2 de agosto de 2019 ¿Qué será lo que quiso decir el obispo?

Luis Paulino Vargas Solís

Economista/Investigador CICDE-UNED

Cuando el obispo dice que la iglesia Católica tiene derecho a meterse en política ¿de qué exactamente habla? Porque si de lo que se trata es de que los preceptos morales católicos se plasmen como leyes, y se conviertan de esa forma en normas de acatamiento obligatorio para toda la población, lo que nos estaría proponiendo es la abolición de la democracia y la república.

Cuando el prelado habla de respeto a las personas sexualmente diversas, pero enseguida mete la cuñita de que “no promueve ese estilo de vida” ¿propiamente a qué se refiere? Porque “respetar” necesariamente significa “respetar los derechos humanos”, y ello conlleva obligatoriamente respetar el respectivo “estilo de vida”. Vale decir: usted no puede decir que respeta los derechos humanos de los pueblos indígenas, y al mismo tiempo juzgar sobre su “estilo de vida”. Lo respeta, sin más.

Cuando este clérigo se pronuncia contra la violencia contra las mujeres ¿qué en concreto quiere decir? Porque ordenarle a una mujer que no puede abortar incluso si su vida está en peligro, y a una niña que no puede abortar incluso si fue violada por un energúmeno, es violencia contra las mujeres.

Cuando monseñor habla de una “cultura de vida” ¿qué debemos entender por tal cosa? Porque emitir juicios condenatorios contra parejas que, deseosas de procrear vida, recurren a la fecundación en vitro, no es precisamente un acto celebratorio de la vida.

Cuando el sacerdote de Tilarán afirma que reconocer derechos a minorías implica negar derechos a mayorías ¿de qué habla? Es muy grave aseverar que conceder a una minoría vulnerable derechos que históricamente le fueron negados, conlleva, en una especie de juego de suma cero, restarle derechos que la mayoría siempre disfrutó. En concreto, ¿qué derechos –a juicio del prelado– le están siendo arrebatados a la mayoría?

Cuando el señor obispo afirma que el Estado –y por lo tanto las leyes– no deberían interferir de ninguna forma sobre la “patria potestad” que el padre y la madre ejercen sobre sus hijos ¿de qué está hablando? ¿Debemos interpretar, por ejemplo, que está de acuerdo con la corriente anti-vacunas que incentiva que padres y madres se nieguen a vacunar a los niños y niñas? ¿Está dispuesto a asumir las responsabilidades que caerían sobre él al promover esa criminal ideología irracional y anticientífica? ¿Se refiere acaso a que en las escuelas no deberían enseñarse teorías científicas como la teoría de la evolución, a aquellas niñas y niños cuyos progenitores no estén de acuerdo? Y si exigiesen que se les enseñase las ideas pre-copernicanas sobre la Tierra y el Universo, que por siglos, a sangre y fuego, impuso la iglesia ¿igual debería hacerse?

Y cuando este presbítero le recuerda a Carlos Alvarado que fue electo con el voto de mucha gente católica ¿qué insinúa con ello? En medio de tanta ambigüedad e imprecisión, he aquí, posiblemente, el decir más misterioso de este clérigo. Porque los principios democráticos y republicanos demandan que se gobierne sin mirar la religión de nadie, es decir, desde un criterio de ciudadanía que no pregunta sobre la religión, y reconoce derechos y establece responsabilidades que, siendo formulados de forma independiente de la religión, tienen un carácter universal y paritario ¿Será que el obispo quiso decirle al presidente Alvarado que el voto de una persona católica tiene un valor superior al voto de alguien que no sea católico, de lo cual surgiría una obligación especial hacia sus votantes católicos, que el presidente no podría eludir?

El discurso del señor obispo creo que es del tipo “tirar la piedra y esconder la mano”. Vale decir: lanza mensajes que juegan con la ambivalencia, toda una profusión de frases vagas e insinuaciones veladas, bajo cuya superficie vaporosa se adivina la irrefrenable intención de girar órdenes, y de sugerir castigos si esas órdenes son desobedecidas. Al cabo, apela al argumento de la fuerza: “pa’eso somos mayoría” (refiriéndose a la población católica). Lo cual hasta en el mejor de los casos, es bastante engañoso. No solo porque la iglesia Católica podría muy pronto dejar de ser mayoría para pasar a ser simplemente la minoría más grande, sino porque la feligresía católica no es especialmente disciplinada. A gran parte de ella la tendrá sin cuidado las bravuconadas de sus obispos.

En fin, imposible nada más antidemocrático y arbitrario.

Ahora que evidentemente el obispo “olvidó” algunas cosillas: la pobreza y la desigualdad no son su tema, por ejemplo. Y la omisión resulta muchísimo más estridente y bullangera si consideramos que apenas el día antes –jueves 1° de agosto– el INEC publicó las cifras más recientes sobre empleo. Parece que la terrible tragedia humana y social que esos datos reflejan, tiene sin cuidado a la aristocracia eclesial.

Tomado del blog: https://sonarconlospiesenlatierra.blogspot.com

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