DE TODAS LAS FLORES

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

No conozco a Tanisha. Personalmente quiero decir. Se que es una mujer joven, negra, activista por los derechos de las personas afrodescendientes y migrantes. Particularmente he seguido, por Twitter, sus comentarios y reflexiones acerca de los procesos de racismo y discriminación a los que un día sí y otro igual se enfrentan ella y su comunidad.

En twitter, valga decirlo, los ataques que experimenta son feroces, particularmente por hombres que a toda costa y a base de insultos y recuerdos constantes de que es “mujer, negra, activista” tratan de cancelar su voz y su agenda.

En los últimos días los insultos y las provocaciones han subido de tono. Pero ella no se inmuta y sigue adelante con su lucha diaria por hacer visible lo que discurso y prácticas sociales desarrollan con las minorías, las personas extranjeras, las etnias.

Una de las cosas que le cobran seguramente con odio nacionalista, rancio y pestilente, es su constante cuestionamiento a la identidad homogénea y hegemónica, “blanca” y vallecentralina. Nada que Chavela Vargas no haya dicho ya y por eso también en su momento fuera enjuiciada por la moral decimonónica que recorre las fibras de esta nación imaginada que creemos ser.

No conozco a Tanisha pero respeto su agenda, comparto sus luchas, la escucho.

Personas como ellas son necesarias en un mundo que hoy pareciera no haber entendido absolutamente nada acerca de la necesidad de vivir distinto, vivir bonito al decir de mi querida amiga psicóloga colombiana Rosita Suárez, entendernos como colectivo, procurarnos espacio todos y todas con nuestras diferencias.

En pocos días hemos tenido ejemplos de sobra acerca de cómo nos cuesta la convivencia, vivir juntos y juntas.

El club de futbol español Atlético de Madrid fue multado por UEFA con 5.000 lugares menos para su partido de vuelta en el marco de la Champions League. ¿El motivo? Durante el partido de ida jugado en Inglaterra, algunos de sus Ultra fueron captados en vídeos haciendo el saludo nazi.

Una apelación y suspensión cautelar de última hora logró refrenar la multa, pero los videos siguen su curso viral, al tiempo que se desarrolla una investigación para determinar la responsabilidad de quienes provocaron el acto racista.

En Costa Rica, hace unos días, un hombre irrumpió en un comercio al detalle administrado por personas de origen oriental. De nuevo el video como herramienta de denuncia, captó improperios de corte xenofóbico que el hombre profirió contra la mujer encargada del negocio.

No es de recibo pensar que sus disculpas posteriores en medios de comunicación atenúen la matriz histórica, colonial, xenofóbica, que esconden sus insultos y su idea de que Costa Rica es para los nacionales. Con esa idea se ha cimentado una comunidad imaginada basada en una superioridad biológica y social inexistente.

Esa acción de tirar la piedra y luego disculparse, no resulta válida en un mundo como hoy. Se debe más bien restituir una conducta colectiva basada en la aceptación y la convivencia, que deben ser instrumentos de política pública y currícula educativa de forma inmediata.

Preocupa el hecho en el supermercado, por supuesto. Pero preocupa aún más la ausencia de una visión amplia en materia migratoria y de integración de las autoridades gubernamentales costarricenses electas para el periodo 2022-2026. Es urgente trabajar desde ya para contar con la continuidad, evaluada por supuesto, de una política migratoria integral cuya implementación de 10 años termina en 2023.

En este instrumento es necesario fortalecer las herramientas para abordar con perspectiva constructiva y formativa el tema del racismo y la xenofobia.

En lo que esta posibilidad encuentra interlocutores válidos y sensibilizados, acciones restitutivas y reparadoras aparecen para mediar el dolor y la pesadumbre de una persona expuesta a través del insulto infundado, la exclusión y la discriminación.

Justamente una campaña aparecida en el mismo twitter, llamó a llenar de flores, de todas las flores, el negocio de la mujer agraviada con insultos xenofóbicos. Pienso en cuantas cuarterías, comunidades, espacios de habitabilidad de poblaciones migrantes en Costa Rica merecen ser adornadas con esos mismos colores, esa misma actitud de restitución de la dignidad.

La reparación no debería quitar el dedo del renglón de lo urgente por hacer, pero al menos llena de color y luz un alma que un buen día salió de su país para recalar en este otro, construido también con su esfuerzo.