del Departamento de Estado durante dos administraciones, no comparte. En declaraciones al periódico USA Today, en julio pasado, Myers afirma que las tácticas militares rusas eran “absolutamente inconsistentes” con la conquista de Ucrania y de otros territorios. En su opinión, ”la agenda era, es y será siempre la de mantener Ucrania fuera de la OTAN a cualquier costo”.

Con luces largas

Quizás valga la pena echar una mirada un poco más atrás. Andrei V. Kozyrev, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia entre octubre de 1990 y enero de 1996, durante el gobierno de Boris Yeltsin, hoy residente en Estados Unidos, un fuerte crítico de Putin, predecía un cambio de régimen en Rusia, en artículo publicado en el New York Times el 20 de julio del 2015. Un año antes, después del golpe de Estado en Ucrania, Rusia se había anexado Crimea, luego de un referendo ampliamente mayoritario a favor de la medida.

Kozyrev analizaba la situación y concluía que “un cambio de régimen en Rusia es inevitable, quizás inminente”. El gobierno de Rusia –agregó– “es simplemente incompatible con las reformas necesarias para un desarrollo económico sostenible, que exige liberalización y competitividad”. ¡Eso dicho en julio del 2015!

Ocho años después, en julio del 2023, Foreign Affairs puso en discusión nuevamente si Ucrania debía o no negociar con Rusia. “The debate how to end the war”, era el subtítulo del texto.

Aliba Polyakova, presidente del Center for European Policy Analysis, y Daniel Fried, exembajador de Estados Unidos en Polonia, defendieron la idea de que ”Ucrania debería buscar la victoria, no el compromiso”.

Si el objetivo es evitar que Rusia amenace las democracias alrededor del mundo, diría Dmytro Nattalukha, presidente del Comité de Asuntos Económicos del parlamento ucraniano, lograr un armisticio en Ucrania no sería de mucha ayuda. El objetivo sería lograr una Rusia menos anti Ocidente y, para eso, “Putin no puede seguir en el poder”.

Un cese al fuego en las actuales condiciones significaría “la victoria de Rusia y un triunfo personal para Putin”, diría Mikhail Podoliak, asesor de Zelensky, poco después de la “conferencia de paz” celebrada a principios de agosto en Arabia Saudita.

Solo días después Stian Jenssen, jefe de gabinete del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltemberg, dijo en un foro en la ciudad de Arendal, en Noruega, que una posibilidad para poner fin al conflicto sería que Ucrania aceptara ceder territorio a Rusia, a cambio de su ingreso a la OTAN. La propuesta fue rechazada por Ucrania. El mismo Podoliak la calificó de “ridícula”, obligando a Jenssen a dar explicaciones sobre lo dicho.

Podoliak tuvo que salir de nuevo al debate, rechazando una propuesta del expresidente francés Nicolas Sarkozy para realizar referendos “bajo estricto control internacional” en las cuatro regiones reivindicadas por Rusia y en Crimea, como una fórmula para resolver el conflicto.

Podoliakk las calificó de “fantásticas” y “criminales” y reiteró que la única forma de terminar el conflicto es con la derrota de Rusia.

Una visión similar a la de Lawrence Freedman, profesor emérito de Estudios de Guerra, en el King’s College de Londres. Para Freedman Putin está quedando sin opciones en Ucrania, donde en todos los escenarios –el militar, el económico y el diplomático– los resultados son negativos para Moscú.

Una victoria rusa “sería una catástrofe” para la OTAN, dice Freedman, para quien lo mejor sería que fuera expulsada de Ucrania y su ejército degrado en ese proceso.

Pero las todavía muy optimistas evaluaciones sobre las posibilidades de Ucrania publicadas hasta junio, o julio, se han ido enfrentando a una realidad distinta.

Para el presidente de Bielorusia, Alexander Lukashenko, un estrecho aliado de Moscú, los objetivos de la “operación militar especial” rusa ya fueron alcanzados. Cuando esta guerra termine, Ucrania nunca más será tan agresiva contra Rusia como lo fue antes, será diferente, estimó. Y agregó: “Ucrania necesita parar la guerra e comenzar a reconstruir su Estado sobre bases más sanas, antes de que deje de existir completamente”.

Es el mismo tono de Moscú, que propuso a los militares ucranianos, el pasado viernes, 18 de agosto, derrocar el régimen de Kiev o deponer las armas.

¿Un acuerdo negociado?

No hay duda de que Ucrania enfrenta una amenaza existencial, en opinión de John Mearsheimer, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, y uno de los “más famosos críticos de la política exterior norteamericana desde el fin de la Guerra Fría”, según la revista The Atlantic.

Mearsheimer no cree en un acuerdo negociado. Cada parte ve a la otra como una amenaza existencial, que debe ser derrotada en el campo de batalla. En esas condiciones, hay poco espacio para un acuerdo. “Los rusos van a conquistar más del 23% de territorio ucraniano que ya han conquistado”, lo que dejará a Ucrania como un estado disfuncional, incapaz de librar una gran guerra contra Rusia. “La mejor solución, por ahora, es la de un conflicto congelado”, estimó.

Pero Podoliak se preguntaba: –¿por qué proponer congelar en conflicto, como quiere Rusia, en vez de acelerar el suministro de armas para Ucrania?

A estas alturas, no parece una opción capaz de cambiar el curso de la guerra. En el frente de batalla, a mediados de agosto la evaluación de Moscú era de que los esfuerzos militares de Ucrania por romper sus líneas habían fracasado. Según el ministerio de Defensa ruso, desde junio el ejército ucraniano ha perdido más de 43 mil hombres y cerca de cinco mil piezas de equipos pesados, incluyendo decenas de tanques occidentales, norteamericanos y alemanes.

Empiezan a asomarse entonces, aunque de forma incipiente, reflexiones sobre las formas de la paz, incluyendo las relaciones de Europa con Rusia. Pero, sobre todo, sus efectos en un escenario internacional como el percibido por Dauster, con Estados Unidos tratando de postergar su gradual pérdida de poder hegemónico, con el mundo asistiendo a los estertores de la Pax Americana, establecida con el fin del socialismo en el este europeo y de la misma Unión Soviética.

En un escenario como ese, la construcción de la paz requerirá más sabiduría que la necesaria para decidir ir a la guerra.

FIN

Desnudando las mentiras

Por José Luis Callaci

Nuestra opinión. Rusia realizó la intervención militar limitada, fuera de sus actuales fronteras, obligada por las circunstancias. Lo hizo en una región considerable de la hoy llamada Ucrania en donde la población RUSA, ¡SI! RUSA, y no simplemente “ruso parlante” ha vivido en esas sus tierras y sus ciudades, del vasto territorio conocido como El Donbas.

No son ni cientos ni miles sino millones los integrantes de esa población que quedó allí atrapada debido a decisiones arbitrarias e inconsultas tomadas en un relativo reciente pasado. Dicha obligada intervención se realizó luego de negociaciones mantenidas durante largos ocho años, que resultaron infructuosas, y no precisamente por culpa de Rusia que procuraba llegar a un acuerdo razonable que garantizara las particularidades culturales de todos los segmentos de la población, parecido a lo que existe en otros países (Gran Bretaña, Canadá, la misma España , etc.), y otras importantes exigencias para proteger su seguridad, sino debido a los engaños de los participantes occidentales (ver testimonios de tácitos reconocimientos hechos por Francois Hollande y Ángela Merkel).

Pero otros eran los planes que venían siendo cuidadosamente elaborados desde hace años. Ante tal cruda realidad a Rusia no le quedó otra opción que, por un lado acudir a desbaratarlos comenzando por impedir que se colocara en su frontera otra base militar hostil de la Alianza Militar conocida como la OTAN, y por tanto proteger su propia seguridad como Estado Soberano, como lo hubiera exigido cualquier otro Estado en iguales circunstancias y por otro, sustentada en valederas razones humanitarias, auxiliar a esa población rusa que venía siendo sometida a todo tipo de humillaciones, vejámenes y ataques genocidas con un costo elevado en vidas de inocentes, en cuenta cientos de niños del Donbas.

Hechos que se venían produciendo a partir del Golpe de Estado del 2014 apoyados por quienes quieren ver a Rusia sometida a un mundo unipolar de claras imposiciones de una parte en detrimento del resto. Un Golpe de Estado que trepó en el poder a ucra nazis que cometieron un sinnúmero de atrocidades no solo con la población civil rusa sino con todos aquellos que no acataran o se opusieran a las políticas de marginalidad y exterminio del régimen.

Sin embargo, lo que se venía planeando desde ya hace años, como el continuar rodeando a Rusia con bases militares no precisamente para protegerse como vienen falsamente repitiendo sino para doblegarla o destruirla porque esa ha sido la constante a lo largo de la historia, y sobran los ejemplos, se frustró.

Solo les ha quedado la opción de hacer circular por medios hegemónicos la propaganda burda de historias parciales contadas al revés, mientras en el campo de batalla se sigue derramando sangre rusa y ucraniana. A las cosas por su nombre. O los hechos, que son causa o antecedentes de un desenlace, se cuentan como son y completos o dejan de ser historias verdaderas, para juzgar o condenar.

Al menos para que la racionalidad y el propio sentido común, por supuesto cuando estos están en uso, permita sacar propias conclusiones sobre quien habla con la verdad y quien lo hace con la mentira. De qué lado están esas irrefutables verdades y de qué lado las mentiras vestidas de verdad.

América Latina en el escenario internacional: el papel de la “quinta columna”

Gilberto Lopes

San José, 25 julio 2023

En Vilnus, un mundo sin América Latina

Pocas reuniones recientes despertaron mayor expectativa internacional que la celebrada por la OTAN en la capital lituana, Vilnus, el 11 de julio pasado. Se discutían los nuevos pasos a dar en apoyo a Ucrania, en su guerra contra Rusia. El resultado se resumió en un largo documento de 30 páginas y 90 párrafos, en los que no hay una sola referencia a América Latina.

Puede parecer normal. El Tratado de la OTAN define el Atlántico Norte como su área de operaciones y a sus 12 países fundadores se han ido sumando otros 19, de los cuales 15 son de Europa del este, luego de la disolución de la Unión Soviética.

Ningún país latinoamericano pertenece a la región, ni es miembro de la institución y, salvo Costa Rica, ninguno se ha sumado a las sanciones impuestas a Rusia por los países de la OTAN y sus aliados.

Pero lo geográfico probablemente no agote la explicación. En las últimas décadas la OTAN ha extendido su membresía por Europa, hasta las fronteras rusas y el comunicado de Vilnus indica, en su primer párrafo, su aspiración a asegurar la defensa colectiva de sus miembros contra todas las amenazas, en una visión de 360 grados. O sea, de todo el mundo.

No se trata de discutir aquí afirmaciones del documento como el carácter defensivo de la organización, ni el reconocimiento de su dependencia de las fuerzas nucleares estratégicas de los Estados Unidos; ni su visión sobre el origen de la guerra en Ucrania, ni los acuerdos adoptados para apoyar el país en su guerra contra Rusia.

Se trata aquí de otro tema: de tratar de entender la reiterada ausencia de América Latina en documentos recientes de potencias y organizaciones internacionales, en los cuales la región, o no es mencionada, o lo es de forma secundaria. En el de la OTAN es completamente ignorada, como ya lo señalamos.

El documento cita diversos casos sensibles para la estabilidad de Europa, como el de los Balcanes Occidentales; cita la importancia de la paz entre Bosnia y Herzegovinia; las relaciones con Serbia, con Kosovo, con Georgia (a la que quieren incorporar a la alianza), con Moldavia, y reconoce que el papel de sus aliados no europeos es esencial para la defensa de Europa.

Señalan a la República Popular China como una amenaza a los intereses, la seguridad y los valores de la Alianza y que el desarrollo de los acontecimientos en la región Indo-Pacifico “pueden afectar directamente la seguridad Euro-Atlántica”. Celebra la contribución de sus aliados en la región, –Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur– y destaca la importancia de las relaciones de la OTAN con las Naciones Unidas, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y la Unión Africana. Reiteran su determinación de impedir que Irán desarrolle armas nucleares; condenan el programa de misiles balísticos de Corea del Norte. Se refieren a los vecinos del sur de la OTAN, particularmente el Medio Oriente, África del norte y el Sahel. Reafirman la intención de estabilizar la situación en Irak; la importancia geopolítica del Mar Negro, del Oriente Medio y África.

Pero América Latina no aparece ni siquiera en el párrafo 68, donde afirman que la seguridad energética juega un papel importante en la seguridad global, en los mismos días en que se confirmaba el descubrimiento en Bolivia de la mayor reserva de litio del mundo.

Ningún lugar para América Latina

Quizás deberíamos buscar un lugar para América Latina en otro sitio. En octubre del año pasado, la Casa Blanca dio a conocer un documento sobre su “National Security Strategy”. Si no deberíamos esperar, en un documento de la OTAN, referencias especiales a América Latina, parecería lógico encontrarla en las definiciones estratégicas de los Estados Unidos, cuya larga y estrecha relación con el hemisferio es parte de la historia.

En la introducción del documento, Biden promete seguir defendiendo la democracia alrededor del mundo y celebra la renovación de una formidable red de alianzas. Primero, con la Unión Europea; luego, con el Quad, en la región del Indo-Pacífico, con la que ha establecido también un marco de cooperación económica. Solo en cuarto lugar cita su iniciativa para la región, la “Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas”, lanzada en junio de 2022.

En las 48 páginas del documento se analiza los intereses estratégicos de los Estados Unidos, por regiones. En lo que se refiere a América Latina, en dos páginas, habla de la promoción de la democracia y de una supuesta “prosperidad compartida”. Entre los objetivos de la Alianza está “restaurar la fe en la democracia” en la región, para lo que promete crear buenos empleos y abordar la desigualdad económica.

No son objetivos menores, con países como el mismo Estados Unidos, o Brasil, aun conmocionados por los intentos por subvertir el orden político y promover protestas violentas para desconocer las elecciones, por los partidarios de los expresidentes Trump y Bolsonaro, para citar solo dos casos extremos de renovadas tensiones políticas, sustentadas en una creciente disparidad económica.

El 27 de enero de 2023 la Casa Blanca pretendió relanzar, en un evento ministerial con la participación de doce países de la región, la propuesta de la Alianza que, pese a todo, languidece sin ninguna perspectiva de desarrollo.

Sin embargo, los que derivan del hecho de que América Latina sea apenas mencionada en estos acuerdos la conclusión de que su papel es secundario en el orden internacional deberían leer las dos páginas en las que la National Security Strategy se refiere a la región.

Ahí se dice que “ninguna región impacta más directamente el país que el Hemisferio Occidental”. Con un comercio anual de 1,9 millones de millones de dólares (1.9 trillón en inglés), “con valores compartidos y tradiciones democráticas”, la región ha contribuido de manera decisiva para la prosperidad y la resiliencia de los Estados Unidos, cuya seguridad y prosperidad está vinculada a la de sus vecinos, reconoce el documento.

Entre sus objetivos están, además, los de “protegernos de interferencias externas, incluyendo las de la República Popular China, Rusia o Irán” y, aliados con la sociedad civil y con otros gobiernos, apoyar la autodeterminación democrática para los pueblos de Venezuela, Cuba y Nicaragua”.

Se reconoce así la intervención en el proceso político de nuestros países, la permanente desestabilización sustentada, en un pasado reciente, por golpes cívico-militares y, actualmente, por sanciones económicas unilaterales cuyos efectos devastadores, en el caso de Cuba, tienen ya más de 60 años. Sanciones condenadas todos los años prácticamente por unanimidad por la Asamblea General de Naciones Unidas, sin que la Casa Blanca acate ninguna de esas resoluciones.

La Quinta Columna

Sometidos a drásticas sanciones, tanto Cuba, como Venezuela y Nicaragua, enfrentan enormes dificultades no solo para mantener su economía funcionando, sino para desarrollar su vida política con cierta normalidad, pues la oposición cuenta a su favor con el deterioro económico provocado por las sanciones de Washington y con el apoyo político de una vasta red de ONGs que financia a la oposición con recursos, publicidad y capacitación profesional.

Muy recientemente, el 20 de julio pasado, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de Estados Unidos, Victoria Nuland, pedía, en una entrevista en el diario conservador brasileño O Globo, que Brasil empleara su “liderazgo” y su habilidad diplomática para influir en las elecciones de Venezuela, para lograr un juego “libre y justo» en el que «todos los candidatos puedan postularse».

El presidente Nicolás Maduro ya se había referido a estas iniciativas norteamericanas exigiendo elecciones libres de las sanciones económicas impuestas al país por Washington, cuya intervención a favor de la oposición hace del todo imposible esas elecciones “libres y justas”.

Lo que quisiéramos sugerir en este artículo es que es precisamente esta “quinta columna”, financiada y organizada por Washington, la que hace innecesario, e inclusive inconveniente, hacer referencias detalladas a las políticas hacia América Latina, en un escenario en el que una intervención externa requiere más bien discreción.

De Vilnus a la CELAC

Pero han ocurrido cambios en el papel desempeñado por América Latina en el escenario internacional. La aparición de Lula, desde que asumió nuevamente la presidencia de Brasil, en enero pasado, es el factor más importante en esos cambios, facilitando el resurgimiento de UNASUR, agregando nuevas propuestas para el tratamiento del conflicto entre Rusia, Ucrania y la OTAN, redefiniendo los términos de las relaciones con la Unión Europea, o sumándose nuevamente a la actividad de los BRICS, que se reunirán en agosto en Sudáfrica.

El 30 de mayo Lula realizó, en Brasilia, una reunión con los jefes de Estado latinoamericanos (con la única ausencia de la del Perú), incluyendo al presidente venezolano, Nicolás Maduro, cuyo aislamiento es parte de la política promovida por Washington, con el apoyo de gobiernos conservadores y de aliados políticos regionales: de la “quinta columna”.

Una quinta columna que desvincula su proyecto de cualquier proyecto de desarrollo nacional y que hace recordar la “quinta frontera”, como la que representaba para Panamá –en palabras del general Omar Torrijos– la Zona del Canal, entonces en manos de los Estados Unidos.

Los factores que unen a la región «están por encima de las ideologías», dijo Lula, en referencia a una posible reactivación de la UNASUR. «Ningún país puede enfrentar de manera aislada las amenazas actuales».

Una idea que reiteró en la reunión con el Foro Empresarial de la Unión Europea, el 19 de julio pasado: –Brasil solo crecerá de forma sustentable con la integración de nuestro entorno regional.

Ante esa realidad, y los cambios que la guerra en Europa significó para el escenario internacional, la corresponsal en Bruselas del diario catalán La Vanguardia, Beatriz Navarro, señaló que “después de años de olvido y desinterés que otros actores globales –léase China– han aprovechado a fondo para expandir su influencia en la región, la Unión Europea volverá hoy su mirada hacia América Latina y el Caribe con la celebración de la primera cumbre de jefes de Estado y Gobierno de ambos bloques desde el lejano 2015”.

Ahí el presidente brasileño volvió a reiterar la necesidad de una alianza que ponga fin a una división internacional del trabajo que solo ha significado pobreza para la mayoría de la región y a nuestro papel de suministradores de materia prima y de mano de obra migratoria barata.

Recordó que en 2009 los países desarrollados acordaron destinar 100 mil millones de dólares al año para los países en desarrollo, compromiso “que nunca fue cumplido”.

La frase nos recuerda que esos cien mil millones de dólares fueron destinados más bien, en algunos meses, a suministrar armamentos a Ucrania, en una indicación de las prioridades de Occidente.

Para el director de la Vanguardia en Madrid, Enric Juliana, la posición de los países latinoamericanos sobre la guerra en Ucrania expresada en la cumbre de la CELAC con la Unión Europea se explicaba porque “no quieren enfrentarse diplomáticamente a Rusia y China, por razones económicas, aunque también políticas”.

A Juliana, como a los líderes europeos, les cuesta entender que, para Lula, es inaplazable reformar la gobernanza global, como expuso en Europa, y que “dividir el mundo en bloques antagónico es una insensatez”.

Con un mundo en transición, quizás valga la pena atender nuevamente a las palabras del académico y diplomático singapurense, Kishore Mahbubani, un personaje que hace falta oír en América Latina para tener una visión más equilibrada de esos cambios. En su libro más reciente, “The Asian 21st century” (de acceso abierto), reitera su idea de que el siglo de predominio norteamericano ha terminado y que los intentos de Washington de contener a China solo terminarán por aislar a los Estados Unidos del resto del mundo. Los editores de su libro esperaban unas 20 mil visitas al texto, dijo Mahbubani, que, sin embargo, superan ya los tres millones (el libro puede ser visto aquí: https://link.springer.com/content/pdf/10.1007/978-981-16-6811-1.pdf?pdf=button%20sticky).

La “quinta columna” no nos ayuda a pensar en ese mundo en el que América Latina no termina de encontrar su lugar, pese a iniciativas recientes por reforzar su unidad y jugar un papel en los esfuerzos de paz que renueven la gobernanza global y pongan fin a una visión del mundo cimentada en bloques antagónicos.

FIN

Desde América Latina un llamado por la paz mundial

Un llamado a la paz entre Rusia y Ucrania

Mensaje a la cumbre de Viena

Colectivo Un Llamado Por la Paz Mundial

Desde Costa Rica, les saludamos un colectivo de organizaciones de derechos humanos quienes unimos nuestras voces consternadas por la pérdida de vidas humanas ucranianas y rusas, la devastación de la infraestructura y hogares, destrucción del medio ambiente y los efectos que la guerra ha traído al mundo entero, con inseguridad y escasez de alimentos y combustible.

Nos unimos al clamor, que se intensifica cada día más, para que las dos partes en el conflicto acuerden un cese al fuego y el establecimiento de negociaciones sin pre-condiciones.

Para llegar a esta impostergable meta, unámonos a partir de Viena las organizaciones civiles y los cada día más numerosos gobiernos de Europa, Latinoamérica y Asia exigiendo el establecimiento de una comisión de negociación para discutir la ruta para llegar a este fin.  La comisión de negociación tiene una enorme responsabilidad. Una primordial es lograr de inmediato las condiciones para un cese al fuego. En la conferencia de Viena se podría tocar el tema de la integración de dicha comisión.

El tiempo es ya. Nos enfrentamos al terror de una posible guerra nuclear. Hacemos un llamado para la paz, el fin a la pérdida de vida de miles de seres humanos, al respeto de la dignidad y los Derechos Humanos. Denunciamos el uso potencial de armas nucleares, armamentos con uranio empobrecido, armas biológicas y químicas cuyo potencial uso intensifica conforme escala la guerra. Invocamos las voces de la razón, la justicia y el amor por la humanidad y el globo terráqueo, al urgir un acuerdo de paz negociado.

Denunciamos el papel del complejo militar-industrial y de los magnates de los medios corporativos interesados en azuzar y justificar la guerra.  Los hacemos responsables por la pérdida de más vidas inocentes.

Hacemos un llamado a toda persona de buena voluntad, las organizaciones de paz y justicia, los líderes religiosos y gobernantes en todos los niveles para apoyar la búsqueda de dicho acuerdo de paz para detener de inmediato los envíos de armas, municiones y financiamiento.

En Costa Rica, en los días venideros organizaremos un Foro con el Embajador de China quien presentará los 12 puntos de Paz junto con representantes de los gobiernos de Brasil, México y Colombia quienes han manifestado públicamente la urgencia de un cese al fuego. Dicho encuentro en Costa Rica acordará un “Llamado para la Paz” como conjunción de las voluntades y compromisos de los costarricenses, con la salida negociada al conflicto Rusia-Ucrania y que, desde este pequeño país, las voces de la Paz se puedan hacer escuchar en Latinoamérica y el Mundo.

Acabar la cultura nacional es parte del desmantelamiento del Estado Social de Derecho

Vladimir de la Cruz

En la década de 1960, bajo la presión del desarrollo del Mercado Común Centroamericano, que se impulsaba al empuje de la Alianza para el Progreso de los Estados Unidos, y de la reunión de Presidentes y Dictadores de Centroamérica, que se realizó en Costa Rica, en paralelo se impulsaron otros programas. Uno de ellos, el del Consejo de Defensa Centroamericano (CONDECA), que reunió los Ejércitos de Centroamérica, para maniobras conjuntas, en un período que se impulsaba la doctrina de la contrainsurgencia y de la lucha anticomunista, por la recién triunfada Revolución Cubana.

Costa Rica se integró al CONDECA como país observador, y participó, poco tiempo después, de manera infame, en la intervención militar que hiciera y encabezara Estados Unidos en República Dominicana, en 1965.

Otro Programa fue el de la ROCAP, con el cual se planeó la divulgación de textos educativos para Centroamérica, especialmente en sus zonas rurales y marginadas, restos que carecían de contenidos nacionales, de tradiciones históricas precisas, de símbolos nacionales. El propósito era destruir la identidad nacional, la memoria nacional e insertar a los niños y jóvenes en un concepto regional sin valores ciudadanos de identificación particular con cada país en concreto. En el caso costarricense, dichosamente, la Escuela de Educación de la Universidad de Costa Rica combatió fuertemente estos textos y esta política educativa que se quería imponer.

Por aquellos días, y hasta 1978, se impulsaba el desarrollo del Estado Social de Derecho, el llamado Estado Asistencialista o Benefactor, que alcanzó su mayor apogeo en el gobierno de Daniel Oduber, con gran número de empresas estatales.

A partir del gobierno de Rodrigo Carazo el Estado Benefactor empezó a desarticularse, cuando el presidente impulsó la disolución y privatización de esas empresas estatales. Luego siguieron los Planes de Ajuste Estructural a partir del gobierno de Luis Alberto Monge, y las políticas de Tratados de Libre Comercio, a partir de los gobiernos de 1990, que modelaron, y siguen perfilando, la Costa Rica actual.

La situación internacional, provocada por la caída del Sistema Mundial Socialista, la disolución de la Unión Soviética y la caída de los sistemas socialistas en los países europeos que formaban parte de ese Sistema Mundial, favorecieron más fuertemente las políticas neoliberales a escala universal, hizo surgir en esos años a los Estados Unidos como la super potencia hegemónica mundial, papel que está perdiendo, con el desarrollo del multilateralismo y de varios países que reclaman este papel director mundial compartido.

La guerra estimulada en Ucrania es parte de esa disputa por presidir el control hegemónico mundial, bordando criminalmente la posibilidad de desatar una III Guerra Mundial, que de realizarse alcanzará inevitablemente al continente americano y a los territorios de Canadá y Estados Unidos, que son países integrantes de la OTAN, de continuar la OTAN con sus planes guerreristas y hegemónicos.

A la desintegración del Estado Social de Derecho, al debilitamiento de las instituciones nacionales que lo constituyen, se han sumado ahora las políticas de debilitamiento, y de ser posible de desaparición, de las instituciones culturales. Es una lógica perversa la que se está imponiendo desde el ejercicio político de la Casa Presidencial.

Acabar con la cultura, con sus diversas manifestaciones que tienen amparo institucional, es parte de este proceso neoliberal. Interesa impulsar una nación de borregos, de gente sometida dócilmente, o por temor, o intimidación, a la voluntad impuesta del gobernante y de quienes le acompañan en esta desintegración de la cultura nacional. Eso se acompaña de nuevos valores asociados a la cultura del neoliberalismo, la de la cultura como negocio, la de la cultura de los grandes espectáculos musicales, que apartan a los jóvenes especialmente, y a otros sectores nacionales y populares, de los valores históricos nacionales, de la tradición cultural costarricense. Desnacionalizar culturalmente al país pareciera ser el objetivo del proyecto neoliberal que cabalga desbocadamente en Zapote.

Puedo entender que una persona que ocupa el recinto presidencial, que no ha vivido 35 años en el país, que aparentemente ni venía a vacacionar cuando podía hacerlo, esté bastante desarraigado y desconozca mucho el desenvolvimiento histórico del país, y por ello carezca del conocimiento histórico cultural porque en tanto tiempo de lejanía poco tuvo que ver con esa tradición y el conocimiento básico de los lineamientos históricos y culturales de la nación costarricense. Pero, que quienes le acompañan, o quienes le aconsejan en la toma de decisiones lo han rodeado o le han hecho rodear de ignorantes como él.

Lo que se está haciendo con las instituciones culturales, en el Ministerio de Cultura es un acto criminal institucional. Es la expresión de la liquidación de la cultura como parte de la liquidación que se impulsa del Estado Social de Derecho, es lo que sigue, para tener hasta donde sea posible un pueblo mal educado, sin educación, sin cultura general y precisa, sin valores nacionales, sin cultivo de tradiciones históricas, y sin rescate, promoción y conservación de estas tradiciones y de este conocimiento de la Patria, y de la nación costarricense.

Decía Nicolás Maquiavelo que el Príncipe, el Gobernante, no debe ser religioso, pero que debía aparentarlo. Lo aconsejaba como acto importante para la toma de decisiones del Gobernante.

El Presidente Chaves pareciera no tener nada de cultura y conocimiento histórico costarricense, pero como Presidente por lo menos debe aparentarlo, para sus decisiones importantes, en un campo sensible como la cultura y la educación, como para sus práctica política cotidiana.

El Presidente debe aparentar ser un hombre culto, lúcido, con brillo mental. Si de ello carece, por lo menos debe rodearse por quienes le puedan dar ese brillo, esa luz, le cubran sus vacíos culturales e históricos, y con le hagan brillar su gobierno, que por ahora es bastante opaco.

Lo peor que nos puede pasar a los costarricenses es que el Presidente se luzca como el ignorante más grande del país, como un deficiente mental que actúa o se comporta con poca o casi ninguna inteligencia, como un tonto, pensando más en sus intereses y en su figura personal presidencial que en los asuntos públicos que debe atender.