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Etiqueta: un mundo mejor

Movimiento Social un sendero para dejar huella

Deivis Ovares Morales

Deivis Ovares Morales

Transitar por el pluralismo de los movimientos sociales es una aventura que si fuera previamente conocida por quienes son atraídos por sus valores más generosos y legítimos, puede preconcebirse como una tarea excepcionalmente abrumadora.

El movimiento social es una camino colmado de un abultado caudal de generosidad, desprendimiento y altruismo y a su misma vez una ruta de desgaste, frustración y constantes desencuentros, desencantos y muchas desilusiones. Pese a ello no es una vereda de la que ninguna persona pueda arrepentirse al transitar.

La plena certidumbre y conciencia de entenderse en un mundo rodeado en generalmente de un irracional egoísmo que desnuda las razones y una suerte de desesperanza responsables directas del más lamentable de los sufrimientos ocasionado a millones de seres humanos de distintos tiempos, no debe convertirse en sorbidas tensoras que nos impidan provocar cambio o nos arrastren a renunciar y mucho menos a colocarnos del lado de la indiferencia, ese cruel egoísmo o la desidia.

En este nuestro tiempo el movimiento social, esa asediado por inescrupulosos que quieren convertirlo en fuente de ganancias de honestas o en plataforma de intereses personalísimos.

Es en esa búsqueda de aquello a lo que romántica pero ilusionadamente le hemos llamado “La construcción de un mundo mejor”, creencia e inspiración en la que cada luchador social renueva sus fuerzas y sus convicciones, muchas buenas personas se mantienen unidas en la esperanza, sabiendo y reconociendo que vale la pena, que es algo que el deber y la conciencia imponen.

Por ello cuando se interioriza y se entraña que en nuestro mundo y realidad predominan la mezquindad de nuestros actos, el individualismo y avaricia de nuestra humanidad, la falsa pero enfermiza sensación de superioridad de quienes ostentan los cargos políticos para la toma de decisiones, en donde la voracidad y la ambición son la norma, es cuando deben florecer con los tonos más fuertes, hermosos y brillantes, los más altos estándares del amor y la solidaridad. Estos deben ser el más poderoso de los combustibles que empuje a la más clara y consecuente representación del movimiento social, a dar continuidad a todas las obras que otros grandes seres humanos llenos de coraje, ideales y convicción forjaron para que otros disfruten.

Por nuestro propio bien y el de muchos, por honor y por conciencia, NO podemos dejar de resistir, es injusto para nosotros mismos y las futuras generaciones, dar cabida nuevamente a oscurantismos impulsados por el sistema capitalista a través de las falacias del odio fascista, quieren volver a perpetrar toda clase de crímenes, colocándonos toda especie de trampas bizarras, para expandir su dominación e imponer con violencia pasando por encima de quienes confrontamos e incluso de quienes sufrirán en el corto plazo la devastación por las consecuencias que mediante artimañas y argucias que se orquestan contra los pueblos. Ante esta necrótica realidad, dividirnos y pelear entre iguales es un lujo que en definitiva no podemos permitirnos.

Si el resultado de nuestras decisiones es permitir la penetración del fascismo en el Movimiento Social y Popular y nuestras omisiones como dirigentes llamados a la acción favorece lo oscuro, lo siniestro, lo cruel, todo aquello que se enmarca en la deleznable contribución de esa ideología voraz y pletórica de maldad, ese pensamiento considerado altamente dañino, criminal y bestial hemos fracasado en nuestra misión.

Ante ello, cuando la certeza de nuestro sentir nos confirma que aportar desde lo social con hidalguía y con fervor, deviene en un compromiso inclasificable con nuestra genética revolucionaria, luchar y resistir se traducen en una obligación histórica y moral.

Por eso cada vez que nuestras fuerzas faltan, cada que sufrimos un revés a nuestro avance de objetivos, cuando el ánimo decae y la imposición del despropósito abruma y agobia, cuando nos cuestionamos si realmente vale la pena, cada vez que nos detenemos por un momento a reflexionar y mirar ese tortuoso recorrido, en el que hacemos tránsito, cada que vuelve a nuestra mente la duda natural por el impacto de entregar tanto y de tantas maneras a este sendero colectivo, es donde nos podemos afirmar y reafirmar, dándonos esa esperanza de ser plenamente capaces de dar respuesta a esa duda e incertidumbre que tantas y tantas veces regresa, respondiéndonos con un ¡Sí vale la pena!

Las marcas están en el camino y en cada pisada se genera la evidencia para nuestra satisfacción y convencimiento de que hubo uno o una que desde su propia historia y desde su militancia en el movimiento social, dejó su huella y colaboró en el anhelo comunitario por heredar algo mejor.