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Etiqueta: xenofobia

UN NO TEMA EN EL DEBATE

Por Guillermo Acuña González (Sociólogo y escritor costarricense)

Las sextas elecciones presidenciales del nuevo siglo llevadas a cabo el pasado domingo 6 de febrero confirmaron varios elementos en la evolución de las culturas políticas costarricenses.

En primer término, la desafección con la política como norma, provoca entre otras cosas que sea inalcanzable un resultado en primera ronda. Como viene sucediendo ya en otros contextos, al menos en America Latina, el desgaste de los sistemas democráticos permea el ejercicio electoral: la ciudadanía no se siente convocada.

En segundo lugar y muy de la mano con esta primera dimensión, la confirmación de un desencanto que una vez más se ubica en la epidermis de las costas, los territorios rurales, la periferia.

La desatención crónica propiciada desde el centro del país hacia estos espacios marcados por la pobreza, la desigualdad y la gestión y administración fáctica, terminan por expresarse en un abstencionismo que ya ahora si tiene visos de perpetuarse. No es apatía lo que expresa este hecho: es enojo, cansancio, hastío, soledad.

Un tercer elemento coloca la calidad de la democracia costarricense en el centro de la discusión. Quizá fue pasado por alto en los análisis posteriores al desarrollo de las elecciones el domingo anterior, pero debe tomarse en cuenta el desafío planteado a la institucionalidad costarricense por la misión de observación internacional que acompañó el proceso.

Fueron dos señalamientos en concreto los que formuló: trabajar más y con firmeza el tema del abstencionismo y garantizar un acceso igualitario a todos los partidos políticos a los mecanismos de comunicación y divulgación existentes. De nuevo, desafección y acceso parecieran mostrar algunas debilidades del sistema, lejos de la caricatura acerca de la “fiesta electoral” con que suelen narrarse estos procesos.

Está claro que no todos entraron a la fiesta ni todos quisieron estar allí.

De cara a la segunda ronda en abril próximo, las dos opciones contendientes han empezado a señalar el camino, tratando de diferenciar sus tesis y sus argumentos. Otra vez el país pareciera estar en una encrucijada obligado por las circunstancias. Y de nuevo, el rigor de la lectura de sus propuestas es tarea obligada para tomar decisiones sobre eventuales apoyos.

En lo que a nuestras preocupaciones respecta, la consideración sobre Costa Rica como escenario migratorio debe ser tomada en cuenta. Desde esta columna hemos reflexionado en extenso sobre el tema de las movilidades humanas en todas sus variantes.

Por ello, nos alerta el hecho de que en ambas propuestas programáticas no aparezca del todo en un caso o en el otro caso continúa abordándose desde una perspectiva securitaria y restrictiva alejada de los mecanismos de implementación de los derechos humanos.

Este tema no es menor en un país cuyo 12% de su riqueza es generada por el trabajo que realizan hombres y mujeres trabajadores migrantes. La invisibilización de sus aportes y la negación de su importancia social, el tratarse justamente como un “no tema”, terminan por legitimar luego conductas reprochables de discriminación y xenofobia.

Para que la calidad de la democracia costarricense eleve su nivel, todos los aspectos deben ser considerados. Comencemos por reflejarlos en su importancia social y política: todas las personas cuentan. Todas.

NOLE, EL PARIA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Enfundado en su chaqueta de algún caro patrocinador, apoyado desde afuera por sus preocupados y exultantes padres y por una fanaticada “nole-lover” que se tomó las calles de la capital de Serbia para exigir su liberación, Novak, Nole (cómo le llama la prensa deportiva de los medios transnacionales que le siguen durante toda la temporada tenística) montó su propia agenda contra las leyes migratorias en tiempos de excepcionalidad.

Ante cientos de periodistas de varios medios de comunicación mundiales, sus padres denunciaron las condiciones deplorables del lugar en que “tuvieron retenido al tenista”, compartido con otras personas en condición de irregularidad migratoria a su arribo a Australia.

Precisamente eso es lo que presentó el tenista: una condición migratoria irregular, condición suficiente para que le fuera negada su visa de entrada al país oceánico, donde pretendía ingresar para formar parte del primer torneo Grand Slam del año, el Abierto de Australia.

La decisión de las autoridades de aquel país se produce ante su poca claridad respecto a la vacunación contra el COVID y su renuencia a someterse a la normativa. Esto es: montar una agenda propia, desconocer la contingencia, usar el privilegio como escudo de combate.

Esta actitud, tan propia de un sector de población global que no sabe que aún al día de hoy el planeta se tranza con una nueva ola más agresiva en la rapidez de los contagios propiciada por la variante Ómicron, acabó por encerrar al deportista en un albergue migratorio a la espera de una resolución a su estatus legal.

Por ello la preocupación de sus padres, aunque es inaudito que no supieran que a estas horas en todos los países del mundo los albergues migratorios distan mucho de ser lugares hospitalarios y paradisiacos, placenteros y atractivos.

Al momento de escribirse esta columna, un juez ordenó la “liberación” de Djokovic, al mismo tiempo que las autoridades migratorias australianas, por segunda ocasión, le negaron la visa por las razones ya esgrimidas. Esta vez le agregaron motivos de “interés público” a su decisión.

El número uno del mundo, acostumbrado a erráticos performances de conducta en cancha y fuera de ella, se convirtió en un migrante irregular más, un “expulsado” al decir de Saskia Sassen, un paria del sistema.

Cuando la comunicación global elabora productos y los vende, los temas de fondo pueden quedar en un segundo plano, debajo de la alfombra. Las luces y los reflectores a los que tuvo acceso el entorno del tenista para denunciar su situación y las condiciones deplorables en la que se encontraba en compañía de otras personas en un hotel-albergue, no las tienen cientos de miles de migrantes que hoy tratarán de cruzar fronteras, marcados por el accionar de una industria migratoria inhumana y de políticas claramente castigadoras hacia estas personas.

Nos preguntamos entonces por los otros parias. Por los 52 migrantes fallecidos al volcar un camión en el sur de México al iniciar diciembre anterior o las más de 100 personas fallecidas durante 2021 intentando cruzar la frontera entre aquel país y Estados Unidos. Para ellos, el tratamiento mediático ha sido claramente diferente que al tenista, aderezado con las percepciones públicas que cuestionan desde un racismo y xenofobia exacerbados su proyecto migratorio.

Al cerrarse la puerta de entrada a Australia por segunda vez, Nole el paria de élite, regresará a casa. No lo hará esposado. Su equipo de apoyo, su familia, lo acompañarán en un viaje “insufrible” a bordo de un avión de lujo, en primera clase y con todas las comodidades.

¿Saben los otros parias que existe una vida así? ¿que si son deportados los invitarán en primera clase de cualquier vuelo comercial, vino y canapés incluidos? ¿Saben los otros parias que existe vida después de la migración?

Imagen: https://www.dw.com

CON UN HASHTAG NO ELIMINAMOS EL RACISMO

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En su declaración de principios, la política nacional para una sociedad libre de racismo, discriminación racial y xenofobia 2014-2025 indica que tendrá como propósito la construcción de una sociedad costarricense más sensible a las diferencias. Así lo señala su visión:

Costa Rica será una sociedad libre de racismo, discriminación racial y xenofobia a partir de la garantía del ejercicio pleno de los derechos humanos de los pueblos indígenas, afrodescendientes, poblaciones de migrantes y refugiados, que contribuyen a la conformación de una sociedad más respetuosa y sensible a las diferencias y enfoques particulares”.

Pese a este propósito, la sociedad costarricense continúa presentando serias dificultades para alcanzar la aspiración de una sociedad cada vez más inclusiva.

Durante las recién pasadas finales de fútbol desarrolladas en el país, el jugador del Club Sport Herediano Kreysher Fuller denunció haber sido objeto de insultos racistas provenientes de un sector de aficionados apostados en las graderías del sector oeste del Estadio Ricardo Saprissa, ubicado en la capital costarricense.

En las imágenes del incidente, se logra apreciar algunas reacciones verbales del jugador, criticables también, contestando a tales insultos. En una publicación en su cuenta personal el jugador afirmó: “No puede ser que en estos tiempos aún exista insultos raciales, como lo volví a vivir este jueves en el estadio».

Ambas actitudes son deplorables. Sin embargo las respuestas no fueron similares. El jugador fue sancionado con varios partidos por su reacción. Pero la actitud de los aficionados no fue castigada de oficio, abriéndose en su lugar una “investigación” para determinar el alcance de lo denunciado por el jugador por parte de los órganos correspondientes a nivel dirigencial.

Esta actitud organizativa no es neutra. Cuando la institucionalidad actúa así, representa el culmen de la naturalización arraigada en cuanto a racismo y discriminación. Es sabida la producción y reproducción de discursos discriminatorios en lugares como estadios. La xenofobia, la homofobia, el machismo y el racismo encuentran terreno fértil tras una voz colectiva que se escuda en el anonimato para ofender y agredir de palabra.

El caso de México, por ejemplo, demuestra cuánto se debe seguir trabajando en la erradicación de estas prácticas. Las últimas noticias confirmaron un castigo más a su Federación por la reiteración de gritos homofóbicos en los juegos de su selección.

Costa Rica, a pesar de avances en su legislación como la política citada al iniciar esta columna, debe hacer un examen a conciencia acerca de los esfuerzos para estirpar estas odiosas acciones. Los procesos de violencia experimentados recientemente y en múltiples ocasiones por pueblos originarios en defensa de sus territorios son acaso un desafío que el estado costarricense no ha logrado resolver.

Peor aún, las declaraciones de un alcalde de una comunidad del Atlántico costarricense ofreciendo una “mujer indígena a cambio de favores de la empresa privada” en las que deja entrever un racismo y colonialismo in extremis, solo confirman la naturalización de una conducta histórica que una legislación no elimina.

La erradicación del racismo en los estadios, uno de los tantos desafíos en la materia por parte de la sociedad costarricense, no se resuelve con una campaña de camisetas vestidas por los jugadores, un “hashtag” y mensajes previos a cada partido.

Debe surgir de una profunda modificación de contenidos educativos en los que respeto, convivencia e integración sean los ejes para avanzar hacia la construcción de una sociedad absolutamente diferente.

Pronunciamiento feministas ante la violencia policial durante el 25N

SURCOS comparte la siguiente información:

El 25 de noviembre, en el marco de la marcha por la conmemoración del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres realizada en San José, oficiales de la Fuerza Pública y la GAO agredieron física y verbalmente a las participantes,con especial ensañamiento a las compañeras migrantes. En reiteradas ocasiones,contingentes de hasta 20 oficiales invadieron la marcha desde ambos costados de la calle, empujando y golpeando a decenas de mujeres que se manifestaban exigiendo un alto a la violencia.

La marcha avanzaba sobre la Av. Segunda. El primer momento de represión ocurrió alrededor de las 6:00 pm, a la altura del Paseo de los Estudiantes cuando la policía se ensañó contra una mujer nicaragüense, defensora de Derechos Humanos. Ella fue acorralada por 6 oficiales. Ante esto, una multitud de mujeres rodeó a la policía, gritando por su liberación. La presión y el acuerpamiento de las manifestantes logró la liberación de la compañera, y la manifestación continuó.

A las 6:10 aprox, frente a Caja de ANDE,un grupo de hombres y mujeres policías volvió a invadir la marcha con mucha violencia, lanzando golpes,patadas y empujones contra las manifestantes. En esta ocasión, tomaron por el cuello a una persona costarricense, y le arrastraron jalándole el pelo. Una vez más, las manifestantes y el equipo de seguridad de la marcha lograron contener la situación, arrebatarles a le compañere que estaba siendo retenida y expulsar a la policía de la manifestación.

Cerca del final de la marcha, un grupo de personas migrantes y costarricenses se refugiaron de la lluvia debajo de un techo, donde fueron abordadas por varios oficiales. dentro de los cuales reconocieron a uno de los agresores. Al cuestionarlo por qué abusaba de su autoridad y usaba la fuerza para violentar mujeres, el oficial respondió con más violencia, diciéndole a las mujeres migrantes que se callaran, que fueran a lavarse el culo bajo la lluvia», entre otros insultos. La situación escaló causando miedo e indignación a estas personas,dentro de las cuales se encontraban menores de edad. Una oficial comenzó a amenazar con arrestar a las feministas que les exigían respeto. Se acercó a una de las mujeres migrantes y le dijo: «Miré, y según su acento,¿usted tiene papeles? ¿Usted está legal en este país?Mire, usted puede tener problemas por irrespetar

a la autoridad». Entonces llamó a una patrulla, lo que representó una clara muestra de xenofobia. Otras compañeras nicaragüenses defensoras de derechos humanos y costarricenses le cuestionaron que le pidiera papeles solo a ella, a lo que la oficial afirmó que era por su acento. Al hacerle ver que se podía denunciar por muestras de xenofobia y pedirle sus datos negó, y solo así decidieron retirarse.

Los y las oficiales no portaban identificación alguna, y se negaron a dar sus nombres. Había oficiales en ejercicio sin uniforme y algunos incluso portaban armas. Continuaron hostigando a las manifestantes hasta el final, incluso cuando se retiraron de la marcha, tomando fotografías, señalando a determinadas compañeras e invadiendo reiteradamente el contingente de la movilización. Esta grave situación revive los traumas de la violenta represión policial que han sufrido las compañeras migrantes

en su país de origen,y constituye una forma de violencia psicológica que violenta la dignidad y los derechos de las mujeres.

Cabe recordar que el Reglamento de Ética de los Miembros de las Fuerzas de Policía Adscritas al Ministerio de Seguridad Pública en su artículo 2 establece que las fuerzas policiales deben «Actuar con total objetividad e imparcialidad. sin discriminar entre las personas en razón de su condición social,cultural o económica, de sus creencias religiosas o ideas políticas, o por los cargos que  pudieran tener  en  la sociedad». Asimismo,  la

Declaratoria de cero tolerancia a cualquier manifestac ión de violencia contra las mujeres en el Ministerio de Seguridad Pública indica que deben «Abstenerse todas las autoridades del Ministerio de Seguridad Pública, sus funcionarios y funcionarías, personal y agentes de todas sus dependenc ias, de practicar o tolerar cualquier forma de violencia contra las mujeres tanto en el ejercicio público de su función policial o administrativa, como en el marco ·de las relaciones interpersonales de trabajo y en su vida privada».

El Estado costarricense ha asumido compromisos internacionales que le otorgan la responsabilidad de velar  por  la  seguridad  y  la  integridad  de  las  personas   refugiadas   y   solicitantes   de refugio. Lamentablemente, el pasado 25 de noviembre se vivió lo contrario: el hostigamiento y acoso policial,el abuso de autoridad,la violencia física y verbal,y la manifestación de la misoginia, la xenofobia y el racismo  estructural.

La marcha era pacífica, la policía fue quien llevó la violencia,ensuciando la conmemoración de las luchas cotidianas de tantas mujeres por vivir en paz y libertad. Repudiamos estas agresiones xenofóbicas y misóginas. Nadie tiene derecho de mandar a callar a una mujer, mucho menos por el hecho de ser migrante.

Por lo anterior, exigimos que las autoridades policiales rindan cuentas de las agresiones cometidas. Exigimos que los y las oficiales que violentan física, verbal y psicológicamente a las manifestantes sean

Identificados y sancionados. Exigimos que el gobierno de Costa Rica siente las responsabilidades del

caso,y que el gobierno se pronuncie sobre estas graves violaciones a los derechos y las cuerpas de las mujeres migrantes.

¡Nadie es ilegal!

¡No más xenofobia!

¡No más violencia policial!

¡Si tocan a una,respondemos todxsl

HIPÉRBOLES: CUANDO LA SOSPECHA ES CONSTRUIDA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Esparcidos en su caminar por territorio mexicano como consecuencia del fracaso del modelo económico, la inhabilitación del sistema de protección institucional a todo nivel, el agresivo resplandor del extractivismo y las violencias in extremis en sus países de origen, cientos de miles de migrantes de varios países pero en particular provenientes del norte, y ahora del sur de Centroamérica, continúan su paso incesante y su lucha por el reconocimiento de su condición ante un estado que ha ejecutado al pie de la letra las indicaciones de la administración Biden-Harris en materia de administración migratoria.

Desde setiembre del año en curso, como si fueran piezas de un juego de lego desarmado y vuelto a armar, cientos de agrupaciones de migrantes han sido desbaratadas a su paso por territorio mexicano.

La acción desmedida de las autoridades mexicanas ha contribuido con este escenario, que ha contado también con el concurso de otras instituciones. Pese a ello, los grupos se han reconformado y resistido para seguir su curso. Todavía lo hacen.

En medio de tales dinámicas de represión, violencia y resistencia, las dicursividades acusatorias, intimidantes, excluyentes han estado a la orden del día. A inicios del mes de noviembre una supuesta condición de dengue en miembros de los grupos de personas migrantes que transitan por las carreteras mexicanas fue anunciada por las autoridades y reproducida en el acto por varios medios de comunicación comerciales.

Esta situación fue desmentida por organizaciones defensoras de derechos humanos alegando xenofobia institucional orientada a desacreditar el paso de los grupos de personas migrantes por territorio mexicano.

Tales acusaciones son producto de un registro que históricamente ha asociado migración con enfermedad o riesgo. Es una suerte de hipérbole en la construcción de sentido de los discursos antiinmigrantes que se ha posicionado fuertemente en los últimos años a nivel global. Como señala Moraña en un reciente trabajo publicado en España:

“Desde la perspectiva foucultiana que enfatiza la importancia de la articulación entre cuerpo y poder y la relación individuo-estado, las estrategias actuales de control invasivo del sujeto individual o colectivo considerado objeto de sospecha y amenaza pública, no pueden parecer del todo sorprendentes, aunque signifiquen una intensificación hiperbólica de procesos anteriores. La visión organicista, por la cual la sociedad es vista como un organismo vivo, autoriza la idea de que es necesario defenderse de elementos foráneos que vienen a atacar la integridad del cuerpo social, a infectarlo, debilitarlo y vencer sus defensas inmunológicas” (Moraña, 2021, 398-399).

No quisiera cerrar esta observación participante sin plantear una preocupación acerca de la forma como la sociedad repele lo que considera riesgoso.

Ocurre en un escenario como el costarricense en el que la existencia de grupos contrarios a la vacunación para abordar la COVID-19 ha producido el aumento de discursos inmunitarios y de higiene social que de alguna manera dividen a las personas.

Me tocó leer un comentario en Twitter sobre la presencia de estos grupos en espacios públicos y la relación que se hacía con una serie de enfermedades a las que supuestamente se había expuesto la persona que originó la opinión al cruzarse con ello.

Debemos prepararnos y estar atentos a identificar estos planteamientos higienistas y excluyentes. Tengan o no tengan razón en sus argumentos, no es con odio y exclusión como se gestiona desde el punto de vista social una crisis civilizatoria como la que estamos experimentado. Tener conciencia del otro es asumirlo en su diferencia, sus creencias y sus prácticas. Tenemos pendiente esa tarea. Todos.

 

Imagen: https://www.lachispa.mx

EN SUS ZAPATOS

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Entramos a un espacio cerrado y medio iluminado en el que pende una figura en forma de capullo en el centro. Es un hombre atado con un arnés, simulando un ovillo. La imagen me recuerda el nacimiento, el dolor de lo desconocido, el concepto de borde. Nunca terminamos de viajar, pienso, mientras se va recreando el concepto de vez primera, de certidumbre en la incertidumbre, de ir hacia lo desconocido.

Transitamos de inmediato a otro momento. Otro lugar. En lo más alto de la sala, otra sala, el personaje recuerda que ponerse en los zapatos del otro no es tarea fácil.

Intenta calzarse una y otra vez distintos zapatos pero ninguna llega a sujetarse a sus pies. Luego, en un intento desesperado, trata de salir a la superficie emulando quizá la suerte del que intenta llegar al otro lado sin conseguirlo. Entiendo que todos quedamos en el fondo. Supongo entonces que el acto de imaginar y sentir lo que experimenta el que lo deja todo es un acto sensible y corporal. Todo nos tiene que pasar por el cuerpo si queremos construir empatía. «Tocar fondo» como metáfora, para entenderles. Si o sí.

En ese instante todos, todas, formamos parte de proyectos inconclusos, desesperados, vitales, de quienes deciden irse y dejarlo todo atrás. Nosotros, nosotras, somos a la vez proyectos inconclusos que no terminamos de llegar. Nunca.

Esa noche hemos caminado. Subido escaleras, bajado escaleras. Nos hemos enfrentado a la oscuridad, el control, el manejo del espacio (adentro/afuera), la distancia (cercanía/ lejanía) el extrañamiento (certeza/ incertidumbre).

Nos conminan a salir rápido de la sala: “salgan ya”, “salgan ahora”, mientras en lo alto de la estructura yace quizá un pez muerto, un cuerpo muerto, un migrante muerto.

Ponerse en sus zapatos jamás tendrá la dimensión del otro, pero nos permitirá entenderle. Cuando nos dicen “salgan ya” infiero que es así como funcionan los dispositivos de poder sobre los cuerpos que se movilizan. Los orientan, los dirigen. Solo que en la realidad migratoria global al grito xenofóbico de “salgan ya” le antecede una instrucción de “no entren”.

Y entonces se recrea el rigor inexpugnable de la porosidad de las fronteras.

Seguimos caminando. Pero no en el pesado tránsito de quienes caminan tratando de llegar, de cruzar. Arribamos a la última estación, el lugar de la estampida y la memoria, de los afectos activados por recuerdos, promesas, objetos impermeables al olvido.

Observo un pequeño dinosaurio de juguete estático en el piso. Comprendo que el rubor de la sospecha de los estados nacionales ante quienes se movilizan, jamás sabrá la dimensión subjetiva de aquellos que simplemente caminan como su principal acto de vida. Y en el trayecto van dejando todo a su paso. Son incontables los pequeños dinosaurios como actos reflejos de memoria encontrados en la ruta migratoria. Hoy son más. Millones.

Pueblan de nuevo La Tierra.

Caminamos esa noche invitados por una de las creadoras de una obra innovadora, la dramaturga costarricense Ailyn Morera, como observadores participantes de una puesta en escena sugerente, provocadora, cuestionadora, estrenada en la Universidad Nacional, Costa Rica.

Se trata del espectáculo denominado “Migrare. Evento artístico transmedial”, cuyo elenco cuenta con una participación importante de estudiantes de la Escuela de Arte Escénico, Danza, Música y Arte y Comunicación Visual, además de proyectos como: Teatro UNA, Web CIDEA – Laboratorio Escénico Digital (LED), CTO-Heredia, Teatro en el Campus de la Escuela de Arte Escénico y el programa Investigación, Arte y Transmedia (iAT) del CIDEA, todos de la Universidad Nacional.

Al llegar a las instalaciones donde se desarrolla la propuesta, absolutamente interactiva, las personas espectadoras se encuentran con una impresionante selección de imágenes proyectadas sobre las columnas del edificio donde se escenifican distintas rutas migratorias. Como en la realidad, no hay un único camino. Pero todos llevan al mismo sitio.

Todas las imágenes refieren al tema migrante, pero es un texto de Thenon que se estampa directa y definitiva como declaración de intenciones del espectáculo y que me atrapa: “Hay patrias pequeñas y patrias grandes pero todas son grandes, por eso no caben en una valija”. Mientras pienso en esa frase y en los zapatos que no calzo, pero que trato de sentir en mi acompañamiento desde la academia y el arte, renuevo mi compromiso con la comprensión de aquellos que hoy, incluso en la sociedad clausurada de la pandemia, deciden caminar sin descanso por una vida mejor. Entendámosles.

NUBES TÓXICAS

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Hace algunas semanas fui invitado a compartir reflexiones en una institución de secundaria en Costa Rica, en el marco de las conmemoraciones del bicentenario. El tema propuesto fue la xenofobia y sus impactos en la sociedad costarricense.

Cuando un tema así debe ser abordado, hay que movilizarlo desde la subjetividad misma, acercarlo a la experiencia y vida cotidiana para observar cuánto de lo que se hablará le atraviesa a la persona, para entonces desde allí impulsar contenidos pero sobre todo despertar las diversas formas de contener y detener la problemática.

La xenofobia, hemos dicho en otros momentos, es el miedo y el odio al extranjero y se cruza con contextos de excepcionalidad como los que actualmente experimentanos, con la aversión de clase muy profunda.

El temor y el rechazo a la persona pobre se mezcla con los propios miedos a “caer” en esa condición particularmente en tiempos en que la crisis social y económica ha empujado a cientos de miles de personas a la informalidad, el desempleo y la inanición.

Sea como sea, la xenofobia alimenta discursos exhacerbados, prácticas eufóricas y rituales de rechazo que se convierten en fuente de violencia simbólica y a menudo física.

Como ocurrió en la ciudad chilena de Iquique al finalizar el mes de setiembre, cuando colchones y juguetes pertenecientes a migrantes venezolanos sin hogar fueron quemados en una manifestación organizada que protestaba por su presencia en campamentos en espacios públicos de la ciudad. El hecho fue protagonizado por algunos grupos de exhaltados que llevaron su actitud hasta ese punto.

Ya en Costa Rica en agosto de 2018 habíamos presenciado un fenómeno xenofóbico parecido al ser convocada una marcha para sacar a nicaragüenses de espacios como parques de la capital. El episodio estuvo a punto de tener consecuencias dramáticas si no interviene la policía local.

Con la consigna de impregnar en el cuerpo de las personas estudiantes participantes en la charla estos temas, les lancé a las muchachas y los muchachos una pregunta inicial: “nombre una palabra con la cual haya sido discriminada o discriminado alguna vez”.

La nube de palabras fue formándose y conforme iba tomando un tamaño importante empezaba a reflejar un conjunto de ideas que en lo cotidiano podrían pasar como el lenguaje propio de las relaciones de personas adolescentes.

Pero puestas en contexto de sus impactos, de lo que van resultando para la vida, la identidad y la fortaleza de esas mismas personas, resultan una clara llamada de atención acerca de la construcción de procesos de discriminación que el lenguaje diario va creando. La conversación posterior con ellos y ellas confirmó dicha apreciación.

Es importante no desconocer la forma como interpelamos, desde estructuras de poder, de humor mal intencionado, de deseos de hacer sentir mal al otro, a la otra y trabajar revirtiendo sus efectos. Es necesario disipar esas nubes tóxicas de discriminación y desapego, en procura de mejores experiencias de convivencia.

EL NOVELISTA SERGIO RAMÍREZ MERCADO Y LOS GROTESCOS LILIPUTIENSES

Rogelio Cedeño Castro, sociólogo y escritor costarricense

De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso nos dice un viejo refrán, pero cuando lo grotesco se une a esos otros elementos es porque que hemos caído muy bajo, aunque a lo mejor el espejo nos ha mostrado tal cuál somos y no lo que creemos ser: la manipulación política reaccionaria alrededor de la figura de un gran escritor nicaragüense, opositor al actual régimen imperante en ese país, ha tenido la virtud de mostrar la ignorancia, la atroz incultura y la estulticia que reinan en el medio costarricense. El sólo hecho de no haber tenido nunca la generosidad de otorgarle, desde hace muchos años, un reconocimiento espontáneo al insigne novelista, ensayista y cuentista exquisito que es Sergio Ramírez Mercado, demuestra la miseria moral y el apocado espíritu de innumerables gentes de este país, que conforman el coro de ignorantes y desalmados que quiere posar en la foto de familia de la que hablan los españoles, haciéndose pasar por amigos del escritor, porque con respecto a su ignorancia manifiesta no habrá manera de que le pongan remedio, porque esa van in crescendo… genio y figura hasta la sepultura.

Más allá de la coyuntura política, en la que no me siento obligado a coincidir del todo con Sergio, no puedo sino avergonzarme del montón de ignorantes que no tienen siquiera la costumbre de abrir un libro, entre ellos la diputada socialcristiana de cuyo nombre no vale la pena tener un recuerdo, parafraseando a don Miguel de Cervantes Saavedra. No sólo mandó a comprar una novela hermosísima, exquisita y transgresora como LA FUGITIVA, de cuya lectura disfruté y extraje valiosas lecciones hace ya algunos años, haciendo la susodicha patente no sólo su ignorancia supina y desvergonzada, sino que evidenció los prejuicios y la intolerancia social que rodeó, allá en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, a tres extraordinarias mujeres costarricenses: Yolanda Oreamuno, Eunice Odio y Chavela Vargas, quienes se vieron rechazadas por este estrecho medio social, por lo que vivieron su ostracismo en México, e hicieron su vida en ese gran país durante buena parte de su existencia, la que concluyó en esas tierras de los chilangos. Convertida en crítica literaria (¡qué espanto!) la ignorante diputada y otro colega suyo, ahora pretenden ser jueces que censuran, de manera implícita, las opiniones del escritor sobre una serie de aspectos muy delicados, verdaderos temas tabú de una sociedad hipócrita y miserable que maltrata a su propia gente. Más allá del juego político de corto alcance, evidenciado en la decisión del otorgamiento apresurado de una “ciudadanía honoraria”, a quien tenía méritos para tenerla desde hace mucho tiempo, se evidencia también la ingratitud, el racismo y hasta la xenofobia de un pueblo que hace mucho rato extravió su camino, es ahí y no en lo político donde tengo que pedir disculpas al distinguido novelista nicaragüense, uno de los mejores de América Latina en esta generación. Así como nuestra ingratitud inmensa con el Bachiller Rafael Francisco Osejo, uno de los forjadores tempranos de la incipiente “nacionalidad costarricense”, y otros ilustres nicaragüenses que prestaron grandes servicios a la entonces “provincia colonial de Costa Rica”, el oportunismo y la falta de buen criterio e incluso de un elemental sentido común, evidenciados ahora, se unen para poner la cereza que corona el pastel de esta ignominia.

¿Cómo pueden las religiones incidir para que existan políticas públicas a favor de los y las migrantes?

SURCOS comparte la siguiente información:

En el video presentado por Plataforma OBF se plantea el tema de la migración forzada en América Latina, ya que este fenómeno ha aumentado por problemas de desigualdad, pobreza, convivencia y medioambiente. En este material se destacan las comunidades de fe como redes de acogida para los y las migrantes y expone que las lideresas y líderes religiosos pueden ser formadores de opiniones favorables para la inclusión, siendo críticos de los discursos xenófobos. 

La invitación es para sensibilizar y organizar a las comunidades para dar la mayor bienvenida, acogida y acompañamiento posible a los y las migrantes que llegan a las ciudades. 

Adjuntamos el video que se encuentra en las redes de Facebook de Plataforma OBF:

https://www.facebook.com/Plataformaobf/videos/4917367031624999/?extid=NS-UNK-UNK-UNK-AN_GK0T-GK1C

VERTEDEROS QUE SI DEBEN CERRARSE

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

El país se aprestaba a conmemorar en una suerte de rictus sordo, los doscientos años de vida independiente. El discurso aquel sobre la patria, los valores, la democracia y sus bondades se instaló a lo largo de todo el mes que acaba de concluir.

Casi que, con la entrada de las celebraciones, volvimos a reeditar otros ritos, poco agradables, pero sí peligrosos por sus alcances, sus impactos, sus efectos en la sedimentación de eso que algún día llamamos comunidad costarricense.

Tan añeja como la misma celebración Bicentenaria, la problemática de la gestión de los residuos y los desechos sólidos en la Gran Área Metropolitana costarricense sigue representando un problema de salud pública, dada la cercanía de muchos espacios reconocidos como vertederos con comunidades y poblaciones.

Justamente al finalizar agosto, las personas vecinas de la comunidad La Carpio, un asentamiento informal conformado por la mixtura de familias costarricenses y migrantes, especialmente de origen nicaragüense, protagonizaron una serie de manifestaciones en vía pública que incluyeron pancartas en mano y el bloqueo a la principal vía de entrada y salida a la comunidad.

Demandaban a las autoridades competentes una pronta resolución sobre los olores que permanentemente, pero más en la época de invierno, se expiden desde un vertedero de basura localizado en un predio contiguo a la comunidad.

Conformado hace ya muchos años, La Carpio constituye ejemplo de los procesos de segregación y segmentación urbana, con problemáticas como la informalidad en su constitución, la precaria dotación de servicios y una constante desatención a sus problemas sociales más apremiantes.

Los discursos sociales a propósito de la comunidad en su mayoría están orientados a acotar, sin ningún sustento numérico y estadístico, la presencia de una población migrante a la que se le atribuyen características como la violencia y la delincuencia.

Quizá tras estas apreciaciones es que pueden leerse varios comentarios expresados en las redes sociales de un telenoticiero nacional al publicar la noticia sobre la manifestación de los vecinos de la comunidad.

Frases como “¡Yo propongo que cierren la Carpio mejor! O que cierren ambas… ¡o que las combinen y hagan un solo botadero!” La carpio tiene el vertedero que genera contaminación y el vertedero de asaltos” son solo algunos ejemplos de la continua construcción discursiva racializada e estigmatizante acerca de este asentamiento.

Estas y otras frases develan en extenso las entrañas de una discriminación que intercala al mismo tiempo aversión al extranjero y un odio rastrero contra la pobreza y las personas pobres.

Dice Adela Cortina en su trabajo ya conocido sobre la Aporofobia (rechazo a la persona pobre) que tanto la xenofobia como el racismo no son en estricto sentido resultado de una historia o experiencia personal de odio hacia una persona determinada: son una reacción contra personas que la mayoría de las veces no se conocen y que representan aún más eso que se teme o desprecia sin mediar experiencia alguna.

Pero no es cualquier persona la que produce esa animadversión y ese rechazo. Es, como bien lo refleja Cortina, el “aporos”, el pobre el que molesta, porque “se vive a la persona pobre como una experiencia que no conviene airear”.

Durante años en nuestra experiencia docente en el curso sobre Migraciones en Costa Rica en la Universidad Nacional, escuchamos experiencias de rechazo a las mismas personas estudiantes por su lugar de proveniencia : “yo prefiero no decir donde vivo”, “invento mi lugar de origen para no ser discriminada”, son solo algunos de los testimonios recogidos en aquel curso, que nos permiten señalar la necesidad de seguir profundizando en el conocimiento de esas otras geografías y espacialidades que experimentan todos los días el estigma y la discriminación sin motivo aparente.

Pasados los fuegos artificiales de las celebraciones patrias, descubrimos que todavía siguen sin ser incluidas muchas personas a esa comunidad imaginada que decimos ser. Corresponde en lo inmediato un ejercicio permanente de volver conscientes esas inequidades, cerrar la brecha, clausurar los vertederos donde se propagan discursos discriminantes y de odio, apagar de forma urgente las luces de la exclusión que en nada contribuyen a construirnos como colectivo.