26 de agosto, Día Internacional contra el Dengue

Dr. Ricardo Boza Cordero
Especialista en Medicina Interna y
Enfermedades Infecciosas
Miembro Correspondiente ACANAMED

La primera descripción del Dengue fue en Filadelfia, Estados Unidos en 1780 denominándose “Fiebre quiebrahuesos”. En 1903 se demostró que la transmisión era por el zancudo Aedes aegypti, en 1906 se determinó que era un virus y en 1944 se comprobó la existencia de cuatro serotipos.  Este mosquito se encuentra en las zonas tropicales y subtropicales.

El dengue es una enfermedad febril aguda producida por un arbovirus, virus que son transmitidos por artrópodos, en este caso un zancudo (mosquito), el Aedes aegypti generalmente y menos frecuentemente por el Aedes albopictus. Existen cuatro serotipos diferentes y una persona puede padecer al menos cuatro veces el dengue ya que no hay inmunidad cruzada entre los serotipos, sin embargo, las infecciones por serotipos diferentes aumentan el riesgo de padecer de dengue grave. En más del 80% de los casos es una enfermedad leve o cursa asintomática, pero puede presentarse la forma grave antes denominada dengue hemorrágico o choque por dengue, con alta mortalidad.

El periodo de incubación es de 4 a 10 días y los síntomas suelen ser fiebre alta, con escalofríos, dolores osteomusculares severos, dolor retro-ocular, disestesias en la piel, (paciente siente como agujas al tacto), brote en la piel generalizado, inyección conjuntival en ocasiones, vómitos. Estos síntomas suelen persistir usualmente durante una semana.

En el caso de dengue grave, 3 a 7 días después del inicio de los síntomas desaparece espontáneamente la fiebre y se han descrito signos de alerta como dolor abdominal intenso, vómitos, respiración rápida, hemorragias en encías, vómitos con sangre, sangrado por las heces, fatiga y hepatomegalia; ante su aparición el paciente debe ser atendido rápidamente ya que la mortalidad puede ser alta.

En Costa Rica, en los años 40 hay reportes anecdóticos de casos de dengue principalmente en las zonas bananeras del caribe. Durante las décadas de los años 40 y 50 se desarrolló un programa nacional para la eliminación de la malaria (anófeles) y del Aedes aegypti, transmisor no solo del dengue sino también de la fiebre amarilla. Este esfuerzo dio como resultado que en 1959 se declarara el país libre del Aedes aegypti.

En los años 70 y 80, se bajó la guardia en el control de vectores de diversas enfermedades en varios países, incluido Costa Rica, lo que dio por resultado la aparición nuevamente del Aedes aegypti en el territorio nacional, de tal forma que en los años 80 ya se había demostrado su presencia en muchas regiones del país.

En octubre de 1993 médicos de la región de Barranca, Puntarenas, llamaron la atención sobre la aparición de una enfermedad febril aguda en varias personas en esa zona, por tal razón el Dr. Carlos Castro Charpantier, ministro de Salud de entonces, solicitó a INCIENSA una investigación al respecto.  Este servidor en compañía de la Dra. Elizabeth Sáenz, MQC nos apersonamos a esa localidad y realizamos un análisis clínico-epidemiológico. Se estudiaron 20 pacientes, sin embargo, nos refirieron que unas 200 personas estaban afectadas. Los síntomas eran los característicos del dengue clásico. Se tomaron muestras de sangre que fueron enviadas a un laboratorio especializado en Honduras. Unos días después nos avisaron que eran positivas para dengue, con lo que se demostró la presencia nuevamente de este virus en Costa Rica, el cual ya era frecuente en otros países de Centroamérica. Es así como se documentó que nuevamente teníamos dengue en Costa Rica por transmisión endógenas después de décadas de ausencia.

Así se inició esta epidemia en nuestro país.

El diagnóstico de dengue se realiza por medio de un examen de sangre (se detectan anticuerpos) durante los primeros 5 días y es verificado con la PCR, exámenes que son muy sensibles y específicos.

La incidencia del dengue en nuestro país desde 1993 ha pasado por periodos de mayor cantidad de casos. Por ejemplo, en 1994 hubo 4700 pacientes notificados, pero desde el 2005 ha existido un aumento sostenido de diagnósticos, llegándose a informar casi 50 mil en el 2013. Según el laboratorio de vigilancia del dengue en INCIENSA, en los años 2020 y 2021 hubo una disminución importante en el número de casos reportados lo que puede deberse a que la pandemia por covid-19 eclipsó de diversas formas la notificación del dengue: se le dio más importancia a la covid-19, las personas aún enfermas por dengue no buscaban atención médica, se diagnosticaba como covid-19 enfermos con dengue, el confinamiento impidió que enfermos con dengue buscaran atención, la disminución de la movilización de las personas produjo un menor flujo migratorio desde y hacia zonas endémicas y por último los recursos de los centros de salud se dirigieron hacia la covid-19.

Con respecto al Aedes aegypti, en la década de los 90 rápidamente se diseminó por todo el país, esto debido a varios factores:

1.-El calentamiento global ha provocado aumento de temperaturas y mayor cantidad de lluvias.

2.- El mosquito también ha modificado su comportamiento: ahora no solo se alimenta durante el día, sino que en los últimos años se ha observado que también lo hace por la noche. Asimismo, la temperatura ideal para el desarrollo de estos insectos es entre 26°C y 28°C actualmente se encuentra en regiones con temperaturas más frías de 20°-25°C.  

3.- La explosión urbanística desordenada de nuestro país y el mal saneamiento ambiental.  El zancudo crece en aguas estancadas cerca de los domicilios (jarrones para plantas, llantas, canoas, basura en los patios).

No obstante, la lucha por su erradicación no debe parar y se deben contemplar siempre esas condiciones ambientales y climáticas. Recordemos que el A.aegypti  también transmite los virus del zika, chicungunya y fiebre amarilla.

Agradecimiento a la Dra. Marta Víquez y al Dr. Mauricio González de INCIENSA

 

Imagen ilustrativa, UCR.